36. De vuelta a los asentamientos prehispánicos: analizando el contexto del Entierro 1 de Pompeya, Ciudad Vieja, Sacatepéquez

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De vuelta a los asentamientos prehispánicos: analizando el contexto del Entierro 1 de Pompeya, Ciudad Vieja, Sacatepéquez

Para el periodo Clásico Tardío, Pompeya (Fig.1) era un asentamiento que mantenía interacciones con otros sitios vecinos del altiplano y la costa pacífica de Guatemala a juzgar por la evidencia cerámica encontrada en el sitio. (Garrido 2011; Garrido et al. 2012). Estaba compuesto por diferentes plataformas naturales levemente modificadas y algunas estructuras de tierra que únicamente presentaban piedras irregulares en sus extremos como una mera forma de darle sostén a sus edificaciones. Algunas otras, como la Estructura 5 (Fig.2) fue edificada con tierra y piedra labrada, tenía un talud, una escalinata para acceder a la misma y finalmente un enorme empedrado de al menos 25m de longitud que desde la plataforma D conducía hacia la plataforma E en donde se encontraba la referida Estructura 5. Al igual que el resto de plataformas que componen Pompeya, esta área fue sujeto de estudio en 2010 cuando se realizó un proyecto de rescate previo a la construcción de un condominio; esta área quedó resguardada a través de un polígono para que no sufriera ningún tipo de destrucción en el futuro. Fue durante la investigación de Pompeya que se encontró en la Estructura 8, un contexto funerario en su cima y que fue nombrado como Entierro 1 del sitio (Fig.3).

Antes de adentrarse en dicho contexto, es necesario hacer una breve reseña. Pompeya (Shook 1950), consistía en una serie de plataformas naturales, algunas modificadas; fue visitado por el Dr., Edwin Shook en la década de 1950 y es Shook quien refiere que Pompeya estaba ubicado en el extremo meridional del Valle de la Antigua Guatemala, en las faldas del Volcán de Agua (Shook 1952). Las terrazas eran siete y conforme la nomenclatura del Dr. Shook, fueron nombradas como Terraza A hasta la G, siendo A y B, terrazas naturales sin evidencia prehispánica. En el resto de terrazas se determinó que las mismas habían sido modificadas con el propósito de ser ocupadas, aunque probablemente no como áreas habitacionales sino como áreas ceremoniales, a juzgar por elementos como los hallados en la Estructura 5 en la cual el largo empedrado permite suponer algún tipo de peregrinación que iba desde lo más bajo de las plataformas hasta lo más alto, allá donde la vista de las lengüetas de Pompeya se observaban en conjunto con los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango (Garrido 2011; Garrido et al. 2012).

Es claro que aunque el terreno en donde actualmente se encuentra Pompeya ha sufrido modificaciones a lo largo del tiempo, el paisaje debió ser muy similar, pues es una parte alta compuesta de lengüetas que a sus extremos presentan quebradas de tierra que según refieren los pobladores de Ciudad Vieja, en época de invierno arrastran correntadas de arena y material de áreas más elevadas. No hay abundantes evidencias al respecto, más que tiestos revueltos cronológicamente, sin embargo, al jugar con la imaginación podría recordarse que en 2010 cuando la Tormenta Agatha azotó el país, parte de las correntadas que venían desde el volcán bajaron por estas quebradas y grandes piedras empujadas por el agua fueron a parar a Ciudad Vieja y parte de San Pedro Las Huertas. De poner esto en perspectiva y sugerir además que este fenómeno haya sido recurrente, el paisaje en época prehispánica debió ser impresionante, si a eso se le suma una fuerte cantidad de gente accediendo por el empedrado, el resultado sería una ceremonia por demás interesante.

