074. Aplanamientos cefálicos superiores en las franjas del Golfo de México y sus significados emblemáticos

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Aplanamientos cefálicos superiores en las franjas del Golfo de México y sus significados emblemáticos
Introducción

La modificación intencional del cráneo fue una práctica importante en Mesoamérica,se trató de una de las tradiciones más arraigadas, difundidas y diversificadas quetiene sus orígenes desde el periodo Preclásico y la cual se generalizó con el devenir de los años al grado que era practicada tanto por los grupos dominantes de la sociedad como por la gente común (Tiesler 1999, 2012).

Las causas de estas alteraciones fueron varias, quizás en un principio tuvieron el fin de adornarse, además de protegerse del medio ambiente, es posible que algunas razones estuvieran relacionadas con los ciclos de vida (Bautista 2001:3). Para los mesoamericanos el cuerpo es un medio de expresión de las fuerzas sagradas (Aguado 2004:170), siendo la cabeza la que, entre los mexicas por ejemplo, cobraba especial importancia por residir en ella la entidad anímica del tonalli. A su vez, esta energía anímica era considerada como un vínculo personal con el mundo de los dioses (López Austin 1996:238-239). Es probable también que este miembro fuera visto como una de las partes esenciales del cuerpo tanto en el hecho de que es él quien provee los distintos sentidos del gusto, olfato y la vista (Yépez 2009), así como por ser la parte más notoria de la imagen corporal y es a través de él que se tiene una vía de comunicación con los otros seres a través del habla o la imagen que ostenta en decorados permanentes o temporales.

Es por ello que el significado del modelado cefálico no se puede reducir en definiciones simplistas dado que su práctica y la forma resultante tenían connotaciones que iban más allá de lo estético. Las nuevas interpretaciones apuntan a que estas costumbres también respondían a nociones de práctica cotidiana, identidades plasmadas en el cuerpo, pasadas a través de las mujeres y a una posible vinculación con las deidades del panteón mesoamericano (García y Tiesler 2011).

El objetivo de este trabajo es exponer las connotaciones sacras y simbólicas de la modificación craneanadurante la transición del periodo Clásico al Postclásico y la relación entre la costa veracruzana y la yucateca. Para elloanalizaremos los portes del modelado conocido como tabular erecto con aplanamiento superior dentro del espacio geográfico y temporal en el que aparecen, y los compararemos con la iconografía antropomorfa sacra de aspecto similar. En publicaciones anteriores García y Tiesler (2011; García 2011; Tiesler y Ortega 2013; Tiesler 2015) sostienen que este tipo de modificación tiene relación con el Dios L, caracterizado por su aspecto viejo, su sombrero cubierto de plumaje y su adoración por los mercaderes. El aplanamiento superior tiene sus orígenes en la costa veracruzana y unaaparición posterior en los asentamientos costeros del área Maya.

El modelado cefálico como emblema de identidad entre los mayas prehispánicos

El cuerpo humano es un símbolo mediante el cual se transmite información dentro de un colectivo, es un medio para conocer la identidad y el cambio social (Lozada 2011; Torres-Rouff 2009:214) y además su tratamiento (modificaciones bioculturales, atavíos, etc.) puede ser considerado como un anclaje de identidad (Revilla 2003). Dado que la modificación craneana es una práctica realizada durante la infancia representa un símbolo irreversible de adscripción a un corporativo que acompañay distinguea una persona de por vida (Lozada 2011:228; Tiesler 2012; Torres-Rouff 2009).

Estas nociones de identidad tienen estrecha relación con las figuras sacras a las que un grupo se vincula, ejemplo de ello es el modelado cefálico del tipo tabular oblicuo y su relación con el Dios del Maíz. El proyecto vigente denominado UC MEXUS-CONACYT, del cual formamos parte, en conjunto con el Dr. Karl Taube, el Dr. Erik Velásquez de la UNAM y demás colegas de nuestra Universidad, analiza dicha correlación a través de un extenso recorrido por los retratos antropomorfos de la imaginaria Maya del periodo Clásico y los compara con los cráneos documentados y estudiados por Tiesler (1999, 2012). Los preceptos sobre los cuales se basa esta comparación es la forma elongada de la deidad del maíz (Taube 1985) que se asemeja en gran medida a los cráneos registrados en buena parte delos sitios del periodo Clásico y a los retratos de los dinastas de esta época.

