75. La cerámica del Lago de Atitlán

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La cerámica del Lago de Atitlán

“Cuentan los abuelos y las abuelas que la gente que se ahoga en el Lago de Atitlán y cuyos cuerpos no son encontrados no mueren. Los ahogados van a una gran casa que está en el fondo del lago».

En una ocasión un hombre se ahogó y su cuerpo no fue encontrado pese a la intensa búsqueda de su familia y de la gente del pueblo. Un año después, unos comerciantes iban a Quetzaltenango, su ruta consistía en recorrer todos los pueblos a la orilla del lago. Acostumbraban llevar su carga a caballo. En una ocasión los comerciantes iban por su camino habitual cuando de pronto, a lo lejos vieron unos elegantes caballos. ¡Cual no sería su sorpresa al descubrir que no eran caballos sino venados! Y que en uno de ellos, ¡cabalgaba un hombre! Ese hombre era… ¡el que se había ahogado hace un año!”

(Basado en el relato de Juan José Ramírez Mendoza, Santiago Atitlán, Sololá. Kokay, Asociación Maya Uk’ux B’e, Chimaltenango, 2007. Publicado en Pueblos de Guatemala 9/16. Prensa Libre 2007).

 

Como cuenta el relato, las aguas del lago cubren muchos restos y desde que los equipos de buceo se hicieron populares y permitieron el buceo relativamente seguro y cómodo; el Lago Atitlán ha sido un destino favorito. Por supuesto los hallazgos de artefactos arqueológicos llamaron la atención y uno de los atractivos de bucear era encontrarlos. Es difícil imaginarse todo lo que ha sido extraído pero para tener una idea decidí revisar tres colecciones de materiales: la del Museo de Arqueología Lacustre Lago Atitlán (Linares 2008), la recolectada por el Proyecto Agua Azul (Chinchilla et al. 1995) y la de Samabaj (Medrano 2014). Se tomaron en consideración únicamente piezas que fueron recuperadas en la margen sur del lago, desde la bahía de San Lucas al este hasta San Juan la Laguna al oeste.

En total se revisaron 240 piezas de cerámica que representan una ocupación desde el Preclásico Tardío hasta el Postclásico. El material se comparó con el reportado de: San Andrés Semetabaj en Sololá (Shook, Hatch y Donaldson 1979), La Lagunita (Viel 1984, Ichon y Arnauld 1985), Zacualpa (Wauchope 1975) ambos en Quiché, Kaminaljuyu (Wetherington 1978a, 1978b b; Hatch 1997) en Guatemala y Balberta (Medrano 1993) en Escuintla. Se identificaron 52 piezas para el periodo Preclásico Tardío (200 AC -200 DC), para el periodo Clásico Temprano (201-600 DC) 112 piezas, para el Clásico Tardío (600-1000 DC) 43 piezas y para el Postclásico (1000-1500) se identificaron 33 (Fig.1). Todas las piezas analizadas tienen procedencia identificada pero para facilitar el análisis se reunieron por áreas de la siguiente forma: San Juan, San Pedro, Bahía de Santiago, Samabaj, Cerro de Oro, Tzanhuacal y San Lucas Tolimán (Fig.2).

Para comprender cómo se distribuyen las piezas temporal y espacialmente se hizo la Fig.3. Se puede observar que el área que cuenta con mayor número de piezas, 91, es la Bahía de Santiago; el periodo con mayor frecuencia es el Clásico Temprano con 37, ningún área tiene una frecuencia tan alta para este u otro periodo. Las áreas de San Pedro, San Juan y Tzanhuacal son las que tienen menos número de piezas con 17, 13 y 7 respectivamente. Para el área de San Lucas Tolimán hay 43 piezas y al igual que la bahía de Santiago el periodo con mayor número de piezas es el Clásico Temprano con 27. Cerro de Oro y Samabaj cuentan con la mayor frecuencia para el Preclásico Tardío 17 y 20 piezas respectivamente.

 

“Los comerciantes se atrevieron a preguntarle si estaba vivo y él respondió: Si, estoy vivo porque no me ahogué, sino que fui a una casa que está debajo del lago. Allí mi trabajo es cuidar la casa, en ella vive una gran serpiente que es su dueña”. (op cit.)

