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020 – TRANSFORMACIONES PRODUCTIVAS Y DINÁMICA COSTERA: MÁS ALLÁ DEL CONCEPTO DE CAZADORES-RECOLECTORES PREHISPÁNICOS – Laura Beovide Leal – Simposio 22, Año 2008

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Beovide Leal, Laura

2009        Transformaciones productivas y dinámica costera: Más allá del concepto de cazadores-recolectores prehispánicos. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.252-266. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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TRANSFORMACIONES PRODUCTIVAS Y DINÁMICA COSTERA: MÁS ALLÁ DEL CONCEPTO DE CAZADORES-RECOLECTORES PREHISPÁNICOS

Laura Beovide Leal

Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, Uruguay

ABSTRACT

PRODUCTION TRANSFORMATIONS AND COASTAL DYNAMICS:

BEYOND THE PREHISPANIC CONCEPT OF HUNTER-GATHERERS

Based on archaeological investigation along the Uruguayan bank of the Río de la Plata, I explore the processes of change in the use of mid-Holocene space and coastal resources that could exemplify similar contexts in Mexico and Central America. Considering paleoenvironmental and taphonomic aspects of the regional archaeological record (including shell middens), and lines of ceramic-ltihic, archaeofaunal, archaeobotannical, and archaeomolluscan evidence, I address this space as a resource and its exploitation, framed within the hunter-gatherer debate. In this sense, the alternation of different production practices (crafts and the management of cultigens like Zea mays) since 5000 years before the present age is tied to change in transgressive marine landscapes and emerging properties of human coastal interaction.

Para entender cuestiones contemporáneas en relación a la prehistoria platense, se necesita cierta reflexión sobre la historia de las ideas acerca del cazador-recolector y los contextos históricos de las investigaciones arqueológicas en las que están insertas. Como parte del desarrollo de estas ideas y del avance de la investigación sistemática en estos últimos años, los cambios en las sociedades cazadoras-recolectoras del Holoceno Medio en la cuenca platense se han vinculado a procesos de intensificación social y económica (López 2001; Politis et al. 2001).

El presente trabajo propone explorar algunas de las evidencias de éstos procesos que dan cuenta de las distintas transformaciones productivas entre los grupos cazadores-recolectores de la cuenca del río de La Plata en vinculación con la evolución del sistema natural costero desde el Holoceno Medio al Reciente. Cabe acotar que por producción se entiende desde una noción amplia todas las acciones referidas a la manufactura, construcción o creación humana (Morrison 1994).

El artículo se organiza exponiendo en primer lugar, los marcos teóricos predominantes en el análisis de las sociedades cazadoras-recolectoras del río de La Plata en forma sintética, para luego plantear el panorama arqueológico platense y los tópicos de discusión sobre éstas sociedades en el Holoceno Medio-Reciente y por último, la contribución de la investigación arqueológica en el tramo medio del río de La Plata, en uno de los principales tributarios, el río Santa Lucía, al debate de esos tópicos.

ANTECEDENTES

Bosquejaremos algunos momentos dentro de la historia de pensamiento arqueológico en Uruguay y en el río de La Plata que son a nuestro criterio significativos para entender los procesos que dan lugar a la discusión que se plantea en este artículo. La idea de cazador-recolector que predomina durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX tiene que ver con la dialéctica de las ideas que circulan desde el siglo XVII y el siglo XVIII acerca de un cazador “depredador” del medio natural, expuestas por Thomas Hobbes (1973) en 1651, o la de un cazador “satisfecho” con lo que brinda la naturaleza, ejemplificadas en el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau (1971) en 1755.

La influencia del pensamiento Evolucionista forjado en el siglo XIX, -que toma de la dialéctica anterior sus modelos de sociedades cazadoras recolectoras y que se nutre con los viajeros naturalistas visitantes del río de La Plata (Darwin, Humboldt, Azara, entre otros)-, extiende su influencia hasta la mitad del siglo XX en los investigadores uruguayos y argentinos.

