032 Las excavaciones en la Pequeña Acrópolis de Dzibanché. Análisis de resultados y primeras interpretaciones. Eduardo Salvador Rodríguez – Simposio 28, 2014

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032 Las excavaciones en la Pequeña Acrópolis de Dzibanché. Análisis de resultados y primeras interpretaciones.

Eduardo Salvador Rodríguez

 

XXVIII Simposio de Investigaciones
Arqueológicas en Guatemala

Museo Nacional de Arqueología y Etnología
14 al 18 de julio de 2014

Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Lorena Paiz

 

Referencia:

Rodríguez, Eduardo Salvador
2015 Las excavaciones en la Pequeña Acrópolis de Dzibanché. Análisis de resultados y primeras interpretaciones. En XXVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2014 (editado por B. Arroyo, L. Méndez Salinas y L. Paiz), pp. 395-407. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

 

Las excavaciones en la Pequeña Acrópolis de Dzibanché. Análisis de resultados y primeras interpretaciones
Eduardo Salvador Rodríguez
Palabras clave
Sur de Quintana Roo, Dzibanché, Pequeña Acrópolis, Clásico Tardío.

Abstract
The Small Acropolis is situated on the back part of the main plaza of Dzibanche’s ceremonial area. Although investigations at this structure started in 2003 under the direction of Dr. Enrique Nalda, an integral research project wasn’t formulated until 2007. This paper addresses data recovered during the 2008 and 2009 field seasons, presenting among the first results the Acropolis’ upper final configuration, its constructive sequence, modeled stuccos and wall graffiti, as well as parts of a massive Postclassic offering deposited at the structure’s center.

 

Contexto
El sitio arqueológico de Dzibanché se encuentra ubicado al sur de Quintana Roo, en un área rodeada por bajos. Fue reportado por primera vez por Thomas Gann en el año de 1927 y fue nombrado Tzibanché, “escritura en madera”, a partir de un dintel de madera ubicado en la Estructura VII que contenía una inscripción jeroglífica (Nalda y Camacho 1995:14). Después de varios años en el olvido, en 1993 iniciaría un proyecto arqueológico formal con el nombre de Sur de Quintana Roo, bajo la dirección del Dr. Enrique Nalda Hernández.

El rango de ocupación de Dzibanché en la plenitud de sus funciones va desde el Clásico Temprano al Clásico Tardío (Nalda 2000), con una ocupación menor hasta bien adentrado el Postclásico (Nalda y Balanzario 2010). Dentro del asentamiento existe la presencia de elementos característicos relacionados con la urbe de Teotihuacán (Nalda y Balanzario 2007), y, a principios de este siglo, Dzibanché cobró cierta relevancia con el descubrimiento de datos arqueológicos y epigráficos que vinculan a la ciudad con la Dinastía Kan (Nalda 2004). Se trata de un sitio de primer orden, urbanizado mediante un patrón de asentamiento disperso, compuesto por cuatro grandes grupos, Kinichná, Tutil, Lamai y Dzibanché, unidos entre ellos por sacbés (Nalda y Campaña 1998).

El grupo Dzibanché está compuesto por tres plazas principales, la de mayor relevancia es la Plaza Xibalbá, que se encuentra flanqueada por dos de los edificios más importantes del asentamiento: la Estructura I, o Templo del Búho, y la Estructura II, o Templo de los Cormoranes.

Al este del asentamiento, y a espaldas del Templo del Búho, se ubican una serie de edificios y plazas menores de un carácter más privado que, por sus características arquitectónicas y dadas las últimas investigaciones en el sitio arqueológico, se datan para el periodo Clásico Tardío. Es en esta área donde se ubica el edificio que fue denominado como Pequeña Acrópolis.

El nombre de Pequeña Acrópolis le fue otorgado por el arqueólogo Javier López Camacho, quien realizara el mapeo de todo el sitio, por la similitud que guarda con el complejo Kinichná, que es la Acrópolis ubicada al norte del Dzibanché. El Dr. Enrique Nalda menciona sobre la estructura: No es realmente una acrópolis sino, quizás, un conjunto habitacional de elite, similar al de los 27 escalones de Kohunlich (Nalda y Campaña 1998: 41).

Intervenciones
2003. Fue durante esta temporada de campo que el proyecto se planteó sondeos de estructuras y áreas no intervenidas por medio de la realización de pozos estratigráficos con el fin de tener un primer acercamiento, realizándose así la primera intervención en la Pequeña Acrópolis.

