02 HUELLAS VITALES Y CULTURALES EN LOS ENTIERROS DE UAXACTUN, PETÉN Nora María López Olivares – Simposio 03, Año 1989

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López Olivares, Nora
1993 Huellas vitales y culturales en los entierros de Uaxactun. En III Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1989 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Villagrán), pp.9-22. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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HUELLAS VITALES Y CULTURALES
EN LOS ENTIERROS DE UAXACTUN

Nora López Olivares

En el estudio de las sociedades y grupos humanos desaparecidos se da una gran cantidad y diversidad de enfoques, basados en los vestigios de estos, sin embargo, en Guatemala hasta muy recientemente se ha manifestado un interés especial en evidencias físicas humanas como son los restos óseos, que en su contexto socio-cultural y conexos con los estudios cerámicos, arquitectónicos, líticos, etc, podrán explicar en forma más completa aquellas características biológicas o físicas y hasta manifestaciones de índole socio-cultural, que van a influir en ellas, de manera directa, pero que a su vez van a ser influenciadas, pudiendo ser apreciados actualmente en los restos humanos, tales como deformaciones craneanas, mutilaciones dentarias, patología y características genéticas específicas.

De manera igualmente importante podrán corroborar con cierta aproximación aquellas manifestaciones de carácter ritual de las costumbres funerarias en tiempo y espacio, así como influencias, modificaciones y/o diferencias en otras regiones, que pueden mostrar cambios micro-evolutivos y culturales.

No es sino hasta en la actualidad que el estudio de los restos óseos se ha visto con interés científico, pero dado a la riqueza arqueológica de Guatemala, esto no debe permanecer allí, sino es conveniente promover estudios interdisciplinarios, de carácter científico, que permita abordar este vestigio arqueológico de gran importancia, desde distintos enfoques que provean la información necesaria en otras áreas de la ciencia.

Desdichadamente es un material muy delicado, sujeto a un rápido deterioro, no solo por tipo de condiciones en las que yace, sino por otros factores como climáticos, humanos (como saqueos) y muy especialmente, la indiferencia, falta de interés y falta de recursos una vez extraídos, lo que causa una pérdida irreparable de información trascendental biológica, cultural e histórica para nuestra nación.

Los datos que a continuación son expuestos en forma preliminar son parte de una investigación de tesis que se realiza actualmente sobre la base de los restos óseos recuperados en entierros de Uaxactun, de la temporada 1983-1985, gracias al apoyo y colaboración que ha sido brindado por parte de la Dirección del Museo de Arqueología y Etnología, así como por Juan Antonio Valdés, Jorge Solares y por la Facultad de Odontología (USAC).

El trabajo inicial ha consistido en limpieza del material, consolidación, restauración, análisis, fotografías, tomas de Rayos X, análisis antroposcópico, métrica en los casos que lo permiten, análisis por especialistas (en proceso) y posteriormente químico cuando fuese posible, para presentar los resultados en el trabajo final de tesis.

ANTECEDENTES

A partir de Mayo de 1916, Uaxactun fue conocido por Sylvanus G. Morley, quien motivó el interés científico de la Institución Carnegie de Washington, la que realizó investigaciones en el sitio durante las temporadas 1926-1937 y cuyos primeros trabajos fueron realizados en el Grupo E, bajo la dirección de Oliver Ricketson (Ricketson y Ricketson 1937; Figura 1) y en 1931-1937 por A. Ledyard Smith, en varios grupos, especialmente en A y B, cuyas excavaciones produjeron el hallazgo de 116 entierros, fechados de la siguiente manera:

Preclásico Medio 5 Clásico Tardío 60
Preclásico Tardío 14 Postclásico 4
Clásico Temprano 23 Sin Cronología 10

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Figura 1 Plano general del centro de Uaxactun

Estos fueron identificados de acuerdo al grupo constructivo de proveniencia: en el Grupo A, del A-1 al 75; en el Grupo B, del B-1 al 3; en el Grupo C, del C-1 al 2; en el Grupo E del E-1 al 23; en las áreas habitacionales del HM-1 al 13.

