21. REPORTES ARQUEOLÓGICOS AL SUR DEL ÁREA CH’ORTI’, QUEZALTEPEQUE, CHIQUIMULA

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Reportes arqueológicos al sur del área ch’orti’, Quezaltepeque, Chiquimula

Planteamiento

Uno de los objetivos que normalmente se han manejado en la historiografía Maya, es establecer conexiones históricas, que en este caso alude a los periodos del Clásico Tardío al Posclásico y de este mismo, en su etapa más tardía a la reducción y conformación colonial tanto de los pueblos como municipios y sus respectivas aldeas y caseríos.

Definitivamente esto no se puede resolver con someras y aisladas investigaciones. No obstante, aquí se trata de exponer los elementos que establezcan estas temporalidades, fundamentalmente entre lo prehispánico y lo colonial en un espacio específico (la confluencia del municipio de Quezaltepeque, Chiquimula).

Desde luego, de alguna manera hay información del periodo colonial en su etapa más temprana (Siglo XVI) en el área bajo estudio, que denota ocupación y presencia de comunidades indígenas, identificadas generalmente como ch’orti’.

Dentro de las preguntas que problematizan la investigación pueden indicarse las siguientes:

 

  • Desde las evidencias cercanas del Clásico Tardío hasta los primeros años de la colonia hay un espacio temporal incomprendido de más o menos 600 años. ¿Qué paso entre el 950 y 1524 de nuestra era?
  • ¿Por qué Chiquimula se constituye en corregimiento desde la colonia, denotando de alguna forma su importancia?
  • ¿Qué relación guarda esto con el grueso de la comunidad ch’orti’?, particularmente en el sur de la misma.
  • ¿Por qué se establecen diversas comunidades muy cercanas entre sí, desde la colonia?

 

Desde la perspectiva lingüística tanto de la separación del idioma como de la sociedad para el Clásico Tardío, no se tiene un referente sustancial para el Posclásico en esta región. Contrario al altiplano guatemalteco y el Petén. Es decir entre los años 950 y 1500.

A partir de las políticas liberales de la segunda mitad del Siglo XIX, Chiquimula pudo haber iniciado otra dinámica, empezando con dejar de ser el gran Corregimiento de Chiquimula de la Sierra. No obstante, el proceso extractivo desde la colonia hasta nuestros días se seguiría dando, a tal grado que puede explicar la pobreza extrema, particularmente de las comunidades de mayor población indígena.

En este sentido, puede plantearse un eje temático que se sustenta en la siguiente hipótesis: El proceso de mestizaje, sumado a las migraciones extranjeras, empuja y relega a las comunidades indígenas hacia la montaña, hacia las laderas devastadas, radicalizando la precariedad y pobreza. Como un modus vivendi necesario para mantener un círculo de opresión, donde la falta de tierra para muchos y la tenencia para pocos sobre todo mestizos “de abolengo”, garantiza la mano de obra baratísima, menor al salario mínimo. Situación que a la postre, transforma las identidades, a razón de los procesos migratorios tanto a Estados Unidos o a la ciudad Capital. Sin embargo sigue habiendo pobreza, a pesar de las amplias remesas.

Da la impresión de que se trata de pueblos sin rumbo… Desde luego que a pesar de los esfuerzos (mediante remesas, expansión urbana, obras de infraestructura), ¿por qué se sigue siendo pobre?

Entre los intereses de investigación, es discutible el hecho de que los trabajos que se encuentran hasta hoy en día sobre los ch’orti’, suelen ser de carácter histórico y antropológico netamente, sin embargo, siguen siendo susceptibles de análisis y discusión. En principio desde la perspectiva antropológica puede referirse el de Wisdom, quien trabajara en la región en los años 20, luego los tomos de Girard, quien iniciara desde los 40 a los 60, luego resulta interesante el aporte de Dary (1998) y el informe de Brent Metz (s.f.).

