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47 – PAAL, UN GRUPO RESIDENCIAL CLÁSICO EN EL CENTRO DE EL PERÚ-WAKA’, PETÉN – Ana Lucía Arroyave – Simposio 21, Año 2007

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Arroyave, Ana Lucía

2008        Paal, un grupo residencial Clásico en el centro de El Perú-Waka´, Petén. En XXI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2007 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.672-692. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

47

PAAL, UN GRUPO RESIDENCIAL CLÁSICO EN EL CENTRO DE EL PERÚ-WAKA’, PETÉN

Ana Lucía Arroyave

Universidad de San Carlos de Guatemala

Palabras clave

Arqueología Maya, Petén, El Perú-Waka´, grupo residencial, unidad habitacional, grupos de élite, entierros, entierros infantiles, Clásico Tardío, Clásico Terminal

Abstract

PAAL, A CLASSIC PERIOD RESIDENTIAL GROUP IN THE CENTER OF EL PERÚ-WAKA’, PETEN

Paal is a residential group located south of Plaza 3, one of the central plazas at the site. This group is formed by six low mounds in a rectangular plan around a patio. In chronological terms the group was constructed as a residence early in the Late Classic period (AD 550-820) and continued being occupied until the Terminal Classic (AD 820-1000). The objective of this work is to demonstrate the direct connection of Paal to one of the principal plazas at the site, suggesting that in this architectural group resided a population segment that possibly served the elite ruler during the final part of the Classic period and that, judging by the total quantity of archaeological materials, there was a strong production and consumption of these goods by the inhabitants.

Desde que el hombre tuvo la necesidad de resguardarse para llevar a cabo su vida cotidiana y asegurarse del fortalecimiento en sus relaciones con otros individuos, desarrolló espacios que de una u otra forma le obligaron a considerar cierto tipo de construcciones específicas que le permitieran acomodarse y vivir satisfactoriamente, lo que también implicaba la realización de otro tipo de actividades dentro de los espacios abiertos o libres disponibles en una vivienda.

Los habitantes Mayas prehispánicos no hicieron excepción en cuanto a la edificación de viviendas organizándolas en grupos alrededor de patios y éstos muchas veces alrededor de las áreas centrales. La construcción de las viviendas variaba en dimensiones y otras características constructivas, sin que esto significara forzosamente que a mayor tamaño más alta fuera su jerarquía dentro del sitio.

De ello resulta considerar que la importancia de la vivienda como unidad mínima en el estudio de patrón de asentamiento es esencial, porque refleja la cotidianidad de sus pobladores congregados por relaciones de parentesco, económicas, de producción, de espacio o de linajes, etc, que vinculándose con otros creaban nexos que aseguraban el crecimiento de la comunidad y posteriormente la relación de ésta con otras más.

EL GRUPO RESIDENCIAL PAAL

A continuación se dará a conocer de forma general el trabajo realizado en el grupo residencial Paal localizado al sur de la Plaza 3, un espacio público principal dentro del núcleo del sitio El Perú. La palabra Paal viene del Maya Yucateco y se traduce como “niño” o “muchacho/joven” (Bastarrechea et al. 2004), de allí el nombre para este grupo puesto que a lo largo de las excavaciones llevadas a cabo durante el 2003 al 2005 se localizaron siete entierros, de los cuales cinco correspondían a niños.

Con este trabajo se busca confirmar que la función del grupo era residencial y de otras actividades relacionadas, y que su desarrollo ocurrió con más fuerza desde el Clásico Tardío hasta el Clásico Terminal. Por medio de la excavación se determinó la forma específica y otros rasgos constructivos de cada uno de los montículos que rodeaban al patio del Grupo Paal y así lograr reconstruir cronológicamente la dinámica interna del grupo a través de cotejos de tipo arquitectónico, espaciales y cronológicos, estableciendo por medio de la comparación el rango o posición social que ocuparon sus habitantes (Arroyave 2006:1-3).

Durante el transcurso de la investigación en este grupo surgieron preguntas acerca de cómo fue el desarrollo o “los procesos” de los individuos que habitaron el Grupo Paal. Hodder (1998), para dar respuesta a esta pregunta, propone el desarrollo de enfoques tipológicos que se ocupen no tanto de definir tipos como de describir los cambios superficiales que se relacionen con el contexto. Es decir, que si Paal corresponde según sus características morfológicas a un rango menor, sus habitantes también lo fueron.

