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74 – CERÁMICA Y PIEDRA: RELACIONES ENTRE ALFARERÍA, FIGURILLAS Y ESCULTURA EN EL PRECLÁSICO DE LA COSTA SUR – Julia Guernsey y Michael Love – Simposio 21, Año 2007

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Guernsey, Julia y Michael Love

2008        Cerámica y Piedra: Relaciones entre alfarería, figurillas y escultura en el Preclásico de la Costa Sur. En XXI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2007 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.1167-1192. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

74

CERÁMICA Y PIEDRA: RELACIONES ENTRE ALFARERÍA, FIGURILLAS Y ESCULTURA EN EL PRECLÁSICO DE LA COSTA SUR

Julia Guernsey

Michael Love

University of Texas at Austin y California State University

Palabras clave

Arqueología Maya, Costa Sur, Costa del Pacífico, La Blanca, El Ujuxte, Preclásico Temprano, Preclásico Medio, figurillas, barrigones, escultura temprana

Abstract

CERAMIC AND STONE: THE RELATIONSHIPS BETWEEN POTTERY, FIGURINES, AND SCULPTURES IN THE PRECLASSIC OF THE PACIFIC COAST

Among the body of Middle Preclassic sculptural material there is an enormous quantity of ceramic works including pottery, figurines, and sculpture. While these forms of material culture are different, there are many connections between them and stone sculptures. Many images in pottery correspond to representations in stone sculpture, including images of supernatural creatures. In addition, there are fragments of artifacts better classified as ceramic sculptures, of a size equal to that of stone sculptures. While the majority of the figurines represent human beings, possibly members of the domestic unit where they were used, others also represent supernatural beings. Especially interesting are the various potbelly figures, whose postures are very similar to stone sculptures of the Late Preclassic period. We suggest that stone sculptures of the Late Preclassic have antecedents in Middle Preclassic figurines and that their use in public contexts reflects the appropriation of domestic rituals from the Middle Preclassic.

Dentro del cuerpo de la cultura material del Preclásico Medio hay una enorme cantidad de obras cerámicas, incluyendo figurillas y escultura. No obstante, entre éstas hay una notable coincidencia iconográfica que no ha sido considerada hasta la fecha. Además, es interesante observar que las coincidencias se extienden hasta el dominio de la escultura pública.

En este trabajo se consideran dichas coincidencias como parte de una investigación que actualmente se encuentra en proceso y que se enfoca en las continuidades conceptuales que vinculan estas diversas formas, las cuales formaban parte esencial de la vida cotidiana y de actividades rituales de los mesoamericanos Preclásicos. En particular, se enfoca la investigación en  las relaciones entre una serie de figurillas encontradas recientemente en La Blanca, San Marcos, la escultura monumental de la Costa Sur y otras regiones de Mesoamérica.

Por considerar dichas relaciones se espera demostrar que distintas categorías de escultura monumental en piedra del Preclásico Tardío tienen antecedentes en las figurillas cerámicas y en objetos de uso doméstico del Preclásico Medio. Además, se sugiere que su uso en contextos públicos durante el Preclásico Tardío representa la apropiación por los gobernantes de los rituales domésticos y la parafernalia asociada del Preclásico Medio.

Al final de la presente versión digital se ha incluido una serie de esquemas y fotografías que ilustran las ideas expuestas en este trabajo (Figuras 11 a 19).

El punto de salida es el sitio La Blanca, San Marcos, uno de los sitios más grandes en Mesoamérica durante el Preclásico Medio. La Blanca tuvo su apogeo entre 900 y 600 AC después de que sufrió su declive por causas desconocidas. El sitio tuvo una extensión de más de 200 ha y contenía arquitectura monumental impresionante (Figura 1), incluyendo el Montículo 1, el cual se encuentra entre los templos piramidales más tempranos en Mesoamérica con medidas de 25 m de altura y 150 x 90 m en su base.

Paralelo al  Montículo 1, hacia el lado este, está ubicada una plaza hundida de 100 x 40 m de extensión. En la colina al este de dicha plaza se ubica un recinto de residencias elitistas. Excavaciones realizadas en el 2004 descubrieron en el Montículo 9, el cual forma parte del recinto elitista, un monumento de barro compactado de forma cuadrifoliar, el Monumento 3.