La parte colonial, y los problemas agrarios se sustentan en el esfuerzo paleográfico de algunas personalidades como: Javier Hernández y Edgar Chután, patrocinados por UNAM, México y algunos otros como Torres Moss. Pero al tratar de entender la historia, desde lo prehispánico, abordando los vestigios materiales, es un campo bastante limitado y la mayor preocupación estriba en que se está perdiendo toda la evidencia (por diversas causas, aunque pesa bastante este moderno concepto de “desarrollo”, que implica hacer más infraestructura y tirar lo viejo para construir lo nuevo). Al respecto, la misma actividad del registro arqueológico se constituye en referentes históricos, al menos del Siglo XX, que hoy en día denotan otra realidad. Las fichas de Shook, el paso de A. Ichon, y algunos otros que también deben de entenderse desde lo extranjero, puesto que allá afuera (en el extranjero) conocen y hay más información que la que tenemos aquí en Guatemala, Honduras y El Salvador.

Hay cosas sustanciales para el Clásico Tardío como las investigaciones en Copán y Quirigua, así como las recientes incursiones en Honduras por colegas arqueólogos (Río Amarillo). El Grupo Guatemalteco de Arte Rupestre, también ha hecho algunos registros con énfasis en Chiquimula (Sitio Arqueológico San Esteban) y las pinturas rupestres con fragmentos de cerámica y obsidiana en la superficie, entre San Jacinto y Quezaltepeque (Los Fierros del Duende, Aldea el Mojón, San Jacinto y Yerba Buena).

Girad (1944, 1959) propone la existencia de un asentamiento posclásico en Honduras denominado Copán Calel, que encajaría con el patrón posclásico de meseta alta rodeada de barrancos; pero no se tienen datos de excavaciones y materiales arqueológicos, eso sí, un levantamiento planimétrico desarrollado por John Longyear y Gustav Stromsvick de la Carnegie Institution en 1944. Paralelo a ello, las fuentes coloniales hablan de comunidades indígenas en las montañas como Nochan, con patrones de ocupación disperso. Todo ello, contrario a la ocupación de los valles al pie de montañas y a orilla de los ríos como sucede en el Clásico Tardío y posteriormente en las reducciones españolas (Camotán, Jocotan, Santa Elena, Quezaltepeque, entre otros).

Con algunas referencias de ocupaciones prehispánicas al momento de la colonia (Dary 1998: 37) y luego la existencia de muchos documentos coloniales que aluden tensas dinámicas sociales con comunidades indígenas en el área, donde subyacen ocupaciones antiguas; resulta necesario abordar este bagaje cultural que sustenta un pasado remoto, cuyos remanentes han desaparecido en los últimos años, alimentando la ignorancia y fomentando la falta de identidades, que generan sociedades contemporáneas proclives a la transculturalización, particularmente por las grandes migraciones sea a la ciudad capital o a los Estados Unidos, entre otros factores.

En el ejercicio práctico de la Arqueología, deben incluirse todos aquellos remanentes materiales del pasado, sean prehispánicos, coloniales, republicanos o del Siglo XX, que no necesariamente tienen que estar enterrados. Todos estos elementos tienen su valor cultural, y merecen prestarles atención, por pequeños que estos sean, por antiguos o no tan antiguos.

No obstante hay aspectos particulares que ameritan atenciones puntuales y que es necesaria su investigación, a manera de responder a preguntas igualmente puntuales y que traten de llenar lagunas en la historia de los pueblos. Dentro de estas están:

 

  • ¿Cuáles son las evidencias de ocupaciones en el posclásico en el sur del área ch’orti’? que expliquen el contacto con los españoles en el Siglo XVI?
  • Si hay un gran referente en el Clásico Tardío en el área (Copán), ¿Cuál es el nexo con el posclásico?

 

Definitivamente, hay cuestionamientos que siguen estando supeditados al problema Maya y que no se han podido responder después de muchos años de investigación. Y es precisamente este vacío entre periodos, específicamente entre el Clásico Tardío y el principio de la Colonia, que generan mucha incertidumbre. No obstante, es muy oportuno, tratar de compilar la información y hacer aproximaciones analíticas, que llenen también los vacios y desconocimientos históricos de estos pueblos.