Estos últimos, trasladan al río de La Plata la periodización propuesta por John Lubbock para la prehistoria Europea, identificando un Paleolítico y un Neolítico para los objetos recolectados superficialmente. Los investigadores uruguayos difieren de la “Clasificación de los Tiempos Prehistóricos del Plata” propuesta por Florentino Ameghino (1918) afirmando que sus hallazgos corresponderían a pueblos que habitaron el territorio unos pocos años antes de la conquista o en tiempos históricos (éstos fueron exterminados como etnias hacia 1830). De este contexto histórico derivan los fuertes debates de Raúl Penino y Alfredo Sollazo con Félix Outes para uno de los sitios considerados en este trabajo (Puerto La Tuna) sobre el río de La Plata (Beovide et al. 2001), donde el último cuestionaba la interpretación y antigüedad de los restos identificados por los primeros.

Desde la fundación del Museo de Historia Natural de Montevideo, (que se empieza a forjar a sólo siete años de la jura de la Constitución Uruguaya en 1830), se marca casi un siglo de intercambios con investigadores latinoamericanos y europeos centrados en discusiones fundamentadas sobre el origen del hombre americano, la periodización de las colecciones de superficie, la presencia de una economía Neolítica, entre otras. Rescatamos de este periodo la proyección de la Arqueología del río de La Plata en el planteamiento de las grandes interrogantes sobre la prehistoria Americana, más allá de las carencias metodológicas y técnicas para la interpretación de los datos propios de su época.

Desde 1950 hasta 1980 predominan en el área distintos trabajos dentro del paradigma Difusionista. La corriente teórica de los Círculos Culturales (Kulturkreis) enmarcada en los trabajos de la Escuela de Buenos Aires (Imbelloni 1939, entre otros), tiene enorme importancia para la interpretación de los nuevos hallazgos en el norte de Uruguay (Arroyo Catalán) por Antonio Taddey. Éstos son adjudicados a una ocupación temprana del territorio uruguayo, lo que obligó a los investigadores a replantear la profundidad de la presencia humana en el mismo.

En base a la distribución post-hispánica de los rasgos culturales, se proponía que se podría reconstruir un número limitado de círculos culturales originales. Se distinguen por lo tanto una serie de “estratos culturales” que son producto de distintas oleadas migratorias por diversos tipos humanos sobre el territorio (Muñoa 1965, entre otros). Surgen así, complejos esquemas de evolución histórico-cultural que se perpetúan hasta la década de 1970 en distintos trabajos. Un ejemplo es el realizado por Daniel Vidart en 1969 (ver esquema en Pi).

Éste, sistematiza la información arqueológica de la época proponiendo la existencia, por ejemplo, de culturas Paleoindias ubicadas en un periodo Precerámico de 8,000 años AP caracterizado por Recolectores-Paleocazadores de “raza Fuéguida”. Propone que éstos sólo serían oportunistas de las presas de caza, presentando supervivencias de sus culturas en el siglo XVII. Más allá de que los trabajos de esta época -Muñoa 1965; Vidart 1969; entre otros- se elaboraran desde la óptica del cazador “depredador”, del análisis de colecciones arqueológicas de superficie donde cada “artefacto diagnóstico” representa a un grupo cultural distinto, es de rescatar que se maneja la posibilidad de la existencia de culturas que serían “plantadoras” a partir de ca. 4,000 años AP, intentando además, generar una visión holística de la Prehistoria, incorporando elementos de la Antropología Biológica al esquema de los “estratos culturales del Uruguay indígena”.

Otro de los desarrollos histórico-culturales basados en el pensamiento de la Escuela de Buenos Aires, es el esquema de Antonio Serrano (1972), introducido en Uruguay a través de los trabajos del Centro de Estudios Arqueológicos. La periodización propuesta por Serrano, en base a colecciones de superficie, reconoce un periodo temprano de ocupación humana del área de alrededor de 10,000 años AP, conformado por cazadores “muy primitivos” (Serrano 1972). También propone un desarrollo posterior (desde ca. 2,000 años AP) de distintas áreas culturales, generadas por migraciones de pueblos ceramistas-plantadores cuyas culturas se continúan en tiempos históricos.

