060. Dioses representados en los incensarios efigie del Grupo de las Cruces, Palenque 

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Dioses representados en los incensarios efigie del Grupo de las Cruces, Palenque 
Introducción

En las últimas décadas del siglo pasado se extendió la idea de que los incensarios efigie de Palenque fueron una innovación introducida por K’ihnich K’an B’ahlam durante su empresa de renovación del Grupo de las Cruces en el año de 692 DC (Rands, Bishop y Harbottle 1978:21; Rice 1999; apenas diez años después de la muerte de su padre K’ihnich Janaab Pakal, y 21 de su madre, la señora Tk’akbul ’Ajaw. Esto no solo resulta falso sino que le restó por algún tiempo historicidad a un soporte plástico y objeto ritual fundamental en la religiosidad de Palenque. En la actualidad se puede aseverar que la tradición alfarera de incensarios efigie de Palenque, compuesta por más de 100 ejemplares, con cerca de tres toneladas de cerámica destinada para esta economía ritual cooptada por las élites centrales, tuvo una continuidad de cuatro siglos y medio.

La colección no sólo se constituye como una fuente importante para indagar el oscuro Clásico Temprano en Palenque, casi nulo en los soportes plásticos tradicionales, ya sean inscripciones o arte escultórico, sino que constituye la muestra de deidades más representativa en el área Maya (Cuevas 2007), donde se atestigua el desarrollo religioso a lo largo de la existencia de esta tradición alfarera, con un grupo de dioses claramente establecido. Esto significa que GI y otros dioses solares de Palenque, ya eran parte importante de la mitología e ideología de B’aakal, por lo menos 200 años antes del nacimiento y gobierno del famoso K’uhul ’Ajaw de Palenque, K’ihnich Janaab Pakal.

Gracias a la continuidad de las labores de restauración durante los últimos siete años, a cargo de Gabriela Mazón –bajo la dirección de Luz de Lourdes Herbert, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, INAH– se han incrementado los ejemplares de la colección de incensarios efigie y con ello se ha favorecido el análisis iconográfico. Gracias a las características de la muestra de estudio, es posible discernir una evolución o desarrollo que involucra el incremento de dimensiones y cambios en las técnicas de manufactura, en estilos e iconografía, lo que conforma una muestra única para el análisis formal de motivos y programas iconográficos, desde el Clásico Temprano hasta finales del Clásico Tardío.

Además de lo anterior, el presente estudio se estimula por el estado actual de la iconografía y arte Maya (Kettunen 2006:41), el análisis comparativo con otros soportes plásticos –como escultura monumental y cerámica– ha sido fundamental para proponer la cronología relativa así como los dioses representados en los incensarios efigie, debido a que los motivos y programas iconográficos identificados corresponden a repertorios que se extienden en las Tierras Bajas Mayas.

La propuesta de cronología relativa, se apega a la propuesta del ceramista Robert Rands (2007:17-24), sin embargo el complejo Cascadas (eliminado por dicho autor) es retomado por nosotros como una segunda parte del Motiepá Tardío durante el Siglo VI DC. La mayor cantidad de incensarios proceden de los templos de la Cruz y de la Cruz Foliada, siendo la muestra más sistemática para un minucioso análisis iconográfico. De los tres principales templos del Grupo de las Cruces, para el Motiepá Temprano 350-500 DC se cuentan con nueve ejemplares, para el Motiepá Tardío 500-600 DC con once, esto con respecto al Clásico Temprano. En el Otulum 600-700 DC se registran 23 incensarios, mientras que el mayor número de estos ocurre en el Murciélagos 700-770 DC, con 36 incensarios. Para el Balunté 770-850 DC, último periodo de tradición alfarera de incensarios, se distingue un declive, con 18 incensarios. Por ende la etapa de mayor manufactura de estos objetos rituales ocurre durante el Siglo VIII DC. Sin embargo estos datos están sujetos a cambio en la medida en que se excaven más incensarios o conforme se restauren nuevos incensarios.