Se programaron dos pozos en la estructura, uno en cada uno de los dos niveles que resaltaban en el derrumbe. En el primer nivel, el pozo arrojó una secuencia estratigráfica en la cual la cerámica ubicaba al edificio en el Clásico Tardío. Mientras que, el pozo del segundo nivel fue realizado al centro del complejo, donde una estratigrafía similar volvía a datar al edificio en el Clásico Tardío. En esta última exploración, además de ubicarse una posible subestructura, sobresalieron los incensarios que fueron recuperados a tan solo unos centímetros de la superficie (Nalda y Balnzario 2003).

Se trata de una ofrenda que, por su cerámica, sabemos que fue depositada en él Postclásico Tardío (Nalda y Balanzario 2005), compuesta por incensarios efigie del tipo Chen Mul Modelado, Cehac-Hunacti y Navula, todos dentro de la clasificación de la cerámica Mayapan (Smith 1971). Además se registró presencia de cerámica del tipo Muna Pizarra y elementos de las familias Mama Red y Tulum Red, también tardías (Robles 1990).

2006. Durante esta temporada de campo el proyecto realizó nuevas exploraciones en la estructura, ahora con el apoyo de los estudiantes de la ENAH, Roberto Vilchis Silva y Eduardo Salvador Rodríguez, quienes durante un mes realizaron ocho pozos en el corredor principal de la estructura, que corre con un eje norte sur, además de realizar una cala al centro del edificio principal. Así mismo, se hizo un croquis interpretativo de cómo podría estar constituida la Acrópolis (Nalda y Balanzario 2006).

En la cala y los pozos cercanos al centro de la Acrópolis se recuperaron más incensarios del tipo Mayapán, cerámica del Clásico Tardío y Postclásico, así como cascabeles de cobre, anillos y laminillas de tumbaga y oro, nuevamente en las capas superficiales del derrumbe del edificio (Nalda y Balanzario 2010).

Estos últimos descubrimientos plantearían la posibilidad al proyecto de generar un programa de intervención que explorara de forma integral el edificio y algunas plazas aledañas, además de habilitarlo como parte del circuito de visitas que realiza el turismo dentro del sitio.

2007. Fue elaborado un proyecto de investigación que integraría los sitios arqueológicos del sur de Quintana Roo: Kohunlich, Dzibanché y, por primera vez, se trabajaría Ichkabal, un sitio masivo con arquitectura preclásica. Los fondos serían otorgados por el INAH, el Gobierno de Quintana Roo y el Gobierno Federal.

Así fue que inició formalmente un proyecto de intervención integral en la Pequeña Acrópolis. Bajo la supervisión del arqueólogo Daniel Moreno Zaragoza, se iniciaron las exploraciones en el corredor norte-sur liberando la fachada principal del edificio ubicado al este del complejo, el cual resultó ser el edificio más grande de todo la estructura. Se identificaron siete vanos de acceso y se exploró el vano del centro que atraviesa prácticamente todo el edificio, conformado por dos crujías.

En el vano central del edificio principal de la Pequeña Acrópolis, así como en las áreas aledañas en el pasillo norte-sur, se recuperaron más incensarios Postclásicos además de cuchillos de pedernal y obsidiana, caracoles, cascabeles de cobre y demás elementos suntuarios provenientes de lo que ahora ya podríamos mencionar como una ofrenda masiva depositada en el centro del edificio en el periodo Postclásico (Nalda y Balanzario 2007).

Sin embargo, la temporada se vio abruptamente interrumpida por el huracán “Dean” que golpeó las costas del Caribe en el sur de Quintana Roo. Posteriormente al paso del meteoro, todos los recursos fueron redirigidos a la restitución del sitio atendiendo a los daños ocurridos por las lluvias y los fuertes vientos.

2008-2009. Durante estos dos años se desarrolló el periodo de más intensidad en los trabajos e investigaciones en la Pequeña Acrópolis. Con la supervisión de Eduardo Salvador Rodríguez, se inició un programa integral que culminaría con la liberación de todos los edificios de la parte superior de la Acrópolis, su consolidación y presentación al público, el registro integro de los grafitis presentes en los muros, así como también se terminó la exploración y recuperación de la ofrenda masiva del Postclásico, teniendo así el universo completo de los objetos depositados en la parte central de la estructura. Finalmente se concluyó con un programa de elaboración de pozos estratigráficos para investigar los edificios, buscando conocer las etapas constructivas y la secuencia cerámica.

 

La Pequeña Acrópolis

Arquitectura
La estructura monumental denominada como Pequeña Acrópolis, es una construcción de base rectangular que, tomando en cuenta el primer y el segundo nivel sin el basamento, mide cerca de 60 m de largo por casi 40 m de ancho. La Acrópolis cuenta con cuatro edificios en su cima y, actualmente, tiene 19 m de alto hasta el cierre de la bóveda de su edificio principal, habiéndose identificado solo una etapa constructiva anterior.