 

Referentes coloniales tempranos

 

Además de las referencias de Fuentes y Guzmán, los aportes de Torres Moss en este periodo del Siglo XVI para la ocupación en la confluencia de Quezaltepeque son importantes, tales como:

 

“En 1535 era tierra de guerra y se encontraba medio alzada…” (Probanza de méritos y servicios del conquistador Diego Díaz. A1, Leg. 4674, Exp. 40160. (1996: 19-24)).

 

Tasación de tributos de 1549. Título de encomienda de don Sebastian Interiano, le asignaron en 1592 a Camotlán y Xocotlán (A1.39. Leg. 175. Fol 38. (Torres, 1996: 21).

El mismo autor, también refiere la fundación del pueblo de San Jacinto hacia finales del Siglo XVI con gente indígena de Quezaltepeque (A1. Leg.: 6002. Exp.: 52842) (1993):

 

“…sabido es que durante el Siglo XVI y XVII el número de tributarios definía la importancia de los pueblos. Con este mismo criterio se actuó al fijarse a cada pueblo del Corregimiento de Chiquimula de la Sierra, en 1589” (A1.39, Leg.: 1751, Fol. 3 v., AGCA) (Torres 1996: 22).

 

Es decir, desde el Siglo XVI, Chiquimula entera ya es definida como corregimiento, y su importancia, seguramente respondería a la cantidad de tributarios. Así mismo, el tema agrario de la época es elocuente, sirviendo como referentes de ocupación y dinámica sociocultural:

 

“…los alcaldes y demás indios del pueblo de San Francisco Quezaltepeque, en el Corregimiento de Chiquimula de la Sierra, decimos que teniendo de tiempo inmemorial a esta parte unas tierras que se llaman San Jacinto de Chiotapat, que además de haberlas poseído de algunos años a esta parte, las hemos poblado y puesto en ellas una Ermita llamada San Jacinto, y siempre hemos en ella sembrado nuestras milpas y sementeras (julio de 1610) (AGCA, Sig. A.1, Leg. 1557, Exp. 10201, Fol. 76) (Hernández y Chután 2004: 399).

 

En esta cita anterior, llama la atención el concepto: tiempo inmemorial; puesto que alude a un tiempo anterior a 1610, y para que sea inmemorial, definitivamente habrían de haber transcurrido una buena cantidad de años. Así mismo, alude a una comunidad indígena de Quezaltepeque, que va y conformaría (por obvias razones) otra comunidad. Entre otras referencias coloniales pueden citarse las siguientes:

 

“Algunos de los pueblos actuales del departamento de Chiquimula se erigieron durante la época colonial sobre asentamientos pre-hispánicos, tal es el caso probable de Camotán, que fue fundado por indígenas ch’orti’ emigrados de Tachaluya, cerca de Tejutla en El Salvador” (Galindo 1945; citado por Dary 1998).

 

“…tanto Jocotán, como San Juan Ermita y Camotán, fueron poblados prehispánicos y lo que Galindo llama erróneamente fundación fue, en rigor histórico, reducción, porque los indígenas de dichos pueblos como de casi todos los pueblos del cacicazgo de Copán; se dispersaron después de la conquista (…) motivo por el cual hubo necesidad de reducirlos para repoblar y asegurar el proceso de colonización” (Torres, 1993: 33).

 

En este referente, resulta interesante la necesidad de hacer reducciones muy puntuales de pueblos que aun hoy en día son pequeños y están bastante cerca unos de otros, a los que se podría agregar el caso del desaparecido Jupilingo, Santa Elena (ahora aldea) y otros. Pensando en un conglomerado social bastante nutrido, que debía tener un control pormenorizado.

Justamente en este aspecto, sobre las reducciones hay una referencia que alude concretamente a las encomiendas como punto de partida para el proceso colonial:

 

“Datos correspondientes al año de 1549 indican que para entonces existían en este espacio territorial las siguientes encomiendas: la de Chiquimula de la Sierra, de Lorenzo de Godoy y de los hijos menores de Hernando de Chávez; la de San Juan Camotán, de Hernán Pérez Peñate; las de Quezaltepeque, Chancoate (Ipala) y Xilotepeque, de Cristóbal Lobo; la de Yupelingo (Jupilingo), de Juan Aragón… “(Ramírez Vargas 1994:611-620).

