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034 – PROGRAMA DE INTERVENCIÓN DE LAS TUMBAS 1 Y 19 DE RÍO AZUL, PRIMERA ETAPA: LIMPIEZA Y ESTABILIZACIÓN – Liwy Grazioso Sierra y Daniel Juárez Cossío – Simposio 22, Año 2008

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Grazioso Sierra, Liwy y Daniel Juárez Cossío

2009        Programa de intervención de las Tumbas 1 y 19 de Rio Azul, Primera etapa: Limpieza y estabilización. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.418-430. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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PROGRAMA DE INTERVENCIÓN DE LAS TUMBAS 1 Y 19 DE RÍO AZUL, PRIMERA ETAPA: LIMPIEZA Y ESTABILIZACIÓN

Liwy Grazioso Sierra

Daniel Juárez Cossío

Escuela Nacional de Antropología e Historia e Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

“Parte de la emoción que produce en nosotros contemplar una obra de arte es, precisamente, sentir el asombro y el vértigo de imaginar los avatares que debió atravesar para llegar con esa aparente y extrema fragilidad hasta nuestros días”

María Kodama en: Prólogo a El Libro de la almohada de Sei Shonagon

ABSTRACT

INTERVENTION PROGRAM AT TOMBS 1 AND 19 OF RÍO AZUL, FIRST STAGE:

CLEANING AND STABILIZATION

In the 1980s, Río Azul became famous for its painted tombs. The first, unearthed by looters, motivated the creation of the Río Azul Project directed by R.E.W. Adams of the University of Texas at San Antonio. The Project undertook investigations and excavated some tombs but these were never restored. All of the tombs were sealed with the hope that they would not be opened until they were to be restored. Nonetheless, due to their fame and the site’s remote location, three of them were opened and have been visited in spite of the fact that entrance is not permitted. The paintings have suffered deterioration, and this year, thanks to financing by the Reinhart Foundation, the first stage of stabilization and cleaning of Tombs 1 and 9 has begun; these are the most damaged. In addition we present the evaluation and the diagnosis of some architectural elements that will guide future interventions.

Desde finales de los años setenta hasta principios de los años ochenta el noreste de Petén fue objeto de intenso saqueo, no siendo Río Azul la excepción. También el cercano Kinal fue depredado aunque los saqueadores no se ensañaron tanto contra su arquitectura a pesar de ser monumental, es posible que se debiera por la ausencia de estelas y tumbas. En aquella ocasión, se abrieron poco más de 100 trincheras de diferente magnitud que no sólo dejaron en riesgo la estabilidad estructural de numerosos edificios, sino que además se depredaron diversas tumbas algunas de las cuales tenían impresionante pintura mural y valiosa información sobre el Clásico Temprano en la región, siendo una de ellas la Tumba 1 en el Edificio C-1.

El intenso saqueo fue reportado por Ian Graham en 1981 quien después de fotografiar los daños y los murales, acudió de inmediato a la ciudad de Guatemala para notificarlo al Instituto de Antropología e Historia y en menos de dos días el Lic. Rafael Morales, entonces Director del Departamento de Monumentos Prehispánicos, llegó al sitio en compañía de guardias armados. Tras un tiroteo los depredadores abandonaron el lugar (Adams 1984:2, 1990:23; Graham 1986:454-455). El IDAEH dejó custodios para proteger el sitio pero la necesidad de un proyecto arqueológico de rescate era inminente.

En 1982, Adams reunió los fondos necesarios para hacer una investigación preliminar y plantear un proyecto a largo plazo. En 1983 dio inicio el proyecto Río Azul que trabajó en el sitio hasta 1987. Empezó como un proyecto de rescate y el propósito principal fue el de documentar la información dejada por los saqueadores. Posteriormente los trabajos de campo efectuados en 1984, culminaron con el descubrimiento de la Tumba 19 (Operación 4B) en el mismo edificio en donde se había encontrado la Tumba 1, la Estructura C-1 perteneciente también al Clásico Temprano (Figura 1; Adams 1986:420).

