16. NAVEGANDO POR LA ECONOMÍA POLÍTICA DE UNA COMUNIDAD: AVANCES Y RETOS DESDE ISLA CERRITOS

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Navegando por la economía política de una comunidad: avances y retos desde Isla Cerritos

Abstract

Recent analysis of the archaeological contexts from Isla Cerritos has achieved to energize the interpretations of the political economy of this ancient maya port community, usually seen only as a commercial port under the administration of Chichén Itzá during the Terminal Classic. The evidence from the domestic as well as public structures points towards the communal organization, which represents the new way to understand the political economy of Isla Cerritos. Instead of doing interpretations based solely on long-distance merchandise, this work will consider architectonical, ceramic, lithic, faunal and bio-archaeological evidence altogether. It will also be recognized that the traditional dichotomies of political economy research (elite/commoners; wealth goods/staple goods), are inadequate for Isla Cerritos. Beyond the new proposal of seeing the political economy of Isla Cerritos, the idea is to bring back the problems of equifinality, as the interpretations of hegemony, alliance and communal organization may all look alike in the archaeological contexts and encourage other ways of reducing it.

Introducción

Isla Cerritos, sitio ubicado en la costa norte de Yucatán, ha sido uno de los sitios insulares más investigado en las últimas décadas. Desde que E.W. Andrews IV (1965) primeramente registró este sitio, numerosas temporadas de campo e investigaciones han podido conocer aspectos sobre la vida de sus antiguos pobladores. A pesar de que en Isla Cerritos no se haya encontrado un remo de canoa como el Kak Naab –que descubrió el equipo de Heather McKillop (2009:282) en Paynes Creek (Belice)– Isla Cerritos también se mantiene espectacular por la cantidad de artefactos foráneos y la infraestructura portuaria.

Fuera de las preferencias culinarias de los antiguos isleños (Herrera 2011), las investigaciones de carácter económico han mantenido ocupados a muchos investigadores, quienes afirman que Isla Cerritos fue un enclave comercial por donde arribaban mercancías de casi toda Mesoamérica a Chichén Itzá (Andrews et al. 1989; Cobos 2010; Gallareta et al. 1989). Aunque la evidencia de las relaciones entre Isla Cerritos y Chichén Itzá parece irrefutable, es precisamente el tipo de relaciones que aún generan enigma. Para intentar solucionar –o más bien– “recalentar” el dilema, se utilizará la perspectiva de la economía política. La idea de este trabajo no es hacer la mercadotecnia de las interpretaciones propias, sino más bien, analizar qué datos apoyan las posturas actuales y ver posibles yuxtaposiciones que ayudarán –como mencionó recientemente Loveluck (2013 en Clark 2015:433)– a devolver la “gente a los puertos”. A continuación se definirá brevemente la economía política y se presentarán las dos posturas divergentes y se sumarán por una alternativa; y se verá qué datos las sostienen.

¿Qué es la economía política?

La economía ha recibido un interés particular por los arqueólogos en los últimos años. Por doquier se presentan intentos de descifrar las dinámicas del comercio o identificar tipos de intercambio o detallar la producción especializada así como encontrar de manera fidedigna los antiguos mercados mayas (Braswell y Glascock 2003; Feinman y Garraty 2010; Hirth 1998; Masson y Freidel 2012; Schortman y Urban 2004). Mientras que la economía ha estudiado tradicionalmente la producción, la distribución, el consumo y cada uno de sus sabores; la economía política investiga los tentáculos de poder y control sobre los aspectos tanto de carácter material como inmaterial en una sociedad. Traducido del lenguaje científico-académico “extraterrestre”, la economía política busca ir detrás de la cortina y observar patrones que explicarían el porqué. Por ejemplo, la Zona 14 (“La Cañada”) de la Ciudad de Guatemala tiene recintos amurallados con “nuevo-factos” como botellas de Champagne Moët de Francia, oro blanco de Italia, teléfonos Iphone 7 o televisión de 70 pulgadas mientras que, por el contrario, la Zona 3 (“El Gallito”) alberga casas de lámina, teléfonos Huawei y televisión de sólo 15 pulgadas. Si el arqueólogo, entrenado en la economía política Maya, llegara –después del “colapso”– a la Ciudad de Guatemala y encontrara los restos materiales de ambas zonas, seguramente las interpretaría, mediante el poder, como contextos de élite/gente común debido a que la Zona 14 tiene “bienes de prestigio” mientras que la Zona 3 tiene “bienes utilitarios no elitistas”. Quizás también, si en la Zona 3 se encontraran lascas del plástico de una fábrica de televisores, la respuesta más común del arqueólogo sería que “este fue un taller de producción especializada controlado por le élite”.