 

Material del Preclásico Tardío

 

El relato menciona el lago alberga una casa que es propiedad de una serpiente y que el ahogado está al servicio de ella. Por supuesto las interpretaciones de este episodio del relato pueden ser varias pero en esta ocasión ilustra que el lago tiene una casa sumergida y su dueña es una entidad que puede dar vida a un ahogado y usarlo como su trabajador. La casa mencionada puede ser el recuerdo de Samabaj, el sitio que fue construido durante el Preclásico Tardío y que tenía un área pública-ritual con monumentos y construcciones (Medrano 2011, 2014, 2015).

Para periodo Preclásico Tardío se identificaron 52 piezas (Fig.1), es el segundo periodo en cuanto número de piezas, representando el 21% de la muestra. La mayor cantidad de piezas provienen del área de Cerro de Oro (n=37) y Samabaj (n=20), pero todas las áreas tienen material de este periodo. Las investigaciones en Samabaj demostraron que el sitio fue construido en este periodo en una isla y el nivel de agua del lago se encontraba al menos 35 m verticales más bajo que en 2011. El paisaje de la margen sur del lago era muy diferente al que se observa en el presente. Las piezas de este periodo tienen semejanzas con las encontradas en La Lagunita, Quiché fase Noguta, Kaminaljuyu, Guatemala, fases Verbena, Arenal y Santa Clara; y con Casa Blanca en el área de Chalchuapa, El Salvador.

Las función de las vasijas se ha separado en servir (n=32) donde se incluyen cuencos, platos y un vaso; cocinar (n=18) que incluye cántaros (n=11) y ollas (n=7) y otros (n=2) todas vasijas con forma de zapato. El material es principalmente de uso doméstico y es probable que algunos de los materiales de este periodo hayan quedado sumergidos cuando el nivel del lago aumentó y representen lugares de antiguas residencias. Sin duda este es el caso para Samabaj.

Cabe destacar que algunos de los cuencos tienen semejanza con las vasijas que formaban parte del ajuar funerario de las tumbas del montículo E-III-3 de Kaminaljuyu, las únicas tumbas reales localizadas en el altiplano que se fechan para el Preclásico Tardío, también presentan decoración elaborada y especial como efigies zoomorfas, decoración de resistencia, incisiones e impresiones (Fig.4).

Los cántaros son generalmente sin engobe, algunos tienen decoración aplicada, incisa, punzonada y áreas con pintura roja, las ollas son sin engobe y sin decoración con asas de banda (Fig.5).

Los zapatos son vasijas con detalles diferentes: uno es liso, dos presentan filetes con impresión ungular que forma diseños, otro tiene un elemento cuatripartito en la punta. Estas vasijas se comparan con otras similares encontradas en San Andrés Sajcabajá, Quiché (Viel 1984:40); La Lagunita (Ichon y Arnauld 1985:208) y Kaminaljuyu (Hatch 1997:126). Esta forma es especial y aparece en diferentes periodos sin embargo los del lago se han situado en el Preclásico Tardío porque tienen semejanza con ejemplares de Kaminaljuyu que se describen como parte de la vajilla Sumpango de la fase Arenal. En San Andrés Sajcabajá y La Lagunita se ubican para el Clásico Temprano pero los de Samabaj se ubicaron dentro del Preclásico Tardío porque las vasijas de este periodo tienen mayor frecuencia.

En general el material del Preclásico Tardío es de uso doméstico pero resalta que algunas vasijas de Samabaj tengan semejanza con materiales que fueron parte de la ofrenda de dos importantes gobernantes de Kaminaljuyu, que era un sitio grande y poderoso en ese momento. Samabaj era un sitio pequeño pero tenía una construcción relacionada con rituales públicos. Y así como el ahogado del relato dice que está vivo y habla con los comerciantes; la muestra del Preclásico Tardío ilustra que en este momento había una población en el lago que tenía acceso a materiales cerámicos elitistas y participaba de la cultura material de centros mayores como Kaminaljuyu y Casa Blanca y otros sitios de Quiché.

