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036 Práctica y conducta de la arqueología salvadoreña durante los últimos 25 años: El inicio de una arqueología nacional – Marlon Escamilla, William R. Fowler – Simposio 25, Año 2011

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Escamilla, Marlon y William R. Fowler

2012        Práctica y conducta de la arqueología salvadoreña durante los últimos 25 años: El inicio de una arqueología nacional. En XXV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2011 (editado por B. Arroyo, L. Paiz, y H. Mejía), pp. 427-438. Ministerio de Cultura y Deportes, Instituto de Antropología e Historia y Asociación Tikal, Guatemala (versión digital).

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PRÁCTICA Y CONDUCTA DE LA ARQUEOLOGÍA SALVADOREÑA DURANTE LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS: EL INICIO DE UNA ARQUEOLOGÍA NACIONAL

Marlon Escamilla

William R. Fowler

PALABRAS CLAVE

El Salvador, teoría, estado del arte

ABSTRACT

Since the early 80’s to present, practice and conduct of the Salvadoran Archaeology has undergone various changes and approaches. On the one hand, the application of various research techniques, the discussion of new theoretical interests, the development of specialties in the discipline and academic training of professionals in the country have contributed to beginning and developing a national archeology. However, during the past 25 years, the Salvadoran archeology has also suffered from various problems, from a civil war to a lack of theoretical and regional project development and an unstable institutionalization of the discipline, among others. In this paper we discuss the effects, both positive and negative, of these trends in archaeological research in El Salvador during the past 25 years and the challenges that the discipline demands.

Desde la década de los 80’s hasta la actualidad, la práctica y la conducta de la Arqueología Salvadoreña ha experimentado diversos cambios y enfoques. Por una parte, la aplicación de diversas técnicas de investigación, el inicio de nuevos intereses teóricos, el desarrollo de especialidades en la disciplina y la formación académica de profesionales en el país han contribuido al inicio y al desarrollo de una arqueología nacional. Sin embargo, durante los últimos 25 años, la arqueología salvadoreña también ha padecido diversas problemáticas, desde una guerra civil hasta la falta de enfoques teóricos y regionales en el desarrollo de algunos proyectos y la inestable institucionalización de la disciplina, entre otras. En este artículo se discuten los efectos, tanto positivos como negativos, de estas tendencias en la investigación arqueológica en El Salvador durante los últimos 25 años, así como los retos y desafíos que la disciplina demanda. El desarrollo de la arqueología salvadoreña involucra diferentes aspectos socio políticos, los cuales, hasta cierto punto, influenciaron e impactaron la práctica de la arqueología a través del tiempo.  La historia de la práctica arqueológica en El Salvador, ha estado íntimamente relacionada e influenciada por la arqueología norteamericana tanto a nivel metodológico como a nivel teórico. Sin embargo, en contraste a consideraciones generales que interpretan a la arqueología Latinoamericana como una reflexión pasiva se argumenta que la misma práctica de la arqueología local ha contribuido y permitido nuevas discusiones teóricas en los años recientes (Politis 2003).

LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICO-CULTURAL Y SU INFLUENCIA EN EL SALVADOR

La arqueología histórico-cultural está centrada en el desarrollo de cronologías y el establecimiento de relaciones entre grupos culturales. A medida que la evolución cultural se dejó de considerar como un proceso natural o necesariamente conveniente, se empezó a desarrollar una visión centrada en la definición de culturas arqueológicas y en el estudio de sus orígenes en términos de difusión y migración. Por lo general, en el enfoque histórico-cultural, los cambios culturales más importantes documentados en el registro arqueológico, son interpretados y atribuidos a posibles procesos migratorios y difusionistas. El enfoque histórico-cultural se desarrolló como respuesta a una toma de conciencia creciente sobre la complejidad del registro arqueológico. El paradigma histórico-cultural se centraba más en la cultura arqueológica que en los estadios generales del desarrollo. Así, se intentaba explicar el registro arqueológico con mucho más detalle de lo que se había hecho en el pasado. En los contextos nacionalistas donde se desarrolló en primer lugar, existía un enorme interés por saber más acerca de cómo los grupos culturales habían vivido en el pasado en los diferentes períodos culturales, hecho que significaba que los arqueólogos empezaran a interesarse en la construcción de descripciones sincrónicas de culturas especificas. El desarrollo de la arqueología histórico-cultural en Norteamérica, estimulo la implementación de proyectos arqueológicos los cuales incluían extensos programas de excavaciones de sitios recolectando artefactos los cuales se utilizaran en la elaboración de listas de rasgos culturales con la finalidad de elaborar cronologías que definieran culturas.  Lo anterior, tuvo un impacto directo en la práctica de la arqueología en Latinoamérica. Gustavo Politis (2003) argumenta que en la actualidad, el legado del enfoque histórico-cultural ha sido difícil de reemplazarlo de la práctica arqueológica en Latinoamérica. Politis sostiene que lo anterior se debe en parte a la estabilidad epistemológica que brinda y a la habilidad de organizar diversos datos arqueológicos.