La forma cuadrifoliada del Monumento 3 (Figura 2), que tiene relaciones estrechas con monumentos de Chalcatzingo, indica que la élite de La Blanca participaba  en la esfera  de comunicación Olmeca del Preclásico Medio. Tal vez más importante, el descubrimiento del Monumento 3, asociado con un montículo residencial adyacente a una plaza pública que sirvió para rituales, indica la dificultad de delimitar las diferencias entre las esferas públicas y privadas en La Blanca durante el Preclásico Medio (Guernsey y Love 2005; Love y Guernsey s.f.). Es importante notar que la misma tensión entre las esferas públicas y privadas también aparece en otros aspectos de la cultura material de La Blanca.

En la esfera doméstica, un aspecto más importante de los conjuntos de La Blanca es la abundancia de figurillas de barro hechas a mano. Son virtualmente omnipresentes en La Blanca como en otras unidades domésticas de Mesoamérica (Cyphers 1993; Joyce 2002; Marcus 1998). Hay una variedad de interpretaciones para estas figurillas, incluyendo clasificarlas como objetos usados en la veneración de los antepasados (Cyphers 1993; Grove y Gillespie 2002; Marcus l998, 1999) y ritos asociados con hitos importantes en la vida de individuos y la identidad social (Joyce 2003).

Lo que une estas interpretaciones diferentes es el consenso que las figurillas fueron usadas en rituales, especialmente dentro de la unidad doméstica, un patrón confirmado en La Blanca. Sin embargo, algunas figurillas de La Blanca sugieren una conexión entre el ritual doméstico y la escultura pública de otros sitios Preclásicos. Una figurilla de las excavaciones del Montículo 9 (Figura 3a) representa una figura humana con las manos hacia la boca, y la cabeza inclinada para atrás y la cara hacia arriba. Las rodillas de la figura están encorvadas y aunque faltan los pies y la parte inferior de las piernas, probablemente estaban dobladas detrás de los glúteos.

La postura y el gesto no muy común de las manos probablemente tuviera un significado particular y se comparan a otras figuras en la misma postura, como un colgante de jade supuestamente de las Tierras Altas Guatemaltecas (Los Olmecas 1981: catálogo 17). Otra figura sin procedencia conocida (Princeton 1995:176, fig.40) representa una criatura parecida a un jaguar de pie, esculpida de perfil, con las manos hacia la boca. Una figura felina del sitio Tak´alik Ab´aj tiene un gesto similar (Orrego Corzo 1991:fig.17; Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo 2001:1), así como algunos silbatos en la forma de un pizote (coatimundi) del sitio Tres Zapotes (Weiant 1943: lámina 50).

La cabeza hacia arriba y la posición agachada de la figurilla de La Blanca la vinculan a una serie de figuras de enanos y esculturas de escala pequeña (ver Drucker 1952: lámina 51; Olmec World 1995:218-221, figs. 2,114, 115,118; Taube 2004: lámina 4). Uno de estos enanos, sin procedencia conocida pero supuestamente de México, de 24 cm de altura, fue tallado en basalto, con las manos levantadas  hacia arriba, aunque no tocan la boca de la figura, como en el ejemplo de La Blanca. Faltan las piernas y brazos de otro enano de piedra de color café, supuestamente de Tabasco, la postura de esta figura es muy semejante a la de la figurilla de La Blanca.

Otra figurilla de La Blanca (Figura 3b), de un montículo residencial, al este del centro del sitio (Operación 34), también presenta el mismo gesto y se compara con una figurilla de serpentina de Xico, Veracruz (Coe 1965:fig.10). Mientras que el gesto de las manos a la boca pueda ser interpretado como mero prosaico, de comer o beber (Harlan 1987: fig 14.2c y Grove 1987:fig.16.11, 1), el mismo gesto en combinación con la cabeza inclinada para atrás —como en la figurilla más completa de La Blanca y figuras olmecas de otras partes— sugiere un significado simbólico más grande. La cabeza inclinada hacia arriba y la postura agachada como tal, también debiera tener un significado durante el periodo Preclásico, dado que fueron incorporados en esculturas más grandes en el sitio de Patzicía, Chimaltenango, en el Altiplano Central de Guatemala, en la forma de dos esculturas encontradas recientemente por Eugenia Robinson.

