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Arnauld, Marie-Charlotte
1997 Relaciones interregionales en el área Maya durante el Postclásico en base a datos arquitectónicos. En X Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1996 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.119-133. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).
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RELACIONES INTERREGIONALES EN EL ÁREA MAYA DURANTE EL POSTCLÁSICO
EN BASE A DATOS ARQUITECTÓNICOS
Marie-Charlotte Arnauld
Hablando de materiales culturales y de la interpretación arqueológica que de ellos se puede dar, nos proponemos subrayar el interés de dos rasgos presentes en ciertos sitios Mayas, que no han recibido de los investigadores la atención que merecen. Se trata por un lado del patrón dualista de plazas de centros, pequeños o grandes y, por el otro, de la pirámide-templo central con cuatro escalinatas. Estos corresponden a dos tradiciones poco estudiadas, la una de Tierras Altas, en particular de Quiché y de Baja Verapaz, la otra de Tierras Bajas, en particular de Yucatán durante el Clásico y el Postclásico, siendo el Castillo de Chichen Itza el ejemplo más famoso de la pirámide-templo central y radial (Coggins 1983), lo mismo que el Castillo de Mayapan. Varias versiones de la pirámide-templo central radial aparecen en Tierras Altas, difundiéndose a partir del sitio de Kawinal probablemente desde el final del siglo XII.
El trabajo que se presenta aquí resulta de una investigación iniciada en el campo en 1988 en las cuencas de Baja Verapaz y Quiché oriental, así como en la Sierra de Chuacús (Figuras 1 y 3). La investigación arqueológica ha sido llevada conjuntamente con el trabajo etnológico y etnohistórico del etnólogo Alain Breton, acerca de la sociedad de Rabinal en Baja Verapaz y del texto del Rabinal Achi, del cual dio recientemente una nueva traducción al francés (1994).
Nuestra investigación conjunta se enmarca en un proyecto pluridisciplinario llamado «Poderes y sociedades locales en las Tierras Altas Mayas de Guatemala: estudio diacrónico» (1988-1992), con la participación de los etnólogos A. Breton y F. Lartigue (CNRS, Francia; CIESAS, México), del sociólogo Y. Le Bot (CNRS) y de las arqueólogas C. Arnauld y M.F. Fauvet-Berthelot (CNRS; Musée de l’Homme, Francia). El programa, autorizado por el Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, ha sido financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA, México y Guatemala) y el CNRS (UPR 312, UMR 9959). El análisis arqueológico del patrón de asentamiento Postclásico ha sido publicado (Breton 1993a; Arnauld 1993a).
Este tipo de investigación de carácter interdisciplinario no es completamente nuevo para los investigadores franceses que han trabajado en Guatemala: ya otros equipos llevaron a cabo trabajos de este tipo en los años setenta, bajo la dirección de H. Lehmann y, después, de Alain Ichon en El Quiché oriental y en Baja Verapaz.
Nuestra problemática arqueológica enfocaba la dinámica política de las entidades políticas que se formaron durante el Postclásico en las regiones situadas al lado oriental del Estado Quiché de Q’um’arkaj-Utatlán. Específicamente, buscábamos documentar las relaciones entre el «poder central» de Q’um’arkaj y los poderes periféricos de aquellas entidades de las cuencas de Rabinal, Cubulco, Salamá y del valle del Río Chixoy. En otras palabras, intentamos entender la fragmentación política de estos pequeños territorios y «reinos», a través del análisis arqueológico de los patrones de asentamiento Postclásicos, apoyándonos en la etnohistoria (Arnauld 1993a).
La problemática de la fragmentación política se ha vuelto primordial en el área Maya para los periodos clásico y postclásico (Ball y Taschek 1991; Culbert 1991a; Demarest 1992; Laporte 1996; Fox 1994; Marcus 1993; Michelet y Becquelin 1995; Sabloff 1986). Tiene pertinencia tanto para los reinos Clásicos de Petén o del Puuc como para los reinos Postclásicos del Quiché y de Verapaz, con la diferencia de que disponemos en Tierras Altas de mejores indicadores etnohistóricos, arqueológicos y aun geográficos tanto de territorios como de jerarquías de linajes gobernantes (Hill y Monaghan 1987). Con eso no queremos aducir que se deba extrapolar los datos de Tierras Altas hacia Tierras Bajas, sino que, para una interrogante general planteada en el área Maya, los datos tardíos de Tierras Altas nos indican algunas respuestas y, además, proporcionan modelos que puedan ser útiles si se dispone de reconstrucciones para los periodos y los espacios intermedios (del Clásico al Postclásico Tardío, de Petén al Quiché; Sharer 1993:102).
