095. Explorando el límite entre Río Amarillo y Quebrada Piedras Negras: excavaciones de rescate en dos conjuntos residenciales en la periferia de Copán, Honduras 

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Explorando el límite entre Río Amarillo y Quebrada Piedras Negras: excavaciones de rescate en dos conjuntos residenciales en la periferia de Copán, Honduras 
Introducción

Debido a las actividades de construcción de la Aeropista de Río Amarillo, ubicada a 16 km al este de la antigua capital regional de Copán, en el municipio de Santa Rita, en el departamento de Copán (Fig.1), Honduras, ha sido necesario llevar a cabo un rescate arqueológico en las zonas aledañas a la construcción de la pista. Esto con el fin de recuperar información de manera sistemática, que de otra forma se perdería por completo al realizarse las tareas de remoción de tierra contempladas para dicha obra que fue considerada como prioridad nacional (Asociación Copán 2014), para lo cual se dio forma al Proyecto Rescate Aeropista de Río Amarillo (PRARA), el cual recibió importantes contribuciones del Proyecto Arqueológico Río Amarillo, Copán (PARAC), el cual es dirigido por la Dra. Cameron McNeil.

Ya en los años 2003 y 2004 se llevó a cabo una prospección arqueológica en el sector a intervenir, en donde se realizó el rescate del Sitio 24 de Río Amarillo, así como excavaciones de sondeo en toda la sección de la pista. En dicho lugar se identificó un taller lítico en el área media de la pista, además de reportarse la presencia de otros grupos de montículos en los sectores aledaños a su trazo. Entre ellos se encuentran dos grupos no reportados con anterioridad del sitio Piedras Negras. El primero ubicado muy cerca del límite norte del aeródromo y un sitio identificado como Río Blanco, situado en una colina a pocos metros al oeste del área de construcción, muy cerca del área identificada como taller lítico (Neil 2003, 2004) (Fig.2).

Río Amarillo está integrado por más de una treintena de grupos arquitectónicos, distribuidos en un área aproximada de 5 km², que en la nomenclatura local son definidos como sitios, mientras que en Quebrada Piedras Negras se han localizado y mapeado 106 estructuras distribuidas en 14 grupos en un área de 2 km². Los grupos o sitios comprenden distintas categorías que pueden estar compuestos desde 4 estructuras hasta más de 30, que podrían corresponder al concepto de barrios (Lemonier 2009). En ellos, varias familias convivieron en un espacio determinado, contando con amplias secciones de terreno para llevar a cabo actividades agrícolas, artesanales y de la vida cotidiana (Barrios et al. 2013). Entre estos se encuentran el Sitio 29 de Río Amarillo y el Sitio C de Quebrada Piedras Negras, cuyos resultados de las investigaciones aquí presentados, se espera ayuden a comprender las dinámicas de interacción de esta región en general (Barrios 2014a, 2014b).

El Sitio 29 de Río Amarillo

El Sitio 29 se ubica en una colina que debió marcar el límite territorial entre ambos sitios, ya que su pequeña elevación obstruye la visibilidad entre los núcleos arquitectónicos de uno y otro. Desde los montículos del Sitio 29 se puede observar hacia el sector de Río Amarillo, pero no así hacia Quebrada Piedras Negras, para lo cual es necesario subir desde el grupo a la cima de la colina, unos escasos 50 m con poca pendiente para visualizar su centro.

La vía de comunicación natural entre ambos asentamientos prehispánicos fue el Río Blanco, el cual se une a la vertiente del Río Amarillo, pero su antiguo cauce pasa justo al sur y al oeste de la colina donde se ubicó el Sitio 29. Por lo anterior, sus edificios y habitantes podrían haber sido los encargados de mantener el control de la comunicación entre los dos sitios, además de ser esa la razón por la que originalmente fue denominado como ARA – Río Blanco 1 al reportarse como un sitio independiente (Neil 2004). El Sitio 29 se ubicaba a 1,680 m al norte del Área Central de Río Amarillo y a 1,150 m de Piedras Negras. Este yacimiento presentó dos patios, el Patio A, integrado por las Estructuras 1 y 5, se encontraba a unos 4 m sobre el nivel del Patio B, conformado por las Estructuras 3 y 4 (Fig.3).

En este sitio, las excavaciones en primer lugar se enfocaron en definir cada detalle arquitectónico y área de actividad, tanto de cada sector de los edificios como de las zonas aledañas a los mismos. Posteriormente se excavó el interior de los rellenos constructivos y finalmente los muros o sus cimientos, todo ello bajo una documentación rigurosa ante la inminente demolición de todo el sector para la construcción de una obra que fue considerada por el gobierno hondureño como prioridad nacional.

