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57 Bethlemitas: Evidencias arqueológicas de dos patios con posible influencia Guatemalteca – Alfredo Feria Cuevas y Cuauhtémoc Domínguez Pérez – Simposio 12, Año 1998

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Feria Cuevas, Alfredo y Cuauhtémoc Domínguez Pérez

1999        Bethlemitas: Evidencias arqueológicas de dos patios con posible influencia Guatemalteca. En XII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1998 (editado por J.P. Laporte y H.L. Escobedo), pp.760-766. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

57

BETHLEMITAS:

EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE DOS PATIOS CON POSIBLE INFLUENCIA GUATEMALTECA

Alfredo Feria Cuevas

Cuauhtémoc Domínguez Pérez

En 1992, el Banco de México realiza la compra del edificio ubicado en la esquina de las actuales calles de Tacuba y Bolívar (anteriormente San Andrés y Vergara), Centro Histórico de la Ciudad de México, dicho inmueble perteneció en sus orígenes a los hermanos de la orden de Bethlem.

Esta orden tiene su origen en la ciudad de Guatemala en el siglo XVII, su fundador fue Fray Pedro de Betancourt y es la única orden religiosa netamente americana que se da durante la colonia. Los objetivos principales de la orden fueron brindar ayuda a enfermos convalecientes, sin importar para ellos su posición social, raza o creencia religiosa, por lo cual fue bien acogida por la población en general.

En un primer momento, el asiento de los Bethlemitas tuvo lugar en el área que abarca el actual edificio de Periodistas y el Museo del Ejército, todo ello en la actual calle de Filomeno Mata (antes Callejón Bethlemitas), posteriormente adquirieron el predio situado al oriente de su primer asentamiento, en el cual estaban levantadas las casas del Mayorazgo de Urrutia y Vergara (Rivera 1880; Valle-Arizpe 1959), es en este lugar donde se construye el edificio que hoy en día podemos observar. De tal forma que el conjunto hospitalario para estas fechas (1767) cuenta con una iglesia, hospital, convento y noviciado.

Es en esta última área donde el Proyecto de Arqueología Histórica del Ex-Convento de Bethlemitas, descubrió la partida original de dos bellos patios, que corresponden a los claustros principal y noviciado. Por un documento del siglo XIX sabemos que en el inmueble existieron tres fuentes, de las cuales solamente tenemos dos, la tercera probablemente se localizaba en la sección del hospital, hoy Club de Periodistas (Aguas-Fuentes Públicas, inv. 58, exp. 60, A.H.C.M.).

Cabe mencionar que los Bethlemitas gozaron de libertad para administrar sus limosnas e inversiones desde el año de 1721 (Rivera 1880), causa que originó un acelerado crecimiento económico. Con la nueva edificación aumentaron las entradas para su sustento, debido a que se construyeron 16 accesorias comerciales de las llamadas de «taza y plato», rentadas a particulares.

En base a lo anterior, este auge económico estuvo plasmado en el interior del convento-hospital, manifestándose en la calidad de los ornamentos y utensilios en él presentes, como por ejemplo: pintura de caballete, pintura mural, detalles constructivos, entre otros.

La obra del edificio estuvo a cargo del afamado Maestro Mayor en el Arte de Arquitectura Don Lorenzo Rodríguez, el cual tuvo a su cargo importantes obras arquitectónicas durante la colonia, como fue el Sagrario Metropolitano, La casa del Conde de Xala, las fachadas de la Real Universidad y de la Iglesia de la Santísima, entre otras (Alvarez 1917; Romero 1957; Vetancurt et al. 1990; González et al. 1994).

Durante la primera y segunda temporada de campo, se realizaron excavaciones de manera parcial en el interior de los patios. En 1995 (Sala 1997), se realizó una excavación en la porción sureste del patio principal, la que dejó al descubierto elementos pertenecientes a la ocupación de los Bethlemitas, además de algunas ruinas anteriores a la edificación del convento. Al observar las evidencias arqueológicas, nos percatamos de la existencia de un patrón en los alineamientos de piedras, esto dio como resultado una primera aproximación en la distribución original del patio (Feria y Domínguez 1997), la cual fue contrastada con la información total de la excavación extensiva en la presente temporada.

