037. Cambios culturales y astronómicos en los calendarios: los cargadores y los naguales

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Cambios culturales y astronómicos en los calendarios: los cargadores y los naguales

Introducción

En esta investigación, primero se presentará una hipótesis que explica los cambios a lo largo del tiempo en los Cargadores del Año. Luego se pasará a ofrecer las observaciones sobre los sucesivas transformaciones experimentadas en Guatemala acerca de la interpretación de los significados de los días del Tzolk’in.

¿Cómo mide uno el paso del tiempo? Algunos pueden pensar en el tiempo como una fila infinita de teclas de piano, pasando de un día al siguiente eternamente. Ahora se piensa en el tiempo con base en el movimiento de nuestro planeta sobre su eje; al completar una rotación pasa un día y cuando termina una revolución completa alrededor del sol ha transcurrido un año. Esta es la idea aceptada, pero Einstein nos explicó que el tiempo es relativo y que el tiempo y el espacio son la misma cosa, por lo que se le conoce como espacio-tiempo, la cuarta dimensión. El cerebro humano ha luchado constantemente con el concepto del tiempo y con la manera de medirlo de forma más eficiente. Por ello, se pregunta constantemente ¿Es infinito? ¿Es cíclico? ¿Terminará?

Los mayas precolombinos concebían al tiempo como divino y animado, formado por ciclos de repeticiones infinitas. Había un ciclo del sol, de la luna, de las estrellas y planetas, un ciclo para los rituales, la vida diaria, el cultivo de las milpas, la Rueda Calendárica y otros. Todos ocurrían simultáneamente. Un ciclo era el calendario ritual de 260 días, llamado Tzolk’in o Cholq’ij, que consiste en la combinación de series de 13 números y 20 días. Otro ciclo estaba compuesto de 360 días, divididos en veintenas, conocidos como uinales, tunes, katunes y baktunes. Estos formaban la Cuenta Larga. Otro calendario, el solar, se basaba en el cambio de las estaciones, que dependen de los ciclos solares y siderales. Es decir, forman parte de la naturaleza. Los mayas concebían que el año de 365 días estaba compuesto por 18 veintenas, contando desde Pop, Uo, Tzec, y otros, más los cinco días finales, conocidos como Uayeb.

Las unidades de múltiplos de 20 eran concebidas como “cargas” llevadas por números personificados. Una ilustración vívida de este concepto se encuentra en la Estela D de Copán (Fig.1). Se observa a la personificación de un número cargando con un mecapal a una figura o signo que representa al día o periodo que, al terminar su jornada, pasa la carga a su sucesor. La belleza de esta poética imaginería expresa una emoción similar a la nuestra cuando descubrimos la regularidad y el ritmo del universo.

Ese concepto del tiempo basado en unidades de 20 era muy importante, pero para la vida práctica también era necesario incorporar la cuenta el año solar de 365 días con el Tzolk’in de 260 días. De aquí en adelante se referirá al año solar como el término maya Ja’ab’. Ambas cuentas involucran a los Cargadores del Año.

Durante el periodo Clásico, el primer día de la primera veintena (0 o 1 Pop) era Akb’al y de las siguientes veintenas durante ese año (Fig.2). Por eso el día Akb’al era el Cargador de ese año. Al terminar los 360 días, la cuenta tenía que avanzar cinco días para completar 365 días. Con esto se llegaba al día Lamat y como el primer día de la primera veintena era Lamat, el Cargador del ese segundo año era Lamat. En el tercer año se repetía el mismo proceso y Ben era el Cargador y en el cuarto año sería Etznab’. Después de cuatro años, el ciclo empezaría otra vez con Akb’al como el Cargador. Por tanto, estos cuatro días, Akb’al, Lamat, B’en y Etznab’, funcionaron como los Cargadores del Año para los mayas del Clásico. Sin embargo, la serie de Cargadores cambió con el transcurso del tiempo y también varió de acuerdo a la región geográfica.

En tiempos precolombinos, los datos registrados por los textos jeroglíficos mayas indican que se usaron tres series de Cargadores del Año. En el periodo Clásico, como ya se mencionó, usaron la serie Akb’al, Lamat, B’en y Etznab’. Esta serie todavía era usada por los aztecas, mixtecas, tzeltales, chujes y jacaltecas en los primeros años de la época Colonial (Thompson 1959:127). Es interesante que actualmente los chujes todavía empleen a esta serie de cargadores (Piedrasanta 2009).

