033. Investigaciones regionales, espeleología y trabajo comunitario de Salinas de los Nueve Cerros: la importancia de acercamientos comunitarios en la arqueología guatemalteca

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Investigaciones regionales, espeleología y trabajo comunitario de Salinas de los Nueve Cerros: la importancia de acercamientos comunitarios en la arqueología guatemalteca

Introducción

Salinas de los Nueve Cerros (Fig.1) se encuentra a poca distancia de los últimos cerros del Altiplano dentro de los municipios de Cobán, Alta Verapaz e Ixcan, Quiché. Aunque se ubica dentro de las Tierras Bajas, mantuvo fuertes relaciones con el Altiplano durante su historia debido a la presencia de dos rasgos geográficos–una fuente importante de sal y el río Chixoy, que atraviesa al sitio.

El Proyecto Salinas de los Nueve Cerros lleva siete años trabajando dentro del sitio y sus alrededores con la meta principal de entender las relaciones entre la producción e intercambio de un bien cuotidiano–la sal–y la organización política de la ciudad. Mientras que hoy en día sigue siendo una zona estratégica y codiciada, sin embargo, para poder trabajar dentro del sitio hubo que modificar la metodología científica para enfrentar la realidad actual. El sitio está dividido entre cientos de parcelas de residentes de más de una docena de comunidades de varias etnias de dos municipios, además de fincas privadas y una finca municipal de Cobán. Por lo cual, una gran parte de los trabajos arqueológicos dependen de esfuerzos políticos y etnográficos –la mayor parte de los reconocimientos, mapeos y excavaciones hasta la fecha se han llevado a cabo en la milpa.

El acceso está limitado por muchos factores desde el nivel de desarrollo del maíz y la ubicación de la palma africana, cardamomo y árboles frutales hasta las creencias de los dueños e interpretaciones de la esencia del trabajo arqueológico. Los montículos para muchos aún son tumbas de los mayas antiguos donde es posible encontrar muñecas de oro, pero solo si hacen las ceremonias correctas y se abstienen de relaciones sexuales por cierta cantidad de tiempo. Por estas creencias, el problema de saqueo es más complejo en la región que en otras partes de la república –aunque aún existe la venta de antigüedades, muchos de los pozos de güecheo vienen de la búsqueda de objetos míticos.

Por otro lado está la destrucción del sitio y el bloqueo de acceso a varias partes por empresas, finqueros y hasta el gobierno municipal. Kaminaljuyu y El Naranjo han sido altamente dañados por la ampliación del casco urbano, quedando más visible en el conjunto de centros de comercio en el Anillo Periférico y Calzada Roosevelt. Carot (1987) reportó que se estaba usando el palacio de Raxruha Viejo para balastre en los años de 1970, una práctica que el gobierno municipal de Raxruha continua actualmente para el mejoramiento de la carretera. En una manera paralela, aunque de menor escala, el Grupo A reportado por Dillon (1977) fue derrumbado por un tractor 30 años después para terminar de balastrar una carretera dentro de la finca municipal, aunque queda a poca distancia de una cantera habilitada por una compañía petrolera en el Siglo XX.

Mientras que los sitios arqueológicos forman parte del patrimonio de la nación manejados y protegidos por el gobierno de Guatemala, oficialmente el único permiso que un proyecto arqueológico necesita es el permiso del Director de Patrimonio a través de la firma de un convenio. Sin embargo, el acceso a sitios arqueológicos a veces es más complicado, mientras que muchos sitios están dentro de terrenos controlados por finqueros, parcelarios, empresas, invasores, carteles, municipios, etc., no hay una manera de asegurar el acceso aun cuando haya permiso oficial, por lo cual han fracasado o dificultado proyectos solo en la última década en varios partes de Petén y Quiché.