El descubrimiento de la Tumba 19, la primera encontrada por arqueólogos en veinte años, atrajo la atención internacional y también de las autoridades gubernamentales guatemaltecas. Con la tumba intacta fue evidente el cúmulo de información que se perdía constantemente con el saqueo y la destrucción atroz que había sufrido Río Azul. Este hallazgo, que se informó de manera oficial el 15 de mayo de 1984, provocó que menos de una semana después se firmara un tratado entre los gobiernos de Guatemala y de los Estados Unidos de América que prohibía la entrada de artefactos arqueológicos provenientes de Guatemala a los Estados Unidos. El acuerdo fue firmado por el entonces Secretario de Estado estadounidense George P. Shultz y el Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala Fernando Andrade (Grazioso y Valdez  2008:13-14).

Entre los materiales encontrados sobresalen los de naturaleza perecedera que rara vez se conservan como una camilla de madera, colchón de algodón de ceiba (kapok), textiles, restos de una cuerda anudada y entre el ajuar funerario no podemos dejar de mencionar la famosa vasija “chocolatera” de Río Azul (Vasija 15), recubierta de estuco con un texto de 15 glifos que de acuerdo con David Stuart pertenecía al “consejero de un príncipe” (Adams 1999:70) y una tapadera inusual que tiene dos protuberancias que embonan perfectamente con el cuerpo de la vasija para cerrarla. Actualmente, se encuentra exhibida en la sala de tesoros del Clásico del Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala.

Al concluir el proyecto, Richard E.W. Adams selló las trincheras que conducían a las diferentes tumbas para su protección, sin embargo, por diversas circunstancias, tres de ellas (1, 12 y 19) fueron parcialmente abiertas y desde entonces, los visitantes que tenían oportunidad de llegar al antiguo campamento chiclero de Ixcanrio, ingresaban regularmente. El difícil acceso al interior de las tumbas y la deliberada obstinación por ingresar a ellas como fuera posible, ocasionó severos daños a la decoración mural en algunas de ellas, favoreciendo además la proliferación de madrigueras que aceleraron su deterioro; si bien se tomaron medidas para mitigarlos, éstas no fueron suficientes. Río Azul fue excavado pero no se efectuó ningún trabajo de restauración.

El año pasado, el Instituto de Antropología e Historia de Guatemala (IDAEH), por iniciativa del entonces Director del Patrimonio Cultural y Natural, Salvador López, encomendó a Liwy Grazioso emprender un programa de trabajo para su estabilización, elaborar un diagnóstico y proceder así a su protección. Para ello, organizó a un equipo de profesionales mexicanos en restauración. Este esfuerzo fue apoyado por la Fundación Reinhart en particular por el Sr. Leon Reinhart, quien aportó los fondos necesarios para su intervención. Para la primera fase de limpieza y estabilización, se eligieron las Tumbas 1 y 19 debido a que son las más afectadas y requerían de atención inmediata. Además, ambas se encuentran en la misma Estructura C, lo que permitió concentrar el esfuerzo en una sola área.

A continuación, se presentan las operaciones llevadas a cabo para su protección. Hemos dividido esta exposición en tres apartados. En el primero abordamos algunos antecedentes generales sobre el sitio y el contexto de su problemática en el mundo Maya del periodo Clásico, aspecto que nos permite poner de relieve la importancia de la conservación en las labores de investigación. El segundo apartado da cuenta de los trabajos efectuados y los criterios considerados para su intervención. Por último, damos a conocer algunas de las acciones que estimamos necesarias para mantener su estabilidad y evitar mayores pérdidas. Es en este sentido, compartimos la opinión de María Kodama que elegimos como epígrafe para iniciar nuestro trabajo, el cual pensamos, resume cabalmente el sentido de nuestra labor como arqueólogos y conservadores.

ANTECEDENTES

Río Azul (BA-21) se localiza hacia el noreste de Petén. Se encuentra emplazado sobre una elevación poco pronunciada al norte del bajo Azúcar. La orientación general que muestra el asentamiento es de norte a sur, ligeramente desviado unos 15º al este del norte magnético. De acuerdo con el registro cerámico, su ocupación se distribuye desde el Preclásico Medio (cerámica de la Esfera Mamom, aproximadamente de 750 a 250 AC, Complejo Ordóñez para Río Azul) hasta el Clásico Terminal (Tepeu 3, años 830-889 DC, Complejo Yat de Río Azul).

