06. MATERIALES ALÓCTONOS EN LA REGIÓN DE ICHKAANTIJOO, EVIDENCIAS DE CONTACTOS CULTURALES, POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y RELIGIOSOS Iliana Ancona Aragón Claudia Góngora Aguilar Luis R. Pantoja Díaz

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Materiales alóctonos en la región de Ichkaantijoo, evidencias de contactos culturales, políticos, económicos y religiosos
Introducción

El municipio de Mérida, donde se encuentra la capital del estado mexicano de Yucatán, está en las Tierras Bajas Mayas del norte, correspondiente a la región conocida como Ichkaantijoo en la época prehispánica. La investigación arqueológica realizada en esta región histórica, abarca las cercanías de la actual ciudad de Mérida, lleva ya varias décadas, pero es en esta última cuando se ha incrementado, principalmente en la modalidad de salvamentos arqueológicos a consecuencia del desarrollo urbano.

Esta investigación ha permitido la recuperación de una cantidad extraordinaria de información que ha hecho posible no solo modificar esquemas cronológicos sino también comprender la dinámica social de los Mayas del norte de las Tierras Bajas y sus relaciones interculturales (Figura 1).

Los resultados de las investigaciones del Proyecto Arqueológico Región de Mérida (PARME) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), han permitido vislumbrar un complejo desarrollo en el área, ya que la mayoría de los sitios inician su desarrollo en el Preclásico Medio (800-700 al 300 AC) y Tardío(c. 300 AC al 250 DC), mientras que para el Clásico Temprano entran a un periodo de auge demográfico y actividad constructiva monumental de estilo “megalítico” (Andrews y Robles 2008; Quiñones 2001, 2012; Ancona 2013 y 2016; Ligorred 2014), y en el Clásico Tardío (800-900 DC), la actividad constructiva se limitó a la edificación de basamentos habitacionales y estructuras abovedadas, mostrando rasgos peculiares de la arquitectura Puuc. A finales de este periodo, denominado Clásico Terminal (entre el 850/900 al 1050/1100 DC), algunos de estos sitios fueron abandonados y hacia el Postclásico (1050/1100 DC 1542 DC) los principales asentamientos tenían una población bastante mermada (Robles 2000:28).

En el presente trabajo se muestra un panorama general de la región de Mérida o Ichkaantijoo en torno a los materiales alóctonos recuperados en el marco del PARME, entre ellos; la cerámica, la lítica y cobre, los que han demostrado información sobre su procedencia, tanto de manera peninsular como con otras partes del mundo Maya, y que posiblemente estuvieron relacionados con actividades políticas y comerciales principalmente (Figura 2).

Las interacciones sociales con otras áreas, vistas desde la arquitectura

Los estudios realizados hasta ahora han permitido conocer diversos aspectos del desarrollo de las comunidades Mayas asociadas a grandes centros rectores como lo fueron Thó y Dzibilchaltún entre otros más, así mismo entender la complejidad social que desarrollaron en esta región durante el Clásico, misma que se refleja, entre otros datos, en el patrón de asentamiento, en la arquitectura y en los sistemas funerarios con rasgos que comparten en Mesoamérica y entre sitios del área Maya.

En la región de Ichkaantijoo se ha podido corroborar la idea de Sanders (1981:361-362) en la cual se refiere principalmente al patrón de asentamiento Maya, caracterizado por núcleos de residencias de la “elite” rodeados por áreas compactas de ocupación dispersa pero densa, siendo una determinante el medio ambiente y la organización socio-política. Corroborado por la presencia de espacios destinados a la agricultura circundando o cercanos a las casas (infields), causa el patrón disperso.

Sanders y Price (1968) consideran que un mayor poder político y de centralización determina una mayor nucleación en el patrón de asentamiento, mientras que una menor es un indicio sobre una forma más sencilla de gobierno y un menor control central sobre la economía.

Respecto a los datos arquitectónicos hasta ahora estudiados, los pocos rasgos encontrados a la fecha en la región muestran características básicas de la arquitectura Maya, donde se conserva el uso del espacio y la explotación al máximo de los recursos naturales a su alcance, de igual manera se replican de los grandes sitios patrones de distribución, rasgos de índole ritual y sistemas constructivos que pueden asociarse a los estilos estudiados en el área Maya como las tierras del Sur, Altas y Centrales, algunos elementos muestran manufacturas reportadas en sitios como Dzibilchaltún, Acanceh y Oxkintok, donde se observan elementos de la arquitectura temprana del Petén (posiblemente al llamado Estilo Oxkintok Temprano del 300-550 DC) y en clásico, rasgos del llamado estilo Proto Puuc (550-700 DC) (Andrews 1986)(Figura 3).

Sin embargo, cabe mencionar que los sitios de menor rango de la región de Ichkaantijoo, están compuestos principalmente de plataformas en sus diversas características, presentado diversas áreas de actividad y producción, como son los bancos de extracción de material pétreo (canteras) y de hornos para cal.

