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105 – MODELOS DE GEOGRAFÍA SAGRADA PREHISPÁNICA EN LA ZONA NOROESTE DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN – Lorraine Williams-Beck, Armando Anaya Hernández, Martha Arjona García y Nidelvia Bolívar Fernández

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Williams-Beck, Lorraine, Armando Anaya Hernández, Martha Arjona García y Nidelvia Bolívar Fernández

2009        Modelos de geografía sagrada prehispánica en la zona noroeste de la península de Yucatán. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.1464-1476. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

105

MODELOS DE GEOGRAFÍA SAGRADA PREHISPÁNICA

EN LA ZONA NOROESTE DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN

Lorraine Williams-Beck

Armando Anaya Hernández

Martha Arjona García

Nidelvia Bolívar Fernández

CIHS y Facultad de Ciencias Químico-Biológicas, Universidad Autónoma de Campeche

ABSTRACT

MODELS OF PREHISPANIC SACRED GEOGRAPHY IN THE NORTHWESTERN ZONE OF THE YUCATAN PENINSULA

The present work will review the architectural elements and natural environment, proposed here as heritage resources, that come together to create a place where three prehispanic capital cities occur in a cultural landscape beginning in the Middle Preclassic horizon. Two of these cities have been the subject of investigation and consolidation projects for half a century, and third was discovered recently; all three are the basis for a model of sacred geography particular to this region.

A finales de la década de 1960, la arqueología “nace” como disciplina, según algunos estudiosos, al reemplazar las previas ideas caóticas sobre artefactos y hechos antiguos con un marco que de manera simple pero bastante atinada predice cómo estructurar y dimensionar los datos arqueológicos en su contexto correspondiente (Clarke 1978). Este marco contextual comprende modelos abstractos que abarcan un conjunto de hipótesis con los que se pueden simplificar y estructurar observaciones complejas, intentando apartar el “ruido”, como un elemento no pertinente al problema de investigación, de la información relevante. Como predeciría la ley sobre el menor esfuerzo, para algunos colegas sería demasiado fácil interpretar los atributos de un modelo abstracto como una representación fehaciente del acontecer cotidiano del pasado, particularmente en casos del diseño de investigación arqueológica que se apoya en la analogía histórica, en los patrones del asentamiento humano y en los procesos cognoscitivos simbólico religiosos. Hoy día después de varias vueltas de clasificar y analizar información recabada, ya estamos más conscientes de que esta herramienta sólo sirve para ordenar la evidencia y estimar tendencias que sirven como punto de partida para contestar preguntas específicas en una investigación. El marco conceptual que pareciera tener el mejor ajuste respecto a los hechos debería de ser del tipo politético, en el sentido de que ningún atributo cultural sea tan suficiente como necesario para mencionarlo como miembro de un agrupamiento dado (Clarke 1978:30-37) y, valga la repetición, que este catalogar sólo sirve para ordenar, analizar y predecir tendencias. Sin embargo, por los abusos que sufrirían algunos modelos por retomarlos como la interpretación verdadera de los hechos, cuando a principios de la década de 1970 le solicitaron a Sir Edmund Leach su opinión sobre los modelos de la Nueva Arqueología, que se lanzaba al mundo como una verdaderamente científica, Leach la comparó con aquellos avioncitos de armar, en el sentido que hay modelos al igual que algunos avioncitos que parecieran reales pero no vuelan y otros que si bien no se parecen a los reales sí vuelan.

Por lo anterior, esperemos que la presente sea el pajarraco que atina en los hechos, vuela con el paso del tiempo y que los datos empíricos desglosados a continuación y otros que se contemplan recabar en los próximos años sigan dando frutos. Comenzamos con definiciones de qué se entienden por paisaje edificado, recursos patrimoniales y la geografía sagrada en un ámbito regional, para después unir estos conceptos en un modelo base del diseño de investigación diacrónica que se aplicará en dos provincias prehispánicas del área noroeste de la Península de Yucatán.

