04 RESULTADOS PRELIMINARES DE LAS EXCAVACIONES DE RESCATE ARQUEOLÓGICO EN EL ÁREA SUR DE LA LAGUNA EL NARANJO, KAMINALJUYU Álvaro Jacobo – Simposio 05, Año 1991

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Jacobo, Álvaro

1992     Resultados preliminares de las excavaciones de rescate arqueológico en el área sur de la laguna El Naranjo, Kaminaljuyu. En V Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1991 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Brady), pp.26-37. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

 

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RESULTADOS PRELIMINARES DE LAS EXCAVACIONES

DE RESCATE ARQUEOLÓGICO EN EL ÁREA SUR DE LA

LAGUNA EL NARANJO, KAMINALJUYU

 

Álvaro Jacobo

 

 

En el mes de febrero de 1989 vecinos de la colonia Villas del Rosario alertaron a las autoridades del Instituto de Antropología e Historia, a fin de detener la destrucción de un grupo de montículos prehispánicos debido a un proyecto de urbanización. Sobre la base de lo anterior las autoridades del IDAEH tomaron cartas en el asunto, integrando el Proyecto de Rescate Arqueológico Villas del Rosario dirigido por el arqueólogo Erick Ponciano. A partir de esa fecha el sitio arqueológico se registró con el nombre de la antigua finca propiedad de la familia Aycinena (Figura 1). Al finalizar dichas excavaciones el área fue parcialmente liberada.

 

En el mes de noviembre de 1990, se formó un segundo Proyecto de Rescate Arqueológico en la periferia del sector anteriormente investigado en un área de 45,069.12 m² (Figura 2). Las actividades de campo y gabinete fueron realizadas por arqueólogos y estudiantes avanzados de la carrera de arqueología de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

 

En base a observaciones directas y datos proporcionados por algunos vecinos de la colonia, los daños físicos ocasionados al sitio hasta febrero de 1989 fueron los siguientes: Durante la construcción de la casa patronal de los señores Aycinena y la habilitación de estructuras para el beneficio de café, se inició la alteración de la superficie del terreno.

 

El Montículo 4 fue depredado en su parte superior y se recortó una parte de la sección este al habilitarse una calle que corre de norte a sur. La sección sur del Montículo 5 fue demolida (un 60%) a causa de la construcción de una vivienda.

 

El rescate arqueológico efectuado siguió las fases siguientes:

 

La primera, consistió en el trazo de una cuadrícula de 10 m por lado, para establecer cuatro cuadrantes a partir del centro del sitio (Cuadrantes NE, SE, SO, NO).

 

Las operaciones se codificaron con las siglas «AT», en las cuales la «A» identifica el Departamento de Guatemala y la «T» el sitio investigado. En la segunda posición aparecen en orden correlativo los números de la operación partiendo del último numeral registrado en las excavaciones del proyecto anterior (662). El tercer numeral define la sub-operación y el cuarto los lotes excavados.

 

Las unidades básicas de excavación (pozos de 2 por 1 m) se realizaron cada 20 m siguiendo ejes norte-sur. Los lotes de materiales se registraron en niveles arbitrarios de 20 cm. A cada pozo se le asignó con teodolito la cota de nivel correspondiente, tomada desde el BM localizado en el centro del sitio.

 

La metodología de análisis cerámico siguió los lineamientos del sistema Tipo:Variedad propuesto por Wetherington (1978) para definir la cronología de las fases de ocupación del sitio.

 

 

Adicionalmente se tomaron muestras de suelo de los distintos niveles estratigráficos de pozos y hallazgos especiales para análisis físico y químico en el Laboratorio de Suelos y Aguas del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala.

 

El sitio arqueológico Rosario-Naranjo está asentado sobre una planicie que corre de sur a norte a una altitud de 1500 m sobre el nivel del mar (coordenadas UTM 14º 38′ 34»y 90º 33′ 33», Mapa 1:50,000; 2059-I, Hoja Guatemala), en la 40 avenida final de la zona 7 de esta ciudad, a 1.5 km de la Acrópolis de Kaminaljuyu y el Grupo A-IV-I al sureste.

 

Al norte del sitio se localiza el cerro El Naranjo y al noroeste se localizaba la laguna El Naranjo que drenaba hacia el río El Incienso al norte del valle, para dirigirse a la cuenca del río Motagua (Figura 1).