En la presente ponencia se propone una nueva interpretación del significado y función de las deidades representadas en los incensarios efigie de Palenque –con base en las investigaciones previas de Martha Cuevas en 2004 y 2007– argumentando que se trata de dioses solares, cuyos diferentes aspectos y dominios, se manifiestan mediante un circuito que se desplegó en el axis religioso del sitio, el Grupo de las Cruces. Los incensarios efigie se asociaron a este espacio central para el culto de los dioses principales, comenzando en el este con el Templo de la Cruz Foliada, dominado por dos aspectos del sol nocturno del inframundo, es decir, por el dios del fuego y de la guerra. Dicha deidad presenta un primer programa ligado a criaturas sobrenaturales y a K’awiil, deidad de la abundancia. El otro aspecto, asociado con imaginería acuática de Chaahk y la superficie del inframundo, remarca la parte más profunda por donde atraviesa el sol, dominada por el Dios Jaguar del Inframundo. En el norte, el circuito continúa con el Templo de la Cruz, dominando el sol acuático y del amanecer, GI, quien es resguardado por los dioses liminares por excelencia durante el Clásico, los Dioses Remeros. Finalmente, el sol llega a su aspecto celeste asociado con el gobierno, en el oeste con el Templo del Sol, con una fusión entre GI y K’inich ’Ajaw, portando una diagnóstica banda alrededor de la boca que se anuda debajo del labio inferior, pudiéndose tratar de una deidad vinculada con el paso del sol por el cenit durante el mediodía.

Se han registrado otras deidades, principalmente en el mismo Templo del Sol, en el Grupo XV y Templo XVII, desde K’awiil, pasando por diferentes aspectos del Dios Jaguar del Inframundo, así como un par de ejemplares de Chaahk. De igual manera, en tradiciones alfareras de incensarios efigie de la región periférica, que emularon a la tradición central de la dinastía de B’aakal, aparece otra serie de deidades, como Sibik Te’ –el patrón de los bosques y animales salvajes– así como el Dios de la Muerte, siendo una constante la conflación entre estas deidades; por ejemplo en la tradición de incensarios de Salto del Agua, cuyas piezas se encuentran dispersas en diversos museos.

Los incensarios efigie fueron un soporte plástico puesto en boga a comienzos del Clásico Temprano, facilitando el traslado de un complejo iconográfico que venía cristalizándose desde el Preclásico Tardío en la arquitectura monumental; este se constituye por mascarones sobrepuestos acompañados de aletas, complejo que remarcaba el concepto de centralidad de los rostros de deidades y ancestros, así como una marcada división de los diferentes estratos del cosmos: con una Serpiente Acuática, Witz’, en el mascarón inferior, sobrepuesto por el rostro de la deidad central en cuestión, con toda su parafernalia asociada en el nivel superior. Este complejo iconográfico se caracteriza por dos formas de representación –una naturalista y otra conceptual– en base a un principio de simetría, característica esencial del arte Maya.

La forma naturalista se encuentra en los mascarones modelados, mientras que las conceptuales en las aletas. Estas constituyeron un espacio plástico en donde los alfareros y artistas desplegaron nuevas narrativas, en constante innovación, incluso empleando metáforas visuales como los paralelismos y las metonimias, en donde la misma criatura acuática Witz’ era representada de perfil, abstraído el rostro, junto con orejeras que remarcaban el locus plástico del rostro, así como criaturas sobrenaturales –desde el xook’, el Chapaaht “ciempiés”, cormoranes y serpientes emplumadas– y símbolos reales en el remate superior de las aletas. Cada uno de estos niveles era separado por bandas dobladas que remiten a la planta y flor del lirio acuático que el Witz’ (Greene Robertson 2011:2; Bonnafoux 2011:35; McDonald y Stross 2012:81-83; Coltman 2015:15) porta en su frente, mostrando una intencionalidad de dividir el espacio e interrelacionar los diferentes niveles, tanto plásticos como del mismo cosmos.

Este complejo iconográfico se constituye como un cosmograma (Egan 2011:7), con una estructuración bien definida de diferentes dominios sobrepuestos, generalmente uno acuático-telúrico en la base, sobre este un dominio solar –ya sea solar nocturno, solar liminar o solar diurno. Por su parte, este complejo iconográfico en el caso de Palenque, se inserta en otro cosmograma, propiamente el Grupo de las Cruces, cuya disposición sigue un principio mesoamericano: el transcurso contrario a las manecillas del reloj, es decir, el movimiento natural del sol desde el amanecer hasta su ocaso.

