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71 Ofrenda a los dioses en Escuintla: Nueva evidencia sobre incensarios de tres cabezas – Karen Pereira – Simposio 18, Año 2004

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Pereira, Karen

2005        Ofrenda a los dioses en Escuintla: Nueva evidencia sobre incensarios de tres cabezas. En XVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2004 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.737-744. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

71

OFRENDA A LOS DIOSES EN ESCUINTLA:

NUEVA EVIDENCIA SOBRE INCENSARIOS

DE TRES CABEZAS

Karen Pereira

Palabras clave:

Arqueología Maya, Guatemala, Escuintla, Costa Sur, incensario, Incensario de tres cabezas, Quebrada La Culebra

Los incensarios son vasijas ceremoniales que se consideran parte del estudio arqueológico de los artefactos. A través de ellos, y de su contexto, se pueden plantear posibles interpretaciones asociadas a las prácticas religiosas de los antiguos habitantes. Además, son valiosos porque reflejan aspectos iconográficos que se ligan a la simbología y cosmovisión prehispánica.

En la arqueología, los incensarios se definen como contendores que fueron usados para quemar resinas aromáticas naturales, sin descartar la posibilidad de haber sido usado para colocar otros tipos de ofrendas. Actualmente, la mayoría de incensarios que encuentran los arqueólogos son de barro y piedra, pero también hay evidencia de algunos fabricados en madera, jade e incluso hule (Rice 1999:25).

Los incensarios varían mucho en su forma. La parte más importante es el receptáculo, el cual puede tener formas variadas, ya sea un cuenco, plato, vaso o superficie plana. Esta forma básica puede tener agarraderas, bases, pedestales, tapaderas y/o pestañas. También se pueden incluir diseños de figuras humanas, animales o mezclas, para formar efigies y caras (Rice 1999:25).

El estudio realizado tomó como enfoque principal a los incensarios de tres cabezas en Escuintla. Se tuvo la oportunidad de excavar un sitio pequeño llamado Quebrada La Culebra, ubicado en Nueva Concepción, a orillas de un afluente del Coyolate, llamado río Cardoza. Allí se recobró una muestra considerable de fragmentos de incensarios. A partir de estos datos y de las colecciones cerámicas disponibles de Escuintla, se realizó un análisis de los incensarios mismos, su función y significado en el mundo prehispánico. Aquí se presentarán parte de los datos y resultados que forman parte de la tesis de licenciatura de la autora, nombrada “Los Incensarios de Tres Cabezas en Escuintla, Guatemala”.

LOS INCENSARIOS DE TRES CABEZAS EN MESOAMÉRICA

Se han reportado incensarios de tres cabezas en Guatemala, México y Honduras (Kidder 1943: 81). La forma se caracteriza por tener tres cabezas adheridas al borde del cuenco principal que conforma el incensario. Esta forma básica varía dependiendo de la región. En la literatura arqueológica se han nombrado de diferentes maneras: “agarradores internos de tapaderas de incensarios”, “cuencos con tres agarradores internos”, “vasijas con orejas verticales”, “asas sobresalientes de ollas grandes” (Seler 1915; Linné 1934; Stone 1943; Drucker 1943a y 1943b); pero el nombre más conocido es rim-head vessel, dado por Borhegyi (1951a).

En Kaminaljuyu los incensarios consisten de un cuenco con pared recto-divergente, base plana y tres soportes cónicos sólidos. En el borde se le adhieren tres cabezas huecas con un agujero en el lado trasero a nivel de la oreja. La nariz, orejas, fosas nasales y orejeras están hechas con técnica aplicada. Las cabezas no tienen pelo y pueden tener pintura blanca sobre la cabeza y pintura roja en la cara (González y Wetherington 1978:286). Estas vasijas se fechan para el Preclásico Tardío.