A la estructura se accede por medio de una gran escalera que comunica la plaza con el primer nivel, donde desplantan tres escaleras que conducen al área de los edificios. Estos, a su vez, se sirven de tres pasillos a manera de vestíbulo que controlan la circulación en la parte superior, además de corredores más pequeños entre edificios, en sus costados y en la parte posterior de los mismos.

E-I Palacio Oriente. Es el edificio más grande de la Pequeña Acrópolis, tiene alrededor de 56 m de largo por casi 10 m de ancho y está compuesto por 2 largas crujías que en los extremos no cierran, si no que comunican al exterior como accesos laterales. Cuenta con nueve vanos en su fachada principal, dos internos y cinco en la parte posterior, que no coinciden de ninguna manera para comunicar libremente entre crujías y fachadas, salvo el vano principal también llamado “pasillo central”. Éste, atraviesa por completo al edificio, alineándose con el acceso principal del edificio E-VI y formando claramente un eje de importancia en la Acrópolis. Esta área sería de suma relevancia para las investigaciones, pues es donde se colocaría la mayor parte de la ofrenda del Postclásico.

El eje central también divide al E-I en dos secciones, norte y sur. En la fachada posterior, en los muros del edificio, se identificó un remetido de 50 cm en ambas secciones, dividiendo esta cara en 3 partes (tripartito). En la fachada principal se identificó un drenaje que se ubica en la sección sur del mismo, casi en la intersección con el E-III, que también tiene un drenaje en esa área.

El arranque de la bóveda se ubica a 3.20 m de altura mientras que su cierre está a poco más de los 5 m. En la excavación de las bóvedas se identificaron las huellas de dos hileras de tensores en los intradós de la bóveda.

El edificio en sus crujías estuvo estucado de color blanco, con una franja roja identificada en la crujía interna, justo por debajo del arranque de la bóveda. Los pisos están estucados en color rojo, lo mismo que las jambas de los vanos exteriores.
Las excavaciones evidenciaron un fallo estructural que provoco un derrumbe parcial del basamento de la Acrópolis en la esquina sureste, lo que provocó la pérdida de parte de los muros del E- I en esta misma área. Este derrumbe provocó dos movimientos en este edificio: un hundimiento parcial hacia el sur que se uniría a una inclinación de los muros hacia el este. Cabe mencionar que no presenta fracturas en sus muros o pisos, salvo las provocadas por el derrumbe parcial del mismo al ceder los dinteles, es decir, los dos movimientos antes mencionados los realiza la estructura en su totalidad, desde sus cimientos o cajones constructivos. Es muy probable estos eventos también sucedieran al momento de sus construcción.

E-II y E-III Palacios Norte y Sur. Son dos edificios que si bien no son iguales, guardan muchas similitudes entre sí: miden entre 9.00 y 9.50 m de ancho por poco más de 19.00 m de largo, variando un poco en tamaño, además de que ambos están separados del E-I por un pequeño corredor.

Tienen dos crujías, externa e interna, y cuentan con 3 vanos en la fachada principal, 3 internos y un número similar en el lado posterior. Al igual que en el E-I, los vanos no permiten un acceso directo al interior de los edificios ya que estos se encuentran desfasados, exceptuando el que se ubica al oeste de ambas estructuras, que corre libremente en ellos. Las crujías no cierran en los extremos de los edificios que tienen salida hacia estas áreas. Los palacios parecieran abrirse unos grados al poniente, en dirección contraria al basamento principal, hacia el exterior y en las esquinas ubicadas al oeste, en la parte trasera de ambos edificios, los muros disminuyen su volumen terminando casi en triangulo. El arranque de las bóvedas es muy similar entre los dos, iniciando a los 3 m de altura.

En la fachada posterior del E-II se identificó en los muros dos remetidos que nuevamente dividen en tres al edificio, al igual que en el E-I, pero que no está presente en su compañero al sur, ya que solucionan este arreglo ampliando los muros centrales del E-III. En la esquina noreste se identificaron los restos de un drenaje que provenía de la bóveda.

E-IV Palacio Central. En un principio se pensó que se trataba de dos edificios diferentes pero, al igual que el edificio principal, resultó ser una sola estructura que sirve de pórtico y obstáculo visual a este último, exceptuando por el vano central del E-IV que forma parte de ese eje de importancia asociado al E-I generando un libre tránsito entre las estructuras. El edificio central mide de largo casi 28 m por 6 m de ancho. Está asentado sobre una subestructura de paramentos ataludados con remetidos (moldura delantal) que fue decapitado y ahogado para construir el segundo nivel de la Acrópolis.

El E-IV tiene cinco vanos en su fachada principal y tres en la posterior, su única crujía corre libremente hacia los costados ya que, al igual que sus compañeros, tampoco cierra en los extremos. En el corredor genera remetidos para ganar espacio dentro del edificio.

