18 CUEVAS NO NATURALES: UNA FORMA DE ARQUITECTURA NO RECONOCIDA EN EL ALTIPLANO MAYA James E. Brady – Simposio 03, Año 1989

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Brady, James E.
1993 Cuevas no naturales: Una forma de arquitectura no reconocida en el Altiplano Maya. En III Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1989 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Villagrán), pp.214-224. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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CUEVAS NO NATURALES:
UNA FORMA DE ARQUITECTURA NO RECONOCIDA
EN EL ALTIPLANO MAYA

James E. Brady

Durante las investigaciones del año pasado salió a luz la presencia de un número de cuevas no naturales o modificadas. La identificación de estos ejemplos permite ahora determinarlas como una forma de arquitectura no reconocida anteriormente. En esta presentación describiré algunos ejemplos conocidos de cuevas no naturales y sugeriré la razón posible para su construcción.

La cueva no natural mejor conocida e investigada es el ejemplo registrado por el Dr. Alain Ichon (Ichon y Viel 1984; Ichon y Arnauld 1985) en La Lagunita, Quiché. La cueva tiene aproximadamente 15 m de largo, iniciándose debajo del graderío central de la Estructura 7, una de cuatro pirámides principales y finaliza en el centro de la plaza central. La cueva contenía un depósito de más de 300 vasijas de cerámica pero, debido a que no había restos de esqueletos, estas no pueden considerarse como ofrendas mortuorias. La cueva ha sido muy bien fechada para el lapso temporal entre 360 400 DC, en el límite Protoclásico Clásico Temprano. Ichon (Ichon y Arnauld 1985:4) cree que la cueva, localizada en el corazón del centro ceremonial, representa la cueva mitológica de origen.

El segundo grupo de cuevas no naturales se localiza en el sitio de Gumarcaaj (Utatlan) en Quiché. Este sitio tiene una larga secuencia de investigaciones (Fox 1978:17 18), pero el proyecto mejor organizado y más substancial fue llevado a cabo por la Universidad del Estado de Nueva York en Albany a principios de los años setenta (Wallace y Carmack 1977). Aunque la existencia de las cuevas en Gumarcaaj (Utatlan) no fue pasada por alto completamente, estas no fueron mapeadas o reportadas en detalle por dicho proyecto. Las únicas referencias al respecto fueron hechas por Fox (1978:24), quien reportó una cueva no natural en el lado oeste del barranco justo bajo la superficie de la planicie, se extiende cerca de 90 m y termina junto a la plaza cívica. Interesantemente, la cueva fue modelada en forma de un arco falso y tiene varios pasajes a los lados como callejones, cada uno proyectándose a corta distancia del túnel principal.

En la actualidad, hay tres cuevas no naturales en el sitio, todas están asociadas con el complejo ceremonial central. Una segunda cueva (Cueva 2), se localiza debajo y justo al norte de la Cueva 1 descrita por Fox (Figura 1). La Cueva 3, localizada en el barranco este enfrente de las Cuevas 1 y 2, lamentablemente fue soterrada por un derrumbe ocurrido durante el terremoto de 1976, fue descrita por los guardianes como de un solo túnel recto, aproximadamente del mismo largo que la Cueva 2. Si esta información es confiable, probablemente la Cueva 3 termine debajo de uno de los complejos situados atrás de la pirámide sobre el lado este de la plaza.

La Cueva 2 solamente es un túnel cortado, levemente curvado de 62.2 m de largo y su ancho varía entre 0.7 y 1.34 m con un promedio de 0.9 m (Figura 2). La entrada es algo restringida con derrumbes recientes, pero el techo generalmente varía entre 1.5 y 2.5 m de alto. Un examen de la superficie de ambos lados de la cueva sugiere que los derrumbes han reducido el largo original unos 5 m. El túnel fue cortado con la forma redondeada de un arco verdadero en lugar de la forma de arco falso sugerido por Fox (1978:24) para la Cueva 1. Hay numerosos nichos ahumados excavados en las paredes a la altura de la cabeza o el pecho. Algunos de estos tenían candelas encendidas o cera durante la primera visita. Las paredes y el techo se encuentran ahumadas por las grandes cantidades de copal que se han quemado dentro de la cueva durante la realización de ceremonias. La Cueva 2 termina debajo del grupo de la plaza localizado al noroeste de la plaza central lo que puede ser significativo, debido a que la Cueva 1 también pasa debajo de este grupo.

