082 Cinco años de investigaciones en La Corona: una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un engima. Marcello A. Canuto y Tomás Barrientos Q. – Simposio 26, 2012

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082 Cinco años de investigaciones en La Corona: una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un engima.

Marcello A. Canuto y Tomás Barrientos Q.

 

XXVI Simposio de Investigaciones
Arqueológicas en Guatemala
Museo Nacional de Arqueología y Etnología
16 al 20 de julio de 2012
Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas

 

Referencia:

Canuto, Marcello A. y Tomás Barrientos Q.
2013 Cinco años de investigaciones en La Corona: una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un engima. En XXVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2012 (editado por B. Arroyo y L. Méndez Salinas), pp. 993-997. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

 

Cinco años de investigaciones en La Corona: una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un engima
Marcello A. Canuto
Tomás Barrientos Q.
Palabras clave
Petén, Noroeste, La Corona, Calakmul, Tikal, Período Clásico, Camino Real.

Abstract
A strategic factor in the rivalry between Tikal and Calakmul during the Classic period was the “Royal Road” that gave Calakmul Access to the Central Lowlands and the Highlands, bordering the Tikal jurisdiction. La Corona is located along an important part of this road, whose monuments recorded a close and long alliance between their kings and the Kan kingdom rulers. Since 2008, investigations have proved that the texts of the site only reveal part of this strategic site history. In fact, environmental studies, regional survey, settlement pattern analysis, excavation of monumental architecture, investigation of domestic contexts, and analysis of artifacts, animal bones and botanical remains suggest that the alliance with the Kan kingdom changed the site’s power structure, exchange system, social organization, and sacred history. It was not just a political alliance, it was a matter of blood bonds that gave La Corona many years of prosperity as a colony of the Kan kingdom.

 

La metáfora que Winston Churchill ingenió en 1939 para describir la Rusia ahora parece altamente apropiada para la antigua ciudad clásica Maya de La Corona. Después de cinco años de investigación intensa en el sitio, el Proyecto Regional Arqueológico La Corona ha logrado superar varios retos para lograr unas conclusiones preliminares de la función, importancia, papel de este sitio de tamaño modesto en el extremo oeste de el área central de la civilización Maya clásica de las Tierras Bajas. Con una migaja de complacencia, nos atrevimos manifestar cuanto ha avanzado el conocimiento de este sitio desde las primeras décadas asombradas del “misterioso Sitio Q” cuando ni se conocía la ubicación del lugar.

Empero, las respuestas que se han ofrecido aclarando los primeros misterios del sitio han dado lugar a otros enigmas más sofisticados que no dejan de pasmar aun a los expertos más distinguidos y experimentados. Cualquier intento de síntesis e interpretación durante un programa de investigación vigente arriesga enlodar mas aguas ya turbias. Sin embargo, aquí se intentará esbozar un croquis comprehensivo de La Corona que logre una caracterización del rol de este sitio durante el periodo Clásico.

El noroeste de Petén: 2008-2012
Cuando inició el Proyecto Regional La Corona, el noroeste de Petén constituía una zona caracterizada por conflictos y amenazas al patrimonio cultural y natural de la región. El sitio ya había sido víctima de un incendio forestal hacía unos 3 años atrás, y la tala de bosque e invasiones en áreas protegidas eran hechos muy comunes en la zona. Asimismo, había muy poca presencia de autoridades y por lo tanto la depredación de sitios arqueológicos y animales todavía era una práctica que amenazaba sitios como La Corona. En cuanto al acceso, en este momento era muy difícil la entrada de vehículos a zonas como la de La Corona, sin embargo, se decidió iniciar el proyecto aunque las condiciones no fueran las ideales.

Ahora, cinco años después, se cuenta con un campamento permanente que facilita grandemente lo arqueológico, y la presencia de autoridades en la zona ha permitido el desarrollo de las actividades científicas de mejor manera. Este campamento fue diseñado para soportar las inclemencias del tiempo e incluso posibles incendios, y su funcionamiento se basa en buenas prácticas que minimizan el impacto del proyecto en el ecosistema del sitio. Por lo tanto se cuenta con un sistema de tratamiento de aguas grises, un sistema de filtrado de agua, energía solar y se restringe el uso de jabones y otros químicos a fórmulas biodegradables.

Desde el punto de vista científico, esta área constituía un total vacío de registro de sitios y conocimiento arqueológico. Sin embargo, con el inicio del proyecto regional, se han registrado más de 15 sitios nuevos y poco a poco se está llenando el mapa.

