049 Los Dioses de la Muerte en Cotzumalguapa. Oswaldo Chinchilla Mozariegos y Gilberto Cruz Gámez – Simposio 27, 2013

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049 Los Dioses de la Muerte en Cotzumalguapa.

Oswaldo Chinchilla Mozariegos y Gilberto Cruz Gámez

 

XXVII Simposio de Investigaciones
Aqueológicas en Guatemala
Museo Nacional de Arqueología y Etnología
22 al 26 de julio de 2013
Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Andrea Rojas

 

Referencia:
Chinchilla Mazariegos, Oswaldo y Gilberto Cruz Gámez
2014 Los Dioses de la Muerte en Cotzumalguapa. En XXVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2013 (editado por B. Arroyo, L. Méndez Salinas y A. Rojas), pp. 615-624. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

 

Los Dioses de la Muerte en Cotzumalguapa
Oswaldo Chinchilla Mazariegos
Gilberto Cruz Gámez
Palabras clave
Cotzumalguapa, El Baúl, Dioses de la Muerte, Clásico Tardío.

Abstract
The human skeletons and skeletal beings representations –probably gods of death– are common themes in the art of Cotzumalguapa. In this paper we report the discovery of two important examples, monuments 78 and 79 of El Baúl. Archaeological and iconographic contexts of these and other related sculptures serve as a basis for interpreting some proposals about the gods of death and skeletal figures in Cotzumalguapa.

 

Tenía razón Eric Thompson cuando observó una “preocupación obsesiva” con la muerte en el arte de Cotzumalguapa (1948:19). Las figuras esqueléticas y los dioses de la muerte aventajan en número a cualquier otro personaje representado en el corpus de más de 200 esculturas conocidas en Cotzumalguapa. El número crece constantemente; en años recientes se han encontrado varios ejemplos de gran interés. En esta ponencia se describirán tres esculturas encontradas durante los últimos cinco años, que han venido a enriquecer el repertorio de representaciones mortuorias conocidas en la región. A la vez, se presentará una revisión iconográfica de estas y otras representaciones, en un esfuerzo por explicar el simbolismo de la muerte y los dioses de la muerte en Cotzumalguapa.

Monumento 76 de El Baúl
El monumento 76 (Fig.1) fue encontrado durante labores agrícolas en 2008, en un sector localizado 400 metros al este de la acrópolis del El Baúl. Su localización exacta se desconoce, pero en enero de 2009 se obtuvo un informe oral del guardián del terreno, el Sr. Edwin Orlando Galindo, persona que a lo largo de varios años se ha caracterizado por su responsabilidad e interés por el rescate de los restos arqueológicos de El Baúl. En nuestra experiencia, el informe proporcionado por el Sr. Galindo es digno de confianza y provee un dato bastante acertado sobre la localización original de la escultura.

El monumento 76 es un fragmento de una escultura que, por comparación con otras de su género, debió ser rectangular. La superficie mide 1.40 x 0.96 m, y 0.37 m de grosor. La superficie está bien alisada, pero el relieve es mínimo y poco perceptible, a menos que se utilice luz rasante. Está labrado por medio de líneas levemente incisas para formar el rostro del Dios de la Muerte, visto de frente. A pesar de la rotura, la conservación es buena excepto por un sector en el área bucal. El rostro óseo lleva la lengua de fuera y está provisto con cabellera abundante. En ambos lados de la cabeza tiene proyecciones apuntadas, que en lo sucesivo se describirán como “cuernos”, con la advertencia de que su naturaleza no está clara. En las representaciones tridimensionales, tienen forma poliédrica, no cónica, y es posible que formen una suerte de tocado. Lleva un collar anudado al frente con una moña o corbata, y orejeras definidas por líneas ondeantes que parecen hechas de un material mullido o esponjoso, poco común en las representaciones del Dios de la Muerte. Se completan con dos bandas colgantes con extremos redondeados, decoradas con líneas transversales.