Los incensarios de tres cabezas en México también poseen una forma particular. En Teotihuacan son cuencos con pared recto-divergente y base plana sin soportes. Sobre el borde hay tres bulbos sólidos o huecos dirigidos hacia el interior de la vasija. Tienen una depresión en el borde en forma de “U”, justo entre dos cabezas. Estos bulbos pueden tener aplicaciones modeladas representando personajes. No tienen engobe ni pintura. En Teotihuacan dichos incensarios estuvieron presentes desde el Clásico Temprano hasta el Clásico Tardío. Sin embargo, la forma de los mismos varió un poco con el tiempo (Linné 1934:114). Así mismo, los incensarios de Santiago Ahuitzotla, muy similares a los de Teotihuacan, poseen un disco a cada lado de la cara y uno sobre ella. La forma más común representada es de un anciano con arrugas (Toser 1921:50-51). También en la zona del Golfo de México se han reportado incensarios en los sitios de Cerro de las Mesas y Tres Zapotes. Aunque la mayoría de muestras están muy fragmentadas, se asume que la forma era muy similar a la de Teotihuacan, pero con las cabezas menos elaboradas (Drucker 1943a:58). En Tres Zapotes hay representaciones de pájaros y cabezas de animales, y se fechan para el Clásico Tardío (Drucker 1943b:76).

En Honduras se han encontrado ejemplares de estos incensarios cerca de San Pedro Sula y el sitio de Travesía del Valle de Ulúa. Las cabezas son modeladas y también hay ejemplares de ancianos (Stone 1943: 82).

LOS INCENSARIOS DE TRES CABEZAS EN ESCUINTLA

Fragmentos de incensarios de tres cabezas han sido encontrados en varias áreas de Escuintla: Cotzumalguapa, Coyolate, La Gomera-Sipacate, Tiquisate y el puerto de San José. Fue con las investigaciones de Shook, Kidder y Borhegyi, que dichas piezas se documentaron dentro de reportes sobre cerámica (Borhegyi 1950, 1951a, 1952b; Kidder 1943; Shook 1949). En la actualidad los proyectos arqueológicos que trabajan en Escuintla también han recolectado fragmentos de incensarios de tres cabezas en sitios importantes como Ixtepeque, Bilbao, El Baúl y Los Chatos-Manantial, por mencionar algunos (Bove 1989).

El sitio Quebrada La Culebra se excavó en el 2003. Anterior a este estudio se encontró una gran cantidad de fragmentos de incensarios, junto con otro tipo de material cerámico, muy cerca de la superficie. Este hallazgo llamó la atención y el resultado fue una excavación que recobró fragmentos de incensarios de tres cabezas, moldes para fabricar cabezas de incensarios, urnas, cuencos, platos, manos, piedras de moler y fragmentos de obsidiana. El sitio no cuenta con montículos propiamente dichos y en todas las excavaciones se observó la misma estratigrafía, indicando así un posible depósito de desechos cerámicos y líticos. Con esto en mente se realizó el análisis cerámico para poder determinar la fecha del depósito, la relación con otras áreas de Escuintla y estudiar los fragmentos de los incensarios mismos.

Dicho análisis reveló una gran homogeneidad en toda la cerámica, incluyendo atributos de pasta, tratamiento de superficie, formas y decoración. Además todos los tipos coinciden en que los depósitos encontrados son del Clásico Tardío, ya que cuenta con tipos como San Andrés y Congo, característicos de dicho periodo. Además hay tipos como Fronda, Tarros, Malta, Recuerdo y Tiquisate, que comienzan desde el Clásico Medio pero continúan hasta el Clásico Tardío (Medrano 1997:649).

Al comparar la cerámica con la del área de Tiquisate y Cotzumalguapa se observó que por lo general, la cerámica de Quebrada La Culebra coincidió más con la de esta última área, especialmente en el tratamiento de superficie, color y consistencia de la pasta. Sin embargo, con la cerámica de Tiquisate tienen similitudes de forma y decoración.

Los incensarios de tres cabezas en Escuintla consisten de tres partes básicas: una base tipo pedestal, un cuenco amplio y tres cabezas adheridas al borde del mismo. Todo forma una sola pieza. Sobre el cuerpo del cuenco se observan decoraciones aplicadas de filetes impresos con los dedos. Al igual que los ejemplares de Teotihuacan, poseen una depresión en forma de “U” en el borde, entre dos de las cabezas. Éstas son, en su mayoría, modeladas y huecas, con representaciones animales. No poseen engobe ni pintura. Hasta la fecha, solamente existe un ejemplar completo documentado como parte de la colección Pullin en Texcuaco, al este del río Coyolate (Kidder 1943). Además, dentro de la recolección de superficie del sitio Los Chatos-Manantial por parte del Proyecto Costa Sur, dirigido por Frederick Bove, se encontró un incensario casi completo, al que le falta solamente una cabeza (Figura 1). Estos dos incensarios han sido valiosos a la hora de realizar el análisis del material obtenido durante excavaciones, ya que con ellos se observó la decoración que poseen, el diámetro promedio, la inclinación de las cabezas con respecto al cuenco y otros detalles importantes. En Quebrada La Culebra, los fragmentos de incensarios coincidieron en esta forma básica, la cual tiene dos variaciones con respecto al borde del cuenco, ya que puede ser directo o evertido con el labio redondeado. El diámetro promedio de las vasijas es de 0.50 m con una altura total de 0.30-0.40 m (Figura 2).