Excavaciones en el Patio A

La Estructura 1 se ubicaba en el lado oeste del Patio A y su investigación fue dirigida por Walter Burgos. La fachada principal y acceso estuvieron en su fachada este, en donde se localizaron originalmente tres gradas laterales de acceso, las cuales permitían subir desde la superficie del patio hacia la parte superior del edificio. Allí fue construido un corredor frontal que también podía cumplir la función de andén, el que fue techado para aislar a los usuarios de la lluvia y la escorrentía pluvial así como del fuerte sol. Este corredor conducía hacia el cuarto, al cual se accedía desde una puerta ubicada al centro de la fachada. En el interior del mismo, se encontró una banca de piedra que pudo servir de cama o lugar de descanso, ocupando un alto porcentaje de su espacio interior. Inmediatamente al sur de este, fue evidenciado otro recinto que fue dividido en dos partes, los que fueron añadidos posteriormente. De este únicamente se conservaron los arranques de los muros, que en la última configuración de la estructura sirvieron para nivelar esta parte del edificio, para lo cual fue rellenado con barro compacto y piedras. Todo esto fue construido sobre un basamento que elevó el edificio a una altura máxima de 1.35 m sobre el nivel del piso del patio (Fig.4).

Durante la excavación de los rellenos constructivos, cuya cerámica recuperada fechó la construcción del edificio para la fase Coner Tardío (750-820 DC), el hallazgo más sobresaliente fue localizado entre el relleno del corredor frontal del edificio. Hacia el norte de la puerta de acceso al interior del cuarto, debajo del emplantillado seguido por una capa de piedrín, fue depositado dentro de un corte hecho en el barro natural de la colina, un posible entierro, denominado como Entierro 4. Se asume que se trata de una sepultura humana aún con la ausencia de huesos ya que como se ha comprobado en todas las investigaciones realizadas en el área de Río Amarillo, no se conservan ni los restos óseos ni los materiales malacológicos. En esta ocasión se trata de un depósito que contuvo tres vasijas en un área rectangular tallada más profunda en la superficie natural de la colina, que en este caso es un barro muy compacto, conocido localmente como laja. En el extremo este del contexto se localizó una olla pequeña perteneciente al Grupo cerámico Raúl Rojo, junto a un cuenco tipo Surlo Naranja Café: Simple colocado boca abajo, y en el extremo suroeste un cántaro doméstico, correspondiente al tipo Casaca Estriado. Las vasijas asociadas datan el Enterramiento para la fase Coner Tardío (750-820 DC)

Finalmente, entre los materiales recuperados en el desmantelamiento de los muros o cimientos sobresale el hallazgo de una esfera de piedra, posiblemente arenisca, encontrada en la parte central y debajo del muro sur del cuarto. Esta tiene un diámetro de 0.22 m, decorada y dividida en cuatro sectores por dos líneas concéntricas y perpendiculares, la cual habría sido colocada como ofrenda de inicio de construcción de los cimientos de los muros del cuarto, que sería el corazón mismo del edificio.

Además, hay que hacer notar el hallazgo de cuatro agujeros o bases de poste encontradas tanto debajo del relleno como de los muros, que aunque no todos ellos forman un rectángulo perfecto, sugieren la presencia de una construcción más antigua y sencilla. A esto se suma que en el recinto al sur del cuarto con la banca fueron observados varios cantos rodados que aparentemente formaron parte de un emplantillado. Posteriormente esta quedó por debajo de la construcción con bases de mampostería que fue parte de la última ocupación del edificio. Hay que indicar entonces que en este edificio se identificaron dos distintas ocupaciones, y en la segunda de ellas, se pueden definir de manera preliminar cuatro etapas constructivas que dieron la forma final al edificio.

Por su parte, la Estructura 5 fue ubicada a poca distancia al este de la anterior y su excavación estuvo a cargo de Mauricio Díaz. La exposición de sus rasgos arquitectónicos permitió definir una compleja serie de cuartos, andenes y corredores de reducidas dimensiones cuya función específica es difícil de precisar hasta este momento de las investigaciones (Fig.5).

Entre los varios cuartos que se han identificado, resalta uno ubicado casi al centro del edificio denominado como Recinto C y que tiene su acceso hacia el norte. En su interior se descubrió un piso emplantillado rodeado por una banca de dos niveles en su lado este y un espacio muy estrecho en su acceso al norte, que se une a un drenaje hecho en la superficie natural de la colina, contando con un reducido espacio interior que no supera los 2.50 m por lado (Fig.6). Dichas características al ser contrastadas con otros edificios de otros sitios de la zona Maya con parecida conformación, se puede asumir que se trata de un temazcal o baño de vapor, tal como se han localizado en el sitio 9L-23 del conjunto Nuñez Chinchilla en el centro de Copán (Nakamura 2003, 2004), en Joya de Cerén en El Salvador (Sheets 2002), en Tikal Guatemala y en Pook’s Hill en Belice (Helmke 2006), entre otros.