Nos proponemos mostrar que el análisis del patrón dualista lleva, con otros datos, a formular una hipótesis en cuanto a una organización socio-política de los pequeños reinos del Quiché y de Baja Verapaz en el Postclásico, basada en alianzas jerarquizadas entre pares de comunidades, hasta conformar una amplia estructura regional poco centralizada, pero relativamente estable. Aunque disponemos de algunos indicios etnohistóricos acerca de tal estructura antigua y duradera, nuestra reconstrucción está basada en su mayor parte sobre datos arqueológicos: hemos movilizado, ordenado e interpretado una amplia serie de datos arquitectónicos que pertenecen a sitios fechados del periodo 1100-1540 DC. De paso, señalemos que tal trabajo ha sido posible, no solamente a raíz de nuestras propias investigaciones de campo (Arnauld 1986, 1993a, 1993b), sino también gracias al muy amplio y muy valioso conjunto de datos recogidos por numerosos arqueólogos que trabajaron en El Quiché y en Verapaz desde los años cuarenta (véase, entre otros, Carmack et al. 1975; Fauvet-Berthelot 1986; Fox 1978; Ichon 1988, 1992 ,1993, et al. 1980; Sharer y Sedat 1987; Smith 1955; Wallace 1977; Weeks 1983). Posiblemente no haya en todas las Tierras Bajas Mayas, un periodo tan largo — del Preclásico Medio-Tardío hasta la Conquista — tampoco una región tan extensa — algo como 3000 km² de superficie — cuya arqueología sea tan bien conocida como la del Quiché y Verapaz, quizá con excepción reciente del Puuc.
A su vez, el estudio distribucional de las series de datos arqueológicos permite hacer análisis comparativos precisos con sitios de Tierras Bajas. La pirámide-templo central con cuatro escaleras, es decir de planta radial, representada por el Castillo de Chichen Itza, aparece en el valle del río Chixoy a finales del siglo XII o principios del XIII. Su difusión bajo varias formas afuera del valle se explica por la estructura política regional de alianzas, en particular las que unían Q’um’arkaj con los centros de Sacapulas por un lado y por el otro, Kajyub (Rabinal) con Kawinal. El hecho que muchos centros importantes del Quiché y de Verapaz hayan adoptado el modelo político-religioso del Castillo — con otros rasgos arquitectónicos y también con emblemas y símbolos políticos, según los textos — significa por lo menos que la organización político-territorial relativamente amplia de los reinos Mayas de Tierras Altas tenía conexiones religiosas y políticas con Mayapan, la metrópolis Maya de Yucatán.
El marco cronológico de referencia es el acostumbrado: Clásico Tardío de 650 a 900 DC, Epiclásico de 900 a 1150 DC, Postclásico de 1150 a 1400 DC y Protohistórico de 1400 a 1524 DC. El Protohistórico corresponde al periodo de los eventos «históricos» o «mito-históricos» (Tedlock 1985), relatados en los textos Mayas que fueron redactados en el siglo XVI.
ORGANIZACIÓN POLÍTICO-TERRITORIAL:
ALIANZAS ENTRE «SIERRA» Y «VALLE»
El postulado general del cual partimos es que la organización política Maya tiene sus raíces en la estructura social. Aunque los datos epigráficos y etnohistóricos acerca de las familias y linajes reales aporten valiosas informaciones, es imprescindible también conocer las dinámicas sociales que favorecían o desfavorecían la formación de entidades socio-políticas extensas o limitadas. En todo caso, eso define el campo propiamente dicho del trabajo arqueológico, acerca de los patrones de asentamiento en sus múltiples niveles, ya que el arqueólogo no se pasa el tiempo excavando tumbas reales.
La estructura social Maya de Tierras Altas en el Postclásico estaba basada en una unidad fundamental llamada chinamit entre los K’iche’ y Kaqchiquel, molab en Poqomchi´ o «parcialidad» en español, la cual ha sido precisamente definida gracias a los trabajos de Carrasco (1959) y de Hill y Monaghan (1987; Carmack 1976:256-257). La forma en que se articulan los chinamitales determina la organización socio-política de los Estados Postclásicos de Tierras Altas, «estados» que más bien llamamos «reinos», para significar que su carácter «estatal» no estaba todavía consolidado, aun cuando tenían una clara definición territorial. En cuanto al origen de estos reinos del Quiché y de Verapaz, no lo buscamos tanto en míticas migraciones «toltecas» — a las que aluden los textos Mayas de Guatemala del siglo XVI — sino más bien en las articulaciones locales entre chinamitales, las que tenemos que entender a través de la arqueología y de la etnohistoria. Con esta perspectiva, hemos aislado y estudiado tres conjuntos específicos de datos que intentaremos resumir de manera breve.
En primer lugar, desde hace tiempo nos percatamos de la existencia de una muy larga tradición de organización socio-política dualista, que se lee claramente en los planos de centros político-religiosos del Quiché y de Baja Verapaz desde el Preclásico, pero sobre todo durante el Clásico y el Postclásico (Arnauld s.f.a). El patrón dualista ha sido particularmente analizado en el sitio de La Lagunita por A. Ichon (Ichon y Arnauld 1985:78), pero también se aplica a otros centros importantes de la cuenca de San Andrés Sajcabaja, también de la Sierra arriba de Q’um’arkaj (Chujuyub, Figura 2) y del valle del río Chixoy (Kawinal, Figura 2; Ichon 1988:189 y Figura 103). El mismo centro de Q’um’arkaj, así como el centro vecino de Chisalin, manifiestan una organización dualista (Wallace 1977:Figs.5, 43,53; Weeks 1983:56-58).