Alrededor de 9.12.0.0.0 (ca. 700 DC) hay evidencia de que las poblaciones de Campeche y Yucatán cambiaron a la serie Kan, Muluk, Ix y Kawak, es decir, un día después de la serie Akb’al. Luego de la conquista española, el Obispo Landa escribió que la serie Kan todavía estaba siendo utilizada en Yucatán (Tozzer 1941:135). Una tercer serie, la formada por Ik, Manik, Eb’ y Kab’an, que inicia un día antes de la serie de Akb’al, era utilizada en tiempos coloniales por poblaciones de k’iche’s e ixiles en el Altiplano de Guatemala y por grupos de México como los zapotecas de Oaxaca y otros de Guerrero (Thompson 1959:127). Hay que notar que la serie Ik es un día antes de Akb’al y la serie Kan es un día después de Akb’al.

Se desconoce por qué estas poblaciones escogieron distintas series de Cargadores del Año. Algunos investigadores han propuesto que la diferencia se basaba si se calculaba a partir del tiempo transcurrido, o porque para algunos el día empezaba a media noche o bien con la puesta del sol. Sin embargo, aquí se buscó una explicación más racional y lógica para este cambio y se propone una nueva interpretación.

En simposios anteriores Popenoe de Hatch ha presentado la idea de que la estrella Eta en la constelación Draco (Eta Draconis) se usó como base para calcular los días del calendario durante el periodo Preclásico (Fig.3). El hecho de que los mayas usaran esta estrella en particular se debió a su aparente estabilidad a lo largo de los siglos. Hoy se sabe que la estabilidad que ellos observaron se debe a un fenómeno astronómico conocido como “el círculo de la precesión” (Fig.4). En realidad no era que la estrella permanecía sin cambios, sino que su posición en el círculo de precesión no permitía percibir su movimiento y parecía que la estrella no se había movido entre 1800 AC hasta 100 DC, es decir durante todo el Preclásico o más de 1000 años.

Esto quiere decir que la estrella pasaba por el tránsito meridiano superior a la medianoche del 21 de mayo y por el inferior el 21 de noviembre, seis meses después (Fig.5). Es notable que esas fechas coincidieran con el inicio y el final de las lluvias. Por ello, fue muy razonable creer que Eta Draconis era la estrella calendárica primordial. Además, de esta manera, el año nocturno o sideral estaba sincronizado con los equinoccios del año solar (marzo y septiembre).

Luego de tanto tiempo de confiar en Eta Draconis para marcar las estaciones de la vida diaria, el hecho de enfrentar su inestabilidad, debió haber tenido un impacto significativo. Ahora sabemos que el fenómeno se debió a la precesión, un proceso astronómico predecible. Este cambio debió haber empezado a ser evidente alrededor de 100 a 200 DC y fue claro después de 300 DC. Tuvo que ser por esta época que los mayas de Tak’alik Ab’aj concluyeron que el sol y no ninguna otra estrella nocturna, era la herramienta más precisa para medir el año solar. Evidentemente, por estas razones, cesaron de realizar actividades rituales para estudios nocturnos y empezaron a enfocarse en acontecimientos solares i.e. las observaciones de equinoccios y solsticios en el Altar 46 (Fig.6).

El Cuadro 1 muestra que entre 1800 AC y 400 DC Eta Draconis hizo su tránsito nocturno por el meridiano el 21 de noviembre. En 400 DC cambió un día, es decir, pasó al 22 de noviembre. En 800 DC su tránsito avanzó otro día, al 23 de noviembre. Estas fechas coinciden con los cambios de los Cargadores. Asimismo, con respecto a las fechas de la transición al Clásico Temprano, los datos coinciden con las fechas asignadas a las fases que marcan la transición del Preclásico Tardío al Clásico Temprano en la cronología de Shook y Popenoe de Hatch (1997).

 

Año Ascensión Recta

de Eta Draconis

Fecha de Tránsito Cargadores
¿Antes de 1800 AC? 22 noviembre ¿Serie Imix?
1800-600 AC 240.45° 21 noviembre Serie Ik
400 AC 240.57° 21 noviembre
200 AC 240.65° 21 noviembre
0 240.75° 21 noviembre
200 DC 241.30° 21 noviembre
400 DC 241.65° 22 noviembre Serie Akb’al
600 DC 242.04° 22 noviembre
800 DC 242.49° 23 noviembre Serie Kan
1000 DC 242.98° 24 noviembre
1200 DC 243.51° 24 noviembre
1400 DC 244.06° 25 noviembre

Cuadro 1. Cambios a lo largo del tiempo de los Cargadores del Año, donde se muestra la relación entre las fechas de los cambios con la ascensión recta de Eta Draconis.