Si bien este tipo de edificios son comunes en la literatura Maya y Mesoamericana, no muchos ejemplos se han localizado por medios arqueológicos, pero si se trata de una tradición aún vigente en muchos pueblos en el Altiplano de la Zona Maya, por lo que su hallazgo en este sector de Río Amarillo es importante, ya que permite identificar una de las tradiciones más arraigadas en la cultura Maya que pueden verificarse por medios arqueológicos.

De la misma manera que en la Estructura 1, la segunda fase consistió en la excavación de los rellenos de cada uno de los elementos arquitectónicos, pudiendo determinarse que este fue el primer edificio en construirse en el grupo, posiblemente para fines de la Transición Acbi/Coner (600-650 d.C), o en Coner Temprano (650-750 DC) con posteriores remodelaciones a lo largo de toda la fase Coner. En la excavación de estos rellenos sobresalen dos hallazgos notables, que en orden cronológico se puede decir que el más antiguo fue localizado en la sección central y hacia el este del Recinto B, tratándose de otra posible sepultura, esta vez intrusiva, identificada como Entierro 3 (Fig.7a). Nuevamente la ausencia de restos óseos resulta un problema para su identificación certera, sin embargo el tipo del contexto y su contenido sugiere que se trata de un entierro. Al igual que el Entierro 4, fue cavada una cavidad rectangular en la superficie estéril y natural de la colina, lugar en donde se depositaron dos vasijas en el extremo sur, hacia el este una pequeña olla importada, perteneciente a la cerámica Ulúa-Yojoa, y un vaso alto Surlo naranja-café: Simple, hacia el oeste. Entre estos se localizó una cuenta esférica de jade, y otra cuenta
más en la parte central del contexto. La cerámica fecha este rasgo para Coner Tardío (750-820 DC). A poca distancia de este, pero en el Recinto D, el último en construirse en el edificio, se localizó otra cavidad rectangular en la laja natural que fuera rellenada con barro, al final de la cual se encontraron varias piedras medianas sin tallar, que al ser removidas permitieron encontrar restos muy pequeños de huesos, posiblemente humanos, por lo que se denominó a este depósito como Entierro 2 (Fig.7b). Llama la atención la total ausencia de ofrendas asociadas, así como el hecho de que finalmente se localizan restos óseos.

La última fase de investigación consistió en el desmantelamiento de los muros, procedimiento llevado a cabo con mucha precaución y con un control preciso del mismo. En el caso de la Estructura 5 fue aún más minucioso ya que debido a la importancia del temazcal, se decidió realizar el procedimiento llamado anastilosis, que es el procedimiento mediante el cual se tiene la posibilidad de regresar, restaurar o reconstruir partes originales que estén cayendo o que ya hayan caído, o bien trasladarlas a otro lugar (Larios 2006).

Traslado y Reconstrucción del Temazcal de la Estructura 5

En primer lugar se decidió con ayuda del inspector del IHAH, Fernando López, cuáles serían los rasgos por mover, para que al ser reconstruidos fueran comprensibles para los visitantes. Luego, con base en la documentación gráfica y fotográfica se marcaron cada una de las piedras que componen el temazcal y los muros aledaños, para luego removerlas ordenadamente y finalmente trasladarlas a un área segura frente al centro de visitantes.

El área seleccionada para la reconstrucción de este elemento fue frente al Centro de Visitantes del Parque Arqueológico Río Amarillo, en el área verde entre el edificio moderno y los montículos del Sitio 10 del mismo sitio. Al tratarse de una zona plana y propensa a las inundaciones, fue necesario construir un basamento con mezcla de cal, arena y piedras de río para aislar a este elemento de la superficie original del terreno, lo que además ayudó a reconstruir los distintos elementos que dieron forma al temazcal.

De esa cuenta, al realizarse la interpretación de cada uno de los dibujos, uno por uno se fue reconstruyendo cada elemento, siguiendo las evidencias fotográficas, dejando en cada caso los distintos niveles correspondientes hasta alcanzar la forma final del segmento de edificio. Evidentemente la inclinación del cerro donde fue construido el edificio original no se logró reconstruir, lo que resultó en una diferenciación leve entre su posición original y la que presenta en su nueva localización.

