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Carpio Rezzio, Edgar
2000 La relación Kaminaljuyu-Teotihuacan: Imposición o Intercambio. En XIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1999 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo, B. Arroyo y A.C. de Suasnávar), pp.85-95. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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LA RELACIÓN KAMINALJUYU-TEOTIHUACAN:
IMPOSICIÓN O INTERCAMBIO
Edgar Carpio Rezzio
Al presente sabemos que son innumerables las interrogantes de la arqueología mesoamericana y mientras más avanzamos más dudas persisten. Hay no obstante problemáticas que requieren urgente atención y una de ellas, a mi modo de ver, es la relacionada con la interacción entre sociedades más y menos complejas. Tradicionalmente esto ha sido abordado como una situación establecida a partir de la necesidad de expansión o de captación de más recursos por parte de las sociedades más complejas. Tal cosa las lleva a someter o a mantener bajo su esfera a entidades socio-políticas menos desarrolladas, reflejados en relaciones entre estados y otras formas de organización menos complejas como cacicazgos, tribus, etc.
Si bien es cierto que este fenómeno se percibe en Mesoamérica, esto no implica necesariamente que se de únicamente de tal forma. En otras palabras, es probable suponer relaciones de cooperación, interacción por intercambio recíproco y otro tipo de relaciones menos verticales; debemos tener en cuenta que las sociedades mesoamericanas eran sistemas abiertos. Esta situación podría darse cuando existen relaciones a larga distancia en las cuales los términos impositivos se hacen más difíciles que los de una relación de conveniencia.
El problema concreto a que me refiero tiene como protagonistas centrales a la sociedad de Teotihuacan en el Altiplano Central mexicano y a Kaminaljuyu en las Tierras Altas de Guatemala, cuya relación aparente se da en el periodo Clásico, fases Xolalpan y Esperanza respectivamente.
Tratar la relación entre dos entidades prehispánicas se antoja una tarea difícil por cuanto, a pesar de toda la literatura escrita al respecto, aún persisten muchas lagunas acerca de bajo qué términos exactos, bajo qué condiciones y bajo qué intereses, se llegan a entablar interacciones a la distancia y entre sociedades diferentes. Una de las respuestas más usuales sigue siendo la que hace referencia al intercambio. Este argumento, quizá el más utilizado, sigue teniendo validez aunque él mismo debe ser utilizado con debida cautela.
En arqueología solemos plantear inmediatamente relaciones ya sea amistosas, equilibradas o coercitivas, por la simple aparición de bienes materiales supuestamente originarios de una cultura, en el ámbito de otra distinta. A partir de aquí se pasa a establecer si fue simplemente influencia, intercambio u ocupación (en el caso de una presencia abundante en muchas manifestaciones culturales), y hasta sometimiento por conquista de una sociedad sobre otra. En el caso de las argumentaciones más simplistas se dice únicamente que hubo una influencia o difusión manifiesta en estilos ya sea de objetos o bien reflejada en bienes inmuebles. Al parecer, mucha literatura se ha movido entre estos dos polos pasando por alto una gran complejidad involucrada en el hecho de la relación.
Con relación a lo anterior, siguiendo a la mayoría de los investigadores, es interesante señalar que éstos sugieren que existió en todas las sociedades mesoamericanas del Clásico una necesidad apremiante por estar vinculadas a Teotihuacan. Esta tendencia proyecta una gran sombra que oculta de la vista todo un desarrollo local y una participación abierta que caracterizó a las sociedades mesoamericanas, sin que ello implique forzosamente imposiciones foráneas. Teotihuacan ha sido visto por algunos como un estado expansionista (Sanders y Price 1968; Hellmuth 1975), o como un imperio extendido por Mesoamérica (Bernal 1966; Paddock 1972).
