036 Nuevos resultados de las investigaciones en el Área Central del sitio Río Amarillo, Copán, Honduras. Walter Burgos, Edy Barrios, Cameron McNeil, Paola Torres y Antolín Velásquez – Simposio 28, 2014

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036 Nuevos resultados de las investigaciones en el Área Central del sitio Río Amarillo,  Copán, Honduras.

Walter Burgos, Edy Barrios, Cameron McNeil, Paola Torres y Antolín Velásquez

 

XXVIII Simposio de Investigaciones
Arqueológicas en Guatemala

Museo Nacional de Arqueología y Etnología
14 al 18 de julio de 2014

Editores
Bárbara Arroyo
Luis Méndez Salinas
Lorena Paiz

 

Referencia:

Burgos, Walter; Edy Barrios, Cameron McNeil, Paola Torres y Antolín Velásquez
2015 Nuevos resultados de las investigaciones en el Área Central del sitio Río Amarillo, Copán, Honduras. En XXVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2014 (editado por B. Arroyo, L. Méndez Salinas y L. Paiz), pp. 441-452. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

 

Nuevos resultados de las investigaciones en el Área Central del sitio Río Amarillo, Copán, Honduras
Walter Burgos
Edy Barrios
Cameron McNeil
Paola Torres
Antolín Velásquez
Palabras clave
Valle de Copán, Río Amarillo, excavaciones, Sector Este, identidad, Clásico Tardío.

Abstract
The 2012-2013 PARAC field seasons conducted at the site of Rio Amarillo, were primarily focused in the eastern section of the central area of this ancient Maya town. This part of the site is composed of plazas C and D, as well as the Eastern Group, which contains four small courtyards. Some scholars have previously suggested that the settlement pattern in the Eastern Group is not Maya. This paper presents preliminary results from the excavation of 12 structures, including ceramic data, which address this hypothesis.

 

Introducción
El sitio arqueológico Río Amarillo constituyó un centro secundario del valle de Copán, Honduras, para el período Clásico Tardío (600-900 DC). Se localiza en el límite sureste del Área Maya, aproximadamente a 18 km al noreste del Grupo Principal de Copán, específicamente en la cuenca este del Río Amarillo (Fig.1).

Luego de ser reportado en el año 1917 por Sylvanus Morley (1920), durante casi medio siglo no formó parte del interés arqueológico. Fue hasta 1975 que Gary Pahl (1987) efectuó las primeras excavaciones en este asentamiento, que se limitaron al Área Central. Posteriormente, desde los años 90s se han realizado otras investigaciones con distintos enfoques, en su mayoría centrados en el mapeo, excavación de espacios relacionados con arquitectura monumental, escultura, así como algunas actividades de consolidación y restauración (Canuto 1996, Saturno 2000). Dichos estudios han generado datos relevantes de este pequeño asentamiento, y que son de gran importancia para la comprensión de la dinámica entre Copán y otros sitios vecinos.
Desde el año 2012 hasta la fecha, el Proyecto Arqueológico Río Amarillo-Copán (con sus siglas PARAC), dirigido por Cameron McNeil, efectúa diferentes etapas de estudios en el Área Central, enfocadas principalmente en grupos residenciales del Sector Este. La investigación se ha orientado en precisar la cronología de ocupación, distribución espacial, características arquitectónicas y función de las distintas edificaciones, así como determinar la filiación de sus habitantes y relaciones con otras poblaciones.

Patrón de asentamiento
Los habitantes de Río Amarillo aprovecharon una serie de accidentes geográficos y factores ambientales que favorecieron el asentamiento, entre ellas una precipitación pluvial superior a la de Copán (Turner et al. 1983), lo que generó una mayor productividad agrícola. Al parecer este sitio formó parte de una red de asentamientos distribuidos aproximadamente a 4 km de distancia, únicamente separados por accidentes geográficos, que a la vez están intercomunicados, pues se asocian a pequeñas quebradas o arroyos que se unen al río Copán. Hacia el norte se encuentra Piedras Negras, al oeste Los Achiotes, al sur El Raizal, mientras que al este aún no se ha reportado algún sitio de rango considerable.