Sin embargo ¿por qué Paal se encuentra justo en una de las plazas principales del sitio? ¿Fue realmente esta plaza, una de carácter secundaria en el Clásico Terminal? Entonces, ¿sería posible que para esa época así viviera cierto sector de la “élite”? ¿A qué estatus perteneció realmente? Por lo anterior y aunque no se han investigado más de dos grupos en el sitio con la intensidad de las excavaciones llevadas a cabo en Paal, este grupo podría resolver de forma parcial dichas interrogantes. Es importante considerar los cambios sociales y culturales a través del tiempo en base a los artefactos, puesto que dichos cambios sociales pueden ser consecuencia o tener su origen en un campo de acción periférico y marginal, como en el caso de las viviendas que muchas veces tuvieron su dinámica interna desligada de los grupos de poder.

El área de actividad, generalmente, se encuentra delimitada espacialmente por elementos constructivos, como es el caso de Paal, que es un patio delimitado por estructuras. Manzanilla (1986) indica que el área de actividad es la unidad básica de análisis del registro arqueológico, ya que es reflejo de acciones particulares repetidas, de carácter social, con un trasfondo funcional específico. Estas áreas pueden dividirse en varios tipos, según pertenezcan a cuatro grandes categorías susceptibles de análisis arqueológico: la producción, el uso o consumo, el almacenamiento y la evacuación.

Como hipótesis para esta investigación se planteó que la vinculación directa de Paal a una de las plazas principales se debió a que en este conjunto arquitectónico residió un grupo de la población que posiblemente estuvo al servicio de la élite gobernante durante la última parte del periodo Clásico, antes del abandono del sitio, y al mismo tiempo estas personas pudieron haber participado en una revitalización del mismo, lo anterior lo sugiere la recolocación de monumentos conmemorando fechas más tempranas en la plaza y, al juzgar por la cantidad total y la difusión de la cerámica en otros sectores del epicentro del sitio, esa fue la época de máxima ocupación en El Perú (Eppich 2005:329).

En la presente versión digital se ha incluido una serie de esquemas y fotografías que apoyan las ideas que se formulan en este trabajo (Figuras 6 a 15).

LA ARQUITECTURA DE PAAL

La última versión constructiva de Paal se define arquitectónicamente por seis estructuras de baja altura que no sobrepasan 1 m y de aproximadamente 20 m de largo por 3 m de ancho, todas en constante remodelación dispuestas alrededor de un patio de forma cuadrangular, cuya área aproximada total es de 625 m². Las edificaciones de Paal están distribuidas dos al norte, una al oeste, la de mayor tamaño al sur, y cerrando el lado este se localizan dos pequeñas plataformas correspondientes a adosamientos. Paal es un grupo residencial que forma parte del área central ubicado al sur de la Plaza 3 que, al mismo tiempo, es el límite sur de la escarpa sobre la cual se encuentra el sitio.

Debido a los objetivos trazados no fue posible explorar todas las estructuras ni subestructuras (Figura 1). No obstante, se identificó que fue por medio de banquetas y pequeños adosamientos que se formaron plataformas en forma de L invertida, posiblemente para restringir el acceso al patio y dejar sólo una entrada que seguramente estuvo controlada por la estructura al noreste. En conjunto, el grupo sufrió algunas remodelaciones en un tiempo más o menos corto, ello reflejado en el grosor máximo de los rellenos y en la presencia de cerámica con la cual se propone que Paal tuvo su auge a partir del Clásico Tardío, continuando hasta el Clásico Terminal.

Sobre el último piso se colocaron los cimientos de las plataformas, limitando los cuatro lados de un área específica dando lugar así a un patio que implicaba en su interior la realización de una serie de actividades que aseguraban la supervivencia de las personas allí asentadas. La arquitectura reflejada en Paal sugiere que se trató de viviendas pertenecientes a algún sector de la población con más recursos en relación a aquellos vivían a los alrededores del sitio y seguramente dedicados a la agricultura.

Aparentemente los muros no fueron revestidos con estuco, pero sí se erigieron cuidadosamente. La mayoría estaban formados con sillares de caliza tallados parcialmente con forma rectangular y con espiga para incrustarlos en el relleno de los núcleos de las plataformas o banquetas superiores, en algunos casos formaban la fachada con hileras horizontales sobrepuestas utilizando argamasa para otorgarles estabilidad hasta alcanzar la altura deseada o requerida por los albañiles.