Al realizarse las excavaciones, llamó la atención la ausencia de material de derrumbe en esta estructura en comparación con las otras; aun a pesar de tener una sola nave, el escombro removido resultaba mínimo, por lo cual postulamos que o bien no tuvo bóveda y el techo fue de material perecedero, o las ocupaciones de gente en el Postclásico desmantelaron y robaron la piedra de este edificio para la construcción de sus casas (Nalda y Balanzario 2010), en todo caso tampoco se identificó el arranque de la bóveda.

Paramento poniente del último cuerpo. El paramento poniente tiene un arreglo compuesto por un talud y un tablero muy elaborados con varios niveles y secciones. En el edificio sur, el talud donde desplanta este paramento del último cuerpo, presenta una banda iconográfica con referencias a los astros (banda celeste). Además, el tablero presenta aún una ornamentación de estuco modelado con diferentes volúmenes. En el edificio del norte, el talud solo presenta estuco blanco y restos de un tablero decorado con estuco en volumen, además de una moldura en delantal.
Escaleras. La escalera del centro que lleva a E-IV está flanqueada por paramentos ataludados que, muy probablemente, tuvieron decoración en estuco modelado dados los fragmentos encontrados in situ y en el derrumbe en estas áreas. Estos paramentos a su vez colindan con las escaleras laterales, las cuales llevan a los edificios ubicados al norte y al sur respectivamente. En la parte superior rematan con escalones en forma de escuadra mientras que el muro lateral de las mismas colinda con banquetas o escalones que llevan al paramento poniente de ambos edificios.

Estratigrafía y Cronología
Una vez concluidos los trabajos de remoción del derrumbe y de consolidación de los edificios, procedimos a realizar pozos estratigráficos que vendrían a completar la información que ya se tenía de las excavaciones realizadas en algunas calas, y se llevó a cabo la investigación de algunas anomalías. En total se realizaron 10 pozos, 4 calas y se investigaron 15 anomalías (el proyecto denominó “anomalía” a la ausencia y/o ruptura de los pisos de estuco). En algunos de los casos estas aberturas de los pisos se asociaban a restos de ceniza, lo que nos hace suponer que se trata de fogones realizados después del abandono de la Acrópolis.

En conjunto este tipo de excavaciones arrojaron los siguientes resultados: la única estructura temprana es el basamento donde desplanta el actual edificio E-IV, que fue parcialmente desmantelado en su fachada principal para colocar la escalera del centro y los muros ataludados de los costados y no se encontró evidencia alguna del paramento o de alguna escalera más temprana. Las excavaciones en los pozos no encontraron pisos de estuco donde desplante este edificio, solo se identificó un apisonado bien compactado de tierra gris. Posteriormente, en el Clásico Tardío, se inició un nuevo programa de construcciones en el cual, utilizando cajones de relleno como sistema constructivo, se amplió el basamento y se ahogó el edificio antiguo para ganar la altura que tiene el actual segundo nivel de la Pequeña Acrópolis.
La cerámica recuperada en las excavaciones del derrumbe se data, principalmente, para el Clásico Tardío, con algunos representantes del Medio y Temprano pero, en general, se tiene la presencia de tiestos del grupo Pizarra, Balanza, Infierno, Dos Arroyos y los estriados como los Triunfo, entre otros reportados en las secuencias cerámicas de El Mirador (Forsyth 1989) y Becán (Ball 1977). Adicionalmente, se encontró la cerámica depositada en ofrendas durante el Postclásico de la familia de Mama y Tulum Red, y los asociados a la cerámica de Mayapán.

Los Grafitis y los estucos modelados
Durante las exploraciones de los edificios de la Pequeña Acrópolis se identificaron muros que contenían los denominados “grafitis”, o dibujos esgrafiados, que, dada la evidencia recabada durante las excavaciones, fueron realizados en diferentes momentos de la historia de la estructura. Algunos se llevaron a cabo durante su uso: encontramos grafitis bajo la actual capa de estuco y otros que fueron realizados en la parte baja de los muros de modo tal que solo pudieron llevarse a cabo estando sentados sobre el piso. Los que fueron realizados posteriormente al abandono de la Acrópolis se realizaron en diferentes momentos del derrumbe de los edificios, ya que en algunos casos los grafitis son identificados a la mitad del muro o inclusive por debajo del arranque de las bóvedas.

Una vez identificados, se procedió a realizar un registro temiendo que con el paso del tiempo se pudieran perder. Se realizaron calcas de los dibujos utilizando plástico poliéster y algunas estacas a forma de bastidores; para realizar los trazos se emplearon marcadores indelebles de punta blanda para no lastimar el estuco.
Con el registro pudimos clasificar diferentes temáticas en los grafitis: personajes, se trata de la representación de seres humanos de cuerpo completo; retratos, con la representación de bustos y rostros de personas; arquitectura, la representación gráfica de algunos edificios, generalmente los que se encuentran en el sitio; glifos, representando algunos elementos iconográficos o jeroglíficos mayas; y, por último, escenas, donde se representa arquitectura conviviendo con seres humanos en algún momento de la vida cotidiana de las personas que habitaron el sitio.