 

Al observar el Cuadro 2 de los cálculos astronómicos y a lo largo de una franja de tiempo más extensa, se puede observar que la posición de Eta Draconis no solo cambió entre 200-400 DC como se indicó anteriormente, sino también en otras fechas. Sucedió en 1800 AC, en 900 DC y luego nuevamente en 1000 DC. Puede notarse que ocurrió entre el 22 de noviembre al 21 noviembre en 1800 AC y luego regresó nuevamente al 22 de noviembre. Esto se deriva del movimiento de la estrella cruzando un punto crítico en el círculo de la precesión.

Regresando al tema de los Cargadores del Año, los años fueron los siguientes:

La serie Akb’al estuvo presente en el periodo Clásico, 200 DC – 800 DC.

La serie Kan ingresó en el periodo Postclásico, después de 800 DC.

No existe evidencia del cambio al 24 de noviembre en 1000 DC el cual habría sido marcado por Chikchan. En esa época el colapso Maya del periodo Clásico ya había sucedido por lo que cargador Chikchan no aparece registrado.

 

Cargador del Año Años Recta Ascensión de Eta Draconis Grupo Relacionado
Serie Ik 1000 AC-200 DC Aproximadamente 241º Mayas del Altiplano
Serie Akb’al 200-800 DC Aproximadamente 242º Mayas de Petén
Serie Kan 800 DC-Conquista 243º + Mayas de Yucatán

Cuadro 2. Cambios en los cargadores del año comparados con los cambios en el tránsito meridiano de Eta Draconis. Propuesta hipotética.

En la época Colonial y hasta hoy día los grupos K’iche’ usaban la Serie Ik. Se infiere que durante el Preclásico utilizaban esta misma serie, manteniendo una tradición milenaria. Sería un caso similar al de los Chuj que hoy usan la serie Akb’al y que posiblemente la han mantenido desde el Preclásico (Piedrasanta 2009).

Es posible que el sistema del Cargador de Año empezó hace mucho tiempo con la serie Imix. Se trata del primer día de la cuenta del Tzolk’in, el cual es muy antiguo y es compartido por todos los grupos mesoamericanos. Este es un tema pendiente de investigar.

Notas finales sobre la hipótesis de los Cargadores del Año

Quizá algunos piensen que es una mera coincidencia que los mayas estaban en la tierra mirando a Eta Draconis en un punto particular del tiempo en donde esta estrella parecía no moverse. Sin embargo, se considera que no puede ser una simple coincidencia que los Cargadores del Año cambiaron exactamente al mismo tiempo en que Eta Draconis también cambió su posición. Además, es de resaltar que otras investigaciones realizadas por Popenoe de Hatch durante 40 años apoyan esta hipótesis desde otros campos de estudio.

Los cambios en la interpretación de los días del Tzolk’in o Cholk’ij

Dado que el tema central del XXX Simposio es la Arqueología y las comunidades, se quiere hacer una contribución comparando los datos arqueológicos y etnohistóricos sobre los 20 días del Tz’olkin o Cholq’ij y las interpretaciones publicadas en cinco libros a lo largo del Siglo XX y principios del XXI. Tres de dichas publicaciones se derivan de estudios etnográficos formales realizados por antropólogos extranjeros, Leonhard Schultz Jena (1954), Ruth Bunzel (1981) y Barbara Tedlock (1982), apoyados por Ajq’ijab’ e informantes K’iche’. Dos son producto de posturas no académicas, en donde se mezclan con el movimiento New Age. Una de éstas es de José Argüelles (1993), un historiador del arte mexicano-estadounidense y la segunda por la actriz argentina Ludovica Squirru y el antropólogo guatemalteco Carlos Barrios (2000), en consulta con un informante Mam, al que Barrios identifica como Don Isidro. Para no confundir al lector, de aquí en adelante se usará el término Cholq’ij para referirse al calendario sagrado el Altiplano y Tzolk’in cuando se refiera a evidencias de las Tierras Bajas y Mesoamérica.