 

El Entierro de 1 de Pompeya

 

Durante las investigaciones realizadas en 2010, se excavaron varias trincheras para definir rasgos importantes de Pompeya con el propósito de definir estructuras o bien alineaciones de las edificaciones del sitio; en una de las excavaciones (PARP 1A-55-2) fue posible encontrar un contexto funerario, Entierro 1 (Fig.4), que expuso los restos de un individuo adulto probablemente de sexo masculino y de una edad oscilante entre los 35 a 60 años; a este individuo se le había enterrado conjuntamente con siete vasijas u ofrendas y se le había colocado flexionado directamente sobre la tierra. Fue de notoria atención que dentro de dos vasijas se resguardaban los restos de dos infantes; del primero de ellos únicamente se encontró el cráneo totalmente fragmentado, además de piezas dentales, mientras el segundo infante fue encontrado dentro de una urna con tapadera, ambas del tipo Amatle, del Clásico Tardío. Además de estas vasijas se encontraron otras fragmentadas. Lastimosamente el contexto se encontró relativamente perturbado debido a la presencia de roedores, así como por la tierra removida por la acción de la siembra. Sin embargo, el Entierro 1 permitió conocer un poco más de la estratigrafía del sitio e igualmente tener pautas trascendentales para el establecimiento de una cronología más certera en base a las vasijas recuperadas.

Como era de esperarse, los restos óseos de aquel individuo depositado en el contexto funerario se encontraron erosionados y destruidos, pues es normal dado que estaban depositados directamente en la tierra y las condiciones climáticas pudieron afectarlo a lo largo de los años; sin embargo la vasija 4 de este entierro, que en su interior resguardaba al infante, llamó particularmente la atención y es en realidad en donde se centra este documento.

 

El infante dentro de la vasija 4 del Entierro 1 de Pompeya

 

Habiendo hecho una descripción muy breve del Entierro 1, es necesario hacer una reseña de la vasija 4 (Fig.5), esta fue colocada en conjunto con seis vasijas parciales más (solamente dos de ellas no estaban fragmentadas) que formaban parte del contexto funerario del referido entierro. Debe indicarse que cuando se encontró esta vasija, su tapadera estaba justo sobre ella, y pese a que estaba quebrada aun así se había mantenido a través del tiempo en su colocación original; se había filtrado tierra es cierto, pero igualmente se había conservado el contexto interno de la pieza. Después de documentarla se retiró la tapadera de la misma y se observó una gran cantidad de tierra adentro, igualmente se observaron algunos restos óseos en posición anatómica de un infante. Se encontraba flexionado en sus rodillas y con su cabeza entre sus fémures. Sobre su cabeza se encontró una pieza dental probablemente de un jaguar o un felino similar, así como una pequeña lasca de obsidiana que se encontraba entre sus vértebras cervicales. Fue este contexto interno lo que llevó a los investigadores a suponer que probablemente la obsidiana había dado muerte al individuo y que posterior a eso, aun cuando recién había fallecido, había sido colocado dentro de la vasija. Desde el año 2011 se presentaron en este Simposio las características más relevantes de la investigación practicada y se han intentado esfuerzos por saber más de este contexto primario, se han tomado rayos X y se ha intentado indagar más acerca de este pequeño individuo. En 2015 con la colaboración del Lic. Isaac Barrientos, se ha podido acercar más y determinar algunas consideraciones interesantes que se desean exponer. Es muy difícil indagar quien era el infante que se encontró dentro de la vasija y determinar exactamente su relación con el individuo del Entierro 1 es también complicado, se necesitan análisis detallados y se necesitaría extraer al infante de la vasija; sin embargo, aun así pueden inferirse algunas consideraciones pertinentes, en principio, es muy probable indicar que el individuo dentro de la urna haya sido colocado recostado en una de las paredes, y que por los efectos naturales de la descomposición del cadáver, éste fue cediendo e híper flexionándose hacia dentro, lo cual explicaría el hecho de encontrar su cráneo recostado en sus fémures. Este fenómeno es conocido como efecto de pared y lo que provoca como se ha mencionado, es que el cuerpo al ser recostado en la pared de la vasija, prácticamente descansa en ella, pero cuando las articulaciones lábiles desaparecen los huesos empiezan a ceder y caen finalmente; en esta urna que es una sepultura primaria y al mismo tiempo una ofrenda del Entierro 1, le favoreció sin lugar a dudas que la vasija se fragmentara por el peso de la tierra durante años y que cada gramo de tierra que se internara en ella ocupara el espacio vacío de las articulaciones lábiles cuando desaparecieron, lo cual benefició al esqueleto para que la misma tierra lo estabilizara y permitiera que su posición anatómica fuera conservada. Es decir pues, que la disposición final del individuo respecto de su disposición original fue modificándose por esta dislocación anatómica in situ. Para explicarlo más concretamente, Anabel Ortiz refiere que “las características ambientales, así como los agentes físicos y químicos específicos de cada medio comportan la intervención de algunos factores tafonómicos y diagenéticos sobre los conjuntos de restos humanos. Estos se encuentran directamente relacionados con el estado de preservación de los huesos, cambiando su aspecto, estructura y en algunas ocasiones incluso generando la imposibilidad de la observación para su estudio, pero también influyen en el conjunto de la sepultura, modificando el gesto original de depositación. Una vez que el lugar en el que se produjo la acción fue abandonado, los elementos materiales residuales se vieron sometidos a fuerzas de naturaleza bio-geológica y/o acciones sociales que no tenían ninguna relación con la acción original…”