Quedan pocos recursos para prevenir o disminuir estos problemas ocasionados por la realidad del entorno social y la política de los sitios arqueológicos, pero la presencia de un miembro del equipo especializado en relaciones comunitarias es buena. Durante el primer año del Proyecto Salinas de los Nueve Cerros, por ejemplo, las investigaciones fracasaron dos veces, y casi terminó el proyecto entero (Woodfill 2013). Primero, hubo un conflicto entre las comunidades y el alcalde de Cobán, y por tener el apoyo comunitario el municipio logró sacarnos de la finca municipal, que era en ese entonces co-manejada entre los dos grupos. Se empezó a trabajar dentro de milpas de trabajadores unos días después, pero la siguiente semana se tuvieron que cerrar la mitad de las excavaciones debido a un sueño que tuvo el parcelario –“encontramos y sacamos el muñeco”, soñó, “y la raíz de su maíz se murió y quedó infértil su suelo”. Aunque se empezó con la idea de realizar trabajos arqueológicos, etnográficos y de desarrollo, estos dos problemas subrayaron la importancia de formar un frente unido de estas tres disciplinas.

En esta ponencia, los autores exponen sobre los trabajos que están estrechamente relacionados con relaciones comunitarias –el proyecto de mapeo y las investigaciones en sitios aún sagrados– además de un resumen de los mayores trabajos de desarrollo y participación dentro de las comunidades. Después se habla de la invasión a la Finca Salinas en 2015 –sus raíces y posibles arreglos.

Acercamientos comunitarios

Desde el primer año, el Proyecto Salinas de los Nueve Cerros ha visto el desarrollo comunitario no como un trabajo aislado sino como una parte integrada en el tejido del proyecto. Se fundó el proyecto a través de una invitación por parte de los líderes de la región para apoyar un proyecto de ecoturismo dentro de la finca municipal del municipio de Cobán que está ubicada en el centro de Nueve Cerros. Sin embargo, la política municipal frenó este esfuerzo (véase abajo y Woodfill 2013), aunque la colaboración continuó, se buscó otras maneras de apoyar a la gente local.

En breve (para algo más completo, véase a Woodfill 2013), tenemos un empleado permanente del proyecto Q’awa Ramiro Tox, un líder de la región que se enfoca completamente en relaciones comunitarias y el desarrollo. Se han trasladado a varios jóvenes de la región hacia la capital, para trabajar en el laboratorio a cargo de la guardianía, lavado y marcado de cerámica, tres de los cuales han aprovechado su estancia en la capital para realizar estudios de licenciatura, empezando con Carlos Efraín Tox, hijo de Q’awa Ramiro y co-autor de esta ponencia.

Además de las oportunidades que se les han dado a las personas locales, se han tenido tres especialistas en desarrollo comunitario trabajando con el proyecto a través de los años, buscando proyectos de bajo presupuesto y alto impacto para la región. El más exitoso de ellos fue la compra de un molde para hacer tubos de cemento para la construcción de pozos de agua y copantes para puentes. En 2011, la antropóloga Seleste Sanchez sugirió la creación de una ONG compuesta por los líderes de la región con experiencia en el desarrollo comunitario, mientras que hay muchas que han servido como facilitadoras de proyectos de desarrollo que han entrado y salido de la región. Fue fundada en 2012 y desde entonces el proyecto y los especialistas comunitarios han trabajado para fortalecer y ampliar sus lazos con otras instituciones en Guatemala y los EE.UU.

Aparte de desarrollo, el proyecto tiene la tarea de dar a conocer la investigación así como las metas a corto y mediano plazo, por lo cual se realiza una conferencia anual para los trabajadores del proyecto, vecinos, líderes, políticos e instituciones que también trabajan en la región. Después de una ceremonia se imparte una plática ilustrada con PowerPoint en español y Q’eqchi’, seguido por un reconocimiento a cada parcelario que permitió la investigación, el evento se concluye con un almuerzo de tamales o caldo. A través de esta actividad se han abierto más las puertas en la región, que resultan no solo en acceso a otras partes del sitio sino también en discusiones que brindan datos etnográficos que han apoyado la interpretación arqueológica (e.g. Woodfill 2014).

