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026 – RETO INCOMPARABLE DE CONSERVACIÓN: TIKAL – Rudy Larios Villalta – Simposio 22, Año 2008

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Larios Villalta, Rudy

2009        Reto incomparable de conservación: Tikal. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.319-332. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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RETO INCOMPARABLE DE CONSERVACIÓN: TIKAL

Rudy Larios Villalta

Consultor independiente para la restauración de arquitectura Maya

ABSTRACT

THE INCOMPARABLE CHALLENGE OF PRESERVATION: TIKAL

The preservation of monuments in whatever part of the world is an enormous challenge; however, when we confront materials as sensitive and fragile as the Petén limestone used by the Maya in the construction of their greatest pyramids, the challenge has no comparison. Tikal, one of the most explored sites of the Maya world, and one of the first exposed to tourism, has been a laboratory experiment in which we have seen and learned within a few years the destructive effects of natural and human elements, threatening to leave us with nothing. We believe the moment has arrived for understanding that the methods used by many restoration projects, far from being conservators, are part of the deterioration that today irreversibly confronts the ancient constructions of Tikal and many similar sites.

Las obras arquitectónicas como cualquier obra de arte tienen un derecho intelectual que no podemos violar. Me refiero al arquitecto y la sociedad que hicieron posible la obra como autores directos, pero también, hubo otro autor que nadie toma en cuenta y al cual no podemos eliminar, es inmortal, este es el tiempo; fue él quien dispuso poner árboles por aquí y por allá, o destruir partes del monumento y darnos la oportunidad de contemplar la ruina, de entenderla y de manera muy especial, el privilegio de conservarla, es allí en donde la cosa se pone difícil, pues en Tikal los materiales antiguos expuestos a la luz del día y a la visita turística, se están disolviendo aceleradamente. Es tan precipitado, que una vida humana basta para verlo e incluso, para darse cuenta que el problema es grave y que aún no hemos encontrado el tratamiento adecuado que al menos retarde la transformación de la piedra a través del implacable tiempo.

¿QUÉ SE HA HECHO Y CUÁNTO SE HA APRENDIDO?

Los proyectos de restauración realizados en Tikal, empezando por el más grade de todos como lo fue el de Pennsylvania (1956-1969) más todos los demás proyectos, sin excepción, han sido temporales y su ejecución solamente a logrado hacer de Tikal un lugar incomparable y atractivo para el turismo. No obstante, hemos visto que cuando se restauran edificaciones prehispánicas, los factores que causaron su ruina se reactivan automáticamente. Cuando la selva que piadosamente cubría las edificaciones desaparece, los monumentos, que naturalmente se habían estabilizado, quedan de nuevo expuestos a los fenómenos naturales y el deterioro que causó su ruina aparece de nuevo. Las inversiones de restauración han sido grandes pero lamentablemente, temporales y nunca se ha visto la intención oficial de crear un programa permanente de conservación.

A mediados del siglo pasado, se creía que la restauración sería el medio para conservar, quizás no se había llegado a comprender que el tiempo es un factor imposible de parar y que los elementos naturales que colaboraron con él, son imposibles de eliminar. Erróneamente se ha llegado a creer que restaurar es parar el tiempo, peor aún, algunos no les basta con restaurar y quieren regresar el tiempo haciendo del monumento una falsificación histórica, pero ni así podríamos evitar que el tiempo siga su marcha.

En cuanto a lo que se ha aprendido, podemos asegurar que no es mucho. En primer lugar, porque los pocos estudios realizados se han centrado en los síntomas y en visitas muy cortas al sitio, luego, casi a priori, se culpa a la capa vegetal de todo el problema pero sin tomar en cuenta el comportamiento de estos procesos a través del tiempo y su contexto natural. Es tiempo de realizar un programa serio de observación y experimentación científica a largo plazo que tome en cuenta la experiencia obtenida en Tikal por más de 40 años y se comprenda por qué la pequeña vegetación que da color a los monumentos, lejos de ser el principal peligro, a través del tiempo ha demostrado ser un auxiliar de conservación.

El autor de esta ponencia llegó a Tikal en 1965 como parte del equipo técnico de la Universidad de Pennsylvania, y hasta hoy, es decir cuarenta y tres años más tarde, no ha dejado de observar el comportamiento del deterioro, no solamente en Tikal sino en muchos otros sitos del área Maya; de modo que lo que más adelante se expone no son los resultados de análisis químicos o análisis científicos de altos especialistas, es el resultado de esta experiencia a través de toda su vida.