El Proyecto Regional Arqueológico La Corona
Por tratarse de una zona desconocida, el proyecto ha tenido desde sus inicios un enfoque regional, lo que permite entender de mejor forma el papel que jugó La Corona en la política y economía local y sus relaciones con otras zonas de las Tierras Bajas. Como ejemplo de este tipo de interrogantes, el proyecto ha iniciado los estudios de la ocupación preclásica, con el objeto de encontrar una ruta que pudo comunicar el área norcentral de Petén y la zona del Golfo de México, es decir, la interacción entre Olmecas y Mayas durante el Preclásico Medio y su impacto en el Preclásico Tardío.

Por otro lado, el proyecto también tiene como principal objetivo el estudio de la historia local en La Corona, pero a través de la integración de la epigrafía y la arqueología. De esta manera se ha tomado mucho cuidado en registrar los contextos arquitectónicos asociados a textos, así como la cronología del sitio tanto en fechas inscritas y el análisis de artefactos cerámicos para definir periodos de ocupación y cambio.

No obstante, la principal interrogante para el proyecto ha sido la explicación de la importancia de La Corona, en cuanto constituye un sitio anómalo por la cantidad de inscripciones jeroglíficas y su modesto tamaño. Esto es a la vez un medio de cuestionar modelos de organización sociopolítica ya existentes y lo más importante, proponer nuevas alternativas para explicar el papel de los “sitios secundarios”.
Las excavaciones también han ido dirigidas a determinar la ubicación original de piezas robadas, para así iniciar esfuerzos para su repatriación. Finalmente se quiere participar y apoyar directamente a la conservación del patrimonio cultural y natural del Noroccidente de Petén.

Clasificando La Corona
Empecemos con una pregunta sencilla, solo en su forma: qué tipo de sitio era La Corona? El PRALC ha intentado de formar un modelo de la operación y contundencia de La Corona usando varias categorías independientes de evidencia, ente ellos: los textos, el tamaño, la ubicación, el patrón espacial, y, la arquitectura monumental.
Los textos nos aportan datos “émicos” – o sea, a través de la codificación de si mismos por sus propios rubros podemos interpretar como los habitantes categorizaban La Corona durante el Clásico. Los títulos con cual se identificaban los reyes de La Corona mayormente eran o ajaw, o sak wayis, o aj kujuun; ninguno de los cuales alcanzaba el nivel de poderío que desplegaban los kalomte’ o los k’ujul ajaw, muy parecido a sitios como La Pasadita y Uxul. Nuevos datos de este año, sin embargo, sugieren que adentro de este rango menor había cierta movilidad en estatus. En los nuevos paneles hallados este año, no sólo se reveló una referencia a un k’ujul sak wayis, sino también se menciona el recibo por los reyes de La Corona de tributo de subordinados o de recién vencidos. Se resume que La Corona era visto por los Mayas como un sitio satelital o subordinado, cuyos reyes eran vasallos a un sitio más poderoso, pero quienes también manejaban una jerarquía propia.

Esta evidencia encaja bien con criterios más empíricos basados en comparaciones del tamaño y extensión del asentamiento que también colocan La Corona en la categoría de un sitio secundario, parecido a La Joyanca. Los resultados preliminares del reconocimiento y mapeo indican que la población de La Corona en su apogeo probablemente no rebasaba de 3000 mil habitantes. Los trabajos preliminares de los contextos domésticos y de la dieta local nos permiten identificar una población compuesta mayormente por agricultores cuya distribución no permite concluir que La Corona se caracterice por un asentamiento altamente nucleado.

Del punto de vista económico, La Corona comparte muchas características de un sitio entrepôt –o sea un centro de importación y exportación de productos y mercancías, parecido a El Cayo a lo largo del Usumacinta. Por su abundancia de agua combinada con su población modesta, el lugar se prestaba a una función de descanso a lo largo de una ruta de comercio. De hecho, análisis regionales han permitido identificar puntos estratégicos a lo largo de una supuesta ruta de costo mínimo entre Cancuen y Calakmul. Lo sobresaliente de esta ruta es que pasa por varios sitios importantes como Dos Pilas, El Perú-Waka’ y La Corona. Arqueológicamente, se ha reconocido un cambio notorio en el índice de “riqueza” de objetos élite en La Corona que corresponde a la instalación de esta ruta en el séptimo siglo DC.

Viendo el sitio por el punto de vista de arquitectura, se puede concluir que el estilo, calidad y monumentalidad de la arquitectura no es superlativa. Por ejemplo, el sitio carece del todo de edificios abovedados, la mayoría de las fachadas estaban compuestas por piedras de caliza rústica y acabada con estuco, y los templos no rebasaron de 8 metros de altura. De una perspectiva energética, los edificios de La Corona no involucraron el esfuerzo de grandes cantidades de trabajadores, esta observación es consistente con los resultados preliminares del estudio de asentamiento.