En el Clásico Tardío, el acabado de los muros es fino, los bloques eran cortados en un solo tamaño y de forma cuadrangular. Muchos espacios internos de las estructuras fueron rellenados hacia la última etapa de construcción y también se extendieron por medio del adosamiento de banquetas trazadas al interior del patio reduciéndolo para el Clásico Terminal hasta ocupar un área útil de 48 m². Se identificaron varios basureros colocados frente a algunos muros, sobre todo de aquellos que estuvieran fuera del paso, mucho de este material también sirvió de ripio para el relleno y dar lugar a nuevas banquetas que extendieron a las estructuras casi en todas las direcciones.

En algunos casos, los muros más altos eran los laterales o posteriores, pues claro está que soportan la mayor parte del peso del relleno y de igual manera algunos de ellos que mostraron inclinación en forma de talud con moldura saliente en la base, responden también a la misma necesidad de soporte (Figura 2). Durante el Clásico Terminal, los muros son mucho más bajos y burdos sin uniformidad en el corte de los bloques y por lo general se trata de banquetas y adosamientos que incluso daban la impresión de no haberse concluido en dicho periodo.

Otro caso en cuanto a la función combinada con la planificación previa a la construcción lo muestran los drenajes, los cuales tuvieron una función obvia y necesaria, dos de ellos se encontraron en buen estado de conservación por debajo de la Estructura Este, lo que indica que estaban deliberadamente diseñados. Igual de planificada fue la Estructura L13-17 o noreste, cuyo fin era servir de vínculo entre la Plaza 3 y el grupo habitacional, su fachada estaba orientada hacia afuera del patio, es decir hacia el norte, lo que le otorgó al grupo más elegancia y “exclusividad” para indicar que era de acceso restringido (Arroyave 2006:48-91).

PAAL DURANTE EL CLÁSICO

Por medio del material cultural, principalmente de la cerámica, de las nivelaciones o rellenos, de los restos de arquitectura en cuanto a muros y sobre todo por los pisos, se puede suponer que este grupo inició su desarrollo junto con los primeros asentamientos en el sitio. Aunque el material sea escaso y sin mayor representación, hubo alguna manifestación de ocupación desde el periodo Preclásico Tardío/Terminal, continuando en el Clásico Temprano con un poco más de presencia, pero es en el Clásico Tardío en donde se traza en su totalidad Paal y se asientan grupos de personas de forma definitiva hasta el Clásico Terminal.

Dentro de las jerarquías sociales del sitio aún no determinadas, es probable que para el periodo Clásico Tardío y Terminal, así vivió un sector de la sociedad representando a élites de rango medio entendiendo a éstas como aquellas al servicio del linaje principal de El Perú, quizá tratando de continuar con lo grandiosa que fue el área central del sitio en épocas más tempranas o en el mismo Clásico Terminal pues hay un área palaciega, un Juego de Pelota y área ritual fechados para este periodo, además de otras edificaciones mayores como la Estructura M13-1 de tipo habitacional/administrativo datada para la última etapa del Clásico.

Otro hecho curioso es la cantidad de entierros, aunque debe tomarse en cuenta que por ser un espacio pequeño fue más fácil localizarlos. El patrón funerario observado en los siete entierros es variado, ya que fueron localizados en todas partes del grupo, tanto en el interior de las estructuras como en cualquiera de sus frentes, es decir sobre el patio, pero no así en el centro de éste. La mayoría pertenecieron a infantes (cinco individuos), excepto los Entierros 13 y 16, correspondientes a adultos (Figura 3).

De hecho el Entierro 13, localizado en el relleno del Clásico Terminal de la Estructura Sureste, representa hasta el momento al único adulto dentro del sitio que murió a una edad muy avanzada, y de los niños el Entierro 1b, localizado en la fachada sur de la Estructura Noreste, aún era un neonato. La orientación en todos los entierros era variada, igual que su cronología, cuatro de ellos eran del Clásico Tardío, dos del Clásico Terminal y uno del Clásico Temprano.

MATERIALES CULTURALES

Grandes acumulaciones de materiales se extrajeron de algunos sectores del grupo, pues es de suponerse que en un grupo residencial se produjeron grandes cantidades de basura, la cual se depositaba en lugares donde no interrumpieran el paso de sus habitantes. En porcentajes, la cerámica representó el 90.2% de la muestra con 33,394 tiestos, siguiendo los huesos de fauna con 2036 restos, 537 de concha, de pedernal 445 fragmentos, de obsidiana 425, figurillas 134, más de 40 piedras de moler y, por último, otros artefactos cerámicos, como restos de rodelas o malacates con 11 fragmentos, habiendo recuperado entonces un total de 37,022 artefactos.