Como un antecedente, diremos que en 1975, recorrimos Copan, en Honduras, bajo los torrentes de lluvia y se pudo observar que el agua corría como cascada sobre la escalera jeroglífica; sobre el texto literario Maya más extraordinario cuyas piedras también sufren de un proceso de deterioro. El tiempo, que como dijeran los antiguos griegos, se come a sus hijos, dio la oportunidad a Rudy Larios de hacer algo positivo para su protección: Las autoridades de Honduras le permitieron diseñar e instalar el toldo protector sobre la escalera jeroglífica (1985; Figura 1) y ahora, 23 años más tarde, en el informe de los resultados del estudio guiado por el Instituto Getty de conservación podemos leer que “Los datos sobre el medio ambiente indican que la estructura de protección de la escalinata ha creado un amiente mucho más estable para y ha sido la intervención individual más importante que se ha realizado para la conservación de la escalinata” (Getty IHAH informe 2008:79).

Se sabe que las cubiertas no siempre son lo más adecuado, sin embargo, la idea de hacer una cubierta exitosa como la que se colocó sobre la escalera jeroglífica surge, precisamente, de los años experimentados en Tikal por el autor de esta ponencia, pues todos esos años le ayudaron a comprender que en Tikal, aunque el síntoma más visible es la presencia de un recubrimiento de color verde-azul oscuro, las evidencias le demostraban que en verdad, las estructuras que lucen verdes se encuentran en mucho mejor estado que las que se han expuesto al sol y a la vista del turismo, en especial, aquella partes protegidas de la lluvia. La Figura 2 muestra una pequeña estructura dentro de la selva, restaurada en los años ochenta, se ve totalmente verde pero en perfecto estado de conservación; la Figura 3 nos muestra cómo las estructuras de la Acrópolis Norte se están deshaciendo al grado de que ésta (5D-20) ha perdido en parte varios sillares completos y sus rellenos han aflorado.

En 1965, el autor de esta ponencia tuvo la oportunidad de dibujar un friso en el que la figura principal era el retrato de un gobernante, éste había sido liberado en perfectas condiciones de conservación en la Acrópolis Central (Estructura 5D-46A) para su protección se colocó un techo de láminas. La época de lluvias estaba en lo mejor y el techo, era protector del friso. Lo extraño fue, que al poco tiempo de estar trabajando allí se notó que, contrariamente a los que se esperaba, de las partes cubiertas por el techo se desprendía un polvo blanco muy fino.

Es decir, lo protegido por las láminas se estaba disolviendo a gran velocidad. Lo más curioso fue que las partes mojadas por el agua de lluvia empezaban a teñirse de verde pero los estucos y la piedra caliza no sufría ningún daño, por el contrario las partes húmedas estaban fuertes y muy estables. Más tarde, él mismo, como asistente de William Coe (1990) en la documentación del famoso Templo 33, con el auxilio de Julián Tot Bol, liberaron el mascarón que Coe bautizó como Chebo III (Figura 4) fue maravilloso ver aquel mascarónperfectamente comprensible. Dos o tres años antes se había liberado en la Estructura 5D-22, 2ª un mascarón precioso ubicado en la fachada principal al lado sur y al oeste de su escalinata, incluso, todavía tenía algunas formas en estuco y color rojo (Figura 5).

La Universidad de Pennsylvania, antes de salir de Tikal y muy consciente de su incapacidad de parar el fenómeno de disolución, decidió volver a cubrir el friso del gobernante, reponiendo el muro que para liberarlo se había eliminado y ahora, casi 40 años después, el friso está allí. La decisión fue drástica pero, indiscutiblemente, conservadora. Los mascarones del Templo 33 y 22 no podían ser enterrados de nuevo, pues la justificación para liberarlos fue su gran importancia y significado cultural. En ambos mascarones, para su “conservación” se les colocó techos de láminas transparentes de fibra de vidrio, para que los turistas pudieran admirarlos y tomar sus fotografías con una luz apropiada.