Sin embargo, los restos arquitectónicos evidencian una mayor actividad durante el Clásico Temprano (Valdez y Buttles 2005:131; Adams y Jackson 2000:264-268; Adams 1989: 252-254; Adams y Gatling 1964:111). Tanto en el sitio (Adams y Jackson 2000:264) como en el área cercana Adams (1989:252-254) reporta cerámica Bolay que corresponde al Preclásico Temprano (Pre-Mamom) aproximadamente del 990 al 750 AC en la zona del sitio conocido como El Pedernal (BA-20), en el borde este de Río Azul. Menciona estructuras de materiales perecederos con posibles cimientos de paredes de piedras a las que interpreta como asentamientos de los primeros agricultores pioneros (Adams 1989:252).

Las primeras noticias que se tienen del sitio se remontan al año de 1962, cuando Trinidad Pech lo descubrió e informó a John L. Gatling, gerente de la compañía Sun Oil, quien notificó del hallazgo dentro de los terrenos que formaban parte de la concesión de dicha compañía. Al enterarse del descubrimiento, Richard E.W. Adams, quien realizaba trabajo de campo en Altar de Sacrificios, se trasladó a Dos Lagunas donde se encontraba el campamento y llevó a cabo el primer reconocimiento junto con Gatling. En esta visita Adams descubrió el glifo emblema de Río Azul por su posición en una inscripción en la crestería del Templo A2. Las muestras de cerámica colectada evidenciaron la importancia del asentamiento y su vinculación con el complejo cerámico de Uaxactun (Adams y Gatling 1964:103).

Por sus condiciones de relativo aislamiento el sitio permaneció relegado hasta 1981 cuando Ian Graham escuchó rumores sobre un saqueo en el paraje Las Gardenias. Al inspeccionar el lugar advirtió que se trataba de Río Azul, donde los saqueadores habían abierto poco más de 100 trincheras y en algunas depredaron varias tumbas de las cuales algunas contaban con pintura mural. De éstas, las que adquirieron mayor fama fueron la Tumba 1 y la Tumba 12, cuyas fotografías encontraron lugar en las principales publicaciones del momento. El ilícito fue notificado al IDAEH, motivando así, una visita de inspección y la designación de custodios para el sitio (Graham 1986:454).

Las primeras actividades del proyecto Río Azul fueron documentar las tumbas expuestas por los saqueadores. La Tumba 1 mereció especial atención, ésta se localiza en el Edificio C-1, definido como uno de los más grandes durante el Clásico Temprano y en opinión de Richard E.W. Adams, erigido sobre un palacio (Adams 1984:10). En ella se descubrieron nueve paneles decorados. Los Paneles 1 y 9, situados a la entrada, muestran una estera, símbolo de la autoridad dinástica. Los Paneles 2 y 8 representan serpientes; los Paneles 3 y 7 enmarcan nichos pintados con elementos de nubes y lluvia (Adams 1984:9).

El Panel 5 contiene una fecha en Cuenta Larga: 8.19.1.9.13, 4 Ben 16 Mol (417) que registró el nacimiento del personaje allí enterrado al que denominó Gobernante X. Estos rasgos iconográficos, aunados al análisis de otros elementos lo llevaron a especular que Río Azul estuvo incorporado al estado regional de Tikal durante el Clásico Tardío y quizás desde el Clásico Temprano, época a la cual pertenece la tumba. Sugiere que el gobernante contemporáneo de Tikal, Cielo Tormentoso y su esposa Garra de Pájaro, pudieron haber sido sus padres. Este argumento lo apoyó en los elementos iconográficos.