Durante la década de 1940, El Salvador experimentaba el impacto de la arqueología histórico-cultural. Los trabajos de reconocimiento arqueológico desarrollados por John Longyear, en la parte oriental del país y por Stanley Boggs, en la parte occidental fueron de suma importancia para el registro de sitios arqueológicos, incrementando el conocimiento de la existencia de asentamientos humanos en ambos sectores del país (Cobos 1994). La publicación de Longyear (1944) constituye, incluso hoy en día, la plataforma base para toda investigación arqueológica que se quiera desarrollar en el país. Por otro lado, Stanley Boggs, considerado como uno de los pioneros de la arqueología salvadoreña y como uno de los arqueólogos más influyentes de la época, continúo dirigiendo importantes proyectos arqueológicos enfocándose en el occidente del país, en el Departamento de Santa Ana, el área de Chalchuapa, específicamente en el sitio arqueológico Tazumal durante las temporadas 1943-45, 1948-50 y 1951-53 y en el departamento de San Salvador durante el año 1954. Otras investigaciones importantes de la época fueron conducidas por Wolfang Haberland (1958) en los Departamentos de Ahuachapán, Usulután y San Salvador, William Coe durante el año 1954 en Chalchuapa y Carlos Navarrete en el año 1959 en el Departamento de Ahuachapán. Desde la década de 1940 hasta la década de 1960, la arqueología salvadoreña experimentó uno de los períodos más productivos en términos de aportes, proyección y gestión. Es necesario enfatizar la importancia de la proyección y el impacto que tuvo la arqueología en la sociedad salvadoreña durante este periodo. Por un lado, el involucramiento del Estado a través del financiamiento de los proyectos nacionales de excavación y restauración en Tazumal como resultado de intentos nacionalistas de construcciones identitarias en el imaginario colectivo. Dichos intentos se ven reflejados en la impresión gráfica de la estructura B1-1 del sitio Tazumal en el billete de 100 de la extinta moneda nacional, el Colón.

CHALCHUAPA Y QUELEPA: EL ESTABLECIMIENTO DE SECUENCIAS CRONOLÓGICAS

Durante la segunda mitad de la década de 1960, en El Salvador se desarrollaron dos importantes investigaciones arqueológicas, el Proyecto Chalchuapa en el occidente del país dirigido por Robert J. Sharer y el Proyecto Quelepa en el oriente dirigido por Willys Andrews. En términos metodológicos y teóricos, ambos proyectos establecieron cronologías culturales asociadas a sitios arqueológicos y zonas geográficas específicas lo cual podría considerarse como uno de los mayores logros alcanzados durante esta época. A continuación se presenta una breve descripción de ambos proyectos.

El Proyecto Chalchuapa, bajo la dirección de Sharer (1978), constituye el primer ejemplo de investigación arqueológica a gran escala en El Salvador. Dicho proyecto se desarrollo durante los años de 1966 a 1970, dentro de los aportes principales del proyecto destacan el análisis espacial de las edificaciones prehispánicas a través del levantamiento topográfico, la extensión del asentamiento en términos geográficos y la ocupación del mismo en términos cronológicos. Sin embargo, el mayor aporte derivado de este proyecto es sin duda alguna el análisis cerámico en relación a su contexto estratigráfico. Este análisis se desarrollo con la finalidad de establecer secuencias cerámicas que permitieran desarrollar análisis comparativos tanto a nivel local como a nivel regional. Aunque en términos regionales y generales, la aproximación teórica del Proyecto Chalchuapa es clasificada como histórico-cultural, existen algunos elementos en el análisis arquitectónico y cerámico que abordan los cambios y la continuidad como procesos culturales. En términos locales, lo anterior indica que dicho proyecto podría ser clasificado como la primera aproximación de una interpretación procesual en El Salvador. Para la arqueología salvadoreña, la publicación del Proyecto Chalchuapa, constituye un valioso instrumento académico para la interpretación de secuencias cronológicas debido a que aporto datos cronológicos de una ocupación aproximada de 2600 años, iniciando en el periodo Preclásico Temprano alrededor de 1200 AC y finalizando en el periodo Postclásico 1500 DC.  Así mismo, la detallada descripción del análisis cerámico, hacen de esta publicación un documento medular de referencia para toda investigación arqueológica de la zona.

El Proyecto Arqueológico Quelepa, dirigido por Willys Andrews (1986) durante los años de 1967 a 1969 en el oriente de El Salvador, aportó importante información como resultado del programa de excavaciones desarrolladas en el sitio arqueológico de Quelepa. Dentro de los mayores aportes destaca el establecimiento de una secuencia arqueológica para el oriente de El Salvador. El estudio de Andrews se basa principalmente en el análisis cerámico y arquitectónico. Dicho análisis abarca un periodo aproximado de 1500 años, iniciando durante periodo Preclásico Medio-Tardío alrededor del año 500 AC hasta el periodo Clásico Tardío Terminal alrededor del año 1000 DC.