El intercambio, el consumo y el modelo de redistribución: un marco conceptual para la interpretación arqueológica

La interacción desde el punto de vista económico hace referencia al intercambio de bienes materiales y/o mercancías, puesto que simboliza casi lo mismo que comercio, sin embargo, la connotación de la palabra intercambio tiene un significado aún más complejo ya que en ella se encuentra inmerso el comportamiento social que incluye el intercambio de bienes materiales y no materiales, involucrando al mismo tiempo aspectos relacionados con el ámbito político (Renfrew 1993).

Uno de los aspectos más controvertidos en la investigación del intercambio es la presencia de redes comerciales en las culturas arqueológicas que implica el análisis de las esferas de circulación o distribución (Douglas e Isherwood 1990:75).

Los modelos de consumo mediante canales de abastecimiento comercial necesariamente se han de investigar analizando el comportamiento de las unidades de habitación doméstica en área Maya. Los patrones de consumo redistributivo se asocian a un acceso diferencial a ciertos bienes económicos que denotan riqueza, poder y status social; al mismo tiempo, existe un sistema de repartimiento de raciones patrocinado por la autoridad central (Manzanilla 1993:44-45; 1997:23; Morgado 2009:206). Por otra parte, los patrones de consumo doméstico a través del comercio reflejan el acceso a una variabilidad muy elevada de bienes a causa del predominio del nivel adquisitivo del consumidor y no tanto del rango social.

Para estudiar los patrones de consumo y distribución, diferentes autores han sugerido modelos que permiten el desarrollo metodológico en el diseño de la investigación que tratan del consumo y la distribución de los bienes. Una de las obras más recurrida es la de Brunfiel y Earle (1987) que trata del estudio de la especialización y el intercambio en las sociedades complejas. En este artículo los autores visualizan de manera conjunta los diferentes enfoques teóricos empleados para el estudio de los aspectos de las actividades económicas y políticas de las sociedades en el pasado. Brunfiel y Earle (1987) sugieren tres versiones teóricas: 1) el modelo económico/comercial; 2) el modelo de adaptación multifacética; y 3) el modelo político. A continuación, se explicarán de manera sintetizada los modelos mencionados.

En el modelo de desarrollo económico/comercial, tanto la intensificación de la producción como el intercambio son considerados como procesos autónomos. Así, los gobernantes locales no asumen un papel esencial como actores económicos. El desarrollo comercial frecuentemente estimula a la complejidad social, pero a la vez reduce la complejidad en la periferia del sistema comercial (Brunfiel y Earle 1987:1-2). De acuerdo a Brunfiel y Earle (1987:1), los principales puntos del modelo económico/comercial son: A) Una elaborada división para la producción tanto de bienes utilitarios como los bienes de lujo. B) Existe un sistema de intercambio que abastece de comida o servicios a una gran población regional de consumidores de élite y de gente común. C) Presencia de una economía relativamente independiente de la administración política.

En el segundo modelo se asume que la élite política interviene en la economía. La razón de ser líderes poderosos se debe a la habilidad para organizar de manera más eficiente la economía de subsistencia. El poder y la centralización se muestran como un desarrollo en contextos medioambientales y demográficos, en los cuales la habilidad directiva y la administración económica efectiva es completamente necesaria y beneficiosa (Brunfiel y Earle 1987:2). El tercer y último modelo de Brunfiel y Earle (1987) es el modelo político. En dicho modelo, el gobernante local tiene un papel importante en la organización de la especialización y el intercambio, además de que es el principal beneficiario. En este modelo se propone que las élites políticas emplearon de manera consciente y estratégicamente la especialización y el intercambio, por lo que crearon y mantuvieron una desigualdad social (Brunfiel y Earle 1987: 3).

Por su parte, Hirth (1994) propone que las élites de Mesoamérica estuvieron directamente envueltas en el control de los bienes de prestigio, los cuales se movían a través de los sistemas de intercambio interregional o dentro de contextos amplios de interacción de la élite. Varios investigadores de Mesoamérica han hecho dos divisiones en el papel del intercambio interregional. La primera división comprende el control de acceso de recursos domésticos empleados por todos los miembros de una sociedad. La segunda división propone que del intercambio interregional se obtienen los bienes de prestigio que fueron utilizados por la élite para reforzar su poder (Hirth 1994:20). Así las relaciones de intercambio llegan a ser importantes cuando los líderes de la comunidad usan el sistema para el establecimiento de alianzas, de tal manera que una comunidad depende de otra, creando una esfera de interacción. En este tipo de intercambio se incluyen tanto bienes de subsistencia como de prestigio, por lo que el intercambio interregional se puede presentar en todas las sociedades sedentarias y con agricultura, que padecen de riesgos periódicos de escasez de productos de subsistencia (Hirth 1994:21-23).

Los materiales culturales

La cerámica. En las exploraciones arqueológicas es el material más abundante y el más estudiado en el área Maya, estudio de la cerámica realizado por el PARME, indica que los asentamientos muestran una ocupación que inicia desde el Preclásico Medio, aproximadamente hacia el 800-700 AC y perdura hasta Postclásico, el resultado que coincide con otros sitios de la región Mérida – Ichkaantijoo.