De estos sitios en la zona, destacó Río Amarillo por tener una mayor cantidad de edificios distribuidos en una zona más extensa, lo que confirma que fue un poblado que debió controlar la región este de la cuenca del Río Amarillo-Copán (Wolf et al. 2013), tal como ha sido sugerido con anterioridad (Pahl 1987, Leventhal 1979 y Saturno 2000).

Río Amarillo está integrado por más de una treintena de grupos arquitectónicos, distribuidos en un área aproximada de 4 km² (Canuto 1996), que en la nomenclatura local son definidos como sitios. Los mismos estaban compuestos por cuatro o más de 30 estructuras, que podrían corresponder al concepto de barrios (Lemonier 2009), en los que varias familias convivieron en un espacio determinado, contando con amplias secciones de terreno para llevar a cabo actividades agrícolas, artesanales y de la vida cotidiana (Barrios et al. 2013).

Respecto a la preferencia del lugar del asentamiento, la mayoría se distribuyeron en el valle, un lugar ideal para la agricultura, seguido por las laderas del cerro, alejados de las inundaciones, y los asociados a la quebrada, en las que se obtuvo agua de mejor calidad que la del río. En el segundo, se ubicaron los dos grupos residenciales más grandes, por lo que se establece la predilección de la gente de alto status por este sector, ya que representaba no sólo protección y defensa, sino que también permitía una buena visibilidad y control del valle (Canuto 1996).

Al anterior pertenece el denominado como Sitio 5, investigado en 2011, el cual fue el barrio residencial más cercano al centro, por consiguiente una extensión del mismo, formando quizás parte del núcleo de Río Amarillo (Barrios, et al.2013). Por aparte, el Área Central se asentó sobre la parte baja del cerro La Canteada, asociado al Río Amarillo y la Quebrada Borbollón. La última generó erosión y pérdida de segmentos o algunos de sus edificios, como lo sucedido en el corte este de la Acrópolis de Copán.

Área Central
Se ubica en el Cerro La Canteada, y tiene un espacio aproximado de 300 m en eje Este-Oeste y 150 m de Norte-Sur (Fig.2), en el cual se construyeron 39 edificaciones de distinto tamaño y funcionalidad, las que se distribuyeron en tres sectores: 1. Central, 2. Oeste y 3. Este. El primero, fue integrado por las Plazas A y B, las que formaron los espacios más amplios, en los que se llevaron a cabo actividades públicas, incluyendo ceremonias con una participación masiva de asistentes.
Ambas estaban conectadas por medio de una escalinata, ya que la primera estaba al nivel de la Quebrada Borbollón, mientras la segunda se sitúa a una mayor elevación. Sobre la Plaza B fueron construidas las Estructuras 1 y 2, la última constituye el edificio más grande fuera del Grupo Principal de Copán (Saturno 2000). Su importancia como núcleo del centro cívico-ceremonial, es también manifestada por ser el lugar en donde se localizaron los únicos dos monumentos con inscripciones (Morley 1920).

Por su parte, el Sector Oeste, presentó las Plazas E, F y G, que tuvieron dimensiones considerables y algunos edificios monumentales, en los que tuvo lugar actividades de importancia política y económica de los ocupantes de estos espacios. Entre las edificaciones, destacó la Estructura 5, perteneciente a la Plaza E. La misma en su lado oeste tuvo una fachada escultórica, en la que se representaron motivos y símbolos presentes en otros sitios de Copán, incluyendo el Grupo Principal, entre ellos el Monstruo Witz, guerreros con indumentaria teotihuacana y otros motivos mexicanos (Fash 2011, Pahl 1987 y Saturno 2000).

Finalmente, el Sector Este, conformado por las Plazas C y D, así como 4 patios de pequeñas dimensiones, que en conjunto se les denomina como Grupo Este. En general varía de las otras dos secciones del sitio por presentar una distribución de sus edificios diferentes, rompiendo con el patrón de patio o plaza, consistiendo en un asentamiento agrupado, con una alta densidad de estructuras, en buena medida con dimensiones pequeñas. Por esas características, algunos investigadores han sugerido que pudo ser un espacio habitado por una población no Maya (Canuto 1996 y Saturno 2000).