El desarrollo de ambos proyectos fundó una solida base para la investigación arqueológica en El Salvador. Ambas investigaciones implementaron una perspectiva histórico-cultural, con una orientación marcada en el establecimiento de secuencias cronológicas con un enfoque especifico en sitios arqueológicos contrario a un enfoque regional. Sin embargo, el Proyecto Chalchuapa difiere ligeramente con el Proyecto Quelepa en términos teóricos, tomando en cuenta que Sharer hasta cierto punto interpreta los cambios y la continuidad cultural como parte de procesos culturales. Actualmente ambas publicaciones, Sharer (1978) y Andrews (1986), constituyen la plataforma teórica para cualquier investigación arqueológica que se quiera desarrollar en El Salvador.

ARQUEOLOGÍA ECOLÓGICA: LA INTERACCIÓN DEL SER HUMANO Y SU ENTORNO

La arqueología ecológica nació en conjunción con la teoría funcionalista, específicamente cuando en Estados Unidos la arqueología y la antropología teoréticamente se encontraban en mayor concordancia. Hacia mediados del siglo XX, las aproximaciones ecológicas ganaron mayor popularidad como resultado del desarrollo de técnicas en el análisis de flora y fauna. Lo anterior permitió desarrollar estudios de investigación multidisciplinarios en arqueología. En términos teóricos, la arqueología ecológica se centraliza en la aplicación de conceptos ecológicos tradicionales a poblaciones humanas. Uno de los mayores intereses de la arqueología ecológica se centra en el impacto ejercido por el medio ambiente en los procesos de adaptación y transformación de las sociedades. Sin embargo, recientemente, el interés también se ha centrado en el impacto ejercido por los seres humanos sobre el medio ambiente (Yesner 2008). Particularmente en el caso de El Salvador, el impacto de la arqueología ecológica en el desarrollo de las investigaciones ha sido relativamente mínimo. Dos investigaciones pueden asociarse a esta perspectiva teórica, el Proyecto Cerrón Grande y el Proyecto Protoclásico. Aunque ambos proyectos desarrollan una perspectiva basada en la arqueología ecológica, las diferencias y las circunstancias bajo las cuales se desarrollaron ambos proyectos son notables.

Durante la segunda mitad de la década de 1970  a raíz de la construcción de la represa hidroeléctrica Cerrón Grande, se desarrollo un proyecto de rescate arqueológico bajo la supervisión de Stanley H. Boggs e integrado por los arqueólogos estadounidenses Richard Crane, Howard H. Earnest y William R. Fowler. Previo a la inundación de la zona, los integrantes del equipo implementaron un programa de recorridos sistemáticos con el objetivo de identificar sitios arqueológicos de diferentes periodos culturales. Más de veinte sitios arqueológicos fueron registrados dentro de la zona de inundación. Fowler (1995) propone que el análisis de los resultados del Proyecto Cerrón Grande (Fowler y Earnest 1985) se fundamentó primariamente en una perspectiva ecológica, la cual permitió analizar los cambios culturales en el asentamiento a través del tiempo relacionándolos directamente con aspectos geomorfológicos particulares de la cuenca.

Durante la misma época, específicamente en el año 1975, Payson D. Sheets (1983) diseñó el Proyecto Protoclásico en el Valle de Zapotitán, Departamento de la Libertad. Entre los años de 1978 y 1979 Sheets dirigió dicho proyecto el cual tenía como principal objetivo estudiar la interacción del ser humano y el vulcanismo a través de los diferentes asentamientos prehispánicos del Valle. Por lo tanto, los aspectos geológicos y arqueológicos fueron los ejes principales de esta investigación. En términos geológicos, el objetivo principal fue la reconstrucción de la actividad volcánica que afectaron a diferentes asentamientos en el Valle de Zapotitán. Diversas erupciones fueron documentadas: Ilopango (260 DC), Laguna Caldera (590 DC), El Boquerón (1000 DC) y El Playón (1658 DC). Sin embargo, el Proyecto Protoclásico se enfocó más en el impacto provocado por la erupción de la Caldera Ilopango. En términos arqueológicos, el Proyecto Protoclásico, realizo un programa intensivo de reconocimientos sistemáticos. Kevin Black condujo el reconocimiento del 15% del área total del valle. El objetivo principal fue el de extrapolar los datos del 15% al área total del Valle para poder plantear el número estimado de asentamientos y el tamaño de su población. Tanto el Proyecto Cerrón Grande como el Proyecto Protoclásico aportaron valiosa información acerca del desarrollo de asentamientos humanos prehispánicos en sus áreas geográficas específicas. En ambos proyectos la interacción del ser humano con su medio ambiente formo parte del eje principal de investigación. A excepción de estos proyectos, el desarrollo de la arqueología salvadoreña continúo enfocada dentro de la perspectiva histórico-cultural.