El área que hoy día abarca los “ríos” Homtun y Champotón (Figura 1), identificada con las partes medulares de las provincias Canpech y “Chakanputun”, no Champotón, alberga varios actores principales y un sinnúmero mayor de socios de reparto todavía por definir claramente en una producción teatral en el espacio y tiempo. Pareciera que los “ríos” posiblemente sean fallas geológicas en donde brotan manantiales y afloran otras fuentes de agua dulce que se mezclan con lo salobre del Golfo, particularmente en el caso del Champotón delimitado por manglares varios kilómetros desde el estero; el Homtun tierra adentro solamente contiene aguas pluviales durante la temporada de lluvias. Por ello, el modelo contempla al medio ambiente de los ríos, de las áreas de esparcimiento laterales, de las zonas de humedales y las sabanas de esta región como algo preciso apropiado por los seres humanos desde hace milenios (Williams-Beck 2007b), transformándolo en un conjunto preconcebido (Rappaport 1980) sobre el cual los agentes culturales actuaran y reaccionaran entre sí, modificando y designando eventualmente a este espacio terrestre genérico que se transformaría después en un “lugar” culturalmente reconocible (Pearson y Richards 1994:4). Así que en un análisis simbólico de “lugar”, varios elementos que se combinan para crearlo “como tal” en un marco regional mayor y deben de analizarse minuciosamente desde todos los niveles detectados; es decir, habría que identificar las réplicas estructurales y la repetición de ciertos elementos arquitectónicos o de diseño con semióticas correspondientes a cada uno, que suelen presentarse a nivel de conjunto arquitectónico individual, a nivel de sitio y al nivel regional mayor, reforzando de esta manera los mensajes simbólicos del área completa designados de antemano por los mismos actores prehispánicos (Williams-Beck 2005, 2006, 2007a, b).

El paisaje edificado es área de actividad humana colectiva en otra arena en donde se desenvuelve la vida social (Rappaport 1980,1999). Encarna elementos naturales y culturales específicos, conocidos colectivamente como recursos patrimoniales, que se conciben también como piezas precisas en una producción teatral completa, porque ofrecen múltiples niveles de enlace entre actores, tablas y telones de fondo sobre los cuales se ponen en escena actividades cotidianas, políticas, administrativas, económicas y religiosas que satisfacen simultáneamente las necesidades del individuo y del grupo (Gregory y Urry 1985; Pearson y Richards 1994). En este sentido, entonces, los recursos patrimoniales se consideran también como tropos inseparables que no se contemplan uno solo sin el conjunto de los demás, porque comprenden maneras de expresar una identidad colectiva para ciertos atributos que se pueden modelar de antemano, y después ejecutar y modificar para transformarse en escenarios funcionales del paisaje que representan áreas de actividad paradigmáticamente definidos (Reese-Taylor y Koonz 2001).