El monumento 76 debió ser parte del pavimento de la Calzada de Ichanhuehue (Fig.4), descubierta en 2011 por medio de prospección con georadar (Chinchilla Mazariegos 2012a). En trabajos anteriores se han reportado cuatro esculturas similares, que representan el rostro del Dios de la Muerte, todas las cuales fueron parte de los pavimentos de sendas calzadas (monumentos 1 y 2 de La Gloria, monumento 67 de El Baúl y monumento 16 de El Castillo; Chinchilla Mazariegos et al. 2008). El lugar del hallazgo del monumento 76 se sitúa en o junto a la Calzada de Ichanhuehue, lo cual deja pocas dudas de que debió ser parte de ella. Como en los ejemplos mencionados, el rostro del dios se encontraba a nivel de la tierra, viendo hacia arriba, y debió ser parte del pavimento sobre el que circulaban los transeúntes.

Monumento 78 de El Baúl
El monumento 78 (Fig.2) fue encontrado el 24 de marzo de 2011 durante los trabajos de pavimentación de la tercera calle de la Colonia Maya. Trabajadores municipales descubrieron el monumento mientras abrían una zanja para introducir una tubería que captaría el agua de lluvia. Se encontraba en el crucero de la tercera calle y cuarta avenida, cerca de la escuela de la colonia. Estaba dispuesto en eje norte-sur, aproximadamente a 5 m de la esquina suroeste de la estructura 35 (Fig.4), una plataforma alargada que cierra el lado sur del Segundo Recinto de El Baúl. En este conjunto se han encontrado varias esculturas anteriormente, incluyendo los monumentos 56, 58 y 71 de El Baúl. El monumento fue extraído de su localización original sin que se pudiera documentar plenamente su contexto y asociaciones, pero fue posible establecer con certeza su procedencia. Lamentablemente sufrió daños, principalmente en la parte inferior, cuando los trabajadores municipales lo sacaron para continuar con las labores de zanjeo. Fue trasladado a las instalaciones del Museo El Baúl el 25 de marzo de 2011 con la colaboración de personal y maquinaria de Pantaleón S.A, y con la anuencia del Comité Comunitario de Desarrollo (COCODE) de la Colonia Maya.

El monumento 78 consiste de una piedra de forma irregular de 0.88 m de alto, 2.32 m de ancho y 1.40 m de grosor. Presenta un esqueleto humano de cuerpo completo, labrado en relieve profundo. Domina la composición el tórax masivo, labrado en la parte más prominente de la roca, con el esternón alineado en una arista. En comparación, las extremidades son desproporcionadamente cortas. El brazo izquierdo está extendido mientras que el derecho se encuentra flexionado y pareciera que se posa sobre el pecho. Las piernas están abiertas y flexionadas. Los huesos de las extremidades presentan anchas acanaladuras que marcan la cavidad medular, y cóndilos redondeados. Las manos y los pies tienen piel, una característica que las representaciones esqueléticas de Cotzumalguapa comparten con las de otras tradiciones artísticas de Mesoamérica. El cráneo esta tallado de perfil en una faceta de la roca, con lo que queda del lado izquierdo del cuerpo, volteado hacia su derecha y hacia arriba. En el área abdominal tiene tres lóbulos que, con toda probabilidad, representan los intestinos o vísceras colgantes. El conjunto da impresión de movimiento y parecería que el esqueleto está bailando. Sin embargo, por su posición horizontal también puede ser que represente los despojos de un cuerpo humano, arrojados sobre el suelo en una posición más bien desordenada.

Monumento 79 de El Baúl
El monumento 79 (Fig.3) apareció el 17 de diciembre de 2012 durante labores de arado al norte de la Acrópolis de El Baúl. El guardián, Sr. Edwin Orlando Galindo, estaba presente y advirtió la talla cuando un tractorista se disponía a remover la piedra. Como en el caso del Monumento 78, no se documentó con detalle el contexto arqueológico, pero fue posible tomar nota de la procedencia del monumento, que fue trasladado al Museo de El Baúl dos días después.