 

Encomiendas estas de mediados del Siglo XVI, que dan la pauta con claridad para establecer la ocupación colonial bastante concreta y clara. Dando testimonio de la trascendencia e historia de estos pueblos. Por último es oportuna la referencia de Brent Metz:

 

“Durante la época colonial, el oriente era una zona relativamente dinámica en términos económicos, y los ch’orti’s servían como mano de obra barata. Fueron soldados contra los piratas, además de portadores, mineros, constructores de edificios y peones en los obrajes de añil, mientras que pagaban tributos e impuestos cuyos altos niveles no correspondían a una población que sufrió dos severas disminuciones debidos a las plagas…” (Metz s/f:03).

 

Es decir, se deja ver esta dinámica social impuesta en el Siglo XVI, que en detrimento de la comunidad ch’orti’, se debió constituir cada una de estas reducciones y a la postre pueblos o municipios con la sociedad indígena que ocupaba esta zona. Que a decir de estas mismas presiones y desigualdades, tal y como lo refieren las fuentes, se conforman otros poblados, a manera de buscar mayor autonomía, independencia y resistencia, siendo los casos coloniales referidos de Camotán y San Jacinto, más tardíamente y por otras causas Olopa y la Unión, Zacapa.

 

Sitios prehispánicos

 

Además de los sitios reportados como Los Moldes y Recibimiento, en el Departamento de Registro del Ministerio de Cultura, así como las fichas en el Departamento de Monumentos Prehispánicos, y los datos de la Unidad de Enlace RIC-IDAEH, donde incluye en su mayoría la ubicación de Lugares Sagrados localizados en Quezaltepeque; se reportó en este Simposio de Arqueología, el año pasado, otro sitio con evidencias arqueológicas en Las Peñitas. Así mismo, están los reportes de arte rupestre en la comunidad Yerba Buena y El Mojón del lado de San Jacinto colindante con Quezaltepeque.

Al observar que el informe de la Unidad de Enlace RIC-IDAEH, no incluyó el sitio Tutunico, a pesar de su disposición a orillas de la carretera a Esquipulas, a la altura del kilómetro 198 (Ruta Centroamericana 10), nos propusimos abordarlo e investigar sobre estos remanentes, localizando otras evidencias en sus inmediaciones (Fig. 1).

 

Sitio arqueológico Tutunico y sus inmediaciones

 

Según consta en las fichas del Departamento de Registro del Ministerio de Cultura, es un sitio reportado por Alain Ichon y Héctor Pinto en el año 1973.

Refiere que el sitio arqueológico denominado Tutunico se ubicaba a 200 m al Norte del puente Tutunico, contando con algunos montículos entre los cafetales, tanto al este como al oeste de la Carretera (Fig. 2).

En este sentido hay que considerar la construcción de la carretera en la década de 1960, puesto que sería una de las primeras etapas de destrucción para estos remanentes arqueológicos.

Acuerdo: “Esquipulas, 11 de octubre de 1968. El Presidente Constitucional de la República; …Considerando que la Municipalidad y vecinos han venido gestionando desde enero de 1963 que se eleve esta Villa a la categoría de ciudad… …la moderna carretera Río Hondo – Esquipulas – Frontera con Honduras inaugurada el día de hoy, fomentará sensiblemente el desarrollo económico de la región (Rodríguez Rouanet 1993).

Este dato histórico, supone que el registro de A. Ichon y Héctor Pinto en 1973, sobre un sitio arqueológico denominado Tutunico, que se encuentra a 200 m. al Norte del puente del mismo nombre, a orillas de la carretera, fue posterior a la recién construida carretera.

