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23. TRADICIONES EN EL TIEMPO: RASGOS SIMBÓLICOS TEMPRANOS PRESENTES EN CHICHEN ITZA – María Rocío González de la Mata, Francisco Pérez Ruiz y José Osorio León – Simposio 23, Año 2009

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Gonzáles de la Mata, María Rocío, Francisco Pérez Ruiz y José Osorio León

2010        Tradiciones en el tiempo: Rasgos simbólicos tempranos presentes en Chichen Itza. En XXIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2009 (editado por B. Arroyo, A. Linares y L. Paiz), pp.277-289. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

23

TRADICIONES EN EL TIEMPO: RASGOS SIMBÓLICOS TEMPRANOS PRESENTES EN CHICHEN ITZA

María Rocío González de la Mata

Francisco Pérez Ruiz

José Osorio León

Proyecto Arqueológico Chichén Itzá, Centro INAH Yucatan

PALABRAS CLAVE

Arqueología de México, Yucatán,Chichén Itzá, cosmología, mascarones, bacab

ABSTRACT

TRADITIONS IN TIME: EARLY SYMBOLIC FEATURES AT CHICHÉN ITZÁ

While the peak of Chichén Itzá occured in later eras, locations near the site speak to us of a very early occupation in the region where the Itzás established themselves. Taking into consideration the modifications to the geographic sphere to establish a population directly related to the memory, identity, and social relations of the group implied in this process, newly rescued features in the excavations shed light on important aspects in the decoration of spaces and buildings used for daily activities.

A small plaza found southeast of the Initial Series Group, which is south of the central nucleus of the city, allows us to analyze elements that adorn the constructions, which reflect old traditions, myths, and beliefs of the late great metropolis that are amazing for the complex integration of elements constituting the architecture. The progressive and impressive planning and evolution of the city reunited very old Maya characteristics and new tendencies, with the final objective being the exercise of power and domination over the site’s inhabitants.

Elementos rescatados en las excavaciones de un conjunto residencial y cívico-ceremonial de élite en Chichen Itza, dan luz sobre nuevos aspectos del quehacer de los Itza’ en cuanto al sentido y adaptación de los espacios y edificios que se utilizaron para tareas sagradas, cotidianas y privadas. Muchos de estos rasgos tienen sus profundas raíces en tradiciones milenarias Mayas y son un reflejo de  viejos mitos y creencias que se albergaron en esta gran metrópoli de época tardía. Es un hecho que la planeación y construcción de la ciudad estuvo directamente relacionada con la memoria, la identidad y las relaciones sociales de los grupos autóctonos y foráneos implicados en este proceso. No se pretende aquí, hacer un estudio exhaustivo y muy detallado de estos elementos, únicamente se pretenden apuntar ideas y dejarlas expuestas para recibir comentarios y sugerencias.

Aunque el auge de Chichen Itza se sitúa en épocas tardías, lugares cercanos al sitio como Balamkanche, Yaxunah, Kaua, hablan de una ocupación muy temprana en la región donde los Itza’ se asentaron. La planeación y evolución progresiva e impactante de la ciudad bajo su poder reunió características antiguas Mayas con nuevas tendencias adoptadas de lejanas regiones. El objetivo esencial cuando llegaron estos grupos fue el de legitimar sus ancestros para ejercer poder y dominio sobre los habitantes de este espacio geográfico. Las conquistas militares fueron luego ensalzadas por ellos mismos en los asombrosos murales que se hallaban en las paredes de los edificios principales del centro del sitio.

Chichen Itza asombra por la integración compleja de los elementos de diversas influencias vertidos en su arquitectura y en la decoración de sus edificios, decoración que asemeja páginas de un códice en piedra y color, figuras que hablaban y penetraban el inconsciente de los individuos que se movilizaban  en sus alrededores, fueran del lugar mismo o que provinieran de otros pueblos.

A VISTA DE PÁJARO ¿O DE MONO?