La figurilla recién descubierta en La Blanca también manifiesta el diálogo entre objetos pequeños de contextos domésticos y los temas que aparecen en formas monumentales o públicas en el transcurso del Preclásico. Una figurilla que representa un pato (Figura 4a) fue localizada en el relleno del Montículo l, y representa una combinación de rasgos tanto de pato como de un ser humano. Se notan los brazos y piernas humanas, y una panza enorme completa con el ombligo. También se encontró la cabeza de una figurilla de pato con rasgos antropomórficos en las excavaciones del Montículo 9 (Figura 4b).

Estas figurillas de patos se relacionan con otras figuras del Preclásico, incluyendo un pato antropomórfico de Cuauhtémoc, México, fechado para la fase Locona (1400-1250 AC) del Preclásico Temprano (Rosenswig 2003), dos figurillas con pico de pato (Coe 1965:fig.25; Taube 2004:lámina 36; Olmec World 1995:fig.181), una figura humana con pico de pato en el Altar 7 de La Venta (Drucker 1952:lámina 65b), el Monumento 5 de Cerro de las Mesas (Coe 1965:fig.22; Stirling 1943:fig.14b), y la figurilla de Tuxtla (Méluzin 1995:fig 2).

Las imágenes humano-pato también se relacionan con las figuras puramente de patos, incluyendo un cuenco monumental de San Lorenzo del Preclásico Temprano (Coe y Diehl 1980, v. 1:fig.307), una efigie cerámica de Paso de la Amada (Lesure 2000:fig.6), así como varios colgantes, silbatos, y ocarinas de muchos sitios ampliamente distribuidos en Mesoamérica y los colgantes representados como elementos del vestuario en varias esculturas (ver Taube 2000:fig.80; Weiant 1943: lámina 48). Es interesante notar que la figurilla de La Blanca tiene perforaciones en la superficie dorsal del cuello debajo del tocado para suspenderla como un colgante.

Taube (2004:172-173) vinculó las figuras del Preclásico con pico de pato a otras figuras que aparecen en las imágenes del arte Maya y Azteca que tienen puestas máscaras con pico de pato, particularmente Ehecatl-Quetzalcoatl, el “dios azteca del viento”. Como fue anotado por Taube, el individuo con pico de pato que aparece en la Grada 2 de la escalera jeroglífica en el Templo 33 de Yaxchilan está identificado por un glifo traducido por David Stuart cómo ik’ k’u o “dios del viento”.

Una figura bailando, con pico de gallo, representada en la pared oeste de la estructura Las Pinturas en San Bartolo ha sido identificada como un antecedente de este dios tardío (Stuart s.f.). Taube (2004:173) opinó que varias de las figuras de pato o pato-humano que aparecen en el Preclásico son antecedentes a los dioses del viento tardíos y por lo mismo asociados con agua, lluvia, y fertilidad agrícola.

No obstante, la figurilla de La Blanca sugiere que el complejo de figuras con rasgos de pato no son uniformes en el Preclásico y que están vinculadas con conceptos más allá del viento y la lluvia. En otras palabras, aunque sea posible que las figuras Preclásicas con rasgos de pato sean ancestrales a los dioses Mayas y Aztecas del viento, la evidencia de La Blanca indica que el pico de pato era un atributo variable, que aparece en figuras no necesariamente relacionadas al viento ni a la lluvia.

Esta sugerencia se basa en la observación de que el cuerpo de la figurilla de La Blanca tiene más que ver con otra categoría importante de escultura, los barrigones (Figura 5). Aunque los barrigones han sido estudiados por varios autores (Parsons 1986; Popenoe de Hatch 1989; Rodas 1993), aún no son bien entendidos.

Diversos rasgos de la figurilla de La Blanca los vincula a los barrigones, incluyendo la panza enorme, un ombligo prominente, los brazos que rodean y agarran la panza, y las piernas que rodean la base de la panza. Los barrigones forman una clase de escultura monumental encontrada frecuentemente en la Costa Sur y Altiplano de Guatemala durante la época Preclásica, aunque hay algunos ejemplos en otras regiones de Mesoamérica (W. Coe 1965:fig.28; Delgadillo Torres y Santana Sandoval 1989; Parsons 1986:38-39). Mientras que algunos estudios fechan los barrigones para el Preclásico Medio (Graham 1981, 1989:236-238; Miles 1965:242), la mayoría coinciden en colocarlos para el Preclásico Tardío (Bove 1989; Demarest 1986:42; Parsons 1986:39-44; Popenoe de Hatch 1989; Shook 1971:75).