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Figura 1 Perfil de las Cuevas 1 y 2 de Gumarcaaj (Utatlán)

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Figura 2 Mapa de las Cuevas 1 y 2 de Gumarcaaj (Huta Lan)

La Cueva 1 es la más larga y elaborada de las tres. El túnel central es de casi 68 m de largo y tiene seis pasillos a los lados y dos pequeños nichos. En total hay 127.5 m de túnel (Figura 2). El túnel central tiene entre 2 y 4 m de alto y más de 1 m de ancho, siendo generalmente más pequeños los pasillos laterales. Uno de estos últimos tiene un profundo pozo de 7.2 m de profundidad, del cual se extiende otros 8.80 m.

Debido a su tamaño, forma más elaborada y posición, la Cueva 1 es en definitiva la más importante de las tres construcciones. Hay cierta incertidumbre sobre la intención de la forma original, ya que no está claro si los dos nichos fueron parte de la construcción original y si estos debieran contarse como pasillos por separado. Si se tomasen los dos nichos y la terminación del túnel central como pasillos, entonces serían nueve, lo que mantendría una relación con los nueve niveles del inframundo. Y si no se sumaran los nichos, entonces esta cueva tiene siete cámaras y su intención fue probablemente la de imitar al Vucub Pec, cueva con siete cámaras de la cual supuestamente emergieron los K’iche’ (Recinos et al 1950:62,174n). Si la cueva imitara el Chicomoztoc tendería a confirmar la sugerencia de Ichon acerca de que la cueva de La Lagunita representa la cueva mitológica de origen. En cualquiera de los casos, pareciera que el número de los pasillos laterales fue seleccionado deliberadamente para darle un significado simbólico.

Un rasgo importante de la Cueva 1 y la clave para entender su significado ritual y simbólico es su relación con los rasgos sobre la tierra (Figura 3). El túnel central de la cueva termina cerca del centro de la plaza central. En este respecto su posición es similar a la de la cueva de La Lagunita. El pasillo más largo del lado norte, se acerca al frente de la estructura alargada y el más largo del lado sur se acerca a la Pirámide de Tojil. Los pasillos más cortos de cada lado terminan debajo de las estructuras en la esquina noroeste de la plaza central. El hecho que los pasillos más largos no terminen debajo de estructuras puede ser simplemente el resultado de un error de cálculo por parte de los K’iche’ durante lo que obviamente era una difícil hazaña de ingeniería. Debido a que los pasillos de los lados se acercan a las estructuras más importantes de la plaza, podría ser que la Cueva 1 estaba diseñada para replicar o recapitular la forma de la parte noroeste de la plaza central.

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Figura 3 Plan del sitio de Gumarcaaj (Utatlán) con la localización de las cuevas (según D. Wallace y J. Weeks 1976)

Los ejemplos menos dramáticos descubiertos durante las investigaciones son tres cuevas pequeñas que se localizan en las faldas del cerro donde está ubicado Mixco Viejo, dos de las cuales muestran modificaciones. Sobre el lado noroeste del sitio a lo largo del Río Pancaco, abajo del Grupo A, está una gruta pequeña a la que se le llama Cueva de La Lola. Esta gruta tiene en la entrada 8.7 m de largo, 6.1 m de ancho y en su mayor parte una altura menor de 2 m (Figura 4). Un examen detallado hecho por el geólogo George Veni, demostró que el agua que se filtra abajo del sitio, sale en forma de una cascada pequeña del fondo de la gruta durante el invierno. Este estudio también reveló que las paredes y techo de la gruta han sido modificados y agrandados tras remover algún material. La cueva parece haber sido escogida para la elaboración de ceremonias por varias razones. Es muy bien conocido que los lugares en donde entra agua y en particular en donde ésta abandona la tierra eran considerados como sagrados. Además, el techo y las paredes de la gruta son de piedra filito verde y una vez más la asociación de la piedra verde con la lluvia, fertilidad y el centro, son bien conocidos (Thompson 1970:196,339,371). La cueva parece haber mantenido su connotación sagrada pues evidencias de quemado fueron notadas en el suelo y el techo que está oscurecido por el humo.