Cerrando el aporte de las Escuelas Histórico-Culturales al pensamiento sobre las sociedades cazadoras-recolectoras y continuando la dialéctica planteada al inicio relacionada con el cazador “depredador/satisfecho”, surge un nuevo esquema a partir del rescate arqueológico del área que sería inundada por la construcción de la represa binacional entre el litoral norte de Uruguay y la provincia argentina de Entre Ríos. La “Misión de Rescate Arqueológico de Salto Grande” (Misión de Rescate Arqueológico 1989) comienza los trabajos en la década de 1970 y estuvo a cargo primero de Annette Laming-Emperaire y luego de Niede Guidón tras el fallecimiento de la anterior.

Intervinieron en este proyecto equipos de investigación de varios países y levantaron 127 sitios arqueológicos en un área que bordeaba el río Uruguay Medio de casi 300 km de largo. Se excavaron 15 sitios buscando una secuencia “tipo” y se acotaron las ocupaciones introduciendo una serie de fechas radio-carbónicas que proyectan las primeras ocupaciones de dicha área hacia los ca. 11,200 años AP y la presencia de producción cerámica entre los ca. 2,500-3,000 años AP. Se postuló que a partir de los 5,000 años AP la densidad de las poblaciones cazadoras-recolectoras-pescadoras aumentó y que la producción cerámica se explica como el resultado de un mayor grado de sedentarismo de estos grupos (Misión de Rescate Arqueológico 1989).

En los últimos 30 años el Procesualismo hace su irrupción a partir de los trabajos en las Tierras Bajas de la cuenca de la Laguna Merín (Bracco et al. 2000a) al este de Uruguay con el surgimiento de los primeros egresados de la carrera de la Universidad de la República. Esta investigación ha sido la más importante de las últimas décadas, tanto por sus productos científicos, como en las áreas de formación de recursos humanos. Dicho proyecto trabaja en una extensa área que abarca tanto la costa Atlántica, como la cuenca de la Laguna Merín -incluyendo los bañados y serranías que la bordean- donde la principal manifestación cultural la conforman las más de 1,500 estructuras en tierra (Montículos en tierra). La serie de fechas radio-carbónicas ubica estas manifestaciones culturales desde ca. 5,000 años AP.

El primer modelo desarrollado adopta el paradigma del simposio “Man the hunter” (Lee y DeVore 1968) y propone que las estructuras monticulares (cerritos) son el producto de “sociedades de cazadores recolectores de alta eficiencia”, que desarrollan estrategias de amplio espectro en ambientes de alta productividad desde el quinto milenio antes del presente (López y Bracco 1994). El segundo modelo se desarrolla a partir de 1995 donde se producen pruebas botánicas de cultígenos para el área, sin embargo, se considera que su contribución a la economía es limitada en economías de cazadores-recolectores centradas en los abundantes recursos naturales de la región, y para las cuales la demanda del esfuerzo necesario para el cultivo intensivo sería mayor (Bracco et al. 2000b). Se introduce el concepto de “cazador-recolector-complejo” (Price y Brown 1985) para interpretar los nuevos hallazgos.

El tercer modelo se construye vinculando el registro arqueológico del área de montículos con las Sociedades Formativas americanas donde las “estructuras en tierra aparecen como el producto corporativo que a menudo califica lugares especializados de la actividad ritual pública y se comienza a reconocer diferentes rasgos de complejidad a estas poblaciones (constructoras de cerritos del este) que se apartan de los estereotipos de los cazadores sudamericanos. Se trata entre otros, de jerarquía de asentamientos, actividad monumental, economía especializada y ambientes de alta productividad, variedad de patrones funerarios y marcadores territoriales (económicos e ideacionales)” (López 2001:233). A la vez, se reconoce el peso de la presencia de cultígenos para el área donde “aproximadamente a los 4,190 (C14) años AP, los Ajos se convirtieron en una aldea de plaza circular permanente, y sus habitantes adoptaron los cultivos más tempranos que actualmente se registran en Sudamérica meridional” (Iriarte et al. 2004:614).