En 1972, la disolución de los mascarones era alarmante, al hacer la limpieza se recogía periódicamente hasta una cubeta de polvo y escamas blancas de cada mascarón. Se sabía por experiencia que las estructuras bajo la sombra de los árboles llenas de color verde, se conservaban mucho mejor que las que estaban expuestas a la luz solar. El friso del gobernante dio la certeza de que la humedad, contrario a lo que todo el mundo decía en aquél momento, podía ser conservadora mientras fuera estable, consecuentemente, los mascarones aparentaban estarse deshidratando por el calor del sol y las láminas transparentes, el clima circundante a los mascarones era totalmente inestable, por las noches y amaneceres muy húmedo y fresco, muy caliente y seco por la luz del sol y el viento del día.

Este proceso se repetía todos los días del año y claro, la conclusión fue lógica: No podemos eliminar los fenómenos naturales y por lo tanto debemos buscar estabilidad a través de unirnos a ellos. El factor predominante era la humedad, al menos 16 horas diarias, el cambio durante el día alteraba drásticamente el ambiente, en consecuencia, la lógica indicaba que era necesario reponer la humedad perdida pero a la vez, fue claro que el techo no estaba colaborando a conservar. Luego de una consulta con el director de IDAEH Dr. Luis Luján Muñoz y con el arquitecto Marcelino Gonzáles quien acabada de regresar de especializarse en conservación en Italia (ambos ya fallecidos) a manera de experimentación decidimos empezar a humedecer el mascarón del Templo 33, Chebo III (Figura 4) y no hacer nada con el mascarón del Templo 22 (Figura 5).

En 1979, viendo que la disolución se detuvo, comprobamos que el experimento había dado frutos excelentes sobre Chebo III, se decidió quitar el techo de láminas transparentes y colocar en su lugar uno de materiales de la selva. El éxito fue total, ya no fue necesario humedecer el mascarón. Lamentablemente, después de 1980, los cambios de administradores se han transformado en una rutina frecuente, cada uno llega con sus propias ideas y el techo en cuestión ha cambiado varias veces. En cierta oportunidad, a principios de la década de los años noventa, mientras quien escribe visitaba Tikal y hacía sus fotografías de monitoreo, encontró que había cambiado el techo, de nuevo tenía láminas plásticas, ellos querían eliminar la capa verde que lo cubría.

Al administrador en turno se le explicaron las razones para usar un techo de palma y muy pronto el techo volvió a su diseño original. Lamentablemente el techo fue cambiado de nuevo bajo otro administrador, esta vez, con materiales naturales pero con un diseño incorrecto; la cumbrera del techo corre en sentido este-oeste. El sol por las mañanas entra por el este y hace su obra en la parte alta del mascarón, por las tardes el fenómeno se repite pero en el poniente, el daño es menor pero no por eso es despreciable.

El microclima bajo la sombra de un techo fabricado con materiales adecuados y diseño correcto, proporciona estabilidad; el toldo de Copán es hoy, una prueba científica de esto. El mascarón del Templo 33 de Tikal y la estabilidad de Chebo III, hizo que también a principios de la década de los años ochenta, el techo del mascarón del Templo 22 se cambiara por uno de materiales naturales, todos esperaban que esto detuviera el deterioro pero como lo podemos ver en la Figura 6, el mascarón del Templo 22 es ahora algo casi irreconocible, en tanto que Chebo III, con un color muy feo, está allí, negro por la abundancia de microflora pero existe y aún es reconocible (Figura 7).

¿QUÉ PODEMOS HACER PARA LA CONSERVACIÓN DE TIKAL?

Pareciera que no hay nada que hacer sino dejar que el tiempo siga su marcha y la naturaleza haga su obra, pues el proceso de disolución es natural. No obstante, el autor está convencido de que sí se puede hacer algo pero, se necesita de decisiones valientes realizadas a través de un equipo permanente de conservación. Es imposible cambiar la naturaleza y el clima, las lluvias, el calor y la humedad o la sequedad producida por la incidencia del sol. Cuando el enemigo es invencible tenemos que unirnos a él.

La ventaja en este caso es, que seguramente bajo la selva, las construcciones antiguas se llenan de color verde pero evidentemente están en mucha mejor condición que las que reciben sol todos los días. La Acrópolis Norte es el más patético ejemplo de cómo las partes más soleadas o las partes arquitectónicas protegidas, bajo cornisas y molduras, son también las áreas en donde se manifiesta la disolución con más fuerza.