Volviendo ahora al origen del fenómeno, tenemos que hacia 1946 Kidder, Jennings y Shook, basados en los hallazgos de los Montículos A y B de Kaminaljuyu, planteaban la posibilidad de las relaciones entre este centro del altiplano guatemalteco y Teotihuacan en el centro de México, llegando a proponer una conquista de aventureros teotihuacanos (Kidder et al. 1946). Por su parte, Gamio (1922), Armillas (1944) y otros, habían ya señalado una difusión de estilos y artefactos originados en Teotihuacan y expandidos hacia otras partes de Mesoamérica. Con los planteamientos de Kidder parece dar forma una relación que ha perdurado por mucho tiempo, yo diría que hasta nuestros días, entre un Teotihuacan fuerte y aglutinante, con interés de manifestar su hegemonía a través de las regiones mesoamericanas, y sociedades pequeñas o grandes, complejas o menos desarrolladas que se verían involucradas como receptoras de esa relación. Bernal, algunos años después, dejaba entrever la posibilidad de un imperio teotihuacano empeñado en someter bajo su dominio a sitios importantes de otras áreas, particularmente el área Maya y la Costa del Golfo. Sanders y Price redondearon la idea al plantear, a finales de los sesenta, el estado expansionista teotihuacano.
Aproximadamente 25 años después del surgimiento de las ideas de Kidder, los investigadores Sanders y Michels, y con ellos un gran número de especialistas, encaraba el reto de tratar de establecer en qué consistían tales relaciones, basadas hasta el momento en estilos arquitectónicos y cerámicos. Al respecto llevaron a cabo numerosas investigaciones probando distintos modelos que permitieran aproximarse al tipo de relaciones. Los modelos expuestos fueron básicamente los de conquista, propuesto originalmente por Kidder, el de alianza y el de puerto de intercambio (Sanders y Michels 1977). En la publicación Teotihuacan and Kaminaljuyu, están plasmados los resultados de las investigaciones y el contraste de los modelos. Se aprecia que no se llegó a ninguna conclusión general y eso ha permanecido así desde entonces. Sin embargo, es prudente señalar que aquí el enfoque hacia el papel de Teotihuacan ha adquirido un carácter ciertamente distinto. Ya no se trata sólo de un gran sitio extendiendo sus influencias y difundiendo sus estilos y productos por Mesoamérica. Ahora se trata de un ente socio-político en expansión, con fuertes intereses económicos y políticos de dominación, el cual fija enclaves o colonias para garantizar el buen funcionamiento de tales intereses y así mantener el control político de las otras entidades.
Otros autores posteriormente presentaron distintos argumentos con un común denominador en el que indistintamente Teotihuacan aparecía como el interesado en mantener control sobre Kaminaljuyu. Entre los últimos existe una marcada limitación a señalar a este sitio como una probable colonia teotihuacana por intereses económicos. No obstante parece que aún persiste la vieja idea de considerar a Teotihuacan como el foco de irradiación ya sea de difusión o de expansión hacia toda la Mesoamérica del Clásico, con el resto como entes receptores.
Recientemente, sin embargo, ha surgido una corriente de pensamiento que está reconsiderando el rol protagónico de Teotihuacan hacia el sur de Mesoamérica. Ahora se habla más bien de desarrollos netamente locales con apertura a innovaciones en todos los órdenes circulantes en Mesoamérica no importando su origen, es decir conceptos pan-mesoamericanos.
Esto de ninguna manera niega el gran aporte que ciertas sociedades pudieran tener para enriquecer a otras y viceversa, pero más que eso, pretende comprender cómo, mediante relaciones de intercambio, ciertos elementos estilísticos, artísticos, religiosos y de otra índole circularon de un sitio a otro y de una región a otra, incorporando una carga de información a los sistemas sociales abiertos. En alguna medida esto se integró y, junto a los procesos generados en el ámbito local en política, economía, religión y otros, pasó a formar parte de cada región y a desarrollarse posteriormente en ellas de acuerdo a la manera en que el mismo proceso se fue planteando.
Con relación a lo anterior, lo que se pretende con este estudio no es únicamente desempolvar un viejo problema, sino tratar de establecer, con base en argumentos teóricos y a indicadores empíricos, la naturaleza de las relaciones, que en éste caso ha limitado a dos sociedades complejas (en mayor y menor grado) del Clásico.