Por último se realizó una tipología de todas las cabezas de incensario encontradas en Quebrada La Culebra. Dentro de la muestra hay cabezas con forma humana y animal, sólidas y huecas, y con técnica moldeada y modelada. Se encontró una relación directa entre las cabezas huecas con la técnica moldeada, que a su vez, coincide en formas zoomorfas. Así mismo, existe una relación entre las cabezas sólidas modeladas y la forma humana de las mismas. Pareciera que estos dos tipos de cabezas están relacionados con la manufactura de las mismas, ya que es más fácil modelar una cara humana basada e tres agujeros, dos para los ojos y uno para la boca, que la de un animal que debe de ser más preciso para identificar a cada uno en específico. Dentro de las formas animales se identificaron cabezas de búho, mono araña, mono de noche, armadillo, venado y felino.

Conociendo sobre la forma de los incensarios de tres cabezas en Escuintla, surge la interrogante: ¿cómo se puede saber que dichas vasijas funcionaron como incensarios? Ya se mencionó en la definición de incensario que una vasija, sea cual sea su forma, será considerada como incensario si al analizarla se encuentran huellas de quema que hayan quedado como evidencia del fuego utilizado dentro del recipiente. Además, se puede tener como auxiliar el contexto donde se recobró la pieza para conocer si está o no ligada a una actividad ritual. Ambas características están presentes en los incensarios de tres cabezas de Escuintla y, por lo tanto, se considera que estas vasijas sí funcionaron como incensarios. Además, en las regiones de Tiquisate, La Gomera/Sipacate y Cotzumalguapa, los fragmentos de incensarios han sido recobrados de la zona central de los sitios arqueológicos. Por ejemplo, en El Baúl las muestras provienen de una trinchera cercana a la Estructura 6 del Grupo Oeste (Thompson 1948:41). Esta estructura era un edificio fabricado con materiales perecederos y la evidencia hasta ahora sugiere que se usó con propósitos religiosos (Hatch y Rubio 1999:204).

Todos estos datos llevan a otra pregunta, ¿cómo se usaban estos incensarios? Tres características sobresalen y valen la pena mencionarse:

  • En primer lugar hay que considerar el tamaño de estos artefactos, el cual es grande y vistoso.
  • Segundo, la disposición de las tres cabezas hace que el incensario tenga una vista en tres dimensiones o circular, apreciándose su forma en cualquier ángulo que se vea.
  • Por último, la depresión en forma de “U” entre dos cabezas, hace pensar que dicha abertura era necesaria porque otro recipiente se colocaba sobre las cabezas. De esta forma, el fuego del incensario, que era quemado dentro del cuenco principal, podía ser alimentado sin dificultad. Además, el otro recipiente sobre las cabezas, ya sea cuenco o plato, podía servir para colocar algún otro tipo de ofrenda en forma de bebida o comida.

La idea de dar otras ofrendas aparte del incienso mismo, es muy común entre los grupos indígenas actuales. Los Lakandon, por ejemplo, utilizan una jícara pequeña al lado del incensario para contener ofrendas de maíz que se ofrecen a la deidad (Boremanse 1999). También los Q´eqchi´ comparten la idea de alimentar a los dioses o espíritus. Incluso uno de los ritos celebrados por ellos es llamado wa´tesink, que significa precisamente “darle de comer a” (García 2003).

Figura 1 Incensarios de tres cabezas de Escuintla

Figura 2 Fragmentos de incensarios de tres cabezas de Quebrada La Culebra

La última interrogante y tal vez una de las más difíciles es: ¿qué significaban estos incensarios en el mundo prehispánico? Para comprender esto es necesario introducirse dentro de la simbología general de los incensarios.