Mapeo

Hasta la fecha, el paisaje de Nueve Cerros está dominado por milpa estando muchos montículos cubiertos por ésta. Los Q’eqchi’ de la mayor parte de la región tienen parcelas pequeñas, por lo cual el terreno se aprovecha al máximo, dejando libres únicamente caminos, senderos, la vecindad inmediata de casas además las márgenes de arroyos, ríos y lagunas.

Por esta razón, tanto el mapeo como las excavaciones en el sitio dependen totalmente del mantenimiento de buenas relaciones comunitarias. Los trabajos de mapeo durante la temporada 2016 fueron llevados a cabo por Alex Rivas, enfocado en dos metas principales: identificar y documentar no solamente la arquitectura sino también el paisaje natural y modificado por los residentes del sitio. Como es visible en el mapa de la Fig.2, a veces no es posible obtener un mapa completo por razones políticas. Hasta la fecha no se ha tenido que pagar para entrar a una parcela, pero cada vez que se entra a una se paga el día del parcelario o a un miembro de su familia como guía. Sin embargo, algunos parcelarios se han opuesto a cualquier trabajo dentro de su terreno. La zona cubierta con líneas diagonales, por ejemplo, falta cualquier reconocimiento aunque incluye la mitad de una estructura excavada este año por Woodfill y Leight (Woodfill et al. este volumen). Las estructuras marcadas con líneas grises fueron mapeadas por Garrido (2008), pero hasta la fecha no hay permiso para volver a entrar con un nuevo equipo.

Hasta la fecha, todo el trabajo de excavación se ha enfocado en el municipio de Cobán al sur del río Chixoy, aunque el año pasado se iniciaron reconocimientos pequeños al otro lado del río en el departamento de Quiché. Este año debido a una amistad entre Q’awa Ramiro y el alcalde de la Nueva Máquina, Woodfill y Rivas, acompañados por ellos dos, intentaron reconocer nuevamente el sitio arqueológico de Camela, registrado por Dillon después de una visita en la década de 1970 (Dillon 1981). Debido a la selva densa, Dillon solo logró encontrar unas dos docenas de estructuras, pero mientras que hoy en día existe una carretera que va desde Playa Grande casi hasta la frontera con Petén, ahora es visible un área de más que 10 km de largo de estructuras monumentales, la cual solo es una parte los montículos que él identificó (Fig.3).

Este viaje fue facilitado por las relaciones estrechas con los residentes locales, pero un hecho al final del reconocimiento subrayó la importancia de estas alianzas. Al entrar a una aldea, más adentro que La Nueva Máquina, está una comunidad Q’eqchi’ con pocos hablantes de español, dos niños se asustaron al ver a los miembros estadounidenses del equipo. Al salir de la comunidad, los familiares de los dos niños se acercaron con tijeras para pedir pelo de ellos para quemar en una ceremonia y de esta forma quitarles el susto. Aun con 16 años trabajando en el mundo Q’eqchi’, eso sorprendió y confundió a Woodfill, y necesitaba la traducción cultural y lingüística de Q’awa Ramiro para entender que estaba pasando. Este susto se considera de alto riesgo para sus niños, entonces sin la presencia de líderes Q’eqchi’ es posible que la situación se hubiera puesto difícil.

Aunque el trabajo de relaciones comunitarias facilita el acceso a algunas partes del sitio, que de otra manera estarían fuera del alcance del proyecto, se puede intentar con otros métodos a distancia para al menos ampliar el mapa. Está en proceso la obtención de un LiDAR de la región Nueve Cerros junto con otros sitios arqueológicos de las Tierras Bajas guatemaltecas. Pero es un método caro, por lo cual durante la Temporada 2016, se llevó a cabo una vista de dron prototipo de 3D Robotics realizada por Eric Richie utilizando una cámara GoPro; las fotos después fueron subidas a AutoDesk para hacer un modelo de 3D. Aunque estamos aun esperando los resultados finales, se puede ver en la Fig.4 que hay buena resolución. Sin embargo, al contraste de LiDAR, solamente funciona cuando está limpia de vegetación.

