050. Arqueología y comunidades actuales en Guatemala 

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Arqueología y comunidades actuales en Guatemala 

Introducción

El presente artículo consiste de una síntesis de la Mesa Redonda titulada “Arqueología y Comunidades Actuales en Guatemala”, que se llevó a cabo como parte del XXX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala. Esta mesa fue coordinada y moderada por Tomás Barrientos Q. y contó con la participación de varios profesionales que han trabajado en proyectos arqueológicos que han implementado acciones con comunidades: Carlos Alvarado (Proyecto Arqueológico Semetabaj), Ernesto Arredondo (Proyecto Arqueológico SAHI-Uaxactun), IyaxelCojti (Proyecto Arqueológico Chiawar), Gilberto Cruz (Proyecto Arqueológico Cotzumalguapa), Arthur Demarest (Proyecto Regional de Arqueología Cancuén), José Luis Garrido (Proyecto Arqueológico de Rescate Ixquisis), y Christopher Martínez (Proyecto de Reconocimiento Arqueológico Atlas Jalapa). Se seleccionaron estos proyectos para contar con una muestra de las principales regiones del país; sin embargo la muestra no es exhaustiva, ya que hay otros proyectos que también realizan actividades comunitarias, como el caso del Proyecto Cuenca Mirador, Proyecto Nacional Tak’alikAb’aj, entre otros.

La Mesa Redonda se organizó en torno a tres temáticas principales, las cuales serán resumidas a continuación. Al final se hará una síntesis de la discusión final de la mesa, definiendo algunas conclusiones generales y recomendaciones para futuros análisis del tema.

El concepto de Arqueología comunitaria en Guatemala

Este tema partió de la pregunta: ¿Cómo define usted lo que es Arqueología comunitaria, desde el punto de vista del área donde ha trabajado?

Los diferentes participantes de la mesa expusieron sus ideas, conceptos y definiciones de Arqueología comunitaria. Éstos incluyeron la necesidad de involucrar a las comunidades a la práctica arqueológica, partiendo del desconocimiento general que existe sobre el tema, dadas las deficiencias en el sistema educativo nacional. Por lo tanto, los investigadores se ven en la necesidad de comunicar las generalidades de la investigación arqueológica y los objetivos de cada proyecto mediante reuniones con agentes específicos o a través de medios más colectivos, como pláticas o el uso de medios de comunicación y redes sociales. Aquí algunas definiciones aportadas:

“Una práctica de la Arqueología con comunicación en ambas vías, desde los académicos al público local y viceversa, con interacción constante, activa; y un enfoque que priorice lo social, pero que considere con respeto, la amplitud del espectro de los actores relacionados o interesados”. (Ernesto Arredondo)

“Arqueología comunitaria es un concepto de interrelación. Una interrelación continua con la comunidad. Esto significa un contrato constante con los pobladores de la región donde se encuentra el área arqueológica que se está estudiando. Debe involucrar a diversos sectores: las autoridades, los centros educativos, la población en general, las organizaciones comunitarias, los visitantes, los negocios locales, las comunidades vecinas, etc”. (Carlos Alvarado)

El proceso de llevar a cabo el trabajo arqueológico como una negociación de acuerdos entre estas cuatro entidades: comunidad local, comunidades regionales, los científicos, y las instituciones o agencias encargadas de la preservación del Patrimonio Cultural y Natural (Demarest et al., en este volumen)

“En el caso de la Arqueología comunitaria, principalmente… es involucrar a la comunidad, todo tiene que ser con la comunidad y por medio de la comunidad”. (Christopher Martínez)

“En el altiplano guatemalteco no debería hablarse de una Arqueología comunitaria, sino de una Arqueología comunitaria de posguerra…El tejido social está muy destruido, hay poca estabilidad social con altos índices de violencia, por lo que predomina la desconfianza y el miedo”. (IyaxelCojtí)