Dejando del lado las expresiones figurativas –utilizadas para explicar de manera más inteligible las tendencias que rigen los estudios de la economía política–ahora se analizarán las posturas dominantes dentro de este enfoque teórico aplicadas a Isla Cerritos; una que ve a esta isla como lugar dominado por Chichén Itzá y la otra, más pacífica, que ve un tipo de alianza entre ambos sitios durante el Clásico Terminal; y posteriormente una que nota el poder de manera más horizontal denominada organización comunal.

Postura hegemónica: datos e interpretaciones

Los resultados de los trabajos de investigación realizados hasta ahora en Isla Cerritos muestran a una comunidad cuyos habitantes realizaron actividades de tipo ceremonial-ritual, administrativa, de recepción, domésticas, portuarias, todas ellas en función al papel que Chichén Itzá le asignó a este asentamiento costero. Además, la presencia de un cuerpo para cancha de juego de pelota y de un edificio con pilastras muestra cómo Chichén Itzá reprodujo en su puerto formas arquitectónicas que eran comunes en la capital localizada 90 kilómetros tierra adentro. Esto está también apoyado por la abundante presencia de alfarería propia de Chichén Itzá y las mercaderías y bienes como turquesa, vasijas plomizo, pendientes de oro hallados tanto en el puerto como la gran capital del interior.

La ausencia de estructuras patio-galería en Isla Cerritos sugiere que Chichén Itzá no permitió la residencia de autoridades políticas en la isla. Lo que Chichén Itzá sí permitió y parece haber cuidado, fueron administradores quienes se encargaron del eficiente funcionamiento de la isla. Estos administradores tuvieron residencia permanente, como lo sugiere la Estructura 8 y edificios ceremoniales rituales que definen el arreglo espacial de la plaza principal de Isla Cerritos. De hecho, el sentido de membresía, pertenencia y dependencia con Chichén Itzá está evidenciado físicamente por los restos de las construcciones de la plaza y el cuerpo para cancha de juego de pelota existentes en Isla Cerritos (Cobos 2010, 2015a).

Postura de alianza: datos e interpretaciones

Las excavaciones horizontales de 2006, 2007 y 2010 –dirigidas por Rafael Cobos– arrojaron más información sobre la vida cotidiana de los habitantes de Isla Cerritos. Recientemente, Dylan Clark (2015) empleó el enfoque de escala múltiple de la arqueología de las unidades domésticas para analizar bajo lupa los contextos arqueológicos de esta isla. En lugar de retomar el discurso de la teoría mundial de sistemas –donde Chichén Itzá domina a los puertos con el fin de explotar los recursos de corta y larga distancia– Clark (2015) observó que Isla Cerritos formó una comunidad costera con “múltiples componentes” con Paso del Cerro y Chinalco (sitios de la costa aledaña a Isla Cerritos).

Según Clark (2015:459), y contrariamente a la postura hegemónica, esta comunidad extensa logró negociar una alianza con Chichén Itzá durante el Clásico Terminal (900 DC- 1,100 DC). La postura de esta alianza se apoya principalmente en los datos que indican una renovación arquitectónica constante durante el Clásico Terminal, así como en la similitud de material cerámico; fuentes de obsidiana y demás mercancías foráneas con Chichén Itzá así como la ausencia de entierros de carácter elitista comparables con los que se encuentran frecuentemente tierra dentro y las sequías del Clásico Terminal que posiblemente propiciaron cambios en la economía política con la costa (Clark 2015:100, 461, 466).

Más allá de la miopía teórica: construyendo alternativas con la organización comunal

Malinowski (1921), etnógrafo incipiente de los trobriands del Pacífico, escribió –casi hace un siglo– la manera típica de analizar la economía no occidental en su época:

“Un estudioso de la economía, equipado de una teoría sistemática, podría muy lógicamente sentir la tentación de investigar si es posible, y hasta qué punto, aplicar sus conclusiones a un tipo de sociedad totalmente diferente de la nuestra. No obstante, trataría en vano de encontrar respuesta a la pregunta sobre la base de los datos etnológicos existentes, o si formulaba una respuesta, no podría ser correcta…(y continúa) Los resultados conseguidos han sido de escasa importancia porque el tiempo que los ensayistas teóricos han dedicado a reflexionar seriamente sobre los problemas económicos no es de ningún modo proporcional a su complejidad e importancia”.