Arquitectura
De manera general, puede establecerse que aparte de las edificaciones del Sector Central y la Estructura 5, en las que se usó bloque de tobas o andesitas para su construcción, el resto de las estructuras investigadas presentaron una arquitectura basada especialmente en el uso de piedras de río o cantos rodados, empleados en los cimientos y basamentos. Mientras los pocos bloques de toba se restringieron principalmente a las escalinatas, fachadas principales o para marcar las esquinas.
Por su parte los recintos construidos sobre los basamentos, se erigieron con paredes de bajareque, lo que se ha sugerido por el descubrimiento del mismo, prácticamente en todos los edificios investigados, incluso algunos todavía presentan las huellas de las cañas sobre las que se colocó, tal como lo encontrado en estructuras de la Plaza D. Igualmente pudo emplearse madera y otros materiales perecederos, mientras que los techos se hicieron mediante hojas de guano o palmas.

Finalmente, las plazas o patios, así como el interior de ciertos edificios, fueron recubiertos por un piso de piedras planas, comúnmente denominado emplantillado o bien con pisos de tierra apisonada. Con base a evidencias descubiertas en el espacio entre las Estructuras 1 y 7, se establece que previo al emplantillado por lo menos en el lado sur, fue colocada una hilera de tobas en dirección este-oeste, que funcionó como parte de una nivelación previa a la cual se colocó el piso.

El uso a mayor escala de los cantos rodados, probablemente se debió a su más fácil adquisición, debido a la cercanía de algunas fuentes hídricas, caso contrario a los bloques de toba volcánica, cuyas canteras se localizaban distantes, más cercanas al Grupo Principal de Copán. Durante el reconocimiento y mapeo del PARAC se descubrió una cantera en el sitio Piedras Negras ubicado aproximadamente 2 km al norte, que será objeto de investigación en las próximas temporadas. Esta se diferencia de otras del valle, por tener una tonalidad rojiza, que únicamente se ha encontrado en la escultura de la Estructura 5 de Río Amarillo, lo que indica algún tipo de relación entre ambos.

La Plaza D, formada por cinco estructuras (Fig.3), es una de las más claras muestras de la distribución de edificios en el Sector Este, considerada como atípica de los Mayas, por consiguiente señalado como un espacio habitado por otro grupo cultural. Para iniciar, se cree que por sus dimensiones pequeñas, en relación a la amplitud de las Plazas A y B, podría calificar como un patio. La topografía del terreno hizo que las distintas estructuras mostraran diferentes orientaciones y características arquitectónicas. Además lo reducido del centro cívico-ceremonial, y el aumento de personas de alto status, generó el aprovechamiento al máximo del espacio, por ello las estructuras (13, 14 y 38) más pequeñas están a una distancia menor de 2 m (Burgos y Billadello 2013).

Por aparte, en el Grupo Este, desde los años 90s en los que Saturno (2000) hizo el mapa del Área Central, han desaparecido totalmente tres edificaciones, las Estructuras 17, 18 y 19 (Patio B), esto como resultado de la erosión causada por las crecidas de la Quebrada Borbollón, mientras que la Estructura 25 fue parcialmente destruida. Las excavaciones efectuadas en los tres patios restantes (A, C y D), revelaron una similitud en cuanto a la conformación de las edificaciones, las mismas son muy similares a las del resto del sitio, así como de otros asentamientos con filiación Maya.

En el Patio C, específicamente entre las Estructuras 15 y 16, apareció un elemento arquitectónico inusual, consistente en una rampa escalonada de barro que asciende hacia el norte a través de tres escalones bajos, separados por 1 y 2 m, y que se elevan hasta llegar a la plataforma sobre la que se construyó la Estructura 15. El resto de las plazas y patios, aparentemente por encontrarse en diferentes elevaciones, se conectaron por medio de escalones.