 

“El hombre le pidió a los comerciantes que le dieran la noticia a su familia que no estaba muerto, que estaba vivo y que su trabajo consistía en cuidar las orillas del lago para que las personas no lo ensucien.” (op cit)

 

Material del Clásico Temprano

 

El ahogado del relato envía un mensaje a la familia, al igual que las vasijas proveen información de tiempos pasados. El periodo Clásico Temprano cuenta con el mayor número de vasijas (n=116), lo que representa el 48% de la muestra total (Figs.1 y 3). El área que tiene la mayor cantidad de material es la Bahía de Santiago (n=39), seguido por San Lucas Tolimán (n=29); juntos representan el 58% del material de este periodo. En cuanto a las categorías de uso todas las áreas tienen material relacionado con cocinar (n=20) pero en poca frecuencia. El uso que tiene el mayor número de vasijas es el de servir (n=62) y luego sigue en cantidad de vasijas la función ritual (n=34).

Las formas de vasijas incluidas dentro de la categoría ritual no estuvieron presentes en el Preclásico Tardío y en ningún otro periodo son tan frecuentes como en el Clásico Temprano (Fig.7). ¿Qué ocurrió en este periodo para que se diera este cambio en el comportamiento de los habitantes de la cuenca del lago? Pues sucedió un evento dramático y catastrófico: el aumento del nivel del agua del lago que hizo desaparecer la isla donde se encontraba Samabaj (Medrano 2011a, 2011b). Se ha determinado que Samabaj quedó sumergido en algún momento antes de 400 DC porque se han recuperado en el sitio nueve vasijas que tienen rasgos que son semejantes a los de la fase Lilillá de La Lagunita y a los de la fase Colojate de Escuintla (Ichon y Arnauld 1985; Medrano 1993; Medrano y Rodríguez 2012). Las vasijas rituales pudieron haber llegado al fondo del lago como parte eventos rogativos para calmar las aguas del lago y evitar más desastres o tal vez representan esfuerzos fútiles que no evitaron que la isla y Samabaj quedaran sumergidos. Algunas de estas vasijas fueron recuperadas a una profundidad de 80 pies en 1994 lo que hoy, debido al aumento de nivel del lago, sería equivalente a más o menos 92 pies. Durante las investigaciones realizadas en Samabaj se recuperó evidencia que indica que el nivel del agua, cuando estuvo ocupada, era 100 pies menos que en 2011. Con esta información se interpreta que las vasijas rituales fueron colocadas en la playa cuando el nivel empezó a subir o; que fueron lanzadas desde la superficie del agua sobre áreas donde se recordaba que quedaba la antigua playa antes del aumento de nivel.

Por el momento es necesario describir a las especiales y numerosas vasijas rituales, que si bien no hay dos iguales todas comparten elementos que las hacen similares (Fig.7). Generalmente se les ha llamado incensarios pero prefiero llamarlas vasijas rituales y se pueden describir como cuencos con soporte de pedestal alto: el cuenco puede ser de paredes recto o curvo divergentes, en el borde tienen decoraciones que varían entre pestañas, aplicación de filetes con impresión y aplicación de botones o figuras generalmente zoomorfas. El soporte de pedestal es un cilindro ancho, casi de un tercio del tamaño del borde del cuenco, y tiene decoraciones aplicadas como las del borde: filetes impresos aplicados verticalmente en el cilindro y horizontalmente en la unión con el cuenco y en la base; pestañas verticales, aplicación de figuras como círculos o zoomorfas, aplicación de picos en zonas limitadas por filetes y destacan los calados en forma de cruz, círculos, rectángulos formando una equis o triángulos formando una cruz.

Los elementos calados son el punto focal de la decoración. En algunos pedestales se coloca una cruz en el centro a veces son dos cruces una bajo la otra. En algún caso la cruz central tiene además cuatro círculos calados uno en cada esquina. En otros casos se coloca un círculo al centro y calados rectangulares forman una equis. Las cruces se encuentran también en vasijas de La Lagunita (Ichon y Arnauld 1985:200,206,208). Los calados también se encuentran representados en los dos incensarios al pie del personaje de la Estela 11 de Kaminaljuyu. Este monumento se ubica en el Preclásico Tardío e indica que este tipo de vasija se usaba desde ese periodo al menos en Kaminaljuyu, otra vasija parecida es un incensario de Tak’alik A’baj nombrado como incensario Muñeca y también ha sido fechado para el Preclásico Tardío. En La Lagunita y Zacualpa se han encontrado vasijas descritas como incensarios que tienen la forma que se describe para las vasijas rituales en el lago durante la fase Lilillá (100-300) y Balam (200-500) respectivamente. Por este material a se colocó a las vasijas rituales del lago para el inicio del periodo Clásico Temprano, entre 200 y 400 D pero queda la posibilidad que se hayan usado desde el Preclásico Tardío por la semejanza que muestran con las vasijas representadas en la estela 11 de Kaminaljuyu.