En segundo lugar, para el Postclásico existen en la región dos grandes sistemas de redes de sitios: un sistema, poco conocido hasta la fecha, localizado casi en las cumbres de la Sierra de Chuacús y el bien conocido sistema de los «valles» o partes bajas, ampliamente estudiado desde los años cuarenta (Figura 3). En la Sierra, hacia 2000 m de altura, las redes de sitios, de dos a tres niveles en jerarquía, tuvieron una ocupación del Clásico Tardío y parecen haber sido en mayor parte abandonadas al final del Epiclásico (Arnauld 1993b). El otro sistema se extiende al sur de la Sierra en el altiplano que domina el río Motagua y, al norte de ella, en las cuencas desde Salamá hasta Sajcabaja, hacia 1000-1500 m de altura y, un poco más abajo, en el valle del Chixoy; sus redes de centros de primer, segundo y tercer niveles, están fechadas para el final del Epiclásico y del Postclásico (Arnauld 1993a). En realidad, la cronología de las partes bajas es más compleja ya que centros primarios fueron fundados en varios momentos de la secuencia Epiclásico-Postclásico.
He aquí las fechas disponibles. Para Utatlán-Chisalin, 1200-1525 DC según la cerámica (Weeks 1983:156); para Utatlán-Q’um’arkaj, las primeras construcciones fueron fechadas entre 1150 y 1200 DC por medio de cuatro fechas C14 (Fox 1987:153; fechas no publicadas al parecer). En Sajcabaja (Ichon 1993), Pantz’aq fue abandonado aparentemente hacia 1200 DC (de acuerdo con la cerámica) y sustituido por Los Cimientos-Chustum, sitio excavado que dio dos fechas C14: 1110 DC y 1160 ± 90 DC (Ichon 1993:120,140), fechas un poco tempranas ya que no hay Tohil Plomizo en Chustum. En Kawinal, Ichon consiguió dos fechas C14 para la primera fase de construcción: 1190 ± 115 (corregida) y 1350 ± 60 DC; y dos fechas para la segunda fase: 1550 ± 60 DC y 1570 ± 60 DC; una tercera fecha para la fase temprana, 960 ± 60 DC, fue rechazada por ser demasiado temprana (Ichon 1988:145-146). En cuanto a Kajyub y a Chwitinamit, la fecha de fundación más probable es 1350 (Arnauld s.f.:cap.4). En tercer lugar, ahora en el campo etnohistórico, existe en los textos una importante temática centrada sobre una serie de lugares localizados cerca de las cumbres de la Sierra de Chuacús: incluye el amanecer, la aurora en los cerros, según textos como el Popol Vuh, los Anales de los Cakchiqueles (Tedlock 1985:181-182; Recinos 1980:81-82) y otros más; incluye también relatos de origen y de guerras desde la Sierra hacia las partes bajas (Rabinal Achi, Breton 1994:líneas 1009-1020; Arnauld 1993b:165-166 para más referencias etnohistóricas). Esta temática ha sido generalmente descuidada a favor de otra, inmediatamente anterior en los textos, la «migración» desde el Oriente, a pesar de que el amanecer en la Sierra y las guerras hacia los valles son las figuras que fundan verdaderamente la historia de los reinos tal como la cuentan las familias reales K’iche’. No obstante, R.M. Carmack (et al. 1975) hizo algunas investigaciones en la Sierra acerca de los lugares citados en los textos y fue el primero, con A. Ichon (1975), en descubrir una ocupación en lo alto de la Sierra. Prosiguiendo estos trabajos pioneros, nosotros recorrimos la parte central de la Sierra y, coligiendo todos los datos, pudimos comprobar que existen unas redes de sitios en toda la Sierra, en su mayor parte anteriores al Postclásico.
Los datos etnohistóricos y arqueológicos referente a una dinámica Sierra/Valle son muy abundantes y complejos para tres grupos, los K’iche’ del Altiplano Central (Utatlán), los Rabinaleb y los Chajoma. Muchos de sus centros de la Sierra y del Valle se conocen bien por haber sido identificados de manera segura gracias a tres importantes textos: el Popol Vuh, el Rabinal Achi y el Título Chajoma, también llamado Título Jilotepeque (Crespo 1968; Carmack 1979:139-140). He aquí, en forma muy resumida, el cuadro de estas identificaciones (Figura 3).
Esta distribución geográfica y etnohistórica incluye todas las redes de sitios arqueológicos que hemos identificado en la región de la cuencas y de la Sierra entre los ríos Chixoy y Motagua (Arnauld 1993a, 1993b), con excepción de los de Kawinal y de Sacapulas en el fondo del valle del Chixoy.
Ya es tiempo de aclarar lo que implican estos tres conjuntos de datos colegidos: la hipótesis estipula que la organización de los reinos del Quiché y de Baja Verapaz durante el Postclásico se basaba en la alianza de pares de chinamitales y de grupos de chinamitales procedentes unos de la Sierra, otros de las partes bajas, es decir las cuencas, el altiplano sur o los valles. Obviamente, la hipótesis no requiere que esto haya sido el único modo de integración política de los chinamitales Postclásicos, pero sí contempla que este proceso en particular, de alianzas Sierra/Valle, se haya dado de manera frecuente y eficiente adentro y alrededor de la Sierra de Chuacús.