Estudiando el uso y organización del espacio, La Corona se caracteriza como una corte real pequeña como Minanhá. Por el tipo de edificios, los espacios que delimitan, y su distribución adentro del núcleo del sitio no cabe duda que La Corona contiene, en escala muy reducida, todos los elementos de un sitio dinástico del periodo Clásico Maya. No se ven construcciones especializadas que sugieren una función de fuerte, mirador, o puerto.

Entre pares, colonias
Desafortunadamente, etiquetas como “secundario”, “subordinado”, “entrepôt”, o “corte real pequeña” no captan suficientemente la importancia particular de La Corona. De ciertas perspectivas, La Corona se parece a sitios como Minanha, La Joyanca, El Cayo, Uxul, pero no de forma contundentemente. De hecho, el rasgo que universalmente se reconoce como lo sobresaliente de La Corona es su abundancia de textos. De hecho, por las excavaciones de este año, ahora sabemos que La Corona cuenta con el texto antiguo Maya más largo de Guatemala encontrado hasta la fecha. Es por estos tipos de datos que este sitio resiste una categorización fácil. Entonces, vale ahora enmendar la pregunta original de “qué tipo de sitio es La Corona?” A “cuales sitios más se parecen La Corona?”

Viendo la combinación de epigrafía, tamaño, ubicación, arquitectura, y el uso de espacio, los dos sitios que más se alienan con La Corona son Dos Pilas y Quirigua. Ambos reflejan una misma correlación entre su tamaño, arquitectura, y monumentos jeroglíficos. Dos Pilas, por ejemplo, tiene también unos textos muy largos que relatan la participación de la dinastía local en los acontecimientos de alcance regional. En presentación, ubicación, y contenido, el texto de la Escalinata Jeroglífica 2 de Dos Pilas es muy parecida a la Escalinata Jeroglífica 3 de La Corona. Quirigua refleja una producción epigráfica prodigiosa—aun de otro estilo—también. Pero en ambos casos, estos sitios eran de tamaño modesto con poblaciones limitadas.

Ambos, Dos Pilas y Quirigua estaban ubicados a lo largo de rutas importantes que abastecían las Tierras Bajas de recursos carentes en Petén. Dos Pilas se ubican en cruce crítico de rutas, donde los recursos podrían tomar el Usumacinta a puntos oeste o el Petexbatun para seguir a puntos norte. Por esa razón ambas familias reales de Tikal y Calakmul se afanaron para proteger sus intereses comerciales en Dos Pilas. En cuanto a Quirigua, el intercambio de jade y el control de rutas de comunicación hacia las Tierras Bajas por Caracol y/o por Cancuen hicieron que Quirigua tuviera un mismo papel que La Corona y Dos Pilas.

Finalmente, los conjuntos de arquitectura élite en Dos Pilas y Quirigua eran bastante chiquitos y, en el caso de Quirigua, copias fieles de estructuras equivalentes en Copan. Lo importante de los complejos arquitectónicos de ambos sitios, es que incluyen las varias modalidades de edificios necesarios para que se consideren cortes reales propias. La presencia de palacios, juegos de pelota, plaza públicas, y templos funerarios da la impresión que la construcción de estos sitios era para la fundación de una entidad política.

Se podría decir entonces que La Corona tiene como pares Dos Pilas y Quirigua, y que este conjunto de tres sitios refleja un tipo de sitio secundario particular, un ente político con funciones muy específicas y patrones muy particulares. Sugerimos que se puedan considerar mejor como colonias de estados mayores que los patrocinaban y dirigían. Es importante recalcar aquí que en el antiguo mundo, colonias se establecían para facilitar relaciones comerciales con lugares ajenos que ayudarían a aumentar la riqueza de la ciudad-madre, o sea la “metrópolis”. En los casos de Dos Pilas, Quirigua, y La Corona, todos cumplían con esa función. En fin, por ser un colonia, el impacto de la dinastía KAAN en La Corona formó un vínculo de se fue más allá que una alianza.

La siempre fiel
A pesar de estas similitudes, la historia política de La Corona varía de las demás “colonias” en un punto clave: se mantuvo fiel a los gobernantes de su metrópolis materna, Calakmul. La Corona se dirigió por un camino muy diferente de los otros centros-colonias porque sus reyes cultivaron un periodo prolongado de patrocinio y abrigo que garantizó continuo acceso a escribanos, artistas, y bienes foráneos que les ayudaron a mantener y validar su estatus elevado en La Corona. La Corona no rechazó a su metrópolis de la forma que los textos indican que hicieron ambos Dos Pilas y Quirigua. En vez de declaraciones públicas hablando de los eventos claves de su independencia, como enfatizan BALAJ CHAN K’AWIIL y K’AK” TILIW CHAN YOPAAT, los textos de La Corona hablan de la larga relación entre los reyes KAAN y el sitio La Corona. Y toda esta información de alianza es clave para entender cómo los Mayas clásicos construían, ampliaban y mantenían sus entidades políticas. Y es porque era un caso exitoso que “la siempre fiel Corona” se destaca de manera contundente y nos proporciona una gran oportunidad de aprender el sentido de Estado y el arte de de gobernar de los Mayas clásicos.