Durante los años de 1977 y 1978, Fowler dirigió excavaciones de rescate en el área de Chalchuapa, específicamente en el montículo E3-7 del sitio arqueológico El Trapiche. Como resultado de las excavaciones 33 individuos fueron registrados lo cuales habían sido enterrados dentro del montículo. Fowler interpreto este hallazgo como un contexto de sacrificio humano resaltando la importancia del militarismo y la guerra durante la época prehispánica en el área de Chalchuapa (Fowler 1995). Durante la segunda mitad de la década de 1970, las investigaciones arqueológicas se enfocaron en uno de los sitios principales del periodo Postclásico, la antigua ciudad de Cihuatán. Para el año de 1975, Karen O. Bruhns (1980) realiza excavaciones puntuales en las zonas residenciales del sitio Cihuatán, posteriormente en los años de 1977 y 1978, Bruhns continua su programa de excavaciones. Para los años de 1978 y 1979, Fowler (1981, 1989) desarrolla un proyecto integral de investigaciones arqueológicas, el cual incluye excavaciones y consolidaciones de varias estructuras en el Centro Ceremonial Poniente, un estudio científico de patrones de asentamiento con la ayuda de Joyce Field Fowler y un estudio de restos domésticos desarrollado por Jane H. Kelley. Las investigaciones anteriores permitieron obtener una mejor interpretación del sitio abordando ciertas aproximaciones sociales, económicas, políticas y religiosas. Así mismo se logró establecer una cronología absoluta para el sitio, ubicando la ocupación del sitio exclusivamente para el periodo Postclásico Temprano (Fowler 1995). Durante el año de 1977, Arthur A. Demarest (1986) dirigió un proyecto de investigaciones en la Cordillera Apaneca-Ilamatepec específicamente en el sitio arqueológico de Santa Leticia. Dentro de los objetivos principales de esta investigación destacan los reconocimientos arqueológicos en la zona y el programa de excavaciones el cual se desarrollo con la finalidad de obtener una secuencia cerámica y cronológica del sitio. Como resultado del proyecto se elaboro un mapa topográfico del sitio y se fecharon las esculturas del tipo “gordinflones” para el periodo Preclásico Tardío.

Durante la década de 1980, las condiciones socio-políticas de El Salvador no permitieron el desarrollo de investigaciones arqueológicas de una manera intensa y permanente. Lo anterior se debió al estallido del conflicto armado. Sin embargo, a pesar de la inestabilidad política del país, algunas investigaciones puntuales fueron desarrolladas. Dentro de las cuales se destacan las siguientes.  El Proyecto de rescate en la zona del embalse de la represa San Lorenzo desarrollado durante los años de 1982 y 1983 y dirigido por el personal de la Administración del Patrimonio Cultural.  Como resultado del rescate se registraron más de 80 sitios en un área de aproximadamente 100 km², sin embargo solo 8 sitios fueron excavados, destacándose el sitio Loma China en el cual se registro un entierro con diversas ofrendas, dentro de las cuales cabe destacar un disco a manera de pectoral con un mosaico tolteca (Fowler 1995). En la costa occidental de El Salvador, durante los años de 1982 y 1983 se desarrollo un proyecto arqueológico en el sitio de Cara Sucia, en el cual participaron Jorge Mejía, Paul E. Amaroli y Manuel Murcia. Como resultado se logro definir una secuencia cultural basada en análisis cerámico y fechas de radiocarbono, concluyendo dos ocupaciones principales una durante el Preclásico Tardío y la segunda durante el final del Clásico (Amaroli 1984). El Proyecto Cuscatlán, dirigido por Paul E. Amaroli, durante los años de 1984 y 1985 registró restos de ocupación de los periodos Clásico Tardío y Postclásico Tardío a través de un programa de reconocimiento intensivo desarrollado en la zona de Antiguo Cuscatlán. Así mismo, Amaroli recopiló datos históricos acerca de la ubicación de Cuscatlán, proponiendo que Antiguo Cuscatlán fue el área de ocupación de la capital de los Pipiles. Siete años después, Amaroli desarrolla un programa de excavaciones de rescate en la urbanización de Madreselva, como resultado de estas excavaciones Amaroli registró restos de viviendas y templos asociados a la antigua capital de los Pipiles. Para el año de 1988, Arthur Demarest junto a un equipo de investigadores formado por Paul Amaroli, Bárbara Arroyo y Mary E. Pye, dirigió excavaciones en el sitio arqueológico El Carmen. Dentro de los datos más relevantes de las excavaciones, destaca la evidencia cerámica más temprana registrada hasta el momento en el territorio salvadoreño. Entre los años de 1994 y 1995 Kathryn E. Sampeck y Howard H. Earnest llevaron a cabo un extensivo y sistemático reconocimiento arqueológico en el valle del río Ceniza, en el departamento de Sonsonate. Como resultado de la investigación, el proyecto registro un total de 278 sitos los cuales se ubican cronológicamente desde el Preclásico Medio hasta la época de la República (Fowler 1995).

El Proyecto en el valle del río Ceniza junto con el Proyecto Protoclásico y el Proyecto Izalco (el cual se discute en el tema de la arqueología histórica) constituyen los únicos ejemplos de investigaciones arqueológicas que han abarcado una región relativamente grande. A diferencia de muchos proyectos con una perspectiva histórico-cultural, los cuales se enfocan en establecimiento de secuencias cronológicas de un sitio arqueológico en específico, los anteriores proyectos marcaron una transición en la investigación arqueológica de El Salvador. De una visión local enfocada en el estudio especifico de un sitio determinado a una visión regional enfocada en el establecimiento de conexiones culturales.