La Cueva del Murciélago, la otra cueva que ha sido modificada, está localizada a lo largo del límite sur del sitio. La cueva tiene 14.3 m de largo, 1.5 m de ancho en su punto más ancho y 1.5 m de alto (Figura 5). La parte alta de la cueva parece haber empezado como una morada natural similar a las que frecuentemente se encuentran en los barrancos. Esta fue agrandada para permitir el acceso. El tamaño pequeño de estas cuevas, en contraste con las de Gumarcaaj (Utatlan), puede ser un reflejo de que en este último sitio las cuevas fueron excavadas en material de ceniza volcánica que es más suave y fácil de trabajar. Aunque no se encontraron artefactos dentro de la cueva, se localizó un olote y carbón en el suelo de la cueva, así como el esqueleto de un pollo que estaba dentro de un nicho en la pared, lo que sugiere que la cueva se usa todavía para ceremonias.

Las dos últimas cuevas no naturales están localizadas a lo largo del río Chacalapa a menos de 1 km de la Basílica de Esquipulas. La más pequeña de las dos cuevas tiene 11.9 m de largo, 1.4 m de alto y 1.4 m de ancho (Figura 6). La más grande tiene forma de cruz y está ubicada a lo largo del río. Además, le han construido altares de piedra a cada lado de la entrada. El túnel central de la cueva tiene casi 42 m de largo, 1.6 m de ancho y 1.43 m de alto (Figura 7). La rama oeste de la cruz tiene un poco más de 4 m de largo mientras que la del lado este tiene casi 8 m de largo. En el centro, donde los brazos de la cruz se unen, hay un espacio abierto de 3.3 m de diámetro y 1.85 m de alto.

Las cuevas de Esquipulas no son como las otras cuevas no naturales pues no están asociadas a ningún sitio arqueológico. Sin embargo, actualmente continúan siendo un foco importante de los ritos nativos. Las cuevas atraen grandes cantidades de visitantes y el agua de río que se empoza enfrente de la cueva se cree que tiene poderes curativos (Smith 1979:27). Parece ser que estas cuevas eran un centro de peregrinación prehispánico antes de la introducción del culto del Cristo Negro. Es interesante que de acuerdo al folklore moderno, al Cristo Negro se le encontrara en la cueva en donde se unen las ramas.

Para entender el por qué estas cuevas fueron excavadas debe observarse la naturaleza de los asentamientos en las sociedades pre industriales. Es ampliamente reconocido entre los que estudian religión primitiva que la ubicación para un asentamiento es seleccionada con frecuencia debido a que el lugar está cargado de fuertes tonos supernaturales en la ideología del grupo. Matos Moctezuma (1987:191) observa que «la fundación o el primer asentamiento de cada ciudad es acompañado por signos y, en general, el espacio sagrado se hace en un área definida que la transforma en una fuente inagotable de sacralidad. Este lugar siempre es descubierto por los humanos por medio de ciertos símbolos cargados de significativos místicos,… En muchos casos el simbolismo de las cuatro esquinas también se repite».

A su vez, Eliade (1979:335) considera que «la fundación de la nueva ciudad repite la creación del mundo; por consiguiente, una vez que el lugar ha sido validado ritualmente, se erige una cerca de forma circular o cuadrada interrumpida por cuatro puertas, las que corresponden a las cuatro direcciones cardinales… las ciudades, como el cosmos, se dividen en cuatro; dicho en otra forma, estas son copia del universo».