De lo anterior se desprende que los centros primarios fundados en el Altiplano Sur y en las cuencas, Q’um’arkaj y sus centros asociados, Jilotepeque Viejo, Kajyub, Chustum-Xe Patz’aq …., resultaron de un proceso de alianza entre elementos «Sierra» y elementos «Valle». Todos son sitios compuestos de múltiples plazas y barrios residenciales agrupados, pero separados. En el caso de Q’um’arkaj y de sus centros aliados, Chisalin e Ismachi, se trata de una configuración muy compacta (Wallace 1977: Figura 4; lo mismo en el caso de Pueblo Viejo-Chichaj, Ichon 1975, 1993). En el caso de Chustum-Xe Patz’aq (Ichon 1993), tenemos dos centros yuxtapuestos de cada lado de un barranco. En el caso de Kajyub y de su aliado Saqkijel, los centros están próximos uno de otro, pero a una distancia de 5 km en la cuenca de Rabinal (Figura 3). Como se ve, las alianzas tomaron diversas formas en los patrones de asentamiento. En cuanto a identificar tal elemento como procedente de la Sierra y tal del Valle en cada par de centros, la arqueología no ayuda mucho debido a que desconocemos en gran parte los complejos culturales de la Sierra. Por lo menos hemos observado las diferencias siguientes:
La hipótesis de alianzas Sierra-Valle aduce que en varios momentos del Postclásico, Chinamitales, K’iche’, Rabinaleb y Chajoma (pero no todos) salieron de la Sierra para ir a asentarse abajo, en centros ya fundados anteriormente, de configuración unitaria típica de los centros Clásicos y Epiclásicos (lo que no excluye un patrón dualista) y en tierras que aquellas sociedades de abajo les atribuyeron en virtud de la alianza. Por supuesto, este proceso no excluye guerras de conquista, pero el resultado final fue alguna forma de alianza, enlace o emparejamiento. Así se explicaría el abandono de gran parte de las redes Clásicas-Epiclásicas de la Sierra, con excepción de las fortalezas tardías de Tzamaneb (Cimientos-Tres Cruces-Patzaj), de Pueblo Viejo-Chichaj y probablemente de Chitikulakan.
Pero los centros primarios de abajo no pudieron funcionar económicamente sin establecer relaciones con los centros primarios del valle del Chixoy que controlaban el comercio hacia el norte, es decir los centros de Sacapulas y de Kawinal. Por lo tanto, hemos analizado detenidamente todos los datos arqueológicos referentes al caso de Kawinal y de los centros Postclásicos más cercanos, los de Rabinal, Kajyub, Saqkijel y Chwitinamit (Arnauld s.f.). Entre los cuatro sitios logramos detectar una estructura de dos pares, que interpretamos como otra forma particular de alianza: en el sur-este, Kajyub es un centro tardío fundado por los Rabinaleb de la Sierra quienes hicieron alianza con Saqkijel, un centro un poco más temprano en la cuenca de Rabinal (quizá Poqom); de manera simétrica en el noroeste, Chwitinamit, centro tardío de los Rabinaleb de la Sierra (en realidad de composición más compleja), formó alianza con Kawinal, centro autóctono más temprano del valle del Chixoy (quizá también Poqom).
Cabe mencionar brevemente los datos arqueológicos que permiten detectar esta estructura de dos pares: Kawinal y Saqkijel se pueden fechar para el final del Epiclásico o principios del Postclásico, mientras que Chwitinamit y Kajyub con toda probabilidad son posteriores a 1350 DC; hay dos fases de construcción en Kawinal y en Saqkijel (Ichon et al. 1980; Arnauld 1993a), siendo la más tardía contemporánea de la única fase de Chwitinamit y de Kajyub; otros datos que hemos analizado incluyen la distribución de los templos gemelos, de las canchas de juego de pelota y de una serie de rasgos arquitectónicos pertinentes a nivel político-religioso, como lo son la morfología de las plazas mayores, de las demás plazas, la orientación de los templos, la morfología de las «casas largas» y de las «casas del consejo» (Ichon et al. 1980:39), así como los perfiles con cornisas o molduras en las plataformas, o de talud-tablero en las alfardas de escaleras (Arnauld s.f.:cap.4).
Chwitinamit y Saqkijel eran en realidad centros secundarios en esta estructura. Lo que importaba era la alianza de los Rabinaleb de Kajyub con la gente de Kawinal, alianza que permitió formar de hecho un sólo territorio político que podemos evaluar a casi 2000 km², es decir el departamento actual de Baja Verapaz desde las cumbres de la Sierra de Chuacús hacia el norte (Arnauld s.f.:cap.5).