ARQUEOLOGÍA PROCESUAL: IMPLEMENTACIÓN DE NUEVA TECNOLOGÍA

A diferencia de la arqueología histórico-cultural, la cual estaba centrada en la cronología y en la construcción de tipologías comparativas, la arqueología procesual se focaliza en los procesos culturales del ser humano, los cuales pueden ser estudiados a través de la teoría de sistemas o bajo leyes generales (Flannery 1973).  En base a lo anterior, la arqueología procesual sostiene la necesidad de emplear un método científico riguroso acompañado de una aproximación multidisciplinaria la cual permita buscar leyes universales basadas en la objetividad. Aunque hoy en día la arqueología procesual sigue siendo practicada en muchas regiones, en El Salvador el impacto de la misma fue mínimo. Probablemente el único proyecto que ha desarrollado, en algunos aspectos puntuales, una aproximación procesual ha sido el Proyecto Joya de Cerén.

El Proyecto Joya de Cerén, dirigido por Payson Sheets, inicia en los años de 1979 y 1980, durante estos años se desarrollaron diversas investigaciones geofísicas en la zona, dentro de las cuales se aplicaron varios métodos de detección remota como la resistencia magnética y el radar. Sin embargo, a raíz del conflicto armado que afectó a El Salvador durante la década de 1980, no fue sino hasta el año de 1989 cuando se logró implementar un programa de excavaciones. Sin lugar a dudas, el Proyecto Joya de Cerén constituye la investigación arqueológica más multidisciplinaria desarrollada hasta el momento en El Salvador. Diversas temporadas de excavación desarrolladas desde la década de los 90’s hasta la actualidad han permitido la excavación de diversas estructuras y campos de cultivo de la aldea de Joya de Cerén, permitiendo una reconstrucción muy vívida acerca de la vida cotidiana de los antiguos habitantes de la aldea. Como consecuencia de la investigación multidisciplinaria sostenida por diversos años en Joya de Cerén, se han publicado libros, artículos y tesis doctorales con diversas aproximaciones teóricas. Sin embargo, la interacción del ser humano con su entorno y la arqueología domestica han sido los temas de mayor abordaje.

ARQUEOLOGÍA POSTPROCESUAL: UNA APROXIMACIÓN CASI INEXPLORADA EN EL SALVADOR

La Arqueología Postprocesual es un movimiento que surge a partir de la década de 1980 como oposición a la arqueología Procesual. En base a lo anterior, la arqueología Postprocesual defiende al individuo, rechaza la idea que la teoría y la ciencia son distintas, las interpretaciones son siempre hermenéuticas, rechaza la oposición entre lo material y lo ideal, considera la cultura material como un texto el cual puede ser leído por distintas personas de distintas maneras y puede tener distintos significados. Por lo tanto la arqueología Postprocesual critica la rigidez del método científico y duda que éste pueda ser aplicado estrictamente en arqueología. El impacto de la arqueología Postprocesual en El Salvador es casi nulo.

William R. Fowler et al. (2007; 2011) desarrolla una interesante interpretación de la antigua  Villa de San Salvador (Ciudad Vieja) desde una perspectiva de la arqueología del paisaje basándose en investigaciones geofísicas desarrolladas en el sitio. Fowler propone que el estudio de este tipo de sitios ofrece una oportunidad única para el entendimiento del comportamiento y de las diferentes dinámicas culturales desarrolladas entre la cultura europea y la cultura indígena. Por lo tanto, el abordaje de este tipo de sitios desde una perspectiva del paisaje arqueológico ofrece la oportunidad de analizar las relaciones tanto sociales como físicas que fueron construidas dentro del sitio. Así mismo, Tracy L. Sweely (1998) desarrollo un interesante estudio en el sitio arqueológico Joya de Cerén. Sweely implementó una investigación en la cual busca las diferentes relaciones entre espacio y poder construidas entre los individuos que habitaron la antigua aldea de Cerén. Lamentablemente, tanto el impacto de la arqueología Procesual como el de la arqueología Postprocesual ha sido mínimo para el caso de El Salvador. Muchas de las investigaciones aun se continúan desarrollando dentro de una perspectiva histórico-cultural. Sin embargo, una de las áreas de investigación que ha tenido mucho auge en la última década ha sido la arqueología histórica.

ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA

La arqueología histórica, es una forma de investigación en la cual interactúan dos disciplinas sociales, la arqueología y la historia. Según la Escuela Norteamericana, la arqueología histórica es la disciplina que utiliza los métodos de la arqueología tradicional apoyándose en documentos históricos. Particularmente en El Salvador, la arqueología histórica está enfocada en el estudio de las sociedades que se desarrollaron a partir de la llegada de los europeos al continente americano. En base a lo anterior, el periodo de tiempo en el cual se ha enfocado la arqueología histórica en El Salvador abarca el Siglo XV finalizando en el Siglo XIX. En términos generales, la arqueología histórica en El Salvador puede ser considerada como una disciplina recientemente explorada. El arqueólogo William R. Fowler es considerado como el pionero en el desarrollo de proyectos de investigación enfocados en la arqueología histórica. Durante el año de 1988, William R. Fowler dirigió el Proyecto Izalco con la asistencia de Paul Amaroli y Bárbara Arroyo, recorriendo los departamentos de Sonsonate, Ahuachapán y La Libertad. El objetivo principal del proyecto fue la identificación de sitios pipiles de la época de la conquista. En total visitaron 41 sitios arqueológicos, de los cuales 26 fueron identificados por primera vez y 22 fueron revisitados correspondientes al periodo Postclásico o Colonial. Así mismo, para el año de 1990 se desarrollaron investigaciones en el sitio de Tacuscalco abarcando un programa de mapeo, colección superficial y excavaciones. Posteriormente, para el año de 1994, Fowler junto a Inez L. Verhagen dirigió excavaciones en la iglesia colonial de San Pablo y San Pedro (Iglesia de Caluco) y algunas zonas aledañas. Durante el año de 1995 Verhagen desarrolló un levantamiento topográfico y continuó con el programa de excavaciones. Sin lugar a duda el Proyecto Arqueológico Ciudad Vieja dirigido por William R. Fowler, es considerado como el proyecto más emblemático de la arqueología histórica en El Salvador. Las investigaciones arqueológicas en Ciudad Vieja inician en el año de 1996. El sitio arqueológico constituye el primer asentamiento estable de la Villa de San Salvador, el cual fue fundado en el año de 1528 y probablemente abandonado en el año de 1545, aunque recientes investigaciones sugieren que la fecha de abandono puede ser más tardía. Desde el inicio de los trabajos se han desarrollado numerosas temporadas de campo (2000 – 2005) las cuales han contribuido al entendimiento de la dinámica cultural y de los procesos de hibridez que se desarrollaron dentro de la antigua Villa de San Salvador.

Durante finales de la década de 1990 y la década de 2000, se han desarrollado trabajos de rescate en Iglesias históricas. En muchas ocasiones los rescaten obedecen a remodelaciones arquitectónicas y en otros casos a reconstrucciones estructurales debido a daños causados por los terremotos de Enero y Febrero de 2001. Dentro de estos proyectos destacan la investigación realizada durante los años de 1998 y 1999 por el Departamento de Arqueología de la extinta CONCULTURA en el Templo Santiago Apóstol de Chalchuapa. La segunda fase de esta investigación fue dirigida por la arqueóloga salvadoreña Claudia Ramírez. Para el año 2002 y 2003, el Departamento de Arqueología de la extinta CONCULTURA bajo la supervisión del arqueólogo salvadoreño Fabricio Valdivieso, se desarrollaron investigaciones de rescate en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Ahuachapán, destacándose hallazgos arquitectónicos y un lote de armas y municiones enterrados en dicha Iglesia durante la época del General Maximiliano Hernández Martínez, específicamente en el año de 1944.  Para el año 2003 el arqueólogo salvadoreño Fabio E. Amador realiza una investigación en la Iglesia El Pilar, departamento de San Vicente, destacándose los hallazgos de catacumbas, rasgos arquitectónicos y materiales culturales de la época de la Colonia.

Recientemente, desde el año 2007 hasta la actualidad el Proyecto de Registro y Reconocimiento de Sitios Arqueológicos Históricos de El Salvador (PAHES-UTEC) dirigido por el arqueólogo salvadoreño José H. Erquicia ha desarrollo tres temporadas de campo abordando diferentes investigaciones en el territorio salvadoreño. El objetivo principal de dicho proyecto es el de registrar y documentar sitios arqueológicos históricos dentro del periodo comprendido entre 1522 y 1950. Durante las temporadas de 2007 y 2008 se lograron registrar 16 sitios arqueológicos-históricos en las zonas centro y occidente de El Salvador, entre los cuales destacan ingenios de hierro, haciendas antiguas, fachadas y restos de iglesias y antiguos asentamientos de poblados coloniales.

EL PROYECTO ARQUEOLÓGICO JAPONÉS Y SUS INVESTIGACIONES EN EL ÁREA DE CHALCHUAPA

Durante el año de 1995, un equipo de multidisciplinario de japoneses, bajo la conducción de Kuniaki Ohi (2000), iniciaron trabajos de investigación arqueológica en el área de Chalchuapa, específicamente en el sitio de Casa Blanca. Dentro de los principales objetivos del proyecto destaca el interés de investigar interdisciplinariamente la historia y la cultura de los pipiles. Durante los cinco años que duró el proyecto se desarrollaron programas de excavación y restauración de algunas estructuras del parque arqueológico. Cabe destacar que el proyecto realizó investigaciones multidisciplinarias en el área de Chalchuapa, principalmente en las áreas de arqueología, etnología e historia.

En base a los resultados publicados, destaca el trabajo minucioso de registro mostrado en los programas de excavación y restauración, el mapeo preciso de las estructuras y la calidad de los dibujos presentados. Lamentablemente, aparte de lo antes mencionado, es difícil interpretar el aporte teórico de este proyecto. Así mismo, la falta de seguimiento del uso de datos de investigaciones previas, complica la interpretación de los datos. No existe un hilo conductor que guíe al lector y que a la vez esté conectado con los objetivos de la investigación.