Otra de las conclusiones respecto de esta sepultura primaria, incide directamente en los rasgos que son posibles observar como las suturas del cráneo, sus fémures, costillas, así como sus vértebras cervicales y dorsales, sin embargo, son sus piezas dentales las que atraen la atención, pues en palabras del osteólogo Isaac Barrientos se permite sugerir que el individuo tenía una edad entre los 5 y 9 años, aunque dicha afirmación tendría que ser a partir de una radiografía que permitiese determinar estadios de calcificación de la formación de los órganos dentales y que además contribuyese a determinar qué dientes brotaron y el desarrollo de cada uno. Lastimosamente para realizar este estudio sería necesario practicar una serie de Rayos X para lo cual habría que extraer al infante de la urna, lo que destruiría su contexto; a finales del año 2014, los autores de esta ponencia practicaron un examen de rayos X a la urna, gracias a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, sin embargo el resultado no fue del todo positivo, debido a que, por el grosor de la vasija y la tierra en su interior, no se lograron observar rasgos que permitieran indagar más acerca de este infante.

Respecto de la obsidiana, se debe indicar que en 2010 al concluir la investigación se enfatizó en el hecho de que probablemente esta lasca había sido la herramienta con que habían sacrificado a este infante, sin embargo gracias a las observaciones de Barrientos, es prudente indicar que la única forma de saberlo sería encontrando evidencia de cortes en los huesos, aunque igualmente debiera considerarse que la obsidiana no haya tocado ningún hueso y solamente hubiese sido una herramienta que desangró al pequeño minutos antes de ser colocado dentro de la urna.

Más estudios serán necesarios, pero también más consideraciones, lastimosamente para indagar más probablemente habría que excavar el infante, lo cual llevaría a perder el contexto de su sepultura primaria, y que siendo egoístas como investigadores, es un hallazgo más que interesante.

 

Consideraciones finales

 

A modo de conclusión, debe decirse que Pompeya es un sitio investigado a pincelazos, siempre será necesaria más investigación, sin embargo lo poco que se ha podido indagar ha permitido ir conociendo aspectos interesantes de este sitio. En principio se sabe que tuvo una ocupación asociada al Clásico Temprano al Clásico y que mantuvo interacciones con sitios del altiplano, como de la costa, lo cual fue posible constatar gracias a la evidencia cerámica encontrada en 2010 (PARP encontró en sus excavaciones abundantes tiestos de los tipos Amatle, Chirijuyú, así como Esperanza Flesh, entre otros).

Respecto al hallazgo del Entierro 1, este fue encontrado en la planicie de una de las plataformas modificadas, específicamente en la Estructura 8 y permitió conocer más acerca del sitio; el entierro evidenció ser probablemente de algún personaje importante, pues fue enterrado en conjunto con otras vasijas que lo rodeaban. En el caso del cráneo encontrado dentro de una vasija incompleta, es poco lo que puede decirse por el mal estado de conservación que mostró, sin embargo fue la urna del infante la que captó la atención pues, aunque es una práctica común en el Área Maya siempre será interesante el hecho de encontrar en posición anatómica, el esqueleto de una persona que falleció hace cientos de años, sobre todo cuando se trata de un infante. Como se ha dicho, esta práctica es relativamente común y se han encontrado ejemplos que van desde el altiplano hasta las Tierras Bajas Mayas; sin duda alguna encontrar una sepultura primaria dentro de un contexto funerario siempre provocará preguntas de toda índole, desde las biológicas, de quién era, cómo era, hasta las típicas preguntas arqueológicas: por qué lo sacrificaron, ¿era parte de la ofrenda funeraria? ¿O era una sepultura como tal y debe ser tratada como un entierro aparte? En ese sentido refiere Juan Manuel Palomo que la sepultura primaria o contexto primario “es el primer lugar donde un cadáver es depositado. En otras palabras se da cuando un cadáver aún contiene carne o tendones en los huesos y es sepultado poco tiempo después de su muerte” . Palomo sintetiza, pueden haber dos formas de colocación primaria en un esqueleto humano: articulado y desarticulado. El esqueleto articulado en contexto primario sucede cuando los restos óseos de un cuerpo presentan todos los huesos articulados y en ubicación anatómica. Si los huesos fueron movidos por procesos naturales (por ejemplo, ratones en la sepultura, o por disturbios posteriores) también se clasifica como primario y articulado. En ese sentido es claro que el infante dentro de la vasija, cumple con dichas premisas respecto de la articulación notoria del esqueleto y como se ha mencionado antes, de la hiperflexión producida por la descomposición del cuerpo dentro de la urna, es decir, cuando la desaparición de tejidos y tendones hicieron que el cuerpo y el efecto de pared incidieran en la disposición final del individuo.