Una noción de tropo que relaciona recursos patrimoniales y el espacio edificado toma en consideración también un proceso intencional para diseñar un paisaje arquitectónico de creación en un sitio dado, con el que un pueblo en particular se puede identificar física y simbólicamente (Ashmore y Sabloff 2002). Desde el corazón del área Olmeca (Cyphers Guillén 1999; Reilly 2002; Tate 2001) al Altiplano Central (Headrick 2001; McCafferty 2001; Schele y Kappelman 2001) y en los valles de Oaxaca (Orr 2001) y área Maya (Kappelman 2001; Reese-Taylor 2002; Wren, Spencer y Hochstetler 2001), los estudiosos han propuesto recientemente otro modelo pan-mesoamericano para tropos patrimoniales que parecen reunir ciertos atributos que los relacionen con paisajes de creación. Como elementos considerados en una categoría como tropos arquitectónicos, las montañas “culebra” y “de sustento” se construirían en diversas regiones de Mesoamérica a finales del Preclásico Medio o a principios del Preclásico Tardío, como parte de un complejo diseño integral preconcebido y ejecutado desde el principio como un tropo completo para representar lugares de creación, fundación y la legitimación del poder (Schele y Kappelman 2001:38). Comparando los factores de ubicación, geografía y elementos ambientales que envuelven a por lo menos dos ciudades capitales en esta región de estudio, que cuentan con sistemas hidráulicos específicamente diseñados y están inmersas en nichos ecológicos de humedal ribereño tierra adentro, sostenemos que este segundo modelo pan-mesoamericano de diseño para creación y fundación es particularmente relevante al presente análisis de recursos naturales y culturales individuales y combinados que rodeaban este tropo patrimonial del área que se llamaba Canpech-Chakanputun. Para la parte sureña del tropo al momento del contacto español, hoy día se descarta el nombre de Champotón por completo, a raíz del análisis histórico y lingüístico reciente de documentos coloniales y etnohistóricos Mayas, que cuando se combinan las tres sílabas chan, pot y on del Maya, quiere decir “que no se escabullaron o… zafaron” (Voss 2004:142), refiriéndose a la batalla en 1517 entre españoles y Mayas cerca del estero y posiblemente en algún rincón de la cabecera municipal actual. El topónimo Maya chanpoton —sin acento en la última sílaba—, se adoptaría a partir de 1518 por los españoles también (Voss 2004:135), quienes seguramente no comprendieron cabalmente el sentido original del término como algo conmemorando la victoria indígena en este lugar, para continuar llamando a la ciudad, al área inmediata y al río con el mismo nombre, Champotón, pero ahora hispanizado y con acento. Quizá por ser un gran elemento de identidad frente a los cambios radicales que sacudieran al mundo de los naturales, los apelativos Mayas de antaño para el río y su ciudad capital se esfumarían por completo; sólo quedaría la memoria colectiva plasmada en las fuentes etnohistóricas coloniales y, talvez, en las tradiciones orales del pueblo.

Tres referencias adicionales abogan a favor de considerar a esta región sur inmediata como zona clave en esta región mayor, por haber encontrado información valiosa al respecto en la literatura especializada desde la década de 1930. E. Wyllys Andrews IV (1943) localiza un lugar como “Chakanputun” y lo sitúa río arriba del estuario y tierra adentro, basado en informes de campo enviados a los investigadores de la Carnegie Institution of Washington por Cyrus Longworth Lundell (1933). Este biólogo y descubridor de Calakmul, por su parte, narra que, al localizar monumentos esculpidos (Figura 2) de piedra de la época prehispánica colocados bajo techo de huano en medio de una comunidad rural, estas “…dos estelas[,] que se llaman los ‘dioses de Pustunich’…están muy venerados por los indígenas…son importantes arqueológicamente y un estudio de ellos puede revelar algo de la historia de Chakanputun, el nombre por lo que los mayas antiguos designaran a esta parte noroeste de Campeche” (Lundell 1933:147-148). La comunidad actual de Pustunich queda a unos 25 km al sur sudeste del área de estudio propuesto en el presente proyecto de investigación. Durante una visita reciente, gente de la comunidad nos informó que el otro monumento esculpido, retratando a una mujer de acuerdo con su descripción, fue retornado al monte a un sitio desconocido a la fecha.

Y, finalmente, en el libro intitulado “La costa de Campeche en tiempos prehispánicos”, se enfatiza que los autores mencionados anteriormente “…diferencia[n] Champotón y Chakanputun, situando este último en un lugar donde fueron localizados varios grupos de ruinas a la altura de Moquel, pero en la orilla opuesta” (Ruz Lhuillier 1969:47).