LOS INICIOS DE LA CARRERA DE ARQUEOLOGÍA EN EL SALVADOR

Durante el año 1994, un grupo de personas visionarias fundan la Universidad San Jorge en El Salvador. Para el año de 1995 la Universidad abre sus puertas ofreciendo tres Licenciaturas: en Arqueología, en Antropología y en Historia. Lamentablemente para el año de 1997, a raíz de la reforma de educación superior, la Universidad es cerrada por falta de activos. En base a lo anterior, la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC) decide absorber a la Universidad San Jorge con el objetivo de continuar con la formación de profesionales en las ramas anteriormente mencionadas. Para el año 2000 la primera promoción de arqueólogos nacionales formados en el país se gradúa. Con un total de 5 arqueólogos graduados y con temas de tesis diversos, la arqueología salvadoreña inicia una nueva etapa. La formación académica estuvo a cargo de profesionales nacionales y extranjeros destacándose profesionales japoneses y estadounidenses. Actualmente se han graduado 16 arqueólogos y existen más de una media docena de estudiantes egresados.

RECIENTES INVESTIGACIONES

Durante la década del 2000, importantes avances se han realizado en la arqueología salvadoreña. Dentro de los avances logrados es necesario mencionar la tesis doctoral de Howard Earnest Jr. (1999) la cual aborda una temática de suma importancia para la práctica de la arqueología salvadoreña. Utilizando datos de excavaciones en la Cuenca del Paraíso y la zona de Nuevo Cuscatlán, Earnest aporta un nuevo fechamiento para la erupción volcánica de la caldera de Ilopango, ubicándola a principios del Siglo V d.C. Este nuevo fechamiento obtenido por medio de estudios cuidadosos de la cerámica y comparaciones con otras regiones del sureste de Mesoamérica ha sido confirmado por un nuevo estudio de Dull, Southon y Sheets (2001) con nuevas fechas de radiocarbono poniendo la erupción del volcán Ilopango a 408-536 d.C. Un estudio más reciente de Dull et al. (2010) argumenta que esta erupción causó el famoso “evento de 536 DC”. Otro importante aporte es la tesis doctoral de Kathryn E. Sampeck (2007) la cual presenta los resultados de intensos programas de reconocimiento y excavación desarrollados en el Valle del Rio Ceniza. Los datos muestran que los Pipiles jugaron un papel protagónico en la integración regional durante el postclásico tardío, colocando la zona de los Izalcos en el área central del comercio y producción de cacao. Otras dos tesis doctorales de suma importancia son las de Jeb Card (2007) y Conard Hamilton (2009) sobre la cerámica y la variación intrasitio de Ciudad Vieja, respectivamente, ambas aportando datos e interpretaciones valiosas sobre las relaciones interétnicas de la primera villa de San Salvador. Un libro reciente sobre Ciudad Vieja presenta y examina los datos de la arquitectura y el paisaje cultural del sitio (Fowler 2011). A raíz de un fuerte temporal ocurrido en el año de 2004, la estructura B1-2 del sitio Tazumal colapsó parcialmente. En base a lo anterior, durante los años de 2005 y 2006 se desarrollaron investigaciones arqueológicas y trabajos de restauración en dicha estructura. El proyecto fue desarrollado por arqueólogos del departamento de arqueología de CONCULTURA y arqueólogos japoneses del JICA, el proyecto se ejecuto bajo la supervisión de Fabricio Valdivieso.

Durante el año 2005 Marlon V. Escamilla, Mónica Valentini y Javier García-Cano (2006) desarrollaron trabajos pioneros en el ámbito de la arqueología subacuática. El Proyecto “Reconocimiento, Prospección e Investigación del Patrimonio Cultural Subacuático en El Salvador. Etapa Exploratoria”, implicó análisis de cuerpos de agua en varios puntos del territorio salvadoreño, tomando como primeros indicadores los lagos naturales y las costas marítimas aledañas a los puertos y sus cercanías. Estas primeras prospecciones revelaron una considerable cantidad de sitios sumergidos que dan sentido a la necesidad de desarrollar la arqueología subacuática en el país. A raíz de este proyecto se registraron por vez primera cuatro sitios arqueológicos subacuáticos dentro del atlas arqueológico de El Salvador.  Posteriormente el Proyecto Arqueología Subacuática de El Salvador fue dirigido por Marlon V. Escamilla desde el año 2005 hasta el 2007 desarrollando investigaciones exploratorias. Durante el 2009 Mónica Valentini, Javier García-Cano y Marlon V. Escamilla continuaron con la segunda etapa del proyecto, desarrollando más prospecciones subacuáticas y potencializando zonas arqueológicas sumergidas. Durante el año 2011, el departamento de arqueología de la Secretaria de Cultura de la Presidencia, bajo la dirección del arqueólogo salvadoreño Roberto Gallardo, desarrolló un interesante proyecto de protección y delimitación de área de amortiguamiento del pecio SS Douglas, lo cual constituye el primer sitio sumergido con declaración de protección en el país. Durante los años 2006, 2007 y 2008 se desarrolló el Proyecto Atlas Arqueológico de la región Oriente de El Salvador dirigido por el arqueólogo salvadoreño Fabio E. Amador. Dicho proyecto brinda importante y valiosa información acerca de las diversas dinámicas culturales desarrolladas en la región oriente del país. Dentro de los principales aportes destacan el estudio sistemático del registro de sitios arqueológicos, la creación de una base de datos digital la cual facilite el manejo de la información de los sitios y el exhaustivo análisis cerámico. El registro de sitios arqueológicos con manifestaciones gráfico rupestres desarrollado por el Proyecto Arte Rupestre de El Salvador (PARES) dirigido por Marlon V. Escamilla (2007) estableció la base o plataforma científica de inicio de múltiples investigaciones futuras. Uno de los objetivos principales fue el de incentivar el desarrollo de investigaciones científicas desde una perspectiva interdisciplinaria que permita lograr obtener un abordaje integral del patrimonio grabado y pintado en roca. Además de haberse implementado por vez primera fichas de registro especializadas para sitios de arte rupestre, ésta información ha sido clasificada en una base de datos digital la cual tiene como finalidad divulgar nuestro patrimonio rupestre y a la vez proveer información técnica a la comunidad científica.