De manera interesante relata la arqueóloga María Belén Méndez Bauer (Méndez et al. 2012) la aparición de infantes en entierros similares en un área habitacional de Pompeya, muy cerca de las terrazas referidas en este documento, estos entierros presentaron las mismas características de ser depositados directamente en la tierra y con el mismo patrón de colocar infantes dentro de vasijas; el caso que narra Méndez se trata de un entierro múltiple en el cual se documentó la presencia de siete individuos en una plataforma funeraria en donde muy cerca de ella, se encontró un cántaro de grandes dimensiones que tenía en su interior el cráneo de un infante de aproximadamente 4 años junto a un cuenco (Méndez et al. 2012). Este contexto referido por Méndez incide directamente en inferir que era una práctica usual en Pompeya y que por tanto el hecho de encontrar más infantes dentro del sitio respondería a una tradición funeraria. Como bien lo indica la evidencia arqueológica, esto al parecer es una práctica muy común y que igualmente ha sido referida en sitios más lejanos como Ujuxte, en Retalhuleu, entre otros (Arredondo 1999 citado por Méndez); igualmente se han reportado casos de sitios más lejanos incluyendo las Tierras Bajas, como El Zotz, en donde se encontraron restos de niños como el caso particular del Entierro 15, que estaba dentro de vasijas ‘labio a labio’ y que formaban parte de una ofrenda (Román y Newman 2011; Gutiérrez et al. 2012) o bien vasijas que mostraban restos de infantes expuestos al fuego (Scherer y Garret 2011). También se han reportado en áreas más lejanas como en sitios de Campeche, en donde los entierros de infantes dentro de vasijas también fueron una práctica relativamente usual (Ortega et al. 2010). Sin embargo, aunque la relación es escalofriante, la similitud en que sean niños los enterrados sugiere un sacrificio, en tanto que el infante de la vasija 4 del Entierro 1 de Pompeya pareciera ser más complejo.

En este punto de la ponencia, como bien se habrá podido dar cuenta el lector/observador, las interpretaciones que se proporcionan son muy preliminares, en principio porque es sumamente complicado descifrar el contexto de un individuo sin extraerlo de la vasija en la cual ha sido depositado y cuya morada ha habitado por cientos de años, y consecuentemente, porque extraerlo sería también destruir el contexto de esa sepultura primaria que muestra afiliación directa al Entierro 1 de Pompeya. En un futuro próximo podrían igualmente realizarse estudios más específicos a la pieza, probablemente una especie de Rayos X más potente para poder revelar detalles que aporten mejores datos a la investigación. Mientras tanto, se plantea a usted como observador e investigador, una pregunta razonable, qué debiera hacer el arqueólogo para continuar con las investigaciones, recuperar el entierro y destruir el contexto o bien o finiquitar con lo poco o mucho que se sepa del entierro y preservarlo tal y como está.

Ya para concluir, se citan unas letras interesantes de Albertina Ortega y Jorge Cervantes, “dentro de la cosmovisión Maya la muerte no fue entendida como un fenómeno biológico sinónimo de la aniquilación total inherente a todos los seres vivos, sino como un cambio de estado, como una vivencia distinta a la que trascurre entre el nacimiento y el deceso…” (Ortega et al. 2010).