En las exploraciones en los niveles superiores de la Pequeña Acrópolis, se recuperaron fragmentos de estucos modelados que representan iconografía, molduras y jeroglíficos. Durante las excavaciones de las temporadas 2008-2009, identificamos áreas con una gran acumulación de este material en el derrumbe, por lo general asociado a accesos o vanos, además de en algunas secciones al interior de los edificios. Esto nos habla de la presencia de frisos con secciones decoradas, tal vez solo en las entradas, además de posibles cresterías que, al derrumbarse, colapsaron al interior de las crujías.
En algunos casos se exploraron áreas de la Acrópolis donde el estuco modelado aún estaba in situ, como es el caso del paramento poniente del E-III donde se localizó una banda celeste en un talud, seguida por un elaborado tablero con restos de elementos orgánicos modelados en estuco. En otras áreas menos preservadas, solo quedan algunos pocos fragmentos, como es el caso de los taludes a los costados de la escalera central y el paramento poniente del E-II.

Las ofrendas y los restos óseos
Algunos objetos suntuarios parecen no estar asociados a la ofrenda masiva del Postclásico como, por ejemplo, los que se encuentran en la Anomalía I en la que un caracol trompeta y una vasija fueron colocados sobre el piso junto a la abertura de un fogón. En otro caso, una olla del tipo cerámico Chorreado Balantun (Smith 1971) fue colocada en el remetido norte de la fachada posterior del E-I. En otros lugares, como sobre los muros del extremo norte del mismo edificio, fueron recuperados grandes cuchillos de pedernal.

En las excavaciones en la Pequeña Acrópolis, se recuperaron numerosos restos óseos, tanto animales como humanos. En el edificio E-IV, en la sección de la crujía que se ubica al sur del pasillo central, se identificó un área donde en el derrumbe se encontraron una gran cantidad de restos humanos provenientes de varios individuos. Éstos se encontraban revueltos entre piedras provenientes de los muros y no guardaban ninguna posición anatómica. El estado tan deleznable que presentaban los huesos provocó una lenta y casi imposible recuperación de estos ya que, prácticamente, se desintegraban al tacto. Pudimos identificar algunas extremidades articuladas (brazos) y las mandíbulas de dos individuos y se recuperaron, principalmente, huesos largos y un incensario Postclásico del tipo Cehac-Hunacti asociado a esta acumulación de restos humanos.

La cercanía con el área de afectación de la deposición de la ofrenda del Postclásico nos hace pensar que pudiese tratarse también de una parte de lo ofrendado y que por eso no se encontraron esqueletos completos. Otra posibilidad es que estuvieran sobre el edificio y, al colapsarse los muros, éstos se llevaran hacía el suelo los huesos, depositándolos entre el derrumbe sin acomodo alguno.

En el pasillo principal se identificaron más restos humanos, pero en esta ocasión solo son algunas partes, como restos de cráneos y algunos huesos aislados. Es digno de mencionar que en esta área, así como en las cercanías al área de deposición de la ofrenda del Postclásico, se recuperaron alrededor de 15 dientes humanos aislados, por lo que pareciera que los están depositando como parte de la ofrenda en la Acrópolis.
En el edificio principal E-I, en la crujía interna de su sección sur muy cerca del pasillo central, se ubica el área donde podríamos identificar un entierro. Restos de un ser humano y un venado fueron recuperados en esta área. El venado fue recuperado desarticulado, colocado sobre el piso de la crujía dentro de una capa de arenilla y acompañado de cerámica fragmentada, al parecer Infierno Negro. Los restos humanos se identificaron por encima del nivel del venado en una capa que abarca casi 1.50 m de espesor, revuelto en una capa compuesta de mucho material orgánico y arena.

En el proyecto se pensó que se podría tratar de un caso de estratigrafía invertida, es decir, que el entierro de este individuo y su posible ofrenda, el venado, estuviesen colocados en un nivel superior del edificio, tal vez sobre la bóveda o sobre los dinteles, y que, al colapsar estos se hubiesen llevado a pique todo el material (plantas, tierra y huesos) quedando depositada sobre el piso de la crujía la capa más tardía, es decir el venado. Esta sección es de suma importancia en la deposición de la ofrenda del Postclásico, ya que el derrumbe parcial del edificio generó un espacio donde se depositaron incensarios en las capas superiores al derrumbe, es decir, sobre el estrato que contiene los restos humanos.