La idea de una alianza entre comunidades de la Sierra y comunidades de los valles había sido propuesta por Fox en el caso de los K’iche’ de Q’um’arkaj y de los centros de Sacapulas en el valle del Chixoy (1980; 1987:112 passim; 1989:666-667). Tal alianza sería análoga a la de los Rabinaleb de Kajyub con Kawinal y aun sería geográficamente paralela, ya que Sacapulas y Kawinal son centros con territorios vecinos en el valle. Otro caso sería el de Los Cimientos-Chustum y Xe-Patz’aq en la cuenca de Sajcabaja (Ichon 1993): el primero sería el centro de los K’iche’ de la Sierra, el segundo, el centro autóctono más temprano con sus dos plazas compactas, de claro patrón a la vez dualista y unitario, típico de la vieja tradición dualista K’iche’. Otro ejemplo más sería el de los sitios de segundo nivel del valle del Chixoy: ahí, Alain Ichon ha observado que los sitios Clásicos-Epiclásicos se encuentran exactamente yuxtapuestos a los sitios Postclásicos.
ESTABILIDAD POLÍTICA EN EL POSTCLÁSICO (ENTRE 1150 Y 1450 DC)
Hemos tratado de presentarlo de manera concisa, pero en realidad el modelo hipotético de las alianzas entre Sierra y Valle es complejo y dinámico. Es complejo porque implica pequeñas comunidades de base y también medianas entidades políticas: por ejemplo, en términos arqueológicos, tenemos los pequeños sitios de segundo nivel del Chixoy yuxtapuestos en pares y, al otro extremo, los grandes centros asociados, Q’um’arkaj, Chisalin, Ismachi y otras plazas de menor importancia que conforman el «gran Utatlán», o también, a escala menor, Kajyub con Saqkijel. Además, el modelo es complejo porque a las comunidades aliadas según el principio Sierra/Valle se añaden probablemente otras alianzas selladas de acuerdo con otros principios adicionales, por ejemplo el de matrimonios entre familias nobles dirigentes. El modelo es dinámico porque las alianzas se pueden hacer y deshacer: por ejemplo, durante el siglo XV, Kawinal y Kajyub rompieron su alianza y Kawinal hizo alianza con Q’um’arkaj (Arnauld s.f.:cap.5; Ichon 1983; Ichon et al. 1980:205-209; Breton 1994:43).
Sin embargo, parece ser que la estructura de los reinos K’iche’ desde Q’um’arkaj en el poniente hasta Alta Verapaz en el oriente, entre Chixoy y Motagua, haya guardado bastante estabilidad durante al menos dos siglos, o un siglo si sólo contamos a partir de la fundación de Kajyub (entre 1350 y 1450 DC). Dos indicios nos llevan a pensarlo, uno basado en la arqueología, otro de orden etnohistórico. La arqueología de los centros primarios y secundarios Postclásicos de estas regiones evidencia una gran heterogeneidad morfológica: cuando se analiza con precisión los rasgos de la arquitectura de plazas públicas (como lo hizo A. Ichon en el valle del Chixoy, 1988), se llega a la conclusión que cada una de ellas es algo diferente de la otra, aun las que conforman un mismo asentamiento. Es probable que cada plaza represente un chinamit o un grupo de chinamitales étnicamente o lingüísticamente distinto de los demás o, en todo caso, que marque intencionalmente su diferencia por medio de rasgos arquitectónicos. En otras palabras, la arquitectura vista por la arqueología permite apoyar una tesis avanzada hace tiempo por Carrasco (1959, 1988) y retomada por Carmack, en cuanto al grado marcado de entrelazamiento o de imbricación de chinamitales de orígenes diferentes adentro de un mismo asentamiento o de un mismo territorio:
«Among the Quiché all four major lineages were present in the capital of Gumarcah as well as in all other towns of the realm […]. From another Quiché group, the Tamub, we have a detailed list of local settlements that shows that their major subdivisions were present in all of them» (1988:2)
Este tipo de organización refuerza la estabilidad debido a que, teniendo en cuenta la dimensión agraria, es decir las propiedades de los chinamitales, dichos entrelazamientos no podían modificarse sin provocar trastornos que iban repercutiéndose a cierta distancia, de comunidad en comunidad.
El segundo indicio es etnohistórico y se refiere a cierta soberanía de Utatlán sobre muchos reinos de Tierras Altas. El Rabinal Achi alude varias veces a una autoridad de tutela asentada en «Q’umarmachi» (Q’um’arkaj e Ismachi, Breton 1994:líneas 240-272, 585 a 590) que, según los conceptos de los Rabinaleb, hubiera posiblemente controlado el calendario ritual y agrícola, así como también dominado los sacrificios y los tributos. La acción principal de esta autoridad, según el texto, fue haber formulado recomendaciones de paz en una situación de guerra generalizada (Breton 1993b:36). Hemos de entender que el statu quo regional equivalía a una «coexistencia pacífica» general, garantizada por las autoridades soberanas de Q’um’arkaj. Además, hay que recordar que el Popol Vuh reivindica de manera marcada la soberanía del linaje real Kaweq sobre todos los grupos unidos inicialmente en la famosa migración mítica desde el Oriente (Arnauld 1996).