Varias de las construcciones mostraron remodelaciones, resultado de ampliaciones o reforzamiento de sus muros, los que no pueden catalogarse como etapas constructivas, pues se considera que el mayor auge constructivo en el área corresponde al Clásico Tardío (600-900 DC). Es interesante que no se tenga evidencia de algún sistema para evacuación del agua que podría descender de la parte superior del cerro, por consiguiente podría afectar la arquitectura y las actividades que tuvieron lugar en los espacios públicos.

Usos de las edificaciones
La calidad constructiva y las dimensiones de los edificios no fue precisamente un determinante para la función o actividades que pudieron tener lugar en su interior. Por ejemplo, las Estructuras 7 y 15, ambas con características muy distintas, pueden considerarse como templos o lugares destinados a ceremonias tanto en la Plaza C y en el Patio C, respectivamente. La Estructura 15, aunque fue de tamaño reducido, presentó cerámica y lítica especial, por ello se pone de manifiesto su importancia ritual. En ella pudo residir un sacerdote.

La Estructura 26 del Patio D, contó con un basamento sobre el que se construyó el edificio propiamente dicho, en cuyo interior presentó una banca ubicada al centro. Además tuvo un cuarto adosado entre la esquina noroeste del basamento y el lateral norte de la escalinata, similar a algunos edificios del Grupo conocido como Las Sepulturas (McNeil y Barrios 2013). Por la presencia entre sus artefactos de un incensario con decoración aplicada con la forma de espigas y otros motivos, se deduce acerca de su uso para algunas actividades rituales, no sin ello dejar de tener funciones domésticas.

En el caso del Patio A, las investigaciones en las Estructuras 20, 21 y 22 permitieron establecer que las tres presentan características similares a otros edificios residenciales en el Sitio 5, Copán y en otros asentamientos mayas, por lo que se asume que este patio fue ocupado por una familia y que en sus edificios fueron realizadas actividades cotidianas, tales como almacenamiento de bienes y productos, convivencia, ceremonias familiares, entre otros (McNeil et al. 2013).

En diferentes plazas y patios aparecieron otros recintos adyacentes al espacio principal, que con base a comparaciones con otros ejemplares en Copán, como el caso del Grupo 9L-22 y de viviendas modernas, se establece que constituyeron un pretil, el que serviría de bodega o lugar de almacenaje de leña u otros bienes o para algún tipo de actividad al aire libre. Con ello se manifiestan características muy particulares de algunos conjuntos residenciales.

Si bien la mayoría de las edificaciones en el Sector Este son relativamente simples y en general más pequeñas, es necesario resaltar que contiene los edificios residenciales más próximos al núcleo del asentamiento, por ello debe considerarse la idea de que fueron habitados por personas cercanas a la clase gobernante de Río Amarillo, ya sea relacionados mediante vínculos familiares o bien personajes importantes en la vida religiosa, política y social de la población, entre ellos escribanos, sacerdotes y administradores.

En la Plaza D y el Patio A fueron localizados los basureros más grandes y con una mayor concentración de materiales culturales, pero en los mismos la presencia de material malacológico y huesos de fauna están ausentes. Esto es una constante en todos los espacios investigados por el PARAC, lo que lleva a pensar que la composición de los suelos no permite la conservación de los restos óseos de cualquier tipo, por lo que se harán los análisis respectivos al mismo para verificar dicho dato.

Cerámica
El análisis en el sitio se encuentra en una etapa inicial, siendo estudiados hasta el momento solamente algunos contextos de la Plazas B y D, así como los Patios A, C y D, en los cuales el 60% de la muestra está erosionada. Corroborando los resultados obtenidos por estudios previos, se establece que los primeros indicios de asentamiento en las áreas investigadas, son del periodo Clásico Temprano, pero su frecuencia es mínima, por consiguiente el desarrollo en este lapso no queda aún claro. Además se ha encontrado un pequeño porcentaje de material, que puede pertenecer al Posclásico, pero esto aún está pendiente de confirmarse (Fig.4).

