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Tec Pool, Fátima y Milan Kováč
2011 Hallazgos recientes en las cuevas alrededor de Uaxactun. (Editado por B. Arroyo, L. Paiz, A. Linares y A. Arroyave), pp. 796-808. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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HALLAZGOS RECIENTES EN LAS CUEVAS ALREDEDOR
DE UAXACTUN
Fátima Tec Pool
Milan Kováč
PALABRAS CLAVE
Tierras Bajas Mayas, Petén, Uaxactun, cuevas, Preclásico y Clásico
ABSTRACT
After various field seasons at Uaxactun, Guatemala, little interest has been given to the caves that are found around the site. This work will focus on the results of explorations in the interiors of these subterranean spaces, although the emphasis will be on a cavity known as the “Vent”, which is found in Group A. This first investigation in the interior of these cavities will document cultural and archaeological traces, and this spatial distribution will allow us to understand the uses and functions these spaces had for the Maya, while the analysis of the archaeological materials will contribute data on chronology and other contexts.
INTRODUCCIÓN
Uaxactun, está localizado en el Municipio de Flores, departamento de Petén. El sitio tiene una larga ocupación cuyos orígenes se remontan del periodo Preclásico hasta el Clásico Terminal, siendo el Clásico Temprano y el Tardío los que se caracterizan por un incremento constructivo notable en el sitio (Kováč y Arredondo 2010:2-3). Los primeros y únicos antecedentes en el registro de cuevas en Uaxactun fueron los que efectuó Dennis Puleston en el año de 1974 cuando a través del Proyecto Tikal de la Universidad de Pensilvania, realizó un reconocimiento de inter-sitios Tikal-Uaxactun donde ubicó algunas oquedades en la zona pero no en el sitio de interés.
Ante la carencia de trabajos específicos en cuevas naturales en el área, la temporada Uaxactun 2010 tuvo entre sus diversos objetivos una operación destinada a ubicar, explorar y registrar las cavidades localizadas en el sitio y sus alrededores.
TEMPORADA UAXACTUN 2010
Aún cuando el área se caracteriza por tener suelos kársticos, Uaxactun no presenta muchas cavidades de gran tamaño como en otras zonas del país. En la reciente temporada se ubicaron dos cuevas y un abrigo rocoso en el Grupo A, un abrigo rocoso en el Grupo G y dos abrigos rocosos en el Grupo F. Con anterioridad, Pulleston (1983) reportó varias cavernas en las cercanías de Uaxactun, en especial en el área de las Estructuras 37 a 92 según la nomenclatura de su transecto de reconocimiento, se ubicaron otras tres cavidades cerca de esta zona aunque para esta temporada no fue posible inspeccionarlas.
Hasta el momento se tienen situadas un total de 13 cavidades, aunque es probable que haya más. Es de señalar que han quedado algunas zonas pendientes por reconocer y otras oquedades por inspeccionar para conocer si se trata de aberturas azolvadas o sin desarrollo. Para esta temporada no fue posible hacer el registro y exploración de cada oquedad, los enfoques principales en esta ocasión fueron la exploración y excavación en una cueva y un abrigo rocoso, específicos para conocer las características de ambas y su relación con el complejo arquitectónico en el que se encontraban.
Ubicado en el Grupo F, se excavó un abrigo rocoso que se nombró “El Rosario”, aunque, la mayor parte del tiempo del proyecto se empleó para la cueva “El Respiradero” ubicado en el Grupo arquitectónico A, debido a su tamaño y contexto in situ. A continuación se presentarán de manera general los resultados de la excavación en ambos lugares, así como los datos preliminares de los materiales recuperados.
ABRIGO ROCOSO: EL ROSARIO
El abrigo rocoso –entiéndase éste como aquel en donde la cavidad subterránea deja espacio para refugiar a un hombre o a un grupo de éstos– se localizó en las inmediaciones de una elevación natural al oeste de donde se encuentra edificado el Grupo F. Su formación es parte de una gran roca caliza ubicada en un desnivel natural del terreno. Su acceso en el costado norte es una abertura irregular con una longitud de 12 m (Figura 1). La altura máxima actual de la entrada es de 1.50 m, medida que se va reduciendo hacia los laterales donde poco a poco el techo se une con la superficie de tierra hasta cerrarse en forma de cuña.
