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La arqueología de la región de Chaculá en el contexto de la Franja Transversal del Norte
Introducción
Originalmente se definió la franja transversal como área geográfica a finales de la década de 1950, ampliando su extensión en la década de 1970 para incluir el norte de Huehuetenango (Solano 2012:1-9). En años recientes, se construyó una carretera que pasa por Chaculá, Yalambojoch, Ixquisis y más hacia el oriente conecta con la Alta Verapaz, pasando por Salinas de los Nueve Cerros, la cual ha facilitado el acceso a los lugares de la región, pero al mismo tiempo ha creado conflictos con la población local (Rogers 2013, Jiménez 2013).
En la arqueología, el concepto de la franja transversal (a veces solamente llamada la transversal) como una región límite entre las Tierras Bajas y Altas Mayas, así como una ruta de intercambio, ha sido discutido en años recientes por investigadores que han trabajado en la región de Alta Verapaz – Río Pasión (Demarest et al. 2008; Demarest 2013; Demarest et al. 2014; Woodfill et al. 2015). Es en este contexto que se utilizará el término “franja transversal” en el presente trabajo para evaluar que tipo de relación existía en tiempos prehispánicos entre la región de Chaculá y centros a lo largo de dicha región “transversal”. Una cuestión importante es la posible participación en la ruta de intercambio postulada que según mapas que proponen su transcurso, no toca la región de Chaculá (véase por ejemplo Demarest et al. 2008: Fig. 4; Demarest et al. 2014: Fig. 1, 6). Para comprender el posible papel que juega la región de Chaculá en la Franja Transversal, se evalúan características como la geografía y el medio ambiente, la cronología y tipología cerámica, la obsidiana, los patrones de asentamiento, así como la iconografía y epigrafía para la región de Chaculá y regiones vecinas.
Geografía y medio ambiente
La región de Chaculá se conforma en la mayor parte de su extensión por extensas llanuras, las cuales colindan al este con las montañas que se extienden desde San Mateo Ixtatán (Gall 2001:736), lo que puede considerarse como el pie de montaña de los Cuchumatanes.
El suelo se constituye principalmente por roca caliza y esquisto, lo cual genera una corteza áspera en la superficie, a la vez que propicia la presencia de numerosas hondonadas y cavernas, como algunas elevaciones que en muchos casos están cubiertas por sustratos los cuales le confieren al terreno la característica de buena tierra para cultivos.
El clima oscila de templado a cálido según la topografía del terreno. Crecen en abundancia las maderas útiles, frutas de la zona y plantas medicinales, así como también se ha encontrado gran variedad de animales silvestres e innumerables aves (Ibid.).
La precipitación pluvial en la región es escasa, según los datos de Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología, e Hidrología (www.insivumeh.gob.gt, consultado el 1 de julio de 2017). Esto propicia la escasez de agua en la zona, lo cual se hace evidente en los diferentes sectores habitacionales modernos y las complicaciones para la obtención del líquido.
Dentro de los recursos hídricos, puede mencionarse la Laguna Yolnajab, al norte de la aldea Yalambojoch, ubicada en el oriente de la región, la cual forma parte del sistema lacustre de los conocidos lagos de Montebello, en la franja fronteriza con México.
Cronología y tipología cerámica de Chaculá y Quen Santo
Navarrete (1979:49-51) dio una primera aproximación a la cronología prehispánica de la región, con énfasis especial a las cuevas de Quen Santo. Observa dos fases, la primera asociada con «incensarios de pedestal y urnas con la representación de la deidad solar, vasijas con tapadera efigie y algo de policromía», así como Plomizo San Juan; la segunda muestra incensarios con mangos, vasijas trípodes con soportes globulares tipo sonaja, “vasos con las paredes altas y rectas y el soporte de pedestal”, y cantidades pequeñas de Plomizo Tohil. Por estos rasgos, y las fechas de las estelas de Sacchanná (véase más abajo), determina una ocupación entre 800 DC y 1000 DC, es decir, la transición del Clásico Terminal hacia el Postclásico Temprano.