De manera general se ha podido establecer que en la colección cerámica prevalecen los grupos asociados a las tradiciones utilitarias (ollas, cántaros, cuencos grandes, apastes y comales) con un 73%, representada en su mayoría por el Grupo Zico, en donde el tipo Casaca Estriado es muy frecuente, seguido por el Grupo Raúl Rojo. Por su parte las tradiciones de servicio (platos, cuencos y cilindros) fueron menos frecuentes, estando representados por la cerámica Negro café pulido y de pasta crema, en el que sobresalen tipos como Surlo Anaranjado Café y Copador Policromo (Fig.5).
Por medio de los resultados obtenidos, es posible observar que, a nivel cerámico, los pobladores de Río Amarillo siguieron la misma dinámica que los del valle de Copán, en cuanto a cambios en la distribución y función de algunas vajillas tanto utilitarias como de pasta fina. Para la sub fase cerámica Coner Tardío (800-900 DC), es donde se percibe un aumento en el número de vasijas pertenecientes a la tradición Zico, con la disminución de la tradición Negro Café Pulida.

Otro pauta que se estableció es la importación de la cerámica Ulua-Yojoa, la que apareció en un mínimo porcentaje en todas las estructuras del Sector Este, inclusive representado por algunas vasijas parciales (Fig.6), lo que manifiesta el nivel de élite de sus residentes. Esto refleja la interacción con otras regiones del occidente y centro de Honduras, dando lugar a una reducción de los tipos Copador y Caterpillar para el Clásico Tardío.

Aunque en Río Amarillo hay una diferenciación con respecto a la pasta en ciertos tipos cerámicos, la misma pudo ser resultado de una producción local, en la que se imitaron formas empleadas en Copán y otros sitios relacionados con los grupos Mayas, con la intención posiblemente de expresar cierta afinidad o afiliación con más de un grupo poderoso o prestigioso (Bill 1997). Con respecto a la ocupación Posclásica, en la Plaza D se descubrieron algunos ejemplares que podrían pertenecer a este periodo. Bill (2012 comunicación personal) observó cerámica plomiza y otros tipos de la fase Ejar (900 DC) en el Grupo 1 del Sitio 5, ubicado a menos de 200 m del Área Central. Por la proximidad que hay entre ambos, es bastante factible que los tiestos cerámicos identificados como parte de esa fase, efectivamente pueden corresponder al Posclásico, pero aún queda por definirse esta ocupación en el sitio.

La identidad en Río Amarillo
Es innegable que las fronteras culturales fluctúan a lo largo del tiempo, por lo que se considera que por su ubicación geográfica, la cuenca de Río Amarillo pudo ser un punto de tránsito e interacción con otras poblaciones del este de Honduras y centroamericanas, entre ellos los Lencas. Cerámica y escultura del Preclásico Tardío y Protoclásico descubiertas en el Grupo Principal, indican que en el valle de Copán habitó una población no Maya (Fash 2005), previo a la llegada de K’inich Yax K’uk’ Mo’, en el año 426 DC (Martin y Grube 2002).

Para el Clásico Tardío, que corresponde al periodo de ocupación en el sitio investigado, Andrea Gerstle (1988) propuso que dentro del Grupo 9N-8 o Las Sepulturas, específicamente en las Plazas D y K, se asentó una población lenca, deducción obtenida por la presencia de cerámica Ulúa, figurillas hechas con moldes y ciertas diferencias en el patrón de asentamiento.

Asimismo, en el valle de El Paraíso, se encuentra el sitio El Cafetal, que de acuerdo a Canuto et al. (2007), la disposición y organización espacial de las estructuras, los materiales empleados para la construcción y la carencia de escultura arquitectónica y un destacado uso de cerámica local, permiten catalogarlo como un asentamiento de gente no Maya o lenca.

Finalmente, los resultados obtenidos por Miller (2014) en el análisis de restos óseos procedentes de sitios del valle de Copán, indican que un 40% de la muestra, no pertenece a una población local. El problema en este caso, radica en establecer si dichas personas procedieron de las Tierras Bajas Mayas o bien del centro o este de Honduras. Los datos antes expuestos, no descartan la convivencia entre culturas distintas en el Valle de Copán.