En la crujía interna del E-III se identificó un área entre vanos sobre cuyo piso se recuperó una capa de casi 15 cm de espesor compuesta por diminutos esqueletos de murciélagos que fue sellada por el derrumbe. Un caso interesante de ocupación intrusiva por parte de estos mamíferos que vivieron y murieron en esta sección del E-III por muchas generaciones hasta que el edificio se selló completamente con su derrumbe.

La ofrenda masiva del Postclásico
Si bien la ofrenda del Postclásico esta desperdigada a lo largo de todo el pasillo central y áreas aledañas, son tres los puntos importantes de deposición de objetos:
El primer lugar, al centro de la estructura, es decir, en la intersección de los pasillos principal (norte-sur) y el central (este-oeste), se recuperaron gran cantidad de objetos, tanto incensarios efigie, vasijas, objetos de metal, como cascabeles y caritas de cobre, laminillas de oro y tumbaga, objetos de lítica pulida como cuentas de jade, cuchillos de pedernal y obsidiana, cuentas de concha y coral, además de fragmentos de un cráneo y algunos dientes.

En segundo lugar se encontró el área que abarca el pasillo central dentro del E-I, es decir, su vano principal, donde también se recuperó una cantidad considerable de objetos suntuarios como los ya mencionados, además, vasijas tardías, anillos de cobre y un caracol trabajado y modificado para ser una paleta para pigmentos.

El tercer lugar está ubicado en la crujía interna del E-I en su sección sur, colindando con el pasillo central. Se ubica muy por encima del nivel del derrumbe, sobre 1.50 m y por debajo del arranque y derrumbe de la bóveda. De esta sección se recuperan restos de incensarios incluyendo un personaje con un tocado de venado, vasijas rellenas con cuentas de jade y bolas de alguna resina, e inclusive, restos orgánicos pertenecientes a plantas que crecieron dentro de la bóveda, un avispero que ahí fue construido, y parte del tensor de los intradós. Todo esto fue completamente sellado cuando la bóveda colapsó y cerró este contexto.

Los materiales recuperados
La cerámica. El material recuperado más frecuente en la ofrenda es el cerámico, sobresaliendo los incensarios del tipo efigie Chen Mul y Cehac Hunactic, como los reportados en la secuencia de Mayapán (Smith 1971), y vasijas tardías de los tipos cerámicos de Cobá y Becán, como los Navulá y Rojo Tulum (Robles 1990 y Ball 1977).
Para el 2006 se habían identificado 13 diferentes incensarios efigie, aunque en gran parte incompletos. El Dr. Nalda logro identificar deidades como, el dios viejo, el dios M, D y L, el dios descendente e Itzamna, entre otros (Nalda y Balanzario 2010). Durante los años siguientes la cifra de incensarios aumentaría considerablemente, solo en el 2008 se calcula que se identificaron cerca de 15 modelos. En las exploraciones del 2007 uno de los incensarios recuperados tiene todos los atributos faciales de Tlalóc, deidad del centro de México asociada a la lluvia. Mientras que en 2008-2009, se localizan otros incensarios asociados a Itzamna, además de un personaje con pintura corporal azul, cubierto con puntos amarillos, tal vez simulando putrefacción, sobresale que en su tocado, esta deidad tenía un venado completo.
La lítica. En cuanto a los materiales líticos, tenemos la presencia de varias ofrendas compuestas por pares de cuchillos de pedernal y obsidiana marcando una simbología evidente. Solo en el 2008, en la lítica pulida se recuperaron numerosas cuentas de piedra, como riolitas, y más de 30 objetos de jade y piedra verde en forma de cuentas circulares o tubulares. Éstas fueron recuperadas en el derrumbe y, en algunos casos, dentro de vasijas asociadas a alguna resina. Además, se recuperó una carita de jade que, al parecer, pertenece a una pieza reutilizada.

Las conchas y el coral. En el derrumbe excavado en el 2008 fueron recuperadas cerca de 40 cuentas de un material rojo intenso, al parecer coral, y alrededor de 15 cuentas de concha, entre las que destaca especialmente un fragmento de Spondylus en forma de estrella. Entre los caracoles tenemos piezas completas y fragmentos de la especie Turbinella angulata, algunos con los típicos orificios que lo convierten en trompetas. Uno de los caracoles recuperados presenta un trabajo por el cual se podría clasificar como una herramienta de trabajo agrícola, siguiendo la clasificación de Belem Zúñiga, pues tiene forma de punta o pico (Zuñiga 2007: 47). Además, algunos caracoles de la especie Oliva porphyria fueron trabajados como pendientes.