Estas últimas han permeado especialmente entre los Ajq’ijab’, los mayas que participan en movimientos de reivindicación política, especialmente los miembros del Consejo Mayor de Médicos por Nacimiento. De hecho en los libros Ciencia y Técnica Maya (2008) y Raxnaq’il Nuk’aslemal, Medicina Maya en Guatemala (2016), dicho consejo insistió en incorporar lecturas del Cholq’ij derivadas de las publicaciones de Argüelles, Squirru y Barrios. Asimismo han sido incorporadas por el Ministerio de Educación de Guatemala. Hasta 2013 el proyecto de vida de los graduandos del Bachillerato en Ciencias y Letras giraba alrededor de estas lecturas de los días del Cholq’ij. Hoy dicho ministerio pide a los estudiantes que establezcan relaciones entre las lecturas de supuestos signos de un “calendario sagrado” con sus vidas. (http://www.mineduc.gob.gt/portal/contenido/menu_lateral/programas/seminario/docs13/MANUAL%20DEL%20ESTUDIANTE.pdf).

Los registros etnohistóricos coloniales señalan que en el Siglo XVI el Cholq’ij era practicado por diversos pueblos del norte, centro y sur de Mesoamérica. Por eso se asume que es el calendario más antiguo de todos, con una profundidad cronológica quizá anterior al Preclásico. No obstante, del Preclásico al Postclásico, los registros arqueológicos del Tzolk’in sólo existen en monumentos de los principales centros de población mesoamericanos, un mural de Uaxactun y en algunos códices de Oaxaca, el Centro de México y Yucatán.

Respecto de las evidencias arqueológicas, la más antigua corresponde al Preclásico Medio (ca. 500 AC) y se encuentra en Oaxaca, en el Monumento 3 de San José Mogote en donde aparece el nombre 1 Xoo o 1 Terremoto, que corresponde a un individuo aparentemente sacrificado (Flannery y Marcus 1983:57-58). Por tanto, registra la costumbre de nombrar a la persona de acuerdo al día del Tzolk’in en el que nació. En el área Maya, numerosos monumentos muestran el uso del Tzolk’in como parte del conteo de la Rueda Calendárica (Fig.7). Asimismo, uno de los muros de la Estructura B-XIII de Uaxactun tenía un mural con una secuencia de los días del Tzolk’in, de lo cual hoy sólo quedan algunas fotografías y dibujos (Stuart 2011:135-136) (Fig.8). No obstante, hasta donde se sabe, los gobernantes mayas del Preclásico y del Clásico, y los miembros de sus familias que aparecen mencionados en las inscripciones, no llevaban nombres calendáricos, al menos en lo que se refiere a sus monumentos oficiales. Esta es una marcada diferencia con los gobernantes de los K’iche’ y Kaq’chikel, que aparecen con nombres calendáricos en el Popol Wuj, el Memorial de Sololá y otros. Por tanto, queda como pregunta abierta si el énfasis en el Cholq’ij se derivó de la influencia Nahua del Postclásico.

En el Postclásico, los aztecas nombraban a los años según el primer día del Tonalpohualli, que es el mismo calendario sagrado de 260 días. En este calendario, el signo del día en que nacía una persona estaba caracterizado por una fuerza interna o tona. El Códice Fejervary-Mayer (posiblemente del Centro de México) y el Códice de Madrid (Yucatán), muestran evidencia del uso del calendario de 260 días como parte de la Rueda Calendárica. Ahora bien, a excepción de los augurios de los días que funcionaron como los Cargadores del Año en Yucatán, durante el Postclásico Tardío y que aparecen registrados en el Códice de Madrid, en realidad no se cuenta con evidencias de los significados de los días del Tz’olkin entre los mayas prehispánicos.

Del Siglo XVI el texto original del Popol Wuj señala la práctica de la adivinación, pero no contiene las interpretaciones de los días del calendario sagrado. Similarmente, las dos historias castellanas que presentan más datos sobre el área Maya, la Relación de Las Cosas de Yucatán de Fray Diego de Landa y la Apologética Historia de las Indias de Fray Bartolomé de Las Casas, tampoco proveen luz acerca de las interpretaciones que se hacían de los días del Tzolk’in en Yucatán y el Altiplano de Guatemala. Si bien, la obra de Landa provee los nombres y signos de los 20 días, permanece igual que el Códice de Madrid, al informar acerca de los augurios de los Cargadores del Año de Yucatán. Los nombres de los días del Tzolk’in se relacionan con animales y fuerzas de la naturaleza, pero también hay algunos cuyo significado no queda claro.