 

En el sector noroeste del actual valle de Guatemala, Shook (1952) registró dentro de un radio de 1-2 km, varios sitios fechados para el periodo Preclásico. Sin embargo, en dicha oportunidad no fue registrado el actual sitio Rosario-Naranjo.

 

Dentro de las listas de sitios Preclásicos reconocidos por Shook (1952) se mencionan: Las Charcas al sur del área de Kaminaljuyu; Brigada, Lo de Bran, Cotió, Pélikan, Sanja, Aycinena, Cruz de Cotió y El Naranjo alrededor de la laguna El Naranjo; Cerritos y Contreras alrededor del lago de Amatitlán; Chacaya en el departamento de Sacatepéquez; y Piedra Parada, Santa Isabel, Virginia y Cieneguilla en la planicie de Canchón (Figura 1).

 

Para poder comprender las relaciones entre estos sitios dentro del área de Kaminaljuyu, especialmente los que se ubican dentro del cuadrante noroeste, debe considerarse el potencial de los recursos alimenticios que los cuerpos de agua representan. Dichos sistemas naturales son sujetos de cambios sucesivos de sus componentes y relaciones, acelerando el proceso sucesivo de manera perjudicial para la sociedad en su conjunto. Este proceso explica el deterioro de los cuerpos de agua y su impacto en las poblaciones circundantes (Castañeda, comunicación personal).

 

Como evidencia de lo expuesto está el caso de la laguna de Miraflores que hacia el Preclásico Terminal se encontraba en la fase final del proceso de eutrofización y la laguna del Naranjo que en las últimas dos décadas también ha desaparecido por efecto de la introducción de aguas negras y la reducción de su área con material de desecho (ripio) que se utiliza como relleno para ganar espacio en beneficio de intereses económicos particulares por el proceso de urbanización metropolitana que se realiza sin controles adecuados a costa de un bien colectivo nacional.

 

Obviamente los cambios son de flora, fauna y en general de todas las condiciones del sistema, por cuanto el cambio en un componente genera cambios negativos en otro (Castañeda, comunicación personal).

 

Esta situación plantea el interrogante de la interrelación entre estos cuerpos de agua y los sistemas bióticos circundantes durante el periodo de máximo crecimiento poblacional de los grupos humanos asentados en esta parte del valle para el periodo Formativo Temprano.

 

El patrón de asentamiento del sitio define en el sector este y sureste dos plazas de carácter ceremonial y en el sector norte un área de actividad doméstica. El sector oeste no se puede precisar debido a la falta de datos de las excavaciones de 1989.

 

Para poder comprender el asentamiento inicial del sitio conviene tomar en cuenta los distintos niveles estratigráficos observados en las 108 operaciones excavadas en el área (Figuras 3 y 4). El patrón observado en la estratigrafía es el siguiente: el nivel más profundo corresponde al talpetate (2.00-2.50 m); sobre el talpetate se encuentra un estrato de arena pómez, encima de ésta se encuentra el estrato de arcillas y recubriendo a éste se localiza la capa de humus.

 

Figura 1 Posición de Kaminaljuyu en el valle de Guatemala

 

Figura 2 El sitio arqueológico El Rosario-Naranjo

 

Los rellenos utilizados por los antiguos pobladores fueron hechos con mezclas de distintas proporciones de los materiales descritos anteriormente, agregándoles fragmentos cerámicos y/o líticos, adicionándole una estructura sólida a la textura.

 

Evidencias de actividad humana se han registrado a nivel del talpetate en las operaciones AT-714 (Figura 5) y 729. Esta última consiste en una estructura troncocónica intrusiva con un relleno integrado por arcilla-arenosa mezclado con tiestos y lítica a una profundidad de 1.90 m (Figura 6).

 

En algunos sectores dentro del área de actividad doméstica, se localizaron depósitos de materiales arqueológicos cubiertos por gruesas capas de relleno cultural conformado por arcillas mezcladas con arena pómez, cerámica y lítica. Los materiales cerámicos recuperados son diagnósticos de la fase Arenal. La abundancia de estos depósitos cerámicos, sugiere que durante esta fase se llevó a cabo la mayor actividad doméstica del sitio.