Los ejemplares más tempranos del Grupo de las Cruces, sirven de punto de partida y referencia para poder seguir el desarrollo formal de cada uno de los componentes temáticos y estéticos alrededor de los incensarios efigie de Palenque. Los programas iconográficos que presentan tanto en los mascarones del cuerpo cilíndrico como en las aletas, son muy particulares de la segunda mitad del Siglo IV DC, similares a los mascarones del Templo del Sol Nocturno del Zotz’. Los incensarios del Templo del Sol y de la Cruz Foliada difieren ligeramente de los del Templo de la Cruz, reemplazando el estilo de orejera que icónicamente remite al logograma BIH del Clásico Temprano, por una orejera de “tapón”, no obstante que los demás programas de las aletas continúan siendo los mismos a lo largo del Siglo V DC.

Templo de la Cruz Foliada: soles nocturnos a través del inframundo

El circuito solar comienza con el Dios Jaguar del Inframundo en el Templo de la Cruz Foliada. Si bien se registra su presencia desde el Complejo Cerámico Motiepá Temprano 350-500 DC, Elemento 5/93 (Fig.2a) no es posible saber si ya se cuenta con alguna fisión de esta deidad. A pesar de su fragmentado estado, se identifican atributos importantes, principalmente un sector de la anteojera que delimita la parte inferior del ojo, así como un extremo de la ceja trilobulada. En el arte Maya la anteojera doblada (cruller) es un indicador de deidades de naturaleza ígnea, símbolo que alude al acto de barrenar el fuego (Taube 1992; Taube 1998:441; Taube 2015:431). Otra propuesta relaciona a la anteojera con el concepto de movimiento entre la tierra y otros lugares sobrenaturales (Scherer 2015:127).

Para el siguiente complejo cerámico, Motiepá Tardío 500-600 DC, se detectan ya los dos aspectos de esta deidad. La colección de incensarios cuenta con 30 ejemplares de diferentes temporalidades, esto incluye tanto piezas completas como fragmentadas. La referida fisión del Dios Jaguar del Inframundo presenta un primer programa iconográfico bien definido, atestiguado en el Elemento 1a/54 (Fig.2b), en donde además de anteojera, debajo de los ojos aparecen pilas de agua decrecientes, atributos que remarcan su naturaleza acuática. Como tocado porta un casco ko’haw así como la fauce superior de un jaguar; sobrepuesto a este último, aparece la fauce de una serpiente. Cabe señalar que no es una deidad barbada en un principio, esto ocurre hasta el Siglo VIII DC, ya que la barba en los incensarios efigie de Palenque fue un atributo especial de los Dioses Remeros desde el Clásico Temprano. Su ave asociada, se reconstruye que es la garza; encima debió llevar una diadema de la que se manifiesta un saurio cornudo con la mandíbula inferior descarnada, si se compara con el ejemplar 1b/54 del Complejo Cerámico Otulum 600-700 DC, además de criaturas sobrenaturales aladas.

Sin embargo, en la última parte de este complejo cerámico, Otulum, a finales del Siglo VII DC, la imaginería se reconfigura e introducen las diademas de K’awiil, como se aprecia en el Elemento 4/54 (Fig.3a); esta introducción acompaña a la obertura de un momento tecnológico muy importante para los alfareros palencanos: la implementación de una nueva técnica de manufactura que trajo consigo incensarios de mayor peso y dimensiones, principalmente el rostro del mascarón central. Para el Siglo VIII DC, además de manifestarse K’awiil de los espejos centrales de las diademas del nivel superior, se encuentra en el acto de extender sus alas en el programa iconográfico del remate de los incensarios, como se aprecia en el Elemento 10/93 (Fig.3b). Finalmente, el último estadio de desarrollo de la imaginería de K’awiil ocurre en el Complejo Cerámico Balunté 770-850 DC, por ejemplo el Elemento 13/93 (Fig.3c), en donde K’awiil es representado con el cuerpo reclinado, ricamente ataviada con joyas, aunque los extremos de sus pies y manos como amputadas, lo que es indicio del proceso de transformación del cual está siendo objeto.

Dios jaguar del inframundo – Chaahk

El segundo aspecto del Dios Jaguar del Inframundo en el Templo de la Cruz Foliada se ha registrado en 14 incensarios desde el Siglo VI al IX DC, tanto en ejemplares completos como fragmentados. La fisión se detecta en el Motiepá Tardío, igualmente que en el aspecto anterior, como se aprecia en el Elemento 24/93 (Fig.4a), en donde además de anteojera y pilas de agua decrecientes, así como marcas de divinidad en las mejillas, se distingue por unas bandas en la parte inferior de su rostro, las cuales pueden aludir a una especie de barba o barbiquejo. No porta tocado de felino, sino el ko’haw con la fauce superior del rostro de Chaahk. Las bandas en el rostro inferior pueden también aludir a la textura de anfibio del dios de las lluvias con que es representado su cuerpo en el arte Maya.