DISCUSIÓN

Lo anteriormente expuesto debe enmarcarse en el debate existente a nivel mundial sobre las llamadas sociedades cazadoras-recolectoras del que ha surgido la denominación de “cazadores recolectores complejos” (Price y Brown 1985). Ésta abarca aquellas sociedades cazadoras-recolectoras que no concuerdan con los rasgos definidos para estas sociedades “estructuras sociales simples”, alta movilidad, baja demografía y prácticamente nula diferenciación social (Service 1971), contando con alguno de los atributos que caracterizan a las tribus o sociedades segmentarias, jefaturas y cacicazgos.

A nivel arqueológico los rasgos culturales que manifiestan la emergencia de complejidad sociocultural en grupos de cazadores-recolectores tratados en distintos aspectos por una serie de autores (Bettinger 1980; Cohen 1987; Dyson-Hudson y Smith 198; Göbel 1994; McGuire 1983; Perlmam 1980; Price y Brown 1985; Rowley-Conwy 2001; Woodburn 1980; Yesner 1980; entre otros) son: la adaptación a los sistemas costeros y medios de alta productividad, la ordenación del trabajo basada en otros atributos además de la edad y el sexo, un mayor sedentarismo, una mayor agregación y densidad de población, economía basada en un “retorno demorado” (acumulación y planificación), grupos menos móviles que ejercen un mayor uso de los recursos desarrollando estrategias de domesticación de plantas y animales, tecnología desarrollada para el acopio y la conservación, mayor complejidad tecnológica lítica y cerámica, la construcción de un equipo de instrumentos no transportables, mayor territorialidad, mayor complejidad del símbolo religioso e ideológico -monumentalización de la muerte y diferenciación mortuoria-, diferenciación del espacio y señalización del paisaje.

Pero así como el término “cazador-recolector” es anacrónico, se cuestiona que el término “cazadores-colectores-complejos” está semánticamente cargado de una concepción teleológica de progreso (Ingold 1989). Se discute que el surgimiento de las innovaciones y/o adquisiciones tecnológicas, no son exclusivamente explicables a partir de factores ligados a cambios económicos o de subsistencia, sino que su introducción y asimilación depende de las características histórico-sociales de dicho contexto (Bender 1981; Lourandos 1985). Y por último, se debate si la “complejidad” es un concepto útil para discutir la variación del registro arqueológico, visto desde los modelos conceptuales de los sistemas complejos explorados por las ciencias naturales (Barrientos 2004), o bien desde la epistemología de la complejidad desarrollada por Edgard Morin (1999), entre otros filósofos que tratan la misma (Beovide 2004).

Ya que la definición y límites son imprecisos, se adopta el concepto de variabilidad de estas sociedades tanto a nivel sincrónico como diacrónico dentro de procesos evolutivos que no son lineales ni simples, donde las relaciones ecológicas están ligadas a relaciones sociales e históricas. Se introduce el concepto de intensificación para explicar el cambio. Éste es definido en diferentes sentidos como aumento del trabajo de producción, introducción de nueva tecnología, aumento de las relaciones sociales, entre otros (Morrison 1994).

En los últimos años este debate, se traslada a la cuenca del río de La Plata a partir de nuevos hallazgos arqueológicos que contribuyen a replantear los esquemas que se venían manejando hasta el momento sobre éstas sociedades tradicionalmente consideradas como cazadoras-recolectoras. La presencia humana en la cuenca platense presenta un registro arqueológico continuo desde fines del Pleistoceno. Si nos trasladamos al límite Pleistoceno Holoceno, (en el marco de una geomorfología marcada por un sistema deltaico para el río de La Plata con una flora y fauna del Pleistoceno Final), surgen nuevos registros de ocupaciones entre los ca. 12,000 y 8,000 años AP, tanto en Uruguay como en la Pampa Argentina, que dan cuenta de redes de interacciones entre ambas planicies relacionadas con las materias primas líticas (Flegenheimer 2003, Politis et al. 2004).