Durante los años 2006 y 2007, el departamento de arqueología de la extinta CONCULTURA fundó el Proyecto Arqueológico Ataco e inició los trabajos de investigación bajo la dirección del arqueólogo salvadoreño Marlon V. Escamilla y con la asistencia de un equipo de estudiantes de la carrera de arqueología de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC), los cuales incluyeron reconocimientos arqueológicos, el primer mapeo de la zona nuclear del sitio y excavaciones exploratorias. Desde el año 2008, el Proyecto Arqueológico Ataco es dirigido por el arqueólogo salvadoreño Federico Paredes brindando datos relevantes para la arqueología tanto local como regional sobre las dinámicas culturales desarrolladas durante el Preclásico y el Postclásico, así como un exhaustivo y detallado estudio de las cabezas de jaguar y su distribución espacial. El Proyecto Arqueológico Joya de Cerén, dirigido por Payson Sheets continúa desarrollando importantes investigaciones en el sitio, brindando valiosa información acerca de la vida cotidiana de los antiguos habitantes de la aldea y de la diversidad de cultivos que se practicaron en la aldea durante el período Clásico. Por otro lado, el Proyecto Tazumal en sus etapas 2004-2008 y 2010-2012, dirigido por Nobuyuki Ito continúa desarrollando investigaciones arqueológicas en el área de Chalchuapa, específicamente en el sitio Tazumal, las cuales están enfocadas en el levantamiento topográfico y el desarrollo arquitectónico del sitio.

RETOS Y DESAFÍOS

Existen muchos factores que han influenciado la práctica de la arqueología en El Salvador a lo largo de su historia. Dentro de ellos se puede mencionar una lista interminable de aspectos como falta de fondos, inestabilidad socio-política, falta de voluntad de los gobiernos en turno, entre otros. Sin embargo, al mismo tiempo, dicha inestabilidad ha contribuido a un desarrollo peculiar del quehacer arqueológico en El Salvador. Cabe destacar la dedicación de arqueólogos nacionales y extranjeros en el desarrollo de la arqueología salvadoreña, sin embargo, debido a su formación profesional la cual en la mayoría de los casos termina con la licenciatura, se nota durante los últimos diez años la producción de muchos estudios arqueológicos de carácter descriptivo. En términos teóricos, la arqueología de El Salvador se encuentra en una época de transición, en la cual a pesar de la continuidad de estudios históricos-culturales, existe un pequeño grupo de investigadores impulsando nuevos paradigmas en la práctica arqueológica. En su mayoría, este reducido grupo de investigadores cuentan con estudios de postgrado en el extranjero lo cual permite la formulación y la discusión de preguntas teóricas y el desarrollo de nuevos paradigmas. Por lo tanto, uno de los mayores retos de la arqueología salvadoreña es la apertura y gestión de oportunidades para los estudiantes de Licenciatura en la obtención de becas de postgrado en el extranjero o en el mejor de los casos, la implementación de un diseño curricular de postgrado en las Universidades tanto privadas como nacionales.

Uno de los aspectos medulares de este momento en la historia salvadoreña es la formación de arqueólogos salvadoreños a través del programa de arqueología ofrecido por la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC), lo cual permitirá en un par de décadas contar con un cuerpo solido de arqueólogos salvadoreños. Así mismo la potencial preparación de los mismos en el extranjero permitirá la formulación y ejecución de proyectos científicos y éticos. Mucho falta por hacer en la arqueología de El Salvador, el reto cada vez es más desafiante, sin embargo un futuro prometedor se avecina en el avance teórico de la práctica de la arqueología salvadoreña. La apertura de espacios de discusión académica como el Foro de Estudiantes de la Escuela de Antropología (FOESA) de la UTEC, el cual se celebrara este año en su sexta edición y el Congreso Centroamericano de Arqueología, el cual de igual forma se celebrara este año en su cuarta edición, son espacios académicos que colaboran a un futuro prometedor. Este futuro prometedor será posible en la medida que se continúen abriendo estos espacios académicos y que a su vez se institucionalicen, la idea es generar espacios en los cuales las nuevas generaciones de arqueólogos aborden problemáticas globales que la arqueología enfrenta hoy en día.

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