En el Panel 6, observamos a la deidad “bestia del relámpago” asimilado como Cielo Tormentoso, acompañado por un ave Muan, equiparada con la madre; el Panel 4, representa un dios solar y podría encarnar a su abuelo Nariz Rizada (Adams 1984:10). Le sucedió en el trono Cielo Tormentoso o Siyaj Chan K’awiil II, quien gobernó entre los años 411 y 456 DC, vinculado supuestamente con el estado Teotihuacano a partir de la iconografía representada en la Estela 31 (Martin y Grube 2002:35). Esto no significa que compartamos dicha interpretación, sólo buscamos aportar más elementos para su discusión.

Al respecto, cabría señalar también la reciente interpretación de Claude-François Baudez (2004:151), apoyada en imágenes de Nicholas Hellmuth sobre los motivos representados en la Tumba 1. Para ellos, el Panel 6 muestra un mascaron terrestre similar a los de Balamku arriba de un perfil de ave que simboliza el sol diurno emergiendo de la tierra. El Panel 4 contiene un mascaron con diente de tiburón que también representa a la tierra, de la cual surge una cabeza de k’in con estrabismo que personifica al sol en su ocaso.

Para Richard E.W. Adams, en el conjunto A-III hay evidencia firme de ocupación durante el Clásico Temprano, tal es el caso de las Tumbas 1, 2, 5 y 6 cuya iconografía parece sugerir estrechas relaciones de parentesco entre los personajes que las ocupan. Para la fase Tzakol 2 (ca. 400 DC), los Grupos A, B y C muestran construcciones de gran magnitud, revelando quizás la presencia de tres familias gobernantes. En este sentido destaca el Edificio C-1 que resguarda la Tumba 1, la cual, en una controvertida opinión de Richard E.W. Adams, perteneció al gobernante impuesto desde Tikal por Cielo Tormentoso (Adams 1999).

Adams también propuso que Río Azul se estableció como frontera política dependiente de Tikal en el Clásico Tardío, para hacer frente al estado regional de Calakmul, relación que quizás se remonta al Preclásico Tardío. Río Azul forma parte de un corredor natural que favorece la comunicación entre las Tierras Bajas Mayas y el Caribe de tal manera que su posición estratégica le permitió funcionar como centro administrativo regional, asegurando la frontera norte y manteniendo en operación la red comercial. Este aspecto, siguiendo el argumento de Richard E.W. Adams, pudo ser uno de los factores que promovieron la alianza de Tikal con Teotihuacan, cuyos indicadores son la cerámica influida por la metrópoli que presumiblemente, formó parte de las ofrendas en las tumbas (Adams 1984:13). Afirmación cuestionable y que no compartimos.

De acuerdo con R.E.W. Adams la desestabilización política del siglo VI en las Tierras Bajas del centro, motivó el abandono esporádico de Río Azul alrededor del 535, aunque más tarde fue reocupado para reasumir la posición fronteriza de Tikal, reforzada con el establecimiento de Kinal en el siglo VIII (Adams 1999). Debemos recordar en este sentido, que hay consenso entre diversos investigadores al plantear contracciones poblacionales durante el periodo Clásico, previas al colapso del siglo IX (Webster 2003).

Podríamos mencionar el ejemplo de Kohunlich al finalizar el Clásico Temprano, donde además se observó un alejamiento en los patrones culturales de Petén (Nalda 2004:66). El Clásico Tardío fue de intensa actividad constructiva durante las fases Tepeu 1 y 2 (del año 600 al 820 DC). Al parecer, en este lapso los antiguos edificios del Grupo C fueron abandonados. Hay pocos tiestos de Tepeu 3, lo que indica que el colapso ocurrió más temprano (Adams 1986:446).

TUMBAS 1 Y 19, PROBLEMAS DE CONSERVACIÓN: TUMBA 1

En su reporte de 1984, Richard E.W. Adams enfatizó la necesidad de estabilizar los túneles de saqueo abiertos en Río Azul, pues consideró que la restauración arquitectónica sólo se justificaba si el sitio se habilitaba para el turismo (Adams 1984:15). Esta opinión la compartimos parcialmente. En efecto, nuestro diagnóstico también contempla la estabilización de los túneles, pero estimamos que ésta debería realizarse paralelamente a la exploración y consolidación de los edificios y no solamente a partir del entubado mediante estructuras tubulares como propuso James E. Hazard (1984:158-162); cuya intervención, además, no necesariamente debería condicionarse con su apertura al público.