Las cuatro temporadas de PARCHA, con un reconocimiento regional que cubrió los sitios reportados por Seler (1901) y varios sitios adicionales, así como dos temporadas de excavación en Chaculá y dos en Pueblo Viejo Quen Santo, además, una recolección de superficie en Quen Santo Cueva 1, han confirmado y extendido estas observaciones preliminares (García y Torres 2015; García 2016; García 2017). Para la región en general, en base a observaciones en el reconocimiento, se determinó que la mayor parte de los sitios muestran una última fase de ocupación durante el Clásico Tardío / Terminal, con muy pocos ejemplos de cerámica posclásica (sobre todo Plomizo) en el superficie. Una excepción son los sitios en Yalambojoch, especialmente Unin Witz, el único sitio reconocido por el proyecto hasta la fecha que no solamente muestra cerámica posclásica en su superficie, sino también arquitectura de esta época.
La cerámica recuperada en las excavaciones en los Grupo A – E del sitio Chaculá y los Grupos A – C de Pueblo Viejo Quen Santo corresponden al Clásico Tardío / Terminal. Otras fases prácticamente están ausentes, con muy pocos tiestos pertenecientes al Clásico Temprano y Postclásico Temprano (García 2016:233-235, 270-272). Estratigráficamente, se observó en Chaculá una sola fase de construcción, mientras en Pueblo Viejo Quen Santo se notó la presencia de por lo menos dos fases de construcción, sin embargo estos pertenecen al Clásico Tardío / Terminal. Para el Postclásico Temprano se puede concluir que ambos sitios habían sido abandonados. Una recolección de superficie en la Cueva 1 de Quen Santo resultó en una colección de 1371 tiestos que fueron analizados. Se logró identificar cerámica de periodos anteriormente no encontrados, desde el Preclásico Tardío hasta el Postclásico (García 2017). Sin embargo, los porcentajes para los periodos tempranos (Preclásico Tardío 1.90%, Clásico Temprano 0.95%, Clásico Medio 1.24%) son demasiado pequeños para permitir la identificación del inicio del uso de esta cueva, debido a que estas cantidades de materiales podrían haber sido curados por mucho tiempo e introducidos en tiempos más tardíos. En el caso del Postclásico (0.36%) se puede hablar de visitas reverenciales muy esporádicas, por personas cuyo asentamiento quedó a cierta distancia de estas cuevas. Esta última interpretación está subrayada por la deposición de cinco urnas funerarias en la Cueva 13 de Quen Santo (French et al. 2009; García 2016:297-302; Hernández y Wölfel 2017) en el Postclásico Tardío.
Tipológicamente, la cerámica de Chaculá y Quen Santo muestra una afiliación fuerte (82.9% de un total de 6,526 tiestos identificados) con la cerámica reportada para la región vecina de Chiapas, México, establecida por Ball (1980) en el sitio de Chinkultic y por Bryant et al. (2005) en la región de los tributarios superiores del río Grijalva. Para el sitio arqueológico de Ixquisis, ubicado al nor-oriente de la región de Chaculá, a unos 24 km de Chaculá en línea recta, Garrido López (2012) reporta cerámica que muestra gran semejanza con los tipos encontrados en la región de Chaculá y tiene la misma afiliación con la secuencia de los tributarios superiores del río Grijalva. Tipos asociados a otras regiones, como las Tierras Bajas (9.1%) o las Tierras Altas de Guatemala (7.9%) juegan un papel menos marcado. Es importante mencionar la observación que entre los materiales recuperados de Cueva 1 de Quen Santo, se encuentran varias muestras importadas de las Tierras Bajas Mayas y la región de la Alta Verapaz (García 2017:158), especialmente el estilo Chama, del cual anteriormente habían sido observados tiestos en una colección privada en Chaculá, proveniente de una cueva en el sitio (Castillo 2013:64-66, Fig. 4.12). Una interpretación de esta observación sería que las cuevas tenían una importancia no solo en la región como lugar sagrado, sino también recibieron visitas de lugares en las Tierras Bajas y las Tierras Altas Mayas.