Determinar la identidad en una población prehispánica es una tarea difícil, debido a la pérdida de información a lo largo del tiempo y a la discontinuidad cultural. En el caso de Honduras, se suma la falta de estudios sobre grupos fuera de lo Maya, por ello existe un poco de controversia en cuanto a la consideración de ciertos patrones como Mayas o no Mayas. Para el caso de Río Amarillo se empleó la evidencia obtenida de la arquitectura, la cerámica y la escultura, en la búsqueda de respuestas a dicho aspecto.
Las excavaciones realizadas hasta el momento en 13 estructuras del Sector Este, permitieron establecer que la disposición de las mismas, obedece más a una adaptación a la topografía del lugar y al acomodo de los edificios alrededor de patios, por ello se encuentran muy próximas entre sí. Lo cual no es un indicativo seguro de la presencia de alguna población de origen no Maya, siendo necesario contrastar estos datos con el análisis de los materiales recolectados. El tamaño tan reducido del núcleo del sitio, por el ascenso más pronunciado del cerro La Canteada al lado norte y la presencia de la Quebrada Borbollón y el Río Amarillo al sur, así como un paulatino aumento de la élite, produjo la construcción de más estructuras en el espacio disponible, así de esta manera ciertas personas podrían formar parte del centro cívico ceremonial.

La cerámica se ha considerado un medio eficaz para poder establecer la filiación cultural o relaciones con regiones o sitios, lo que se evidencia a través de las tradiciones cerámicas, en las que se engloban ciertos tipos cerámicos que comparten varios atributos, incluyendo aspectos tecnológicos como la pasta y acabado de superficie (Bill 1997 y Forné et al. 2009). En este sentido, como se mencionó con anterioridad, la colección cerámica del sitio de Río Amarillo es análoga en la mayoría de los grupos cerámicos del Grupo Principal de Copán, lo que evidencia una relación directa tanto a nivel económico, político e inclusive ideológico entre las dos entidades. Por aparte, la presencia de vasijas procedentes fuera del Área Maya, entre ellas las del tipo Ulúa-Yojoa o Cafetal, aparecen en una baja frecuencia, por lo que son interpretados como resultado de relaciones comerciales.

Aunque en las excavaciones del PARAC se ha descubierto una mínima cantidad de escultura, los estudios de Pahl (1987) y Saturno (2000) en la Sección Oeste del sitio, revelaron varios mosaicos en piedras que recubrieron la fachada oeste de la Estructura 5. Dentro de los motivos que aparecían en la decoración, estaban imágenes del Mostruo Witz, guerreros con indumentaria asociada al centro de México, así como los símbolos del año teotihuacano y el wite naah o casa del origen. Dicha evidencia ha sido previamente empleada para vincular a Río Amarillo con la élite de Copán, pues los mismos elementos se presentaron en la Estructuras 22, 26, 32, 16 y 29 del Grupo Principal (B. Fash 2011).

En el caso de los altares con inscripciones reportados por Morley, han sido objetos de algunas lecturas. En el caso del Altar 1, que es el mejor conservado, Schele (1987) estableció que corresponde al año 643 DC. Actualmente Tokovinine (comunicación personal 2014) se encuentra trabajando en una nueva lectura del monumento, sus datos iniciales parecen indicar la misma fecha propuesta por la primera investigadora del altar. Aunque esto aún está pendiente de confirmar, por el momento es posible considerar una relación entre el líder de Río Amarillo, con el Gobernante Humo Imix de Copán.

Conclusiones
Luego de cuatro temporadas de campo en el Área Central de Río Amarillo se ha podido ampliar la cantidad de edificaciones y terrazas de nivelación reportadas en las actividades de mapeo efectuadas antes del PARAC. El sitio se localiza en la segunda cuenca más grande, sólo superada por la de Copán, en la que formó un sitio relativamente pequeño y poco poblado, pero de gran importancia en todo el valle. De acuerdo a la tipología elaborada por Willey y sus colaboradores (1978), el asentamiento entra en la categoría de sitios Tipo IV (McNeil 2013), es decir un centro secundario en el que existe arquitectura monumental y una complejidad arquitectónica.