Al final del optimo climático durante el Holoceno Medio surgen nuevas evidencias a nivel regional de cultígenos (Iriarte 2004) y tecnología cerámica temprana (Beovide y Malán 2005, Politis et al. 2001), presencia de aldeas y construcciones en tierra (Iriarte 2004, López 2001), redes de interacciones regionales (González et al. 2007, Beovide y Lemos 2007), continuidad de tipos humanos desde el Holoceno Medio (Sans y Figueiro 2005), que orientan a explorar la consistencia de las evidencias disponibles referentes a los inicios de patrones más complejos de intensificación y organización social entre los grupos cazadores-colectores del río de La Plata.

ARQUEOLOGÍA EN LA CUENCA DEL RÍO SANTA LUCÍA

La Arqueología de la cuenca del río Santa Lucía sobre el río de La Plata muestra algunos de los rasgos discutidos en el ítem anterior (presencia de cultígenos y cerámica temprana, por ejemplo) que serán explorados en este apartado dentro de la dinámica de la evolución del ambiente del Holoceno Medio-Reciente, y del uso del espacio y los recursos. El río Santa Lucía, es uno de los principales tributarios del tramo medio del río de la Plata sobre la costa uruguaya (Figura 1). La Cuenca Inferior del río Santa Lucía es un espacio con ecosistemas de alta diversidad biológica, entre otras razones, por ser una zona en que periódicamente se intercambian las corrientes de agua dulce con las salobres del océano Atlántico y por poseer también una geomorfología basada en un sistema de terrazas cuaternarias con afloramientos del basamento cristalino que bordean un extenso humedal mixohalino (Beovide et al. 2001).

La investigación sistemática de la Cuenca Inferior del río Santa Lucía y por ende del sur del territorio uruguayo, comienza a fines de la década de 1990, en donde hasta ese momento sólo se hacía referencia al menos de una decena de sitios arqueológicos en trabajos realizados fundamentalmente por los pioneros de la Arqueología en Uruguay (Beovide et al. 2001). Después de culminar la prospección sistemática del área hacia el año 2001 se identificaron más de 80 sitios arqueológicos prehispánicos, (que inicialmente se adjudican a sociedades cazadoras-recolectoras), éstos se ubican en paleosuelos enterrados a distintas profundidades y ubicados en diversas terrazas Pleisto-holocénicas (Beovide et al. 2001).

Se caracterizan los distintos sitios vinculándolos a la habitación, la funeraria o a las actividades logísticas, ubicándolos temporalmente primero en base a marcadores geocronológicos y luego por medio de una serie de fechas radio-carbónicas (Beovide 2001, 2007b). Del estudio del ordenamiento en el espacio de los sitios arqueológicos se infiere un patrón mixto entre los patrones de asentamiento de las llamadas sociedades cazadoras-recolectoras y aquellos de sociedades menos móviles y con presencia de cultígenos (Beovide 2004, 2005).

En otra escala espacial del análisis del registro arqueológico regional, se aborda el estudio de las propiedades emergentes surgidas de las relaciones entre el asentamiento humano prehistórico y distintas variables naturales, generando una serie de hipótesis sobre la importancia que tuvieron ciertos lugares geográficos en la Prehistoria del río Santa Lucía. Especialmente en la parte media de la cuenca inferior de dicho río se identifica la mayor cantidad de relaciones entre los sitios arqueológicos y las distintas variables naturales que fueron consideradas (Beovide 2001, 2004).

Se profundiza la información en distintos sitios de la parte media de la Cuenca Inferior del río Santa Lucía y Costa Platense ubicados en distintos momentos temporales acotados por fechas de C14 (Sitio Puerto La Tuna C14 4,800 ± 70 años AP; Gambe C14 2,700 ± 60 años AP; Colonización C14 2,310 ± 60 años AP; Ordeig C14 1,560 ± 110 años AP; y Puerto la Tuna C14 700 ± 55 edad calibrada valor medio 1,300 AD). La Figura 2 resume en un cuadro la base de recursos potenciales para cada ocupación considerada, algunos marcadores paleo-ambientales y los recursos identificados en cada sitio arqueológico.