Hasta ahora, el Grupo de la Serie Inicial en Chichen Itza ha sido el primero en ser investigado de manera integral, lo que ha proporcionado resultados relevantes en cuanto al conocimiento de un periodo ocupacional prolongado con restos arquitectónicos de cierta complejidad y vestigios cerámicos fechados en los alrededores del año 600 DC. Indicios muy someros se tenían de esta ocupación temprana y estos elementos lo confirman. Ya en ocasiones anteriores, se han presentado algunos de los alcances obtenidos con estas investigaciones (Schmidt 2007; Osorio 2004; González 2004, 2007). Hoy se emprenderá una vez más la labor de abrevar en la interpretación del rico material excavado con el afán de descubrir y traer a discusión nuevos matices para el conocimiento de la sociedad Itza.

El Grupo de la Serie Inicial se habitó de forma contínua hasta las últimas épocas de ocupación del sitio, aún después de su caída. Sus dueños, probablemente, pertenecieron a una clase de élite vinculada con el poder político de la gran ciudad. Unos 200 m lo separan del Grupo Principal del suroeste, cuyos edificios monumentales cívico-ceremoniales lo convierten en el segundo en importancia después de la Gran Nivelación del Norte. Esta cercanía con este otro importante foco de poder indica, sin lugar a dudas, que los inquilinos del Grupo de la Serie Inicial pertenecían a los linajes dominantes de la ciudad.

Además, se presume que se trata de un suburbio de clase alta por el trabajo y el tiempo invertido en su construcción, por la detallada elaboración de sus residencias y templos y por las áreas de actividad doméstica que lo acompañan. Ricamente adornados con relieves, sus edificios se acoplaron estratégicamente sobre una nivelación artificial del terreno en torno a dos plazas principales y otras menores. La superficie construida fue ampliándose de acuerdo a las necesidades crecientes de sus moradores. Templos y palacios, protegidos por su propia muralla, con un imponente arco abovedado de entrada principal que lo comunicaba hacia el noroeste con el centro de Chichen, poseen el conjunto  más rico de relieves hasta ahora explorados en contexto arqueológico en esta gran ciudad, lo que permite definir mejor su funcionamiento.

Si se analiza el plano arquitectónico del conjunto, a primera vista destacan los edificios construidos alrededor de dos sobresalientes explanadas. En el terreno, un desnivel marca la diferencia entre estos espacios con lo que se puede seccionar en una gran plaza al norte y otra más pequeña y privada al sur. Plazas menores aparecen hacia el sureste y funcionaron como tales en diferentes épocas de ocupación del área, pero los esfuerzos aquí expuestos se concentrarán en las dos principales.

La sección del norte se caracteriza por ser un amplio espacio en cuyo centro se ubica una plataforma en forma de tortuga, la Estructura 5C17. Con la cabeza suspendida sobre los escalones que dan al oriente, mira al Templo de la Serie Inicial (5C4) y su Chacmool. Del cuello de la tortuga pende, esculpido en la piedra un elaborado collar con cuentas, probablemente imitando jade. Su cola, apuntando al poniente, se ubica a la mitad de los peldaños en ese costado, oteando la estructura del Chacmool (5C12) y a un segundo Chacmool que da nombre a ese pequeño templo. Las alfardas de ambas escaleras constituyen las patas del quelonio espléndidamente esculpidas con joyas.

El espacio de plaza se completa al norte con la Casa del Tambor (5C1) y la estructura del Yugo (5C2) y al noroeste con el arco de acceso principal (5C35) y una pequeña unidad de control para visitantes, muy bien diseñada en torno a un chultun. Se considera de importancia a la Plataforma de la Tortuga (5C17) como axis mundi en este espacio si se toma en cuenta a estas plazas como lugares sagrados proyectados de acuerdo a  los conceptos de la cosmogonía de los Mayas. Se sabe que los sitios Mayas están llenos de significados, nada se dejaba al azar.

Es posible imaginar allí, por tanto, las alegorías públicas actuadas por los señores principales, patriarcas del linaje probablemente con ceremonias que hacían referencia al nacimiento y a la muerte, a la resurrección del maíz, a la muerte de los dioses que luego emergían a la vida brotando del caparazón de esta tortuga, de acuerdo a los mitos de la creación. La presencia de las esculturas tipo chacmool al oriente y poniente considerados como portadores de ofrendas a los dioses, reforzaría el sentido ritual del espacio.