Durante el desarrollo del proyecto, Stephen L. Black y Daniel R. Potter (1983:48) dibujaron y analizaron diversos perfiles de saqueo, entre ellos el de la Estructura C-1 que aún se encontraba en buenas condiciones. En él identificaron una sola etapa constructiva conformada por diversos rellenos. La ausencia de piedra labrada y enlucidos parecería ratificar tal observación, además de suponer que las escaleras debieron situarse sobre la fachada oeste. Sin embargo, nuestras observaciones parecen indicar que la escalinata se localiza en la fachada este.

Actualmente, los túneles de saqueos analizados y éste en particular, muestran alteraciones debidas fundamentalmente a escurrimientos pluviales que ocasionan la disgregación de los materiales. Por ello, fue necesario retirar escombros y limpiar parcialmente algunos perfiles, lo cual, además, nos ayudaría a conocer algunos detalles sobre las características del sistema constructivo, pues su comprensión orientaría algunos criterios a seguir durante las intervenciones. En el análisis del perfil nos apoyamos en los dibujos y observaciones expresadas por Stephen L. Black y Daniel R. Potter, e incluso las de Grant Hall, quien al mismo tiempo documenta un piso de estuco en el perfil de acceso a la tumba por encima del cerramiento de la bóveda, a partir del cual, asegura, se desplantó el edificio.

Posteriormente este piso fue roturado para excavar y habilitar la cámara funeraria sobre la roca madre (Hall 1989:88). Al respecto, debemos mencionar que efectuamos trabajos de limpieza y saneamiento alrededor de la horadación dejada por los saqueadores con el propósito de restituir las hiladas de bóveda destruida, cuya limpieza no detectó evidencia alguna acerca del piso mencionado por Grant Hall.

Se considera necesario practicar calas al edificio para determinar si en efecto C-1 muestra una sola etapa constructiva como concluyeron, pues estimamos que hay elementos suficientes para pensar en una subestructura de al menos dos cuerpos. Este supuesto lo apoyamos en una clara diferenciación en los rellenos también observada por ellos. El relleno que suponemos es de una subestructura con al menos dos cuerpos, fue identificada en el croquis de Grant Hall con el número 2; está formada por bloques de caliza cementados con lodo café oscuro y aparece confinada por un perfil ligeramente inclinado (2A). Los rellenos descritos como 3 y 4 en el croquis de Grant Hall, fueron hechos a partir de calizas dispuestas alternadamente con una mezcla de barro gris oscuro.

El relleno 5, muestra algunos bloques labrados y restos de estuco, los cuales en nuestra opinión podrían corresponder a un tramo de escalinatas situado en ésta fachada y no en el poniente como propusieron anteriormente. El relleno 6 constituye una zona de derrumbe y el relleno 7 al talud de humus y escombro (Figura 2). Queremos insistir, sin embargo, que sólo a partir de excavaciones controladas, será posible definir las características y evolución arquitectónica del edificio.

Nuestra labor en la Tumba 1, conforme al programa establecido, partió de la necesidad de instrumentar medidas de protección y estabilización, las cuales iniciaron con trabajos de limpieza y fumigación. Uno de los aspectos medulares contempló restituir la porción de bóveda destruida por los saqueadores, lo cual planteó el problema de buscar el acceso original al recinto para habilitarlo nuevamente. Por ello, se efectuaron excavaciones controladas en la antecámara que nos llevaron a determinar la extensión total de la tumba e identificar plenamente su acceso en el cual descubrimos tres escalones notablemente peraltados y labrados sobre la roca madre. El nuevo ingreso a la tumba, para labores de monitoreo o restauración, se solucionó prolongando ligeramente el túnel de saqueo hasta encontrar los escalones originales (Figura 3).