 

Los perfiles estratigráficos de los sondeos practicados en los Montículos 4 y 5, presentan mezclas de arena pómez con arcilla café y clastos de talpetate, que le proporcionan más consistencia al núcleo de los mismos, siendo factible que la construcción haya sucedido durante esta fase, si tomamos en consideración el grosor y composición de los niveles de relleno que son muy similares al que cubrió las estelas de la Plaza Este.

 

Las obras de infraestructura y las nivelaciones realizadas con maquinaria pesada dentro del sitio han alterado seriamente su superficie, por lo que los materiales cerámicos recolectados se hallan mezclados (Figura 7).

 

Un rasgo común de los sitios más tempranos es la presencia de monumentos sin esculpir con alineaciones a estructuras con arreglos arquitectónicos definidos y materiales cerámicos con rasgos del Preclásico. El uso ceremonial de éstas estelas lisas pudo haber iniciado al final del Preclásico Temprano, probablemente durante la fase Providencia entre 600 y 300 AC.

 

Figura 3 Perfiles de la exploración

Figura 4 Perfiles de la exploración

Figura 5 Perfil de la excavación

Figura 6 Perfil de la excavación

 

 

De acuerdo a Shook (1952), un aspecto muy importante de la época del Preclásico Medio y Tardío es la asociación de montículos con estelas basálticas columnares usualmente lisas. De los 38 sitios preclásicos reportados para las Tierras Altas Centrales, al menos 13 presentaban dichas estelas, siendo el rango entre 1 y 35 como lo reporta éste mismo autor. El tipo de monumentos presenta también algunos rasgos muy definidos que pueden dividirse en:

 

  1. Columnas basálticas con sección transversal poligonal (pentágono, hexágono).

 

  1. Estelas burdas con sección transversal más ancha que su grosor. Su ubicación generalmente es al frente de montículos bajos y plazas, teniendo una altura promedio de 4.50 m para el área investigada. En el caso de agrupaciones de monumentos, el patrón es de estelas lisas erigidas en filas individuales o paralelas con orientación definida.

 

En la Plaza Este fueron localizados tres monumentos consistentes en las Estelas 1, 2 y una columna basáltica hexagonal (Monumento 3). Estos tres monumentos guardan un eje de desviación en línea de 21º noreste (Figura 8)

Figura 7 Perfil de la excavación

 

 

Figura 8 Planta del sitio El Rosario-Naranjo

 

Asociado a los anteriores se localizó el Monumento 4 (en la Plaza Sur) que conserva el mismo eje de desviación. Este monumento es el único en presentar evidencias de actividades rituales, como lo sugiere un área de quema asociada a la base del mismo con material cerámico correspondiente a la fase Las Charcas.

 

A pocos metros al norte del Monumento 4 se localizó la parte superior del Monumento 5 a nivel de superficie dentro de la Plaza Oeste. Este probablemente fue removido por trabajos de nivelación con maquinaria pesada.

 

Williamson (1877) al realizar un reconocimiento en el sitio El Naranjo hacia el norte, menciona la existencia de 19 monumentos orientados de norte a sur, en dos líneas paralelas de características similares a los encontrados en Rosario-Naranjo.

 

En Izapa, en la Costa Sur de Chiapas, Lowe et al (1982) ha registrado una desviación similar para los Monumentos 73 al 82 al este del Grupo B de 20º noreste.

 

Los monumentos descritos para el sitio Rosario-Naranjo probablemente presentan una función con miras de observación astronómica (Shook 1952) o bien guardan una relación con el sitio El Naranjo.

 

El área ceremonial del sitio está integrada por dos plazas separadas entre sí por los Montículos 1 y 2. La línea de estelas queda dentro de la Plaza Este. Llama mucho la atención el hecho de que las estelas presenten un eje azimutal distinto al de los Montículos 1 y 2.

 

El arreglo característico de los montículos Preclásicos propuesto por Smith (1965) en el área de Kaminaljuyu, constituye una plaza larga rodeada por grandes estructuras ceremoniales y en algunos casos puede formar dos plazas paralelas que se separan entre sí por una línea de montículos bajos. Dichas plazas estan orientadas al noreste y en un número de casos el montículo mayor se encuentra orientado al este de la plaza. La presencia de monumentos lisos y ausencia de patios de Juego de Pelota sugiere que los rasgos arquitectónicos indican una temporalidad hacia el Formativo Medio y Tardío.