La imaginería con la que se asocia es diferente al del aspecto del Dios Jaguar del Inframundo anterior, ya que en este caso es completamente acuática. Sin embargo, del Siglo VI al VIII DC, se distingue por tener una diadema de cuyo espejo central surge el rostro de un simio, criatura de características eólicas y solares. A pesar del fragmentado estado del nivel superior del Elemento 24/93, se puede reconstruir con base en el Elemento 23/93 (Fig.4b) del Otulum 600-700 DC, en donde además del simio con un signo ’Ik’ “viento” en la cabeza, aparece un rostro de tortuga o batracio, flanqueado por dos cuerpos de serpientes enroscadas. Este es un caso único en el que no aparece un ave asociada a la deidad central, por tratarse de una deidad con imaginería acuática. Finalmente, en el remate del incensario se encuentra una greca con cuentas redondas, forma iconográfica de representar la superficie del inframundo acuático.

Para Murciélagos y Balunté desaparece la diadema con el rostro simiesco, debido a que el tocado del rostro de Chaahk se torna más complejo y necesitó de mayor espacio plástico del cuerpo cilíndrico del incensario. Por ejemplo, en el Elemento 17/93 (Fig.4c), del Complejo Cerámico Balunté 770-850 DC, se tiene el último desarrollo del rostro de este aspecto acuático del Dios Jaguar del Inframundo, portando como tocado el rostro con la diadema de la referida deidad de las lluvias. Los últimos dos niveles plásticos, ante el considerable espacio empleado para el mascarón central, fueron objeto de una conflación. En este caso, el cuerpo de la serpiente enroscada del batracio se entrelaza en la greca que representa la superficie del inframundo acuático, la cual presenta cuentas –aludiendo al flujo de agua– motivos vegetales, pilas de agua decrecientes y conchas seccionadas. De igual manera es el único caso en donde el motivo iconográfico de la banda real doblada, del remate superior de las aletas, es reemplazada por el rostro del Monstruo del Lirio Acuático, poniéndose así mayor énfasis en el ambiente acuático de la narrativa asociada a este dios.

Sol acuático del amanecer (GI) – soles liminares (Dioses Remeros)

Se ha analizado el aspecto nocturno del sol en su trayecto por el inframundo acuático. En el norte, con el Templo de la Cruz, aparece el sol acuático del amanecer, GI, deidad patrona y principal de Palenque. Hasta el momento se han detectado 17 incensarios que representan a esta deidad. Los ejemplares más tempranos se encuentran en los elementos 1/89 y 49/92 (Figs.5a y 5b), en el estadio inicial del Motiepá Temprano 350-500 DC, con un estilo del mascarón central muy parecido al que se detecta en las vasijas tapaderas de Centro de Petén, así como en los programas de las aletas, con la orejera que icónicamente alude al quincuex del logograma BIH “camino” como indicador del temprano momento de su manufactura.

GI se caracteriza principalmente por el pronunciado diente de tiburón que surge del labio superior, por las aletas de pez en los costados de su boca, por tres cuentas redondas en sus pómulos que denotan su naturaleza solar diurna, así como por el iris en forma de espiral que alude también a su naturaleza acuática. Como tocado porta un ko’haw de estilo Clásico Temprano, es decir compuesto únicamente por cuentas redondas alrededor del rostro, así como la fauce superior de un cocodrilo, criatura con la cual se asocia en sus narrativas mitológicas.

Para el Motiepá Tardío, en el Elemento 13/93 (Fig.5c), GI presenta un nuevo estilo en su formato de representación, primero porque desaparecen las aletas de pescado en los costados de su boca e introduce un cuerno en el entrecejo, al igual de que el ko’haw se desarrolla e introduce cuentas tubulares, ya no meramente redondas. La garza se constituyó como su ave asociada, de naturaleza acuática y primordial, como la misma deidad.

Para tiempos de K’ihnich Janab Pakal, durante el Otulum, por ejemplo el Elemento 54/92, GI pierde temporalmente el diente de tiburón así como las aletas de pescado, además de que adquiere un estilo romo en su rostro. Pero lo más importante, resulta la anexión de dos niveles plásticos además de la garza.