“[En la Costa Sur]…no se puede hablar mucho de una Arqueología comunitaria porque la mayoría de los sitios están en terrenos privados en fincas, algunos pertenecen a ingenios…No podemos decir que las comunidades están viviendo o están próximas a los sitios”. (Gilberto Cruz)

A partir de la intervención de los participantes de la mesa, fue evidente que la mayoría de proyectos se involucran con las comunidades en actividades de socialización, ya sea como requerimiento para la realización de los trabajos de campo o para comunicar los resultados al finalizar la investigación. Sin embargo son pocos los que involucran a las comunidades activamente en los procesos de planificación e incluso en el diseño de la investigación. También se enfatizó la importancia de definir los actores o agentes en cada comunidad, y sus intereses particulares, para poder tomarlos en cuenta en las distintas fases de cada proyecto.

No obstante, la situación de los proyectos de rescate es distinta, ya que la interacción con la comunidad es obligatoria e impositiva, ya que se deben realizar acciones específicas a corto plazo que deben responder a descubrimientos fortuitos o requerimientos para la construcción de infraestructura, como hidroeléctricas y proyectos habitacionales.

Finalmente se definió que la Arqueología comunitaria está directamente relacionada al tema del desarrollo, es decir, que debe responder a las necesidades de las comunidades en términos de salud, educación, generación de ingresos y otras problemáticas propias de cada región.

Estudios de caso: Reacciones de las comunidades hacia la Arqueología

Al igual que el tema anterior, la presentación de casos específicos de Arqueología comunitaria giró alrededor de una pregunta base: ¿Cómo han reaccionado las comunidades del área donde trabaja con respecto a la investigación arqueológica (antes y/o después del proyecto)?

Proyecto Arqueológico Uaxactun-SAHI (Ernesto Arredondo)

El contexto de este proyecto parte de su antigüedad, ya que debería determinarse cuál es el impacto de 100 años de investigación en el sitio de Uaxactun, así como la importancia que tiene para la comunidad las actividades económicas y comerciales turísticas relacionadas con su cercanía con Tikal, así como su ubicación en la ruta hacia otros sitios que están siendo investigados, como Naachtun, Xultun y San Bartolo. A ese respecto indicó Arredondo:

“Al dar inicio el Proyecto Arqueológico SAHI-Uaxactun, dentro de sus objetivos principales se consideró una sección con enfoque social. El Objetivo 6 de nuestro proyecto tenía la intención de estudiar a la comunidad misma, de estudiar su propia historia, con la intención de fomentar desde allí una autoconciencia que la fortaleciera”

“Como parte de nuestras actividades iniciamos un programa de socialización del conocimiento, partiendo desde nuestro círculo académico como proyecto, hasta fraguarlo al resto de la comunidad”.

Este programa tuvo como efectos la reducción de los saqueos, la decoración de la escuela con glifos y motivos arqueológicos pintados por los niños y el fortalecimiento del grupo de guías de turismo, pero principalmente la creación del Festival de Equinoccio de Primavera a partir de 2012 (Figs.1 y 2)

Proyecto Arqueológico de Rescate Ixquisis (José Luis Garrido)

Este proyecto se llevó a cabo en esta aldea de San Mateo Ixtatán, en 2013, caracterizado por un contexto rural bastante aislado. Las reacciones fueron diversas y de poca participación, principalmente por tratarse de un proyecto energético (construcción de hidroeléctrica) y la presencia cercana de actividades de construcción de la carretera de la Franja Transversal del Norte, las cuales se han asociado con minería. Los componentes comunitarios se planificaron como una fase de divulgación del proyecto, que consistirían en talleres y guiones informativos, científicos y de reforestación escritos en los idiomas Chuj, Kanjobal y español (Figs.3 y 4). Lamentablemente los conflictos surgidos por el proyecto energético hicieron necesario parar el proyecto antes de esa fase, por lo que esos programas no se implementaron. En su exposición, Garrido indicó que la principal causa de la falta de participación comunitaria en el proyecto arqueológico fue la falta de vínculos entre la población actual y los vestigios prehispánicos:

“El problema…es que no hay un vínculo histórico entre la gente que habita Ixquisis actualmente…”

“Si la gente no tiene un vínculo que los asocie… no les va a interesar”

“Tenemos que esforzarnos porque la comunidad se interese…regresar a los términos de nacionalismo, de identidad y de pertenencia para proteger estos bienes culturales”

Proyecto Arqueológico Chiawar (IyaxelCojtí)

Este proyecto se llevó a cabo en el Cantón Chontolá, del municipio de Chichicastenango, en 2016. Después de una temporada de excavación corta, se desarrolló un conflicto entre las autoridades del Cantón Chontolá y las de 11 comunidades vecinas, culminando con acciones violentas en contra de la directora del proyecto, así como la familia que la apoyó, y que es propietaria del terreno donde se encuentra gran parte del sitio de Chiawar. Esto también resultó en la confiscación del material arqueológico, el cual dejó de estar bajo la custodia del proyecto o de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural. Este suceso evidenció que la organización política local de ésta y otras regiones del altiplano es muy compleja. En su análisis, Cojtí indicó que el desconocimiento de la Arqueología por parte de la población local permitió que se afirmara que su proyecto estaba extrayendo oro mediante túneles, esparcimiento de químicos y “siembra” de aparatos en la tierra. Ante tales afirmaciones, el proyecto sirvió como medio para una lucha de poder interno, que tiene sus orígenes desde el conflicto armado interno:

“Existen grupos de poder…que emplean tácticas de intimidación que eran muy comunes en los años 80”. “Las luchas de poderes…ponen en juego…el éxito o el fracaso de proyectos arqueológicos”

Proyecto Arqueológico Semetabaj (Carlos Alvarado)

Este proyecto se contextualiza a partir del descubrimiento fortuito de una tumba en el sitio Semetabaj, en el año 1978. A partir del robo y desaparición total de las vasijas que se encontraron dentro del recinto funerario, se generó un ambiente de desconfianza hacia el tema arqueológico, por lo que se tuvieron que tomar medidas para poder iniciar un programa formal de investigaciones. A este respecto, Alvarado indicó:

“A partir del 2012…se comenzaron a desarrollar una serie de actividades antropológicas en la comunidad buscando conocer el sentir de la población respecto a la investigación científica del sitio arqueológico y sus expectativas del desarrollo económico que dicho sitio podría aportar a la comunidad conforme avanzaran las investigaciones arqueológicas”.

Dentro de estas actividades fue muy importante la apertura del sitio como parte de las celebraciones del 13 B’aktun, una serie de conferencias gratuitas y la construcción del edificio sede del Ecomuseo de San Andrés Semetabaj (Fig.5), financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), “con el fin de realizar actividades de exposición, divulgación y capacitación para beneficio de la comunidad de San Andrés Semetabaj”.

En general, Alvarado indicó que el proyecto se ha desarrollado de una forma abierta hacia la población de San Andrés (Fig.6):

“Se han programado pláticas y visitas a las excavaciones dirigidas a educadores, estudiantes y pobladores en general…Cualquier ciudadano puede llegar a ver el trabajo que se realiza y es atendido por algún miembro del Proyecto Arqueológico que lo guía y le explica”.

Por lo tanto, se ha podido percibir un cambio importante en la forma en que la comunidad visualiza la Arqueología y su papel como elemento importante del desarrollo:

“Ha sido un proceso de cambio constante…la percepción de la comunidad respecto a la Arqueología ha ido paulatinamente cambiando… En la actualidad organizaciones comunitarias han enfocado su interés en el destino final de los materiales arqueológicos que se han recuperado en las excavaciones…Con el apoyo comunitario y de las instituciones del Estado, el Museo Regional podría convertirse en un destino turístico”.