Al parecer, para el Preclásico Medio el norte de Yucatán, y específicamente en el municipio de Mérida y zonas aledañas, ya mostraba una ocupación humana importante. La cerámica encontrada en los sitios de la región de Mérida es similar, por lo que es posible que estuvieran constituyendo una moda cerámica propia del Preclásico Medio, la cual es análoga a la alfarería de los sitios del sur de las Tierras Bajas mayas, como el Petén guatemalteco-campechano. Las cerámicas tempranas del norte de Yucatán pertenecen al complejo cerámico Nabanche Temprano (700-300 AC) el cual es contemporáneo a la cerámica Mamom de las ierras bajas centrales del área Maya (Ceballos y Robles 2012). Un dato importante interesante es que en los diversos asentamientos explorados en la región de Ichkaantijoo dentro del proyecto PARME, se han hallado fragmentos de vasijas que son clasificadas como originarias del sur de las Tierras Bajas Mayas, si bien no es posible hablar de un sitio en específico; aunque sí es posible documentar que hubo algún tipo de contacto entre los sitios del norte de Yucatán y las Tierras Bajas del sur durante el Preclásico Medio.

En lo que se refiere al Preclásico Tardío (c. 300 AC al 250 DC), la cerámica del norte de Yucatán incluyendo Ichkaantijoo quedan dentro de la esfera cerámica Nanbanche Tardío, que muestra relación y contemporaneidad con la cerámica Chicanel del sur de las tierras bajas Mayas. Las cerámicas del norte de Yucatán se distinguen por mostrar un engobe con un acabado que se desprende en forma de hojuela (en inglés el término es flaky). El término hojuela o flaky se emplea para describir un tipo de engobe que se erosiona con facilidad a modo de láminas dejando al descubierto la pasta (Andrews 1989, Andrews y Andrews V. 1980). Este tipo de acabado de superficie no es común en los asentamientos del sur de las Tierras Bajas mayas donde predominó la esfera cerámica Chicanel. Desde el punto de vista tipológico del sistema taxonómico tipo-variedad las cerámicas del norte de Yucatán pueden ser clasificadas con los mismos nombres de grupos y tipos cerámicos de la esfera Chicanel, como por ejemplo tipo Sierra rojo o tipo Polvero Negro y destacar la diferencia a nivel de la variedad. Así también se presentan grupos cerámicos propios de esta región como por ejemplo: grupo Xanaba, grupo Tipikal y grupo Unto. De manera general en lo que se refiere a los estudios cerámicos de la región de Ichkaantijoo predomina la cerámica de tradición Nabanché Tardío, no obstante se han identificado una cantidad significativa de cerámicas que se importaron de regiones del sur. Por ejemplo tenemos fragmentos de cerámica de los grupos Sierra y Polvero con un engobe bien adherido y ceroso que se combina con una pasta compacta similar a la cerámica Chicanel. También aparecen cerámicas del grupo Flor, Escobal, Caramba, entre otras. Por lo que podemos resumir que para el Preclásico Tardío al igual que el periodo anterior los Mayas de la región de Ichkaantijoo tenía contactos interregionales.

A principios del Clásico Temprano (del 250 al 600 DC) aún se conservaba una alfarería de la región de Ichkaantijoo, pero comenzaban a surgir nuevos contactos, por ejemplo, con los sitios de la costa norte de Yucatán y asentamientos de la costa oriental. En la región de Ichkaantijoo se encuentra evidencia de los grupos Huachinango, Carolina, Tituc, etc. También continuaron los contactos con sitios del sur de Campeche y Guatemala sobre todo por la evidencia de las cerámicas de tradición lustrosa como los grupos Aguila y Balanza. Mientras que, para finales del Clásico Temprano, aproximadamente hacia el 450/500 AC, varios sitios de la región de Ichkaantijoo utilizaron un repertorio cerámico propio de la región occidente del estado de Yucatán, donde destacan sitios tales como Oxkintok, Chunchucmil, Santa Bárbara y Sihó, entre otros. Es posible que para dicha época, cuando los sitios del occidente de Yucatán estaban en un periodo de auge, se mantuvieran relaciones importantes con los sitios del norte de Yucatán. Lo que hace suponer que los asentamientos del norte jugaron un papel importante en el panorama sociopolítico de la región. Las cerámicas que nos relacionan con la tradición del occidente de Yucatán son Maxcanu, Hunabchen, Chencoh, Kochol y Oxil.

Durante el periodo siguiente, denominado Clásico Tardío, que abarcó aproximadamente del 600 al 900 DC, la mayoría de los asentamientos del norte de Yucatán lograron su mayor ocupación, se construyeron grandes obras de infraestructura y alcanzaron su auge demográfico en toda la región. Asimismo, y para ese momento de la historia, varios de los sitios trabajados compartieron una moda cerámica con otros sitios de la región de Ichkaantijoo: de las vasijas recuperadas, muchas pueden ser catalogadas como de origen local y otras como el resultado de algún tipo de intercambio.               En la secuencia cronológica de Smith (1971) se establecieron los complejos cerámicos Motul, el cual fecha el Clásico Tardío del 600 al 800 DC y Cehpech que abarca del 800 al 1000 DC. Sin embargo, y de acuerdo con los recientes estudios en el norte de Yucatán, como los del proyecto PARME, se ha demostrado que estas fechas no pueden ser tan cerradas, sino que hay variaciones y particularidades conforme a cada sitio arqueológico.