La economía política también ha sido tentada y equipada con una teoría sistemática y análoga con las sociedades actuales. Mientras que en el pasado las interpretaciones de la economía política fueron más cautelosas, hoy en día la importancia reside en dividir los contextos arqueológicos arbitrariamente a elitistas/comuneros para seguir con la inopia interpretativa, caracterizada por los discursos estáticos sobre quién controló los modos de producción y distribución de un sitio o región particular.

La arqueología Maya, sin lugar a dudas, pretende descifrar efectivamente las dinámicas sociales pretéritas. Sin embargo, la problemática actual reside en la generación autómata de conocimiento –que suele venderse y aceptarse sin escrutinio como realidad histórica. Isla Cerritos y sus contextos demuestran la lejanía de esa realidad, puesto que lo que sobra son preguntas en lugar de respuestas.

La economía política de Isla Cerritos no ha sido omisa a las tendencias y, como menciona Clark (2015:471), lo único restante es hacer una elección hacia qué lado del péndulo interpretativo uno se inclina. Hegemonía o alianza, la posibilidad de casarse con una u otra postura aún demuestra la miopía del conocimiento generado. Hablando de manera más sencilla, la similitud cerámica, la lítica foránea, la renovación arquitectónica en el Clásico Terminal en Isla Cerritos, el muro portuario, así como las condiciones climáticas extremas en el Clásico Terminal, constituyen evidencia que favorece tanto el dominio de Chichén Itzá como la posible alianza de este centro regional con la comunidad extensa de Isla Cerritos; sólo depende del gusto al que se incline.

Al leer los artículos con temática de la economía política el lector observa las tendencias interpretativas que moldean apriorísticamente la forma con la cual se analizan los contextos arqueológicos. Seguramente, el dominio/la alianza entre sitios pudieron haber existido, sin embargo, ¿son éstas las únicas opciones de interactuar? ¿Acaso operó la economía política de igual manera dentro de Isla Cerritos que con Chichén Itzá? Roys (1957) –en su “Geografía Política de Yucatán Maya”– recalca algunas dinámicas sociales recurrentes en la costa que por un lado desfavorecen la postura hegemónica y por el otro, no niegan ni conciben a la alianza:

“Como vemos, las provincias donde estuvieron los depósitos de sal fueron siempre reacios y a menudo amargamente opuestos a permitir que la gente de otras provincias explotara sus salineras” (p.28) y continúa… “sólo sabemos positivamente que los habitantes (de Chikinchel) reclamaron todas las salineras a lo largo de esta orilla y ocasionalmente lucharon por su posesión” (p.103) (Traducido por los autores).

Sin intención de vender la idea como dogma, la organización comunal pudo haber operado como una forma de intercambio recíproco tanto dentro de Isla Cerritos como con Chichén Itzá. Dejando del lado la analogía del individualismo capitalista aplicado a los mayas prehispánicos, es precisamente la colectividad que se queda frecuentemente en el olvido. Mientras que hoy en día uno ni siquiera conoce a su vecino, en el pasado, el hecho de vivir en una comunidad significaba participar en las decisiones, teniendo así una estructura de poder quizás más horizontal y con un sistema rotativo de cargos, al igual que suele practicarse todavía por algunos pueblos de América (La Lone 1982; Martínez Luna 2003; Medina 2011; Mendoza Zuany 2004; Rendón Monzón 2003). Por ejemplo, De Landa ([1566] 1985) describe en su Relación de las cosas de Yucatán –en la sección “Industria, comercio y moneda”– en varias ocasiones las prácticas sociales de la organización comunal, frecuentemente desapercibidas debido a la distracción por prácticas de comercio:

  1. “Que los indios tienen la buena costumbre de ayudarse unos a otros en todos sus trabajos” (p.46)
  2. “Que en tiempos de su sementeras, los que no tienen gente suya para hacerlas, júntanse de 20 en 20 o más o menos, y hacen todos juntos por su medida y tasa la labor de todos y no la dejan hasta cumplir con todos”. (p.46)
  3. “Que los indios, en sus visitas siempre llevan consigo don que dar según su calidad; y el visitado, con otro don, satisface al otro, y los terceros de estas visitas hablan, no obstante todos se llaman de tú porque en el progreso de sus pláticas, el menor, por curiosidad, suele repetir el nombre del oficio o dignidad del mayor”. (p.47)
  4. “Que los yucatanenses son muy partidos y hospitalarios porque no entra nadie en su casa a quien no den de la comida o bebida que tienen… y si no tienen, buscanlo por la vecindad; y por los caminos, si se les junta gente, a todas han de dar aunque a ellos, por eso, les quepa mucho menos”. (p.47)
  5. “Júntanse también para la caza de cincuenta en cincuenta más o menos, y asan en parillas la carne del venado para que no se les gaste y venidos al pueblo hacen sus presentes al señor y distribuyen como amigos y lo mismo hacen con la pesca”. (p.47)