Se hace mención aquí de la interesante idea expresada por Wendy Ashmore (1992) en su artículo “Deciphering Maya Architectural Plans” en relación a la distribución de los espacios dentro de las ciudades Mayas. Describe que en el trazo de los asentamientos se utilizó el eje norte-sur para el desplante arquitectónico de los conjuntos. Enfoca su estudio en los grandes asentamientos de la época Clásica como Tikal, aunque considera que la concepción y planeación particular de los sitios se desarrolla desde la época Preclásica en el área. La disposición de las áreas al norte, paradigma del cenit del cielo, estaría destinada para la representación de las grandes ceremonias abiertas para todo el público. Añade que los espacios localizados al lado sur se utilizaban para ceremonias más privadas  (Ashmore 1992).

Si es así, se podría yuxtaponer esta hipótesis al plan arquitectónico del Grupo de la Serie Inicial y confirmar la utilización del mismo esquema en la proyección, a pequeña escala de este conjunto de época más tardía. La Gran Nivelación al norte, como lugar de vistosas ceremonias públicas, reforzaría la visión en general para el asentamiento de Chichen Itza.

ENTRE FLORES Y AVES, BACABES Y CIELOS

La recreación de ideas milenarias sobre el cosmos transmitida en la disposición de las unidades de edificios de los Mayas de Chichen Itza, tiene una singular presencia en la plaza sur del Grupo de la Serie Inicial. Esta plaza cubre un espacio de 44 m norte-sur y 27 m este-oeste. En torno a un altar central, la visión cosmogónica se plasma en la particular distribución de las estructuras  conocidas como Templo de los Caracoles (5C5) al este, Templo de los Búhos (5C7) al sur, Galería de los Monos (5C6) al oeste y el pequeño Templo de las Cabecitas (5C3) al norte. Los elementos decorativos y los relieves distintivos de las fachadas superiores en los edificios que son analizados en este trabajo, presentan un único ejemplo hasta el momento del rescate de elementos escultóricos en contexto (Figura 1).

Cada una de las figuras de pequeños animales expuestos en los edificios concuerda con las descripciones que Sylvanus G. Morley, Eric Thompson y Eduard Seler identifican, describen y relacionan en sus obras clásicas como bacabes, varias centurias después de ser mencionados por Landa (2001) en su “Relación de las Cosas de Yucatán”. Estos dioses antropozoomorfos muy comunes en Chichen Itza y en sitios de épocas anteriores, se unen e invisten con el caracol, la tortuga, el mono, la abeja, el murciélago y ¿la telaraña?, el faldellín de red con motas, el collar de caracol cortado, el distintivo animal que los acompaña y el turbante (como lo poseen algunos en Copán), son uno o algunos de los atributos que los distinguen.

Cuando Landa describe la peculiar manera que tenían los Mayas de distribuir su universo, menciona a los cuatro bacabes:

“Entre la muchedumbre de dioses que esta gente adoraba, adoraban cuatro llamados bacab cada uno de ellos. Estos decían, eran cuatro hermanos a los cuales puso Dios, cuando crió el mundo, a las cuatro partes de él, sustentando el cielo (para que) no se cayese. Decían también de estos bacabes que escaparon cuando el mundo fue destruido por el diluvio. Ponen a cada uno de estos otros nombres y señálenle con ellos a la parte del mundo que Dios le tenía puesto (de) teniendo el cielo y aprópienle una de las cuatro letras dominicales a él y a la parte (en) que está.”

Así mismo, asignó Landa en sus escritos nombres, rumbos y colores a los cargadores del año como bacabes-pauahtunes: “el sur es amarillo del año Kan, llamado Hobnil (Kanalbacab, Kanpauahtun y Kanxibchac); el este es rojo del año Muluc, llamado Can Tzicnal (Canzienal, Chacalbacab, Chacpauahtun, Chaxibchac); el norte es blanco del año Ix llamado Zac Cimi (Zaczini, Zacalbacab, Zacpauahtun y Zacxibchac) y por último el oeste es negro del año Cauac, nombrado Hozanek (Ekelbacab, Ekpauahtun y Ekxibchac), entre otros” (Landa 2001).