Con casi una veintena de estructuras investigadas, se tiene datos pertinentes a su organización espacial, características arquitectónicas y funcionalidad de los mismos, en los que se ha podido conjeturar acerca de las actividades domésticas y rituales que pudieron realizarse en el interior de las estructuras, patios o plazas en las que se encontraban, sin que mostraran en el caso específico del Sector Este, diferencias que lo relacionaran con una población no Maya.

Además, mediante el estudio cerámico se ha descartado la hipótesis que consideraba lo anterior, ya que si bien se cuenta con vasijas y otros artefactos procedentes de pueblos fuera del área Maya, los porcentajes son mínimos, por consiguiente producto de nexos comerciales de bajo perfil. Es evidente la filiación y asociación a la tradición cerámica copaneca, la que se reprodujo ya sea con una producción local en Río Amarillo o bien traída desde la capital regional.

Desde el año 2012, el proyecto arqueológico ha empezado a extender sus estudios a otros sectores del valle de Río Amarillo. Entre los trabajos están un nuevo mapa en el sitio de Piedras Negras (Fig.7) y sondeos en un cerro conocido como Monte Galán, el que se sitúa aproximadamente 1.5 km al sureste del centro de Río Amarillo. Inicialmente se consideró que, por su geografía, pudo ser un lugar ideal para algún asentamiento muy tardío, quizás del Posclásico. A pesar de carecer de evidencias de edificaciones, se recuperó una pequeña muestra de cerámica y lítica, cuyo análisis permitirá establecer un fechamiento y su posible uso como un lugar de paso o bien de una ocupación temporal.

En el caso de Piedras Negras, por ser el sitio más próximo al asentamiento hasta ahora investigado, se han planificado realizar algunas excavaciones en su grupo principal y en otros espacios adyacentes. Su estudio es importante para comprender la relación que existió entre los dos asentamientos, y de esta manera reconstruir el desarrollo prehispánico de las cuencas este y oeste de Río Amarillo.

Finalmente, para el primer semestre del año 2015 se realizarán análisis de ecofactos (polen y fitolitas entre otros) recuperados durante las investigaciones, que proporcionarán información acerca del medio ambiente en el que habitaron sus residentes, que pudo darle ciertas ventajas con respecto a otros sitios del valle. Además se hará una prospección geofísica, empleando un geo-radar, y fotografías aéreas de la cuenca de Río Amarillo, mediante un vehículo aéreo no tripulado. Dichos estudios, ampliarán nuestra comprensión de este sitio relevante en la dinámica de Copán, especialmente para el Clásico Tardío.

Agradecimientos
Agradecemos al Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), por el apoyo brindado durante el trabajo de investigación. Al Colegio Lehman de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y a National Science Fundation (NSF), por el apoyo financiero. También a los estudiantes y profesionales Janine Billadello, Anarrubenia Capellin, Rebecca Carmona, Lineth Moreira, Victoria Namanworth, Andy Osorto, Ariel Salinas, Ninel Pleitez, Carolina Sandoval, Christina Vélez y Jacobo Welch, por su colaboración en las actividades de excavación de las temporadas 2012-2014, lo que hizo posible obtener los datos en esta ponencia presentados.

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Fig.1: Ubicación del sitio Río Amarillo y otros sitios del Valle de Copán (Dibujo E. Barrios 2014).

Fig.2: Mapa del Área central del sitio Río Amarillo (Velásquez et al. 2013).

Fig.3: Planta general de las estructuras de la Plaza D (Dibujo E. Barrios, modificado de W. Burgos 2013).

Fig.4: Porcentaje de cerámica, de acuerdo a su fechamiento (Torres 2014).

Fig.5: Tradiciones cerámicas presentes en la muestra analizada (Torres 2014).

Fig.6: Vasija parcial del tipo Ulua-Yojoa, descubierta en la Plaza D (Burgos 2014).

Fig.7: Mapa del sitio Piedras Negras, Honduras (Wolf et al. 2012).