Cabe aclarar que el estudio Arqueo-botánico comprende también el análisis de partículas biosilíceas y almidones recuperados tanto en sedimentos como en artefactos de molienda (Beovide et al. 2007a). Cada sitio considerado obedece a un momento de evolución del sistema ambiental costero en relación a los periodos transgresivos del Holoceno Medio-Reciente. Hacia ca. 5,000 años atrás y siguiendo los modelos de evolución ambiental propuestos para el área (Beovide 2007b, Beovide et al. 2001, Bracco et al. 2000b), se verifica el optimo climático con un máximo ingresivo que llega a los + 10 msnm.

El río Santa Lucía se conforma como un estuario donde se definen playas arenosas, los afloramientos rocosos del Basamento Cristalino y las terrazas Pleistocénicas asoman en el paisaje a más de 10 msnm bordeando el cuerpo de agua estuarino. El sitio Puerto La Tuna (ca. 4,800 años AP) se ubica en una punta arenosa en un ecotono y dentro de un paisaje de comienzo de un periodo regresivo marino.

Las ocupaciones de los sitios Gambé (ca. 2,700 años AP) y Ordeig (ca. 1,600 años AP) se ubican en los bordes de paleo-lagunas en distintos momentos de un periodo regresivo marino. El sitio Colonización (ca. 2,300 años AP) se ubica en un ecotono a fines de un periodo regresivo. La ocupación se relaciona con una paleo-costa de un sistema lagunar que evoluciona a un sistema deltaico. La ocupación del sitio puerto La Tuna (ca. 700 años AP) se relaciona con los actuales humedales en el avance de un clima subtropical y se produce en las proximidades de la conquista europea.

ANÁLISIS

En la Figura 3 se grafican las densidades de recursos recuperados por sitio, expresadas en forma logarítmica. De la gráfica se desprende que hay recursos presentes constantemente en los sitios (por ejemplo los cultígenos y la cerámica) y otros que fluctúan vinculándose con las variaciones de los paisajes transgresivos. En este sentido, el análisis en un primer nivel de inferencias, desprende que el espacio costero fue ocupado desde el Holoceno Medio, lo que en principio cuestiona el carácter “marginal” asignado a este espacio dentro del desarrollo histórico de las sociedades prehispánicas platenses.

La estructura regional de los recursos líticos y la de los ecotonos en el paisaje, se presentan como un soporte constante en la dinámica costera, posibilitando el marco geográfico para una mejor interrelación con los cambios ambientales desde el Holoceno Medio en el río de La Plata (Beovide y Baeza 2007). La Figura 3 también evidencia que en los procesos regresivos marinos se registra un aumento de la presencia y diversidad de recursos acuáticos explotados, en especial de los moluscos mixohalinos, hecho que posiblemente esté vinculado con la mayor exposición espacial de este recurso en el paisaje.

Integrando en una serie de hipótesis de trabajo los distintos niveles de inferencias e información hasta ahora manejados, se puede proponer que hacia ca. 5,000 años AP en la Cuenca Inferior del río Santa Lucía se registra una sociedad con presencia de alfarería que ocupa los ecotonos costeros en un clima más árido que el actual, dentro del inicio de un periodo regresivo marino posterior al óptimo climático. Se caracteriza por una movilidad residencial reducida y una mayor movilidad logística (Beovide 2005). Ésta explota los recursos costeros estuarinos y del ecotono pradera-costa que son el producto de los cambios transgresivos del Holoceno Medio, en el marco del predominio de estrategias de planificación y retorno demorado (Woodburn 1980).