Por las imbricaciones de chinamitales de múltiples orígenes, por los lazos matrimoniales entre los linajes nobles que gobernaban los chinamitales y por la autoridad de tutela de Q’um’arkaj, la estructura político-territorial tenía cierta estabilidad. No entró en crisis hasta que, alrededor de 1450 DC, el rey Kaweq K’iq’ab intensificó los procesos de conquista y de centralización socio-política sobre todos los reinos aliados, con el fin de construir un Estado más unido y fuerte; los Kaqchiquel se rebelaron hacia 1470 DC (Carmack 1981:133-137). Los Rabinaleb parecen haber hecho lo mismo de manera más o menos contemporánea, al declararse independientes de Q’um’arkaj: es el tema principal del drama del Rabinal Achi.
COMPARACIONES ENTRE ARQUITECTURA DE VERAPAZ, DEL QUICHÉ Y DE YUCATÁN
Las plazas públicas de Kawinal y de los tres centros de Rabinal, Kajyub, Saqkijel y Chwitinamit — en total 23 plazas, 36 con sus centros de segundo nivel — manifiestan características generales marcadas, que no existen en El Quiché central y oriental: pirámides-templos centrales y no laterales en la plaza, «casas del consejo» — popol na— con escaleras sobre las cuatro fachadas de la plataforma, «casas largas» — nimja — con escaleras monumentales sobre una sola fachada, orientación de las popol na en relación con el templo, orientación de las nimja en relación con el territorio contiguo; estos rasgos definen un plano que llamamos «plaza Verapaz» (Arnauld 1993a:95-96), porque está bien distribuido entre los sitios tardíos de Baja Verapaz y de Alta Verapaz, así como en el valle del río Chixoy .
Kawinal parece haber sido el primer centro donde se experimentó el patrón de la plaza Verapaz desde su primera fase de construcción, es decir, desde 1190 ± 115 DC como fecha más temprana. Lo mismo que los centros primarios Postclásicos de Sacapulas, ellos también situados en el valle del Chixoy río arriba, Kawinal ha sido comparado con las grandes metrópolis Mayas de Yucatán del Epiclásico y del Postclásico, Chichen Itza y Mayapan, por Fox y luego por Ichon (1980:46-47; et al. 1980:194). ¿Hemos de atribuir el origen de la plaza Verapaz a relaciones privilegiadas entre las sociedades del Chixoy y de Tierras Bajas del Norte? Dado que los centros del valle acostumbraban comerciar con Petén y, probablemente, con Yucatán también por el corredor natural Chixoy-Usumacinta, la hipótesis merece que se le de atención.
De hecho, la comparación de las plazas de Kawinal con las de Mayapan, es decir de las «triadas» de estructuras (A. Ichon) con los «basic ceremonial groups» y los «temple assemblages» (Proskouriakoff 1962:91), parece justificada (Figuras 4 y 5):
UN TEMPLE ASSEMBLAGE DE MAYAPAN UNA PLAZA DE KAWINAL
una larga «sala de columnas» una «casa larga» con pilares
con banca interior con banca interior
un templo sobre pirámide y/o un templo sobre pirámide
un «santuario» (shrine)
un «oratorio» (oratory) una «casa del consejo»
una «plataforma-altar» al menos un altar al menos
Aunque las interpretaciones del modelo pertenecen claramente a tradiciones culturales diferentes, lo que hace dudar que las funciones y los significados de las estructuras hayan sido idénticos en todos los casos, es obvio que la arquitectura pública religiosa de Mayapan (posiblemente también de Chichen Itza en los siglos XII-XIII), haya influenciado la de los centros Postclásicos de Tierras Altas. Pero vale precisar la comparación en cuanto a un rasgo peculiar y exclusivo de la plaza Verapaz, las escalinatas sobre las cuatro fachadas de las pirámides-templos, de las plataformas de casas del consejo y de los altares; en Mayapan, este rasgo es casi exclusivo del edificio más grande, la pirámide-templo central conocida bajo el nombre de «Castillo». El Castillo está localizado en medio de todos los grupos y conjuntos de Mayapan. Por eso y por otros rasgos, es semejante, por no decir idéntico, al Castillo de Chichen Itza, pirámide-templo de cuatro escaleras aislada en medio de la Gran Explanada. En los dos Castillos, los templos tienen puertas sobre las cuatro fachadas. Las dos características, centralidad y planta en cruz (cuatro escalinatas, cuatro puertas), dan lugar a la comparación más interesante y, quizás, más significativa, con Kawinal y Rabinal. Fox lo había señalado para los centros de Sacapulas, pero clasificándoles en una categoría «Acrópolis » que excluye Kawinal (1980).
Los dos Castillos fueron los edificios más prestigiosos de Yucatán durante todo el Postclásico, al menos hasta 1450 DC cuando cayó Mayapan. En Tierras Altas, los edificios cruciformes y los templos centrales son típicos de la plaza Verapaz. Que éstos hayan tenido su origen en Yucatán y surgido en las Tierras Altas de Guatemala precisamente en Kawinal, es una hipótesis interesante que precisaría la comparación general que hicimos entre estructuras, revelando una relación arquitectónica entre las dos grandes metrópolis Mayas de Yucatán y la capital política de Kawinal, también gran centro comercial en la vía Chixoy-Usumacinta. Tal relación arquitectónica, tratándose de una estructura tan importante como el Castillo, implicaría sin duda aspectos políticos y religiosos.