En el caso de la secuencia cronológica de los sitios estudiados por el PARME, se puede decir que existen vasijas que fechan claramente el horizonte Motul. Estas vasijas pudieron haber tenido su origen a partir del 600 DC y continuar hasta el 800 DC. No obstante, antes de que tales recipientes dejaran de estar en uso, en la región se inició un nuevo repertorio de vasijas de cerámica. Probablemente este nuevo repertorio cerámico tuvo sus inicios hacia el año 750 DC y continúo hasta el 900 DC; mismo que se compone básicamente de vasijas “pizarra” y cerámica de pasta fina perteneciente al grupo Chablekal. Con respecto al grupo Chuburná, aparecieron nuevas formas de vasijas y finalmente todos los repertorios fueron acompañados de otros grupos oriundos de la costa noroccidental de la Península de Yucatán.

Si se revalora la secuencia de Smith (1971) acerca de un horizonte Motul (600-800 DC) seguido de un horizonte Cehpech (800-1000 DC), resulta evidente advertir la presencia de ciertas vasijas que iniciaron a finales del Motul y continuaron en el Cehpech, por lo que una división tan cerrada no es posible, al menos en lo que respecta a la cronología del proyecto arqueológico PARME. Por tal razón, en varios de nuestros asentamientos de la región de Ichkaantijoo se determinan complejos cerámicos que inicia aproximadamente hacia el 600 y terminar entre el 850/900 DC. Dentro de este complejo cerámico quedan las vasijas del horizonte Motul, así como las correspondientes al horizonte Cehpech de su parte inicial. Y se establecen otros complejos cerámicos que fechan a las cerámicas del Clásico Terminal (entre el 850/900 al 1050/1100 DC) y se caracterizan por la continuación de las cerámicas Cehpech y por la presencia de un repertorio cerámico similar a la gran urbe de Chichén Itzá o de sitios que estuvieron vinculados desde el punto de vista cerámico con las esfera Sotuta, la cual caracteriza a la época del periodo en el norte de la península.

Es durante el Clásico Tardío donde podemos hablar de una intensa interacción entre los sitios de Ichkaantijoo con otras regiones del área Maya. En todos los sitios trabajados dentro del proyecto PARME predominan las cerámicas de los grupos Ich Canziho, Chuburna, Muna, Teabo, Ticul, entre otros, tanto a nivel de tiestos como en vasijas completas. Todos estos grupos cerámicos se reportan en cantidades significativas, en toda la región de Ichkaantijoo y en todos los sitios de la península de Yucatán. Otras cerámicas que se han identificado en la región de estudio son los grupos Maxcanu, Kinich, Dzitya y otras vasijas con engobe negro. Estas vasijas se reportan en la mayoría de los sitios explorados en PARME y en cantidades mínimas. Algunos autores como Boucher y Palomo (1995) señalan a la región Puuc como una zona de producción de estas vajillas y otras con engobe negro pueden tener relación con el asentamiento Oxkintok, Yucatán. La cerámica de la esfera Canbalam también está presente de modo significativo con los grupos cerámicos: Baca, Nimun y Koxolac.

Las cerámicas de tradición policroma de igual forma aparecen en la mayoría de los sitios de la región de Ichkaantijoo, pero en algunos de los sitios con mayor presencia que en otros. Estas cerámicas con pintura policroma tiene todas las características de la cerámica policroma Campechana (Figura 4) que es común en los sitios de la región centro y sur de Campeche como los grupos: Cui, Chimbote, Sayan y Saxche. Estas vasijas policromas posiblemente se trasladaron en conjunto con las cerámicas que describimos como de la esfera Canbalam.

Otras cerámicas diagnósticas para el intercambio a larga distancia son las de pasta fina, en especial la cerámica Gris Fina la cual se reporta de modo relevante en esta región del norte de Yucatán.

La cerámica antes mencionada es reportada en los sitios de Mérida y zonas aledañas queda dentro del grupo Chablekal, sin embargo, no podemos perder de vista que, de manera usual, el término Chablekal se emplea como nomenclatura de la mayoría de la cerámica gris fina que ha sido reportada en el área Maya. No obstante, con base en últimos estudios, relacionados con el análisis de la composición química de la pasta (Bishop 2003:82-84; Bishop y Rands 1982:303-304) y con los análisis estilísticos de las vasijas del grupo Chablekal se ha señalado que existen diferencias cronológicas y regionales relevantes en cuanto a la producción, distribución y el consumo de esta cerámica del pasado (Bishop et al. 2008, Jiménez et al. 2006).