Ahora procederé, mediante una serie de cuadros sinópticos, a efectuar una revisión histórica sobre los principales trabajos que han girado en torno a la problemática, ya sea dándole origen o bien nutriéndola con distintos aportes (ver cuadros al final del texto). Luego de un análisis acerca de los modelos de la relación, entre los que se cuentan: conquista, colonia, enclave y puerto de intercambio, y de contrastarlos con los indicadores arqueológicos correspondientes, más la evidencia con que se cuenta, se hace la siguiente propuesta:
A corta distancia (digamos nivel regional), fueron grandes las cantidades de artefactos de cerámica como de obsidiana que salieron de Teotihuacan hacia sitios circundantes. Lo mismo ocurrió en el valle de Guatemala, pues Kaminaljuyu efectuó un intercambio regional que abarcó gran cantidad de artefactos hacia la Costa del Pacífico y las Tierras Altas.
En el plano interregional y a larga distancia, notamos que la cantidad de artefactos se diluye o disminuye, efecto normal si se consideran costos de transportación, daño por movimiento de los productos, etc, lo que da por resultado que los artefactos que en el ámbito regional pueden ser de índole cotidiana, a la distancia se conviertan en artículos preciados. En este caso tendríamos a la obsidiana verde, la cual sabemos que desde el Valle de México llega hasta el área Maya, aunque en tipos y cantidades restringidas, encontrándosele igualmente en contextos reducidos. Lo mismo ocurre con la cerámica Anaranjado Delgado, la cual sólo se localiza en contextos ceremoniales, rituales o asociados a personajes de alto status.
Con respecto a los productos de Kaminaljuyu en el plano interregional, los artefactos de obsidiana de El Chayal llegaron hasta las Tierras Bajas y su escasa cantidad hizo que se optimizara su utilización, llegando a producirse nuevas formas a partir de material agotado. En este caso se pueden mencionar los excéntricos elaborados sobre núcleos agotados, así como las piezas incisas elaboradas en navajas. Salvo las navajas prismáticas, que son más frecuentes aunque siempre en cantidades menores, los otros artefactos mencionados suelen localizarse igualmente en contextos restringidos y asociados a sectores hegemónicos.
Las cerámicas locales de Kaminaljuyu no tienen tanto éxito en el intercambio a la distancia y a nivel del contacto con las Tierras Bajas. Por el contrario, cerámica policroma proveniente de esta región sí aparece en el sitio, aunque de nuevo en ciertos contextos de características particulares (tumbas, escondites, etc). No obstante, cabe señalar que tipos o vajillas de Kaminaljuyu sí se localizan, de alguna manera, hacia la Costa Sur y el Altiplano.
Lamentablemente todavía no se ha podido incorporar la información que probablemente exista respecto a recursos perecederos extra locales, tanto en Teotihuacan como en Kaminaljuyu. Me refiero principalmente a telas, plumas de ave, pieles, ciertos alimentos duraderos, animales, etc. Estoy seguro que muchos de ellos circularon en un nivel regional -y sin duda a larga distancia- siendo un excelente indicador para determinar qué material de Kaminaljuyu o el área Maya en concreto, alcanzó Teotihuacan como producto de intercambio por la obsidiana y la cerámica recibidas. Lo que fuera debió ubicarse asimismo en áreas restringidas y actuar para reforzar status. Su valor simbólico, sumado a su valor de intercambio (dada distancia y otros factores), lo harían altamente apreciado y de destino exclusivo.
Tres factores pueden ahora extraer y asumir como parte de la relación. En primer lugar contamos con artefactos o productos elaborados para intercambio en ambas sociedades. En segundo plano tenemos una relación de intercambio fuerte en el ámbito regional, con un predominio de ambos (aunque salvando las diferencias) sobre sus vecinos más cercanos, de los cuales obtenían, sin duda, artículos de diversa índole que compensaban su esfuerzo en la organización del intercambio. En tercer lugar conocemos de la presencia de tales artefactos a enormes distancias, es decir, ha aparecido cerámica y obsidiana proveniente del Altiplano Central de México en el área Maya y en Kaminaljuyu de manera particular. Su presencia se manifiesta, como se mencionó, prácticamente en áreas reservadas y es indicadora de intercambio a larga distancia. Por lo tanto, la relación entre Teotihuacan y Kaminaljuyu se gestó como producto de las actividades de intercambio a larga distancia, de tipo recíproco, sobre artículos para reforzar el status de quienes pudieran obtenerlos. Veamos esto a la luz de la teoría.