Es importante señalar que la panza enorme es una característica antigua que persiste por mucho tiempo en el Preclásico. A veces la panza grande alude al embarazo, mientras que en otros casos hace referencia a la obesidad, como en los ejemplos mencionados aquí. Sin embargo, las únicas figurillas con las características asociadas con los barrigones monumentales de piedra (incluyendo la panza grande, los brazos que rodean la panza, y piernas que rodean el fondo de la panza), son los que poseen rasgos híbridos animal/humano. En otras palabras, no hay en esta muestra un ejemplo de figurilla humana con una panza grande que también tiene los brazos y las piernas rodeando la panza en la forma característica de los barrigones esculturales.

Varias otras figurillas de La Blanca tienen el cuerpo del barrigón escultural, incluyendo la panza y la posición de los brazos y las piernas, pero con cabezas y otros rasgos zoomorfos. Por ejemplo, dos figurillas de contextos domésticos tienen el cuerpo de un barrigón escultural con las piernas y brazos en la posición indicada y la cara de un pizote (Figuras 6a y 6b). Como la figura del pato de La Blanca, estas figurillas son algo de un híbrido, con rasgos que vinculan su iconografía tanto a los barrigones esculturales como a las imágenes de transformación humano-animal.

Esta observación es importante, porque una vez más se hace enfatizar que el concepto del “barrigonismo” no fue asociado a un dios o una entidad especifica pero fue incorporado en imágenes tanto de animales como de seres humanos en una manera generalizada. Menos que anticipar un ser sobrenatural especifico, como el dios gordo o los sitz winik (una categoría de seres glotones conocidos por los Mayas Clásicos), como fue sugerido recientemente por Taube (2004:156-161), la categoría de barrigón parece ser muy fluida en la época Preclásica y se extiende a una variedad de seres e individuos.

De hecho, la forma hibrida de barrigón que aparece en La Blanca se compara con imágenes monumentales en piedra de Kaminaljuyu en el Preclásico Tardío. El Monumento 5 de Kaminaljuyu (Figura 6c), una escultura de 1 m de altura (Parsons 1986:fig.68), tiene los rasgos asociados a los barrigones, incluyendo la panza grande, la posición de los brazos y las piernas, y un collar, pero con una cara distintamente felina. Como fue anotado por Parsons (1986:34), el Monumento 5 se encontró como parte de una fila al lado sur de la plaza inferior de La Palangana, junto con los Monumentos 3 y 4, los cuales también son barrigones. La herencia del barrigón felino podría deberse a las figurillas barrigonas zoomórficas de La Blanca ya discutidas, y sirve para subrayar la fluidez de la identidad de barrigón, que pueda ser compartida tanto entre seres humanos como animales.

Es importante señalar que los esculturales barrigones son típicamente figurillas humanas rotundas, esculpidas en tres dimensiones sobre rocas redondas. Frecuentemente tienen rasgos faciales que incluyen una cara hinchada, los ojos cerrados y párpados hinchados (Figura 7). Sin embargo, hay variación entre sí, y varios son más sólidos que obesos. No obstante, estos ejemplos también tienen la posición típica de los brazos y las piernas con respecto a la panza.

El gesto de colocar los brazos y las piernas alrededor de la panza, obesa o no, es consistente en el cuerpo de barrigones ya conocidos, pero también aparece en asociación a figurillas Preclásicas que faltan de los otros rasgos del barrigón escultural (véase, por ejemplo Lee 1969:fig.1m), lo cual hace problemático utilizar sólo la posición de los brazos y las piernas como atributos definitivos de la categoría “barrigón”. A veces, la escultura monumental consiste solamente en la cabeza, con la cara hinchada, los ojos cerrados y los párpados hinchados, como si se representara la esencia del barrigón por los rasgos hinchados en vez de la panza obesa. De hecho, se puede sugerir que los rasgos hinchados son más diagnósticos de la categoría barrigón que la panza obesa.

En La Blanca, una serie de figurillas cerámicas también llevan los rasgos faciales hinchados asociados a los monumentos barrigones de Monte Alto (Arroyo 2002; véase también Ivic de Monterroso 2004:420). El ejemplo más completo (Figura 8b) viene de las excavaciones en el Montículo 9 y representa a una mujer adulta con falda, collar y orejeras. La figura tiene un tocado que rodea la cabeza y cuenta con dos puntas que casi parecen ser cuernos, un atributo que aparece en otras figurillas tanto en La Blanca como en otros sitios (Arroyo 2002:fig.l06b; Marcus 1998:fig.6.5).