En los sitios de la región de Ichkaantijoo podemos ver tres grandes regiones en la cerámica Gris Fina (Ancona y Jiménez 2005). Una de ellas se apega a la esfera Canbalam, por lo que tiene una amplia distribución en los sitios de la costa como por ejemplo Xcambó (Jiménez 2002), Jaina, Uaymil (Ancona 2008), entre otros. Estas vasijas muestran formas principales como los cuencos de silueta compuesta y los cuencos de base plana con las paredes ligeramente rectas con decorados de diseños abstractos/geométricos o de pseudoglifos que se repiten. También son comunes las ollitas decoradas con diseños de rombos de líneas profundas que muestran trazos con poco acabado (Jiménez 2002:222-226; Jiménez et al. 2006:504-505). La cerámica Chablekal costa puede ser fechada como más temprana, en comparación otras cerámicas del grupo Chablekal (Jiménez 2002) y fue más recurrente en sitios como Tamanche y Kankabchén. Otros sitios con este patrón cerámico son San Antonio Hool y Dzibilchaltun.

La segunda región del gris fino, es la que predomino en los sitios de la región de Ichkaantijoo y se describe con un origen en la cuenca media y baja del Usumacinta, que se distingue por presentarse en vasijas con la forma de cuenco de base plana, vasos, cuencos de doble fondo y platos (Figura 5). La decoración de estas vasijas varía desde una simple decoración monocroma, líneas incisas circunferenciales al borde, figuras de monos, hasta diseños complejos con la figura de un gobernante y glifos (Figura 4).

La tercera región se relaciona con el asentamiento de Palenque y se distingue por la peculiar forma de cuenco trípode de dimensión pequeña, que fue decorada con figuras de grecas escalonadas, peces, volutas o monos. Estos trazados se realizaron con una técnica incisa-punzada o dentados-estampados con áreas de pintura negra (Figura 6). Estas vasijas “estilo Palencano” han sido reportadas en varios sitios del área Maya desde Jonuta, Tecolpan, Yoxihá, Piedras Negras, Chinikiha y Cancuen hasta abarcar la parte oeste de la península de Yucatán (Muñoz 2006; Rands 1974:68-69; Rands y Rands 1957:147-148). Cabe mencionar que en la región de Ichkaantijoo estas vasijas no son tan recurrentes, las hemos encontrado en Tamanché, Soblonke (Caucel) y San Pedro Cholul. No obstante, esta peculiar forma de vasijas nos indica posibles interacciones con los sitios Palenque y Cancuen (Foias y Bishop 2005:33-34).

Otra cerámica de importación en la región de Ichkaantijoo es el grupo Yalkox de la vajilla Negra Fina (Figura 6) que probablemente llego de los sitios de la cuenca baja del Usumacinta. Las formas principales de estas vasijas son los cuencos de paredes altas, los platos y los vasos, que por lo general poseen la decoración simple del engobe negro y solo en algunas ocasiones presentan acanaladuras o diseños complejos como glifos.

De igual manera es importante mencionar que en los sitios estudiados se han identificado algunas vasijas que pueden describirse como imitaciones de Gris Fino pero no son elaboradas con un barro de textura fina, sino que se observan las partículas de calcita y poseen un engobe que varía de negro a gris. Vasijas semejantes se han reportado en Xkipché Campeche (Vallo 2005).

En lo que se refiere a la cerámica de la vajilla Naranja Fina en la región de estudio es mínima en comparación con las vajillas Negra Fina y Gris Fina, los grupos que se han identificado son Silho y Balancan. La mayoría de la muestra corresponde a fragmentos y no tanto a vasijas completas como en el caso de las vajillas Gris Fina y Negra Fina. Las cerámicas de pasta Naranja Fina se pueden fechar durante el Clásico Terminal y se asocian al repertorio cerámico de la esfera Sotuta en la que predominan los grupos Dzitas, Kukula y Dzibiac. Una cerámica importante para este periodo es el Tohil plomizo debido que se le considera como una cerámica de intercambio a larga distancia que llegó al norte de Yucatán desde Guatemala. La cerámica plomiza aparece en varios asentamientos de la región de Ichkaantijoo pero en cantidades mínimas como por ejemplo en Soblonke (CauceI), San Pedro Cholul y Oxmul (Sitpach).

La Lítica. Los materiales líticos en el proyecto PARME se han fechado de acuerdo a la cerámica prehispánica, principalmente para el periodo Clásico, si bien hay presencia lítica en algunos asentamientos en el Preclásico Tardío éstos representan una minoría. Entre los materiales líticos sujetos de análisis que proporcionan evidencia de contactos interregional e intrarregional destacan la obsidiana, el sílex y la piedra verde.

La obsidiana prehispánica analizada en algunos de los sitios trabajados por el proyecto PARME, ha revelado que la evidencia de intercambio comercial de esta materia prima con la región de Guatemala, se suscitó desde el periodo Preclásico Tardío en asentamientos como Soblonke y Dzunum. En estos sitios se halló presencia de navajas prismáticas de obsidiana del yacimiento geológico de San Martín Jilotepeque que debieron arribar a estos asentamientos como artefactos terminados. Hacia finales de ese mismo tiempo; Soblonke y Dzunum muestran un decrecimiento de las fuentes de San Martín Jilotepeque y aumento significativo de la obsidiana de El Chayal (Góngora y Pantoja 2014).