Interesante es notar que Landa asoció en los nombres dados a los bacabes los términos de “pauahtun” y “chac” con el color del rumbo kan amarillo; chac rojo; zac blanco; ek negro, por  ejemplo, Kanpauahtun, Kan Xib Chac o Ekpauahtun. Esta mezcla de denominaciones, tal vez ha creado un poco de confusión en la identificación de bacabes, chaques y pauahtunes.

Al referirse a los bacabes, siglos después, Eric Thompson hizo algunas modificaciones semánticas mínimas a los nombres dados por Landa. Describió a estos dioses como “rociador de agua”, tal vez “en torno al mundo” o “rociador de la colmena”. Él dice que es posible que los varios grupos de dioses Mayas direccionales tales como los bacabes, chaques y pauahtunes hubiesen estado dispuestos en diferentes planos celestes o terrestres. Jean Genet considera que los pauahtunes eran seres subterráneos que sostenían el plano terrestre, en cambio los bacabes habitaban y sostenían el cielo. En el Chilam Balam de Chumayel se menciona claramente que los pauahtunes eran dioses del viento y estaban distribuídos en los cuatro puntos cardinales (León Portilla 1968:132).

Hay investigadores que consideran que bacabes y pauahtunes son uno mismo, por ejemplo, Karl Taube piensa que los bacabes portadores del cielo son figuras del antiguo dios Maya llamado Pauahtun, que es su transcripción fonética Maya. Considera a ambos como la misma cosa: el dios cuatripartita que se desdobla como sostenedor del cielo y de la tierra, es decir, del mundo (Taube 1994).

Regresando a la plaza en la Casa de los Caracoles (5C5) ubicada al oriente, se encontraron  versiones de dos caracoles esculpidos en piedra que se relacionan con el bacab que carga el caracol. Esto permite ubicar claramente la alusión a este personaje como caracol en el lado este (Figura 2). El largo friso superior del edificio muestra un personaje en bulto, sentado con las piernas cruzadas que sale del interior de un bulbo partido. Muestra su pene de donde surge una enredadera que sujeta con las manos y se despliega a sus costados. De ella brotan frutos de cacao y flores a las que se acercan aves diferentes, algunas enjoyadas, entre las que se destacan colibríes, pericos, guacamayas y quetzales. Algunos cacaos se desprenden y caen. La planta alcanza a otros dos personajes con máscaras de pájaro que también salen de cogollos partidos y a su vez agarran firmemente con sus manos la enredadera. Dioses narigudos rematan el panel en sus esquinas.

La ubicación de este paraíso mítico en este punto cardinal tiene una notable significación. Por el lado del oriente surge el sol, al cual acompañan colibríes en su recorrido por el firmamento hasta que se oculta en el poniente. De forma similar, el personaje principal surge y da vida a otros descendientes. Las aves se observan también en el acto de fecundación de las plantas. Todo este acontecimiento legendario está muy relacionado con los mitos mesoamericanos de la creación.

El Monumento 4 de Bilbao, por ejemplo, en el sur de Guatemala contiene un motivo análogo.  Manifiesta también un sitio de abundancia en donde tienen su origen el maíz y el cacao. Al personaje, que también emerge de un bulbo partido, lo rodea una enredadera de la que brotan frutos y de igual forma, aparecen joyas. Oswaldo Chinchilla, al interpretarlo, menciona la similitud de este sitio mitológico con “paxil” (partido) edén donde abundaba el maíz, el cacao y la fruta que se menciona en el Popol Vuh, o  “tamoanchan” entre los Aztecas (Chinchilla 1997).

Continuando al sur, se localiza el edificio conocido como Templo de los Búhos (Figura 3). Las cornisas media y superior están adornadas con una procesión de pequeñas tortugas en alto relieve que permite relacionar este animal con el bacab del meridión. De las tortugas, Eric Thompson menciona que  son aliadas de los chaques porque están ausentes durante las sequías. Dice también, que la tortuga en su pechera carga la cruz kan (que también es amarillo, color del sur), símbolo de la lluvia. Es por eso, que en el glifo del caparazón de tortuga, también es visible (Thompson 1991:316).