Es importante notar que la figurilla de La Blanca tiene muchos rasgos faciales que se adelantan a los esculturales barrigones de Monte Alto, incluyendo la cara hinchada, los ojos cerrados y los párpados hinchados. A diferencia de las esculturas de Monte Alto, la figurilla tiene los brazos extendidos a los lados y las piernas en frente. Su panza, más que ser obesa, parece ser la de una mujer madura. La figurilla de La Blanca está fechada para la fase Conchas, es decir, 900 a 600 AC, indicando que este tipo de figurilla antecede a los barrigones en piedra. Mientras que el cuerpo de la figurilla no tiene semejanzas con las  esculturas, no se puede denegar la fuerte relación entre la  figurilla y los barrigones esculturales en sus rasgos faciales.

Rasgos faciales como los de Monte Alto también caracterizan un número de figurillas en La Blanca, cuyas cabezas no están asociadas a cuerpos (Figuras 8a y c). Los rasgos faciales son consistentes, dando énfasis en los ojos cerrados, párpados hinchados y una nariz a veces bulbosa. Una de ellas (Figura 9a) frunce los labios en una manera idéntica a un barrigón escultural de San Juan Sacatepéquez (Figura 9b) y las esculturas sobre canto (Figura 9c) de Tiltepec, Chiapas (Navarrete y Hernández 2000). 0tros ejemplos demuestran los mismos rasgos hinchados de Monte Alto aunque, se notan variaciones en los tocados y los peinados. Una variación inusual que proviene de las excavaciones del Montículo 9 de La Blanca, es una figurilla con cara hinchada que funcionó como silbato.

Otros ejemplos con los rasgos hinchados y ojos cerrados proceden de contextos del Preclásico Medio y de otras partes de Mesoamérica, confirmando su antigüedad y manifestando que este tipo de figurilla radicó más allá de la planicie del océano Pacífico. Por ejemplo, Drucker (1952: lámina 40a, 1) publicó una figurilla de La Venta con rasgos hinchados, mientras que Sheets y Dahlin (1978: figura 3, d3) notaron una en Chalchuapa (véase también Drucker 1943: lámina 28w para un ejemplo posiblemente procedente de Tres Zapotes, Veracruz).

Dado los ejemplos ya mencionados, especialmente los de La Blanca que están fechados seguramente para la primera parte del Preclásico Medio, se sugiere que las famosas esculturas de barrigones del Preclásico Tardío tienen precedentes —por lo menos los rasgos faciales hinchados y los ojos cerrados— en las figurillas del Preclásico Medio. Es decir, que las esculturas monumentales del barrigón, las cuales son tan comunes en la Costa Sur y el Altiplano Central en el Preclásico Tardío, surgen de una tradición de representación basada en el contexto del ritual doméstico del Preclásico Medio. Las ramificaciones de esta interpretación son importantes, pues se manifiesta que el uso de las esculturas de barrigones en contextos públicos representa la apropiación por los gobernantes de formas tradicionales de ritual doméstico del Preclásico Medio.

Esta interpretación es consistente con la evidencia presentada anteriormente (Guernsey y Love 2005; Love 1999, 2002) que indica un declive notable en el uso de las figurillas en contextos domésticos al inicio del Preclásico Tardío. La abundancia de figurillas en contextos residenciales en La Blanca durante el Preclásico Medio, junto con vajillas para servir comida en banquetes rituales, indica que los rituales domésticos realizados fuera de la supervisión del gobernante, eran de suma importancia en ésta época. Sin embargo, al inicio del Preclásico Tardío en el sitio de El Ujuxte, el cual surge después de la decadencia de La Blanca, el uso de las figurillas cesó y los banquetes rituales se limitaron drásticamente.

En contraste, hay evidencia de un aumento dramático en los rituales públicos, manifestados por la organización rígida del espacio público y la deposición de ofrendas en el centro del sitio. Se sugiere que a lo largo de la costa y boca costa del Pacífico la élite logró restringir los rituales domésticos y a su vez trasladar los actos rituales literalmente y simbólicamente a los centros sagrados de los mismos. La transición desde las figurillas con rasgos hinchados al barrigón escultural fue un ejemplo del modo en que se manifestó la transición.