Parece ser que no solo Soblonke y Dzunum tienen presencia de obsidiana durante el periodo Preclásico Tardío en el norte de Yucatán sino también el sitio de Dzibilchaltun, que presenta un consumo preferente de obsidiana de San Martín Jilotepeque (Braswell y Glascock 2007). Al respecto, Nelson (2004) ha argumentado que durante el periodo Preclásico Medio la obsidiana de San Martín Jilotepeque fue distribuida más extensivamente en las Tierras Bajas Mayas. Sin embargo, aquí se enfatiza que la obsidiana fue un material muy escaso durante este periodo temprano entre los sitios de la periferia de Mérida, pues el número total de los artefactos importados de obsidiana es pequeño en comparación a periodos más tardíos.

Durante el periodo Clásico Temprano no se tiene evidencia de presencia de obsidiana, debido a que las colecciones de los sitios bajo estudio, fechan los periodos Clásico Tardío y Terminal. Justamente durante los periodos Clásico Tardío y principalmente el Clásico Terminal, es cuando la obsidiana de los sitios de la región tiene una fuerte interacción y comercialización no solo con Guatemala, sino también con el centro de México. Al parecer, la obsidiana registrada en sitios como San Pedro Cholul, Tamanché, Sitpach, entre otros, muestran un patrón en la obtención de la obsidiana.

En esos asentamientos se muestra un fuerte consumo de la obsidiana de El Chayal principalmente durante el Clásico Tardío (800-900 DC), seguida por las fuentes centro-mexicanas como Ucareo-Zaragoaza, Pachuca, Pico de Orizaba, en Veracruz que aparecen en el Clásico Tardío, pero, se extienden hacia el Clásico Terminal (900-1050 DC); en menores cantidades aparece la obsidiana de Ixtepeque. Un aspecto que vale la pena señalar es el hecho de que en los sitios estudiados, la obsidiana se obtuvo en formas de navajas prismáticas y ocasionalmente en formas de bifaciales y puntas prismática teniendo una ausencia de núcleos para su respectiva elaboración, denotando con ello el consumo de estos artefactos en sus formas finales (Figura 7).

Los patrones de consumo en el abastecimiento de la obsidiana de los sitios de Ichkaantijoo, muestran similitudes entre sí, pero no solo en ellos se representa este patrón de consumo. Los estudios realizados por Braswell y Glascock (2007:15-28) en otros sitios de la región Maya, muestran evidencia que en sitios como Dzibilchaltun, Acanceh, Izamal, en el norte de Yucatán, así como sitios del interior como Uxmal, Ek Balam, Labná e incluso sitios ubicado cerca de la costa del Golfo como Uaymil y Sihó, tiene un repertorio de obsidiana en donde la predominancia de este material procede de El Chayal, seguida por fuentes centro mexicanas como Ucareo, Zaragoza, Pachuca, Paredón y Pico de Orizaba Durante el 800-900 DC. Una excepción a este patrón de consumo de obsidiana en las tierras bajas del norte es la evidencia arqueológica que procede de Chichén Itzá, en este sitio la obsidiana de El Chayal en el periodo Clásico Terminal (800 DC) aparece en menores cantidades siendo la mayor predominancia de las procedente de las fuentes centro mexicanas hacia 900 DC hasta el 1050 DC) (Braswell 1997).

Con los datos expuestos se observa que el cambio de los patrones del abastecimiento de obsidiana cambió en el espacio y en el tiempo. Algunos periodos como el Clásico Tardío son marcados por cambios no significativos, aspecto que sugiere una estabilidad en las relaciones con las Tierras Altas, en contraste, otros periodos como el Clásico Terminal, fueron épocas dinámicas. Así, el abastamiento de la obsidiana y sus patrones en la distribución proporcionan datos sobre la estructura de las economías antiguas (Nelson 1994, Braswell y Glascock 2007).

Otro de los materiales que arroja información sobre contactos culturales es el sílex. En particular esta materia prima es un tanto controvertida respecto a la determinación de su procedencia, pues su naturaleza y composición físico-química aún es imposible de determinar, no obstante, desde la perspectiva visual y estilística puede hacerse algunas inferencias respecto a la circulación de estas herramientas en los sitios bajo estudio.

La presencia de algunas herramientas bifaciales como puntas con muescas laterales y puntas pedunculadas con hombros se han registrado en sitios como San Pedro Cholul, Sitpach, Soblonké y Tamanché (Figura 8). Ejemplares de similares características se han reportado en Chichén Itzá (Sheets 1991), Becán (Rovner y Lewenstein 1997) y Sihó (Peniche 2004) en contextos fechados para el Clásico Terminal.