El motivo de cruz dentro de la cosmovisión Maya representa las cuatro direcciones. La línea horizontal es el paso del sol desde el oriente al poniente; la línea vertical representa el cielo arriba y el inframundo abajo. La unión de las dos líneas en el centro es el mundo el lugar donde habita el hombre. Las vasijas que tienen esta iconografía representan rituales relacionados con esta visión.

Pero aún más numerosas que las vasijas rituales son las vasijas de servir, aquí se incluyen cuencos y platos que se usaron para servir o contener alimentos pero no para cocinarlos (Fig.6). En este momento es apropiado recordar el relato que ha venido orientando la presentación de información, el ahogado menciona que ahora vive en una casa que está debajo del lago, que considero se refiere a Samabaj. Si la tradición oral actual recuerda a esta casa sin duda probablemente recién ocurrido el evento se intentaba proveer a la “casa debajo del lago” de sustento el cual era ofrendado en cuencos o platos. Tanto las vasijas rituales como las de servir serían parte de un comportamiento que tenía como objetivo alimentar y calmar a las aguas del lago y por ende a la “dueña” del relato. Se tienen seis cuencos con soportes cilíndricos que tienen iconografía teotihuacana (Fig.8) lo que indica que incluso en el momento de la incursión teotihuacana al sur de Mesoamérica el lago era un lugar visitado, lo mismo que ocurrió en el Lago Amatitlán (Mata 2011).

 

“Al saber esta noticia, la familia y a la gente del pueblo dejaron de preocuparse por la suerte del hombre, pero desafortunadamente siguen ensuciando el lago.” (op. cit.)

 

Material del Clásico Tardío

 

En este periodo desciende el número de vasijas hasta 43, un 60% menos que el periodo anterior. Las vasijas recuperadas son principalmente de cocinar (n=26), seguidas por las de servir (n=16) y un tambor de cerámica que fue registrado dentro de la categoría otros (Fig.9). El área que continua con la mayor cantidad de material es la Bahía de Santiago, lo que indica que el sector siempre fue favorecido por la ocupación humana. Samabaj no tiene vasijas porque para este momento ya estaba sumergido. Las áreas de San Juan la Laguna y San Pedro la Laguna no tienen material tampoco pero no sorprende ya que otras áreas como Cerro de Oro (n=4) y Tzanhuacal (n=3) tienen muy poco material también (Fig.9).

La disminución de material para este periodo probablemente represente una disminución de las actividades de ofrenda al lago. La gente ya no necesitó hacer ofrendas constantes o numerosas porque el agua del lago ya estaba estable. Los habitantes de la región, al igual que los del relato, “dejaron de preocuparse” y optaron por continuar con su vida apartándose de realizar ofrendas especiales pero por aquello de “más vale prevenir que lamentar” al menos los habitantes de la bahía de Santiago depositaban en el lago algún sustento para el lago en vasijas de servir y cocinar acompañados de música en cayucos y por lo menos en una ocasión se tiró hasta el tambor de cerámica.

 

Material del Postclásico

 

El periodo Postclásico es el que tiene menor número de vasijas, solamente 29, y ya sólo se identifican dos categorías cántaros (n=21) y doméstico (n=8) (Fig.10). Se separaron los cántaros del material doméstico porque en este periodo se usaron también como urnas crematorias. Los cántaros de la muestras no están “matados”, no tienen las tres perforaciones que generalmente tienen las urnas crematorias encontradas en otros sitios del altiplano; pero a pesar de ello y por la mayor cantidad de cántaros se propone que existe la posibilidad que el lago haya sido usado como cementerio y se depositaran en él las urnas crematorias. Y como bien dice el relato el ahogado vive en “la casa debajo del lago”, en otras palabras el muerto encuentra otra vida dentro del lago y esta podría haber sido la razón para que durante el Postclásico algunos muertos fueran cremados y depositados en cántaros en el lago para que “vivieran” al servicio de la “dueña de la casa debajo del lago”.