Así, la parafernalia y la simbología de los rituales domésticos del Preclásico Medio, en la forma de figurillas con rasgos hinchados, fue reinterpretada en esculturas monumentales de piedra cuya presencia en el recinto sagrado era controlada por los gobernantes. Aunque las implicaciones de estos cambios están por ser investigadas, es posible que en ésta forma los gobernantes concedieron a la población la posibilidad en mantener de alguna manera rituales tradicionales y creencias conservadoras, toleradas siempre bajo la supervisión y control de los mismos gobernantes.

Aunque el fechamiento de las esculturas barrigones sea algo problemático, Parsons (1986:39) opinó que las esculturas barrigón más pequeñas son generalmente más tempranas y las esculturas de cabeza y efigies sobre canto en Monte Alto son generalmente algo más tardías. Si esto fuera el caso, dicha transición desde esculturas más pequeñas a esculturas más grandes sería un reflejo de los orígenes de las mismas en las formas cerámicas pequeñas. Es interesante notar que en El Ujuxte se descubrieron dos barrigones miniaturas en piedra (Figura 10a).

Esculturas miniaturas de barrigones, Monumentos 57 y 58 (Figura 10b), también son conocidas en Kaminaljuyu (Parsons 1986:fig.102). Aunque a una de las esculturas miniaturas de El Ujuxte le falta la cabeza, la otra, igual que las de Kaminaljuyu, tiene la misma cara con rasgos hinchados manifestada en las figurillas de La Blanca. Los ejemplos de Kaminaljuyu también tienen los labios fruncidos de la misma manera que una de las figurillas de La Bianca. Parsons (1986:42) opina que la posición de los brazos de las figuras en los Monumentos 57 y 58 de Kaminaljuyu (37 y 38 cm de altura respectivamente) libre de los cuerpos, indica una fecha temprana.

La posición de los brazos también está vinculada a los monumentos de las figurillas del Preclásico Medio, en las que con frecuencia hay un vacío entre los brazos y el torso. Además, es notable la forma más “delgada” de los barrigones en miniatura de El Ujuxte y Kaminaljuyu; ninguna es especialmente obesa. Estas variaciones en los barrigones en miniatura manifiestan sus orígenes en la tradición de figurillas como las representadas en La Blanca.

Tres esculturas pequeñas de barrigones con un promedio de 60 cm de altura, se encontraron en una alineación de la finca Sololá cerca de Tiquisate y Sin Cabezas, Escuintla (Parsons 1986:41, fig.92). Parsons las ubica cronológicamente para la transición entre el Preclásico Medio y Preclásico Tardío. Las tres llevan los rasgos faciales hinchados, mientras que una tiene los labios fruncidos. La misma expresión se presenta en una escultura barrigona de San Juan Sacatepéquez (Parsons 1986:fig.103), la cual tiene una altura de 45 cm y podría también representar una forma de transición.

En este contexto se debe señalar que existen otras esculturas pequeñas de barrigones, incluyendo una de 80 cm de altura, rústicamente esculpida en el Montículo 30b de Izapa, en donde fue asociada a un altar pequeño (Lowe, Lee y Martínez 1982:107, figura 6.15); una de Tak´alik Ab´aj (Graham 1981: figura 8; Parsons 1986:41); y una de 66 cm de altura (Monumento L) de Tres Zapotes (ver Stirling 1943:24, lámina 10c). Rodas (1993) ha documentado otros ejemplos y una de ellas se encuentra en exhibición en el museo de La Democracia, Escuintla.

Se debe señalar que los rasgos hinchados y ojos cerrados que caracteriza a las figurillas de La Blanca, la mayoría de las cabezas de Monte Alto y la mayoría de esculturas barrigonas de otros sitios se distingue de las otras figuras con caras hinchadas del Preclásico Tardío. Por ejemplo, Taube (2004: lámina 33) identifica una mascarita de jade en Dumbarton Oaks como parte del complejo de barrigones y la relaciona con caras de mejillas grandes en vasijas de Tlatilco y Chilpancingo (Taube 2004:fig.71). No obstante, dichas figuras parecen tener ojos distintos, a veces abiertos, o indicados por círculos empotrados que varían considerablemente en la mayoría de las esculturas barrigonas, a excepción del Monumento 6 de Monte Alto, que también tiene los ojos abiertos.