Estimando los diseños particulares de los espacios urbanos como sitios santuarios dentro de este “narrativo” regional, como sitios para recibir cantidades mayores de actores y presenciales, Acanmul y Edzna formarían parte de un cuadro mayor sobre el que se pintaran historias no lineales en telones de fondo colectivos para poner en escena peregrinaciones que consolidaran los lazos entre la élite local y los dignatarios visitantes a los eventos públicos realizados en las grandes plazas de asamblea, cuyo contenido arquitectónico como montañas sagradas emergiendo de o inmersas en otros mares primordiales, proporcionaría un contexto simbólico y cosmológico reconocible para el público en las ceremonias religiosas específicas, o con motivos políticos relacionadas con cada sitio del circuito. Las rutas de procesión identificadas en otras áreas de Mesoamérica (Koontz 2002; Reese-Taylor y Koontz 2001; Reese-Taylor 2002) enfatizan que los diseños internos y/o externos de vías y las paradas individuales en los circuitos parecen seguir un movimiento en sentido contrario del reloj, replicando el andar del sol cotidiano y también de acuerdo con la posición clave en el calendario ritual anual asignado a cada sitio en el paseo completo.

Además, cada sitio en el circuito asumiría un papel particular en el programa del andar alrededor del contorno acuático en la región. En el presente estudio los datos ambientales, arquitectónicos y arqueológicos sugieren una noción que este ombligo acuático no sólo unía sino transformaba el área entera en un paisaje sagrado completo. Las dos rutas acuáticas de forma serpentina conectaban asimismo capitales regionales con otros sitios menores como escalas periódicas específicas y que cada lugar en este paisaje sagrado jugaba un papel particular en el itinerario litúrgico o político completo llevado a cabo en la ruta ritual (Reese-Taylor 2002); sin realizar esta porción, la obra mayor del rito religioso quedaría incompleta.

Por ejemplo, colocar a Acanmul en el rumbo norte del ombligo acuático, plasmar este rumbo también en la ubicación de su complejo palaciego administrativo – montaña de sustento localizado en la orilla norte de la plaza pública – mar primordial, nos permite estimar su papel en el tropo completo como el lugar de los cielos y el espacio simbólico que albergara los espíritus de los ancestros del colectivo participante (Figura 3). El golfo de México situado hacia el poniente en este circuito ambulante jugaría el papel no sólo del único otro mundo no terrestre que recibiera la “muerte cotidiana” o puesta del sol y los espíritus de los ancestros entrando al inframundo, pero se le identificaría a este mar primordial con el legendario Zuyua de donde venían los ancestros. El área Chakanputun ubicada en el sur señalaría un límite del otro inframundo acuático hacia el poniente, un límite terrenal al Xibalba y un heraldo a la promesa del renacimiento por dirigirse el circuito una vez más rumbo al este nordeste. Y, finalmente, la localización de Edzna en la posición oriental de este circuito ritual espacial, en donde nacen ambos ríos y con su conjunto palaciego administrativo al costado oriental y adosado a la mar primordial – plaza de asamblea, implicaría una posible relación con el sol amaneciendo de nuevo, el renacimiento y el inicio una vez más del ciclo ritual en este lugar y del circuito ritual religioso anual completo.