La obsidiana de Chaculá y Quen Santo
A partir del análisis de las fuentes de obsidiana usada en los sitios de la región, se espera poder distinguir el acceso a rutas de intercambio en tiempos prehispánicos. En el sitio Chaculá, se ha recuperado un total de 67 objetos de obsidiana, la mayoría fragmentos de navajas prismáticas, mientras en Pueblo Viejo Quen Santo se recuperaron 93 objetos, la mayoría fragmentos de navajas prismáticas, un núcleo desgastado y una punta de flecha. La identificación de las fuentes de proveniencia de la obsidiana encontrada en la región, utilizando análisis visual, fue elaborada en base a 35 objetos de Chaculá y 43 de Pueblo Viejo Quen Santo, todos recuperados durante la temporada 2015, por Edgar Carpio Rezzio (2016:133–137). Los resultados para Chaculá son 45.7% de El Chayal, 37.2% de Jilotepeque y 17.1% probablemente de Jilotepeque, mientras para Pueblo Viejo Quen Santo resultan 60.5% de El Chayal, 32.5% de Jilotepeque y 7.0% probablemente de Jilotepeque. Asumiendo que los identificados como probablemente de Jilotepeque de hecho vienen de este lugar, llegamos en el caso de Chaculá a una predominancia de esta fuente, mientras en Pueblo Viejo Quen Santo la mayoría viene de El Chayal. Aunque la muestra todavía es muy pequeña y se espera aclarar la situación con análisis de oligoelementos en el futuro, se pueden comparar estos porcentajes con resultados publicados para sitios de la región vecina en Chiapas, México. Clark y Lee (2007:125) determinan, en parte utilizando fluorescencia de rayos X, para una muestra de 1305 artefactos de obsidiana recuperados en Lagartero (Chiapas, México) que un 52.6% proviene de Jilotepeque y 43.1% de El Chayal, con 2.0% de Ixtepeque. Esto contrasta con los resultados de Rivero-Torres et al. (2008), que, en base a 20 artefactos de Lagartero analizados con PIXE determinan que 65% proviene de El Chayal y 15% de Ixtepeque. Para otros sitios de la región, Clark y Lee (2007:128, Cuadro 6.4) reportan para el Clásico Terminal / inicio del Postclásico generalmente una predominancia de obsidiana de Jilotepeque, por ejemplo en Chinkultic (54.0%), Los Cimientos (59.9%) y Tenam Rosario (67.3%). Es probable que todos estos sitios, incluso los de la región de Chaculá, tuvieran acceso a similares redes de intercambio, casi exclusivamente utilizando las dos fuentes de El Chayal y Jilotepeque. Una excepción notable a este patrón es Tenam Puente, que según el análisis de Clark y Lee tiene un 39.9% de El Chayal, 31.0% de Jilotepeque y 23.2% de Zinapecuaro.
Para el sitio de Ixquisis se ha analizado un total de 28 objetos de obsidiana, la mayoría son fragmentos de navajas prismáticas. El análisis visual resultó en 67.9% El Chayal, 25.0% Jilotepeque, así como 7.1% probablemente de una fuente mexicana (Garrido López 2012:105-108). Tomando en cuenta la cantidad pequeña de materiales recuperados, este resultado preliminar refleja otra vez la importancia de ambas fuentes guatemaltecas representadas en las muestras de la Región de Chaculá y áreas vecinas de Chiapas.
En cambio, los sitios en la parte oriental de la franja muestran proporciones muy distintas. En Salinas de los Nueve Cerros, basado en una muestra extensa de más que 16,000 objetos se determinó un 71% de Jilotepeque versus 27% de El Chayal (Carpio y Mijangos 2017), mientras para el sitio de Cancuen, basado en una muestra de más que 5,000 objetos, se identificó 86.6% de El Chayal, 6.2% de Ixtepeque y solo 1.4% de Jilotepeque (Kovacevich et al. 2007). Probablemente estos resultados reflejan la distancia menor a las fuentes, así como la posible conexión con diferentes rutas de intercambio.
Una observación importante (Edgar Carpio Rezzio, comunicación personal, 2016) es el alto grado de desgaste de los núcleos de obsidiana y el uso fuerte de navajas prismáticas en Pueblo Viejo Quen Santo, de lo cual se puede inferir que había una escasez de este material. Los números relativamente bajos de artefactos de obsidiana recuperados en el sitio subrayan esta afirmación. Sin embargo, la élite tenía acceso a dicho material, como se ve en la ofrenda del escondite en la cancha del juego de pelota en Grupo B de Quen Santo, donde se hallaron nueve navajas poco usadas en excelente estado de conservación (Wölfel y Hernández n.d., véase más abajo). Otro caso excepcional es una punta de lanza bifacial de 0.27 m de largo recuperada por Seler (1901:106-107, Fig. 129), la cual parece proceder de una fuente mexicana, aunque todavía queda pendiente su análisis químico.
Patrones de asentamiento
Generalmente, la mayoría de los sitios de la región se encuentra en pendientes de cerros o sobre mesetas (como en el caso de Quen Santo), y menos en valles y planicies (pero véase por ejemplo el grupo del Llano en Uaxac Canal, Seler 1901:25-35). También se nota la frecuente asociación de sitios arqueológicos con rasgos geomorfológicos sobresalientes, como barrancos y cuevas (Quen Santo) o simas (El Cimarrón).