Durante un lapso de casi 50 años, Uaxactun estuvo abandonado a la acciones del tiempo, clima, selva y especialmente humanos, como el saqueo, que destruyó en gran parte los vestigios anteriores, especialmente por el asentamiento de una aldea y la construcción de una pista aérea en la parte central del sitio, que lo dividió en dos secciones.

Posteriormente se realizaron visitas al sitio, pero no fue sino hasta 1983 cuando realmente se intervino como parte de la investigación del Proyecto Nacional Tikal, trabajo realizado ya por guatemaltecos, cuyo producto, entre otros muchos, también es este material óseo.

Para una mejor ubicación con relación al contexto de los entierros, se explicará en forma general, las fases cronológicas del sitio. Pueden consultarse distintas gráficas que contienen las informaciones básicas, acerca de la cantidad de entierros, la posición en que fueron inhumados, su orientación y la presencia de ofrenda, correspondientes tanto a la temporada 1930-1937 como 1983-1985 (Figuras 2 a 7).

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Figura 2 Muestra total de entierros por época, Temporada 1983-1985

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Figura 3 Posición de entierros, Temporada 1983-1985

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Figura 4 Posición de entierros, Temporada 1930-1937

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Figura 5 Orientación de entierros, Temporada 1983-1985

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Figura 6 Orientación de entierros, Temporada 1930-1937

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Figura 7 Presencia de ofrenda en entierros, Temporada 1983-1985

PRECLÁSICO MEDIO (FASE MAMOM 800-250 AC)

A través de las investigaciones mencionadas, se ha podido inferir que en esta fase cultural ya se encuentra una ocupación completa, a través de una serie de características como la estandarización de estilos cerámicos. También se sabe que fue en este periodo cuando se construyeron las primeras edificaciones con basamentos en piedra de baja altura, con recubrimiento de estuco, que soportaría materiales constructivos perecederos, de forma predominantemente rectangular y otras plataformas de forma redondeadas, así como chultunes (n= 6) en el noreste del Grupo E.

Entre los indicadores relevantes para comprender la estructura social de este periodo pueden considerarse los artefactos como lítica, alfarería, concha y otros, en este caso los restos óseos.

En las temporadas 1926-37, fueron determinados cinco entierros en el Grupo E, dos con ofrenda de jade y uno con concha, cerámica y orejeras, indicadores de una diferenciación en la inhumación de los individuos de ese grupo, lo que coincide con una etapa diferencial y no igualitaria.

Durante las temporadas 1983-85 se detectaron también tres entierros para este periodo con una orientación uniforme, pero con una posición distinta, sin ninguna ofrenda: son el 193 proveniente de la Plaza Norte del Grupo E, el 230 ubicado bajo piso de la Estructura E-XVIII y el 232 de un grupo habitacional localizado al sureste del Grupo H.

El Entierro 193 contuvo restos de dos individuos, un adulto y un infante, de aproximadamente 6 a 12 años de edad, identificado por el cambio de dentición (Jorge Solares, comunicación personal 1989).

PRECLÁSICO TARDÍO (FASE CHICANEL 250 AC – 250 DC)

Para esta fase se han definido para el Grupo E seis estadios constructivos, lo que muestra un marcado incremento poblacional y por ende arquitectónico y productivo. Esta actividad constructiva se extiende a los Grupos A, D y H.

También se evidencia la importancia del Grupo E por la presencia de un complejo de conmemoración astronómica ubicado en el sector central del grupo, formado por la pirámide radial E-VII Sub 1 al oeste, como un lugar para la ejecución de un ritual público.

En la parte sur de este mismo grupo, en el área conocida como Plaza Hundida, se encuentran tres estructuras que forman el primer conjunto de Patrón Triádico erigido en Uaxactun, que evidencia un determinado nivel socio-político y religioso que ejerce control sobre la población, producción e ideología.