Para el Murciélagos 700-770 DC, con la estandarización de la nueva técnica de manufactura, el rostro de GI se torna más complejo, retomando nuevamente las aletas de pez, así como el diente de tiburón, pero además, incorpora las conchas spondyllus como orejas, igualmente que marcas de sacralidad compuestas por volutas de agua en movimiento y conchas seccionadas o spondyllus que dejan de manifiesto su naturaleza acuática. En cuanto a la imaginería del nivel superior destaca la permanencia del cocodrilo surgiendo de la diadema, delimitando la parte inferior de la garza, como se aprecia en el Elemento 43/92. Mientras que de la segunda diadema, según el Elemento 15/98, se manifiesta el cuerpo y rostro de una fusión de los Dioses Remeros, deidades que como se argumentará más adelante, juegan un roll de resguardo o cuidado con respecto a GI en los incensarios efigie de Palenque. Pero la introducción más importante, en la imaginería asociada de esta deidad, corresponde a la diadema de ’Ohx Yop Huun o Dios Bufón, insignia máxima del poder real otorgada a GI por Itzamnaaj en los tiempos primigenios. Para el Balunté, no sufre mayores modificaciones, como se atestigua en el Elemento 12/91.

Los dioses remeros

Los soles liminares, es decir los Dioses Remeros, fueron confinados de igual manera al Templo de la Cruz. Estos ancianos dioses, patronos del tiempo y de los puntos de transición, así como agentes importantes en la fecha era del 4 ’Ajaw 8 K’umk’u (Sánchez Gamboa 2012, 2013), fueron muy importantes en los incensarios efigie de Palenque, a pesar de su silencio en las inscripciones y arte escultórico.

El Dios Remero Jaguar, sol liminar vinculado con el ocaso del sol, se registra en 14 incensarios, completos como fragmentados. Desde el Motiepá Temprano se detecta, en el Elemento 51/92 (Fig.7a) –el cual está siendo restaurado en estos momentos– aunque severamente dañado. A pesar de que únicamente se cuenta con un sector del pómulo con una sencilla barba y una ceja trilobulada, son indicios fundamentales para la identificación del anciano remero jaguar. Primero, porque estas deidades aparecen únicamente en este templo, segundo, las representaciones del Dios Jaguar del Inframundo durante las dos primeras centurias de manufactura de incensarios efigie en Palenque, no lo representaron barbado.

Hasta el momento no se ha registrado ejemplar alguno del anciano remero jaguar para el Siglo VI DC, Motiepá Tardío, pero se cuenta con uno muy temprano del Otulum, el Elemento 14/98 (Fig.7b). Aquí se aprecian los principales atributos de esta deidad: prognata, barbado, con la lengua jadeante flanqueada por dos colmillos, anteojera que delimita sus ojos, cejas trilobuladas, casco ko’haw y la fauce superior de un jaguar. Además, el ave con que se asocia corresponde al pato; como imaginería asociada presenta una greca similar al del aspecto acuático del Dios Jaguar del Inframundo, lo que nuevamente remarca su importancia como el personaje al frente de la barca que lleva al Dios del Maíz hacia el inframundo, quien transgrede las aguas durante el ocaso.

Para el Murciélagos, se detecta en la última parte de este estadio cultural, un momento en donde temporalmente introduce atributos de su contraparte el Dios Remero Raya. Con la nueva técnica de manufactura instaurada en el Siglo VIII DC (Cuevas 2007:156, 249), el anciano jaguar incorpora orejas de jaguar sobre las antropomorfas, pero momentáneamente introduce la banda lisa en la frente con la coleta pendiendo, atributos del anciano remero raya, como se verá más adelante. La imaginería del nivel superior es más compleja, ya que se introduce una diadema de la que se manifiesta una fusión de los Dioses Remeros. Sin embargo, como ave asociada no aparece el pato, sino el pavo, ave asociada al Dios Remero Raya, mientras que en el remate sí se mantiene la greca que representa la superficie del inframundo acuático. Este formato del Dios Remero jaguar se aprecia claramente en el Elemento 56/92 (Fig.7c).