El monumento 79 apareció en el Grupo Norte de El Baúl (Fig.4), ubicado aproximadamente 300 metros al norte de la Acrópolis de El Baúl. El grupo está compuesto por tres estructuras dispuestas en una plazuela, comunicada con la Acrópolis por medio de la Calzada Eisen. Al norte de este grupo parte la calzada Thompson, la cual llegaba hasta el ahora desaparecido puente de Thompson (Chinchilla Mazariegos 2011a, 2012a). El monumento 79 se descubrió en la fachada sur de la estructura que cierra el lado norte de este conjunto. De acuerdo con el reporte del Sr. Galindo se encontraba erguido y es probable que haya estado asociado con elementos arquitectónicos de piedra, a juzgar por las piedras dispersas en el lugar del hallazgo, que pudieron conformar parte de la fachada del edificio o un empedrado en la plazuela.

El monumento 79 es una roca de forma oval, de 1.50 m de alto, 1.10 m de ancho y 0.66 m de grosor. La talla es poco profunda y de pobre calidad, pero la representación tiene gran interés iconográfico. Presenta dos personajes esqueléticos confrontados, de perfil, uno de los cuales es mayor y parece sostener al otro en brazos. Para propósitos de esta descripción, se designarán como Personaje 1 y Personaje 2 (respectivamente, a la derecha e izquierda del observador).

El Personaje 1 presenta los atributos del Dios de la Muerte, incluyendo la lengua de fuera y los “cuernos” en el tocado. Lleva orejeras y un collar anudado al frente. Tiene las piernas flexionadas, y entre ellas hay una serpiente que, por comparación con otros ejemplos, puede formar un cinturón. La cavidad abdominal está indicada por medio de un círculo, atributo que se repite en otras representaciones del Dios de la Muerte. Con los brazos extendidos sujeta al Personaje 2, más pequeño, cuyas piernas extendidas descansan sobre las del otro, mientras que sus brazos cuelgan a la espalda. Como el esqueleto del monumento 78, presenta tres lóbulos en el área abdominal, a manera de vísceras colgantes.

El personaje 2 parece tener un “cuerno” rudimentario, pero además lleva un adorno que cuelga hasta su cintura, formado por una cinta o cola larga adornada con cuentas y caracoles, bordeada por flecos o pelos dispuestos en forma diagonal. Cerca del extremo, tiene una cuenta tubular que lo amarra y separa la punta, que solo tiene flecos en un lado y está levemente volteada. Muchos personajes llevan este adorno en las esculturas de Cotzumalguapa, colgando a la espalda o enrollado. Los ejemplos incluyen los monumentos 1, 3-6 y 8 de Bilbao; 18, 27 y 30 de El Baúl; 1 y 3 de Palo Verde; y 1 de Vista Linda. Lo utiliza el Dios de la Muerte en el monumento 18 de El Baúl y en el monumento 3 de Palo Verde.

Los personajes están acompañados por numerales, indicados por medio de círculos lisos, uno de los formatos utilizados para expresar unidades en el sistema de numeración de Cotzumalguapa (Chinchilla Mazariegos 2011b). Hay siete unidades alineadas bajo los cuerpos esqueléticos, y dos más junto a los pies del Personaje 1. Es posible que en conjunto, representen el número 9, pero también es posible que sean dos números separados, cada uno de ellos asociado con una de las figuras. En este caso, el número 2 debería asociarse con el Personaje 1 y el número 7 con el Personaje 2. En cualquier caso, la presencia de numerales sugiere que los personajes deben considerarse como signos jeroglíficos de cuerpo entero, como se han observado en otras esculturas de Cotzumalguapa (Chinchilla Mazariegos 2011b). Si esta interpretación es correcta, el monumento podría entenderse como una inscripción formada por las anotaciones calendáricas “7 Muerte” y “2 Muerte”.

Los Dioses de la Muerte en Cotzumalguapa
Se han descrito ya las características del Dios de la Muerte. Las más constantes incluyen su aspecto esquelético, pero con manos y pies provistos de piel, el pelo abundante, la lengua de fuera, presa entre los dientes, y los “cuernos” que pueden ser parte de un peinado o tocado. Con cierta frecuencia lleva una diadema con bandas cruzadas al centro. Usa orejeras de forma variada y muchas veces un collar anudado al frente. Cuando está representado de cuerpo completo, suele llevar una serpiente anudada como cinturón. El vientre suele estar marcado con un círculo, en algunos casos sustituido por lóbulos que seguramente son las tripas colgantes.

