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07 El entierro de Marinala: Evidencia de conflicto en la Costa Sur durante la transición del Preclásico Tardío al Clásico Temprano – Tomás Barrientos Q. – Simposio 8, Año 1994

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Barrientos Q., Tomás

1995        El entierro de Marinala: Evidencia de conflicto en la Costa Sur durante la transición del Preclásico Tardío al Clásico Temprano. En VIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1994 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.65-67. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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EL ENTIERRO DE MARINALA:

EVIDENCIA DE CONFLICTO EN LA COSTA SUR

DURANTE LA TRANSICIÓN DEL PRECLÁSICO TARDÍO AL CLÁSICO TEMPRANO

Tomás Barrientos Q.

El proyecto La Garrucha de la Universidad del Valle de Guatemala, que se llevó a cabo durante los meses de Junio y Julio de 1992 y 1993, tenía como objetivo primordial la investigación del sitio Marinala para obtener una secuencia cronológica de la cerámica de la región, pero los resultados de las primeras excavaciones hicieron necesarias investigaciones más a fondo sobre este sitio (Hatch et al. 1993).

En este proyecto, dirigido por la Doctora Marion Popenoe de Hatch, trabajaron estudiantes de Arqueología de la Universidad del Valle: Mariana Sánchez, María Antonieta Godoy, Carol de Herrera, Karla Cardona, Esther Mirón y Tomás Barrientos.

Marinala es un sitio pequeño pero de gran importancia en la arqueología de la Costa Sur de Guatemala. Gran parte de su relevancia se debe a que en la temporada de 1992 se descubrió un entierro, que es hasta ahora, el más rico en ofrendas que se haya descubierto en contexto en la Costa Sur. El aspecto principal de este entierro es que presenta características que nos han dado evidencia de conflicto durante el final del Preclásico Tardío en el área de La Gomera.

DESCRIPCIÓN DEL ENTIERRO

El entierro fue encontrado en el Montículo C del Grupo Oeste, que es una estructura de barro localizada en una plataforma junto al Montículo D. La altura aproximada de esta estructura es de 1.5 m. Durante la excavación de un pozo de sondeo a cargo de María Antonieta Godoy, se localizaron a poca profundidad, los tiestos de un cántaro que presentaban evidencia de haber sido quemados. A 1 m de profundidad se empezaron a localizar gran cantidad de vasijas alineadas que nos indicaron la presencia del entierro. Posteriormente se limpió la totalidad del entierro para ser analizado.

El esqueleto era de una persona de sexo masculino, extendido sobre una plataforma artificial de barro. Su posición era decúbito dorsal con la cabeza orientada hacia el sur. Presentaba la pierna y el brazo izquierdos flexionados, con el antebrazo izquierdo colocado sobre el tórax. La pelvis estaba inclinada y la columna vertebral aparecía curvada hacia abajo y fragmentada a la altura del estómago. El cráneo, viendo hacia el oeste, tenía la mandíbula exageradamente abierta. El estado de conservación de los huesos no era muy bueno, ya que ciertas partes como los pies y las manos estaban bastante fragmentadas.

Las ofrendas consistían principalmente en 33 vasijas colocadas alrededor de la persona, algunas de las cuales presentan formas peculiares, diseños zoomorfos y fitomorfos.

Es importante que una de las ofrendas cerámicas consistiera en un cuello de cántaro reutilizado como pedestal; este pertenecía al cántaro cuyos fragmentos se habían localizado anteriormente en la superficie, corresponde al tipo Corinto Daub, proveniente del Altiplano Central. Dentro de algunas vasijas se colocaron otras ofrendas como una navaja nueva de obsidiana, un espejo pequeño posiblemente elaborado de hematita cristalizada, dos lascas de pedernal y un diente perteneciente al individuo. Dentro de la boca se encontró una pequeña cuenta de jade, una costumbre funeraria que se observa en toda el área Maya.