Si bien es cierto que puede resultar paradójica o contradictoria la idea de trasladar tan solo un segmento del edificio en lugar del conjunto completo, o tantas otras variables posibles, lo cierto es que desde el inicio de la planificación no se había considerado esta posibilidad. Sin embargo, dada la particularidad del hallazgo de este elemento en la zona (en Copán solamente se han localizado dos ejemplos a pesar de haberse realizado extensas excavaciones durante décadas), así como el hecho de tratarse de un ejemplo que se puede categorizar como “Rural-Campesino” (Groark 1997:8-14), en lugar de los más conocidos ejemplos “Urbanos de élite”, así como su importancia cultural, tanto desde el punto de vista funcional práctico, como su uso ligado a ideologías transmitidas como parte de la herencia cultural transferida por generaciones aún hasta nuestros días, lo que llevó a tomar la decisión de optar por trasladar únicamente este elemento.

Antes de realizar estas acciones se consultaron tanto las leyes relacionadas con la protección e investigación del Patrimonio Cultural de Honduras, así como las normas y cartas internacionales de UNESCO e ICOMOS, lo que llevó a considerar ésta acción con el fin último de conservar al menos una de las partes más significativas del contexto arqueológico del conjunto en cuestión, lo que permitiría cumplir con el principio de educación y formación dirigida a los visitantes del Parque Arqueológico Río Amarillo.

Excavaciones en el Patio B

Este lo conforman las Estructuras 3 y 4, estando esta última ubicada en el lado este del patio y que fue investigada bajo la dirección de Edy Barrios. Su fachada principal da hacia el oeste, en donde se localizó un corredor frontal, el cual debió estar techado con el fin de contar con un espacio abierto pero protegido de la escorrentía pluvial y del fuerte sol que puede afectar a sus usuarios (Fig.8). Este corredor también se extendía hacia el sur formando una escuadra alrededor del núcleo del edificio, además de servir como un refuerzo ante el desnivel del terreno hacia el lado sur de la colina.

A través de ese corredor se tenía acceso al interior del cuarto principal denominado como Cuarto 1, pasando por una estrecha puerta, y adentro del cuarto una banca ocupaba la mayor parte del espacio interior, dejando una superficie con forma de una “L” invertida como espacio interior. La banca tendría la función de cama y para el descanso de los usuarios y el piso interior contaba con un piso emplantillado que en su extremo norte difiere en su calidad constructiva con el resto del recinto, ya que en ese sector se colocaron piedras grandes incluyendo algunos bloques bien tallados de toba volcánica, y en el resto del cuarto son piedras más pequeñas y sin tallar.

Al norte del edificio que acogió al Cuarto 1 se identificó una construcción que fue edificada y adosada al edificio original, aunque con dimensiones menores. Su adición más tardía al muro de la fachada norte es evidente, así como una diferencia en la calidad y características constructivas, además de la altura conservada de la sección posterior, por lo que este espacio de reducidas dimensiones se identificó como Cuarto 2. Además, contó con un basamento que formó un corredor en la fachada oeste, y quizás entre 2 o 3 gradas para acceder a éste, ya que la diferencia de niveles entre el cuarto y el piso del patio es considerable, pero lamentablemente su estado de conservación fue muy pobre.

La excavación de los rellenos constructivos permitieron fechar su construcción para Coner Tardío (750-820 d.C), siendo esta y la Estructura 3 las últimas en ser edificadas en el grupo. El vaciado de rellenos dio inicio en el sector norte, siendo el Cuarto 2 y su corredor y basamento, separados en dos unidades distintas. Desde el principio de la excavación de este sector fue notoria una diferencia en el muro norte del basamento de dicho recinto ya que se hizo evidente un espacio que parecía ser una puerta sellada con una especie de nicho en la parte superior, frente al cual se descubrieron los restos de dos vasijas fragmentadas, que habrían sido colocadas en este nicho. Una de ellas es un cántaro mediano y un cuenco, cuyo nivel de erosión no permitieron fecharlos. En tanto que en materia constructiva fue notoria una mejora en la colocación de las piedras que componen este segmento del muro, con mejores amarres, una mejor colocación de las piedras, y posiblemente hasta mejor argamasa en comparación con el resto de la fachada.

Al excavar el relleno interior del Cuarto 2, justo en la base y en perfecta concordancia con el segmento del muro descrito antes, fue claramente notoria una intromisión en la superficie natural y base de este elemento. Tratándose de un espacio rectangular con no más de 1 m de largo que fue excavado en el barro estéril y natural de la colina. Al excavar su interior se encontró en su extremo este un cántaro de cuerpo globular, tetrápode, con soportes de botón y la cara de un sapo modelada en uno de los costados, perteneciente al Grupo cerámico Copador Polícromo, que fuera colocado boca abajo. Al excavar en los alrededores inmediatos de dicha vasija, tampoco se encontraron restos óseos, pero dado el patrón explicado en los anteriores contextos mencionados se identificó éste como Entierro 1, y que debido al reducido espacio destinado a este depósito especial, caben en el dos alternativas: que esta sepultura fuera la de un niño, o bien la de un adulto en posición flexionada. El Grupo Copador Polícromo es más característico de Coner Temprano (650-750 DC), pero continúa estando presente en menor porcentaje durante Coner Tardío (750-820 DC; Bill 1997, 2014), siendo este el caso de la ofrenda depositada en el Entierro 1.