Para empezar y de acuerdo con Polanyi (1957:149), dadas las evidencias con que contamos, se puede afirmar que el intercambio principal debió ser de tipo específico, sobre todo de lo que él denomina bienes de lujo dentro de la categoría de intercambio de regalos, o intercambio recíproco. Ciertas vasijas policromas estucadas (pero sólo ciertas) y obsidiana verde, altamente valorada por sus propiedades y por la distancia, caen perfectamente en esta categoría, al igual que posiblemente algunos braceros e incensarios de gran valor estético.
Se considera que el intercambio debió corresponder también a la categoría de intercambio administrado, aunque a cierto nivel dirigido por las elites, sin llegar a la institución de puertos de intercambio. Esta situación se evidenciaría tanto por el espacio temporal de la relación, como por la situación de organización del intercambio y distribución de bienes producidos para exportación en ambas sociedades. Recordemos las industrias de obsidiana y cómo el intercambio de sus productos es una tarea organizada y administrada por el estado o bien las elites más fuertes. A diferencia de tiempos posteriores en los que proliferaron comerciantes independientes, hacia épocas más tempranas, los costos de movilización de emisarios o comerciantes debieron ser una empresa únicamente al alcance de grupos de poder a nivel cacicazgo muy avanzado o estado, con capacidad económica y logística para llevar y obtener productos a larga distancia.
A partir de lo anterior, contamos con que el agente del intercambio podría ser, siempre de acuerdo a Polanyi, la figura del «comerciante» a la distancia, identificado como el comerciante foráneo bajo la protección del gobernante, probablemente del tipo periódico, es decir, aquel que cubre la distancia para ocasiones especiales o en un tiempo acordado (Polanyi 1957:141). Por lo observado se estima que pudo ser este tipo, tomando en cuenta la demás la naturaleza de los bienes intercambiados.
Como resultado del intercambio que ya se mencionó, y siguiendo a Adams y Renfrew, tendríamos una situación de interacción que daría como resultado (cosa evidente), el compartir una serie de rasgos culturales involucrados en la misma estructura institucional de alguna de las partes.
A lo anterior se agrega el hecho de que al producirse el intercambio de bienes se produce también el intercambio de información, lo que a su vez propicia ese intercambio de conceptos culturales que llegan a aplicarse con mayor o menor grado dependiendo de ciertos factores favorables o no. En el caso de la arquitectura de estilo teotihuacano detectada en algunos sectores de Kaminaljuyu, la existencia de ciertos recursos constructivos similares a los del Altiplano Central mexicano, por un lado, y el afán de consolidación como sector hegemónico de la elite dominante en ese entonces en este centro, fueron factores que facilitaron o permitieron la implementación de los elementos teotihuacanos dentro de la arquitectura kaminalera, absorbiendo el concepto pero dándole un sentido local y variantes muy propias.
Que la elite de Kaminaljuyu y el estado Teotihuacano, sea éste de carácter teocrático o de otra índole aún no establecida (pero no imperial), adquirieran bienes para reforzar el status, es una situación que podría considerarse como normal dentro de lo que a las sociedades mesoamericanas se ha podido observar. Hirth (1989:27) hacía un llamado a considerar el papel de las elites en el intercambio, el cual se daba no sólo con el objeto de obtener bienes de prestigio, sino para demostrar a los oponentes la habilidad y la capacidad para movilizar recursos a distintos niveles, creando a éstos una situación de dependencia política y económica, forzándolos a ser parte de la red de interacción dirigida por ellos.
Por todo lo anterior, se puede ahora esbozar un modelo de relación, que como se mencionó en el apartado teórico, se apoya con modificaciones en aquel propuesto por Sanders (1977:399), denominado de «contactos periódicos o frecuentes basados en expediciones de intercambio», cuyos indicadores son los siguientes:
1. Especificidad y status de los comerciantes y su lugar de origen
– Grado de diferenciación social entre las dos sociedades ínter actuantes
– Clase de productos intercambiados
2. Frecuencia y duración de las visitas
– Nivel socio-político de las sociedades en contacto
– Grado de interacción y de intercambio de información plasmado en estilos artísticos (pintura, escultura, arquitectura, objetos), artefactos cotidianos, conducta cultural
– Niveles de afectación política y económica
Con relación al primero, se cuenta con comerciantes llegados de la región del Altiplano Mexicano dada la naturaleza de los materiales intercambiados que aparecen en el área Maya. El status ya fue referido como comerciantes esporádicos que gozaban de la protección del estado y que eran agentes en un intercambio recíproco y en eventuales intercambios de productos varios.