Proyecto de Reconocimiento Arqueológico Atlas Jalapa (Christopher Martínez)

Las actividades de este proyecto regional incluyeron el estudio de vestigios prehispánicos, coloniales y republicanos. Martínez indicó que la comunicación con distintos sectores de la población fue muy importante antes del inicio de las actividades de campo, ya que permitió la identificación de nuevos sitios con la ayuda de propietarios y otras personas. Sin embargo, esto no evitó que se dieran amenazas al personal del proyecto para evitar el registro de un sitio arqueológico en Santa María Xalapan. Todo esto siempre por la asociación del trabajo arqueológico con actividades mineras. Caso contrario es el de San Pedro Pinula, donde la cooperativa El Recuerdo funciona por medio de un centro cultural, el cual ha creado un museo para el resguardo de piezas arqueológicas y el rescate del idioma Pokomam y las danzas tradicionales locales. También se enfatizó la importancia de incluir patrimonio histórico dentro del proyecto, ya que esto sirvió para establecer un vínculo más cercano con la población de las comunidades (Fig.7)

Proyecto Arqueológico Cotzumalguapa (Gilberto Cruz)

Este proyecto que tiene una trayectoria de casi 20 años también cuenta con un contexto de investigación de rescate, ya que inició con la creación de la “Colonia Maya” en un sector aledaño al sitio arqueológico El Baúl, cuya población fue reubicada al salir del ingenio El Baúl. Esto significó la destrucción de casi dos tercios del sitio El Baúl. Los procesos históricos de la región reflejan la situación de la Costa Sur en general, donde no existen poblaciones indígenas del área, y la población es de origen mestizo (ladino), que no tiene vínculo con el pasado remoto. Sin embargo, Cotzumalguapa es de los pocos sitios de la Costa Sur que cuentan con poblaciones que viven en su cercanía.

Las acciones comunitarias del proyecto se reducen a la interacción con el personal contratado, que es proveniente de la misma Colonia Maya. Lo que se requiere es accesibilidad y sensibilidad hacia esta población local, para educarla con respecto al tema arqueológico, que muchas veces nace de la misma curiosidad de las personas. Asimismo, otros casos concretos se han dado a partir de la necesidad de movilizar grandes esculturas de piedra localizadas de manera fortuita dentro de la Colonia Maya y otros vecindarios cercanos a los sitios de El Baúl o Bilbao, donde los habitantes han expresado un sentimiento de pertenencia con esos objetos que han sido descubiertos en el lugar donde ahora viven.

Proyecto Regional de Arqueología Cancuén (Arthur Demarest)

Este proyecto surgió posteriormente al Proyecto Regional Arqueológico Petexbatun, realizado entre 1989 y 1996, cuyas metas a largo plazo e impacto comunitario fueron poco satisfactorios. Por lo tanto, desde su inicio en 1999, las investigaciones en Cancuén fueron planificadas con un fuerte componente de desarrollo comunitario en los campos de ecoturismo, restauración y reforestación, basado en los conceptos de Ética Utilitaria Preferencial y el concepto de “El Mayor Bien Moral” (ver Demarest et al. en este volumen). Algunas acciones específicas han podido implementar jornadas médicas y dentales, donaciones de medicina, molinos de maíz, clases de ecoturismo, construcción de infraestructura turística y la donación de lancha y motor para servicio turístico (García et al. 2002) (Figs.8, 9 y 10). Demarest ha concluido que:

“La mayoría de estos programas no están relacionados directamente con la Arqueología, pero es una obligación moral del proyecto arqueológico compartir los ’frutos del éxito’, al utilizar publicidad e interés del público en los descubrimientos tanto para el beneficio de nuestras carreras, como para la ayuda y superación de las comunidades vecinas”.

“…es un programa sostenible sobre décadas dando un nivel de beneficio no muy grande pero sostenible a largo plazo”.

“…las comunidades en la zona de Cancuén protegen el sitio y el parque porque ya lo miran como su propia herencia y una fuente de ayuda para las comunidades”.