En cualquiera de los dos casos, lo que queda claro es el hecho de que la defunción del personaje enterrado en este lugar ocurrió tiempo después de la culminación de la edificación del Cuarto 2. Por ello, para su enterramiento fue necesario romper el muro que ya había sido construido, cavar el recinto mortuorio en el suelo estéril, depositar el cuerpo con su ofrenda sobre la cabeza. Luego de todo lo anterior, reconstruir el muro con un nicho dedicatorio, y las vasijas encontradas caídas de este, habrían sido colocadas como ofrendas a la memoria del difunto. Todo un ritual que ha sido posible documentar y conocer gracias a estas excavaciones.

Entre los muros de piedra, pisos empedrados y el relleno de barro se localizaron varios objetos que fueron depositados a manera de ofrendas a la construcción, incluyéndose una macro lasca de obsidiana, hachas de jade y un alujador. Destacó una vasija fragmentada y una figurilla antropomorfa moldeada que representa a una mujer cargando a un bebé a horcajadas que fuera colocada en el relleno del corredor sur, resaltando el hecho de ser de la tradición cerámica Ulua-Yojoa, cuya procedencia de producción se vincula con grupos no Mayas, posiblemente Lencas (Fig.9).

Finalmente, la Estructura 3, ubicada en el lado oeste del Patio B, fue investigada bajo la dirección de Divina Perla, constatando que se trata de un edificio de planta rectangular con un corredor frontal elevado ligeramente de la superficie del patio a través del cual se accedía a un único cuarto cuyo acceso era por una puerta central.

Posteriormente se renovó el edificio al cerrarse el corredor original para ser convertido en otro recinto, además de un pequeño nicho en el extremo norte del mismo, sin que se pudiera identificar su función. Además se construyó un nuevo corredor que amplió las dimensiones finales del edificio, que en total alcanzó un largo norte –sur de 6.36 m, por 4.50 m de ancho este- oeste, y una altura máxima de 1.26 m en relación al piso del patio, contando con una orientación de 22°.

Los hallazgos más sobresalientes se localizaron en este nuevo corredor ya que en sus dos extremos norte y sur, fueron colocados en cada lado, un candelero asociado a una navaja prismática de obsidiana, y aunque la posición de ambos artefactos no es la misma en cada caso, es claro que se trata de un patrón intencional que fue colocado en estos lugares por algún motivo especial.

Lamentablemente la parte sur del edificio, y al parecer toda esta sección de la colina, tiene un continuo proceso de deslizamiento hacia la parte baja afectando la fachada sur del edificio, no obstante este hecho aún ha permitido conocer sus formas y dimensiones.

Un dato importante obtenido de la excavación de los rellenos constructivos es que la capa de relleno de nivelación del patio en general fue más gruesa hacia el suroeste, para emparejar al máximo posible los dos edificios y el patio mismo, sin embargo, parece ser que el edificio siempre tuvo cierto desnivel hacia el sur, aun desde el momento de su construcción.

Excavaciones complementarias

Una serie de excavaciones alrededor de los montículos fueron realizadas bajo la dirección de Jackeline Quiñonez, con el fin de localizar posibles áreas de actividad en la zona que sería destruida, siendo la primera de ellas la exploración del área donde fuera identificada la Estructura 2 (Neil 2004), cuya presencia se descartó ya que se trató de una terraza natural de la colina.

Luego se intentó definir si existieron accesos entre los dos patios del conjunto, así como entre estos y el Río Blanco, cuya proximidad demuestra la evidente importancia de este rasgo natural en la vida de los habitantes de estos inmuebles. Esto no solo por su relevancia para el consumo y uso cotidiano indispensable del agua como elemento vital en la vida común, sino también como el medio de transporte y comunicación entre los habitantes del Sitio 29 y los centros de Río Amarillo y Quebrada Piedras Negras. Las excavaciones de estas unidades revelaron capas de sedimentación natural, en donde se encontraron pocos materiales arqueológicos, y aunque se distinguieron variantes en la estratificación de los suelos, ningún rasgo de uso fue localizado. Se excavó hasta alcanzar la superficie de barro rojizo natural de la colina, sin que fueran notorias modificaciones que permitieran definir un acceso intencional que facilitase el ascenso o descenso desde los edificios hacia el río. Esto tampoco fue evidente entre los dos patios, contando con una inclinación relativamente pronunciada, nada difícil de transitar en temporada seca, pero bastante resbaladiza con la humedad de las lluvias.