En segundo término, la evidencia del patrón de asentamiento más la arquitectura, pintura, escultura, etc, claramente es indicadora de la diferenciación en organización social entre Teotihuacan y Kaminaljuyu. El primero señalado como una sociedad estratificada y el segundo como una sociedad de rango y probablemente con estratificación temprana.
Para el caso de los recursos intercambiados, se cuenta entre otros con algunas cerámicas como el Anaranjado Delgado, unos cuantos cilindros y probablemente algunos incensarios, así como obsidiana verde, por parte de Teotihuacan, y ciertos materiales presumiblemente de índole perecedera, más probablemente algunas cerámicas, por parte de Kaminaljuyu.
Con relación a la frecuencia de los contactos, se contempla un espacio de 100 a 150 años de duración (fases Xolalpan y Esperanza respectivamente), durante los cuales se manifiestan con claridad los rasgos propios del Altiplano Central de México esparcidos por el área Maya, tiempo que pudo durar el intercambio en las formas mencionadas.
Respecto al nivel socio-político, existió una relación asimétrica en la cual Teotihuacan se presentó como un estado en tanto que Kaminaljuyu gozaba de un nivel de cacicazgo avanzado y probablemente (como se vio a fines del Preclásico), pudo llegar a un estado temprano.
El grado de interacción y de intercambio de información plasmado en los estilos, artefactos y conducta, es quizá el indicador más fuerte para la relación, puesto que en el área Maya y en particular en Kaminaljuyu, los estilos provenientes del Altiplano Central mexicano se presentan de forma clara en calidad de conceptos, adoptados y reinterpretados localmente, es decir, llegando a ser rasgos pan-mesoamericanos. Sin embargo, para Kaminaljuyu la situación se presenta de forma muy contundente lo que se explica por el hecho de que la nueva elite de este sitio, que hace su aparición en el Clásico Temprano, necesita reforzar su status político con simbología asociada a grandes centros de poder, que le permitan una preeminencia sobre otras elites locales aspirantes al mismo poder político, o bien a otras entidades socio-políticas en competencia en el Altiplano guatemalteco.
En cuanto a los niveles de afectación política y económica, se considera que la relación entre Teotihuacan y la elite dominante en Kaminaljuyu únicamente permitió en esta última lograr una efímera permanencia en el poder político y no se consideran grandes logros económicos. Quizá lo más importante para el caso de Kaminaljuyu es la distribución de los artefactos de su industria de obsidiana a toda el área Maya y a otras regiones, la cual se inicia con fuerza desde el Preclásico Terminal y que se mantiene a lo largo del Clásico Temprano, no viéndose afectada por su relación con Teotihuacan, en el sentido estricto de la competencia o el control de este recurso por parte de este último como se ha querido plantear.
En síntesis, la naturaleza de las relaciones entre Kaminaljuyu y Teotihuacan, de un carácter político y económico, obedeció a la dinámica generada por la integración e interacción observada en todos los ámbitos de Mesoamérica en el Clásico Temprano y con antecedentes en épocas anteriores, y en las cuales, sociedades más y menos complejas interactuaron en planos social, cultural (arte, religión, costumbres, ciencias), político y económico.
Seguramente habrá en el futuro nuevas revisiones a la problemática sobre qué tipo de relaciones se dieron entre estos sitios y otros en Mesoamérica en esta o en otra época. Posiblemente nuevas investigaciones puedan acceder y generar mejor información para contrastar la teoría con la nueva evidencia empírica y finalmente nos brinden una aproximación más precisa de lo que en realidad ocurrió (como los recientes trabajos de Sugiyama en la Pirámide de la Luna en Teotihuacan). Mientras esto se logra, he tratado aquí de brindar un aporte de lo que considero fue una situación particular en el proceso histórico mesoamericano, mi pretensión no fue agotar el tema sino más bien generar inquietudes entre los colegas con el afán de que se pueda cuestionar los dogmas establecidos, y también con el fin de incursionar hacia nuevas formas de entender a las sociedades prehispánicas y a la arqueología mesoamericana.