Formas cefálicas en la iconografía Maya

El modelado cefálico era una práctica tan arraigada que inclusive se encuentra presente en los personajes representados en las expresiones artísticas, como lo demuestra los murales, estelas, dinteles, figurillas y cerámica polícroma. Anteriormente, en un esfuerzo conjunto (Cetina et al. en prensa), fueron analizados los portes cefálicos de dinastas y de gente común representados en la iconografía del arte inmóvil (murales, estelas, paneles, dinteles, etc.), los resultados dejan ver una clara relación entre la imaginaria cefálica y los cráneos estudiados por Tiesler (1999, 2012), puesto que se repiten patrones y formas de acorde a cada región y época. De esta manera, se respalda lo que García y Tiesler (2011:50) proponen sobre que las representaciones iconográficas fueron realizadas con la cabeza de perfil y el cuerpo de frente con un propósito: resaltar el perfil como silueta distintiva de cada individuo y no por no contar con la técnica suficiente para dibujarse con el rostro de frente.

En este sentido, los diferentes portes cefálicos en la iconografía son evidentes, inclusive en ocasiones, lo son a pesar de la excesiva parafernalia con la que se representa. Por ejemplo, los portes oblicuos son distintivos por el alargamiento de la cabeza hacia arriba y hacia atrás, por el aplanamiento del occipital,nulificandolo o suavizando su expresión, por el surco postcoronal y por el prognatismo maxilo-facialconsecuente de los vectores de compresión (Tiesler 2012:92; Sánchez 2008:76).

De igual manera es posible observar calotas con el tipo tabular erecto, forma quehace lucir a la cabeza más larga que ancha; los individuos que las portan presentan una reducción del rostro así como la disminución en el plano occipital de la cabeza. En casos extremos, el occipucio llega a suprimirse enteramente quedando la cabeza con un plano casi recto en la parte posterior (Tiesler 2012:92). Esta forma es recurrente entre los cráneos hallados lo largo del corredor petenero del occidente Maya, la cuenca baja media del Usumacinta y las Tierras Altas de Guatemala como registra Tiesler (2012, 2013:98) para el Clásico, en donde la presencia de cráneos con la variante tabular erecta coinciden con la distribución lingüística (Lacadena y Wichmann 2002). A finales del Clásico e inicios del Postclásico este tipo de modelado va ganando terreno, primeramente entre las comunidades costeras, hasta volverse la forma tradicional entre los habitantes del área Maya. La predominancia de este tipo de modelado durante el periodo Postclásico refleja el cambio ideológico que trajo consigo las nuevas dinámicas sociales adquiridas durante esta transición (Tiesler 1999, 2012:131-132; Tiesler y Ortega 2013).

Una variante del tabular erecto es el aplanamiento superior, o bien, la forma paralelepípeda o del tipo zapotal. Dicha forma también es visible en el arte. Los individuos que la portan reflejan una compresión sobre el plano frontal y superior de la cabeza, mientras que el plano posterior no muestra una presión tan pronunciada como en los otros tipos cefálicos resultando un perfil cuboide (Tiesler 2012:92)(Fig.1). Detendremos nuestra atención en esta última forma puesto que, como hemos señalado, tiene sus orígenes en el área veracruzana y conlleva diversas connotaciones simbólicas que son importantes para nuestro discurso.

Los aplanamientos superiores y sus connotaciones sacras

Las características morfológicas y morfométricas del aplanamiento superior fueron registradas por primera vez en los años setenta por el Profesor Arturo Romano en cráneos procedentes del sitio arqueológico de El Zapotal en Veracruz. Este tipo cefálico aparece desde el periodo Clásico Tardío y se distribuye a lo largo de toda el área de la Costa del Golfo(Gómez et al. en prensa; Romano 1977).