La abundancia de representaciones permite explorar el rango de variabilidad presente en la iconografía del Dios de la Muerte, que pueden corresponder a diferentes manifestaciones o advocaciones, pero que a la vez pueden tener puntos en común. En los siguientes párrafos describimos los contextos iconográficos en que se presenta la figura de la muerte y planteamos algunas sugerencias sobre sus connotaciones en el arte de Cotzumalguapa.

¿Un niño?
Una característica frecuente del Dios de la Muerte es su escasa estatura, que se advierte en las escenas donde interactúa con otros personajes. Los ejemplos incluyen los monumentos 3 y 13 de Bilbao, y el Monumento 3 de Palo Verde, cuyo protagonista levanta en sus manos al Dios de la Muerte como si fuera un bebé. Esta representación es especialmente cercana al Personaje 2 del monumento 79, que también pareciera ser un infante en brazos del Personaje 1. Además del aspecto infantil, comparten la cola enjoyada, arriba descrita, y tienen las tripas de fuera.

Posiblemente por su pequeña estatura, y porque en ocasiones parece estar cargado o manipulado por otros, Thompson (1948:19-20) acuñó el apodo de “maniquí de la muerte” (death manikin), también utilizado por Parsons (1969:124). Thompson (1977) llegó a considerarlo como una especie de “duende” (hobgoblin). Siguiendo estos criterios, en algunas publicaciones anteriores lo hemos denominado “Dios Maniquí de la Muerte”, pero ahora consideramos que este término es inapropiado, y proponemos abandonarlo, pues no es evidente que el dios de la muerte cumpla las funciones de un maniquí, muñeco o títere. Nos parece más acertado reconocer el carácter infantil del Dios de la Muerte en estas representaciones.

Un ejemplo aparece en el monumento 26 de Bilbao (Figs.5 y 6), actualmente en la colección del Museo Etnográfico de Berlin. Se trata de un gran recipiente de piedra que se encontraba originalmente en el centro de la Plaza Monumental de Bilbao (Chinchilla Mazariegos 1996). Los relieves en el entorno representan a un personaje, sentado en cuclillas, cuya cabeza tridimensional sobresale en el borde del recipiente. El cuerpo no está descarnado; lleva una capa corta que cubre sus hombros y espalda, y un cinturón formado por una gruesa cuerda trenzada. Las manos tienen largas uñas afiladas, que le dan un aspecto amenazante. Se suma a ello la cabeza descarnada, pero con pelo y orejas. La boca es prognata, con una proyección central, parcialmente destruida. Es posible que sea el mismo personaje de los monumentos 31 y 76 de Bilbao, que representan seres esqueléticos, prognata, con grandes colmillos. El Dios de la Muerte está sentado como un muchachito sobre las rodillas de este ser temible. El pequeño tiene todos sus rasgos característicos, y adopta una pose que raya en lo risible, con los brazos y piernas extendidos y doblados hacia abajo.

Los monumentos 26 de Bilbao y 79 de El Baúl parecen indicar que se concebía al Dios de la Muerte como un bebé en brazos de otros seres con rasgos esqueléticos o mortuorios. No está claro si se trata de sus progenitores, abuelos, u otros, pero estos ejemplos dan la impresión de que se concebían por lo menos dos generaciones de dioses y quizá diosas de la muerte.

Guerrero y sacrificador
En algunas representaciones, el Dios de la Muerte tiene un carácter belicoso. El mejor ejemplo es el monumento 48 de Bilbao (Fig.7), una silueta de gran tamaño, que lo presenta armado como guerrero con escudo y macana. Tanto el formato como el tema de esta escultura son únicos en el arte de Cotzumalguapa, que no abunda en representaciones de guerreros.