En referencia al patio de novicios, debemos señalar que no fue necesario aplicar la medida anterior, ya que se encuentran perfectamente definidos los elementos del siglo XVIII, además de estar en un excelente estado de conservación en el momento de su descubrimiento, las primeras excavaciones fueron llevadas a cabo en 1994 (Sala 1994a, 1994b).

A continuación haremos una breve descripción de los dos patios, iniciando con el ubicado en el extremo norte del inmueble y que corresponde al claustro principal, posteriormente se hará lo mismo con el del noviciado (extremo sur).

Se trata de un espacio de planta cuadrangular con cuatro arcadas de doble altura por lado, una fuente de planta mixtilínea al centro construida con cantera, presenta una decoración con azulejos en el exterior e interior. Existen modificaciones generadas por las diversas ocupaciones que ha tenido el inmueble. La mayor afectación a los depósitos fue registrada en el perímetro del patio, por la introducción de varias redes de drenaje. Sin embargo, también se generaron transformaciones en los deambulatorios que rodean el patio, ya que durante el siglo XIX se construyen muros divisorios en cada una de las columnas de la arcada, creando con ello habitaciones con una planta baja y un tapanco de madera. Es durante este mismo periodo que se construye un pozo seco en la parte sureste de la fuente. Es importante señalar que todas las construcciones de esta etapa fueron llevadas a cabo utilizando materiales originales, con lo que se afectó de grave manera el aspecto general del convento.

En cuanto al patio del noviciado, podemos decir que se trata de ruinas únicas en su género, por encontrarse en un excelente estado de preservación conservándose casi la totalidad de sus elementos originales, con excepción de la fuente. Esta última fue arrasada durante el siglo XIX, sobreponiendo a ella otra fuente; no obstante, tenemos una descripción de Lorenzo Rodríguez, en la que nos dice «… y en la luna de el claustro su pila de chiluca, con tasa de bronce y arriates» (Condumex s.f.).

El patio es de planta cuadrangular, en sus cuatro esquinas se localizan áreas para el descanso y la meditación, rodeadas de vegetación. El piso que rodea la fuente, a diferencia de lo demás pasillos, presentaba adoquines octagonales, intercalados con azulejos de colores azul y blanco, el resto de los pasillos estaban elaborados con lajas de cantera rosa.

El acceso a este patio es por el lado norte, donde posiblemente se encontraba el refectorio, ya que ha observado la presencia de pintura mural con motivos diferentes a los localizados en el resto del edifico, además de que en otros conventos la ubicación de este espacio es recurrente (Córdoba 1992), es decir se ubica casi siempre en uno de los costados del claustro.

En la pared este se localiza otra puerta al centro con dos ventanas a los lados, esta área posiblemente fue destinada a albergar la biblioteca del noviciado, lo anterior en base a lo arriba expuesto, amén de que los espacios al interior del patio así lo sugieren, ya que dada la función de esta parte del inmueble (noviciado), seguramente este espacio fue destinado a la meditación y lectura de los libros religiosos acogidos en la biblioteca. Las paredes sur y oeste son ciegas, es decir, no presentan puertas o ventanas.

La decoración presente en las paredes del pequeño y bello claustro tienen como base las ajaracas, en las cuales se aprovecha su trazo para dar lugar a estrellas estilizadas de cuatro puntas. Los muros fueron construidos con bloques de tezontle de color rojo, este material fue recortado y tallado perfectamente formando cuadros y rectángulos, para posteriormente colocarse en las paredes. Sobre este material fueron aplicadas las ajaracas utilizando para ello una mezcla de cal y arena, estos elementos decorativos fueron pintados con color rojo, en las áreas que corresponden a las representaciones de estrellas se aplicó un pigmento de color negro sobre el tezontle. Esta decoración también está presente en el recuadro que conforma la prolongación de las jambas y dinteles de las puertas y ventanas, salvo que en este caso las ajaracas están colocadas en posición horizontal.