La Cueva San Juan

Aunque todos los sitios arqueológicos de la república de Guatemala se pueden declarar como sitio sagrado, y de hecho acá tanto como en muchas partes del mundo, los arqueólogos han motivado a la gente local, que venera estos sitios, a protegerlos. Eso resulta ser importante en Guatemala, mientras que cada ley para la protección de sitios sagrados se ha quedado estancada en el congreso –el último intento fue escrito en 2007 pero aún falta llegar al voto (Woodfill 2014).

Reconociendo que los arqueólogos y guías espirituales tienden a tener el mismo objetivo de preservación de los sitios (aunque muchas veces por diferentes vías y con diferentes metas), hay muchas oportunidades para abrir la comunicación y colaboración. Uno de los casos más importantes del Proyecto Salinas de los Nueve Cerros es la Cueva San Juan, ubicada dentro de un cerro en el parte suroccidental del sitio rodeado por grupos residenciales del Clásico Tardío hasta Postclásico Temprano.

Esta cueva es pequeña –atraviesa el cerro en un eje norte-sur con una entrada en cada extremo. Sin embargo, es de gran importancia para varias comunidades vecinas, además de ser clave para reconstruir la historia de la región y la manufactura de sal. Después de la fundación de la aldea de Tortugas en la década de 1980, fue redescubierta y retomada como sitio sagrado, ahora es uno de los lugares más visitados para actividades rituales. Además de ser un punto clave para dejar ofrendas y hacer peticiones a su tzuultaq’a. En la ceremonia presenciada por miembros del proyecto en 2011, se observó que sirve también como punto de reunión de miembros de múltiples comunidades, fortaleciendo lazos comunitarios en una región donde todos son recién llegados.

Al nivel arqueológico, la cueva es importante porque hasta la fecha proporciona datos de una época poco entendida de la región. Durante su investigación inicial en 2011, Greg Schwab documentó la presencia de una plataforma artificial por la entrada norte asociada con dos pinturas en el techo, una huella negativa y un glifo 7 Ajaw (Schwab et al. 2012). Esta plataforma fue hecha amontonando piedras, polvo y los restos de ceremonias más antiguas y fue sostenida por un muro de contención hecho de derrumbe. En el fondo había una capa de carbón, restos de una ceremonia de inauguración de la construcción; tres muestras fueron mandadas a Beta Analytic en 2015, los resultados mostraron fechas alrededor de 1400 DC. Eso cuadra con la cerámica recuperada –47% fecha al Postclásico Tardío.

Esta cueva está cambiando nuestro entendimiento de la región de esta etapa. Según los cronistas, la fuente de sal fue controlada por los mayas-akalaha al llegar los españoles (Sapper 1985, Thompson 1970, van Akkeren 2012), un grupo proveniente del estado mexicano de Tabasco. Sin embargo, todo el material recuperado de esta época era proveniente del Altiplano. Según fray Morán, un sacerdote dominicano quien visitó Nueve Cerros en 1627 y fue el responsable de la destrucción de un pueblo cerca de Cancuén en 1631, los mayas que estaban en la Franja Transversal habían robado los terrenos de los mayas “cristianos,” o sea los de las Tierras Altas (Feldman 2000). Aunque está reconocido hoy en día como mentiroso y manipulador, en este caso la arqueología apoya su declaración. La presencia de cerámica del Altiplano en el interior que fecha poco tiempo antes de la conquista, tanto como su ubicación poco tiempo antes de llegar a las salinas cuando se viene del Altiplano (se encuentra al sur del domo de sal), hace constar que probablemente fue un sitio ritual donde la gente proveniente del Altiplano pasó a pedir permiso antes de extraer sal.

Mientras que todavía sigue siendo tan importante como centro ceremonial, Q’awa Ramiro Tox, el facilitador del proyecto, habló con los guías espirituales y ancianos antes de hacer la investigación formal de la cueva, y como en el resto de trabajos, solo llevamos trabajadores locales que fueron acepados por los parcelarios. Poco después de hacer la investigación, fuimos invitados para participar en una ceremonia en la misma cueva –un honor raramente dado a los “foráneos” extranjeros y ladinos.

