89 El nacimiento del sol en Tikal interpretación de un entierro asociado al Conjunto de Tipo Grupo “E” de Mundo Perdido Oswaldo Chinchilla Mazariegos y Oswaldo Gómez – Simposio 23, Año 2009

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Chinchilla Mazariegos, Oswaldo y Oswaldo Gómez

2010 El nacimiento del sol en Tikal interpretación de un entierro asociado al Conjunto de Tipo Grupo “E” de Mundo Perdido. En XXIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2009 (editado por B. Arroyo, A. Linares y L. Paiz), pp.1193-1201. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

89

EL NACIMIENTO DEL SOL EN TIKAL

INTERPRETACIÓN DE UN ENTIERRO ASOCIADO AL CONJUNTO DE TIPO GRUPO “E” DE MUNDO PERDIDO

Oswaldo Chinchilla Mazariegos

Oswaldo Gómez

Museo Popol Vuh y Proyecto Plaza de los Siete Templos de Tikal

PALABRAS CLAVE

Arqueología Maya, Petén, Tikal, Mundo Perdido, Grupo E, entierro, sacrificio

ABSTRACT

THE BIRTH OF THE SUN AT TIKAL: AN INTERPRETATION OF BURIAL PP7TT-01

Burial PP7TT-01 of Tikal offers a rare opportunity to elucidate the process of the creation of an archaeological context in terms of a ritual event, while at the same time examining a group of mythological beliefs widely distributed in Mesoamerica. In this work, the human sacrifice that took place during the creation of this burial in the Early Classic period is explained in terms of the origin myths of the sun and moon, as known from written and oral sources from the 16th century to the present. This proposal has relevant implications for the interpretation of architectural groups associated with the burial, in particular to the “Complex of Astronomical Commemoration” at Mundo Perdido.

LOS CONJUNTOS DE TIPO GRUPO E

En un estudio reciente, Aveni et al. (2003:174) discurren acerca de la “profunda y ampliamente difundida preocupación sobre la religión, la cosmología, el mito y el ritual que debieron poseer los personajes de la realeza, que presidían sobre los espacios abiertos en los Grupos E.” Seguramente, la mayoría de investigadores estarán de acuerdo con estas palabras, pero curiosamente, han sido pocos los intentos de interpretar los conjuntos de tipo Grupo E en relación con la mitología, los ritos y, en general, la religión de los antiguos mayas.

Gracias al trabajo de muchos investigadores, se conocen valiosos detalles sobre la configuración arquitectónica, la historia constructiva, la variabilidad geográfica y temporal de estos conjuntos, y se ha estudiado a fondo su orientación y sus asociaciones con fenómenos astronómicos, en especial con el ciclo solar. También se han planteado interpretaciones relacionadas con el calendario, la programación de actividades agrícolas y el ritual político (Blom 1924; Ricketson y Ricketson 1937; Ruppert 1940; Fialko 1988; Laporte y Fialko 1995; Aveni y Harstung 1989; Aveni et al. 2003; Clark et al. 1994:466; Aimers y Price 2006). La mayoría de interpretaciones tocan temas religiosos, relacionados con la cosmovisión y el significado de los ciclos solares, pero hay pocos intentos de explorar las implicaciones en relación con la mitología y el ritual. Como lo sugieren Aveni y sus colaboradores, estos aspectos debieron ser primordiales en la planificación y uso de los conjuntos de tipo Grupo E.

En esta ponencia, un entierro asociado con el conjunto de tipo Grupo E de Mundo Perdido, en Tikal, sirve como punto de partida para plantear una hipótesis sobre la forma arquitectónica de este y otros conjuntos de tipo Grupo E. Específicamente, proponemos que estos conjuntos representaban lugares mitológicos relacionados con el nacimiento del sol. De acuerdo con esta hipótesis, los edificios y los espacios que los conformaban recreaban lugares de una geografía mítica, y los ritos que se realizaban en ellos reiteraban los eventos primigenios contenidos en las narraciones mitológicas sobre el origen del sol.