La ficha refiere que: “…los propietarios de este sector eran Pedro Ramírez al Este de la Carretera y Juan Baldelomar al Oeste de la misma. A su vez, indica que hay un montículo de 6 metros de alto en el lado Este, una plataforma limitada por cantos rodados. Muchos cerritos en las faldas y cúspide; y al lado Oeste 3 montículos más bajos en el cafetal.”

El croquis reportado por Ichon y Pinto (Fig. 2), deja ver al menos la disposición de cinco estructuras, identificando el montículo más alto del lado Este y las otras cuatro del lado Oeste, dentro de las que se incluye una estructura alargada.

En la actualidad, con las coordenadas: 14.623936 y 89.445211, del lado Este, el gran montículo sigue perteneciendo a descendientes de la familia de don Pedro Ramírez, mismos que lo han cuidado celosamente, soportando enormes críticas y ofertas económicas para arrasarlo con maquinaria (Fig. 3).

Del lado Oeste, la propiedad de don Juan Baldelomar, fue vendida a doña María Sagastume, quien lotificara toda el área, y mediante conversaciones con vecinos, se indica que en uno de los lotes el bordo fue arrasado con maquinaria. Por aparte, el antiguo camino que conducía a Concepción Las Minas, fue invadido y ocupado.

En todos estos procesos de lotificación, hay implicaciones políticas, porque tienen que ver con concesiones o licencias municipales. En este caso, se refiere la participación del ex vicealcalde Neftali Guerra.

Prácticamente de lo reportado por Ichon y Pinto en los 70, solo quedan tres montículos, el más grande en altura y volumetría siempre al lado Este de la carretera. La plataforma alargada (Fig. 4) y un pequeño montículo al Oeste de la carretera.

Al hacer varias visitas y observar los diversos materiales en superficie (fragmentos de cerámica, obsidiana y lítica), se puede decir que estos asentamientos se disponían sobre amplias plataformas niveladas que se retiraban por más de cien metros del río Tutunico, previendo los desbordamientos y cambios de cauce constantes.

 

Entrada a El Pedregalito

 

Ahora bien, el lugar que utilizó como campamento la empresa extranjera que hizo la carretera en los años 60 y que se inaugurara en 1968, debió tener montículos o algún remanente arqueológico, puesto que al recorrer el área, se observan fragmentos de cerámica y obsidiana; donde seguramente la misma carretera destruiría parte de estas evidencias (Fig. 5).

Hoy en día, existe una gasolinera que se dispone a 270 metros al Sur del puente Tutunico, y es la entrada a la comunidad denominada El Pedregalito, habiéndose lotificado este sector, en la superficie, a orillas de la carretera (coordenadas: 14.619372 y 89.446430), se encuentran fragmentos de cerámica y obsidiana, dentro de las cuales se observan evidencias de cerámica policroma con los colores rojo, negro y crema, similar a la tipo Chinautla del Posclásico. La obsidiana es de Ixtepeque (Comunicación personal, Marlen Garnica y Edgar Carpio, Abril, 2015).

Justamente la visita a este lugar, se debió al reporte de un albañil (Dimas Marcos) donde al hacer los cimientos de una casa de la lotificación, se hallaron un núcleo de obsidiana de 0.15 m de alto y una base de 0.075 m. Situación que motivaría la inspección del área. Observando la abundancia de material arqueológico disperso en superficie.

 

El Llano

 

En la visita a unos amigos que viven en la comunidad de El Llano, y preguntarles sobre la posibilidad de ayudarnos con los levantamientos arqueológicos, nos habríamos dado la sorpresa de la existencia de otro grupo de estructuras, que también se disponían muy cerca del río Tutunico, con las coordenadas: 14.624661 y 89.441448; dispuestas en terrenos de doña Concepción y don Carlos Humberto Landaverry Guerra, personajes con más de ochenta años de edad y que los habían recibido por herencia de su padre.

Nos percatamos que la disposición de las estructuras, está dada sobre una especie de plataformas niveladas que se retiran de la orilla del río a más de cien metros (Fig. 5). Similar a la disposición de las estructuras del sitio Tutunico, reportadas por Ichon y Pinto. Una característica estratégicamente muy acertada, debido a los cambios constantes del cauce del río, que suponen desbordamientos e inundaciones. Formando muchas playas y áreas cultivables en cada verano.