PLANTEAMIENTOS E HIPÓTESIS

Debido a las condiciones en que se ha visto envuelto el Proyecto Arqueológico Bethlemitas, por la interrupción en varias ocasiones de los trabajos de investigación, nos vimos en la necesidad de aplicar mecanismos para la correcta interpretación de todos los espacios liberados. Es en este momento que se plantean hipótesis sobre la distribución original de elementos en los patios del noviciado y claustro principal, estas ideas están vinculadas a la «lectura» tanto de elementos de índole arqueológica y arquitectónica, además de la realización de plantas hipotéticas. En primera instancia los planos estuvieron apoyados por la Arquitecta Verónica Rosas y el dibujante Alfredo Reyes, posteriormente se incorporó al proyecto el dibujante Francisco Suárez, quien ha intervenido con gran entusiasmo y calidad en el desarrollo final del Proyecto Arqueológico Bethlemitas.

Como ejemplo de lo arriba expuesto podríamos mencionar el caso de las gárgolas de los dos claustros. En el noviciado existen tres gárgolas por cada lado del claustro, lo mismo sucede en el patio principal, pero con la variante de que en cada una de las esquinas existe otra, es decir contamos con 16 gárgolas.

En base a lo anterior, suponemos que las caídas de agua deben de incidir sobre superficies adecuadas, por lo que hay que tratar de contrastar las evidencias arqueológicas con las arquitectónicas, como ocurre en el ex-noviciado, donde se observan tres gárgolas por lado del claustro, de las cuales suponemos funcionaba solamente la central. Este dato se obtuvo gracias a los problemas de desagüe en los que estaba envuelto el patio en general, las caídas estaban afectando de grave manera los elementos expuestos, debido a la fuerza del agua sobre los ladrillos de muros y pisos, los cuales no tienen la consistencia para soportar este golpeteo, además de que si suponemos la presencia de plantas en las jardineras de cada uno de los descansos, éstas también serían desbastadas por las caídas de agua de las gárgolas laterales de cada lado del pequeño claustro. Por lo tanto, inferimos que solamente funcionaban las gárgolas centrales incidiendo sobre los pasillos norte, este, sur y oeste de nuestra nomenclatura, los cuales fueron construidos con lajas de cantera, material que podía soportar de mejor manera esta situación (Domínguez 1998).

En el patio del claustro principal se presenta el mismo caso, donde las evidencias arqueológicas nos determinaron que solamente 8 de las 16 gárgolas se encontraban funcionando, siendo éstas las de las esquinas y las ubicadas al centro de cada lado del claustro, ya que en los espacios localizados por debajo de las gárgolas restantes, están presentes elementos que sufrirían graves consecuencias por el intenso desgaste de las caídas de agua, lo que llevaría a su destrucción.

Como ya se mencionó anteriormente, este trabajo es la continuación de una primera aproximación al tema, por lo que en este documento se anexan planteamientos de proyecciones geométricas, las que nos ayudaron a entender de manera más general el comportamiento de los elementos arquitectónicos presentes en los patios de Bethlemitas.

Basándose en formas estéticas, algunos estudiosos del arte y la simbología religiosa, han realizado diversas investigaciones tendientes a comprender las ideas que dieron lugar a la creación de ciertos símbolos inmersos dentro de la arquitectura de los claustros. Para la doctrina católica está resumido en el Rationale Vivinorum Officiorum, el cual nos dice,

«El claustro (…) tomó su origen de los centinelas y puestos de guardia de los levitas alrededor del tabernáculo. (…) así el claustro representa el paraíso celestial donde habrá un solo corazón y un mismo amor de Dios y voluntad, donde todo se poseera en comunidad, (…). Y por ello los religiosos, que viven comunitariamente en un claustro, se levantan para servir a Dios y, olvidándose de las cosas terrenas, llevan una vida comunitaria en todo. (…) Moralmente el claustro es la contemplación del alma que se dedica a la vida de recogimiento, apartándose de los pensamientos carnales y consagrándose enteramente a la meditación de los bienes celestiales. El claustro tiene cuatro lados: el desprecio de sí mismo, el desprecio del mundo, el amor del prójimo y el amor de Dios. Cada uno de estos lados tiene una hilera de columnas. El desprecio de sí mismo lleva consigo la humillación de la mente, la aflicción de la carne, la humildad en el hablar y cosas semejantes. La basa de todas las columnas es la paciencia. La diversidad de dependencias del claustro representa las diversas virtudes…» (Durandi s.f.)