Finalmente, una serie de sondeos fueron realizados en la parte superior y plana de la colina con el fin de identificar posibles áreas de uso, ya que por la topografía plana pero estrecha podría representar superficies adecuadas para realizar algunas actividades. Para ello se trazaron en primer lugar varias unidades ubicadas a distancias de entre 5 y 10 m, luego de los hallazgos, las excavaciones se concentraron en dos sectores específicos, realizándose un total de 19 unidades de excavación.

En primer lugar, hay que decir que nueve pozos de sondeo cubrieron una superficie lineal de cerca de 100 m en la cima de la colina, encontrándose en todos ellos la superficie natural y estéril a muy poca profundidad. Las únicas variaciones que presentaron fue si se trataba de laja, roca madre natural o el barro rojizo natural. Las excavaciones revelaron una escasa presencia de artefactos y materiales arqueológicos, por lo que podría considerarse como áreas de paso, pero no de uso.

No obstante, en una de estas unidades se localizó una abundante cantidad de lascas de obsidiana y pedernal antes de alcanzar al nivel de suelo estéril, con cifras muy elevadas en comparación con las encontradas en las proximidades a los edificios excavados, pero similares a otro sector de la colina que fue explorado por Neil (2004), quien lo identificó como un taller lítico. Por esa razón, las excavaciones se ampliaron en dirección a los cuatro puntos cardinales para tener una idea más clara de la presencia de este posible taller. En total se hicieron 6 unidades, en las que se encontraron también bastantes materiales líticos en las ubicadas al norte, pero con una disminución en su presencia en las del sur, lo que confirmó la presencia de dicho taller, no obstante, resulta curioso que entre todos estos materiales no se localizaron núcleos de obsidiana y tampoco piezas muy grandes de pedernal, por lo que parece tratarse de un taller de acabado de piezas cortantes de estos materiales. Ningún rasgo arquitectónico fue identificado en asociación a este taller, alcanzándose al nivel de suelo estéril y roca madre a poca profundidad.

Finalmente, a un promedio de 30 m hacia el oeste del taller de lítica, al realizarse un sondeo se detectaron grandes cantidades de fragmentos cerámicos, en algunos casos piezas grandes, por lo que se realizaron 4 unidades de excavación más con el fin de recuperar más artefactos e intentar definir la razón de esta concentración. Las cifras de tiestos localizados superó por mucho los localizados en los demás sondeos, pero las cantidades mayores se localizaron hacia el sureste del área excavada, en donde fragmentos grandes de al menos 7 vasijas distintas parecen haber sido dejados en este sector, asociadas a considerables cantidades de barro quemado y piedras quemadas, que en su mayoría se localizaron hacia el noroeste.

Luego de documentar apropiadamente todos los materiales asociados a este rasgo, se intentó definir algún rasgo arquitectónico o de construcción en la parte noroeste, en donde los hallazgos sugieren dos posibilidades: en primer lugar podría ser que una parte más elevada del terreno natural parece haber dado cabida a un pequeño edificio formado con cimientos de piedras pequeñas y bajareque, el cual habría sufrido un incendio, razón por la que se localizaron tantos rastros de barro y piedras quemadas. La segunda posibilidad es que podría tratarse de un espacio destinado a la producción de cerámica con quema a cielo abierto asociado a una pequeña construcción. En todo caso, lo cierto es que la datación de este contexto sugiere una actividad más tardía que en los patios del Sitio 29, para la fase Ejar del Postclásico Temprano (posterior al 900 DC).

El Grupo C de Quebrada Piedras Negras

La primera visita conocida al sitio de Piedras Negras, proviene del reporte de reconocimiento de Gary Pahl quien recorrió dicho sitio en 1975 (Pahl 1987), pocos años más tarde D. Vlcek como parte del Proyecto Arqueológico Copán I (PAC I), realizó los primeros mapas del sitio (Vlcek 1978). Sin embargo, en ambos casos existió una confusión con el nombre del antiguo asentamiento, ya que se le llamó Río Blanco o Piedras Negras indistintamente, siendo denominado en la primera publicación del mapa como Piedras Negras (Vlcek y Fash 1986) debido a la proximidad del sitio con la unión del Río Blanco con la Quebrada Piedras Negras y por ello se le ha llamado así desde entonces. Esto podría crear confusión debido a la existencia de un sitio con el mismo nombre en las orillas del río Usumacinta en la frontera entre Guatemala y México, sitio muy famoso debido a su gran cantidad y bella calidad de monumentos, así como por una historia dinástica reflejada en una arquitectura imponente. Esta semejanza en los nombres de dos sitios arqueológicos distintos puede ocasionar confusiones innecesarias, razón por la que se sugiere modificar el nombre del sitio como Quebrada Piedras Negras.