Por lo observado brevemente, este grupo consta de tres estructuras, una alargada que se dispone en el lado Este, rumbo al río, con paisajes impresionantes donde destaca uno de los cerros del lugar. En superficie, se observan fragmentos de cerámica, lítica y obsidiana, dispuestos en un área nivelada de 300 metros cuadrados aproximadamente.

En línea recta, paralelo al ingreso asfaltado por El Llano a Quezaltepeque, el grupo arqueológico se dispone a unos 400 metros del sitio Tutunico, reportado por Ichon y Pinto.

Hace algún tiempo, estos terrenos eran cultivados con café. Hoy en día, observamos establos para ganado, algunos sembradíos de maíz y penosamente, el inicio de la construcción de un nuevo cementerio, además de reconocer el crecimiento urbano del municipio hacia esta zona, lo que implica de nuevo: tala de árboles, uso de maquinaria pesada y pavimentaciones.

 

Materiales arqueológicos

 

En función de los materiales observados en superficie, de estás pequeñas áreas arqueológicas que confluyen en el río Tutunico, a inmediaciones de la Aldea El Llano y el kilómetro 198 de la ruta Centro Americana 10, rumbo a Esquipulas, puede decirse lo siguiente.

 

Obsidiana

 

Respecto al grupo arqueológico El Llano, se observan artefactos donde predominan lascas simples, algunos materiales bipolares, desechos de talla, pequeñas trozas irregulares y charnelas con filos romos. Así mismo, eventualmente se observan fragmentos de núcleos agotados que eran utilizados para sacar lascas.

También se debe decir que se observan lascas, núcleos bipolares, fragmentos de corteza y fragmentos de navajas irregulares. En el caso de las lascas, algunas presentan huellas de uso.

Fundamentalmente la muestra tiene como fuente de origen a Ixtepeque, que por su contexto y cercanías es lo más práctico y accesible; aunque es de considerar que para el Clásico Tardío hay una marcada tendencia donde los materiales de Ixtepeque se extienden al Este, sin incursionar al Oeste de este yacimiento (E. Carpio, comunicación personal, 2015).

Para el caso del sitio Tutunico, que fuera reportado por Ichon y Pinto, se observan lascas con huellas de uso, algunos desechos de talla, fragmentos de navajas prismáticas, trozas irregulares y material bipolar.

Para el caso del área de la entrada a la comunidad El Pedregalito, más o menos se observan los mismos materiales, donde habría que incluir el hallazgo del núcleo en el zanjeado de cimientos para una vivienda. Dicho núcleo exponía 0.15 m. de alto y 0.10 m. de diámetro en su base.

Al parecer hay un claro dominio de lascas que permite reconocer explícitamente el acceso a nódulos y por consiguiente, debió haber un trabajo de lasqueado considerable, proyectando áreas de trabajo o de actividad doméstica. Aunque debe considerarse, que son evidencias en superficie, mismas que han estado sometidas a depredación, erosión, incendios, agua, sol y demás contextos. No así materiales recuperados en excavaciones controladas, con contextos primarios.

 

Cerámica

 

Respecto a la cerámica, creemos que es necesario recuperar muestras consistentes y analizarlas detenidamente. Por de pronto, en superficie, se observan bordes de comal semejantes a los del periodo Posclásico. Fragmentos de cuencos polícromos como variantes del Chinautla, que presentan engobe crema con decoraciones en rojo y negro, algunas líneas horizontales y otras onduladas.

También hay fragmentos micáceos con textura jabonosa. Fragmentos de cuencos de base plana y pared recto-divergente, no tan profunda, de labios redondeados con depresión en medio. Con engobe naranja, de fácil desprendimiento.

Así mismo, hay fragmentos de cuencos finos con engobe naranja. Hay fragmentos de cerámica fina con engobe rojo. Fragmentos de cuencos de engobe naranja. Fragmentos de ollas con engobe crema. Fragmentos tipo sartenes con engobes café/rojizo y fragmentos de comales de engobe naranja.