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Figura 4 Mapa de la Cueva de la Lola, Mixco Viejo, Chimaltenango

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Figura 5 Mapa de la Cueva del Murciélago, Mixco Viejo, Chimaltenango

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Figura 6 Mapa de la Cueva de las Minas No.2, Esquipulas, Chiquimula

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Figura 7 Mapa de la Cueva de las Minas No.1, Esquipulas, Chiquimula

Una observación similar referente a la naturaleza sagrada del mundo físico ha sido hecha por Joseph Campbell (1956:43) al decir que «para una cultura que todavía se nutre de mitología, el panorama, como también cada fase de la existencia humana, cobran vida con la sugerencia simbólica. Los cerros y bosques tienen sus protectores sobrenaturales y están asociados con episodios de la creación del mundo conocidos popularmente en la historia local… son altares especiales… Dondequiera que un héroe haya nacido, formado, o haya pasado de regreso al vacío, el lugar queda marcado y santificado. Allí se erige un templo para simbolizar e inspirar el milagro perfecto de centrar; por que éste es el lugar de avance hacia la abundancia … Tales templos son designados como una regla, para simular las cuatro direcciones del horizonte del mundo, el altar o adoratorio al centro, como símbolos de un fin inagotable … Ciudades antiguas fueron construidas como templos, al tener sus portales hacia las cuatro direcciones, mientras que en el lugar central tienen el sagrario mayor del fundador divino de la ciudad. Los ciudadanos viven y trabajan confinados dentro de este símbolo».

Dentro de un mundo de dimensiones finitas, el centro es, por sobre todo, el lugar más sagrado, el lugar de prestigio, el lugar de abundancia inagotable, el lugar donde los tres niveles del universo se unen (Eliade 1958:379 382; 1969:37 47). Eliade (1954:12) observa que los asentamientos están trazados de tal manera que conceptualmente los colocan en el centro. La pirámide central es el ejemplo de la montaña sagrada y queda en el centro del mundo, por lo tanto se convierte en el axis mundi, el lugar de la unión de los tres niveles. Así que la disposición del asentamiento es replicada o incorporada dentro del panorama sagrado o cosmovisión de los pobladores.

Entre los Mayas la importancia del centro es bastante explícita. Schele y Miller (1985:42) observan que el mundo Mesoamericano está dividido en cuatro direcciones con una quinta en el centro, la que era el axis mundi y que permitía viajar entre los niveles del mundo. Las cuevas, como aberturas en la superficie de la tierra, son universalmente vistas en Mesoamérica como puntos de entrada al inframundo. Dentro de la ideología Mesoamericana, las cuevas también están asociadas con la lluvia, fertilidad y abundancia. Por consiguiente, debido a sus connotaciones sagradas, las cuevas son una vez más el lugar que simboliza el centro. La edificación del templo pirámide principal sobre una cueva refuerza la idea que el sitio existió en el puro centro del universo, ya que la estructura principal estaba en el punto de entrada al inframundo.

Se ha dado un ejemplo sobre el nivel teórico de la importancia de las cuevas durante el proceso de incorporación del sitio dentro de los grupos cósmicos. Mientras que este sistema es más notable en el caso de un centro político / ceremonial, vestigios del propósito de este procedimiento pueden observarse en operación en los niveles bajos. Las comunidades modernas Maya Tzotzil están asentadas en relación a una cueva conocida de la cual la comunidad toma su nombre (Villa Rojas 1946:16; 1947:579; Toor 1947:35). Los miembros de la comunidad heredan la responsabilidad de venerar y cuidar la cruz sagrada en la cueva ya que creen que es la casa del dueño sobrenatural de la tierra de la comunidad (Villa Rojas 1946:16). Entre los Maya Tzotzil contemporáneos, los asentamientos están agrupados alrededor de las pozas de agua, de las cuevas o de algún otro lugar sagrado. En particular las cuevas están asociadas socialmente con diferentes unidades y se cree que son la casa de esa unidad ancestral divina (Vogt 1969:375).