Por ejemplo, Sohn Raeber nos dice que: «Toda arquitectura sagrada se relaciona con la operación de la cuadratura del círculo o transformación del círculo en cuadrado; así la forma cuadrada de la Jerusalém celeste se relaciona con el principio mismo de la génesis del Templo…» ( Raeber 1993:80).

Lo anterior se ve representado en la distribución de los elementos que componen principalmente el patio principal del Ex-Convento de Bethlemitas y en el que podemos observar los trazos basados en cuadros y círculos, además de ver como éstos marcan perfectamente los ejes constructivos utilizados por el Arquitecto Lorenzo Rodríguez. Esta propuesta fue trabajada por el dibujante Francisco Suárez B., además de realizar todos los gráficos que ilustran el presente documento, por lo que agradecemos profundamente su valiosa colaboración para llevar a feliz término este trabajo.

En lo que respecta al patio de novicios, debemos mencionar, que las proporciones geométricas fueron realizadas solamente tomando en cuenta la cuadratura del círculo, dando un resultado positivo en los planteamientos señalados anteriormente. Los cuadros trazados en el interior de los círculos coinciden perfectamente con las diversas esquinas de los arriates. No obstante, en este caso se puso especial interés en la recuperación de información sobre la vegetación de las jardineras, tomando muestras aleatorias de la tierra aún in situ. Esta actividad fue asesorada por el Biólogo Carlos Alvarez del Castillo, la flotación e identificación de semillas es llevada a cabo en este momento por las Arqueólogas Cynthia Ortiz y Elizabeth Camacho, información que nos revelará la flora original que debió de adornar este espacio de meditación y esparcimiento.

Si consideramos que la distribución de elementos arquitectónicos en los patios es la representación del pensamiento católico y por lo tanto de los Bethlemitas, debemos de suponer que la decoración en el interior y exterior del inmueble, también debe de tener una manifestación en la concepción primigenia del edificio, en la cual debió de existir una comunicación muy estrecha entre la orden religiosa y el ejecutor de la obra.

Uno de los componentes decorativos más representados en el convento es una estrella de ocho puntas, por lo general ésta se encuentra asociada a tres coronas unidas por tres haces de «luz», todo el conjunto da lugar al escudo de la orden y que se encuentra plasmado en los dos escudos de la fachada, en el interior lo observamos en las accesorias (entresuelo) y portería. Existen dos escudos elaborados en azulejos expuestos en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, estos emblemas seguramente fueron retirados del convento en cuestión. Este dato podría inerpretarse literalmente, pero pensamos que se tiene que hacer un análisis más detallado sobre el tema; por ejemplo, Durandi (s.f.:16) nos dice que:

«… Cristo fue coronado de tres maneras; en primer lugar por su madre, en el día de su concepción, con la corona de la misericordia; esta corona es doble por innata y desinteresada y, por ello, se le denomina diadema, que es una corona doble; en segundo lugar por su madrastra, con la corona de la miseria en el día de su Pasión; y en tercer lugar por el Padre, con la corona de la gloria en el día de la Resurección».

No obstante, la estrella la encontramos asociada con una concha en la parte superior de las ventanas de las celdas de la planta alta que rodean el claustro principal, en esta representación también existen los haces de «luz», esta ornamentación pertenece a la primera etapa decorativa del inmueble.