En el sitio Chaculá el patrón de asentamiento está directamente asociado con la topografía, debido a que los complejos arquitectónicos se encuentran en las pendientes de los cerros que circundan depresiones naturales. Cada uno de los cinco grupos investigados muestra este patrón. Se ha determinado el carácter habitacional de la mayor parte de los edificios, los cuales en muchos casos forman conjuntos de entre tres a seis o más edificios que se ha interpretado como hogares. Generalmente, se observa que estos edificios comparten una plataforma que sirve para nivelar la pendiente. Los edificios en estos conjuntos se distribuyen en forma de ‘L’ o ‘C’, con los edificios principales (interpretados como estructuras habitacionales) viendo hacia la pendiente. En varios otros sitios de la región (por ejemplo Uaxac Canal y Tres Lagunas) se observaron grupos de estructuras ubicadas de igual manera en las pendientes de cerros. El patrón ha sido reportado también para sitios vecinos en Chiapas, por ejemplo Los Cimientos (Rivero Torres 1987: Fig. 7, 14, 17).
En el reconocimiento regional se observaron (por lo menos) cuatro ejemplos de un patrón que se define por la integración de un lado del conjunto para el juego de pelota, orientado norte-sur, en una plataforma con varias superestructuras cuyo tamaño sobrepasa otros edificios en el mismo conjunto. Este patrón ha sido reconocido en los Grupos B y E de Pueblo Viejo Quen Santo, en Rancho Viejo, así como en La Trinidad I. En los casos de los Grupos Ventana y Llano de Uaxac Canal no todas las características anteriores están presentes. Este patrón posiblemente sea un indicador cultural que conecta los sitios de la región con el centro grande de Chinkultic, cuyo juego de pelota muestra el mismo esquema, junto con la acrópolis (ver mapa en Ball 1980).
Iconografía y epigrafía
El primer estudio sobre la iconografía de la región de Chaculá fue conducido por Seler (1901). Posteriormente, Navarrete (1979) actualiza estos conocimientos en base a un estudio de varias esculturas provenientes de diferentes sitios de la región que se encontraban reunidas en la finca Chaculá, parte de la antigua colección del dueño de la finca en el tiempo de Seler. Recientemente, Early (2015) ha presentado un trabajo sobre la iconografía en el valle de Comitán que incluye a la región de Chaculá.
Rasgos como esculturas con brazos cruzados tienen un carácter local o regional, mientras las imágenes del dios jaguar del inframundo (GIII) son típicos en muchas partes del área Maya, especialmente durante el Clásico Tardío. La representación de cabezas reducidas como collares u otros tipos de adorno personal de las figuras están más asociadas con la parte occidental del área, esto puede verse en monumentos de Chinkultic (Monumentos 8 y 17), Yaxchilán (Dinteles 9 y 12, Estela 16), Bonampak (Pinturas, Cuarto 2) pero también en el sur-oriente, en Copán (Templo 18).
Debido a la escasez de inscripciones jeroglíficas en la región de Chaculá, es muy difícil evaluar el papel político que juegan los gobernantes en relación con sus homólogos de lugares vecinos. Sin embargo, es indudable que existían relaciones políticas a través de la franja. El mejor ejemplo de esto es el Monumento 1 de Salinas de los Nueve Cerros, cuya inscripción contiene partes del nombre y titulo de un gobernante del linaje de los chan ajaw que es conocido como el linaje de gobernantes en Chinkultic (Grube 2002; Wölfel y Wagner 2010). Todavía se desconoce el tipo exacto de esta relación, por ejemplo si era una alianza política. Además, debido a que el monumento estilísticamente pertenece al Clásico Temprano, cuando había un hiatus en Chinkultic (Ball 1980), no es claro donde se encontraba la sede de los chan ajaw cuando se esculpió este monumento. Tampoco se conocen las relaciones que tenían los gobernantes de Chinkultic con los de lugares como Pueblo Viejo Quen Santo, Uaxac Canal o Chaculá. Las estelas de Sacchanná, que, según la información recolectada por Seler (1901:13-14), provienen originalmente de Pueblo Viejo Quen Santo, aparte de las fechas calendáricas, las cuales datan para finales del Siglo IX DC, no nos dan más información histórica que el nombre de un individuo, Satam Chok (Grube en Mayer 1991:25-26), quien erigió la Estela 2 en 10.2.10.0.0, correspondiente al 20 de junio de 879 DC, haciéndola una de la fechas de cuenta larga más tardías en el área Maya.