La entrada tripartita del templo tiene los dos pilares profusamente decorados con árboles de cacao, flores y joyas. Búhos de alas desplegadas y esteras se encuentran en sus laterales (Figura 4). En la base de las pilastras sobresalía un personaje de brazos cruzados portando una especie de capa al parecer enjoyada que le cubre los hombros. ¿Puede ser tal vez un dios del que surge la planta de cacao? De una representación parecida habla Peter Schmidt en Tula, Hidalgo: “en la balaustrada de un edificio aparece un dios acostado del que sale un árbol similar” (Schmidt 2007). Árboles y personajes similares también se encuentran en un vaso dentro de la colección del Museo Popol Vuh y en un vaso fotografiado por Justin Kerr.

En las jambas del edificio se repiten los búhos alternando con esteras (pop). El friso superior de la estructura muestra otros búhos también con las alas extendidas. A sus lados, hay paneles de personajes en perfil con máscaras de pájaro, tambores y cordeles danzando, en actitud de practicar una actividad ceremonial. Entre estas secciones principales, se vislumbran orejeras de jade, tambores y otros objetos. Notoria es la presencia en cada esquina del edificio de mascarones narigudos.

Otra vez, estas representaciones se remiten a los mitos ancestrales de los paraísos donde se encontraba el árbol primigenio del que surgían cosas maravillosas. Tornando al poniente, se ubica con la Galería de los Monos un largo edificio con columnas con tres cuartos en su parte sur. Da acceso a estos cuartos una columna con un capitel labrado con figuras de bacabes en sus cuatro lados. Como en los edificios anteriores, las molduras exteriores se adornaron con monos menudos, acurrucados en curiosas posiciones (Schmidt 2006). Siguiendo la misma línea de análisis, se propone que estos monos se relacionan con el bacab del oeste.

El friso superior, decorado como mosaico en relieve, contiene un motivo similar al de la Casa de los Caracoles: un personaje en bulto, de piernas cruzadas que ya no brota de un bulbo y está sentado esta vez sobre bandas celestiales, agarra una enredadera que culmina en cabezas de serpiente. Tiene el glifo mexicano de “10 perro” o “coyote”, que lo nombra (Schmidt 2005). El esquema se repite a lo largo del edificio y se turna con escenas de personajes disfrazados de pájaros carpinteros, punzando con su pico el pecho de unos monos en movimiento que evacuan unos granos o frutos. Se aprecia claramente que los monos aquí representados portan el collar que caracteriza a los bacabes.

El lado norte, remata con la Casa de las Cabecitas, pequeña estructura de un sólo cuarto techado con dos bóvedas que sostienen al medio un par de atlantes. Vaillant, quien la excavó en tiempos de la Carnegie, describe que su decoración consistía de pájaros y murciélagos (Ruppert 1952:119). Si así fuera, esto permitiría emitir la idea de que el bacab-murciélago se relacionaría con el norte, aunque es difícil reconocer murciélagos en las piezas que hay de los relieves.

Una pequeña plataforma central como altar, completa la plaza. Se cree que sobre este altar se hallaba colocada una piedra en forma de cono truncado localizada no muy lejos fuera de su lugar original. Junto a ella se hallaba un capitel circular que probablemente servía de base, con  hendiduras simulando un fleco y una banda sobre el mismo. Un objeto análogo se ubica sobre una plataforma en la plaza de la Casa Colorada, en la parte central de Chichen Itza; este sí en su posición original. Se piensa que es la representación de la ceiba como axis mundi, el punto donde convergen el cielo y el inframundo y ata a todos los seres con la tierra y el universo.

Por último, pero no menos importante en el panorama de la plaza, merece mención el elaborado chultun ubicado en el pasillo entre el Templo de los Búhos y la Galería de los Monos. Esta cisterna se integraría a los demás elementos de la plaza simbolizando y conteniendo las aguas primigenias y el atributo como entrada al inframundo.