 

Agradecimientos

 

Se pretende dar un agradecimiento especial al Licenciado Isaac Barrientos por sus observaciones respecto del infante dentro de la vasija 4 del Entierro 1 de Pompeya, igualmente a la Lic. Claudia Rivera y Jose Samuel Suasnavar, de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala por permitir realizar los Rayos X en su laboratorio; por último no podría faltar el agradecimiento especial al técnico en radiología Yarol León Saravia (QEPD) por su voluntad y su persistencia al tratar de definir lo más que se pudiera los restos óseos del infante en aquel aparato de Rayos X. Lastimosamente la desmedida inseguridad que vive nuestro país, terminó con su vida a finales del año 2014, a él dedicamos esta modesta ponencia con mucho aprecio.

 

 

Referencias

 

Barrientos, Isaac

2015   Comunicación personal.

 

Garrido, Jose Luis

2011   Proyecto Arqueológico de Rescate Pompeya (PARP). Informe final. Presentado a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural de Guatemala.

 

Garrido López, José Luis; Rony Piedrasanta, Yeny Gutiérrez, Marielos López y Rafael Cambranes

2012   Investigaciones recientes en el sitio arqueológico Pompeya: Un sitio en el valle de Antigua Guatemala durante el Clásico Tardío. En XXV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2011 (editado por B. Arroyo, L. Paiz, y H. Mejía), pp. 502-509. Ministerio de Cultura y Deportes, Instituto de Antropología e Historia y Asociación Tikal, Guatemala (versión digital).

 

Gutiérrez, Yeny; Edwin Román y Alyce de Carteret

2012   Excavaciones en el Grupo El Diablo (Operación 19), Capítulo 1. En Proyecto Arqueológico El Zotz, Informe No. 7, Temporada 2012. Informe entregado a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural de Guatemala. Garrido López, José Luis, Thomas Garrison, Edwin Román y Stephen D. Houston (eds.). Guatemala, Fundación Patrimonio Cultural y Natural Maya, Universidad de San Carlos. EU: Universidad de Brown, Universidad de Southern California, Universidad de Texas. pp. 17-45.

 

Méndez, María Belén; Byron Hernández y Karla Cardona

2012   Rodeando el volcán: Evidencias de intercambio cultural en Pompeya, San Miguel Escobar, Ciudad Vieja, Sacatepéquez. En XXV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2011 (editado por B. Arroyo, L. Paiz, y H. Mejía), pp. 150-159. Ministerio de Cultura y Deportes, Instituto de Antropología e Historia y Asociación Tikal, Guatemala (versión digital).

 

Ortega Palma, Albertina y Jorge Cervantes Martínez.

2010   Cuerpos inhumados en vasijas del Estado de Campeche. En Estudios de Cultura Maya (online). Vol. 36.

 

Román, Edwin, y Sarah Newman

2011   Excavaciones en el Grupo El Diablo (Operación 5). En Proyecto Arqueológico “El Zotz”: Informe No. 5, Temporada 2010, Informe entregado a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural de Guatemala. Garrido López, Jose Luis, Stephen D. Houston, y Edwin Román, eds. pp. 117-162.

 

Scherer, Andrew y Chelsea Garret

2011   Osteología de El Zotz, Temporada de Campo 2010. En Proyecto Arqueológico “El Zotz” Informe No. 5 Temporada 2010 (editado por Jose Luis Garrido, Stephen Houston y Edwin Román). Universidad de Brown, Rhode Island, Estados Unidos. Informe entregado al Instituto de Antropología e Historia de Guatemala.

 

Shook, Edwin

1950   Ficha 1279. Archivo Edwin M. Shook. Departamento de Arqueología. Universidad del Valle de Guatemala.

1952             Lugares arqueológicos del altiplano Central Meridional de Guatemala. Antropología e Historia de Guatemala. Publicación de Instituto de Antropología e Historia de Guatemala (Volumen 4. No. 2, Junio de 1952). Ministerio de Educación de Guatemala.

 

Fig. 1: Sitio arqueológico Pompeya (Tomado de Archivo Edwin Shook. UVG).

Fig. 2: Estructura 5 de Pompeya (Fotografía PARP 2010).

Fig. 3: Entierro 1 de Pompeya (PARP 2010).

Fig. 4: Vasija 4 de Entierro 1 de Pompeya (PARP 2010).

Fig. 5: Infante dentro de la vasija 4, Entierro 1 de Pompeya (PARP 2010).