El único monumento con signos jeroglíficos encontrado in situ en Pueblo Viejo Quen Santo es el Monumento 20 (Wölfel 2017). Dos partes del monumento fueron encontradas en 1896 por Seler (1901:122, Fig. 174) y una tercera parte en 2015 por PARCHA. Se trata de un disco de piedra con una parte elevada en su superficie así como glifos en su borde lateral. Entre estos destaca el glifo T510b, un logograma que significa estrella y ha sido leído ek’ por los epigrafistas. Este glifo aparece por lo menos dos veces en su forma completa y por lo menos dos veces su mitad en el borde. Tomando en cuenta la presencia de grupos lingüísticos diferentes a hablantes del Ch’olti’ Clásico, el idioma utilizado en la mayor parte de las inscripciones en Tierras Bajas, se llega a una lectura diferente de este glifo, es decir, k’anal o k’anan, que significa “estrella” en los idiomas Tojolabal / Chuj y Tzeltal, respectivamente. Si esta lectura es correcta, se podrían interpretar los glifos como referencia al nombre antiguo del sitio. Seler (1901:24) observó que existen topónimos asociados con ruinas que consisten en un número y la palabra k’anal / k’anan. Como ejemplos, Seler menciona Juncaná (sitio arqueológico, Chiapas), Uaxac Canal (sitio arqueológico, Región de Chaculá) y Balun K’anan (antiguo nombre de Comitán, Chiapas). A esta lista Wölfel y Castillo (2015) añadieron el nombre del cerro Hok’anal, ubicado cerca de La Trinidad en la Región de Chaculá, que tiene una estructura en su cumbre.
Conclusiones
La región de Chaculá no tiene muchos recursos naturales que ofrecer. Mientras por ejemplo el sitio de Salinas de los Nueve Cerros cuenta con un río de sal y el sitio de Cancuen está ubicado en la orilla del río La Pasión, una de las arterias importantes de comercio que conecta las Tierras Altas con las Tierras Bajas Mayas, la escasez de fuentes de agua dificulta la vida en sitios como Quen Santo. Es probable que por tal razón el área fuera poblada relativamente tarde. La poca cerámica preclásica conocida de esta región hasta la fecha está relacionada con cuevas (Cueva I de Quen Santo, cueva desconocida cerca de Chaculá). Sin haber encontrado asentamientos asociados con esta época, parece prematuro afirmar la existencia de una población pujante en aquel tiempo. Sin embargo, es posible que fuera el paisaje con su gran número de cuevas, simas, barrancos, colinas y cerros lo que atrajo a los primeros pobladores de la región. Estos lugares invitaron a crear espacios de importancia ritual, como se ve en sitios como las Cuevas de Quen Santo.
El crecimiento enorme de la población en tiempos posteriores, parece haber sido causado por migraciones durante el Clásico Tardío (véase también Blake et al. 2005). La coincidencia de un crecimiento poblacional fuerte en esta región con el abandono de muchos lugares poblados en las Tierras Bajas (el “colapso” del Clásico Tardío / Terminal) podría sugerir causalidad, es decir, migraciones desde las Tierras Bajas hacia la Región de Chaculá y áreas vecinas de Chiapas, posiblemente utilizando la Franja como ruta migratoria. Blake et al. (2005:415) argumentan para Chiapas que los datos recuperados no logran soportar esta hipótesis, debido a la ausencia de ciertos rasgos típicos de las Tierras Bajas, como arquitectura con arco falso o monumentos con fechas calendáricas. Sin embargo, en la región de Chaculá el arco falso está presente en “subterraneos” y los monumentos de Sacchanná / Pueblo Viejo Quen Santo llevan fechas en la cuenta larga. Lo que se observa en sitios como Chaculá, son grupos de edificios construidos de manera rápida, para dar hospedaje a la población. En situaciones de tensión social y necesidad, las construcciones tienden a ser más sencillas. Además, los rasgos mencionados por Blake et al. (2005) son típicos para los estratos más altos de la élite, que posiblemente nunca llegaron a la región de Chaculá.