Esta hipótesis se apoya en la analogía con otros conjuntos arquitectónicos mesoamericanos que replicaban la geografía sagrada de los lugares mitológicos. El más conocido es el Templo Mayor de México. De acuerdo con las fuentes documentales del siglo XVI, el templo se concebía como representación de la montaña sagrada Coatepetl, el lugar del nacimiento de Huitzilopochtli Las investigaciones arqueológicas han revelado que las esculturas y símbolos asociados al templo aludían a los pasajes del mito (Matos Moctezuma 1986; Umberger 1996:90-92; Graulich 2001). Matos Moctezuma (1986:74) califica al Templo Mayor como “el lugar donde están presentes algunos de los principales mitos nahuas y… en algunos casos, es el mito vivo, reactualizado a través del rito…” En el Area Maya falta la evidencia documental, pero los textos y la iconografía sugieren que estas palabras pueden ser aplicables a muchos edificios.

¿Por qué los mitos del origen del sol? El factor constante en todas las interpretaciones de estos conjuntos es su relación con el ciclo solar. Con precisión o sin ella, los conjuntos de tipo Grupo E están construidos en un eje este-oeste y las plataformas alargadas situadas en el lado este de los conjuntos marcan la variación anual del curso solar. En opinión de Aveni et al. (2003:174), la precisión de estas observaciones es menos relevante que sus aspectos simbólicos: “más que seguir el [curso del] sol con precisión, las estructuras de tipo Grupo E más probablemente servían el propósito de verificar que el sol estaba situado en su lugar apropiado, al tiempo apropiado.”

MUNDO PERDIDO Y EL ENTIERRO PP7TT-01

El entierro PP7TT-01 fue un evento más bien tardío en el prolongado desarrollo histórico de Mundo Perdido. Es claro que el entierro revela solamente una pequeña parte de lo que debió ser un vasto repertorio de conceptos religiosos relacionados con la arquitectura de Mundo Perdido y la Plaza de los Siete Templos (cf. Laporte y Fialko 1995; Gómez 2006). Aún así, vale la pena explorar sus posibles implicaciones para la interpretación de este y otros conjuntos de tipo Grupo E. El entierro nos ofrece la rara oportunidad de reconstruir un acto ritual que podemos interpretar a la luz de narraciones mitológicas ampliamente difundidas en Mesoamérica. A la vez, lo podemos relacionar con la configuración arquitectónica de un conjunto de tipo Grupo E.

El entierro PP7TT-01 fue investigado por Oswaldo Gómez y su equipo, como parte de un programa de sondeos aleatorios en la Plaza de los Siete Templos de Tikal. El entierro fue depositado durante el periodo Clásico Temprano, 39 m al este de la estructura 5D-86 (Figura 1). En ese entonces, la Plaza de los Siete Templos era poco más que un espacio nivelado entre la Acrópolis Sur y Mundo Perdido. Al describirlo, Gómez destacó que el entierro quedó alineado con el eje normativo de Mundo Perdido, y sugirió una asociación con el antiguo conjunto de tipo Grupo E.

En sus extensas investigaciones de Mundo Perdido, Laporte y Fialko (1990, 1995) definieron un eje de simetría que pasa por el centro de la gran pirámide y por el centro de la plataforma este. Durante la mayor parte de la historia del conjunto, este eje se mantuvo inalterado, como línea base para el crecimiento arquitectónico, que se inició en la fase Eb Tardía (700-600 AC). A partir de la fase Tzec (600-400 AC), el eje normativo fue conmemorado por medio de una serie de entierros y ofrendas de carácter propiciatorio, que en varios casos, incluyeron sacrificios humanos. A partir de la fase Manik 2 (300-400 DC) el conjunto adquirió una función funeraria, con la colocación de tumbas ricas, no solo en el eje normativo, sino también en las estructuras situadas en los extremos de la plataforma este (Laporte y Fialko 1995:60).

La colocación del entierro PP7TT-01 sobre este eje no debió ser un acto casual. Es probable que este lugar haya sido escogido precisamente por su posición en el eje normativo de Mundo Perdido. Gómez (2006:722) señaló su posible relación con el entierro PNT-022, de la fase Manik 1, que contenía 17 individuos, incluyendo hombres, mujeres e infantes, probablemente sacrificados (Laporte y Fialko 1995). Este entierro fue colocado en el eje normativo, frente a la base de la estructura 5D-86. La relación entre ambos entierros es incierta, pero es claro que los sacrificios humanos fueron un componente importante de los ritos asociados con el eje normativo de Mundo Perdido durante el Clásico Temprano.