El ancho del interior tiene un máximo de 6 m, pues varía debido a la irregularidad de la formación rocosa. En el costado suroeste se ubicaron dos recovecos que por sus dimensiones y azolvamiento no fue posible explorar. Al estar situado el acceso en un declive, mucha de la basura orgánica y tierra filtrada de las estructuras superiores se ha acumulado en la entrada del abrigo rocoso.
RESULTADOS DE EXCAVACIÓN
En el Rosario, sólo se excavó una unidad que por falta de tiempo fue interrumpida, de manera que la excavación no llegó a la roca madre. Sin embargo, se alcanzó una profundidad máxima de 2.20 m con una estratigrafía marcada por 25 capas naturales registradas en 12 lotes (Figura 2). Las características de los materiales recolectados (tamaño, forma y erosión), estarían indicando que se tratan de materiales provenientes de la parte superior del grupo arquitectónico, es decir, basura arqueológica, principalmente fragmentos muy pequeños de pedernal, silex, cerámica y huesos de animales.
En las dos últimas capas (Lotes 11 y 12) se puede decir que los materiales recuperados tuvieron otras características, su estado de conservación fue bueno, también su tamaño y cantidad fue considerable en comparación con todo lo recobrado en las capas anteriores. Este dato estaría sugiriendo que a la profundidad de 1.50 m podría estar el último nivel de ocupación del abrigo rocoso y que a partir de éste se debería empezar a considerar los materiales in situ.
Al interrumpir la excavación no se alcanzó llegar a contextos específicos. Los datos preliminares sugieren que la cerámica recolectada está mezclada y no se le considera diagnóstica; ésta se ha fechado para los periodos Preclásico y Clásico. En total se obtuvieron 137 fragmentos de pedernal y 23 fragmentos de obsidiana, en su mayoría muy pequeños, que no parecían corresponder a herramientas, exceptuando algunas navajillas prismáticas. La presencia de la lítica no se puede considerar como parte del contexto del abrigo rocoso, se sugiere que el material fue arrastrado del grupo arquitectónico cercano.
En referencia a los restos óseos se recolectaron tanto de animales como de humanos. Los huesos que más abundaron fueron los de animales, principalmente de murciélago. Destacó la presencia de unos dientes de tiburón, así como de otros animales aún no identificados, hallados en las primeras capas de la unidad. Es claro que la procedencia de los dientes marinos correspondería a alguna de las estructuras cercanas, por la poca profundidad en que se encontraron. Estudios más extensivos en el abrigo rocoso ayudarían a conocer su función y su relación dentro del Grupo arquitectónico F. El sondeo de la Unidad 1 fue insuficiente para proponer el uso de este espacio. Sin embargo, aún faltan los estudios complementarios que podrían arrojar datos sobresalientes a los ya obtenidos.
CUEVA “EL RESPIRADERO”
Su nombre “El Respiradero” hace referencia al aire frío que sale de la entrada de cavidad a todas horas. La cueva, se ubica en las inmediaciones de una pendiente natural, justo al sur del Palacio A-XII en la Plaza Oeste del Grupo A. Se trata de una cueva seca y de forma horizontal, su formación natural fue provocada por el colapsamiento de la roca calcárea que dio origen a varias galerías de ancho y alto reducido, exceptuando dos galerías que fueron más grandes en espacio y tamaño (Figura 3). Su topografía total fue de 96 m aproximadamente dividida en varios pasadizos, el trayecto en el interior es complejo debido a que la mayor parte del recorrido es necesario gatear o arrastrarse.
La cueva, no se caracteriza por sus hermosas formaciones, sino por bloques a punto de desprenderse de los techos y las paredes (Figura 4). Incluso, se pueden observar áreas de acumulación de escombro proveniente de los derrumbes que posteriormente fueron acomodados artificialmente hacia los laterales de las galerías para hacer un poco más amplio el paso dentro de la cavidad. Una de las adaptaciones más visibles en una de las galerías fue un muro de retención. Este se construyó utilizando las formas naturales de la roca donde se aprovechó una grieta en la pared para adosar allí la construcción. La función de ésta parece haber facilitado el paso de una galería a otra creando más espacio al poner como demarcación las piedras cimentadas. Las piedras usadas para este muro fueron calizas burdas extraídas de la misma cueva las cuales, estaban aglutinadas con mortero para tener mejor estabilidad. La presencia de éste muro en la cueva, demuestra la frecuencia con la que la gente transitaba por allí (Figura 5 y 6).