En lo que respecta al sol liminar del amanecer, el Dios Remero Raya, se cuentan con diez incensarios, todos completos. No se han detectado ejemplares del Motiepá Temprano, pero a diferencia del remero jaguar, sí se cuenta con un caso del Motiepá Tardío, del Siglo VI DC, el Elemento 64/92 (8a). Ambos ancianos remeros comparten el prognatismo, la barba, la lengua jadeante flanqueada por colmillos, al igual que la anteojera. Sin embargo el anciano remero raya presenta cejas lisas, una banda en la frente con ranuras en los costados donde se insertaban los extremos de su banda, una coleta de su larga cabellera que pende en la frente, así como la fauce superior del xook’ “tiburón” como tocado. El ave asociada en un principio es la garza, pero gradualmente será el pavo. Para el Otulum, no presenta grandes cambios, salvo en el estilo de su coleta y del tocado del xook’ “tiburón”, así como presenta orificios en el septum de la nariz donde se insertaba su insignia principal, la espina de raya. El Elemento 5/93 (Fig.8b) es transitivo del Otulum – Murciélagos, es decir de finales del Siglo VII DC, constituye el ejemplar donde muestra el prognatismo más marcado.

Durante el Murciélagos no presenta grandes cambios, únicamente se añaden dos niveles plásticos con diademas de las que emergen saurios descarnados, así como una fusión de los Dioses Remeros, ver Elemento 21/91 (Fig.9a). Para el Balunté únicamente se cuenta con un ejemplar casi completo, el Elemento 10/91 (Fig.9b), que muestra un estilo completamente diferente de las representaciones de esta deidad por cerca de tres centurias. En principio continúa siendo prognata, barbado y con la lengua jadeante flanqueada por dos colmillos. Sin embargo pierde la anteojera –mientras que su contraparte jaguar no sólo la mantiene sino que incorpora las pilas de agua decrecientes que se habían reservado para el Dios Jaguar del Inframundo. Destaca la perdida de la banda lisa en la frente y la coleta; en cambio, incorpora un arreglo de cabellos o mechones desaliñados, además de un espejo de deidad en la frente. El tocado de xook’ “tiburón” también presenta importantes cambios, como su pronunciada o cornuda punta de la fauce, pero principalmente porque replica el espejo de deidad en su frente, aunque también aparece con cabello que flanquea dicho espejo. De la imaginería del nivel superior no se conserva ningún elemento que permita reconstruir sus diferentes niveles plásticos.

Templo del sol: Soles diurnos en su ascenso hacia el mediodía en el cenit

El circuito de aspectos solares de los incensarios efigie del Grupo de las Cruces termina en el Templo del Sol, dominando una deidad solar asociada con el mediodía. En la temporada de este año está por concluirse el ejemplar más temprano del Templo del Sol, el Elemento 7/92 (Fig.10a).

Se cuentan con nueve incensarios de esta deidad, similar a GI en tanto que aparece con diente de tiburón emergiendo de su labio superior, además de que presenta tres cuentas redondas sobre los pómulos que remarcan su naturaleza solar diurna. Sin embargo, en base a ejemplares del Otulum en el Templo XIV, como a un ejemplar del Murciélagos del Templo del Sol, se sabe que posteriormente presentó espejos en las mejillas y en la frente con signos k’in “día”, lo que por su parte lo vincula con K’inich ’Ajaw. Es preciso señalar que el diagnóstico más importante y ambiguo lo constituye una banda alrededor de la boca que se anuda debajo del labio inferior. Este elemento iconográfico ha puesto a cuestionarse si puede tratarse de una deidad que recientemente Karl Taube junto con Stephen Houston han denominado como “Blood Drinker” en los mascarones del Templo del Sol Nocturno en el Zotz’, Guatemala, siendo un aspecto solar vinculado con el mediodía y su insaciable sed de alimentarse de la sangre de las víctimas de sacrificio. Aún se necesita consenso en torno a esta deidad bebedora de sangre; pero por el momento la deidad central de los incensarios del Templo del Sol presenta rasgos tanto de GI como de K’inich ’Ajaw. No se logró recuperar parte del tocado de esta deidad ni de la imaginería superior, que conforme al formato del Clásico Temprano, debió tratarse únicamente del ave asociada.

El Motiepá Tardío es el estadio cultural mejor registrado de esta deidad solar del mediodía, con tres ejemplares: elementos 1/92, 5/92 y 8/92 (Fig.10b). En los tres casos presenta los mismos atributos que ocurren desde el complejo cerámico anterior: diente de tiburón, tres cuentas sobre los pómulos, banda alrededor de la boca anudada debajo del labio, así como cejas trilobuladas. En estos tres casos se puede reconstruir su tocado, compuesto por un casco ko’haw así como la fauce superior de la Deidad Ave Principal. Del ave asociada, se conoce poco, salvo en el Elemento 1/92, en donde se encuentra un ave regordete de cuello largo y pico corto. En cuanto al nivel superior todos los ejemplares están muy dañados, únicamente se detectan en los elementos 1/92 y 8/92, una diadema de la que debió emerger alguna criatura sobrenatural o incluso una deidad.