Una solución constructiva similar, o sea Patrón Triádico, se observa en el Grupo H. En la Plaza Sur de éste se encontraron cuatro mascarones policromos estucados (H-sub 3), asociados con arquitectura monumental, los que manifiestan la representación ideológica de una concepción religiosa (la Serpiente Visión) y política, reflejo durante esta época y en el Clásico, como un rasgo ligado al estrato gobernante producto de un orden social y una jerarquía establecida (Valdés 1987).

Los 13 entierros fechados para esta fase (temporada 1983-85), provienen de estos grupos, de los cuales cinco están orientados al norte, tres no tienen orientación definida, uno al sur y cuatro al oeste. En cambio, la posición más frecuente es la extendida de decúbito dorsal, seguida por la flexionada lateral derecho (n= 3) y lateral izquierdo (n= 2). La incidencia de mortalidad es de 12 adultos y un infante.

En cuanto a la relación con la ofrenda se observa que seis no presentan ninguna y los siete individuos restantes sí tienen ofrenda, de los cuales cinco cuentan con un plato invertido en la región craneana.

Llama la atención este rasgo, pues permite inferir que no solo existe una norma social, sino también ya una norma ritual. Otro rasgo menor importante es el hallazgo de una cuenta de jade en un solo entierro, el 201. Además se pueden encontrar alteraciones de tipo cultural como deformaciones craneanas, tal es el caso del 228, casi completo, bien conservado, tipo tabular oblicuo y del 236, solo fragmentos, tipo tabular erecto. Se aprecia también mutilaciones dentarias en los Entierros 196, 200, 201, 228 y 241. Un hecho muy importante de mencionar es que en este periodo se encuentra el índice de mutilaciones más alto con relación a los demás periodos.

El análisis integral de los indicadores refleja una tecnificación y un patrón ritual más complejo y también más generalizado. Las alteraciones físicas tanto de cráneo como dentarias, manifiestan diferenciaciones hacia un determinado fin, como por ejemplo normas definidas de convivencia social y ritual. La variabilidad de los rasgos permite considerar estructura y una complejidad en las relaciones sociales a través de cánones quizá provenientes de un núcleo ideológico que lo aglutina.

Igualmente, en las excavaciones de 1926-37 fueron detectados 15 entierros para esta fase, de los cuales nueve disponían de ofrenda, tres de ellos con el mismo rasgo, o sea plato invertido, aunque se observa una alta mortalidad infantil, siete de 15, rasgo que no se observa en la muestra de 1983-85, aunque debe tomarse en cuenta que esta última es menor.

CLÁSICO TEMPRANO (FASE TZAKOL 250-550 DC)

Para este periodo se puede apreciar un intenso desarrollo arquitectónico y escultórico, en los Grupos A y B, que presentan edificios elaborados. Para entonces, el Grupo H ya había sido abandonado y cubierto por completo al finalizar el Preclásico Tardío. Por la muestra cerámica se infiere que los conjuntos habitacionales dejaron de estar aislados y se agruparon en pequeños conjuntos cercanos al sitio, indicio de un marcado aumento poblacional.

Durante la primera parte de la fase Tzakol, el Grupo E continúa su hegemonía. Se construye el Templo E-X, en el sector norte, que posee la única bóveda escalonada conocida en Uaxactun; se llevaron a cabo modificaciones, ampliaciones de plaza y se reafirma la utilización del eje normativo este-oeste del Conjunto de tipo Grupo E.

Posteriormente, el Grupo A vino a sustituir en importancia al Grupo E. Los grupos mayores del centro erigen los primeros monumentos esculpidos en los conjuntos A, B y E. Este último grupo manifiesta modificaciones importantes, aunque la Plaza Principal continúa como núcleo de actividades rituales, según se deduce por los entierros, escondites y ofrendas.