ENTRE PLANTAS EN TIERRA, RECAPITULANDO

No es materia de este trabajo ahondar en la iconografía total de los edificios del Grupo de la Serie Inicial, ni hablar sobre todas las piezas que constituyen este complejo sistema. Esa es materia para varios volúmenes y muchas voluntades. Con algunos de los elementos in situ a la vista, se ha querido tan sólo apuntar algunas ideas sobre el significado en la construcción de una de las explanadas del grupo de la Serie Inicial. En ese acto se demuestran las raíces profundas del conocimiento de los mitos sobre la creación entre los Itza’, mitos que se concibieron desde épocas muy antiguas, persistieron hasta sus días de gloria y aún hoy, continúan formando parte de las tradiciones colectivas en los pueblos de Yucatán.

La primera propuesta que se hizo sobre la plaza sur del Grupo de la Serie Inicial es que en ella se moldearon milenarias visiones cosmológicas. Los cuatro edificios y el altar central, con la piedra semi-cónica y su capitel sobre él a manera de un árbol, plasman la distribución cuatripartita del mundo Maya.  Viene a reforzar la idea, la representación de animales específicos que caracterizan a los bacabes como sostenedores del mundo en Chichen Itza en el programa iconográfico de los edificios distribuídos en las cuatro direcciones cardinales.

La segunda sugerencia se refiere a los bacabes y su posición en los edificios de la plaza, como su lugar en el cosmos. Se propone que el bacab del oriente es el caracol (en la Casa de los Caracoles), el bacab del sur la tortuga (en el Templo de los Búhos), el bacab del poniente es el mono (en la Galería de los Monos) y el bacab del norte en este caso podría ser el murciélago (en el Templo de las Cabecitas), aunque  faltan evidencias para confirmarlo.

Eric Thompson habla de los bacabes que se encuentran en el friso de La Iglesia, edificio en la parte central de Chichen. Describe a uno con caracol, otro con caparazón de tortuga y a un tercero “alado” (Thompson 1991). Se estima que éste podría ser la abeja, que sí se menciona en Landa y en el Chilam Balam de Chumayel. No manifiesta Thompson nada sobre el cuarto personaje del friso, probablemente porque se trata de una escultura ya muy erosionada, donde es difícil apreciar los detalles.

Lo único que se distingue en ella es una especie de protuberancia alrededor de la cintura de la figura. A su vez, López Austin dice que estos personajes divinos de Chichen Itza cargan un caparazón de tortuga, una telaraña y dos clases distintas de caracol (López 2008), omite al ser alado. Con el análisis efectuado en la Galería de los Monos donde aparece el bacab mono, se cree que el cuarto bacab que no menciona Thompson y que López toma como otro caracol en La Iglesia, es el mono. El bulto que se observa alrededor de la cintura de la escultura de La Iglesia, sería la cola del animal enrollada (Figura 5).

En cuanto al bacab alado, la abeja, mencionada por Thompson, aparece en los frisos de la Casa de los Falos (5C14). Claramente se distingue que porta en la espalda cuatro alas y una cola. Seler dice que esta especie de cola es un faldellín de danza (Taube 1994). Al efectuar un análisis más detallado del bacab de la telaraña, se llegó a la conclusión de que, en lugar de ésta, puede tratarse más bien de las alas de un murciélago. Las alas desplegadas del murciélago de cara arrugada Centurio senex, una rara especie de estos animales que habita en la Península de Yucatán, aparentan una telaraña (Figura 6). Por tanto, podría ser que el bacab descrito por varios investigadores como telaraña, se tratara más bien de un murciélago. Si bien no es posible confirmar la presencia en el norte de la plaza ni del murciélago ni de la abeja, estos sí aparecen claramente en las fachadas de la Casa de los Falos, por tanto, sí se encuentran representados en el grupo.

La presencia de los mascarones de dioses narigudos en las esquinas de la Casa de los Caracoles, el Templo de los Búhos y de la Galería de los Monos no hace más que reforzar el sentido cosmogónico de la plaza. Debe tratarse de los cuatro chaques, ayudantes de los bacabes en su tarea de sostener el mundo, mencionados en el Chilam Balam de Chumayel y en los códices. La tercera propuesta se refiere al personaje que aparece al poniente, en los frisos de la Galería de los Monos, se cree que los personajes que emergen de bulbos en la Casa de los Caracoles son los ancestros de este personaje que legitima su ascendencia. Ya sea con el nombre, “10 perro” o “coyote” (Schmidt 2005), sería el que mandó a construir la plaza y que ejerció como el jefe del linaje.