El último ejemplar que se cuenta corresponde al Elemento 10/92 (Fig.10c), en donde está deidad fue representada por medio de la nueva técnica de manufactura instaurada a finales del Siglo VIII DC. Su principal atributo pervive, es decir, la banda alrededor de la boca y anudada debajo del labio inferior, mientras no se conserva el diente de tiburón, pero quedan restos de las tres cuentas de la deidad solar diurna sobre los pómulos. Lo más sobresaliente resulta la presencia de un espejo de deidad en la frente, así como marcas incisas de divinidad k’in “día” en las mejillas. Como tocado quedan restos del casco ko’haw así como de la fauce superior de la Deidad Ave Principal. Desgraciadamente el nivel superior está severamente dañado, únicamente quedando huella de su estructura: el ave asociada flanqueada tanto en la parte inferior como superior por diademas.

Consideraciones finales

En suma, la colección de incensarios efigie de Palenque se compone en más del 80 por ciento por incensarios que representan este circuito de aspectos solares, cuyo comienzo ocurre en el Templo de la Cruz Foliada con dos aspectos del Dios Jaguar del Inframundo, como sol nocturno que atraviesa el inframundo acuático, pasando por el Templo de la Cruz, con el sol acuático del amanecer, GI, resguardado por los Dioses Remeros, finalizando en el Templo del Sol, con una deidad solar diurna vinculada con el mediodía, una fusión entre GI con K’inich ’Ajaw. La arqueología y el contexto ritual de deposición de los incensarios efigie en los templos del Grupo de las Cruces viene a complementar la iconografía. Por ejemplo, los dioses-incensarios de los templos de la Cruz Foliada y Sol muestran una relación estrecha, ya que se confrontan entre sí, mostrando un eje este-oeste. En el Templo de la Cruz Foliada se muestra una secuencia de deposición en donde aparece un Dios Jaguar del Inframundo asociado con K’awiil, seguido de un Dios Jaguar del Inframundo con imaginería acuática y de Chaahk, seguido de esta deidad vinculada con K’awiil, así sucesivamente. Aún más complejo resulta que las narrativas de los tableros aluden a que el primero de los templos fue dedicado a GII, ’Unen K’awiil, mientras que el segundo a GIII o Dios Jaguar del Inframundo; los incensarios muestran al sol nocturno del inframundo en el Templo de la Cruz Foliada y a K’awiil en el Templo del Sol, aunque este último aparece asociado a un aspecto del sol nocturno, en el primer templo aludido. Esto es indicio de que la complejidad de los dioses de Palenque o de lo que conocemos como GI, GII y GIII, dista mucho aún de ser entendida del todo.

Los dioses del Templo de la Cruz presentan una orientación diferente, hacia el sur, particularmente hacia el suroeste, espacio sagrado donde surge el curso del río Otulum que da nombre al lugar de Lakam Ha’ “Agua Grande”, además de ser el sector donde se encuentran las reliquias de los primeros reyes de Palenque: el Templo XVIII-A y XX. Por su parte, destaca la relación de los Dioses Remeros con respecto a GI, ya que se tiene el siguiente patrón en la mayoría de los casos: Dios Remero Jaguar, seguido de GI, luego el Dios Remero Raya, después GI y el Dios Remero Jaguar, etc.

Por el momento, de manera fidedigna se pueden detectar 30 incensarios, completos como fragmentados que representan al Dios Jaguar de Inframundo vinculado con criaturas sobrenaturales y con K’awiil, mientras que el segundo aspecto acuático, asociado a Chaahk, con 14 tantos. GI cuenta con 17, mientras que los remeros que los resguardan con 24, 14 tantos el Dios Remero Jaguar y diez el Dios Remero Raya. La fusión de GI con K’inich ’Ajaw se registra en nueve ejemplares, siendo la deidad menos atestiguada, pero en parte por los escasos ejemplares que han sido excavados.