 

Conclusiones

 

  • Se analizaron 240 vasijas que pertenecen a los periodos Preclásico Tardío, Clásico Temprano, Clásico Tardío y Postclásico. El periodo con mayor frecuencia es el Clásico Temprano con 116 casos, luego el Preclásico Tardío con 52 casos, seguido del Clásico Tardío con 43 y por último el Postclásico con 29.
  • En cuanto a la función de las vasijas mayor cantidad son de servir (n=110), seguidas por cocinar (n=72), luego hay 34 vasijas rituales, 21 cántaros que pueden ser urnas crematorias, un tambor y dos vasijas con forma de zapato.
  • En todas las áreas incluidas en el análisis se ha encontrado material que se usa para cocinar y servir. Siempre existe la posibilidad que estas vasijas hayan quedado sumergidas por accidente o que hayan sido descartadas, pero dado que la mayoría están completas y en buen estado se propone que fueron intencionalmente depositadas en el lago en eventos rituales para darle sustento material y espiritual. La ofrenda no eran las vasijas en sí mismas sino lo que iba en ellas. En este aspecto el relato claramente dice que la dueña necesita que la cuiden y se ve en la necesidad de agenciarse este servicio “dando vida a los ahogados”.
  • Alrededor de 300 DC se da el aumento del nivel de agua, un evento que sin duda conmocionó e impresionó a los habitantes del lago. Las vasijas rituales recuperadas para esta época son las más numerosas de todos los periodos y tienen iconografía relacionada a los niveles del mundo marcados por la cruz, el quincunce o las esquinas.
  • El proceso de hacer ofrendas al lago involucra incluso a ideologías foráneas y se ofrendan vasijas con iconografía teotihuacana.
  • En el Postclásico cambia el inventario funcional del material recuperado. Hay muchos cántaros (n=21) y vasijas para cocinar (n=8). Es posible que los cántaros fueran urnas para depositar las cenizas de los fallecidos en el lago. El relato ilustra que los ahogados transcienden a una vida nueva y se convierten en guardianes de las aguas y del bienestar del lago. Es probable que en el Postclásico ya se tuviera esta visión.

 

Referencias

 

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2011b Informe temporada 2010. Proyecto de Investigación arqueológica subacuática: Lago de Atitlán. En archivo del DEMOPRE.

2014   Informe temporada 2011. Proyecto de Investigación Arqueológica Subacuática Lago Atitlán. Presentado a Dirección General de Patrimonio Cultural y Natural, Ministerio de Cultura y Deportes.

 

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1978a Descriptive Taxonomy of Kaminaljuyu Ceramics. En The Ceramics of Kaminaljuyu (editado R. Wetherington), pp.51-114. Pennsylvania State Press. Pensilvania.

1978b          The ceramic Chronology of Kaminaljuu. En En The Ceramics of Kaminaljuyu (editado R. Wetherington), pp.115-152. Pennsylvania State Press. Pensilvania.

 

Fig. 1: Piezas por período.

Fig. 2: Plano donde se indica áreas de procedencia de las piezas analizadas.

Fig. 3: Número de piezas por área y período.

Fig. 4: Vasijas de servir de Samabaj, efigie de armadillo, cuenco trípode y cuenco con decoración de resistencia.

Fig. 5: Vasijas para cocinar; olla y cántaros de Samabaj.

Fig. 6: Vasijas tetrápode con soportes mamiformes semejante a los de la fase Lilillá de La Lagunita y cuenco similar a los de la Fase Esperanza de Kaminaljuyu (Fotografías G. Rodríguez).

Fig. 7: Ejemplos de vasijas rituales del Clásico temprano, procedencia de izquierda a derecha Santiago, San Lucas Tolimán, Tzanhuacal y San Juan la Laguna (Fotografías Adriana Linares, Colección Museo de Arqueología Lacustre Lago de Atitlán).

Fig. 8: Vasijas con iconografía teotihuacana.

Fig. 9: Ejemplos de las vasijas del Clásico tardío; arriba derecha: cuenco, derecha: tambor y abajo: olla (Fotografías Adriana Linares, Colección Museo de Arqueología Lacustre Lago de Atitlán).

Fig. 10: Ejemplos de vasijas del Postclásico (Colección Museo de Arqueología Lacustre Lago de Atitlán).