Con este breve análisis del cual aún faltan muchas piezas, se intenta dar un primer paso para poner en contexto el sentido lógico de los relieves del Grupo de la Serie Inicial. La plaza sur es vital para explicarlos. Es probable que todas estas imágenes hagan referencia a las actividades del personaje que legitimó su ascendencia en la Casa de los Caracoles que era el principal de este lugar y que probablemente allí habitó con toda su familia, parientes y dependientes.

A través de estas complicadas proclamas, llenas de significados, los señores de Chichen Itza   ejercieron su poder y su mandato. A diferencia de los dignatarios de la época Clásica representados en estelas con esclavos bajo sus pies, los señores de Chichen, todos al mismo nivel, eran sostenidos por bacabes que les sirvieron como vehículos para deificarse. Y ya en contexto arqueológico, estos bacabes están dando su rumbo cardinal en el cosmos de Chichen Itza.

A modo de nota, se usaron aquí los términos “bacab”, “chaques”, “pauahtunes” españolizados ya que los propios especialistas aún no se ponen de acuerdo en su trascripción correcta y no queriendo con ellos caer en errores lingüísticos.

REFERENCIAS

Ashmore, Wendy

1992        Deciphering Maya Architectural Plans: New Theories on the Ancient Maya (editado por E. Danien         y R. Sharer). University Monograph 77. University of Pennsilvania, Philadelphia.

Chinchilla, Oswaldo

1997 Las Esculturas de Cotzumalguapa en el Museo Etnográfico de Berlín. En X Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1996 (editado por J.P. Laporte y Héctor Escobedo), pp.214-226. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

De Landa, Fray Diego

2001         Relación de las Cosas de Yucatán. Editorial Dante. Mérida, Yucatán.

León Portilla, Miguel

1968        Tiempo y realidad en el pensamiento Maya. UNAM, México.

López Austin, Alfredo y Luis Millones

2008         Dioses del Norte, Dioses del Sur: Religiones y cosmovisión en Mesoamérica. Ediciones Nueva         Era, México.

Ruppert, Karl

1952         Chichen Itza: Architectural Notes and Plans. Carnegie Institution of Washington. Pub. No. 595,         Washington, D.C.

Schmidt, Peter J.

2005         Nuevos hallazgos en Chichen Itza. Arqueología Mexicana 76(13). México, D.F.

2007        Birds, Ceramics and Cacao: New Excavations at Chichen Itza. En Twin Tollans: Chichen Itza,         Tula, and the Epiclassic to Postclassic (editado por J. K. Kowalski y C. Kristan-Graham)         Dumbarton Oaks Research Library Collection, Washington, DC.

Taube, Karl A.

1994         The Iconography of Toltec Period Chichen Itza. En Hidden Among the Hills: Maya Archaeology of         the Northwesyt Yucatan Peninsula (editado por H. J. Prem). Bonn, Alemania.

Thompson, J. Eric S.

1991        Historia y Religión de los Mayas. Editorial Siglo XXI. América Nuestra, México D.F.

                

Figura 1        Plaza sur del grupo de la Serie Inicial con cada uno de los elementos distintivos de sus edificios que señalan la posición de los bacabes en esos puntos cardinales, como sostenedores del mundo

 

Figura 2        Casa de los Caracoles con sus elementos distintivos.

Figura 3        Templo de los Búhos con sus elementos decorativos distintivos.

Figura 4        Frisos decorados correspondientes a la fachada de la Galería de los Monos.

   

Figura 5        Estructura de La Iglesia con los Bacabes y sus orientaciones. Mono y Abeja: oeste y norte; Tortuga y Caracol: sur y este.

Figura 6        Panel decorado de la fachada de la Casa de los Falos y murciélago Centurio senex con las alas extendidas, mostrando que el bacab alado puede ser un murciélago

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