De esa cuenta hay que indicar que el centro de Quebrada Piedras Negras se localiza a 2.7 km al norte del centro de Río Amarillo, ambos sitios separados por la colina donde el Sitio 29 de Río Amarillo se localizó y que fue excavado y descrito antes como parte de este Proyecto de Rescate de la Aeropista de Río Amarillo, en jurisdicción del municipio de Santa Rita del departamento de Copán.

Aproximadamente a 250 m hacia el sureste del centro del sitio, en 2004 durante la primera etapa de los trabajos de rescate arqueológico requeridos para las obras de construcción de la aeropista, fue localizado el Conjunto o Grupo C del mismo sitio (Neil 2003, 2004), ubicado en un área plana ligeramente elevada y rodeada por zonas inundables. Este conjunto es bordeado en su extremo occidental por el Río Blanco, ahora encauzado por una borda artificial. Dicho grupo o sitio (según la nomenclatura local) fue previamente reportado por Vlceck (1978) en sus fichas de registro de sitios, pero el mapa nunca fue publicado. Es posible que este conjunto también fuera mapeado y excavado en 1981 por el programa de reconocimiento y sondeos del PAC II, no obstante la localización en los informes es incierta (Freter 1981-1984).

Se trata de un solo patio central rodeado por seis montículos visibles en la superficie, de los cuales destaca por su mayor altura la Estructura 1, la cual cuenta con aproximadamente 1.20 m y que ocupa el extremo norte del patio. Las Estructuras 2 y 3 flanquean el grupo en su extremo oriental, en tanto que las Estructuras 4 y 5 se ubican hacia el sur, siendo montículos muy bajos que apenas sobresalen de la superficie del patio. Aún menos visible fue la Estructura 6, la cual ocupa el extremo oeste del patio (Fig.10).

Estos montículos no mostraban mayores alteraciones en superficie, a excepción de la Estructura 1 que fue mutilada en su cima para construir, por medio de horcones insertados en su núcleo un pequeño techo, espacio utilizado para colocar sal consumida por el ganado que aún circula libremente por el área. El patio se encuentra a un nivel más elevado que el área que lo circunda, ya que esta presenta espacios inundables en la época de lluvias, mismos que drenan hacia el Río Blanco.

Las excavaciones llevadas a cabo han permitido, definir parcialmente las dimensiones y formas de las Estructuras 3, 4, 5 y 6, se descartó la existencia de la Estructura 2, pero se descubrió la existencia de una nueva, la Estructura 8 al sur de la Estructura 6, otro posible edificio, la Estructura 7; en tanto que aún queda pendiente por ser definida un área al sur de la Estructura 4, conformada por piedras tobas, cantos rodados y areniscas, de las que algunas mostraban alineaciones dispersas, que no coincidían con las orientaciones determinadas de los edificios conocidos.

El enfoque de las investigaciones centró su atención en el extremo sur del conjunto debido a que por información de los ingenieros encargados de la construcción, solamente este sector del conjunto quedaría cubierto por el relleno de la zona de seguridad de la pista aérea, lo cual afortunadamente no se llevó a cabo. Lo cierto es que las excavaciones permitieron definir las formas generales de los edificios y sus características constructivas, por lo que ahora podemos saber que todos los edificios tuvieron basamentos de mampostería bien elaborada que permitía aislar de las acumulaciones del agua de lluvia en los espacios interiores de los edificios. Las estructuras son inusualmente largas y bastante bajas al compararlas con los otros edificios que en superficie contaban con características similares.

Para ello, los constructores tuvieron a la mano una fuente de toba volcánica de color amarillo, diferente a la utilizada en el centro de Río Amarillo, y al parecer esta fuente fue abundante, ya que pocas piedras de río se localizaron entre los muros teniendo predilección por la toba, ya fuera como bloques o sillares, o bien como piedras irregulares.

Lamentablemente, debido a la falta de tiempo no se lograron definir los espacios interiores de los edificios y ello también dificulta la definición de la función de los edificios, sin embargo, todo parece indicar que podrían ser edificios residenciales, que por el tamaño de los mismos, podrían ser habitados por una familia bastante numerosa. La muestra cerámica recuperada fue escasa, sin embargo, puede fecharse la ocupación del sitio para Coner Tardío (750-820 DC).