A fines del Siglo XVII en la Recordación Florida Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán describió que en Totonicapán se acostumbraba nombrar a un niño según el día en que había nacido, de acuerdo a la lectura de un calendario realizada por un “hechicero”. Una imagen del Códice Florentino ilustra muy bien este antiguo procedimiento (Fig.9). Asimismo incluyó un listado de los nombres de los días, que dijo haber obtenido de “un cuaderno a manera de un calendario” de un “viejezuelo (sic.) hechicero” (Fuentes y Guzmán 1932, Tomo I:292-293). Este listado va del uno al treinta y uno, y no del uno al veinte, por lo que ya sea el anciano especialista o bien Fuentes y Guzmán, lo adaptaron al mes gregoriano. El orden no coincide con los nombres de los días registrados en los monumentos mayas del Clásico ni los nombres que provee Landa. Por tanto, lo único que podemos obtener es que algunos designaciones coinciden con el Cholq’j del Altiplano y con el Tonalpohualli Azteca, mientras que otras son totalmente distintas.

Ahora bien, en la Recordación Florida se describe a los signos que regían los días de nacimiento como naguales y que la persona se convertía en “la cosa que representaba el nombre de su Nagual”. (Fuentes y Guzmán 1932, Tomo I:294). En 1980 Alfredo López Austin fue el primero en señalar que para ese entonces en Guatemala el uso ritual del Cholq’ij se habría mezclado con la creencia del nawal. Entre los aztecas, el nahualli se refería a una persona con poderes para transformarse en un animal y no era la misma entidad del tona o tonalli, el signo del día de su nacimiento en el Tonalpohualli caracterizado por una fuerza interna (López Austin 1980:1:419).

Al respecto, se presentan dos comentarios. El primero es que, dado que no se tiene evidencia de la conceptualización de los días del calendario sagrado entre los mayas prehispánicos, solamente se puede señalar que en el Siglo XVII no era igual a lo que practicaban los nahuas hasta el Siglo XVIII, cuando su uso cesó por presiones de la iglesia católica (Stuart 2011:128-129). El segundo es que si la observación de López Austin es correcta, esta mezcla ya estaba en el Siglo XVI. En la mitohistoria de Tekum registrada en el Título Ixkin Nimjaib’ y el Título Huitzitzil Tz’unumse vislumbra la creencia en el nawal. Aunque se desconoce el día del nacimiento de Tekum, por la asociación con el quetzal pudo ser Tz’ikin.

Un dato interesante es que en la década de 1930 Schultz Jena registró entre los entre los K’iche’ de Chichicastenango y de Momostenango una “oscura dualidad del destino propio con el destino del otro ser”. La vida de una persona en todas sus fases estaba ligada con la vida de un animal. Sin embargo, señaló que no se trataba de espíritus protectores, porque la relación no era siempre benévola. Para describirla, Schultz Jena usó “dualidad en el destino”, al tomar en consideración que el término K’iche’ que usaban para referirse a dicha fuerza era alxik, que significaba en general una sujeción al destino. Por tanto, esta información señala que entre los K’iche’ de ambas zonas existía la idea de una fuerza interna y a la vez fuera del control humano, quizá similar a la de los nahuas.

Es de señalar que Schultz Jena, registró significados distintos para los mismos días en zonas tan cercanas como Chichicastenango y Momostenango (Schultz Jena 1954:47-48). Asimismo, como se notará en el cuadro comparativo, hay similitudes y diferencias con lo registrado por Ruth Bunzel en Chichicastenango, con sólo dos años de diferencia en la recopilación de los datos.

Hasta ahora únicamente se ha hablado de los significados de la problemática de los significados de los signos del Tzolk’in. A esto se le tiene que agregar que las lecturas también variaban de acuerdo con las asociaciones de los 13 números y con el sexo del individuo. Un registro académico y sistemático de los mismos bajo la guía de Ajq’jab’ de Momostenango, fue publicado en el libro de Bárbara Tedlock en 1982. Allí se describe a los 20 días no sólo como nombres propios sino como divinos, pues cuando se les mencionaba iban presididos por el título de Ajaw. Tedlock no menciona para nada el término de nawal, sino los explica mediante asociaciones mnemónicas (Tedlock 1982:89).

A partir del libro de Arguëlles se empezaron a difundir las asociaciones esotéricas con el Cholq’ij. También con el libro de Squirru y Barrios (2000) se popularizó la designación de nawales para los días del calendario sagrado. Dichos autores agregaron además cuatro energías que rodean al individuo y no mencionan la fuente de información. Esto es lo que se maneja hoy entre muchos Ajq’ijab’.

A continuación, en el Cuadro 3 se hace una breve revisión de las interpretaciones de una selección de cuatro días del Tzolk’in. Se escogió a Imix, Manik’, Muluk y Kib por ser los más abstractos, con significados más oscuros y difíciles de discernir. Para incluir a la época Prehispánica, se tomó en consideración la interpretación del epigrafista David Stuart (2011), basada en la lectura del nombre cuando es posible y las asociaciones iconográficas, es decir, se trata de una reconstrucción. Además, se agregaron los nombres de los mismos días en el Tonalpualli (Caso 1953:86).