¿Qué se hizo en el caso de La Corona entonces para que tuviera un destino tan distinto? Durante el periodo de colonia de KAAN, La Corona vio varios cambios notorios en la manera en que se gobernaba el lugar que posiblemente inciden en esta pregunta. En este periodo se registra 1) la ascendencia de nuevos dioses patrones; 2) la erección de muchos monumentos jeroglíficos; 3) un énfasis en mujeres nobles de la dinastía KAAN; 4) una elevación en la riqueza disponible de la élite; y 5) la carencia total de un glifo emblema. Estos rasgos permiten sugerir que en La Corona se inauguró un nuevo sistema de gobierno que resultó en una relación larga y estable.
En primer lugar, el conjunto de textos, arquitectura, festines, y materiales ceremoniales en el grupo de Las Coronitas sugiere que durante este periodo los gobernantes de La Corona declararon que La Corona estaba ubicada en un lugar de importancia religiosa (y no sólo estratégica) y que solamente ellos podían actuar como interlocutores entre la población y los dioses patrones. Estos reyes de La Corona adoptaron estrategias de religiosos carismáticos para legitimar su poder local. Segundo, el énfasis en las princesas de Calakmul con quien se desposaban los reyes de La Corona indica que el estatus de los reyes locales se construía a través de un sistema de parentesco hipógamo. Por el intercambio de dotes y brideprice se forjó una relación de parentesco que proveyó los mecanismos por los cuales la fidelidad de los gobernantes de La Corona a la dinastía KAAN les conllevó la riqueza de Calakmul. Este intercambio entonces creó un sistema de poder también basado en el acceso a la riqueza. Tercero, le hegemonía de la dinastía KAAN también aportó nuevos títulos de poder a La Corona que sus reyes adoptaron en vez de usar el más común glifo emblema, ósea el KUJUL AJAW. De esta forma, los reyes de La Corona basaron su autoridad también en modalidades foráneas, hegemónica, y coercitivos.

En este periodo, se manipularon tanto los cánones de la autoridad política legítima que su gobernabilidad y sentido de lugar fueron afectados. Durante este periodo, las fuentes de autoridad legítima cambiaron. El concepto de linaje ancestral, el privilegio de precedencia histórica y el sentido de lugar local fueron remplazados por abstracciones religiosas, en énfasis en riqueza material y el poder ajeno. En su lugar se estableció un poder político en base a carisma religiosa, riqueza, y coacción foránea, los cuales le cambiaron la cara a La Corona y resultaron ser efectivos paraa mantener estable la relación jerárquica entre Calakmul y La Corona.

Conclclusiones
El estudio de PRALC en La Corona contribuye al estudio de la organización política de los Mayas clásicos de las Tierras Bajas. Una revisión de la literatura de este tema subraya la variedad de modelos que se han propuesto. Por los detalles de cómo se creó la colonia de La Corona ya se puede entender cómo los Maya clásicos manipulaban sus sistemas de religión, parentesco, e intercambio para formular sistemas políticos más grandes y estables. Quizás los ejemplos de las otras dos colonias ahora se pueden entender mejor como casos de mal manejo de sistemas políticos.

Pero los resultados sorprendentes de este año también nos llevan a contemplar porqué esta relación tampoco fue perenne en La Corona. Aunque estamos aprendiendo mucho de la relación entre La Corona y Calakmul, los mismos paneles jeroglíficos sugieren que hubo cambios drásticos en La Corona a mediados del siglo octavo y que La Corona cambió sus afiliaciones políticas de manera voluntaria o forzada. Dada la importancia de este tema, las investigaciones futuras se enfocarán en dilucidar la naturaleza de la época final del sitio, para la cual se deben excavar detalladamente las evidencias arquitectónicas y se deben analizar cuidadosamente los contextos cerámicos y si es posible, obtener fechas absolutas.
Finalmente, hay que recalcar que, de manera similar a La Corona, existen muchos sitios con características singulares y que a primera vista no parecen ser tan importantes. Como se ha expuesto en todas estas presentaciones, La Corona ejemplifica de la mejor manera el papel clave que jugaron los sitios secundarios en la configuración del mapa geopolítico durante el período Clásico en las Tierras Bajas. De allí que todavía no podamos explicar todas las peculiaridades de La Corona con el detalle que quisiéramos.