La mayoría del material se recuperó en las partes posteriores de las estructuras y en los laterales, en algunos rincones o en rellenos para la construcción como forma de aprovechamiento de la basura. Los tiestos y otros materiales recuperados al frente de las plataformas, posiblemente llegaron allí debido al proceso de erosión y arrastre natural, o quizá por el abandono paulatino de las casas.

A través de la cerámica se logró determinar que la máxima ocupación del grupo se dio a partir del Clásico Tardío continuando hasta el fin del Clásico Terminal. La frecuencia de cerámica policroma no es menos representativa que la de tipo utilitaria, es una combinación que confirma que los habitantes de Paal tuvieron relación con la élite dominante de El Perú, o bien fueron parte de ella. Aunque los huesos de fauna no fueron analizados, se puede inferir que la alta concentración de los mismos indica que la dieta incluía carne, un alimento propio de gente con ciertos privilegios, lo mismo indica la presencia de objetos exóticos como las conchas trabajadas y la presencia de obsidiana gris y verde.

Por medio de la frecuencia de los materiales arqueológicos es posible determinar áreas de actividad en un grupo habitacional. Sin embargo, aunque no existe suficiente evidencia que indique la presencia de un taller lítico o de cerámica, sí es posible suponer que produjeron algunos de los artefactos encontrados. Por ejemplo, la cantidad de lascas de pedernal y productos terminados sugieren su elaboración allí mismo, de igual manera ocurre con la obsidiana, se detectó la presencia de núcleos con huellas de donde se desprendieron las navajas, las piedras de moler de todos tamaños pueden indicar que no solamente sirvieron para la elaboración de alimentos, sino también para la trituración de desgrasantes y preparación de barros y con ello elaborar vasijas y figurillas (Figura 4).

Figura 1 Planta de excavaciones y arquitectura expuesta en Paal (dibujo Ana Lucía Arroyave)

Figura 2 Esquinas en talud de muro posterior de L13-16 (dibujo Ana Lucía Arroyave)

Figura 3 Entierro 16 localizado en el interior de la Estructura L13-53 o Sur del Clásico Temprano (Dibujo Ana Lucía Arroyave)

Figura 4 Planta de Paal señalando concentración de materiales (dibujo Ana Lucía Arroyave)

Figura 4 Ejemplares de figurillas recuperadas en Paal (dibujo Ana Lucía Arroyave)

EVIDENCIA ETNOARQUEOLÓGICA

En algunos casos, al momento de interpretar los datos arqueológicos muchos investigadores se han visto inducidos a utilizar analogías de orden etnográfico y etnohistórico procedentes de los estudios realizados sobre los grupos Mayas. Sin embargo, en todos los casos la analogía no puede eludir el problema de las diferencias y de la complejidad, puesto que se debe hacer énfasis en no asimilar automáticamente lo desconocido a lo ya conocido, sin cuestionarse antes el proceso de evolución (Becquelin 2003:16).

A pesar de los riesgos, una buena combinación de arqueología y etnografía permite estudiar las relaciones existentes entre los vestigios materiales y los comportamientos que determinan su producción, su uso y distribución. “La analogía inferida de los datos etnoarqueológicos se apoya sobre elementos mejor controlados, permite formular hipótesis mejor fundadas y, llegado el caso, procura contra-ejemplos que invalidan las generalizaciones abusivas” (Becquelin 2003:17).

Existe un rico corpus de estudios realizados acerca de la vivienda de los grupos indígenas Mayas tanto de las Tierras Bajas como del Altiplano, de cierta manera se puede generalizar que estas viviendas se componen de varios edificios, una o varias casas acompañadas de una cocina y a veces de un almacén o granero; los espacios exteriores constituyen también la sede de numerosas actividades. Alberga a una o varias familias nucleares, que tienen su propia casa. En algunos casos estas familias cooperan con las actividades domésticas y comparten los anexos. Actualmente, los edificios cualesquiera que sea su forma o función, son construcciones de viguería, los elementos que la sostienen son cuatro postes fijados en el suelo, sobre los cuales descansa la armadura del techo.