Al parecer la presencia de artefactos bifaciales elaborados en sílex guarda una estrecha relación interregional. Con ello se corrobora una tradición local de la manufactura de estos implementos. Vale la pena mencionar que la calidad del sílex de algunas de estas formas bifaciales hace sospechar un intercambio de esta materia prima con Belice denotando con ello un intercambio comercial a larga distancia.

Por otra parte, la evidencia de artefactos líticos elaborados en jadeíta y dacita cloritizada en varios sitios de la región de Ichkaantijoo como Soblonké, Sitpach, San pedro Cholul, Tamanché entre otros, dejan en evidencia la interacción comercial de esta región con Guatemala. La base para tales interpretaciones se basa en resultados de análisis petrográfico realizado por el departamento de geología de INAH, México y datos proporcionados por el estudio de Emiliano Melgar (comunicación personal).

La importancia de la determinación geológica de dicho materiales estriba en las interpretaciones de índole económica-comercial, que pudieron derivarse del estudio de estos artefactos. Así la presencia de artefactos como cuentas, colgantes, hachas, orejeras y pendientes (Figura 9), hacen su aparición en el Clásico Temprano, hasta el periodo Clásico Terminal. Algunos de estos objetos proceden de contextos funerarios y en algunos casos del interior de vasijas (urnas) que sirvieron como ofrendas (Pantoja et al. 2007).

Los artefactos procedentes de contextos funerarios que datan del periodo Clásico Temprano se registraron en Soblonké, a través de ellos puede hacerse evidente la ostentación social y el intercambio a larga distancia dado que estos artefactos elaborados en jadeíta debieron llegar a manera de encargos para el ajuar funerarios (cuentas tubulares, cónicas, orejeras) de personajes importantes en este lugar. Para el periodo Clásico Terminal en sitios como San Pedro Cholul, Tamanché y algunos sitos aledaños a Caucel se hacen presentes las hachas, cuentas y un colgante antropomorfo. Llama la atención que en estos últimos sitios se observa una preferencia por la obtención de la dacita cloritizada en forma de materia prima para elaborar celtas.

Fue claro que al menos varios sitios investigados dentro del proyecto PARME que conforman la región de Ichkaantijoo, importaron los objetos de jadeíta de dos fuentes probables: la costa del Golfo y el valle del Río Motagua (Bishop et al. 1998), dado que esta materia prima era de alto valor comercial y de difícil acceso en términos económicos. En contraste la dacita cloritizada pudo haberse comercializado con mayor frecuencia puesto que ese material se obtuvo del sur de Guatemala de cuyo lugar también se importaron grandes cantidades de obsidiana que llegaron a sitios aledaños a Caucel.

Los metales: el cobre. La muestra de metales, principalmente de cobre, aunque pequeña es significativa para el estudio de la región de Mérida, ya que permite reforzar los datos obtenidos en los estudios cerámicos y líticos. La presencia de elementos de cobre en la región de Ichkaantijoo no es nueva, pero sí relevante, ya que a la fecha son pocos los sitios donde se han reportado los objetos de cobre, fechados para el Clásico Tardío y Clásico Terminal.

En el área Maya existen reportes de objetos de cobre en algunos sitios las tierras altas como en Nebaj (Becquelin y Gervais 1988:195), Zaculeu,Tajumulco (Iglesias y Ciudad 1999:283), Mixco Viejo (Murdy 1999:323) y Quirigua (Joyce 1999:391, 394). El repertorio de objetos registrados en estos sitios consta de cascabeles, anillos, discos, hachas, collares y campanillas que se fechan para finales del Clásico Tardío, Clásico Terminal y hasta el Postclásico Temprano y Tardío.

En lo que respecta al estado de Chiapas, se tiene evidencia de artefactos de metal en sitios como Chiapa de Corzo (Lee 1969:201), Los Encuentros (Lee y Bryant 1996:61) y Tenan Puente. En ellos se han encontrado artefactos como hachas, cinceles, cascabeles, campanillas y brazaletes, todos fechados para finales del Clásico Tardío, durante el Clásico Terminal y Postclásico.

Vale la pena señalar que en la península de Yucatán no existen minas ni yacimientos de metales, por lo que todos los objetos hallados en las excavaciones arqueológicas son procedentes de otras regiones de Mesoamérica. Muestra de ello es la presencia de metales en asentamientos como Chichén Itzá (Cardos et al 1988), Mayapán (Paris 2008) en Yucatán y Leona vicario en Quintana Roo (Pantoja 1997).

En lo que respecta a la región de Ichkaantijoo se han recuperado cascabeles y hachas en sitios como Flor de mayo (Hernández, comunicación personal 2004), Caucel (Robles, comunicación personal 2015), San Pedro Cholul (Pantoja, et al. 2009), Oxmuul, Tamanche y Cuzam (Figura 10).

En lo que respecta a las Tierras Bajas del norte autores como Paris (2008) afirman que los residentes de Mayapán produjeron y adquirieron artefactos metálicos mediante redes de intercambio a larga distancia aplicando el modelo denominado sistema mundo mesoamericano del periodo Postclásico. Dicha autora plantea que Mayapán fue capaz de sustentar la producción local de cascabeles de cobre, a pesar de no contar con yacimientos de metal nativos y una tradición metalúrgica, tal como existió en sitios del occidente de México y Honduras. Así mismo, sugiere que estos materiales no fueron bienes suntuarios restringidos a la élite, sino bienes de lujo al alcance de aquellos que pudieron costearlos.