En la bóveda se repusieron tres hiladas de lajas y el cerramiento, utilizando para ello una mezcla de cal y arena. Para sellar la bóveda y reforzar esta superficie, se utilizaron cuatro vigas de chaltecoco que se recubrieron con un bah pek. Conviene señalar que el bah pek es una forma de enlajado que se empleó en los sistemas constructivos tradicionales para cubrir el núcleo de las cubiertas. Posteriormente se colocó una mezcla de cal con grava o piedrín y se repusieron los rellenos siguiendo el mismo sistema constructivo, esto es, alternando capas de caliza con un mortero de cal y arena pero sin incorporar en ellos desechos de talla como lo hicieran quienes originalmente sellaron la tumba. Para proteger el piso de la cámara funeraria se colocó una gruesa capa de sascab cribado.

Aunque la propuesta no contemplaba intervenir los murales, debido a que se pudo contar con la participación de Norma García Huerta de la Escuela de Restauración de México (ENCRYM), se realizaron trabajos de emergencia para fijar los enlucidos y prevenir que ocurrieran más desprendimientos. La Tumba 1 presenta pérdidas del recubrimiento, abrasión, abombamientos, alta concentración de humedad en enlucidos y muros, eflorescencias salinas, microorganismos, pérdida de adhesión de los enlucidos al muro, manchas, degradación de las pinturas y nidos de insectos entre otros. También los murciélagos han contribuido grandemente al deterioro dejando sus huellas incisas, ocasionando el desprendimiento de las pinturas, al colgarse de los muros (García 2008: Informe preliminar).

Las labores de conservación, se enfocaron principalmente en ribetear aquellas zonas en donde el enlucido ya no tenía anclaje al muro o en donde éste ya se había perdido con el propósito de evitar que nuevas secciones de la pintura mural se desplomaran. El trabajo fue llevado a cabo con la ayuda de las arqueólogas del proyecto PABA y PITRA, Débora Trein, Sheryl Carcuz y Claudia Arriaza a quienes se les instruyó sobre las técnicas y materiales necesarios para dicha intervención. Se efectuaron varias pruebas con distintos materiales para determinar cuáles eran los más adecuados (García 2008: Informe preliminar).

Debido a las irregularidades que presentan las superficies de los muros y la preocupación de que se pudiera perder algún detalle en las fotografías, se calcaron los murales sobre láminas de material plástico transparente. Estos calcos a su vez, deberán ser transferidos sobre papel para escanearlos y así generar un archivo digital de alta resolución que facilite la elaboración de copias y el estudio de los motivos en los murales. En esta ocasión sólo se efectuaron los calcos de la Tumba 1 pero es recomendable que en un futuro se realice lo mismo en las demás tumbas que cuentan con pintura mural.

Se debe enfatizar, finalmente, que nuestra tarea en esta tumba sólo consistió en su protección y estabilización. Esto significa que las intervenciones efectuadas, incluido el ingreso exclusivo a personal autorizado, pretenden generar a mediano y largo plazo condiciones mínimas para evitar el crecimiento de microorganismos o la proliferación de madrigueras. Sin embargo, resulta impostergable desarrollar un amplio proyecto de restauración que se avoque a la consolidación de muros y aplanados para evitar mayores daños. Si se comparan las fotografías tomadas por Ian Graham en 1981 o las del proyecto de Richard E. W. Adams entre 1981 y 1987 con las actuales, advertiremos los cambios sufridos a lo largo de más de 20 años. Resulta notable en este sentido el deterioro en el aplanado de la jamba norte donde percibimos desde ligeros abombamientos hasta el desprendimiento del enlucido, esto sin mencionar la pérdida de la capa pictórica como también ocurrió en los nichos.

TUMBA 19

Las fachadas norte y sur del Edificio C-1 muestran el adosamiento de estructuras bajas que fueron denominadas C-1B y C-1C respectivamente. Grant Hall señaló que tras examinar su configuración, Richard E.W. Adams concluyó que éstas podrían contener tumbas -basado en sus observaciones en Altar de Sacrificios- lo cual motivó su exploración durante las temporadas de 1984 y 1985 (Hall 1989:40). Durante la exploración de la Estructura A-III en Altar de Sacrificios, se descubrieron dos entierros que se registraron como Entierros 128 y 96 asociados con la fase Pasión del Clásico Tardío (Willey 1973:9).