Es importante notar las semejanzas entre las figuras indicadas por Taube, que señalan un número de características compartidas e intercambiables en el Preclásico, además, se debe tomar en cuenta las diferencias entre varias figuras obesas. Mientras que quizá exista una conexión entre los barrigones y los “dioses gordos” de pueblos contemporáneos y mas tardíos, como ha sido indicado por varios autores (Lowe, Lee y Martínez, 1982:107; Parsons 1986:41; Taube 2004:156-161), la calidad del “barrigonismo” parece ser asociada a varios seres en el Preclásico tanto animales como seres humanos, por lo que es necesario trazar las conexiones en tiempo y espacio antes de llegar a conclusiones finales.

En vez de tratar de determinar el significado de las esculturas de barrigones o determinar su relación en manifestaciones más tardías, las ideas presentadas aquí sólo intentan demostrar que ciertos aspectos de sus orígenes pueden ser ubicados en la tradición de figurillas del Preclásico Medio. Otras conexiones fascinantes quedan por ser consideradas, incluyendo el tema de género. La única figurilla con rasgos faciales hinchados que tiene también el cuerpo asociado es femenina, como se evidencia con la presencia de senos.

Aunque es imposible confirmar el sexo de las otras figurillas con los mismos rasgos faciales pues carecen de cuerpo, se puede sugerir que por la consistencia de los rasgos faciales y los tocados,  también son femeninas. Si eso fuera el caso, es interesante que los rasgos faciales hinchados con sus asociaciones al sexo femenino en el Preclásico Medio. En tanto que en el Preclásico Tardío llegaron a ser asociadas con las esculturas barrigonas, las cuales son de sexo ambiguo. De ésta evidencia surgen cuestiones del papel de género en la política de gobernación y de los sitios involucrados en dicha transformación.

Sin embargo, lo que sobresale de todo esto es que las figurillas barrigonas de La Blanca entran a la discusión acerca de la relación entre los rituales domésticos y su parafernalia durante el Preclásico Medio y los temas relacionados a la simbología de la escultura monumental pública tanto en el Preclásico Medio como en el Preclásico Tardío. Como ha sido discutido a lo largo de este trabajo, un rango de objetos en La Blanca —figurillas, máscaras, y alfarería— indica que hubo un diálogo entre el sector privado y el sector público. Muchos de los temas identificados en los artefactos domésticos tienen eco en las esculturas de las élites gobernantes.

En otras palabras, los temas identificados en los artefactos domésticos de La Blanca se pueden identificar también en el sector público, especialmente en el arte monumental de otros sitios del Preclásico Medio. Esta situación contrasta con el Preclásico Tardío, cuando temas de transformación sobrenatural, el simbolismo del maíz, hasta las esculturas de barrigones, entran al dominio de los gobernantes, monumentalizados en los centros de los sitios y llegan a ser virtualmente ausentes en el sector doméstico. Así, la evidencia de las investigaciones actuales en la Costa Sur de Guatemala indica cambios conceptuales en la transición del Preclásico Medio al Preclásico Tardío. Varios temas del Preclásico Tardío —los cuales por su contexto y su omnipresencia, debían resonar con la población— llegaron a ser controlados por la élite del Preclásico Tardío y entraron al dominio de los gobernantes en vez de la gente común.

AGRADECIMIENTOS

El financiamiento a Michael Love por las investigaciones en La Blanca fueron proporcionados por el New World Archaeological Foundation, la Wenner-Gren Foundation, la National Geographic Society, la Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, Inc., y la Universidad Estatal de California Northridge. El financiamiento a Julia Guernsey para el análisis de los materiales recuperados fueron proporcionados por la Universidad de Texas en Austin, incluyendo el Mesoamerica Center, el College of Fine Arts Dean’s Office y una beca del Lozano Long Institute of Latin American Studies de fondos del Andrew W. Mellon Foundation.

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Figura 1

Figura 2

Figura 3

Figura 4

Figura 5

Figura 6

Figura 7

Figura 8

Figura 9

Figura 10

Figura 11 Densidad de figurillas en grupos habitacionales

Figura 12

Figura 13

Figura 14

Figura 15

Figura 16

Figura 17

Figura 18

Figura 19

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