Por otro lado, los túneles dentro de la Estructura 5E-55 2ª, los del Grupo 5C-16 y el mismo Templo 33 en su túnel al este de Chebo III, también nos enseñan que la estabilidad climática es la única condición para conservar: En 5E-55 2ª, Rudy Larios y Miguel Orrego (1983) descubrieron una estructura enterrada por los Mayas, dentro de la cual y sobre sus estucos en perfecto estado de conservación existían varias pinturas y figuras policromas y grafitos, eso fue alrededor del año 1976. Varias veces se han revisado, pero en el 2007, es decir treinta años más tarde, todas las figuras aún están allí, sobre sus estucos tal como las vimos el primer día (Figuras 8 y 9).

Todo lo anterior nos demuestra tres cosas fundamentales:

  • La deforestación en la Acrópolis del Norte, central y la gran plaza, despojó a las edificaciones de la sombra a la que ellas estaban acostumbradas.
  • El sacar a luz los mascarones que los mismos Mayas habían cubierto reactivó los procesos de disolución.
  • La estabilidad del clima ayuda a conservar, sea con ayuda de la sombra de los grandes árboles o por la protección y aislamiento que proveen los túneles.

CONCLUSIONES

  • Reforestar Tikal no será posible mientras veamos al turismo como el elemento principal, sin embargo, si las autoridades lo llegaran a entender y tomaran decisiones valientes sin importar el qué dirán, seguro que se puede reforestar, aunque fuera parcialmente dándole a Tikal la oportunidad de sobrevivir unos años más.
  • La restauración tradicional debe quedar cancelada para evitar aumentar la carga a la administración del parque. En el Templo IV, por ejemplo, la restauración se debe limitar a las áreas que ya estaban deforestadas y en franco proceso de deterioro. El objetivo es la protección y la interpretación más clara del monumento pero conservando todos los árboles de la selva que ahora cubren la pirámide sin alterar su entorno.
  • Los proyectos de restauración con intenciones de abrir nuevas áreas a turismo deben desaparecer mientras no tenga el parque la capacidad de conservar.
  • El mascarón del Templo 33, debe ser conservado dentro de un ambiente totalmente estable como el que prodigan los túneles. Se hizo una propuesta en 1996 para el Instituto de Antropología e Historia, mientras trabajábamos con la empresa CRISAC-CONSULT. En el 2007 se mejoró y fue incluida en un diagnóstico preparado para la Fundación Japón cuya intención es iniciar un proyecto de conservación en Tikal a largo plazo.
  • Finalmente, quiero insistir en la imperiosa necesidad la crear un departamento totalmente apolítico y permanente dentro del Ministerio de Cultura que se encargue de la conservación, que vele por esos problemas tan complejos, que propicie análisis constantes y busque consejo en experiencias pasadas, que pueda tomar decisiones no sólo para la conservación de Tikal sino para asesorar todos los sitios expuestos al turismo garantizando el seguimiento de los estudios, la experimentación y en especial la memoria histórica de cada lugar.

En conclusión, sólo me resta patentizar mi agradecimiento a mi Dios por darme la oportunidad y el privilegio de haber podido dedicar mi vida al conocimiento de la arquitectura Maya y a los peligros que la asechan. En segundo lugar, pero de manera muy especial, al Instituto Getty de Conservación y al Simposio de Arqueología de Guatemala que me dieron la oportunidad de presentar este pequeño trabajo que encierra parte de mis memorias personales.

REFERENCIAS

Coe, W. R.

1990        Excavations in the Great Plaza, North Terrace and North Acropolis of Tikal. Tikal Report No.14. University Museum, University of Pennsylvania, Filadelfia.

Getty Conservation Institute e Instituto Hondureño de Antropología e Historia

2008        La escalinata Jeroglífica de Copán, Honduras.        Resultado de los Estudios y Propuesta de Conservación. Traducción del informe final.

Orrego C, Miguel y Rudy Larios Villalta

1983        Reporte de las Investigaciones Arqueológicas en el Grupo 5E-11, Tikal. Instituto de Antropología e Historia, Parque Nacional Tikal, Ministerio de Educación, Guatemala.

Figura 1 Escalera jeroglífica de Copan tal como luce ahora

Figura 2 Pequeña estructura en la selva, verde pero completa

Figura 3 Estructura 5D-20 con deterioro muy avanzado

Figura 4 Chebo III recién liberado

Figura 5 Estructura 5D-22, recién liberada

Figura 6 Estructura 5D-22 en 2007

Figura 7 Chebo III en 2007

Figura 8 Figuras dentro de Estructura 5E-55 2ª 1978

Figura 9 Igual que Figura 8, Junio 2006

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