Una vez asentados, los pobladores practicaron agricultura intensa, un hecho mostrado por la profusión de terrazas de cultivo encontradas en toda la región (véase también Seler 1901:3, 84, 97; Basauri 1931:12; Donkin 1979:76). Para complementar la dieta, la gente se dedicó a la cacería. El arte rupestre en varios sitios, por ejemplo Pueblo Viejo Quen Santo y Tendedero de Palmas, muestra cazadores y animales. En los basureros excavados en Chaculá y Pueblo Viejo Quen Santo se han encontrado huesos de animales, posiblemente de ungulados, que fueron cocinados. Sin embargo, debido a que la región no podía sostener una población tan extensa por largo tiempo, después de pocos siglos, la mayoría de los sitios quedaron abandonados o con una población muy reducida durante el transcurso del Postclásico Temprano.
Con respeto a las posibles relaciones con sitios más al oriente de la región a través de la franja transversal, se puede constatar que existen indicios que sugieren contactos, sin embargo a escala mucho más limitada que con sitios al occidente, es decir, las Tierras Altas de Chiapas. Probablemente la identificación de una ruta de comercio transversal que no toca la región de Chaculá es correcta, aunque se podría imaginar una rama más pequeña que parte de la ruta principal y conecta con la región investigada en este trabajo. Sin más investigaciones en sitios intermedios, tanto en sitios de los Cuchumatanes, como sitios al pie de esta montaña, no se puede establecer la naturaleza de estos contactos y la presencia de posibles rutas de intercambio. Se espera que con investigaciones futuras en la región de Chaculá y áreas vecinas se logre contribuir datos que mejoren estos conocimientos.
Agradecimientos
La realización de las cuatro temporadas de campo, de 2013 a 2016, del Proyecto Arqueológico de la Región de Chaculá (PARCHA), fue posible gracias al apoyo incondicional de varias instituciones y personas que respaldaron las investigaciones efectuadas. Se agradece a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural, al Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales, a la Fundación Alemana de América Antigua (Deutsche Altamerikastiftung), al Dr. Nikolai Grube y la Dra. Frauke Sachse (Universidad de Bonn), a la Dra. Iken Paap (Instituto Iberoamericano de Berlin), a la junta directiva de la cooperativa Los Pinos R.L. de Chaculá, la familia Villatoro, dueños de la finca Tunalito, y también a cada una de las personas de las comunidades Nueva Esperanza Chaculá y Espino Malpaso por su colaboración e interés para el desarrollo del proyecto y a todos los trabajadores que participaron en esta temporada por su dedicación a cada una de las actividades realizadas como parte de trabajo de campo y quienes hicieron una inestimable contribución al éxito del proyecto.
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2015 Auf den Spuren Eduard Selers: das archäologische Projekt der Chaculá-Region. En Mesoamerikanistik: Archäologie, Ethnohistorie, Ethnographie und Linguistik. Eine Festschrift der Mesoamerika-Gesellschaft Hamburg e.V. (editado por L. Frühsorge, M. Böge, C. Brückner, M. Heun, J. Lebuhn-Chetri y D. Tiemann), pp.175–199. Shaker, Aachen.
Wölfel, Ulrich y Byron Hernández
e.p. El juego de pelota en la región de Chaculá. Manuscrito en preparación.
Wölfel, Ulrich y Elisabeth Wagner
2010 In the realm of the Chan Ajaw, ponencia en 15th European Maya Conference, Madrid, 3-4. Diciembre 2010.
Woodfill, Brent K.S.; Brian Dervin Dillon, Marc Wolf, Carlos Avendaño y Ronald Canter
2015 Salinas de los Nueve Cerros, Guatemala: A major economic center in the Southern Maya Lowlands, Latin American Antiquity 26(2):162–179. Washington, D.C.
Figura 1: Croquis de ls Ruinas de San Antonio, dibujo por U. Wölfel
Figura 2: Conjunto principal de la Ruinas de San Antonio, fotografía por U. Wölfel
Figura 3: Pieza de estuco modelado, proveniente de las Ruinas de San Antonio, fotografía por U. Wölfel
Figura 4: Mapa de los Grupos A – D de Pueblo Viejo Quen Santo, dibujo por U. Wölfel
Figura 5: Croquis del Grupo E de Pueblo Viejo Quen Santo, dibujo por U. Wölfel
Figura 6: Esquina norte del conjunto D-2 / D-3 en Pueblo Viejo Quen Santo, fotografía por U. Wölfel
Figura 7: Escondite en la cancha del juego de pelota, Grupo B, Pueblo Viejo Quen Santo, fotografía por B. Hernández
Figura 8: Navajas de obsidiana del escondite. Fotografía por B. Hernández