FECHAMIENTO

Por medio de la cerámica ofrendada se pueden distinguir los siguientes rasgos:

1.        Del Preclásico Tardío, la decoración Usulután y el tipo Negro Inciso San Carlos

2.        Estilo Protoclásico con soportes mamiformes

3.        Del Clásico Temprano, base pedestal, uso de estuco y los inicios de la vajilla Tiquisate

La mayoría de vasijas pertenece al Preclásico Tardío, pero muchas de ellas presentan evidencia de bastante uso o reutilización. Por ello la fecha del entierro caería a finales del Preclásico, pero la aparición de rasgos incipientes del Clásico Temprano, colocan la fecha en el período transicional entre el Preclásico y el Clásico, es decir, alrededor del año 200 DC.

ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DEL ENTIERRO

El esqueleto muestra una posición anormal de los huesos, por ello consideramos que cuando la persona fue enterrada, ya estaba en condición rígida. El análisis cuidadoso de los huesos reveló que la columna vertebral estaba interrumpida a manera de un agujero, lo que nos hace pensar que se trata de una herida.

El cráneo fue removido y trasladado al Laboratorio de la Universidad del Valle, donde fue analizado por la Doctora Karen Burns de la Universidad de Georgia y el especialista Stefan Schmitt. Este análisis reveló que el cráneo estaba aplastado en su parte inferior y que faltaba la parte cervical. Allí se encontraron restos de pintura roja y marcas de una herramienta punzante. También se encontró evidencia de fracturas antiguas en diversas partes del cráneo y la mandíbula.

Para explicar la muerte del individuo hemos considerado varias alternativas como sacrificio, accidente, enfermedad o muerte violenta. Al examinar la evidencia nos inclinamos por la última. Nuestra hipótesis es que se trata de un líder o personaje importante, de unos cuarenta años, que murió por una herida en el abdomen y golpes en la cabeza, seguramente como resultado de una confrontación bélica que sucedió lejos del sitio. El tiempo transcurrido desde su muerte hasta su traslado fue suficiente para que estuviera rígido y en mal estado, lo que hizo necesario un enterramiento rápido. A pesar de esto, le fueron colocadas numerosas ofrendas a su alrededor de acuerdo a su posición social dentro de la comunidad.

La Doctora Burns notó un absceso muy avanzado en un molar, lo que supone que el diente fue extraído poco tiempo antes de su muerte ya que no dio tiempo a que se regenerara el hueso. Este diente, un molar, fue encontrado como ofrenda dentro de una vasija. Un caso similar de ofrenda dentaria ha sido reportado para el sitio de Lubaantun por Saul y Hammond (1973).

APRECIACIONES GENERALES

El entierro de Marinala y el posible carácter defensivo del sitio apoyan los resultados que se habían obtenido por medio del análisis cerámico de otros sitios de la Costa Sur. Todas las vasijas del entierro, así como la cerámica de Marinala en general, pertenecen a la tradición Naranjo, por ello suponemos que el personaje enterrado fue un líder de esa población. Se ha presentado con anterioridad que la población asociada con la tradición Naranjo penetró en el área de La Gomera durante el Preclásico Tardío, mientras que la población Achiguate retrocedía hacia el este. La información proveniente del entierro de Marinala concuerda con la idea que existió una confrontación de ambos grupos, la cual resultaría con la muerte de este individuo. Este hecho, sucedido alrededor del año 200 DC, indicaría que el grupo Naranjo asentado en Marinala sufrió un retroceso temporal en su avance. Investigaciones en otros sitios han dado evidencia que alrededor del año 400 DC la población Naranjo asentada en sitios como Marinala tomó el control de toda el área costera, mientras la población Achiguate se retiraba.

REFERENCIAS

Hatch, Marion Popenoe de, Mariana Sánchez, Tomás Barrientos, María A. Godoy y Carol de Herrera.

1993        El Proyecto la Garrucha, Departamento de Escuintla, Junio-Julio 1992. En U Tz’ib 1 (4):1-23. Asociación Tikal, Guatemala.

Saul, Frank P. y Norman Hammond

1973        A Classic Maya Tooth Cache from Lubaantún, British Honduras. En Studies in Mesoamerica (editado por J. Graham) 18:31-35. University of California, Berkeley.

 

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