Esta idea coincide con la evidencia encontrada en la región de Ichkaantijoo donde los artefactos metálicos han sido hallados tanto en residencias de la élite como de la gente común.

Finalmente podemos decir que son muy pocos los sitios productores en el área Maya, por lo que es claro pensar que los productos de cobre estuvieron llegando como objetos terminados, y sujetos al control de las economías locales y las demandas sociales, determinado las conexiones de los sitios de la región de Ichkaantijoo y regiones distantes.

Conclusiones

De modo general podemos mencionar que los sitios de la región de Ichkaantijoo tuvieron contactos interregionales desde el Preclásico Medio hasta el Postclásico. La intensidad en estas redes de interacción e intercambio variaron por periodo cronológico, en especial con la evidencia de la cerámica es notorio que durante el Clásico Tardío y Clásico Terminal aumentan estas actividades. En los sitios trabajados en PARME no contamos con evidencia de sitios de gran monumentalidad como en otras regiones del área Maya, sin embargo, hemos podido identificar vasijas que llegaron de diversas regiones distantes a nuestra área de estudio. En lo que se refiere a los datos proporcionados por los artefactos de piedra elaborados en obsidiana, sílex, jadeíta y dacita cloritizada nos refieren que varios sitios de la región de Ichkaantijoo participaron de una red comercial a corta y larga distancia. Por ejemplo, la obsidiana guatemalteca pudo haber llegado a través de las rutas caribeñas en los periodos Clásicos Tardíos y Terminal y distribuidos a estos sitios a través de un nodo o centro mayor. Por su parte, los datos proporcionados por los artefactos de sílex ejemplifican una distribución local de los productos, aunque cabe la posibilidad que esta materia prima proceda de Belice. En cuanto a las piedras verdes seguramente resultó más práctico y económico para algunos sitios importar a una materia prima como la dacita que por su coloración fuese similar ala jadeíta. Por último, los objetos de cobre, fechados en los periodos Clásico Tardío, Terminal y Postclásico, también son indicadores de un intercambio interregional del que participaron sitios que no ostentaron gran monumentalidad, pero que evidencian la complejidad social.

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Figura 1. Mapa de ubicación de la región de Ichkaantijoo en el área maya (L.Pantoja).

Figura 2. Sitios estudiados en la Ichkaantijoo en el área maya (L. Pantoja).

Figura 3. Arquitectura característica de San Pedro Cholul dentro de la región de la Ichkaantijoo (Archivo PARME).

Figura 4. Vasijas de la región de Ichkaantijoo, sitio Oxmul. a) vasija del tipo Saxche naranja policromo: variedad Dzaptun (Dibujo Aurea Hernández); b) vasija del grupo Chablekal con una decoración compleja con figuras antropomorfas y glifos, esta vasija representa una escena de culto a los ancestros (Dibujo. J. Kantún Rivera).

Figura 5. Vasijas de la vajilla Gris Fina del grupo Chablekal de la región de Ichkaantijoo. a-b) vasos del sitio Kankanchen; c) vaso del sitio Oxmul; d-e) cajetes del sitio San Pedro Cholul; f) cajete de doble fondo del sitio Tzakan. Este repertorio cerámico se raciona con los sitios de la cuenca baja y media del Usumacinta. (Dibujo por A. Hernández).

Figura 6. Vasijas de la región de Ichkaantijoo. a-c) cajetes trípodes de la vajilla Gris Fino con diseños inciso-punzados y áreas de pintura negra. a) procedente del sitio San Pedro Cholul; b-c) se recuperaron en el sitio Tamanche. d) Vasija del grupo Yalkox encontrada en el sitio Oxmul, vaso decorado con glifos. (Dibujo por A. Hernández).

Figura 7. a) Navajas prismáticas de obsidiana procedentes de Soblonké, Dzunum, b) puntas prismáticas de los sitios San Pedro Cholul, Tamanché y Sitpach (Fotos Archivo PARME, Dibujos por C. Góngora).

Figura 8. Bifaciales de sílex procedentes de San Pedro Cholul, Sitpach, Soblonké y Tamanché.a) puntas con muescas laterales, b) puntas pedunculadas con hombros (Fotos Archivo PARME, Dibujos por C. Góngora).

Figura 9. Artefactos de jadeíta y dacita cloritizada. a) cuenta cilíndrica con perforación bicónica, b) orejera tipo tapón, c) colgante antropomorfo, d) pendiente. (Fotos Archivo PARME, Dibujos: Claudia Góngora).

Figura 10. Artefactos de metal de la región de Ichkaantijoo. a) Cascabel de cobre del sitio Oxmul; b-c) cascabeles de cobre del sitio San Pedro Cholul; d) hacha de cobre recuperada en el asentamiento Oxumul. Dibujos por A. Hernández).