Este año, invitamos a Adam Spring (Universidad Duke) para experimentar con un escaneador 3D (ZF 5010 C) para ver los resultados que puede brindar. Se trabajó durante dos días en el interior de la cueva San Juan documentando evidencia de rituales modernos tanto como antiguos. Sorpresa –está orientada hacia el interior la plataforma. Visitada por una gran cantidad de personas, según el record español, tal vez aun era importante para fortalecer el poder de la élite.

La invasión de la Finca Salinas

En febrero de 2015, un gran parte de la finca municipal en el corazón de Salinas de los Nueve Cerros fue invadida por dos comunidades. No es la primera vez que esto sucede –las comunidades ocuparon partes de este terreno en la década de 1980 y hubo dos invasiones seguidas en el parte sur de la finca durante la década de 1990.

Para evitar este problema, un alcalde de Cobán arregló un co-manejo de la finca y la municipalidad empezó a usar a la finca como el centro de desarrollo de la región. Sembraron limón persa, cacao y otros productos agrícolas lucrativos dentro de la finca, y en 2007, el alcalde Rafael Castillo consiguió financiamiento para la construcción de un instituto escolar, que iba a ser la única institución en una región de más que 15,000 habitantes que impartiría el bachillerato. También los residentes de la región solicitaron la asistencia de un voluntario de Cuerpo de Paz y estaban trabajando con él en la creación de un centro ecoturístico dentro de la finca, y a partir de 2009 el proyecto arqueológico se unió a este esfuerzo.

Desafortunadamente, el siguiente alcalde mostraba menos interés en colaborar con la región. Paró el proyecto de ecoturismo durante los primeros días de trabajo arqueológico en 2010 y quitó el co-manejo en 2011, efectivamente, cerrando el acceso de todos a la finca. Cuando fue invadida por estos grupos en 2015, era una conclusión lógica –un líder de la región le contó a Woodfill en 2012 “si sigue la finca y su bosque hoy en día es porque nosotros los vecinos queremos que siga. Somos nosotros los que le estamos protegiendo”.

De las dos aldeas, El Zapote, que queda en la entrada de la finca, integrada por residentes que vienen de otras aldeas de la región y han trabajado con conciencia, preservando la selva y solamente cosechando en áreas ya libres de bosque. La otra, Las Pacayas, fue manejada desde el principio por un hombre que tuvo que huir de la región hace pocos años por estafar a sus vecinos. Aunque incluye residentes locales, también hay muchas personas de otros municipios –Chisec, Ixcan, Raxruha y Sayaxche– y se ha dedicado a extraer los recursos económicos presentes. Aparte de botar tres caballerías de selva según nuestros colaboradores, se apoderaron de la zona de la fábrica de sal. Woodfill fue a visitar a esta zona en mayo de 2016 y observó mucho saqueo nuevo– depredación de tumbas y restos de vasijas de gran tamaño del tipo Atzam que todavía estaban in situ. Antes de terminar el reconocimiento, 12 representantes de la aldea se acercaron para acompañarlo a la salida.

Desde entonces, el nuevo alcalde de Cobán y varios concejales están buscando solución. Después de un asalto de otro visitante de Las Pacayas, recibieron una carta del alcalde invitándoles a salir pacíficamente, pero todavía continúan con la ocupación. Sin embargo, un concejal y el mismo alcalde han hecho presencia en la región, yendo a múltiples reuniones, y han expresado interés en colaborar con el proyecto arqueológico tanto como los mismos comunitarios.

Conclusiones

Salinas de los Nueve Cerros se encuentra fuera de las zonas reconocidas por su importancia arqueológica, y por eso ni el sitio ni los investigadores cuentan con ninguna protección. En este sentido, es un contexto común –hay muchas partes del mundo Maya de suma importancia para la Arqueología que no están en parques, biósferas y reservas, y cada arqueólogo que las quiere investigar tendría que modificar su plan de trabajo para enfrentar la realidad de la situación.