Retomando lo arriba señalado y en base a los trazos geométricos del patio, se trató de empalmar la estrella de ocho puntas con las evidencias arqueológicas presentes en éste, respetando las proporciones de la estrella de las celdas. El resultado lo podemos apreciar en las figuras 6 y 7, donde observamos que el círculo central de la estrella corresponde perfectamente con la fuente del patio y las puntas están representadas por los ocho pasillos que parten de las basas centrales, así como de las cuatro esquinas, todos ellos se dirigen hacia la fuente.

Debemos insistir en que la orden de los Bethlemitas es una congregación de origen netamente americano, además de guatemalteco, por lo que existen ciertas similitudes en cuanto a los elementos de índole arquitectónico -distribución de espacios principalmente-, así como de símbolos con una carga que tiene su fundamento en Guatemala, como por ejemplo, las «flores de Esquisúchil» representadas en la pintura mural de la planta alta del convento.

Por información fotográfica pudimos observar que existe gran similitud entre la distribución espacial del patio de novicios del convento de Bethlemitas en la Ciudad de México y la fuente del convento de Santo Domingo en Antigua Guatemala. En una primera aproximación, pensábamos que los espacios interiores de los arriates correspondían a lugares de descanso y meditación, sin embargo, al excavar la totalidad del depósito arqueológico nos percatamos de que había una recurrencia al centro de cada uno de ellos. Como mencionamos en párrafos anteriores, la superficie de estas áreas están constituidas por ladrillos, colocados en forma de «petatillo», no obstante, se registraron faltantes en la zona señalada. Como hipótesis alternativa, suponemos que se trata de espejos de agua, además de que se localizaron las tuberías para el desagüe, por lo tanto establecimos una analogía con el conjunto que compone la fuente de Santo Domingo, Guatemala.

A manera de conclusión, quisiéramos externar nuestra preocupación, ya que la mayoría de los proyectos arqueológicos en contextos históricos están determinados por obras de restauración, consolidación y habilitación de antiguos inmuebles; en la mayoría de éstos, los edificios tienen un cambio en cuanto su uso y función, con lo cual la planeación original es modificada, ya que los inmuebles no siempre cumplen con las expectativas y necesidades para la nueva habilitación de los espacios. En este punto es conveniente mencionar que los trabajos arqueológicos aportan datos valiosos para la identificación de elementos originales, pero desgraciadamente esta visión no es tomada en cuenta por la mayoría de los arquitectos restauradores. Sólo en algunos casos los arqueólogos son solicitados, esto sucede cuando es demasiado tarde para registrar datos valiosos sobre la historia de los inmuebles.

En la mayoría de los proyectos las obras están involucradas con intereses de tipo político, económico o de prestigio personal, es decir, se sale de todo el ámbito académico afectando de grave manera el patrimonio cultural.

Creemos importante la ejecución de proyectos interdisciplinarios, donde se manifiesten diferentes puntos de vista, que permitan establecer mecanismos para la correcta restauración arquitectónica de inmuebles coloniales y modernos, así como la intervención oportuna de las investigaciones arqueológicas, lo que generaría mejores resultados en cuestiones académicas y económicas para las instituciones y/o empresas que estén involucradas en la salvaguarda del patrimonio, ya sea mueble o inmueble.

        REFERENCIAS

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1917        Algunos datos sobre cimentación y pisos de la Ciudad de México a nivel del lago de Texcoco a través de los siglos. Talleres tipográficos de José Ballesca, México, D. F.

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s.f.        Rationale Vivinorum Officiorum. Traducción del libro primero, por el Dr. D. Joaquín Mellado Rodríguez.

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Sohn Raeber, Ana Luisa

1993        Entre el Humanismo y la Fe: El Convento de San Agustín de Atotonilco el Grande. Universidad Iberoamericana, Departamento de Arte, México.

Valle-Arispe, Artemio de

1959        Obras Completas, Vol.1. Libreros Mexicanos Unidos, S.A., Colección Laurel, México.

Vetancurt, Agustín de, Juan Manuel de San Vicente y Juan de Viera

1990        La Ciudad de México en el siglo XVIII (1690-1780): Tres crónicas. Prólogo y Bibliografía de Antonio Rubial García, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México.

 

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