 

 

Shook y Hatch (1978) distinguen arreglos de estructuras bajas formalmente alineadas a lo largo de plazas paralelas orientadas de norte a sur particularmente durante el Preclásico Medio y Tardío.

 

La diferencia de orientación del eje de los montículos y el de las estelas puede ser que las estelas fueron erigidas antes de la construcción de los montículos, quedando el Montículo 2 justamente encima del eje de los monumentos.

 

Si tomamos en consideración que los niveles estratigráficos tienen una correlación directa con los estadios constructivos del sitio y considerando que los Monumentos 1, 2 y 3 están erigidos sobre el nivel de arcillas y por debajo del cual ya no hay materiales arqueológicos, se puede plantear tres hipótesis alternativas:

 

  1. La ubicación de los monumentos sobre niveles estratigráficos sin materiales culturales es simultánea por lo que el eje que comparten es el mismo (21º).

 

  1. Las características físicas y de textura de los estratos localizados en la base de los monumentos es indicativas de diferente temporalidad de erección.

 

  1. El Monumento 4 fue erigido en época más temprana, implicando un ritual dedicatorio del mismo durante la fase Las Charcas.

 

El eje de orientación de las estelas, comparado con sitios Preclásicos del valle de Guatemala, es prácticamente el mismo. En este caso la alineación de los montículos es paralela al eje de los monumentos, definiendo de ésta manera el mismo patrón de asentamiento.

 

El sector oeste del sitio está conformado por tres o cuatro montículos que rodean una plaza cuadrangular ligeramente inclinada hacia el este. Este sector del sitio ha sido considerablemente alterado debido a la acumulación de ripio y basura, así como por las ampliaciones de las calles de la colonia.

 

La Plaza Este, de función ceremonial, está formada por los Montículos 1, 2, 4 y 5. El área útil de la plaza es de 21,000 m². La plaza es rectangular con su eje mayor orientado al noreste. El eje de alineación de los monumentos podría indicar que la fachada principal de los montículos es hacia el este, al sur del Montículo 4 y al norte del Montículo 5.

 

La importancia de la funcionalidad de las plazas viene a ser determinado por el manejo hidráulico evidenciado en las operaciones AT-759, 760, 765, 766 y 770. Se considera éste como un sistema de drenaje único que servía a las Plazas Este y Oeste a nivel de superficie siguiendo la pendiente del terreno. Estructuras como canales con acumulaciones de sedimentos por arrastre hidráulico corroboraron lo planteado en la operación AT-765.

 

El sector doméstico ubicado en la parte norte del sitio se define por la presencia de fogones (Figura 9), enterramientos intrusivos en el estrato de arena pómez, depósitos asociados a estructuras talladas en arcilla y talpetate así como formaciones troncocónicas rellenas de desechos culturales.

 

Shook (comunicación personal 1991) plantea que los materiales cerámicos localizados en las operaciones AT-692 (Figura 10), 706 y 737 pueden fecharse para la fase Las Charcas.

 

Prácticas funerarias fueron detectadas en las operaciones AT-669 y 702. En la primera se localizaron los restos de dos individuos fechados para periodos distintos (Entierros 1 y 2).

 

El primero depositado en un corte tallado en arcilla, asociado con cerámica Verbena-Arenal. El segundo se localizó debajo del anterior en un depósito oval tallado en arena asociado con materiales cerámicos del Preclásico Medio.

 

 

El Entierro 3 (AT-702) se localiza dentro de una formación troncocónica tallada en arena sin ofrenda cerámica (Figura 11).

 

Las estructuras troncocónicas se caracterizan por presentar 3 variantes:

 

– Depósitos circulares tallados en el talpetate (AT-729 y 738; Figura 6)

 

– Troncocónicos intrusivos tallados en arena (AT-702)

 

– Troncocónico tallado en arcilla (AT-692; Figura 10)

Figura 9 Ilustración de un sector de la excavación

 

Por último, un rasgo importante consistió en la evidencia del procesamiento de ornamentos de esquisto de talco (Jaboncillo) en las operaciones AT-669, 698 y 699. Estas contenían materia prima, desechos y piezas modeladas de color rojo, negro y blanco, siendo el rojo el más frecuente. Las formas son rectangulares y cilíndricas con incisiones, algunas de ellas presentan agujeros transversales. Se considera como fuente de origen los depósitos de rocas cristalinas, ígneas, metamórficas y calizas al norte de los ejes volcánicos del área.