Al comparar los datos de las fuentes consultadas se observó que el significado del día Imix con lagarto coincide con el del día Cipactli de los aztecas. Posiblemente en Guatemala había un día con este nombre en el Siglo XVII, dado que Fuentes y Guzmán incluyó en su listado a un día llamado Lagarto. A principios del Siglo XX, ya hacía tiempo que su interpretación estaba perdida, porque no es un animal del Altiplano y con la Colonia se perdió el contacto con las Tierras Bajas. Entre los K’iche’ le dieron el significado de mo’x (loco) por la cercanía fonética. En los libros con esoterismo, se observa que combinaron información arqueológica de Guatemala, México y las etnografías de Schultz Jena y Bunzel. Por ello incluyen al lagarto y la locura para interpretar a Imix. Incluso, Argüelles incluye al dragón, posiblemente porque en su interpretación también incluye contenidos religiosos de la China. Respecto de Manik’, nos parece acertada la propuesta de Stuart sobre que este nombre puede derivarse del préstamo de la palabra zapoteca mani’ (animal), junto al sonido fonético chi del signo de la mano para chij, que era el nombre antiguo del venado. El significado de venado coincide con su equivalente en el Tonalpohualli y se repite en las etnografías de Guatemala. Es de señalar que Argüello interpretó literalmente la mano con el significado de asir o cerrar.

 

Stuart

2011

(yukateko)

Fuentes

y

Guzmán

¿1795?

(K’iche’)

Schultz

Jena

1930

(K’iche’)

 

Bunzel

1930-

1932

(K’iche’)

 

B. Tedlock

1982

(K’iche’)

 

Argüelles

1993

(yukateko)

 

Squirru y Barrios

(2000)

(K’iche’ ¿mam?)

Imox

Serpiente de agua.

Espíritu animado asociado a agua.

(139)

 

Totoni-

capán

¿Lagarto?

(T. I:293)

 

Imóx, imúx. Día malo. En Momoste-nango: no conocen el significado; rezan pidiendo castigo a quien haya causado mal a alguien.

En Chichicastenango dan el significado de mo’x(loco).  Rogativas por los pobres de espíritu, día de lo  que está arrevesado.

(67)

Imux. Momostenango. Día malo.  Cosa oculta. Fuerzas ocultas del universo manifestadas

en demencia.

(337)

 

Imöx.

Momoste-nango: Uno que es poseído por la locura.  Día para visitar altares y humillarse para no ser dominado por el poder de los Mam y caer en locura.  Día para adivinar por enferme-dad. (125)

 

Fuente de vida, dragón, agua, original, sangre, alimentación, pecho, energía materna, poder de nacimiento.

Este.

(151)

 

Imox. Esencia. Lado izquierdo, sensibilidad, excéntrico, cocodrilo. Energía oculta en el ser humano.  80%  agua.  Propicio para pedir por lluvia. Cosechas. También representa la locura. (215)

 

 

 

Venado

mani’ = animal (zapoteca) Signo de  la mano para  el sonido chi.  Término antiguo para venado era chij.

(141)

 

¿Venado?

(T. I:293)

 

Kiej: venado, caballo. Día bueno. Almas más sensibles al ruego. Favorable para éxito con divinidad de las montañas por el venado.

(69)

 

Kiej: venado. Día bueno. Transfigura-

ción en la muerte.

Conmemora-

ción de los muertos.

(338-339)

 

Quej. Uno de los cuatro Mam.  Día fuerte,   monta sobre persona débil. Pero si se nace en Quej es física y mentalmente fuerte.

(113-114)

 

Mano, asimiento, cierre, conocimien-to de poder de conclusión. Percepción de aptitud del ser físico. Oeste.

(151)

 

 

 

Keej. Venado.  Día bueno para agradecer. Los cuatro pilares que sostienen a la tierra. Los cuatro Balames con sus compañe-ras. Los cuatro puntos cardinales. El venado tiene una pata en cada punto. Guardián de los bosques (257).
Cántaro de agua en el signo

Sólo en Huasteco mul significa cántaro de agua.

(141)

 

 

¿? Toj: pena castigo. En parte buen día para oraciones por enfermos crónicos pero si en la adivinación sale ese día el enfermo morirá.

(69)

 

T’oj: enfermedad. Sufrimiento por pecado.