La metodología de trabajo en esta cavidad fue: exploración, mapeo con cinta y brújula a la par de la recolección del material de superficie y finalmente, la excavación de pozos. Para la recuperación sistemática de los materiales en la superficie fue necesario enumerar correlativamente los espacios de la cavidad como “unidades” independientemente de que sean galerías o túneles, en total se registraron 15 espacios y se excavaron diez unidades, las medidas de cada pozo se acondicionaron de acuerdo a la disposición de los espacios del terreno. En la superficie se recolectaron principalmente fragmentos de cerámica, en menos cantidad lítica (obsidiana, pedernal y caliza) y restos óseos (humanos y de animal).
RESULTADOS DE EXCAVACIÓN
Debido a la gran cantidad de materiales e información de esta cueva, para este trabajo sólo se proporcionaran datos generales y preliminares. Las excavaciones en la cavidad no fueron profundas y la estratigrafía varió por galería, la capa que marcó el límite de la excavación fue la presencia de las piedras del derrumbe, mismas que dieron origen a la cueva. Por ejemplo, la Unidad 5 con 0.70 m de profundidad tuvo una división estratigráfica extraordinaria de varias capas marcadas por niveles de circulación –apisonados de tierra hechos por el paso constante del hombre- que funcionaron como pisos, esto ha ayudado a conocer qué áreas fueron más usadas en comparación a otras.
A manera general, entre los artefactos líticos recuperados se hallaron: 49 fragmentos de obsidiana, la mayoría fueron de lascas y de navajillas prismáticas y 36 fragmentos de pedernal que corresponden principalmente a lascas. Pedazos de una misma navaja de obsidiana fueron encontrados en el mismo contexto por lo menos en dos ocasiones, lo que plantea que debieron de ser quebrados allí mismo y luego arrojados. Contextos similares se encontraron en La Cueva de la Sangre perteneciente al sitio arqueológico conocido como Dos pilas, del Departamento de Petén, en Guatemala. Brady sugiere que tales navajas fueron usadas en las ceremonias de auto sacrificio.
Se halló una variedad de artefactos malacológicos tales como dos pendientes de concha, dos colgantes de caracol, dos piezas muy erosionadas de concha nácar, así como una herramienta que podría ser una espátula (Figura 7). Los dos caracoles (especie Prunum labiatum) tienen una procedencia limitada a la costa este de la Península de Yucatán. De las dos piezas bicromas halladas, una no fue identificada y la otra, de superficie nacarada sugiere que se trata de una madreperla (pertenece a la familia Pteriidae y su género Pinctada mazatlanica) que es un molusco que se distribuye en la región panámica del Océano Pacífico cuya procedencia abarcaría desde la costa externa de Baja Californa en México, hasta Perú (Velázquez 2007:71S), muy usada por los grupos humanos desde tiempos muy tempranos. También, tres fragmentos de una orejera se hallaron en la misma unidad, lo que sugiere que ésta fue rota intencionalmente y luego depositada, sólo un fragmento pequeño faltó para que la pieza se completara.
Los artefactos de hueso encontrados consistieron principalmente en pedazos de agujas y sólo una de ellas se halló entera (Figura 8). Fragmentos de la misma pieza se encontraron en la misma unidad excavada por lo menos en dos ocasiones, sugiere nuevamente que fueron rotas intencionalmente y luego las depositaron. La presencia de agujas en las cavernas no es un caso aislado. Brady menciona que han sido descubiertas por lo menos en nueve cuevas de Guatemala (Brady 1992:147), incluso Thompson alude su presencia en la cueva maya de Loltun, en México y menciona que las agujas de hueso son un símbolo del derramamiento sagrado de sangre (E. H. Thompson 1897:20 en Bonor 1992:409) que se le puede asociar al auto sacrificio.
Al tratarse de piezas utilitarias, estos artefactos posiblemente tenían una función ceremonial simbólica dentro de la cavidad. Las piezas son asociadas a instrumentos de hilar y tejer, lo cual, de inmediato se relaciona con el culto a la diosa de la tierra/diosa de la luna, quizás en su rol de Ixchel, deidad patronal del tejido (Thompson 1939:130-139 en Brady 1992:147).