Por consiguiente, en general, las cuevas, como lugares donde los niveles del mundo trascienden tienen un sentido asociado de centrar. Estas representan un espacio sagrado que lleva consigo connotaciones de poder y abundancia. Aquí se sugiere que las cuevas no naturales fueron excavadas debido a su habilidad de dotar exactamente al sitio con esas cualidades. Si este fuera el caso, se esperaría observar un uso similar de las cuevas naturales.

Creo que ahora ya hay considerable evidencia para plantear que las cuevas naturales de Mesoamérica se utilizaron solo para ese propósito. El ejemplo más claro es la cueva debajo de la Pirámide del Sol en Teotihuacan. La ubicación, el tamaño y la orientación de la estructura más grande en el sitio más importante de Mesoamérica fue determinado por la cueva (Heyden 1973, 1975, 1981). Como René Millon (1981:235) observa «la pirámide debe estar donde está y no en otro lugar, porque la cueva de abajo era el lugar más sagrado de los lugares sagrados… los ritos ejecutados en la cueva celebrarían un sistema de mito y creencia de importancia trascendental».

El Templo Mayor de Tenochtitlan replica de muchas maneras todos los rasgos simbólicos de la Pirámide del Sol de Teotihuacan. De acuerdo a la leyenda registrada por Alvarado Tezozomoc (1975:63), el Templo Mayor está edificado sobre dos cuevas por donde sale agua.

Aunque falta evidencia etno-histórica o arqueológica de otras cuevas utilizadas de esta manera, la importancia de oztoc, nombre Nahuatl para cueva, en el nombre de los sitios del centro de México y la presencia de motivos de cuevas en los glifos de los sitios, confirman la importancia trascendental de estos rasgos (Heyden 1973, 1975).

Un uso similar de cuevas ha sido encontrado en varios sitios del área Maya. Mientras excavaba una pirámide importante y grande en Chichen Itza, Thompson (1938) descubrió una cueva natural. La estructura, diseñada igual que el Castillo, fue deliberadamente construida de manera que la cueva quedara debajo del punto central. También existen otros ejemplos posibles. Houston (1987:382) menciona la existencia de cuevas debajo de los sitios de Dos Pilas y Aguateca. Lundell (1934:177) reporta la posibilidad de una cueva dentro de una pirámide en Polol. El sitio de Quen Santo tomó su nombre de las cuevas de la altiplanicie debajo del lugar (Seler 1901). Smith (1955:7,43,45,64) menciona un número de sitios de las Tierras Altas que están asociados con cuevas o tienen leyendas sobre las mismas.

Entonces, aquí se necesita hacer varios planteamientos importantes. Primero, ahora existen suficientes ejemplos de la incorporación de cuevas en los sitios para demostrar que éste era un patrón regular en la utilización de cuevas, el que no fue mencionado por Thompson (1959, 1975) en su discusión acerca del uso de cuevas. En los casos donde las cuevas han sido cubiertas por estructuras, los descubrimientos han sido generalmente casuales, así que existen razones para sospechar que hay más casos de los conocidos actualmente. De un modo u otro, en ciertos casos, la selección de la ubicación de sitios basándose en estos lugares sagrados es incierta, sin embargo, la presencia de tales lugares en la periferia de los sitios fue de primera importancia.

Segundo, varios ejemplos de cuevas no naturales han sido expuestos aquí, lo que ahora permite a estos lugares ser identificados como una forma arquitectónica no reconocida con anterioridad. El hecho de que las tres cuevas de Gumarcaaj (Utatlan) no fueran estudiadas a pesar de la presencia de un proyecto arqueológico organizado en el sitio y que la existencia de las cuevas de Esquipulas no fuera conocida a pesar de que el lugar es el centro más importante de peregrinaciones de Centroamérica sugieren que hay más ejemplos como éstos sin reportarse. La distribución de las cuevas de Quiché a Chiquimula también sugiere que probablemente el fenómeno se encuentra en todas las Tierras Altas. Y por último, la presencia de un ejemplo temprano en La Lagunita demuestra que estos lugares están ampliamente distribuidos en tiempo por lo menos desde el Protoclásico hasta el Postclásico.

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