El Grupo A se expande y el B construye sus primeros edificios con una complejidad arquitectónica mayor, una calzada de 225 m de largo los une y la Estela 5, fechada para el 378 DC, es erigida al pie de la Estructura B-VIII, tomándose como indicador final de la fase Tzakol 2, con la presencia de un nuevo linaje (Freidel y Schele 1988).

Durante la última parte del periodo Clásico Temprano, el linaje predominante en el lugar será el del Grupo A, de aquí en adelante. En la Plaza Este surge el palacio más grande construido en el sitio, el A-XVIII, cuenta con dos niveles y 18 cuartos (Valdés 1989).

Los entierros para ésta época suman 11, cuya orientación es predominantemente al sur (n= 4), más que al norte (n= 3), al oeste (n= 1), al este (n= 1), y sin determinación (n= 2). La posición más frecuente será extendido de decúbito dorsal, seguida por la flexionada lateral izquierda (n= 3), y luego lateral derecha (n= 3). La mortalidad infantil parece evidenciar aumento, según la muestra, o sea cinco de 11 (41%). La ofrenda es más frecuente, nueve de 11 individuos.

Entre la ofrenda se detectaron espinas de manta raya en los Entierros 191 y 206: 2 y 18 espinas respectivamente. El Entierro 191 fue encontrado en el Templo E-X con ofrenda y las mencionadas espinas de manta raya, pero además presenta deformación tabular erecta, igualmente mutilación dentaria que se explicará más adelante. También el Entierro 234 presenta deformación intencional según se aprecia por sus fragmentos.

Se puede observar aquí la acentuación de ciertas evidencias que permiten conocer una diferenciación en el tratamiento físico de los individuos, sin considerar el sexo, sino más bien lo sanguíneo o sea el linaje.

CLÁSICO TARDÍO (FASE TEPEU 550-900 DC)

La centralización socio-política, como se anotó, se va a manifestar claramente en los Grupos A y B, con predominio del primero. Posteriormente el Grupo B realizó construcciones que enmarcaron la Plaza Principal como lugar en donde fue localizado el único Juego de Pelota descubierto en el sitio. Durante el Clásico Tardío la actividad fue menor en el sitio, excepto en el Palacio A-V, en donde se construyó y depositó a nuevos entierros. Fue en este momento cuando se erigió la Estela 12 en la Plaza Principal, en 889 DC, última evidencia glífica del sitio (Valdés 1989).

Posteriormente a esta fecha fueron abandonados los conjuntos principales, aunque algunos edificios muestran una posible permanencia humana, que pudieron haber sido pobladores de áreas periféricas.

Son 13 los entierros registrados para esta fase, cuya orientación es predominantemente norte (seis de ocho). La posición no está definida claramente: flexionada lateral izquierda (n= 1), flexionado lateral derecho (n= 2), y de decúbito dorsal (n= 2). La muestra manifiesta una mortalidad infantil menor (dos de 13).

Continúa presente el uso de la ofrenda (nueve de 13), pero más bien cerámica (Palmar Naranja Policromo y Zacatal Crema Policromo), pero ninguno de los platos se ubicó en posición invertida, todos sobre su base, indicio de una norma funeraria presente pero ya modificada, probablemente por una concepción religiosa menos intensa, disminuida, menos profunda o quizá una influencia ideológica distinta.

Se encontraron deformaciones craneanas en los Entierros 237, 242 y 195, así como la presencia de dos cráneos con huesos supernumerarios conocidos por wormianos (Entierros 195 y 237).

Se encontraron también piezas dentarias con incrustaciones de pirita (un incisivo), y las otras únicamente con la huella u oquedad de la incrustación, sin el material in situ.

ALTERACIONES CULTURALES

DEFORMACIÓN CRANEANA

La deformación craneana artificial se conoce desde la más remota antigüedad, ya Hipócrates la había mencionado. Los términos que se utilizaron para definir el tipo de deformación son los propuestos por Romano (1974), e Imbelloni y Dembo (1938), que son:

TABULAR: Oblicuo por compresión fronto-occipital
Erecto por compresión fronto-lámbdica

ANULAR: Por compresión circular. Inexistente en esta muestra (Figura 8).