El Entierro 128 perteneció a una mujer adulta de alto rango, el 96 a una mujer joven aparentemente sacrificada en cuyo ajuar se descubrió el famoso Vaso Altar, donde Richard E. W. Adams identificó al gobernante Pájaro Jaguar de Yaxchilán con la fecha 9.16.13.0.0 (Adams 1971:59). En el caso que nos ocupa, la Tumba 19 de Río Azul, Grant Hall (1987:107) señaló que al concluir su exploración en 1984, gran parte del pozo quedó sin excavar y su configuración general se describió a partir de supuestos, razón por la cual en 1985, debió re-excavarse con el propósito de: 1) conocer su configuración, 2) definir técnicas y materiales constructivos, 3) obtener mayor información sobre el sistema funerario y 4) exponer las pinturas parcialmente visibles en las jambas. Esto dio como resultado el descubrimiento del acceso a la cámara funeraria.

Al revisar el reporte de la temporada de 1984 se comprende la forma en que fue realizada la excavación: una cala cortó el montículo de este a oeste, cuyo principal objetivo fue literalmente: “el descubrimiento de una tumba intacta debajo (o adentro) del montículo” (“the discovery of an intact tomb beneath (or within) the mound”, Hall 1986:79). La exploración inicial dejó al descubierto una superficie “adoquinada” que asciende de poniente a oriente en cinco niveles, sin embargo, no fue posible definir claramente el perfil de la estructura.

La cala también dejó al descubierto un piso de estuco roturado y un domo compuesto por desechos de talla que indicaron la ubicación de la tumba. Fue a partir de un túnel abierto en el domo que se ingresó a la tumba sin llegar a definir el acceso original. Se optó por esta última decisión bajo tres consideraciones: 1) se acercaba el final de la temporada y no hubo tiempo para excavarla adecuadamente, 2) no había certeza de ampliar la temporada así como tampoco la posibilidad de recursos para la siguiente y 3) dejar la tumba sin explorar dejaba abierta la posibilidad para su saqueo (Hall 1986:81).

Podríamos compartir las razones antes expuestas, sin embargo, consideramos que éstas no justifican las acciones emprendidas y menos aún el haber dejado abierto el enorme pozo, pues ello ocasionó con el paso de los años, severas alteraciones. Por ello, nuestra propuesta de estabilización y protección contempló su limpieza, la elaboración de dos pequeñas calas para tratar de definir el perfil de la estructura, la construcción de un tiro de acceso, la reposición de los rellenos y el sellado de la tumba con losas de concreto para facilitar el ingreso y su monitoreo.

Las actividades iniciaron con la re-excavación del escombro dejado por la exploración de Grant Hall. Esto se realizó con el propósito no sólo de limpiar la superficie del Edificio C-1B, sino además, para separar los materiales que utilizaríamos para la reposición de los rellenos. De esta manera se obtuvieron bloques de caliza, grava o piedrín y arena cribada. La limpieza de la tumba se limitó al retiro de escombro y la evaluación de sus condiciones. La situación más grave, fue una grieta en la jamba sur que amenazaba con desprenderse, razón por la cual se optó por apuntalarla para evitar mayores daños y proceder a su inyección. Paralelamente, se realizaron dos pequeñas calas sobre los perfiles expuestos de la estructura con el propósito de definir su configuración y determinar la manera más adecuada de reponer los rellenos. Sin embargo, dichas calas no aportaron mayores elementos sobre sus características arquitectónicas, razón por la cual nos limitamos a colocar un núcleo que indicaría únicamente la separación entre la estructura y su relleno.

El tiro de acceso se desplantó sobre una porción mínima de la antecámara para reducir el claro, mediante una mampostería rústica cementada con una mezcla de cal y arena a la que se incorporó un 5 % de cemento blanco para garantizar su estabilidad. El piso de estuco, identificado como subestructura, se protegió con relleno de sascab cribado y sobre éste se desplantó la mampostería hasta casi alcanzar la superficie de la estructura determinada a partir de los perfiles. Sobre la cara poniente del tiro de mampostería se colocó una escalera de grapa, hecha mediante una varilla de una pulgada ahogada sobre la mampostería.