Si bien el análisis simbólico de estos recursos patrimoniales sugieren a nivel hipotético la presencia de un circuito ritual con paradas o escalas específicas a lo largo para realizar ciertas etapas de las agendas religiosas o políticas de y entre los pares participantes, identificar actividades religiosas y rituales prehispánicas, que comprenden parte de las manifestaciones intangibles del patrimonio cultural de un pueblo, son los elementos más difíciles de documentar en las sociedades del pasado, porque raramente dejan restos materiales cuantificables en el registro arqueológico. Sin embargo, en este caso hay dos piezas adicionales al rompecabezas que sostienen el modelo cosmológico. Las fuentes históricas documentan una proliferación de precedentes jurídicos en las Doctrinas de Campeche y Champotón, en donde se quejaban los clérigos franciscanos de actividades idólatras continuas por parte de los naturales que residían en las comunidades de las congregaciones bajo la jurisdicción de estas dos parroquias durante finales del siglo XVI y principios del XVII (Chuchiak 2001, 2005). Hay una serie de capillas abiertas y de visita con techos de materiales perecederos, otras naves de mampostería remozadas y hasta restos de varias capillas abiertas erigidos en comunidades reportados como “pueblos de indios” en las fuentes (Chamberlain 1982; Chuchiak 2001; García Bernal 1978; Gerhard 1991; López Cogolludo 1955; Restall 1997; Roys 1957), encontrados a lo largo de la divisoria de aguas, cerca de estas redes hidráulicas y que, además, corresponden a este mismo marco temporal (Figura 4). Un lugar en particular, Hool, continúa la tradición de peregrinación anual cada 2 de febrero, día de la Candelaria. Los festejos modernos de la Virgen comienzan el día que se celebra el final de la temporada invernal anticipando el inicio de la primavera, quizá similar a lo que hubieran sido las celebraciones prehispánicas del calendario ritual anual Maya. Cuando se traduce del Maya hool o ho’ol, una interpretación quiere decir “aquí empieza o termina [algo]” (Acuña 1984: folio 191; Arzápalo Marín 1995:320-321; Barrera Vázquez et al. 1982:224-225). Los datos de localización, los restos arquitectónicos franciscanos, los documentos históricos y la evidencia etnográfica moderna, sugieren en conjunto que Hool pudiera haber sido una parada en la ruta entera, cuyo papel talvez fue el punto final y/o presagio del renacimiento del ciclo anual de peregrinación que se atestiguaría en el siguiente sitio santuario y lugar de creación en Edzna, situado inmediatamente hacia el noreste en este circuito acuático.

El modelo de geografía sagrada regional para el área de los dos ríos (Williams-Beck 2006, 2007a) predice que habría lugares principales en los rumbos oriente, norte, poniente, sur y centro, de acuerdo a la disposición en el territorio regional de por lo menos dos centros urbanos y capitales prehispánicas del circuito acuático, Acanmul y Edzna. Las ciudades tercera y quinta, que corresponden a los rumbos sur y centro respectivamente, todavía están por localizar y confirmar su contenido cultural, pero el modelo estima que ambos se construyeron sobre protuberancias calcarías rodeadas por agua o zonas de humedales y sabanas de pastizales, y sus complejos palaciegos duplicarían arquitectónica y plásticamente estos mismos rumbos cardenales también en sus trazos urbanos. Esta región mayor, que cuenta con dos ríos y centros urbanos prehispánicos colocadas a lo largo los cauces, pareciera haber formado piezas en otro plan cosmológico mayor (Williams-Beck 2007a). La evidencia del registro arqueológico del auge y de la época floreciente, el trazo urbano de hechura clásica, al igual que la temporalidad de los elementos arquitectónicos de mayor envergadura, su ubicación en el trazo urbano y cerca de donde brotan ambos ríos del entorno acuático simbólico, sugieren en su conjunto que el punto de partida de esta historia colectiva naciera en Edzna. La parte norte del circuito acuático en Acanmul y el entorno completo pudiese haber sido conocido también como Ca’anpech—“cielo pato o ave acuático” en campechthan, variante Maya chol–chontal–yucateco que se estima se hablara en el área (Voss 2007), que abarca los Municipios de Campeche, Champotón y Tenabo y quizá las partes poniente y norte de Hopelchén, norte de Escárcega y noreste del Carmen. La evidencia del registro arqueológico que muestra el auge político y cultural en esta sub-región norte pareciera haber acontecido durante el Postclásico Temprano, al igual que su socio más cercano Chichen Itza. La zona sur aparentara corresponder a otra sub-región legendaria, que si se lograra identificar ciertos elementos y/o topónimos mencionados en los documentos, convertiría a este rumbo sur inmediato y la zona norte, en un macro-área que albergaba otra especie de chakanputunob—chakan puut tun, significa “piedra que la sabana acarrea o lleva a cuestas” (Acuña 1984:228, 657, 731) o humedales en medio de los cuales se levantarían urbes de piedra encimada, tal y como se caracterizan por lo menos a dos de las ciudades capitales, Acanmul y Edzna, por su ubicación y fisonomía topográfica. Los dos lugares terrenales restantes, el sur y el centro u ombligo, se desconocen todavía. Sin embargo, una pista que podría indicar el rumbo del punto central se encuentra alrededor del D’zaptun, “piedras encimadas” en el Maya yucateco, en algunos sitios prehispánicos por registrar cerca del pueblo de “indios”, una congregación religiosa del siglo XVI (Roys 1957) creada por los franciscanos en el área inmediata del pueblo conocido por su nombre hispanizado como Ceiba Cabecera. Este lugar estaría abandonado justo después del movimiento separatista de Campeche a Yucatán, en la sexta o séptima década el siglo XIX, por una epidemia fulminante de la viruela negra, ya que los registros del pueblo mencionan que la población restante que sobrevivió la epidemia se trasladó hacia la costa en Seybaplaya o a otras partes del estado.