El monumento 4 de El Baúl presenta a un personaje esquelético en el papel de sacrificador. Lleva un corazón sangrante en la mano derecha y posiblemente un cuchillo en la izquierda. A sus pies caen cuatro víctimas con los pechos abiertos y una cabeza cercenada. La identidad de este personaje como el Dios de la Muerte no es segura, pues presenta detalles del traje y tocado diferentes a los usuales, y puede tratarse de un oficiante que toma el aspecto del dios en este contexto. En un trabajo anterior se han identificado las lengüetas que salen de su boca como representación de su “habla fogosa”, y toda la escena está envuelta en lengüetas que probablemente representan fuego (Chinchilla Mazariegos 2011b).

El Dios de la Muerte y la Realeza
En el monumento 4 de El Baúl, el oficiante lleva un tocado compuesto por un tablero rectangular con una borla que cuelga sobre la cabeza, el cual está asociado con personajes prominentes en el arte de Cotzumalguapa, entre ellos, los representados en tres grandes bustos con espiga horizontal procedentes de El Baúl (monumentos 12 y 63 de El Baúl y monumento 1 de Pantaleón). A juzgar por su escala y aspecto dignificado, es probable que estos sean retratos reales. De la misma escala y calidad es una escultura de procedencia desconocida, actualmente en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología, que representa al Dios de la Muerte con el mismo tocado. El uso de este tocado parece indicar que se le concedían atributos e insignias asociadas con la realeza o la alta nobleza.

Los monumentos 82 y 83 de Bilbao son paneles que representan, respectivamente, a un individuo viviente y al Dios de la Muerte, ambos con tocado de tablero y borla. El conjunto sin duda se relaciona con conceptos de oposición y complementación entre la vida y la muerte, pero a la vez, el uso del tocado coloca al Dios de la Muerte en la misma categoría que el personaje viviente, quizás un gobernante o noble de alto rango.

En la estela 1 de Los Cerritos Norte hay un personaje esquelético que interactúa con otro individuo. El paralelo más cercano se encuentra en las estelas 18 de Bilbao y 1 de El Castillo, las cuales fueron interpretadas por Hatch (1987) como escenas de intercambio de símbolos relacionados con el poder político. Al igual que en el monumento 4 de El Baúl, los detalles del tocado no permiten afirmar con certeza si el personaje es, en efecto, el Dios de la Muerte, pero la escena sugiere una participación del dios, o de oficiantes vestidos con atributos esqueléticos, en los rituales de traspaso del poder político.

El monumento 59 de Bilbao es un trono de piedra, que lleva en la superficie una figura incisa del Dios de la Muerte. Los ocupantes del trono literalmente se sentaban sobre él, situación que pudo estar relacionada con metáforas sobre la relación entre la muerte y el poder político.

El Dios de la Muerte y el Mundo Florido
En varios trabajos se ha identificado el Mundo Florido como uno de los temas más importantes en el arte de Cotzumalguapa (Chinchilla Mazariegos 2008, 2012b).

El Dios de la Muerte participa en escenas que aluden a la invocación del Mundo Florido por medio del canto, el baile y los sacrificios. Un ejemplo se encuentra en el monumento 3 de Bilbao, donde el Dios de la Muerte baila y canta junto a otro danzante. Hay una cabeza cercenada colocada en un armazón por encima de ambos. En el monumento 85, salen de su boca enredaderas plenas de retoños, que nuevamente sugieren el canto y la evocación del Mundo Florido. El ejemplo más impresionante se encuentra en el monumento 21 de Bilbao. La cabeza del Dios de la Muerte forma parte del torso del personaje principal, y su canto está representado por una enredadera enorme, que crece hasta circundar toda la escena. En los trabajos citados se ha argumentado que este canto evoca y recrea el Mundo Florido.