(339)

 

Toj. Pagar. Es el tesorero del mundo.  Asociado con número bajo, indica pago debido a ancestros. Un niño nacido en Toj, enfer-mo crónico y en deuda. (115) Muluc. Gota de lluvia, semilla cósmica. Principio de comunicación y expansión de la vida superior. Este.

(152)

 

 

Tooj. Tojil, deidad del Sol, pago, ofrenda o multa. Lluvia principio de comunicación con la alta vida. Día para ofrecer sangre a Tojil (271)
El más oscuro de los signos.

En yukateko kib es abeja de cera, pero difícil relacionarlo con el glifo antiguo.

(142)

 

¿? Ajmak: informante anciano: insecto volador. Ofrendas a las almas de los antepasados que materializa-dos como insectos visitan viviendas ese día.

(70)

 

Ajmaq: día sin carácter claramente definido. Para pedir perdón.

(336)

 

Ajmac. En el patrilinaje. Se visitan altares para pedir perdón. Buen día para sembrar la fundación de un altar, para adivinar causas de enferme-dad.

Si se nace en Ajmac, suerte en negocios pero esposo/a irrespon-sable. (121)

Cib. Fuerza cósmica, capacidad para contactar y convivir con la conciencia galáctica. Sur.

153)

 

 

Ajmaq. Perdón y pecado. Lo más oscuro de la noche y el primer rayo de luz. Dualidad. Energía madre de los errores. Día en que los grandes sabios imparten sus enseñanzas (180).

Con referencia a Muluk, la asociación con el agua puede establecerse en el signo jeroglífico del Clásico que consiste en un cántaro de agua. Coincide con el mismo noveno día del calendario Azteca. No obstante, entre los K’iche’ no hay ninguna coincidencia, pues se trata del signo Toj asociado al pago. En las publicaciones de Argüelles, Squirru y Barrios combinaron ambas asociaciones con otros agregados cuyo origen se desconoce. Finalmente el signo de Kib continúa siendo el más oscuro. No tiene ninguna relación con su equivalente en el calendario Azteca. Lo que más llamó la atención fue la cercanía entre el significado de abeja en yukateko y la interpretación de un insecto volador obtenida de un anciano por Schultz Jena. En las etnografías de los K’iche’ se habla de un día sin asociaciones bien definidas, dedicadas a pedir perdón. Dicha falta de definición fue llenada por los adeptos a posturas New Age con las interpretaciones más disparatadas.

Notas finales sobre los cambios en los días del Cholk’ij

El Cholq’ij fue por miles de años un calendario íntimo de los mesoamericanos, que determinó en gran medida el destino de sus vidas. De allí que sobreviviera a la invasión castellana y la Colonia. En algunas regiones de Mesoamérica se ha perdido, mientras que en el Altiplano de Guatemala continúa muy vigente. En 1930 los informantes K’iche’ de Schultz Jena lo ligaron inequívocamente a las cuentas lunares relacionadas con el periodo de la gestación humana. De hecho Schultz Jena registró que cuando se nombraba a un niño según el calendario sagrado se decía “are ri ik’ kuyaorub’i –que la luna le dé (al niño) el nombre”. De la misma manera, hoy los especialistas mayas contemporáneos lo ligan al embarazo humano.

Este calendario sagrado ha sido transmitido oralmente de generación. Se tiene un vacío muy grande en cuanto a la interpretación de los días del Cholq’ij en la época Prehispánica, Colonial y Republicana. Como bien lo señaló David Stuart (2011) nunca se tendrá las lecturas asociadas a los diferentes números, al sexo del consultante, ni el panorama de las variaciones regionales. De la Prehispánica sólo quedan las reconstrucciones de epigrafistas e iconografistas y permanece como pregunta abierta si los mayas prehispánicos concibieron a los 20 días como fuerzas internas, como nawales o una combinación de ambos. Al contrastar el uso de nombres calendáricos entre gobernantes postclásicos del Altiplano y la ausencia de evidencia de esta conducta en los monumentos preclásicos y clásicos del área Maya, es posible que el énfasis en el Cholq’ij sea producto de la influencia Nahua posclásica.

A principios del Siglo XX entre los K’iche’ existía la relación de los nombres de los días con fuerzas del destino, por lo que su asociación con una fuerza interna seguía presente. Por medio de la comparación de las investigaciones etnográficas, se puede seguir aproximadamente la huella de los cambios, pero se reducen a las áreas estudiadas, mientras que otras permanecen sin evidencia. Hoy se habla de nawales asociados a los días del Tzolk’in en que nacen las personas. Cada uno consiste en una carga para la persona, la cual tiene que llevar para lograr una vida plena que bien pudiera interpretarse como una fuerza ejercida desde el exterior y que también se encuentra en el exterior. Por tanto, existe evidencia entre la mezcla de las fuerzas con los nawales.