Posteriormente esta forma aparece en los litorales del área Maya, primero hacia la zona Oeste y Norte de la región y durante el Clásico Terminal-Postclásico aparece significativamente entre los cráneos de los pobladores de la Costa Oriental de la Península de Yucatán (Tiesler y Ortega 2013).

Autores como Nelson y Madimenos (2010) postulan que este tipo cefálico es una variante intermedia, mimética, que combina las técnicas y resultados visuales de los modelados oblicuos y erectos, sin embargo recientemente Gómez et al. (en prensa) echando mano de las herramientas craneotrigométricas concluye en que, como había asentado Romano (1977) desde la década de los setenta, se trata de una forma de modificación intencional.

Tan distintivo es este modelado que inclusive es representado en la imaginaria veracruzana, en el arte móvil (figurillas, vasijas) (Gómez et al. en prensa; Martínez 2007), como en el inmóvil, puesto que se observala representación de individuos con portes cefálicos tabulares erectos como con aplanamientos superiores (Cetina et al. en prensa).

Destacamos el papel del Dios del Fuego como modeloprimicio para este tipo de modificación. El Dios del Fuego, importante entre las culturas cercanas del Altiplano Central mexicano desde épocas preclásicas, es una deidad vinculada con el concepto de génesis (por ser el responsable de la creación del sol), por propiciar cambios en el mundo a través de ciclos (ejemplo de ello es el la agricultura de tumba, roza y quema), así como por su aspecto de movilidad al localizarse en los tres sectores del cosmos: el cielo, la tierra y el inframundo. Su aspecto es singular, las primeras imágenes de esta divinidad lo presentan como un anciano jorobado, arrugado y desdentado, generalmente, con un bracero que aplana su cabeza. Su vejez es explicada por la antigüedad del personaje, pues existió desde antes que naciera el sol vigente, cuando lo que alumbraba al mundo era un medio sol hecho de fuego (Limón 2001:51-53).

Al trasladarnos a la imaginaria Maya son evidentes similitudes entre esta divinidad y otra deidad vieja del panteón maya: El Dios L. Este personajetambién se caracteriza por tratarse de un anciano encorvado, con evidente involución mandibular acontecida por la pérdida de dientes y frecuentemente representado fumando tabaco. En comparación con las primeras manifestaciones del Dios del Fuego esta deidad luce ostentosos atavíos: un particular sombrero de ala ancha suntuosamente adornado con plumas del pájaro moan, una capa de diseños rectangulares en blanco y negro o de piel de jaguar, un bastón con el que se ayuda a andar, grandes orejeras, brazaletes y pintura facial y corporal de color negro (García 2011:190; Kerr y Kerr 2005:72-73).

Dicha divinidad, además de estar relacionada con los mercaderes y de que en múltiples escenas se le observa humillado por los dioses gemelos, el dios del Sol e inclusive, por el conejo, también es considerado como un dios creador que rige el encuentro entre otras deidades, como se representa en el Vaso de los Siete Dioses (García 2011:191). Según Gillespie y Joyce (1998) algunos de los atributos del Dios L y M fueron compartidos por los guerreros puesto que ambos recorrían considerables distancias y se movilizaban hacia la periferia del mundo atravesando múltiples riesgos. En relación con lo anterior, en el Centro de México los pochtecas, según Sahagún (1938), también eran considerados guerreros puesto que en su andar también conquistaban y conseguían productos a través de la guerra y del arduo trabajo, quizá es este carácter militar, en conjunto con las narraciones del mito del Popol Vuh, el que promueve tantas escenas de vejación hacia la deidad.

Las representaciones iconográficas del Dios L dejan ver una silueta distintiva, por supuesto, diferente a los portes cefálicos oblicuos de la deidad maicera uotros personajes junto a los que se le representa (García 2011; García y Tiesler 2011). Para esta presentación, hemos analizado cerca de 35 vasijas del archivo Kerr enlas que se hace alusión al dios viejo de los mercaderes (también relacionado con el Dios M y EkChuah, en su versión Posclásica)en conjunto con algunas representaciones procedentes de sitios como Palenque, Uayma y Baknáy Cacaxtla (Tokovinine y Beliaev 2013). Gracias a estas escenas hemos podido aproximarnos más a los portes de la deidad.