¿Señor de la Tierra?
Con cierta frecuencia, el Dios de la Muerte aparece en esculturas que quedaban a ras del suelo, entre ellas los relieves de su rostro, que formaban parte del pavimento de las calzadas (Chinchilla Mazariegos et al. 2008). Se conocen ocho ejemplos, entre ellos el monumento 76 de El Baúl, que debió ser parte de la calzada de Ichanhuehue. Aunque ninguna se ha documentado plenamente in situ, se conoce el contexto arqueológico de tres ejemplos, los monumentos 1 de La Gloria, 16 de El Castillo, y el conjunto formado por los monumentos 66 y 67 de El Baúl. En varias de estas esculturas aparece el numeral 4, con lo que se puede concluir que representan la colocación calendárica 4 Muerte. No hay una explicación satisfactoria para la presencia de estos relieves en las calzadas. Sin embargo, se puede observar que el rostro Dios de la Muerte se encontraba en el suelo, viendo hacia arriba, lo que puede sugerir una asociación con la tierra, además de su obvia relación con los caminos y calzadas.

A juzgar por su forma, el monumento 85 de Bilbao es un escalón, labrado en la huella y contrahuella con un relieve que representa el torso, cabeza y brazos del Dios de la muerte. Como se indicó arriba, el Dios de la Muerte lleva plantas en la boca en este caso, lo que sugiere una relación con el canto y el Mundo Florido. Por comparación con otras representaciones, los elementos flamígeros que lo flanquean pueden representar llamaradas. Es difícil explicar el conjunto pero se puede colegir que, en la posición original del escalón, el Dios de la Muerte aparecía en el acto de emerger de la tierra o del piso del patio en que debió encontrarse la escultura.

Otro ejemplo relacionado aparece en el monumento 93 de Bilbao, una roca labrada en la parte superior con relieves que incluyen despojos humanos cercenados, un nicho con los rostros de una pareja humana, y un relieve con el rostro del Dios de la Muerte. Por la forma de la roca, el Dios de la Muerte mira hacia arriba, como en el caso de los relieves asociados a las calzadas. Nuevamente, parecería ser que el dios asoma su rostro desde la roca misma.

Observaciones finales
Los comentarios anteriores no agotan el inventario de representaciones del Dios de la Muerte y otros personajes esqueléticos en Cotzumalguapa. Como en el caso del monumento 78 de El Baúl, muchas veces es difícil distinguir entre las representaciones específicas de este dios y las de otros esqueletos que no presentan los atributos distintivos, o presentan solo algunos de ellos. En fin, algunas representaciones tienen características únicas y difíciles de entender. Estos comentarios se ofrecen en un intento por explicar las esculturas recién descubiertas, y empezar a explorar la variedad de significados y asociaciones del Dios de la Muerte en Cotzumalguapa.

¿Cómo explicar, por ejemplo, el monumento 80 de Bilbao, un torso humano finamente labrado, en el que se distinguen las vertebras del cuello, las costillas, el esternón, la pelvis y el vientre conformado como un recipiente? ¿Debemos considerarlo o no como una representación del Dios de la Muerte? ¿Qué significa la roca del monumento 10 de El Baúl, labrada con un enorme cráneo y dos serpientes que se enroscan en él, una de ellas saliendo por la fosa nasal? Es claro que queda mucho por explicar sobre los conceptos de la muerte y las representaciones de los dioses de la muerte en Cotzumalguapa.

Podemos resumir los resultados de este trabajo reafirmando la importancia del Dios de la Muerte. Relacionado con la realeza, la guerra y el sacrificio, la tierra y el Mundo Florido, este ser, muchas veces de aspecto infantil y juguetón, debió condensar aspectos importantes del pensamiento religioso y la visión del mundo de los creadores del estilo Cotzumalguapa.

Referencias
Chinchilla Mazariegos, Oswaldo
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Fig.1: Monumento 76 de El Baúl. Foto: Oswaldo Chinchilla.

Fig.2: Monumento 78 de El Baúl. Foto: Oswaldo Chinchilla.

Fig.3: Monumento 79 de El Baúl. Foto: Oswaldo Chinchilla.

Fig.4: Mapa de El Baúl que incluye los nuevos monumentos. Dibujo: Oswaldo Chinchilla.

Fig.5: Monumento 26 de Bilbao, visto de frente. Foto: Oswaldo Chinchilla.

Fig.6: Monumento 26 de Bilbao, visto de perfil. Foto: Oswaldo Chinchilla.

Fig.7: Monumento 48 de Bilbao. Foto: Oswaldo Chinchilla.