Por otro lado, los restos óseos hallados en la excavación estaban asociados al fuego, en el mismo contexto estuvieron presentes restos de carbón y en pocas ocasiones cenizas. La mayor parte de la recolecta de ese material correspondió a huesos de humanos y en menor proporción a restos de fauna. Por la diferente coloración en la superficie de los huesos se sugiere que fueron quemados a distintos grados de calor.
Interesante fue el registro de una osamenta casi completa hallada en la Unidad 4, donde no se halló el cráneo. Los restos humanos se encontraron depositados en un espacio muy reducido de la galería 4 (Figura 9). Debido al mal estado de conservación no fue posible distinguir su posición. La ubicación de este rasgo, recalca la importancia que tenía este espacio para los Mayas. Aún cuando se ubica relativamente cerca de la entrada, para acceder hay que recorrer por lo menos 25 m de camino sinuoso dentro del cual, hay dos tramos donde es necesario arrastrarse. Es muy difícil pero no imposible imaginar este trayecto transportando a alguien para enterrarlo en ese lugar.
Fragmentos de cerámica fue lo que más se recolectó, hubo una buena muestra de formas y decoraciones, así como algunos artefactos todos en buen estado de conservación (Figura 10). Se observó que la cerámica recolectada en la superficie de la cavidad, tenían un patrón de distribución que incluía esparcir intencionalmente los fragmentos de una vasija a lo largo de la cueva. Trabajos realizados en Belice demostraron que uno de los rituales conocidos en las cuevas consistía en romper una vasija y depositar los fragmentos a lo largo de las cavidades, siempre, dejando un fragmento en la mano, con el cual, el individuo salía a la superficie para enterrarlo en otro lado (Christophe Helmke comunicación personal 2010), Brady (1992:118) encuentra este mismo patrón de distribución de restos cerámicos en la cueva de Naj Tunich.
La tipología cerámica muestra una fuerte presencia del tipo Sierra Rojo, pero fue peculiar encontrar fragmentos de vasijas del tipo Hongo Compuesto, pues esta cerámica está asociada a usos exclusivamente rituales (Mélanie Forné comunicación personal 2010). Vasijas completas de este tipo se ha encontrado en la cueva de los Murciélagos en la región Pasión-Verapaz, en Guatemala (Skoy 2007:148).
En relación a la datación, los análisis preliminares del material indican que la cueva tuvo un uso exclusivo durante el Preclásico indicando que este lugar tuvo una importancia ceremonial mucho antes del florecimiento del sitio en tiempos clásicos. El tiempo de uso se está datando para el Preclásico Medio hasta el Preclásico Tardío, después es posible que la cueva se haya abandonado o incluso, cerrado.
CONSIDERACIONES FINALES
Debido a que las excavaciones en “El Rosario” no finalizaron, las consideraciones estarán enfocadas en “El Respiradero” y los resultados son preliminares debido a que algunos de los materiales aún están en proceso de análisis. Examinando la cantidad, calidad y contexto de los artefactos recuperados, no hay duda de la importancia que tuvo “El Respiradero” como espacio donde se depositaron ofrendas, esto a pesar de lo complejo que es el trayecto en su interior. Las modificaciones hechas en la cavidad así como la construcción del muro de retención y los apisonados estarían indicando la frecuencia con la que este lugar era visitado y por ello, los espacios se habían acondicionado para su paso. La abundancia de carbón en los estratos parece indicar que el fuego no solo era usado para iluminar el interior, sino también las huellas indican que se quemaban objetos (perecederos y no perecederos) en la superficie
Las ofrendas posiblemente incluían comida, bebida y copal, elementos que en la actualidad no son perceptibles. Pero, las ofrendas que sí permanecieron fueron: la cerámica, artefactos ornamentales de concha y caracol, herramientas de lítica y hueso de animal, así como restos óseos de humano que fueron quemados. La mayoría del material recuperado corresponde a huesos cortos, pero depositados de manera secundaria y sin aparente posición, exceptuando la osamenta de la galería 4. La presencia de artefactos punzo-cortantes (navajillas y lascas filosas) hallados hace posible suponer que eran usadas para sacrificios de sangre como parte de un ritual. Aunque su empleo también pudo ser en el exterior y su depósito final en la cueva.