Un ejemplo es la vasija K4598 en la que se observa como los héroes gemelos y su padre se preparan para quemar a un personaje anciano, a quien Kerrha identificado como el Dios L (Kerr y Kerr 2005:72-73), quien se encuentra despojado de sus insignias, atado y sin rastro de pintura corporal. Evidentemente, este personaje luce diferente de sus captores sobre todo en el perfil del cráneo, pues es visible una cabeza más alta y menos reclinada, de forma cuboide, mientras quelos otros personajes lucen cabezas reclinadas y un leve prognatismo maxilo-facial.

Este tipo de escenas también nos dejan observar el incipiente cabello de la deidad, aspecto propio de la edad o quizá vinculado con las crónicas de Sahagun (1938:346), las cuales relatan cómo los mercaderes del Centro de México se rapaban la cabeza antes de salir de sus pueblos y no la volvían a afeitar hasta regresar de sus misiones. De igual manera, siempre se observa un símbolo que sale de su cabeza, el cual pudiera hacer alusión al fuego y se le nota despojado de todo rastro de pintura negra, quizá como una vejación más adjunta al despojo de su indumentaria.

En la mayoría de la imaginaria el Dios L se representa con el sombrero de ala ancha, lo cual limita la observación de las características morfológicas de su calota, sin embargo consideramos que aun con esta limitante visual su porte cefálico es distintivo, pues su cara luce más alta y ancha. Además, la copa de su sombrero es corta y con un remate aplanado que lo diferencia de otros personajes que también utilizan sombreros (como cazadores, guerreros y algunos dinastas) y que quizá es una respuesta a la forma cuboide de su cabeza.

Las formas cefálicas de los mercaderes

Los aplanamientos superiores visibles en la imaginaria sacra del Clásico no son representativos de las formas cefálicas halladas entre los restos mortales de los grupos del corredor petenero como lo son entre los asentamientos costeros (Tiesler 1999, 2012). Por ello es que García y Tiesler (2011; García 2011:192-193) sostienen que este tipo de modelado es propio de los mercaderes que navegaron a través de la región de la Costa del Golfo hasta los litorales Mayas. En principio, el modelado cefálico de tales personajes fue influenciado por la tradición cefálica veracruzana y por la vinculación con su deidad patrona del Clásico: el Dios L.

La forma paralelepípeda tiene presencia en el área Maya desde el periodo Clásico Medio en sitios de tierra adentro, como en Chiapa de Corzo, y durante el Clásico Tardío en Copán y otros asentamientos de acceso al mar, como Kohunlich y BartonRamie (Tiesler y Cucina 2012). Además, Tiesler (2013) argumenta que durante el periodo Clásico los individuos que portan este tipo de modelado contaron con abundantes y cuantiosos ajuares. Sin embargo, este tipo de modelado es más frecuente entre los cráneos de la costa peninsular, ya que se encuentran presentes desde el periodo Clásico Tardío en Jaina, Xcambó y posteriormente en Uaymil e Isla Cerritos. Llama la atención el hecho de que durante el periodo Clásico los portadores de esta forma son personajes adultos, es decir, individuos con mayor facilidad de migrar que reflejan las variadas dinámicas poblacionales acontecidas en la zona costera (Tiesler y Cucina 2012).

En épocas más tardías (Clásico Terminal-Postclásico) en la costa Oriental las formas aplanadas se distribuyen en sitios como El Rey, ChacMool y en San Gervasio y Tulum. En estos últimos dos lugares se presentan formas extremas del modelado, tanto en infantes como en adultos, cuestión que refiere la adopción de la práctica y la composición de una población menos multiétnica (Tiesler y Cucina 2012; Tiesler y Ortega 2013).