Los casos anteriores de Roys (1957) y Landa ([1566] 1985) le conceden el espacio a la organización comunal, una práctica basada en la realización del trabajo recíproco y la participación activa dentro de una comunidad. En cuanto a la evidencia arqueológica de esta organización dentro de Isla Cerritos, hay una distribución similar de los artefactos/ecofactos tanto foráneos como locales en las unidades domésticas y públicas. También cabe preguntarse, ¿con qué fin se construyó el muro portuario? (Clark 2015:438) ¿Forzaron las sequías en Chichén Itzá durante el Clásico Terminal a la búsqueda de intercambio recíproco con la costa de Yucatán? (Cobos et al. 2014) ¿Cómo explicar la ausencia de una jerarquía en Isla Cerritos? (Clark 2015:468).

Conclusiones

A parte de la hegemonía y la alianza, la organización comunal –como forma de interacción dentro de la economía política– también cabe dentro de las posibilidades de cómo pudieron haber operado las comunidades marítimas y costeras de los mayas prehispánicos, “lugares con normas sociales posiblemente más relajadas” (Clark 2015:31). Dentro de Isla Cerritos, y en conjunto con la costa cercana, los mayas pudieron haber cooperado mutuamente en las labores y realizar un intercambio recíproco entre sí, teniendo una escala de poder horizontal, con tal de mantener la supervivencia y las prácticas culturales en pie. Los materiales arqueológicos de tierra dentro, como el pedernal, la cerámica Sotuta tardía, maíz, algodón y venado, pudieron haber sido aptos para que los “delegados” de Chichén Itzá entregaran, como menciona De Landa ([1566] 1985:47), “un don que dar según su calidad; y el visitado, con otro don, satisface al otro”; todo ello con el fin de recibir mercancías costeras o utilizar el servicio, la tecnología y el conocimiento que los costeños poseían sobre las rutas marítimas. Por otro lado, también cabe destacar que la presencia de la organización comunal en Isla Cerritos no es excluyente con otras formas de interacción dentro de una economía política más amplia. Isla Cerritos parece mostrar dos caras: una donde la organización comunal opera dentro de la comunidad y con costa cercana; y la otra que muestra una dependencia fuerte y probablemente jerárquica con Chichén Itzá, evidenciada por la similitud de cerámica y lítica foránea así como por la impactante renovación arquitectónica de Isla Cerritos desde los inicios del Clásico Terminal.

Al igual que los mayas antiguos quienes navegaban en sus canoas por las costas de la península de Yucatán, en este trabajo también se buscó navegar por la economía política y sus aguas de la interpretación, relativamente tranquilas hasta ahora y causar el remolino. La intención no ha sido “vender verdades” ni “buscar seguidores” ni “colonizar el conocimiento con suposiciones occidentales” con datos que convienen, por el contrario, se pretendió mostrar las prácticas teóricas limitadas, las cuales debilitan al conocimiento pretérito. El trabajo Navegando por la economía política de una comunidad: avances y retos desde Isla Cerritos cumplió con el propósito de anclar en otras islas teóricas desde las cuales se esparcirán redes de pesca que captarán más datos disponibles y que a su vez alimentarán a los artículos de investigación de una manera más fructífera.

Agradecimientos

Ante todo, quisiera agradecer a todas las comunidades actuales rodeadas por los sitios arqueológicos y a sus trabajadores, quienes año tras año ayudan con su enorme entusiasmo a descifrar el pasado espléndido de los antiguos mayas. Es gracias a ellos que muchas veces salimos de la selva sin necesidad de tener aplicado un antiofídico en las partes íntimas. Es también gracias a ellos que podemos estar en los simposios presumiendo conocimientos entre podios, pasillos, cocteles y banquetes; y posteriormente actualizar el currículum. Sin embargo, mientras se goza de la vida académica –apoyado por una beca o sueldo reconfortante–, las mismas comunidades arqueológicas actuales siguen luchando con precariedades, inseguridades económicas y con problemas de salud. Estos agradecimientos no fingen para hablar sobre un mundo feliz e ideal. Los agradecimientos no bastan para resolver problemas actuales. Entonces y finalmente, la pregunta no es corregir ni criticar a los demás sino preguntarme ¿qué puedo hacer yo como arqueólogo por estas comunidades dentro y fuera de la temporada de campo?

Referencias

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