Los muros no fungen como sostenes, están hechos de una celosía vertical de varas, recubierta o no de lodo (bajareque), y descansan en una hilera de piedras o en una base de albañilería, presentan la doble ventaja de proteger muros de la humedad y de sostener un terraplén que eleva la construcción unos cuantos centímetros protegiéndola de las inundaciones. Los techos están recubiertos de palma (guano). Las cocinas generalmente son pequeñas, sus muros no están recubiertos por bajareque. En cuanto a los lugares de almacenaje también son pequeños, pero sus pisos están recubiertos por la mezcla de cal o sascab.

Según Aguilar (1980:73), en el caso de la vivienda indígena en Guatemala existe la unicelular y la policelular, según se agrupen una o varias edificaciones. Existen, asimismo, las viviendas destinadas a la célula familiar, es decir, a la pareja y sus hijos y las destinadas a las “grandes familias”, que también agrupa a los abuelos y tíos. Las puertas se ubican hacia el espacio encerrado por las edificaciones mismas, agrupando allí a varios grupos familiares en un círculo familiar amplio. Los móviles de tradición cultural propios de los indígenas han influido en las soluciones de habitación, además de las condiciones puramente ambientales, de guerra y de pobreza, principalmente, han originado una constante transformación de la vivienda típica.

LA VIVIENDA Y LAS ÉLITES

Al hablar de vivienda muchas veces se habla de élites, es importante entonces definirlas. Kovacevich (2002) indica que las élites por definición “se refieren a unos pocos individuos privilegiados dentro de una sociedad…”. Ella y otros autores (Tourtellot, Sabloff y Carmean 1992, citados por Kovacevich et al. 2002:366) también discuten la problemática de usar características arquitectónicas para definir residencias de la élite, “pues estas clasificaciones son poco consistentes entre y dentro de los sitios. No obstante, cuando se combina con datos de los artefactos, los datos arquitectónicos pueden ser útiles para inferir estatus social” (Kovacevich et al. 2002:366).

La mayoría de grupos residenciales del Clásico Tardío cercanos a los centros de los sitios se asemejan morfológicamente en su construcción y distribución espacial. Aunque todavía no existan estudios concretos que establezcan patrones de grupos habitacionales por cronología, sí se puede determinar por su forma y rasgos esenciales que se trata de grupos residenciales ocupados por personas posiblemente unidas por lazos familiares, pertenecientes a un rango social medio, bajo el servicio del grupo dominante que habitó en las plazas centrales o Acrópolis.

Ahora bien, no en todos los sitios ni en todos los tiempos se pueden aplicar estos modelos. Por ejemplo, se entiende que los grupos residenciales se encuentran asociados al epicentro de los sitios, cuando estos tienen un epicentro formal si las condiciones topográficas del terreno lo permiten. Muchas veces debe considerarse que el prestigio es más importante que la riqueza, y en el caso Maya no fue la excepción, muchos de estos grupos “elitistas” o de segundo rango diversificaban sus actividades para mantenerse vigentes o cerca de la clase dominante.

Es interesante la discusión que Inomata y Triadan (2003:155) hacen en referencia a lo que comúnmente los mayistas utilizan para referirse a las casas de las poblaciones de élite, a las que se les han llamado “estructuras residenciales de élite” o “residencias elitistas”. El problema es que el concepto de “élite” ha sido utilizado indiscriminadamente sin una crítica. En sentido amplio, la élite trata de un grupo de individuos que gozan de un poder significativamente alto, de riqueza y prestigio en comparación con otros miembros de la sociedad (Chase y Chase 1992:3).

En muchas sociedades la desigualdad social no tiene que ver con la relación de poder, riqueza y prestigio, de igual manera ocurre con la relación de elaborada arquitectura de las residencias. Es decir que palacios y residencias de élite no son sinónimos, porque los primeros no fueron estrictamente residencias y los segundos no precisamente deben ser construidos a escala de palacios. Más bien, las élites pueden ser definidas como aquellas representadas por un pequeño grupo de individuos que dominan al resto con la centralización del poder social.

Se debe ser cuidadoso con suponer que la arquitectura, evidencia arqueológica y otros signos que aunque parezcan obvios, sirvan para determinar quiénes eran y cómo vivían los miembros de la elite en el área Maya, porque existen relaciones de poder muchas veces no visibles, que como expresa Palka (1992) “…debido a que en la organización social están involucrados muchos factores sociales impredecibles, la arquitectura y los bienes materiales son burdos indicadores de estatus social”.