En esta ponencia, se desarrollan algunas soluciones concretizadas con ejemplos específicos de cómo manejar un proyecto dentro de un contexto como el de esta región. Es de suma importancia la comunicación con los vecinos tanto que colaboran en trabajos –aun de bajo presupuesto– de desarrollo para que empiecen a ver al proyecto como aliado en vez de estorbo. Para lograr estas dos metas –comunicación y desarrollo– el proyecto debe incluir charlas y participación en ceremonias al menos, tanto como donaciones que ayuden a la región a superarse aun después de que finalice el proyecto. Ejemplo de ello es el molde de tubo de cemento, el cual es importante para el mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura local incluso después de que concluya el proyecto, y con la fundación y capacitación que da la organización no lucrativa local, también van a seguir los trabajos de desarrollo estando o no nosotros en la región –ayudamos solamente con unas herramientas para que ellos se desarrollen solos. Y al mismo tiempo que se está apoyando a los vecinos del sitio arqueológico, también se está facilitando el trabajo arqueológico, el acceso a la mayor parte del sitio y a la protección del patrimonio.

Referencias

Carot, Patricia

1987   Archeologie des grottes du nord de l’Alta Verapaz. Tesis de maestría, Departamento de Antropología, Université Paris I.

 

Dillon, Brian D.

1977   Salinas de los Nueve Cerros, Guatemala. Studies in Mesoamerican Art, Archaeology, and Ethnohistory no. 2. Ballena, Socorro, New Mexico.

1981   Camela Lagoon: Preliminary Investigations at a Lowland Maya Site in El Quiche, Guatemala. Journal of New World Archaeology IV (3):55-87.

 

Feldman, Lawrence (ed. y trad.)

2000   Lost Shores, Forgotten Peoples: Spanish Explorations of the South East Maya Lowlands. Duke University Press, Durham.

 

Garrido López, José Luis

2008   Las figurillas de Salinas de los Nueve Cerros, Cobán, Alta Verapaz: Un estudio descriptivo e interpretativo sobre su función. Tesis de licenciatura, Escuela de Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala.

 

Sapper, Karl

1985   The Verapaz in the Sixteenth and Seventeenth Centuries: A Contribution to the Historical Geography and Ethnography of Northeastern Guatemala (traducido por T. Gutman). Occasional Paper 13. University of California Institute of Archaeology, Los Angeles.

 

Schwab, Gregory; Mark Lentz, Seleste Sanchez, Brent Woodfill, Mirza Monterroso y Judith Valle

2012   Espeleoarqueología, etnohistoria y etnografía en la región Nueve Cerros. En XXV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2011 (editado por B. Arroyo, L. Paiz y H. Mejía), pp.581-90. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

 

Thompson, J. Eric S.

1970   Maya History and Religion. University of Oklahoma Press, Norman.

 

Van Akkeren, Ruud

2012   Xib’alb’a y el nacimiento del nuevo sol: Una visión posclásica del colapso maya. Piedra Santa, Guatemala.

 

Woodfill, Brent K. S.

2013   Community Development and Collaboration at Salinas de los Nueve Cerros Guatemala: Accomplishments, Failures, and Lessons Learned Conducting Publically-Engaged Archaeology. Advances in Archaeological Practice 1(2):105-20.

2014   Interpreting an Early Classic Pecked Cross in the Candelaria Caves, Guatemala: Archaeological and Indigenous Perspectives. Ethnoarchaeology 6(2):103-20.

Fig.1: Mapa mostrando la ubicación de Salinas de los Nueve Cerros y áreas asociadas(dibujado por C. Tox Tiul, modificado por B. Woodfill).

Fig.2: Mapa del Grupo Tierra Blanca (dibujado por A. Rivas con J. Garrido, A. Velásquez y M. Wolf).

Fig.3: Mapa de la región Nueve Cerros mostrando la extensión conocida del área urbano (dibujado por C. Tox Tiul y modificado por B. Woodfill).

Fig.4: Vistas preliminares de fotogrametría hecho con dron (creado por E. Richie).