Impacto de la Arqueología Comunitaria en la Percepción del Patrimonio Prehispánico

Este tercer tema se relaciona con la percepción actual de las comunidades con respecto al patrimonio prehispánico. Para ello se formularon estas preguntas: ¿De qué manera la práctica arqueológica en Guatemala está orientada a influir en la percepción de la población con respecto a su pasado arqueológico? ¿Qué impacto tiene la investigación arqueológica en la formación de una identidad nacional y la concientización sobre la protección del patrimonio prehispánico?

Antes de resumir los aportes de la Mesa Redonda a este tema, hay que apuntar que a pesar de la diversidad observada en los casos anteriormente presentados, la práctica de la Arqueología comunitaria en Guatemala tiene algunos puntos en común, que permiten definir algunos lineamientos sobre el impacto que puede tener a largo plazo. Es por ello que la experiencia de una década de Arqueología comunitaria en Guatemala debe sentar las bases para abordar temas de identidad, conservación y puesta en valor del patrimonio prehispánico. Para ello se sintetizan las respuestas que los participantes de la Mesa Redonda dieron a la temática:

El punto de mayor acuerdo de la Mesa Redonda fue la evidente ignorancia y desinformación de las comunidades con respecto a la práctica arqueológica, especialmente por parte de las autoridades locales, que incluyen alcaldes, consejos municipales, COCODES, policía y gobernación. Cojtí hace alusión a comentarios de autoridades que afirman que los arqueólogos van “profanando tumbas” o que insisten en “abrir las heridas del conflicto armado”. En el caso de Chichicastenango, estas acusaciones hacia la Arqueología contrastan con el mercado libre de piezas saqueadas en el mercado municipal y evidencian la asociación de la práctica arqueológica con el trabajo de las distintas fundaciones forenses que se dedican a excavar cementerios y fosas clandestinas.

Alvarado, Martínez y Cojtí coincidieron en la necesidad de contar con una campaña de formación e información por parte del Estado y no solo bajo responsabilidad de los proyectos de investigación. Esto se puede realizar por medio de los COMUDES y también debiera ser dirigido a propietarios de fincas y terrenos privados donde se encuentran los sitios arqueológicos.

Como complemento al punto anterior, Alvarado comentó que los resultados de los proyectos arqueológicos no se están aprovechando para actualizar programas educativos. Es por ello que Martínez también indicó que debe existir una conexión entre los ministerios de Educación y Cultura.

En cuanto a la responsabilidad de los proyectos de investigación y sus directores, es claro que la Arqueología comunitaria solamente tendrá efectos a largo plazo cuando los mismos proyectos tengan una presencia continua que permita la búsqueda de la sostenibilidad. Este es el caso de proyectos como el de Cancuén, que llevan más de 10 años implementando este tipo de programas (Ver Demarest et al. en este volumen). A este respecto, Garrido es claro al afirmar que “la labor del arqueólogo no termina al final de un proyecto”, pero la continuidad del involucramiento con la comunidad no debe recaer enteramente en un proyecto de investigación, y es allí donde el gobierno debe tener presencia a través de proyectos de carácter educativo, turístico y de conservación, así como otros aspectos generales del desarrollo.

Además, Alvarado comenta que los proyectos de Arqueología comunitaria tienen fondos limitados y aún con eso producen resultados que se reflejan en la conservación de sitios arqueológicos en áreas donde el gobierno no tiene presencia permanente. El problema radica que estos aportes, por muy pequeños que sean, “no se aprovechan por el gobierno” y deberían ser la base para la actualización de políticas dirigidas hacia el manejo de materiales arqueológicos. El caso de Semetabaj ejemplifica el interés de autoridades locales hacia el cuidado y puesta en valor del patrimonio prehispánico, reflejado en la propuesta de creación de un museo regional con aportes de fondos municipales.