La ubicación de este pueblo en terrenos ligeramente elevados y en la orilla norte de otra zona de humedales y sabanas, la presencia de una capilla de visita del siglo XVI e iglesia mayor de los siglos XVIII y XIX cuya nave conserva todavía una orientación oriente–poniente, así como el topónimo hispanizado posterior que rindiera homenaje a sus raíces Mayas —pero cambiando el sentido completo de su etimología para enfatizar quizá la gran ceiba que creciera en este punto ombligo, uniendo los rumbos cardinales y mundos celestes, terrestres y del inframundo— prometen mantenernos atentos y ocupados por un buen rato.

Como resumen de lo anteriormente expuesto sobre los modelos de tropos naturales–culturales, de las peregrinaciones rituales y de la geografía sagrada diacrónica a nivel regional, se pueden desglosar las siguientes hipótesis por comprobar y/o rechazar a base de la información empírica del área mayor ca’anpech – chakanputun:

  • El recurso patrimonio (natural y cultural) como tropo es una herramienta significativa de análisis. Como modelo, da las pautas de que se puede obtener otra serie de hipótesis sobre el diseño urbano, la ubicación del lugar en el ámbito regional y el significado cosmológico del lugar en el área de estudio en general.
  • La localización de las capillas abiertas y de visita franciscanas en pueblos de congregación indígena indica áreas potenciales para encontrar escalas menores o sitios importantes prehispánicos a lo largo del circuito acuático. El caso de las peregrinaciones anuales que todavía se celebran en Hool durante el punto final del invierno y el inicio de la primavera coinciden con el topónimo que significa “aquí termina y comienza [algo]”.
  • El modelo de geografía sagrada proporciona elementos para pronosticar la ubicación de otros lugares clave en el área de estudio, sobre la base de los recursos patrimoniales, como atributos naturales y elementos culturales del tropo completo. Lo anterior está por comprobarse en el caso del ombligo o lugar central del circuito que se estima se halla cerca del pueblo fantasma del siglo XIX, Ceiba Cabecera.
  • Cada lugar principal en el contorno ambiental-ritual-geográfico tendría un papel cronológico específico en la obra diacrónica mayor. Si bien las dos capitales regionales ya estudiadas en este contorno simbólico regional se fundaron a partir del Preclásico Medio, el papel de ciudad principal del entorno completo correspondería a su momento de auge político y cultural. Esto se ha podido corroborar parcialmente a través del desmantelamiento a propósito de los Patios para Juego de Pelota en Edzna y Acanmul. En este último caso, el marcador central del espacio del patio fue removido al igual que su ofrenda escondite de construcción inicial (en el siglo V de nuestra era) y en su lugar se colocaron piedras y sascab para tapar el hueco y permitir que el mar primordial de la plaza mayor ubicada hacia el norte volviera a llenarse para asumir su papel simbólico en la obra cosmológica del sitio y diacrónica mayor en la región. Se desconocen los detalles de excavación del marcador central del Patio para Juego de Pelota de Edzna, pero sus estructuras laterales fueron desmanteladas parcialmente también. De sustentar lo anteriormente comentado a nivel de los demás sitios principales de este contorno geográfico sagrado mayor, confirmaría su identificación preliminar como una región de los chakanputun.

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Figura 1

Figura 2

Figura 3

Figura 4 

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