Los cráneos que presentan deformación intencional para la fase Chicanel corresponden a los Entierros 228 y 233, aunque este último se deduce por los fragmentos del frontal y del occipital que permiten suponer quizá una deformación tabular erecta. A su vez, el del Entierro 228 es un cráneo muy bien conservado que luce una excelente deformación tabular oblicua (Figura 9), que pertenece a un individuo de sexo femenino.

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Figura 8 Tipos de Deformación Craneana

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Figura 9 Deformación Craneana del Entierro PNT-228, Temporada 1983-1985

En la fase Tzakol se aprecian dos cráneos con deformación tabular erecta, el 234 fragmentado y el 191, mencionado anteriormente por sus espinas de manta raya, en relativo buen estado de conservación, con ausencia de los huesos de la cara. Se puede suponer que también los fragmentos craneanos de los Entierros 238 y 242 presentan evidencias de deformación.

MUTILACIÓN DENTARIA

Consiste en alterar la morfología dentaria, sin embargo hay que tratar de explicar el porqué de esta costumbre, conocer su significado cultural, para lo cual es necesario tomar en cuenta una etapa descriptiva previa.

Tipos de Mutilación (Romero 1986; Figura 10):

Tipo A: piezas modificadas en el borde cortante
Tipo B: presenta limado un ángulo de la corona
Tipo C; presenta limados ambos ángulos
Tipo F: comprende combinaciones de tipos sin incrustaciones

Fase Mamom: No presenta evidencias de mutilación
Fase Chicanel: Tipo A-1 Entierro 241
Tipo A-4 Entierro 201
Tipo B-4 Entierro 228
Fase Tzakol: Tipo A-4 Entierro 192
Tipo B-4 y C1 Entierro 191
Fase Tepeu: Tipo E-1 Entierros 202, 209
Debido a la proveniencia distinta de los entierros, tanto en cuanto a su contexto arquitectónico como temporal, la muestra no refleja el que las mutilaciones dentarias correspondan únicamente a personas de status alto, sino más bien podrían reflejar un ritual para ciertos individuos, cuya motivación es incierta aún.

PATOLOGÍA

Entre las enfermedades que afectan los huesos se puede mencionar la artritis reumatoide y la osteo-artritis, cuya presencia se puede mencionar para el Entierro 224, cuyas vértebras muestran un reborde festoneado, esta condición se le conoce como osteo-fitosis, se presenta con mayor frecuencia en la región lumbar y le sigue en aparición la región cervical.

En el área Maya han sido reportados varios casos que presentan este tipo de enfermedad, sin que se pueda asociar hasta el momento a periodo cronológico en forma muy marcada o bien en áreas geográficas específicas (Saul 1972).

PATOLOGÍA DENTAL

Los desechos de los alimentos forman una capa alrededor de los dientes llamada placa bactriana que puede involucrar o bien un balance ácido o uno alcalino, según el tipo de alimentos. Si los alimentos en su mayoría fuesen de origen proteínico la placa podría ser más alcalina, o si se ingieren azúcares o carbohidratos, la placa sería más bien ácida, que origina dos procesos distintos. Para los ácidos, los procesos patológicos serían caries y para los alcalinos, cálculo dental o sarro, muy frecuente en las piezas dentales de la muestra en cuestión, con una mayor ausencia de caries.

Al analizar estos datos se puede conocer más sobre el hábito alimenticio de los pobladores y en este caso específico podría considerarse la predominancia de carbohidratos en la dieta, o sea alimentos de origen animal o vegetal pero no así frutas, o al menos en un porcentaje menor. Aunque también puede considerarse el metabolismo de cada persona.