Finalmente, Demarest indica que el problema de fondo es la falta de autoevaluación por parte de las entidades gubernamentales. En el caso de la Arqueología comunitaria, no ha existido un análisis serio y detallado de los últimos 20 años sobre el tema y mientras tanto, muchos sitios arqueológicos cercanos a comunidades han sido destruidos por el desarrollo de infraestructura o actividades agrícolas, como el caso de las plantaciones de palma africana en el sur de Petén. Por lo tanto es importante enfocarse no solamente en los casos donde las comunidades se han opuesto a la investigación arqueológica, sino en aquellas instancias en que las mismas comunidades han solicitado e incluso financiado acciones dirigidas hacia la protección y puesta en valor del patrimonio arqueológico. En vez de ver a las comunidades como amenazas, se debe concebirlas como los principales aliados del gobierno. Es allí donde la Arqueología comunitaria puede contribuir, fortaleciendo el interés por la valorización del pasado.

Conclusión

Combinando los aportes de los invitados a la Mesa Redonda, así como los aportes del público, se llegó a establecer las siguientes conclusiones:

La Arqueología comunitaria en Guatemala, a pesar de su importancia, es muy reciente y todavía muy limitada en cuanto a su concepción y práctica, Sin embargo, este tipo de Arqueología se ha convertido en una tendencia a nivel mundial, por lo que es posible realizar un análisis comparativo con su aplicación en otras regiones del mundo (Marshall 2012). Al momento, en Guatemala es más una Arqueología con enfoque social, caracterizada mayormente por la socialización del conocimiento por parte de los proyectos, pero no una Arqueología comunitaria donde se busca la multivocalidad de autores, es decir, incorporando a las poblaciones locales en aspectos como la interpretación propia de los datos o en decisiones como la forma en que se exponen los materiales arqueológicos. En este aspecto son importantes los lineamientos generales definidos por Stephanie Moser (Moser et al. 2002) y desarrollados y discutidos por GemmaTully (2007), que implican un cambio en el la concepción misma de “hacer Arqueología” por parte de los académicos, donde las comunidades aprenden de la Arqueología y viceversa. Sin estos cambios, los logros que busca la Arqueología guatemalteca no pasarán de un intento noble de involucrar a las comunidades.

En la práctica arqueológica se entrelazan cuatro diferentes discursos, los cuales provienen de estos actores: Estado, arqueólogos, comunidades y financistas. Cada uno puede tener intereses distintos a los demás, por lo que la falta de consenso entre alguno de éstos hace que exista un rechazo hacia la investigación arqueológica. En el caso del Estado, las políticas son poco flexibles y tienden a contradecir los intereses de las comunidades. Los financistas también otorgan apoyo a la investigación bajo condiciones bastante específicas, especialmente cuando se trata de proyectos de rescate que son requisito para la construcción de infraestructura. Para las comunidades, el desconocimiento de la Arqueología por parte de sus habitantes y autoridades limita enormemente el criterio para poder interesarse o apoyar los proyectos. Finalmente, los arqueólogos, a pesar de poder implementar actividades de involucramiento, muchas veces se restringen a objetivos puramente académicos y científicos, sin tomar en cuenta el contexto social que rodea el área de investigación. En resumen, solamente se logrará el consenso mediante la creación políticas gubernamentales que tomen en cuenta a todos estos actores y que faciliten su comunicación, pero siempre estableciendo las regulaciones necesarias para evitar la preeminencia de intereses individuales sobre los colectivos. De igual forma, la planificación de proyectos de investigación también debe incluir objetivos propuestos por las comunidades con las que se va a interactuar.

Una de las grandes limitantes para poder analizar e impulsar la Arqueología comunitaria en Guatemala es que no se ha definido una ética profesional propia, por lo que la práctica de la Arqueología guatemalteca todavía no cuenta con este tipo de parámetros. Por lo tanto, muchos profesionales no le dan importancia al impacto social de sus investigaciones. Es necesario entonces colocar la práctica arqueológica dentro de un contexto nacional, definiendo las responsabilidades hacia los diferentes sectores del país. Solo de esta manera será posible que el arqueólogo sea un profesional respetado en los distintos ámbitos, en especial por las comunidades.