Considerando los datos recabados, para el periodo Preclásico se han propuesto algunos usos al lugar como:
1.- Depósito funerario –entiéndase para este contexto como aquella actividad donde se depositaron de forma secundaria algunos huesos de uno o más individuos.
2.- Espacios para la veneración de ancestros y los dioses.
3.- Depósito de las ofrendas usadas para ceremonias especiales.
Es probable que en la cueva se haya dado la combinación de los usos antes mencionados, o solo uno de ellos. Así mismo, los sucesos aunados a cada ritual también tienen su variación. Para el periodo Preclásico las actividades en la ciudad de Uaxactun estaban concentradas en el lejano Grupo H, mismo tiempo en que la cueva también tenía actividad. Es claro, que para los periodos siguientes cuando la cueva estaba en el centro de la ocupación, sorprendentemente no se tiene evidencia cerámica de que el lugar haya sido empleado.
Otra sugerencia es que durante el periodo Preclásico en el Grupo H se llevaran a cabo las ceremonias donde el lugar principal para las ofrendas fueron los altares y los edificios en el exterior, es decir, en el centro del grupo, posteriormente, especialistas religiosos pudieron llevar los restos de las ofrendas para depositarlas ritualmente a un lugar sagrado, que en este caso pudo ser El respiradero, ubicado a 2 km de distancia de lo que era en ese entonces el centro del sitio.
Existen muchos ejemplos en el área Maya de que las cuevas fueron usadas para depositar restos óseos. Scholes y Roys (1938:611) advirtieron que en los tiempos precolombinos probablemente los niños fueron en su mayoría los sacrificados. Gracias a Sahagún (1981:1-2,5,8,42-44,192) se sabe que en Mesoamérica el sacrificio de niños era para los dioses de la lluvia con carácter ctónico, que corresponde a los espacios de las cuevas. Aunque el análisis de restos óseos de El Respiradero no han concluido, se han notado la presencia de algunos huesos y piezas dentales que pertenecen a infantes, y que pueden corresponder a esta práctica, aunque también se han encontrado dientes de adultos.
Una última posibilidad, apoyada con datos etnográficos se refiere a la importancia que tienen las cuevas para los pueblos Mayas actuales. Por ejemplo en muchas comunidades de Guatemala las cuevas no han dejado de utilizarse como parte de una cotidianidad ceremonial. En otras regiones del área Maya como en la selva Lacandona en México, Milan Kováč ha observado que los Lacandones actuales tienen un gran respeto por los restos de las ofrendas usadas durante sus rituales. Las cenizas de copal junto con las vasijas ceremoniales viejas, así como los restos de ofrendas importantes, no se pueden tirar porque tienen un estatus sacro, por haber estado en contacto con los dioses. Así, el mejor lugar para su enterramiento fueron las cuevas.
La concepción de los Mayas hacia las cuevas es diversa y es posible que su función haya cambiado a lo largo del tiempo en el mismo periodo Preclásico que duró varios siglos. Muchas respuestas aún quedan al aire, por lo que hasta tener listo todo el análisis de los materiales, se podrían inferir nuevas propuestas, descartar o corroborar las ya planteadas. De lo que no hay duda, es que las excavaciones permitieron conocer una cueva sagrada de los tiempos Preclásicos en el corazón de lo que posteriormente se convertiría en el centro de Uaxactun.
REFERENCIAS
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Figura 1 Vista general del abrigo rocoso “El Rosario”.
Figura 2 Perfil de la Unidad 1 del abrigo rocoso. UAX 14, Grupo F (Dibujo F. T. P. 2010).
Figura 3 Planta topográfica de la cueva: “El Respiradero” con la ubicación de las unidades Topografía grado 4 (Dibujo F.T.P., T.D. y A.Q. 2010).
Figura 4 Detalle de uno de los pasadizos de la cueva.
Figura 5 Vista general del muro de retención.
Figura 6 Corte transversal y alzado del muro de retención. UAX 14A, Cueva El Respiradero. Grupo A- Unidad 5 (Dibujo F.T.P. 2010).
Figura 7 Artefactos malacológicos.
Figura 8 Artefactos de hueso.
Figura 9 Detalle de los restos óseos encontrados en la Unidad 4.
Figura 10 Contextos de la cerámica recolectada en la superficie de la cavidad.