COMENTARIOS FINALES

Recapitulando, el estudio del patrón de asentamiento está compuesto de distintos niveles.

  • El primero es el área de actividad, que refleja la unidad mínima con contenido social.
  • El segundo es la unidad habitacional que requiere de diversas actividades en donde se involucra generalmente la familia, constituyendo así al grupo doméstico que puede distribuirse en distintas casas agrupadas alrededor de un patio, lo que indica una serie de actividades compartidas. En muchos casos parece ser que el parentesco fue el encargado de la integración del grupo, formándose seguidamente los barrios en donde el oficio fue el factor de vínculo, considerando posteriormente al sitio completo o desde un punto de vista antropológico a la comunidad, en donde se da la interacción más intensa entre las personas.
  • El tercero y último incluye relaciones sociales, económicas o políticas entre las comunidades.

No obstante, en la mayoría de los casos los grupos habitacionales respondieron a su propia dinámica y no precisamente a la administración centralizada que ejercieron los sitios o centros rectores. Por esa razón algunos demostraron distribución y crecimiento en diferentes direcciones que respondían más a sus necesidades dentro de la sociedad Maya. A lo largo del tiempo las comunidades Mayas surgen como pequeños asentamientos posiblemente compuestos de viviendas asociadas directamente a las condiciones ecológicas más favorables del entorno, lo que con el tiempo llevó a la especialización y división del trabajo, al surgimiento de mercados en los que los artesanos podían cambiar sus productos; a una clase religiosa que iba apareciendo y contribuía a regir la vida de sus habitantes.

Los espacios domésticos son espacios de producción y consumo, así como el centro de la vida familiar y social a distintos niveles. Actúa como aglutinador de la unidad familiar, así como una presentación de sus miembros al exterior usando a menudo elementos de comunicación social, lo que define la arquitectura local de una cultura en sus construcciones más grandes. Existe una discusión sobre si las ciudades fueron trazadas a partir de las grandes construcciones, o si fue a partir de los primeros asentamientos que se crearon los centros, es decir, que cuando los primeros pobladores en el área Maya lograron dominar la selva haciéndola suya “gracias a la milpa…haciendo humano el espacio salvaje que comenzaban a poblar…” como señala Lobato, se asentaron en pequeños grupos domésticos unidos por relaciones de producción y consumo, lazos de parentesco y sociales que desencadenaron toda una simbología que se tradujo en una visión espacial como manifestación que los identificó de otros y al mismo tiempo les dio el poder político y religioso centralizado.

Hay ciertos estudios que tratan de explicar la forma de distribución particular de los grupos alrededor de patios, lo que no ocurre en una época determinada. Según Pierrebourg (2003), en Yucatán esta disposición significaba la cruz doméstica, símbolo de la unidad del grupo, ya que los vinculaba a los antepasados, mientras que Virginia Miller (2003), en estudios realizados en esa misma región, indica que los habitantes indígenas tienden a antropomorfizar (del inglés anthropomorphize) sus viviendas: la puerta podría ser la boca, el techo la cabeza, los horcones del techo los huesos o costillas y el horcón principal los pies o piernas de la casa, el techo de guano el pelo y la fuerza inanimada de la casa es como el alma humana.

Un estudio de la visión espacial ayudaría a comprender de mejor manera la ideología de las sociedades, en este caso la ideología identificada como Maya, la cual implica una serie de valores que se mediatizaron por medio de símbolos religiosos, políticos y sociales. La evidencia constructiva, como los muros elaborados de fina mampostería, las dimensiones de las plataformas, las decoraciones en los muros, filetes, taludes, molduras, la abundancia de materiales arqueológicos, la ubicación del grupo dentro del sitio, el acceso restringido, escalinatas en las fachadas, la presencia de entierros ofrendados asociados a la construcción, pisos estucados y pintados, sistemas de drenajes, cerámica fina y utilitaria, presencia de bienes exóticos, etc, ubica al grupo doméstico que habitó Paal en las llamadas élites secundarias o grupos de rango medio durante el Clásico Tardío y Clásico Terminal (Figura 5).

Figura 5 Reconstrucción sin escala de Paal (dibujo Ana Lucía Arroyave)

REFERENCIAS

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Figura 6

Figura 7

Figura 8

Figura 9

Figura 10

Figura 11

Figura 12

Figura 13

Figura 14

Figura 15

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