El entierro incluía los restos de dos individuos, colocados uno sobre el otro, con abundantes restos de quema (Figura 2). Gómez (2006:722) reconstruyó los eventos que condujeron a la formación del entierro de la siguiente forma:

abrieron un agujero circular en la plaza, de 1 m de diámetro y 1.10 m de profundidad. Dentro del agujero fueron colocadas brasas ardiendo sobre las cuales se depositó incienso. Cuando las brasas aún ardían fue empujado hacia adentro el Individuo B, el cual debió caer parado y al no poder resistir el calor en los pies cayó de rodillas y por último su torso y cabeza cayeron también sobre las brasas.”

Al momento de caer en la fosa, el Individuo B debió estar con vida, pues cayó por pausas, y parece haberse protegido la cabeza con los brazos. Hay indicaciones de que le arrojaron piedras a la cabeza, y un fragmento de piedra de moler pudo haberle roto el cráneo. Además, se encontraron dos puntas de proyectil y varias navajas, todas de obsidiana verde, asociadas con sus restos.

El Individuo A parece haber estado ya muerto cuando fue arrojado sobre el cuerpo del Individuo B. Gómez (Ibid.) sugiere que “para introducirlo fue tomado de manos y piernas y colocado o lanzado sobre el individuo B. Esta acción provocó que las extremidades quedaran hacia abajo, al extremo que los huesos del antebrazo y pierna fueron encontrados en posición oblicua y vertical.” Entre sus costillas se encontró una punta de proyectil de 10 cm de largo.

Carecemos de información sobre la edad, sexo, y otras condiciones de ambos, debido a que los restos óseos no han sido analizados aún. Sin embargo, de la descripción del entierro podemos colegir que se formó como resultado del sacrificio de dos individuos, por lo menos uno de los cuales fue arrojado con vida en la fosa de cremación.

EL MODELO MÍTICO

¿Cómo explicar este sacrificio? En la antigua Mesoamérica, los sacrificios humanos se basaban en modelos mitológicos: “se puede suponer que existían mitos para explicar todos los sacrificios humanos, aunque nuestras fuentes sean poco explícitas sobre este tema” (Broda 1971:276). Los sacrificios humanos reiteraban el sacrificio primordial de los dioses, asegurando de ese modo la continuidad del mundo, la fertilidad agrícola, y el movimiento del sol (Graulich 2000). En las fiestas aztecas, las principales víctimas de sacrificio eran los propios dioses, por medio de los ixiptla, individuos escogidos para personificarlos, no como actores, sino como verdaderas encarnaciones que poseían los atributos de las divinidades y eran venerados como tales. Hay indicaciones de prácticas semejantes entre los mayas clásicos (Houston 2006).

De acuerdo con nuestra hipótesis sobre la naturaleza de los conjuntos de tipo Grupo E, proponemos que el sacrificio de estos dos individuos en una fosa ardiente reiteró el sacrificio primordial de los héroes que, en numerosos mitos mesoamericanos, se convirtieron en el sol y la luna al arrojarse en una hoguera o un horno ardiente. Los modelos míticos se encuentran en numerosas narraciones registradas en toda Mesoamérica, desde el siglo XVI. Varios autores han señalado el paralelo de las versiones aztecas con la versión k’iche’ que fue registrada en el Popol Vuh (e.g. Graulich 1987).

Sabedores de su próxima muerte en Xibalba, los héroes, Hunahpu y Xbalanque, se arrojaron voluntariamente en el horno que sus enemigos habían preparado, juntando piedras calientes y carbones encendidos. Christenson (2003:178-179) interpreta el término chojib’al como un horno excavado en la tierra, como el foso que contuvo el entierro PP7TT-01. En el Popol Vuh, los héroes renacieron de sus cenizas arrojadas al agua, y derrotaron a los señores de la muerte, tras lo cual ascendieron al cielo, transformados en el sol y la luna.