 

En el sector doméstico se localizaron áreas de quema tanto a nivel de piso o debajo del mismo (de 30 a 40 cm), dentro de una matriz estratigráfica de arcilla con arena pómez (Operaciones AT-669, 694 y 699; Fig.9). Las que se localizan debajo del nivel de piso presentan paredes de barro cocido. La planta de estos rasgos puede ser circular (Op.AT-694), o cuadrangular (Op.AT-699). En su interior fueron detectados fragmentos de obsidiana, cerámica, pequeños fragmentos de carbón, etc. Dos de ellos contenían fragmentos de piedras de moler y piedras de forma irregular de basalto.

 

Establecer su uso es un tanto difícil, siendo probable una alimentación del fuego por los laterales o desde arriba. Esto produce una diferencia en la acumulación y conservación del calor generado. Tomando como base los anteriores elementos se puede plantear la siguiente tipología formal y su posible función:

Figura 10 Ilustración de un sector de la excavación

Figura 11 Planta de entierro

 

  1. Áreas de quema rasantes: se caracterizan por encontrarse a nivel de piso, no presentan paredes de barro y la alimentación del fuego debió efectuarse principalmente por los laterales. El sector de quema puede ser irregular o indefinido.

 

  1. Áreas de quema sub-rasantes: se caracterizan por encontrarse por debajo del nivel de piso, presentando paredes de 30-40 cm de alto. La alimentación de fuego pudo efectuarse desde la parte superior, presentando su planta sección circular, rectangular o cuadrangular.

 

El uso de estas áreas de quema pudo ser para la cocción de alimentos (tipo rasante) o bien para cocer artefactos cerámicos de pequeñas dimensiones (tipo sub-rasante).

 

El sitio Rosario-Naranjo presenta un patrón de desarrollo evolutivo que se relaciona con las características geomorfológicas de éste sector del valle de Guatemala. Esto permite inferir la relación dialéctica de la ecología que visualiza el todo como una estructura dependiente de su entorno, es decir, se definen las interrelaciones con la naturaleza y los pobladores del área.

 

La laguna de El Naranjo, considerada como un sistema ecológico, tuvo como consecuencia el desarrollo de una sociedad adaptada a dicho hábitat. La complejidad de los rasgos culturales es indicativa de un grado de evolución que permitió el desarrollo de áreas de actividad doméstica y ceremonial durante el Preclásico.

 

La caracterización de estos rasgos culturales y su expresión se concretiza con el desarrollo de una industria cerámica y lítica que se remonta a épocas tan tempranas como la fase Las Charcas.

 

Las manifestaciones de un culto a los muertos a través de enterramientos y su relación con un contexto de ofrenda es una muestra del concepto que se tiene para la época de la relación entre el hombre, la naturaleza y su cosmovisión. Concatenado a esto, se puede inferir que el hecho de expresar concepciones ideológicas a través de la erección de monumentos y su relación con complejos arquitectónicos muestra el grado de desarrollo alcanzado por las sociedades Mayas que habitaron este sector del valle de Guatemala.

 

REFERENCIAS

 

Lowe, Gareth W., Thomas A. Lee y Eduardo Martínez E.

1982   Izapa: An Introduction to the Ruins and Monuments. Papers of the New World Archaeological Foundation, No.31. Provo.

 

Shook, Edwin M.

1952   Lugares arqueológicos del Altiplano Central de Guatemala. Antropología e Historia de Guatemala 4 (2):3-40.

 

Shook, Edwin M. y Marion Popenoe de Hatch

1978   The Ruins of El Bálsamo. Journal of New World Archaeology 3 (1):1‑38.

 

Smith, A. Ledyard

1965   Architecture of the Guatemalan Highlands. En Handbook of Middle American Indians, Vol. 2, pp.76‑94. University of Texas Press, Austin.

 

Wetherington, Ronald K. (ed)

1978   The Ceramics of Kaminaljuyu, Guatemala. Pennsylvania State University Press, University Park.

 

Williamson, G.M.

1877   Antiquities in Guatemala. En Smithsonian Institution, Annual Report for 1876, pp.418-421. Washington, D.C.