Por último, fue mi intención valorativa hacer justicia a un importante centro mesoamericano como lo fue Kaminaljuyu, pues en el plano de la discusión arqueológica se ha tendido con frecuencia a deshacer el papel de este sitio sólo por su relación ya sea con las Tierras Bajas o con el Altiplano Central mexicano (adjudicándole así un plano secundario), oscureciendo su papel fundamental y preponderante en la dinámica de las Tierras Altas de Guatemala, observado no sólo en su distribución espacial en todo el valle, sino también en el plano de su cultura material. La misma, lastimosamente, será lo único que quede cuando, por el incontenible modernismo, la ciudad haya terminado por devorar los vestigios de uno de los asentamientos más importantes en la América indígena sin que nada pueda evitarlo.
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CUADRO 1
PROPUESTAS SOBRE LA RELACIÓN KAMINALJUYU-TEOTIHUACAN
AUTOR
AÑO
EVIDENCIA
PROPUESTA
RELACIÓN
Kidder, Jennings y
Shook
1946
Cerámica Anaranjado Delgado, floreros, candeleros, obsidiana verde, arquitectura, técnicas constructivas
grupo de teotihuacanos se apodera de Kaminaljuyu y se convierten en señores o sacerdotes de la población local imponiendo sus estilos propios
conquista militar
Cardós
1959
cerámica
comercio a larga distancia entre los dos sitios
económica por intercambio
Sanders y Price
1968
cambios arquitectónicos en construcciones cívico-ceremoniales
Teotihuacan establece una colonia
comercial y luego toma del control
Parsons
1969
rasgos estilísticos en cerámica, arquitectura y escultura
Teotihuacan se expande hacia el área maya buscando consolidarse económicamente
económica y de imposición cultural
Rattray
1976
artefactos del área Maya en Teotihuacan y teotihuacanos en el área Maya, principalmente en Kaminaljuyu
artefactos son producto de intercambio a larga distancia y con el tiempo Teotihuacan controla a Kaminaljuyu
económica por intercambio a larga distancia
CUADRO 2
PROPUESTAS SOBRE LA RELACIÓN KAMINALJUYU-TEOTIHUACAN
AUTOR
AÑO
EVIDENCIA
PROPUESTA
RELACIÓN
Brown
1977
patrón de asentamiento del valle de Guatemala: Solano, Frutal y Kaminaljuyu
el valle es un puerto de intercambio y Teotihuacan establece una colonia
económica: comercio, intercambio
Michels
1977
Patrón de asentamiento de Kaminaljuyu
Teotihuacan establece una colonia en uno de los linajes de Kaminaljuyu con fines comerciales, lo que provoca reacomodos locales
económica: puerto de intercambio
Cheek
1977
arquitectura en Acrópolis y Palangana en Kaminaljuyu
tres fases en la relación: contacto e intercambio, control político y retirada
económica y alianzas
Price
1978
arquitectura
Kaminaljuyu es un estado secundario producto de la expansión económica de Teotihuacan
expansión de un estado prístino
Millon
1988
epigráfica, iconográfica y arquitectura
Teotihuacan impuso su religión en Kaminaljuyu y desde aquí sostuvo relaciones con Tikal
ideológica
CUADRO 3
PROPUESTAS SOBRE LA RELACIÓN KAMINALJUYU-TEOTIHUACAN
AUTOR
AÑO
EVIDENCIA
PROPUESTA
RELACIÓN
Schele y Freidel
1990
iconografía y epigrafía
Teotihuacan establece una red de intercambio con Kaminaljuyu como zona neutral y se relaciona con Tikal
comercial e ideológica
Manzanilla
1993
artefactos teotihuacanos, arquitectura
colonia en Kaminaljuyu para control de recursos como la obsidiana
expansión económica
Spence
1993
arquitectura y artefactos
el enclave teotihuacano en Kaminaljuyu desarrolla relaciones con la elite local
comercial
Bove
1993
artefactos cerámicos y obsidiana verde
no existe un verdadero control teotihuacano y los elementos son sólo símbolos de estatus
intercambio de bienes suntuarios
Hatch
1993
arquitectura, cerámica y obsidiana
grupo intrusivo toma control de Kaminaljuyu y establece relaciones con centros de poder como Teotihuacan
intercambio de bienes suntuarios