Son dignos de mencionar otros dos hallazgos. El primero se ubicó sobre el piso del pasillo central dentro del E-I y consta de un caracol que presentaba un corte transversal además de unas modificaciones que lo dividían en tres secciones. Cada una tenía manchas de un pigmento diferente, se trata de una paleta de colores en la que predomina el negro. El segundo hallazgo fue recuperado al centro de la Acrópolis y se trata de un pectoral de concha de unos 0.20 m de largo en forma de gota con el centro calado. Este pectoral está representado en varias escenas del Códice de Dresde siendo utilizado por distintos personajes (por ejemplo en la página 48).

Resinas y material orgánico. En la crujía interna de la sección sur del E-I el derrumbe de la bóveda cubrió la ofrenda depositada sellando y preservando muy bien el material. De esta forma, se pudo recuperar esferas de resina. En algunos casos estas esferas estaban acompañadas de cuentas de jade dentro de una olla con tapa.

Metales. En la excavación se recuperó una cantidad considerable de cascabeles de cobre. Solo en el 2008 se recuperan 20 piezas y se identificaron al menos ocho formas diferentes, entre las que sobresale una antropomorfa. Fueron localizados en su mayoría en los estratos superiores del derrumbe en el área central de la Acrópolis, así mismo, aunque en menor cantidad, la dispersión de este material abarca las crujías y fachadas a lo largo del E-I. Al centro de la estructura, en el pasillo central, se recuperaron tres anillos de cobre y cinco caritas del mismo material, al perecer pertenecientes a un collar. Este hallazgo, es similar al reportado en las exploraciones de Mayapán en Yucatán, donde aparecen casi las mismas formas para los cascabeles, anillos y hasta algunas caritas humanas (Pollock et al. 1962).

Desde el comienzo de las excavaciones en el 2003 fueron recuperados cascabeles de cobre, así como unos 40 fragmentos de unas laminillas doradas muy delgadas que, por la corrupción del material, se piensa que pueden ser de oro y de tumbaga (oro con cobre). En algunos casos estaban trabajadas con algún dibujo repujado en el metal. Una pequeña placa de oro, que no presentaba corrupción, fue recuperada sobre el piso del pasillo principal. Este objeto no era mayor a los 10 cm de largo por 5 cm de ancho y tenía correas del mismo material como para sostenerlo a algo, es por esto que se asumió que se trataba de un diminuto pectoral.

Es probable que todos los elementos recuperados de metal, salvo los anillos, estén asociados o formen parte de algún incensario Mayapán del tipo efigie, ya que se recuperaron fragmentos de cerámica asociada en contexto con cascabeles de cobre o fragmentos de las laminillas de tumbaga. Del mismo modo, el pectoral de oro, es probable que pendiera de alguno de estos incensarios. Al sur del E-I se recuperó un fragmento de cerámica con la huella de un cascabel de cobre por lo que podría tratarse de un molde. Si fuera este el caso, Dzibanché tendría documentada una gran parte del proceso productivo del metal realizado en el sitio.

Consideraciones finales
Después de realizar una revisión de los trabajos en la Acrópolis a lo largo de casi una década, con especial enfoque en el periodo correspondiente al 2008-2009, es posible realizar algunas observaciones a manera de conclusión respecto a esta estructura.
La Pequeña Acrópolis, como fue llamada desde un principio, formalmente cumpliría las características que definen a este tipo de complejo, por que delimita visualmente desde la plaza gracias a los dos niveles y sus edificios con vanos desfasados. Además, condiciona el acceso físicamente por medio de 3 escaleras y un edificio vestibular, el E-IV.

El Dr. Enrique Nalda la definió como una unidad residencial de elite, sin embargo no encontramos banqueta alguna (aunque que pudo ser de material perecedero), ni una conformación al interior de los edificios que nos hiciera suponer que fue construida con un objetivo habitacional. Se trata de largas crujías que corren libremente ya que tienen salida en los extremos.

Los cierto es que la evidencia arqueológica apunta a que la Pequeña Acrópolis y los conjuntos habitacionales aledaños, como la Plaza Pom, fueron conformadas hacia el término del periodo de vida plena en el sitio, sobreviniendo entonces el colapso de la ciudad. No se sabe si realmente el sitio fue abandonado hacia finales del Clásico Terminal, lo cierto es que hay un cese en los programas constructivos en Dzibanché, tal vez desde tiempo atrás.

A pesar del supuesto abandono o no del sitio, a lo largo de las investigaciones se constató una ocupación Postclásica cuya presencia se ha evidenciado arqueológicamente. Se conocen al menos 6 casas ubicadas dentro del complejo ceremonial, sin mostrar ninguna relación con el asentamiento original de la ciudad. Para la construcción estas viviendas, ocuparon piedra de los edificios aledaños y por su ubicación, parecieran que los utilizaron como plataformas y como protección contra tormentas.