Demostrar la validez de la hipótesis rebasaría los límites de esta ponencia pero, al menos, podemos dar un breve resumen de los datos pertinentes (Arnauld s.f.:cap.5). No hay ningún templo central antes de los de primera fase de Kawinal (cuya fecha C14 más temprana es 1190 ± 115 DC) y de los que aparecen en los centros Postclásicos de Sacapulas. No hay pirámide-templo central fuera de las Verapaces, del valle del Chixoy y de algunas plazas de Jilotepeque Viejo y Chinautla Viejo en el Altiplano Sur que domina el Motagua (Figura 6). El único caso conocido a la fecha fuera de estas regiones se localiza en el sitio Postclásico de Chwitinamit-Atitlán (Chiya’, Orellana 1984:24, Figura 4). Los templos de Kawinal y de los tres sitios de Rabinal tienen dos pilares que forman tres puertas en la fachada principal, equivalentes a las dos columnas de la entrada principal de los Castillos (también un rasgo Clásico del Puuc). Las cuatro caras de las subestructuras tienen escalinatas, lo mismo que los Castillos, pero su planta es rectangular y no cuadrada, de tal forma que dos caras son más largas y tienen dos o tres escalinatas; entonces tal planta no es «radial», pero sí cruciforme.
Antes de la construcción del excepcional Castillo de Chichen Itza, muy pocas pirámides de este tipo han existido en el área Maya. He aquí una lista, sin duda no exhaustiva: en el Preclásico Tardío, la Estructura VII del Grupo E de Uaxactun y la Estructura 5C-54 de Mundo Perdido de Tikal (ocupada en el Clásico Temprano), dos grupos «astronómicos» (Ruppert 1940); en el Clásico, las pirámides gemelas de los grupos de celebración de fin de katun de Tikal, aunque sin templo y colocadas en ambos lados de la plaza, no en el centro; en Tonina, la pirámide-templo principal, Estructura D5-1; en Copan, la plataforma central en la plaza mayor (aunque mucho más pequeñas, plataformas de este tipo son frecuentes en las plazas Clásicas). Otros ejemplos Clásicos son: en Dzibilchaltun, el Templo de las Siete Muñecas (Estructura 1 y 1-Sub), que pertenece a un conjunto muy amplio tipo «pirámides gemelas» con la Estructura 64, según Coggins (1983); también la Estructura 89, cabalmente en el centro del mismo sitio; en Yucatán, otras estructuras «radiales» (Coggins, Ibid.) de época Clásica en Ikil y en Acanceh, de época Postclásica en Tancah (Ibid.); volviendo a Petén, en Ceibal, la Estructura A3 construida en 830 DC, de cuatro escaleras, cada una con su estela asociada y de templo de cuatro puertas con una estela interior (Willey et al. 1975:Figura 13). Aparentemente, hubo en las Tierras Bajas una vieja tradición de estructuras centrales «radiales», ligada a rituales referentes al calendario, o de manera más general, al tiempo asociado con el espacio, ya que las cuatro escalinatas simbolizan también las cuatro direcciones espaciales.
Al aplicar el mismo análisis comparativo a los sitios Postclásicos de Sacapulas, es decir a la parte K’iche’ del valle del Chixoy (Chutixtiox, Chwitinamit, Comitancillo, Pacot, Chuchun y Xolpacol, Smith 1955:16-27), conseguimos resultados similares, aunque no tan sistemáticos: es Chutixtiox el sitio que más respeta el patrón. En Quiché central, ningún centro K’iche’ o Kaqchikel tiene templo central: sus plataformas piramidales son cuadradas y se conforman a un plano cruciforme y radial por medio de una escalinata en la fachada que da a la plaza (siendo el templo lateral) y de rampas en las demás fachadas (o tres escalinatas y una rampa: Chustum, Ichon 1993: Figura 39; Iximche, Guillemin 1977:Figura 3; Q’um’arkaj, Wallace 1977:Figura 4).
Llegamos a la conclusión que: 1) la arquitectura pública religiosa de Chichen Itza y de Mayapan ha influenciado de manera marcada la de los centros Postclásicos de Tierras Altas; 2) el patrón fue interpretado de nuevo localmente, pues, las construcciones de Kawinal y Rabinal son diferentes de las del Quiché central, mientras que las de Sacapulas manifiestan rasgos intermedios entre ambas.
Cronológicamente, según las fechas de fundación de Kawinal y de Chustum (Sajcabaja), los nuevos rasgos fueron introducidos al final del Epiclásico —fin del siglo XII o principios del XIII — probablemente en los últimos tiempos de la metrópoli Chichen Itza. Espacialmente, como lo indican Kawinal y Sacapulas, el valle del Chixoy fue el canal de la difusión inicial, lo que es lógico si se considera que este valle es un corredor natural hacia Tierras Bajas, en el que se ha detectado intrusiones fechadas del Epiclásico (Ichon 1987).