En este sentido el sistema de producción de alimentos vegetales se define por la presencia de cultígenos que junto con los recursos botánicos del ecotono (Palmera Pindó, entre otros) posiblemente contribuyeron a la menor movilidad de la ocupación residencial. En cuanto al uso del espacio como un recurso se seleccionan espacios de topografía media en puntas arenosas, protegidos de los vientos del suroeste fríos y en un lugar estratégico a mitad del camino de los afloramientos rocosos y de entrada de las especies acuáticas al estuario (Beovide 2001; 2004).

Del análisis del sistema de producción lítica se desprenden redes de interacciones regionales, las cuales son parte vinculante (en el plano del parentesco e intercambio) de esta sociedad con otras sociedades de la Cuenca del río de La Plata, lo que permite pensar en sistemas de relaciones sociales que se proyectan en una mayor agregación social en el territorio para este periodo (Beovide 2005; Beovide y Baeza 2007).

Entre los 3,000 y los 1,600 años AP el nivel del mar fluctúa desencadenando distintos pulsos ingresivos-regresivos sobre el río de La Plata, lo que provoca amplias y poco profundas planicies de inundación sobre las márgenes de los distintos cuerpos de agua que se vienen conformando (lagunas y deltas) en este proceso. En cuanto al uso del espacio como un recurso, se seleccionan espacios de topografía media en albardones arenosos sobre las márgenes de lagunas y deltas, protegidos de los vientos fríos del suroeste (Beovide 2007b).

Esta condición del paisaje puede haber brindado las posibilidades geográficas para la intensificación de la explotación de moluscos mixohalinos en el marco de una continuidad en el uso del espacio costero. Como producto de esta actividad se generan en la cuenca del río Santa Lucía distintos tipos de depósitos conchilíferos de origen antrópico. Por otra parte, los artefactos asociados a la molienda son más abundantes en las ocupaciones de este periodo, lo que puede implicar un aumento también en la actividad de recolección de plantas silvestres y en la diversidad de cultígenos producidos y que son procesados por molienda (Beovide et al. 2007).

Al manejo de plantas silvestres y a la presencia de cultígenos existente desde periodos anteriores se le asocia el Zea mays cuyo registro temporal es coincidente con otros sitios de la región este (López 2001; Iriarte et al. 2004), lo que permite proyectar los datos a la discusión sobre el origen y distribución de este recurso en el contexto sudamericano. Las ocupaciones humanas se caracterizan por la presencia de objetos de adorno en concha (Erodona mactroides) y materias primas consideradas de “prestigio” como las “materias primas verdes” (Malaquita, por ejemplo, cuya extracción está asociada a yacimientos de cobre) (Beovide et al. 2005).

Todos estos hechos, junto con el análisis del sistema de producción lítico donde el uso del espacio de explotación se viene acotando al espacio geográfico de la Cuenca Inferior del río Santa Lucía (Beovide 2001; Beovide y Baeza 2007; Beovide y Lemos 2007), puede evidenciar una movilidad residencial reducida y un aumento de las redes de interrelaciones regionales vinculadas a un cambio en la organización social de los grupos, orientada a la consolidación de un sistema tribal. Hacia ca. 700 años AP el humedal salino de la Cuenca Inferior del río Santa Lucía se encuentra ya definido como producto de la dinámica holocénica. La ocupación humana, mantiene el patrón de asentamiento definido para los momentos anteriores así, como las características del sistema de producción de instrumentos líticos con énfasis en el aprovechamiento de los recursos ubicados en el radio de la cuenca (Beovide 2005).

En estas ocupaciones que son previas a la llegada de la colonización Europea se registra la explotación de distintos recursos faunísticos con estrategias “R” (Beovide 2005; Beovide y Malán 2005). Estos son vinculados a un periodo subtropical húmedo y a un aumento de la abundancia y distribución del ecotono (mayormente monte indígena) pradera-humedal en el paisaje (Beovide 2007b). Estas ocupaciones se caracterizan por la presencia de cultígenos y de cerámica decorada asociada a enterramientos humanos (Beovide y Malán 2005). Dicha cerámica se relaciona también con las redes de interacciones regionales que se vienen registrando desde el Holoceno Medio (Beovide 2005; González et al. 2007). Lo singular es que en un sólo sitio se registran más de 200 tipos diferentes de decoraciones cerámicas, lo que puede estar indicando una señalización de estos espacios como centros de actividad ritual y de consolidación de la actividad tribal.