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Figura 10 Tabla de clasificación de los tipos y formas de mutilación dentaria (según Romero 1986)

En los Entierros 195 y 196 se observó también una corona en forma de barril, cuyo proceso es una invaginación coronal tanto del esmalte como de la dentina, esta proyección inversa del esmalte y dentina, hasta donde se conoce, es de origen genético. Sin embargo, en la actualidad no se encuentran muchos estudios al respecto.

Nuevamente el individuo del Entierro 195 y el del 237 (fase Tepeu) presentan particularidades anatómicas en el cráneo, conocidas como huesos wormianos, observadas con frecuencia entre los antiguos cráneos de las diversas regiones del Perú.

Estas son formaciones óseas supernumerarias, observadas con mayor frecuencia en la sutura lambdoidea, se les conoce así por haber sido mencionados por Olaus Wormius, aunque antes también habían sido observados por Hipócrates y luego por Gonthier d’Andernach (médico de Francisco I) quien los describió con detalle en 1574.

El caso que se observa en el Entierro 237 es el llamado hueso epactal que suele encontrarse en el lambda, llamado también Gran Wormiano Occipital, no puede ser descrito exactamente por la variedad de forma que presenta, algunas veces es triangular. Rivero y Tschudi le llamaron hueso de los Incas, se presenta en forma irregular, puede estar en el centro o hacia uno de los lados. En el Entierro 195 se observa esta formación ósea supernumeraria, en la región de la sutura temporo-parietal y occipital (lambda).

En la fase Tzakol, el Entierro 191, a pesar de que por su ofrenda funeraria podría considerarse que fuese un individuo masculino, se encontró un fragmento de coxal, con una evidencia clara del surco impropiamente conocido como pre-auricular (es sub-auricular) de Derry, que fundamenta que se trata de un individuo de sexo femenino, pues se encuentra presente en los huesos pélvicos debido a su condición más delicada que registra una marca o huella que dejaran los ligamentos de sostén en aquellas personas que han experimentado partos a temprana edad (Genovés 1958) y se considera de gran valor como diagnóstico sexual.

LESIONES TRAUMÁTICAS

Se observa en el Entierro 243 un orificio de aproximadamente 15 mm en la región bregmática, casi en el punto de unión de las suturas sagital y coronal, que pudo haber tenido un proceso de regeneración mínimo, pero que aún se encuentra pendiente de confirmación y de más análisis que permitirían conocer si fue practicada en vida o post-mortem.

OFRENDAS

Las más significativas de mencionar son las que corresponden a los Entierros 191 y 206.

El primero fue localizado bajo el piso original del Templo E-X, ubicado en la cámara central. Contaba con las dos espinas de manta raya antes mencionadas, colocadas en la región pélvica, de 3 y 9 cm de longitud, con acanaladuras en uno de los lados, un fragmento de concha Spondylus con diseño glífico y una placa incisa sobre material marino. Lo más relevante es que se trata de un individuo de sexo femenino que ostenta este tipo de ofrenda.

El Entierro 206 fue localizado sobre el piso Clásico Temprano en los niveles inferiores del palacio B-II. Se localizó un plato colocado en posición invertida que lo cubría, al igual que al resto de la ofrenda. El plato presenta engobe naranja en el interior y en el exterior, pertenece al tipo Águila Naranja. Rodeando el entierro aparece abundante material lítico, compuesto por 68 desechos de talla de obsidiana gris, dos lascas de obsidiana, seis núcleos de obsidiana gris, ocho excéntricos y 226 navajas prismáticas y sub-prismáticas, lo cual hace un total de 329 piezas de obsidiana, así también fragmentos de concha, 18 fragmentos de espina de manta raya y una muestra textil. Lo interesante de mencionar en este caso es que se trata de un individuo muy pequeño de edad, probablemente ocho meses de edad intrauterina o bien dos meses de nacido.