Todos estos artefactos fueron usados con propósitos rituales y dentro de los mismos se quemaba copal para cargar la atmósfera con una densa nube de humo y aroma. Los Zinacantecos incluso le adjudican al copal un poder especial, ya que el mismo se convierte de sólido a gas y técnicamente “desaparece” en el ambiente, de esta forma se cree que es capaz de cruzar el umbral entre el mundo material y espiritual, algo necesarios para que la comunicación con las deidades sea efectiva (Vogt 1976:295). También en las Estelas 5, 18, y 24 de Izapa se muestra evidencia sobre este uso de los incensarios. Hay recipientes con volutas de humo saliendo de ellos, y las escenas presentan personajes sentados al lado de los mismos, rodeado de elementos religiosos (Lowe 1965:57-59). De por sí, estas vasijas están ligadas al fuego, pero simbólicamente se relacionan también con la lluvia, el sol y la vida, ya que el humo negro producido por el incienso es una representación simbólica de las nubes de la lluvia (Thompson 1975, citado por Rice 1999:28).

Retomando a los incensarios de tres cabezas en Escuintla, surgen inquietudes específicas como, ¿por qué poseen tres cabezas? Se conoce que el número tres tenía una especial importancia en el mundo prehispánico:

  • En primer lugar reflejaba las capas del universo: el cielo, que a su vez se componía de trece capas, la tierra representada por el lomo de un reptil y el inframundo dividido en nueve capas (Sharer 1998:499).
  • Otro aspecto importante del número tres está relacionado con la posibilidad que las cabezas de los incensarios sostuvieran un cuenco o plato, sobre el cual podían colocarse otras ofrendas. Esta acción es análoga a la de colocar tres piedras para prender el fuego dentro de las casas Mayas. La traducción literal de varias palabras Mayas modernas para fogón es “tres piedras”, como en el caso del K´iche´ xkub (Wauchope 1938:118).
  • Sin embargo, el fogón es una figura simbólica también. Según el modelo cósmico prehispánico de la casa, hay cuatro postes que significan los cuatro puntos cardinales, y en el centro puede haber otro palo, muchas veces representado como la Ceiba como “árbol de la vida” o un fogón de tres piedras. Ambos son símbolos del axis mundi (Taube 1998:432). Según Taube (1998), “el fogón como plano circular refleja conceptos de centralidad y representa al “ombligo del mundo”, indicando un lugar de creación y un conducto que comunica los tres niveles del universo: el cielo, la tierra y el inframundo”.
  • Esta estrecha relación entre el fogón y la creación puede también comprobarse con el mito de origen Maya Clásico escrito en monumentos de sitios como Quirigua, Palenque y Copan, entre otros, donde se menciona la fecha 4 Ahaw 4 Cumku como el inicio donde se colocaron las tres piedras del fogón para crear al mundo (Freidel et al. 1993:66).

La evidencia presentada favorece fuertemente la idea que los incensarios de tres cabezas de Escuintla son la representación de un fogón, cada cabeza haciendo las veces de una piedra y dentro del cuenco de éste se quemaba el incienso, así como dentro del fogón se prende el fuego con leños. Para Freidel et al. (1993), los incensarios son un lugar central y el portal entre el plano humano y divino. Esta idea apoya doblemente la visión de centralidad en los incensarios de tres cabezas, pues no sólo son incensarios sino también representan a los fogones, centros del mundo y de la vida cotidiana.

CONCLUSIONES

Los incensarios de tres cabezas en Escuintla existieron solamente durante el Clásico Tardío y probablemente jugaron un papel importante en la organización de dicho periodo, ya que han sido recobrados dentro de los centros políticos más importantes de áreas como Cotzumalguapa, Tiquisate y La Gomera/Sipacate.

Estos incensarios fueron usados como vasijas ceremoniales para quemar sustancias aromáticas, y con la posibilidad de contener otro recipiente sostenido por las tres cabezas, el cual complementaría los rituales con ofrendas de otro tipo, incluyendo la comida y/o bebida.

Además, con la información descrita se puede sugerir que los incensarios de tres cabezas de Escuintla representan a un fogón, siendo cada cabeza una piedra y el cuenco principal, el lugar donde ocurría el fuego. De igual forma como se coloca una vasija sobre el fuego para calentar la comida, se ponía sobre las tres cabezas del incensario un recipiente para colocar las otras ofrendas del ritual. En ambos casos, el resultado sería proporcionar alimento, a los hombres y a los dioses, respectivamente.

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