Conclusiones

Los resultados obtenidos en esta operación de rescate arqueológico han sido bastante productivos para la comprensión de dos conjuntos residenciales con distintas peculiaridades ya que se han definido las características de cada uno de los edificios intervenidos, así como sus secuencias constructivas, las áreas de ocupación, superándose las expectativas iniciales ya que gracias al buen estado de conservación de los mismos, se identificaron los rasgos y contextos arqueológicos asociados.

Entre los hallazgos más relevantes se encuentran los primeros contextos funerarios excavados en la zona, donde como ya se indicó, lamentablemente ningún resto óseo se ha recuperado, sin embargo, la presencia de estos es indiscutible. Se notó un mismo patrón al ser la elección de los usuarios de sepultar a los difuntos en el interior de los edificios, directamente sobre la superficie natural y estéril de la colina, colocando ofrendas de vasijas cerámicas y en un solo caso, cuentas de jade. Esta destrucción total de los restos humanos y orgánicos ya se había hecho notar luego de 5 años excavando en el área (McNeil y Barrios 2012, 2013, 2014, 2015), donde a pesar de encontrarse grandes basureros con todo tipo de materiales arqueológicos, no se ha encontrado ni un solo fragmento óseo ya sea animal o humano, así como tampoco se recuperado material malacológico, todo ello debido al pH altamente ácido de los suelos.

Otro hallazgo sobresaliente es el temazcal de la Estructura 5 del Sitio 29 ya que se trata del único ejemplo del tipo “rural-campesino” conocido en la zona de Copán en comparación con los conocidos más habituales definidos como “urbano de élite” (Groark 1997) lo que reviste diversos aspectos importantes de la cultura Maya, tanto desde el punto de vista funcional práctico como ideológico, lo que representa un uso ligado a ideologías transmitidas como parte de la herencia cultural de una generación a otra a los largo de varios siglos, y que ha sobrevivido aun a nuestros días.

A nivel arquitectónico llama la atención que todos los casos fueron definidos por tratarse básicamente de cajones delimitados por piedras, en su mayoría de toba volcánica, con relleno de barro local y muy pocas piedras, lo que desde ya marca una diferencia con los edificios residenciales del centro de Río Amarillo, y de los edificios explorados en el Sitio 5 también de Río Amarillo, ya que en estos casos tanto los muros como los rellenos fueron hechos con piedras de río y pocos sillares de toba.

Por último, cabe indicar que muchas veces la realización de obras de supuesto beneficio público entra en conflicto con la conservación de bienes prehispánicos patrimoniales. Estos casos no constituyen la ocasión ideal para llevar a cabo excavaciones arqueológicas. Sin embargo, el riguroso registro gráfico, descriptivo y fotográfico llevado a cabo en la investigación por los miembros del proyecto ha sido cuidadoso y se están llevando a cabo esfuerzos para que la información rescatada sea interpretada y divulgada de la mejor manera posible con el apoyo tanto del IHAH con la labor científica del PARAC.

Agradecimientos

Esta investigación no hubiera podido llevarse a cabo sin el apoyo de Ricardo Agurcia y René Viel de Asociación Copán, Armando Torres y Luis Aguilar del IHAH, Ingeniera Doris Soto de Constructora Cordón’s Heavy Equipment, al Mayor Soler del Batallón de Ingenieros y principalmente a todos los trabajadores que hicieron de éste una investigación exitosa, así como a los distintos investigadores del PARAC que continúan aportando datos sobre las excavaciones de los dos sitios.

Referencias

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Fig. 1: Mapa del Valle de Copan mostrando sitios arqueológicos importantes (E. Barrios 2014).

Fig. 2: Mapa arqueológico de la bolsa este de Río Amarillo (A. Velásquez, PARAC, 2015).

Fig. 3: Mapa del Sitio 29 antes de las excavaciones (A. Velásquez PARAC, 2014).

Fig. 4: Planta general de la Estructura 1 del Sitio 29 de Río Amarillo (L. Canán).

Fig. 5: Planta general de la Estructura 5 del Sitio 29 de Río Amarillo (L. Canán).

Fig. 6: Reconstrucción de la Estructura 5 del Sitio 29 de Río Amarillo (M. Díaz 2015).

Fig. 7: Planta del Entierro 2 en la Estr. 5 del Sitio 29. 7b. Planta del Entierro 3 en la Estr. 5 del Sitio 29 (L. Canán).

Fig. 8: Planta general de la Estructura 4 del Sitio 29 de Río Amarillo (J. C. Ramírez y L. Canán).

Fig. 9: Figurilla femenina del Tipo Ulua-Yojoa Polícromo (E. Arias).

Fig. 10: Mapa del Grupo C de Quebrada Piedras Negras antes de las excavaciones (A. Velásquez 2014)