La identificación de estas casas pareciera evidenciar una población poco numerosa ocupando el sitio  en el Postclásico, sin embargo un numero demasiado importante de ofrendas compuestas por incensarios del tipo Mayapán fueron localizadas en los edificios más importantes del sitio (Nalda y Balanzario 2010), además de la ofrenda masiva de la Acrópolis, lo que podría hablarnos de una ocupación funcional en Dzibanché.

Un grupo pequeño de migrantes erráticos, como se planteó en un principio (Nalda y Balanzario 2010), tal vez no tendría la capacidad material para depositar una serie de ofrendas tan grande. Lo más probable es que se trate o de un grupo bien conformado que posiblemente ubicara al sitio como parte de una ruta comercial bien establecida que correría hacia el norte de la península de Yucatán y hacia Centro América. De esta manera los artículos suntuarios y las ideologías llegarían hasta Dzibanché, un sitio que vivió su auge en el Clásico, que sería reocupado y reinterpretado por gente foránea que se asentó ahí o que estaba de paso.

La pregunta que surge entonces, es por qué la Pequeña Acrópolis fue el lugar idóneo para la deposición de estas ofrendas y no los edificios principales como el Templo I y II los cuales solo tuvieron una ofrenda mínima. Para responder a la pregunta hacerlo tendríamos que pensar en Dzibanché ubicado en el Postclásico, tal vez no del todo abandonado pero con una población sin la capacidad de dar mantenimiento a las grandes estructuras; por obvias razones los edificios más tempranos estarían en un avanzado estado de deterioro, pero, tal vez, no ocurriera lo mismo con las estructuras del Clásico Tardío, sobresaliendo la Acrópolis dado su volumen.

En las exploraciones de la ofrenda se identificó que la deposición no se dio en un solo evento, sino en varios a lo largo de un periodo extenso, lo que se evidencia en el grado de deterioro del edificio. Algunos objetos fueron localizados sobre el piso o en una capa cercana, muy probablemente colocados antes de los derrumbes iniciales del edificio principal, mientras que otros objetos quedaron atrapados entre dos capas de derrumbe que los aprisionaron, colocadas seguramente después de los primeros desprendimientos de mampostería. Finalmente están las que fueron colocadas ya sobre el derrumbe, que para entonces ya debería de existir una tradición ritual de deposición de ofrendas en este lugar pero que también fueron cubiertas por la creciente capa vegetal producto de la reocupación selvática.

El área de deposición ubicada en la crujía interna de la sección sur, que colinda con el pasillo central del E-I, debió de ser un sitio muy atractivo para esta actividad ritual, ya que las ofrendas fueron colocadas después de un derrumbe casi generalizado del centro de este edificio, con el colapso de los dinteles y la bóveda del vano central, y que cubrieron parte de las crujías en las áreas aledañas, desplazando todo el material colocado arriba de este, y tal vez, provocando más derrumbes al interior. Todo lo anterior generó una oquedad, en una montaña que la selva comenzaba a recuperar, pero que aún contenía elementos mágicos como pinturas y estucos con representaciones fantásticas creadas por los ancestros que vivieron en Dzibanché.
Aún se está muy lejos de comprender en su totalidad la función de la Pequeña Acrópolis en el Clásico Terminal, de la misma manera ocurre con la comprensión de las ofrendas allí depositadas. Se necesita mucha más investigación de laboratorio para completar la información recabada en campo. El proyecto en curso tiene como objetivo dar continuidad a las investigaciones. Este artículo es tan solo un aporte inicial de los resultados de las excavaciones en la Pequeña Acrópolis de Dzibanché.
En memoria al Doctor Enrique Nalda Hernández.

Referencias
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Fig.1: Plano de la ubicación de la Pequeña Acrópolis en Dzibanché
(Tomado de López y Campaña, modificado por Salvador).

Fig.2: Planta arquitectónica de la Pequeña Acrópolis.

Fig.3: Corte arquitectónico Este-Oeste de la Pequeña Acrópolis, ubicando la subestructura.

Fig.4: Corte arquitectónico Norte-Sur de la Pequeña Acrópolis, ubicando la subestructura.

Fig.5: Alzado del paramento Poniente del E-III donde se ubica la Banda Celeste.

Fig.6: Planta arquitectónica de la Pequeña Acrópolis ubicando el área de deposición
de la ofrenda del Posclásico.

Fig.7: Diferentes formas de cascabeles y caritas de cobre recuperados en la ofrenda del Posclásico,
además de una placa de jade con forma antropomorfa y un sello de cerámica.

Fig.8: Vista Final de las Escaleras y el Edificio E-IV en la Pequeña Acrópolis.

Fig.9: Vista Final de la Escalera Central, el E-IV y el E-I en la Pequeña Acrópolis.