 

Consideraciones finales

 

La disposición del sitio Tutunico y los hallazgos a inmediaciones del río del mismo nombre, tanto en El Llano, como en la Entrada al Pedregalito, hacen considerar una ocupación prehispánica consistente. A la que deberá sumársele la disposición del poblado, prácticamente al pie de montaña y considerar las evidencias de estructuras en los cerros como fuera el caso de Las Peñitas. Además de la consistente documentación colonial respecto de la comunidad indígena, que en síntesis, explican la diversidad de expresiones culturales dignas de estudios antropológicos, sumado a la consideración y multiplicidad de Lugares Sagrados.

Así como estos remanentes, por pequeños que sean, permiten imaginar cómo se debieron de disponer estos grupos de estructuras arqueológicas en este pequeño valle inmerso en las montañas en la confluencia del Río La Conquista y el Río Tutunico, que más adelante, son afluentes del río Grande, confluyendo este último en el río Motagua.

Los nombres de las comunidades como: Llano Grande, Llano Galán, Llano arriba, Llano abajo; dejan ver la importancia que tiene este espacio considerado como valle o Llano, en función a la diversidad de montañas en este sector. Además de la importancia actual, es elocuente la importancia prehispánica. Desde luego, implica el manejo geográfico y ecológico, en tanto se consideran los recursos hídricos y la capacidad de fertilizar la tierra en este sector. Tal y como se constata en estos años, cuando hay temporadas de sequía, estas comunidades campesinas, la mayoría de descendencia indígena que vive en los cerros y montañas pasan grandes penas, sobre todo por la pérdida de cosechas y la profunda escasez de agua.

Estos remanentes arqueológicos son consistentes y valdría la pena promover su urgente conservación, impidiendo que se sigan destruyendo por distintas razones y causas. Y que a la postre el municipio no cuente con evidencia de ocupaciones prehispánicas, y no tenga la capacidad de memoria para comprenderse y explicarse.

En estos casos, que refieren la depredación y destrucción de remanentes arqueológicos, irónicamente lo que implica “desarrollo”, se puede convertir en destrucción. Tal es el hecho de hacer carreteras y urbanizaciones. A partir de la búsqueda de estos referentes prehispánicos, se pudieron esbozar dos hechos históricos. Uno es que la antigua carretera hecha por Ubico, disponiendo de puentes con arcos de medio punto de mampostería de ladrillo y piedra para llegar a Esquipulas, misma que seguramente implicó la mano de obra y recursos indígenas, fue sustituida por la carretera asfaltada con puentes de concreto armado inaugurada en 1968. En este sentido, es oportuno considerar el reporte de un censo para 1955, donde la comunidad indígena alcanzaba el 81% de la población de Quezaltepeque (Gall 1980: 37-40).

Los mismos conceptos en el diseño de las vías de comunicación han cambiado, puesto que antes implicaba entrar a cada pueblo o comunidad y hacer una especie de estaciones o paradas; ahora se dejan a un lado. Con Ubico implicaba pasar a Quezaltepeque y visitar su Iglesia, luego subir por la cumbre de Chiramay, descender hasta la Piedra de Los Compadres y llegar al valle de Esquipulas. Ahora se pasa a un lado. A su vez, tenemos la impresión que para ir a Concepción Las Minas se salía por El Llano y se tomaba la ruta antigua, hoy en día clausurada e invadida.

También es oportuno considerar que el valle de Esquipulas es mucho más grande que el de Quezaltepeque, pero la expansión urbana también ha sido mucho más grande, y varios sitios arqueológicos reportados, han desaparecido. Lo curioso, es que desde la perspectiva colonial, Quezaltepeque tiene antecedentes más tempranos y de mayor jerarquía que Esquipulas. Hoy en día es al revés, pero no está demás poder localizar e investigar remanentes prehispánicos en esta región contigua, también rodeada de montañas, que aluden a la parte más alta de Chiquimula.