La reposición del núcleo de la estructura siguió los patrones observados en los rellenos del Edificio C-1A, esto es, alternando capas de roca caliza con una mezcla de lodo. En su eje norte-sur, la estructura se delimitó mediante la colocación de un núcleo rústico para diferenciarlo de la mampostería original, el cual fue cementado mediante una mezcla de cal y arena. El relleno en la porción exterior de la estructura también se diferenció mediante la colocación de capas alternadas de tierra con grava, cuyo recubrimiento final se hizo a partir de un relleno con bloques de caliza.

Para sellar la tumba se dispusieron de cinco lozas de concreto reforzadas con varilla de 3/8”, éstas fueron recubiertas con un entortado de cal y arena ligeramente pulido para evitar la filtración de agua encima del cual se colocó un relleno de sascab cribado y sobre éste un relleno de tierra para nivelar la superficie. El acceso para su monitoreo, quedó indicado por dos varillas que permiten identificar la losa de concreto situada en el extremo poniente del tiro, la cual para ser retirada, cuenta con agarraderas que facilitan su apertura y el ingreso del personal especializado. Respecto a la grieta de la jamba sur, debemos señalar que ésta fue inyectada con una lechada de cal y arena, lo que permitió el retiro de los puntales. El piso de la Tumba 19, al igual que el de la Tumba 1, fue recubierto con sascab cribado.

BALANCE Y PERSPECTIVAS

Se sugiere una serie de recomendaciones consideradas pertinentes para favorecer la adecuada conservación de las tumbas que intervenimos durante la temporada de 2008. Al mismo tiempo y apoyados en esta experiencia, sería deseable que estas acciones no quedaran limitadas a un listado de buenas intenciones. En primer término, es conveniente llevar a cabo labores de monitoreo con el propósito de dar seguimiento a las condiciones de conservación de las tumbas; paralelamente, es necesario hacer el diagnóstico para consolidar muros, aplanados, enlucidos y pintura mural, tarea que deberá desarrollar un equipo de especialistas.

Para la siguiente temporada se espera conseguir los fondos necesarios para continuar con los trabajos de conservación y restauración en las Tumbas 1 y 19 y empezar a trabajar en la Tumba 12 que tiene una gran importancia para la Arqueología Maya y mesoamericana en general (Figura 4). En ella se encuentran los glifos de los puntos cardinales en su orientación correspondiente y además, presenta un texto que dice: “en 8 Ben 16 Kayab fue enterrado en el lugar cielo de seis nubes, le sigue el nombre del personaje y el glifo emblema de Río Azul” (Escobedo 2002). En esta inscripción se encontró por primera vez el verbo muhkaj “fue enterrado (en)”, en contexto funerario lo que la convirtió en un gran descubrimiento para la epigrafía también.

Es necesario trabajar las estelas del sitio lo antes posible principalmente la Estela 2 que cuenta con el texto mejor conservado y que lamentablemente es el monumento más deteriorado. Para quienes tuvimos la oportunidad de participar y ver el resultado de las tumbas limpias y estabilizadas fue una experiencia que no se puede describir más que con el concepto acuñado por Rudolph Otto como “numinosa” (arrobadora). Al restaurar una tumba se le devuelve no sólo su integridad sino también su calidad de recinto sagrado, restaurando también el respeto y la solemnidad que esos elementos nos transmiten.

Si bien el presente trabajo inició con un texto de María Kodama, utilizada como epígrafe, nos parece oportuno concluirlo con una de Jorge Luis Borges a propósito de su cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, cuando apunta que: “Las cosas se duplican en Tlön, propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando las olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro.” Jorge Luis Borges. En Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.

REFERENCIAS

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Figura 1 Planimetría del Grupo C de Río Azul, Estructura C1

Figura 2 Perfil del túnel y Tumba 19, Estructura C1, G. Hall 1984

Figura 3 Perfil del túnel y Tumba 1

Figura 4 Tumba 12 de Río Azul con inscripción prácticamente borrada 

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