De esto se puede decir que GI fue la deidad más importante durante el Clásico Temprano, junto con la deidad solar del mediodía del Templo del Sol. Por su parte, los Dioses Remeros se atestiguan desde el Motiepá Temprano hasta el Balunté, en una constante, notándose su importancia a lo largo de la tradición alfarera; más importante su relación con GI no reportada en ningún otro soporte plástico a través de las Tierras Bajas Mayas. En lo que respecta del Dios Jaguar del Inframundo, es de notar que conforme avanza el Clásico Tardío, va adquiriendo mayor importancia en asociación a los incensarios efigie. Este resultado no es definitivo, ya que quedan aún muchos incensarios por ser restaurados y consolidados, además de algunas fachadas de los tres templos principales del Grupo de las Cruces por ser excavadas. No obstante esto, es una muestra constante y sistematizada que permite detectar tendencias y comportamientos claros en beneficio del avance en el estudio de los incensarios efigie de Palenque.

Las interpretaciones y resultados presentados son producto de largos años de investigación que parten de una labor interdisciplinaria que conjuga la restauración, catalogación y el estudio de estas piezas. En la actualidad, se busca poner la colección a disposición del público en general como de los especialistas en el tema, para que se inserte dentro de las discusiones en torno a la religión Maya del Clásico. Como se trató de transmitir a lo largo de esta ponencia, los incensarios efigie de Palenque constituyen una fuente única, no presente en ningún otro soporte plástico en el área Maya, que abre nuevos panoramas no sólo en torno a la historia religiosa de Palenque y su enmarañado Clásico Temprano, sino que constituyen una fuente para profundizar en la compleja y elástica naturaleza de los dioses mayas, principalmente aquellas vinculadas con el transcurso del sol y su relación con la institución del ’Ajaw y K’uhul ’Ajaw que convierten en única esta etapa durante la historia de los mayas.

Referencias

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Fig. 1: Friso de los Placeres. Complejo iconográfico de mascarones sobrepuestos y aletas durante el Clásico Temprano. Google Art Project, MNA.

Fig. 2: Incensarios efigie del Dios Jaguar del Inframundo con criaturas fantásticas del Templo de la Cruz Foliada. (a) Elemento 5/93, Motiepá Temprano 350 – 500 d.C. (b) Elemento 1a/54, Motiepá Tardío 500 – 600 d.C. (c) Elemento 1b/54, Otulum 600 – 700 d.C.

Fig. 3: Incensarios  efigie del Dios Jaguar del Inframundo con K’awiil del Templo de la Cruz Foliada. (a) Elemento 4/54, Otulum 600 – 700 d.C. (b) Elemento 10/93, Murciélagos 700 – 770 d.C. (c) Elemento  13/93, Balunté 770 – 850 d.C.

Fig. 4: Incensarios  efigie del Dios Jaguar del Inframundo con Chaahk del Templo de la Cruz Foliada. (a) Elemento 24/93, Motiepá Tardío 500 – 600 d.C. (b) Elemento 23/93, Otulum 600 – 700 d.C. (c) Elemento  17/93, Balunté 770 – 850 d.C.

Fig. 5: Incensarios  efigie de GI en el Templo de la Cruz. (a) Elemento 1/89, Motiepá Temprano 350 – 500 d.C. (b) Elemento 49/92, Motiepá Temprano 350 – 750 d.C. (c) Elemento  13/93, Motiepá Tardío 500 – 600 d.C.

Fig. 6: Incensarios  efigie de GI en el Templo de la Cruz. (a) Elemento 43/92, Murciélagos 700 – 770 d.C. (b) Elemento 15/98, Murciélagos 700  – 750 d.C. (c) Elemento  12/91,  Balunté 770 – 850 d.C.

Fig. 7: Incensarios  efigie del Dios Jaguar del Inframundo en el Templo de la Cruz. (a) Elemento 51/92, Motiepá Temprano  350 – 500 d.C. (b) Elemento 14/98,  Otulum 600  – 700 d.C. (c) Elemento  56/92,  Murciélagos 700 – 770  d.C.

Fig. 8: Incensarios  efigie del Dios Remero Raya en el Templo de la Cruz. (a) Elemento 64/92, Motiepá Tardío  500 – 600 d.C. (b) Elemento 5/93,  Otulum 600  – 700 d.C.

Fig. 9: Incensarios  efigie del Dios Remero Raya en el Templo de la Cruz. (a) Elemento 21/91, Murciélagos 700 – 770 d.C. (b) Elemento 10/91,  Balunté 770  – 850 d.C.

Fig. 10: Incensarios  efigie del dios solar del mediodía. (a) Elemento 7/92, Motiepá Temprano 350 – 500 d.C. (b) Elemento 8/92,  Motiepá Tardío  500  – 600 d.C.  (c) Elemento 10/92, Murciélagos 700 – 770 d.C.