La reconstrucción del mural del Templo de los Guerreros elaborado por Morris en los años treinta (Morris et al. 1931) y fechado para finales del Clásico Terminal e inicios del Postclásico nos ofrece un panorama de la vida cotidiana acontecida en los litorales prehispánicos, puesrefleja las actividades de alguno de los puertos ligados a Chichén Itzá. La escenarefleja la variedad de prácticasrealizadas en tierra firme y mar adentro, así como una diversidad de personajes que las llevaban a cabo (Cobos 2011:213-221).

En “La Comunidad Marino costera” no hallamos el aspecto sacro del intercambio, más bien observamos a los personajes que dieron vida a dicha actividad. Estos se representan rapados, con bastones, mecapales, en canoas y con vestimenta diversa (Tokovinine y Beliaev 2013:184). Observando los portes cefálicos de los personajes podemos vislumbrar una variedad de formas que incluyen tabulares erectas, paralelepípedas e inclusive cónicas. La diversidad observadarefleja la convivencia entre diversos grupos étnicoscomo resultado de las relaciones de intercambio acontecidas en los puertos con los que Chichén Itzá tenía relación, muchos de los cuales ya han sido nombrados líneas arriba (Cobos 2010), además demuestra la importancia de las formas cefálicas dentro de las manifestaciones artísticas.

Consideraciones finales

La interacción entre diversos grupos de Mesoamérica y del área Maya ha sido evidenciada gracias a los materiales que el contexto arqueológico nos ofrece, tales como la cerámica o la lítica que demuestran el intercambio tanto conla Costa del Golfo de México, como con Veracruz, Occidente, Centro de México e inclusive con el Norte, suroeste de Estados Unidos y Centroamérica (Benavides 2002, Braswell 1997, Cobos 2010, Jiménez 2012, Pool 2010 Sierra et al. 2014).

Las rutas predilectas para esta actividad eran las costeras, pues facilitaban la movilidad, así lo respaldan los materiales arqueológicos y los estudios isotópicos y morfológicos dentaleslos cuales corroboran el carácter multi-biológico acontecido en los litorales Mayas,inclusivecon mayor variabilidad que la registrada en grandes urbes como Calakmul o Palenque (Cucina 2013:84).

De igual manera, la distribución geográfica y temporal del aplanamiento superior obedece a las rutas de intercambio costero que señalan autores como Andrews, las cuales se extendían desde Veracruz, pasando por la costa peninsular y llegando hasta Honduras (Andrews 1998:19). La frecuencia, distribución y posterior adopción de este tipo de modelado indica que se trató de un fenómeno costeño y un emblema de identidad estrechamente vinculado con la actividad mercantil. Los contrastes y diversidades con respecto a otras regiones del área Maya nos hacen cuestionarnos sobre la existencia de una etnicidad propia de la costa, así como una consciencia de diferencia entre los individuos que era manipulada desde la infancia por las mujeres.

Por otra parte, llama la atención las representaciones sacras de las deidades ancianas antes mencionadas, el Dios del Fuego y el Dios L, puesto que parecen ser un modelo a seguir en ambas regiones, sobre todo por los grupos mercantiles, aludiendo a su carácter móvil en el cosmos.El porte del Dios L es distintivo, pues su imaginaria es claramente diferente de la de los personajes junto a los que se representa, aludiendo a una forma cefálica que difiere de la “moda” del periodo Clásico. Al mismo tiempo, destaca por su característica parafernalia: su sombrero, el cual también parece estar relacionado con la forma de su cráneo.

Por último, recalcamosla importancia de las representaciones artísticas, pues en las imágenes observadas se presentan formas aplanadas similares a las halladas en el registro arqueológico, cuestión que corrobora la importancia de la tradición del modelado cefálico como emblema de pertenencia a determinado grupo social,inclusive en la iconografía.

Este breve trabajo solo constituye un panorama general, y un punto de partida para el estudio del complejo entramado poblacional acontecido en los litorales del área Maya, del cual aún hace falta cotejar con los datos obtenidos a través de los materiales, la Arqueología mortuoria, la Bioarqueología y demás imaginaria prehispánica.

Agradecimientos

Queremos agradecer a los organizadores del XXX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, al Proyecto UC MEXUS-CONACYT y a los arqueólogos Raúl López Pérez y Belem Ceballos.

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