Para la fase Chicanel está el único ejemplar que presenta una cuenta de jade (Entierro 201), único en toda la muestra. Podría considerarse lo que las crónicas mencionan al respecto para los habitantes de la Verapaz que dice:

«cuando quiera, pues, que algún señor moría, tenía aparejada una piedra preciosa que lo ponían a la boca cuando quería expirar, en la cual creían que le tomaban el ánima, expirando con ella y muy livianamente le refregaban el rostro. El tomarle aquel resuello, ánima o espíritu y hacer aquella ceremonia y guardar la dicha piedra, era por sí un principal oficio y no lo tenía sino una persona de las más principales del pueblo o de la casa el rey, al cual tenían todos en gran reverencia, porque la piedra era estimada por cosa divina y así lo nombraban hombre de Dios, como si dijeran que aquel hombre se había trasladado a los dioses hechos ya divinos y por esta errada consideración ofrecían a estas piedras en ciertos tiempos sacrificios» (De Las Casas 1965).

Al considerar esto, se podría pensar que dadas las circunstancias no sería frecuente yacer con una cuenta de jade en la boca. Pero este es el único caso en que se presenta una cuenta de jade, en un individuo de la mencionada muestra. Aunque también podría perderse en excavación, debido a que ésta es colocada en la boca de la persona cuando aún cuenta con tejido muscular y al desaparecer éste, el fragmento puede caer hacia el piso donde yace el esqueleto.

Para la misma fase Chicanel es frecuente encontrar sobre el cráneo un plato invertido (cinco individuos de seis, es decir, el 83%), frecuencia que disminuye en las otras fases cronológicas, por ejemplo en Tzakol 2 de 11 (18%), y en Tepeu desaparece totalmente la norma de plato invertido, no así la ofrenda por sí misma.

GENERALIDADES

Aun al ser escasos los datos, es necesario hacer énfasis en la importancia que proporcionan los restos óseos. Como parte de los vestigios arqueológicos son una información valiosa sobre el sistema de vida, evidente no solamente en cuanto a la parte física, sino en la huellas que la convivencia y actividades humanas dejan impresas en el hueso.

Así mismo, a través de los resultados de los datos obtenidos del análisis de entierros, puede darse un margen comparativo que pueda concluir en el conocimiento de hechos y eventos de índole socio-cultural por regiones y épocas cronológicas.

Cabe mencionar que para que estos estudios puedan lograr un mejor resultado es necesario la colaboración multidisciplinaria y así enriquecer los resultados que permiten conocer la importancia que se encuentra en los restos humanos como fuente de conocimiento del ser humano que pobló estas tierras en épocas pasadas cuyas manifestaciones arquitectónicas, escultóricas y artísticas aún se pueden apreciar.

REFERENCIAS

De las Casas, Bartolomé
1965 Apologética Historia de las Indias. Anales de la Sociedad de Geografía e Historia 38. Guatemala.

Freidel, David A. y Linda Schele
1988 Symbol and Power: A History of the Lowland Maya Cosmogram. En Maya Iconography (editado por Elizabeth Benson y Gillet Griffin):44-93. Princeton University, New Jersey.

Genovés, Santiago
1958 Estudio de los Restos Oseos de Coixtlahuaca, Oaxaca. Actas del XXXI Congreso Internacional de Americanistas, 455-485. Universidad Nacional Autónoma de México, México.

Imbelloni, J. y Adolfo Dembo
1938 Deformaciones Intencionales del Cuerpo Humano de Características Etnicas. Nova, Buenos Aires.

Ricketson, Oliver G. y Edith B. Ricketson
1937 Uaxactun, Guatemala: Group E, 1926 1931. Carnegie Institution of Washington, Pub. 477. Washington, D.C.

Romano, Arturo
1974 Sistema de Enterramientos. En Antropología Física Prehispánica. Instituto de Antropología e Historia, México.

Romero Molina, Javier
1986 Catálogo de la Colección de Dientes Mutilados Prehispánicos, IV Parte. la. Edición. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.

Saul, Frank P.
1972 The Human Skeletal Remains of Altar de Sacrificios: An Osteobiographic Analysis. Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, Cambridge.

Valdés, Juan Antonio
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