Otras versiones mayas se han registrado entre los tzotziles, los Q’eqchi y los K’iche’s contemporáneos. La versión k’iche’ de Santa Clara La Laguna es bastante cercana a la del Popol Vuh (Petrich y Ochoa García 2001:32). En ambas, los héroes fueron dos varones, que se arrojaron juntos en el horno. En cambio, según las versiones tzotziles y q’eqchi’s, el héroe solar era un hombre, y la luna, una mujer. En el relato tzotzil, el sol era hijo de la luna. Llegó a un lugar donde unos ancianos trataban de formar el sol, pero ninguno se atrevía a arrojarse en la hoguera que habían preparado para tal propósito. El hijo de la luna se arrojó y arrastró consigo todo el calor de la hoguera. Al enterarse, su madre decidió ir a buscarlo, y por las noches recorre el camino por donde ha pasado el sol durante el día (Díaz de Salas 1963:260). En el mito q’eqchi’ la luna era la mujer del sol, que fue secuestrada por el señor de |X|balba [sic.]. El sol fue a rescatarla y, por medio de su astucia, logró separarla del abrazo del malvado señor. Para escapar de aquel lugar, la pareja decidió tirarse en el fuego de |X|balba. Para no quemarse, se protegieron con las hojas de un árbol, y subieron entre el humo, convertidos en el sol y la luna (De la Cruz Torres 1978:63-69).

Como el Popol Vuh, los mitos aztecas hablan de dos dioses, varones, que sin embargo, no se arrojaron juntos en la hoguera. Primero se arrojó Nanahuatl, el dios buboso, enfermo y pobre, que a primera vista parecía el candidato menos probable. Al ver su valentía, se arrojó Tecciztecatl, hermoso y rico, pero que al principio había retrocedido asustado por el ardor de las llamas. Nanahuatl se llevó todo el calor del sol, mientras que Tecciztecatl solo consiguió el frío resplandor de la luna. Se han registrado mitos semejantes entre los huicholes, coras, totonacas, otomíes y nahuas contemporáneos, donde los héroes suelen ser rivales, uno de ellos rico y pretencioso, y el otro modesto y humilde. Invariablemente, el primero llega tarde o no se atreve a lanzarse en las llamas; el segundo no duda y se lanza, con lo que alcanza la gloria del sol (Chinchilla Mazariegos s.f.).

¿Donde sucedió este portento? En Xibalba, según el Popol Vuh, o en Teotihuacan, de acuerdo con la versión azteca de Sahagún. No es fácil relacionar estos nombres con la forma de los conjuntos de tipo Grupo E. Sin embargo, tanto el Popol Vuh como otras narraciones enfatizan un hecho crucial: el sol salió por el oriente. Algunos relatos narran como el héroe lunar, engañado, tomó el camino del poniente, y solo advirtió su error cuando el sol ya salía, esplendoroso, por el oriente. La posición del entierro PP7TT-01, al oriente del paisaje mítico formado por el conjunto de tipo Grupo E de Mundo Perdido, evoca el nacimiento del sol en el firmamento oriental.

¿Existían estas creencias entre los mayas de las Tierras Bajas durante el periodo Clásico? La gran difusión del mito desde el siglo XVI sugiere gran antigüedad. Por otro lado, en el arte maya clásico aparecen dos personajes que tienen las características de los héroes solares y lunares de la mitología mesoamericana. En el espacio de esta ponencia, no es posible presentar con detalle los argumentos, que se discuten con detalle en otro trabajo (Chinchilla Mazariegos s.f.). Brevemente, se trata del Dios del Maíz y el Dios S. El primero tiene una clara manifestación lunar, y con cierta frecuencia presenta los atributos de un dios de la luna: el signo lunar en la axila, y un conejo en los brazos. Es hermoso, gran bailador, se cubre de joyas y suele aparecer en el agua, acompañado de mujeres. Todos son atributos característicos de los héroes lunares mesoamericanos. En cambio, el Dios S es un cazador que vive en los bosques y usa un simple sombrero de paja. Las manchas de su piel recuerdan a Nanahuatl, el buboso de la mitología azteca, que siendo el más miserable de los dioses, tuvo la valentía de arrojarse en la hoguera para convertirse en el sol.

¿UN RITO TEOTIHUACANO?

De acuerdo con la versión azteca recogida por Sahagún, el sacrificio de Nanahuatl y Tecciztecatl en la hoguera tuvo lugar en Teotihuacán, pero cabe preguntarse si el mito estaba vigente durante el apogeo de esa gran ciudad en el periodo Clásico. Las únicas indicaciones se encuentran en los murales del patio blanco de Atetelco, donde algunos autores han identificado la figura de Nanahuatl (Laurette Séjourné, citada en Cabrera Castro 2001:215). En relación a esto, un aspecto especialmente intrigante del entierro PP7TT-01 es la presencia de artefactos de obsidiana verde, que sugieren una conexión con la presencia teotihuacana en Tikal durante el Clásico Temprano, cualquiera que haya sido la naturaleza de dicha presencia.