En base a las experiencias positivas y negativas de los distintos proyectos, es claro que el impacto de la Arqueología comunitaria solamente rendirá resultados a largo plazo. No es posible esperar que los proyectos de investigación produzcan cambios en pocos años. Si bien es cierto que los proyectos pueden sentar las bases de programas de educación y sensibilización hacia el patrimonio prehispánico, deben ser las entidades gubernamentales quienes deben darle continuidad. Esto es mucho más importante cuando los proyectos arqueológicos preceden proyectos turísticos y otras oportunidades de desarrollo económico.

Dada la complejidad de la Arqueología comunitaria, es importante que los proyectos adquieran cada vez más un carácter multidisciplinario. Aunque los arqueólogos deben realizar una buena parte de las actividades de involucramiento con comunidades, en varias instancias es importante contar con antropólogos y otros especialistas de proyectos de desarrollo. Esto es más necesario en áreas como el altiplano guatemalteco, donde la organización sociopolítica es tan compleja que requiere meses de estudio previo al inicio de las investigaciones arqueológicos. De igual forma es importante contar con especialistas si el proyecto implementa actividades paralelas que apoyen las necesidades educativas y de salud, o bien, expertos en temas turísticos (mercadeo, microempresas, etc.) si la población local tiene deseos de desarrollar proyectos de índole económica. Con la ayuda de profesionales de otras áreas, será más factible gestionar fondos específicos para esas actividades.

Es imperante que el gobierno implemente un programa de información sobre la práctica arqueológica, para que los profesionales cuenten con un apoyo en el momento que interactúen con autoridades y poblaciones. Es claro que esta campaña deber distinguir la investigación arqueológica del saqueo, la explotación minera y las excavaciones forenses.

Finalmente, es necesario que se actualicen las políticas gubernamentales de acuerdo a la situación de la Arqueología en el país. Las leyes y reglamentos pueden ser ideales en papel, pero la realidad es otra cosa. Ante la lucha entre conservación y destrucción, el patrimonio prehispánico de Guatemala está perdiendo la batalla y por ahora el futuro no se ve nada prometedor. Como el principal ente encargado de proteger este patrimonio, no es posible que el gobierno simplemente dé por desahuciado todo aquel vestigio arqueológico que se encuentre cerca de poblaciones rurales o urbanas. La Arqueología comunitaria de la última década ha mostrado que las comunidades tienen un gran poder de decisión sobre el futuro de los sitios arqueológicos, tanto así que son los principales actores con los que los directores de proyecto deben negociar. Es por ello que se debe buscar en la medida de lo posible, que los intereses de las comunidades sean tomados en cuenta a la hora de crear planes de investigación y políticas gubernamentales. No es una tarea fácil, pero se debe empezar con reconocer la importancia de la arqueología comunitaria en un país como el nuestro. Esperamos que los resultados de esta Mesa Redonda sean un aporte importante en el proceso.

Referencias

Demarest, Arthur; Tomás Barrientos, Luis Luin y Paola Torres

e.p.       La Arqueología Comunitaria (1999-2016): modelos éticos, deberes, ejemplos y lecciones. XXX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala

 

García, David; Arthur A. Demarest y Tomás Barrientos

2002   El Proyecto Arqueológico Cancuén: Un plan piloto para la interacción entre Arqueología y desarrollo social. En XV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2001 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y B. Arroyo), pp.365-375. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala

 

Marshall, Yvonne

2012   What is community archaeology? World Archaeology 34 (2): 211-219

 

Moser, Stephanie; Darren Glazier, James Phillips, Lamya Nasser el Nemr, Mohammed Saleh Mousa, Rascha Nasr Aiesh, Susan Richardson, Andrew Conner y Michael Seymour

2012   Transforming archaeology through practice: Strategies for collaborative archaeology and the Community Archaeology Project at Quseir, Egypt. World Archaeology 34(2):220-248.

 

Tully, Gemma

2007   Community archaeology: general methods and standards of practice. Public Archaeology 6(3):155-187