Finalmente, se llama a la reflexión especialmente a los especialistas que están haciendo uso de las publicaciones que combinan enfoques del movimiento New Age. En los libros de Argüelles, Squirro y Barrios hay evidencia de que utilizaron sin citar fuentes de investigaciones realizadas en Guatemala y México, a lo que agregaron esoterismo. A diferencia del proceso anterior de transmisión oral, ahora este material está impreso o directamente accesible en las redes electrónicas, ofreciendo al Cholq’ij como una especie de horóscopo Maya que mezcla datos obtenidos de la arqueología, la etnografía y esoterismo. Son los Ajq’ijab los llamados a tomar acciones al respecto (Fig.10).

Referencias

Argüelles, José

1993   El factor maya. 3a. Edición. Hoja Casa Editorial, México, D.F.

 

Bunzel, Ruth

1981   Chichicastenango. Seminario de Integración Social Guatemalteca. Publicación No. 41. Editorial José de Pineda Ibarra. Ministerio de Educación, Guatemala.

 

Caso, Alfonso

1953   El pueblo del sol. Fondo de Cultura Económica, México, D.F.

 

Flannery, Kent y Joyce Marcus

1983   The Formative Village and the Roots of Divergence. En The Cloud People. Divergent Evolution of the Zapotec and Mixtec Civilizations (editado por K. Flannery y J. Marcus). Academic Press, New York.

 

Fuentes y Guzmán, Francisco Antonio (de)

1932   Recordación Florida. Tomo I. Biblioteca “Goathemala” Volumen VI. Sociedad de Geografía e Historia, Guatemala.

 

Landa, Diego (de)

1959   Relación de las Cosas de Yucatán. Editorial Porrúa, México, D.F.

 

López Austin, Alfredo

1980   Cuerpo humano e ideología: las concepciones de los Antiguos Nahuas. Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F.

 

Piedrasanta, Ruth

2009   Los chuj. Unidad y ruptura en su espacio. Armar Editores, Guatemala.

 

Schultz Jena, Leonhard

1954   La vida y las creencias de los indígenas quichés de Guatemala. Traducción y prólogo por Antonio Goubaud Carrera y Herber D. Sapper. Biblioteca de Cultura Popular 20 de octubre. Volumen 49. Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala.

 

Squirru, Ludovica y Carlos Barrios

2000   Mam Wuj. El libro del destino. Astrología Maya. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.

 

Stuart, David

2011   The Order of the Days. Harmony Books, New York.

 

Tedlock, Barbara

1982   Time and the Highland Maya. University of New Mexico Press, Albuquerque.

 

Thompson, J. Eric S.

1950   Maya Hieroglyphic Writing. Introduction. Carnegie Institution of Washington, publ. 589. Washington, D.C.

 

Tozzer, Alfred M.

1941   Landa’s Relación de las Cosas de Yucatán. Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, Harvard University, vol. XVIII.

Fig. 1: Izquierda, Estela D de Copán. Tomado de E. Thompson, Maya Hieroghyphic Writing 3ª Edición. 1966, Fig. 60. Derecha Esquema de los Cargadores del Año de la Serie Akb’al.

Fig. 2: Arriba, la estrella Draco en la constelación Draconis. Abajo, círculo de la Precesión.

Fig. 3: Eta Draconis en el tránsito meridiano a media noche.

Fig. 4: Altar 46 de Tak’alik Ab’aj.

Fig. 5: Arriba, Monumento 6 de Tortuguero, México con una fecha de Rueda Calendárica. Tomada de E.  Arredondo y T. Barrientos. 2012, Fig. 79. Abajo, detalle del mural de la Estructura B-XIII de Uaxactún con una secuencia de los días del Tzolk’in. Tomado de D. Stuart, 2011:136. Nota: no aparece numerado como figura.

Fig. 6: Izquierda, imagen del Códice Florentino, Libro IV, Folio 34 V. Reprografía de Alfredo Román.  Tomado de M. Ivic de Monterroso, 2016, Fig. 1.8. Derecha, fotografía del Ajq’ij Santiago Samínez. Consulta al Cholk’ij utilizando las semillas de tz’ite’.  Tomado de M. Berger, 2016, Fig. 5.13.