 

Agradecimientos

 

Por su paciencia y tiempo, agradecemos a Feliciano Lázaro y Alfonso Javiel, Familia Landaverry Torres, Raúl Hernández y Dimas Marcos.

A su vez, dedicamos este artículo a la arqueóloga Zoila Rodríguez, por compartir sus conocimientos, su amistad y muchas otras cualidades, que nos alentaron a hacer Arqueología, particularmente la colonial o histórica. Mujer pionera que se atrevió a incursionar en una profesión desconocida para Guatemala y luego también se atrevió a abordar una temática que no se solía abordar… Hasta siempre…

 

Referencias

 

Dary, Claudia; Sílvel Elías y Violeta Reina

1998   Estrategias de sobrevivencia campesina en ecosistemas frágiles, los ch’orti’ en las laderas secas del oriente de Guatemala. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Guatemala) – Real Gobierno de los Países Bajos. Editorial Serviprensa. C. A. Guatemala.

 

Gall, Francis (compilador).

1980   Diccionario geográfico de Guatemala. Tomo III. Instituto Geográfico Nacional. Tipografía Nacional. Guatemala. Pp. 37-40.

 

Girard, Rafael

1944   Descubrimiento de un importante sitio histórico. En: Anales de la Sociedad de Geografía e Historia. Año XIX, Tomo XIX. Junio de 1944. Pp. 279 – 284. Guatemala.

1959   El colapso Maya y los Nahuas. Ponencia. VIII Asamblea de Mesa Redonda, Sociedad Mexicana de Antropología. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Chiapas, México.

 

Hernández, Joel y Edgar Chután

2004   Esta tierra es nuestra. Compendio de fuentes históricas sobre denuncias, medidas y remedidas, composiciones, titulaciones, usurpaciones, desmembraciones, litigios, transacciones y remates de tierra (Años 1610 – 1946) Departamento de Chiquimula. Tomo IV. Horizont 3000 (Organización Austriaca para el desarrollo) y Proyecto Ch’orti’, Parroquia Santiago Jocotán. Guatemala.

 

Metz, Brent

s.f.        De la cosmovisión a la herencia: la Mayanización y las bases cambiantes de la Etnia en el área ch’orti’. Informe de Investigación. Agencia Española de Cooperación Internacional.   Biblioteca y Centro de Documentación: Mayanización y vida cotidiana. FLACSO Guatemala, Oxfam y CIRMA.

 

Ramírez Vargas, Margarita

1994   El Corregimiento de Chiquimula de la Sierra, en Historia General de Guatemala. Tomo II. Pp. 611-620. Sociedad Económica de Amigos de País. Guatemala.

 

Rodríguez Rouanet, Francisco

1993   Chiquimula y Esquipulas. Banco Granai & Townson. Litogres. Colección Monografías de Guatemala. Número 6. Guatemala.

 

Torres Moss, José Clodoveo

1993   Fundación del pueblo de San Jacinto (Departamento de Chiquimula). No. 6. Manuscrito. Biblioteca Central, Universidad Mariano Gálvez. Guatemala.

1996 Apuntes para la historia de Jocotán. Editorial Cultura. Colección Obra Varia No. 11. Serie: Monografías No.2. Ministerio de Cultura y Deportes. Guatemala.

Fig. 1: Planta de ubicación con áreas de evidencia arqueológica en la confluencia del río Tutunico y la Aldea El Llano 2015.

Fig. 2: Croquis del sitio arqueológico Tutunico (Tomado de Alan Ichon y Héctor Pinto, 1973).

Fig. 3: Elevación eje Norte – Sur, montículo Este, sitio arqueológico Tutunico (Realizado por Jorge Cáceres, 2015).

Fig. 4: Perfil transversal estructura alargada, sitio arqueológico Tutunico (Realizado por Jorge Cáceres, 2015).

Fig. 5: Croquis de las tres áreas arqueológicas en la confluencia del río Tutunico, Aldea El Llano, Quezaltepeque, Chiquimula (Realizado por Jorge Cáceres, 2015).