El entierro PP7TT-01 incluía tres puntas bifaciales, y una serie de fragmentos de navajas de obsidiana verde. Estos artefactos ayudan a fechar el entierro para el Clásico Temprano, la época de mayor utilización de obsidiana verde en Tikal (Spence 1996). Además, refuerzan la impresión del carácter especial del entierro. Según Moholy-Nagy (1999:309), los entierros y ofrendas de Tikal no contienen sino unos pocos fragmentos de navajas prismáticas y desechos de obsidiana procedente de fuentes mexicanas, de modo que la deposición de puntas bifaciales en este entierro es extraordinaria.

Uno de los bifaciales asociados con el Individuo B era del tipo Stemmed B de Teotihuacan, que se caracterizan por su técnica de lasqueado muy fina y su relativa rareza. Según Spence (1996:25) estas puntas se destinaban frecuentemente para funciones sociales o rituales especiales. En el área Maya, se han encontrado pocas puntas de este tipo, invariablemente en contextos rituales (Spence 1996). En Tikal, solo se han reportado posibles fragmentos de puntas de tipo Stemmed B, por lo que la del entierro PP7TT-01 resulta especialmente importante (Moholy-Nagy 1999:305).

En su revisión sobre los artefactos de obsidiana de Teotihuacan en el Area Maya, Spence (1996:32) concluyó que “los artefactos generalmente aparecen en contextos que sugieren su uso como símbolos para expresar alguna forma de afiliación con Teotihuacan”. Si los artefactos de obsidiana verde del entierro PP7TT-01 en efecto sugieren una afiliación teotihuacana, cabe preguntarse si el entierro se produjo como resultado de un rito teotihuacano realizado en Tikal, sea por teotihuacanos, o por mayas imbuidos en el ritual teotihuacano. La única manera de responder a esta pregunta sería la búsqueda de entierros similares en Teotihuacán, la cual escapa a los límites de este trabajo.

OBSERVACIONES FINALES

Estas observaciones sugieren que el entierro PP7TT-01 se formó como resultado de un ritual que reiteró el mito de origen del sol y la luna. El lugar donde se realizó este ritual probablemente obedeció a su posición al oriente del conjunto de tipo Grupo E de Mundo Perdido, sobre el eje normativo. De acuerdo con la hipótesis planteada al inicio, este conjunto puede ser una representación del paisaje mítico del lugar del nacimiento del sol y la luna.

Para comprobar esta hipótesis, hace falta una revisión detallada de la arqueología de este y otros conjuntos de tipo Grupo E, y un análisis del simbolismo relacionado con cada uno de sus edificios. Falta también una revisión detallada de la iconografía de los mascarones asociados con estos conjuntos, que puede ser reveladora. El entierro PP7TT-01 ofrece una indicación puntual, circunscrita a un momento histórico, si bien el trabajo de Laporte y Fialko sugiere un alto grado de estabilidad de la forma y función del conjunto a lo largo de los siglos. Esto sugiere que el simbolismo religioso del conjunto pudo haber permanecido esencialmente inalterado desde sus orígenes hasta el periodo Clásico. Los ejecutores del sacrificio que condujo a la formación del entierro PP7TT-01 debieron estar plenamente conscientes de ese simbolismo. De acuerdo con nuestra hipótesis, sabían que el conjunto representaba el paisaje mitológico del lugar del nacimiento del sol, y escogieron el lugar más apropiado para ejecutar un ritual que reactualizó el sacrificio primigenio de los héroes que resultó en el nacimiento del sol y la luna.

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Figura 1 Planta del conjunto de tipo Grupo E de Mundo Perdido, con la localización del entierro PP7TT-01 (Modificado de Laporte y Fialko 1995).

Figura 2 Planta del Entierro PP7TT-01: Entierro 1-A, Pozo 15. Plaza de los Siete Templos, Tikal (Dibujo Rudy Morales, Versión digital: Elisa Mencos).