Pero eso no es todo. Hay una estela lisa estucada, inicialmente pintada, clavada en el umbral de la puerta central del templo A1-sur en Kawinal, lo mismo en el templo C1 (Ichon et al. 1980:57,143). Este rasgo es curioso: por un lado evoca las estelas clavadas en las escalinatas de acceso, o sobre la plataforma delante del edificio, presentes en ciertos sitios del Petén campechano como Calakmul y Kohunlich; por el otro, no deja de recordar los pilares o las columnas que adornan las fachadas de edificios Clásicos y Epiclásicos de Yucatán y Campeche, que llevan bajos relieves antropomorfos reminiscentes de las estelas Clásicas de Petén. Quizá combinaban ambos patrones las estelas de los templos de Kawinal. Hay que recordar también que es en Mayapan donde renace el culto de las estelas después de 1250 DC.
CONCLUSIÓN
La arqueología de las plazas Postclásicas nos enseña que, en el universo Maya de aquella época tardía, la región de Yucatán tenía relaciones con Kawinal y los sitios de Sacapulas en el valle del Chixoy. Por lo menos cinco rasgos peculiares parecen haber sido importados de Yucatán a Kawinal: la pirámide-templo central, las plataformas de planta cruciforme con escaleras sobre las cuatro fachadas, algún concepto de «casa del consejo» (la popol na existía en Yucatán), los templos de tres puertas y las estelas estucadas y pintadas erguidas sobre la plataforma. El patrón adoptado por los centros de Sacapulas es apenas diferente. A partir de Kawinal, estos rasgos — salvo el de las estelas — se difundieron hacia los centros de Rabinal y de Verapaz en general, mientras que los centros de Sacapulas transmitían al menos el patrón de la pirámide-templo radial a Q’um’arkaj y a otros centros K’iche’ y Kaqchikel.
Esta distribución espacial coincide con los territorios de las dos grandes alianzas políticas Sierra/Valle del Postclásico: Sacapulas con Q’um’arkaj, Kawinal con Kajyub. Además, la distribución de las pirámides-templos centrales y cruciformes coincide con los territorios orientales, es decir Rabinaleb, Chajoma y Poqom, inicialmente autónomos de Q’um’arkaj, mientras que la distribución de las pirámides-templos laterales y radiales coincide con los territorios sometidos a Q’um’arkaj (Figura 6, con la excepción de Chwitinamit-Atitlán; los centros de Sacapulas son intermedios).
Por lo tanto, la organización político-territorial relativamente amplia de los reinos Mayas de Tierras Altas tenía conexiones religiosas y políticas con Mayapan, la metrópoli Maya de Yucatán. Esta relación fue conmemorada en los textos K’iche’ con el relato a la vez mítico e histórico de los viajes que hicieron algunos reyes K’iche’ y Kaqchikel a la gran ciudad de Nacxit (nombre tolteca de Kukulkan), el soberano del Oriente, quien les confirió la dignidad y los emblemas de la autoridad (Historia Quiché de Don Juan de Torres, Recinos 1984:43). Proponemos que, entre estos emblemas había el modelo político-religioso plasmado en el patrón arquitectónico del Castillo y en otros elementos arquitectónicos, cuya distribución hemos estudiado en Kawinal y demás sitios Postclásicos de Tierras Altas. Es de esperar que nuevos trabajos se lleven a cabo en éstos y otros sitios adicionales, para comprobar y ampliar los análisis de arquitectura aquí esbozados.
Finalmente, es nuestra hipótesis que las conexiones político-religiosas entre Yucatán y los reinos de Guatemala implicaban un orden jerárquico entre ciudades del universo Maya Postclásico, orden que fue destruido entre 1450 y 147O DC por sublevaciones en Mayapan y en Q’um’arkaj.
Figura 1 Mapa de las Tierras Altas Orientales de Guatemala
Figura 2 Centros de patrón dualista. Arriba, uno de los sitios de Chujuyub en la Sierra de Chuacús,
Chwitinamit, del Epiclásico, con una plaza norte, otra sur y una cancha de juego de pelota entre las dos
(plano publicado, Carmack et al. 1975:116, también Fox 1978: Figura 7). Abajo, sitio de Kawinal, del
Postclásico, con dos plazas de un lado del río y dos plazas del otro lado, o sea un doble patrón dualista
(publicado, Ichon 1983: Figura 26)
Figura 3 La Sierra de Chuacús, las cuencas, el Altiplano Sur y los valles del Chixoy y Motagua: sitios
Postclásicos
Figura 4 Detalle del plano del centro de Mayapan levantado por la Carnegie Institution of Washington
(publicado, Pollock et al. 1962). Arriba, izquierda, está el Castillo (Estructura 162). Proskouriakoff
clasifica las Estructuras 218, 159, 143, 141 como templos, las Estructuras 216, 149 y 155 como
«santuarios» y las Estructuras 217, 142a, 153 y 158 como «oratorios»
Figura 5 Plano de la Plaza A de Kawinal (publicado, Ichon et al. 1980: Figura 5), a misma escala que el
plano parcial de Mayapan de la Figura 4. De acuerdo con A. Ichon, la Estructura 1 es la pirámide-
templo central, las Estructuras 2, 6, 7, 10 y 19 son «casas del consejo» y las Estructuras 12 y 13 son
«casas largas»
Figura 6 Distribución de las pirámides-templos centrales cruciformes y laterales «radiales» (los datos son
incompletos en cuanto al rasgo «radial»)