CONCLUSIONES

La presencia de alfarería y cultígenos tempranos en el área del río de La Plata parece responder a un proceso de manejo de los recursos de larga data, en el que las transformaciones productivas son parte de un continuo. Desde esta óptica surgen nuevos elementos para otras lecturas en contraste con los esquemas tradicionales de cambio cultural en el área, en los que estas innovaciones eran vistas como tardías y producto exclusivo de la migración humana.

Para las sociedades prehispánicas que habitaron el tramo medio del río de La Plata, en la Cuenca Inferior del río Santa Lucía, los recursos provenientes tanto de la caza-recolección, como de los sistemas de producción (lítico-cerámico y de cultígenos) se mantienen como un continuo en el registro arqueológico. Pero estas características que dan continuidad al registro arqueológico, fluctúan en su aparición, intensidad o diversidad, en vinculación, en un primer plano con los cambios de los paisajes costeros del Holoceno Medio-Reciente.

Las fluctuaciones en el registro arqueológico a nivel diacrónico se interpretan a partir del uso de los recursos líticos, ya que los territorios de abastecimiento se hacen más acotados en la Cuenca Inferior del río Santa Lucía en los periodos más tardíos, cuando se consolida el paisaje actual en condiciones más cálidas. Por otra parte, se registra la presencia de moluscos mixohalinos junto con una mayor diversidad de cultígenos entre ca. 2,700 y 2,300 años AP, en condiciones de un paisaje regresivo y de una mayor aridez.

La tecnología cerámica cambia hacia los periodos más tardíos, posiblemente vinculada a la especialización en la producción local y donde los motivos decorativos presentes en los distintos sitios, se reconocen afines dentro de un locus regional. Estos hechos dan lugar a un segundo nivel y escala de análisis en el que se rescatan indicadores de interacción (intercambio en un sentido amplio de materiales, ideas, información y creencias) que se pueden leer durante todo el Holoceno Medio-Reciente, como redes comunes entre los grupos humanos de la región Platense.

Estas interacciones se presentan como un continuo desde las ocupaciones más tempranas teniendo distintas características (considerando aspectos tecnológicos de las materias primas y técnicas líticas utilizadas, distribución espacial y temporal de las mismas, técnicas y diseños decorativos de la alfarería) a lo largo del tiempo de ocupación, lo que podría estar marcando distintos procesos de cooperación intergrupal en relación al cambio ambiental, como también una circunspección y especialización en el territorio vinculada posiblemente a sistemas tribales.

En este sentido el análisis etnohistórico identifica sociedades de tipo cacicazgo (Iriarte 1997) posteriores a la conquista europea. Estas sociedades continúan la esfera de interacción desarrollada en tiempos prehispánicos consolidando un circuito de intercambio de ganado, y a su vez, paralelamente se desarrolla una esfera doméstica de producción que da continuidad al modo de vida previo a la conquista (Beovide 2007a). En consecuencia la emergencia de las distintas formas de complejidad en las tradicionalmente llamadas sociedades cazadoras-recolectoras, no parece responder a una ecuación lineal de progreso o al análisis que se proyecta desde la dicotomía de sociedades “simples” versus sociedades ”complejas”, todas ellas encrucijadas relicto de distintos desarrollos teóricos. El explorar e incorporar un cambio de paradigma para el abordaje de estas sociedades desde una epistemología de la complejidad (Morín 1999), integrando procesos históricos y sociales (Beovide 2004), puede dar nuevas respuestas al registro arqueológico del Holoceno Medio-Reciente en el río de La Plata en el siglo XXI .

AGRADECIMIENTOS

A todo el equipo de trabajo de los humedales de Santa Lucía que desde el MUNHINA hace posible la investigación. A la dirección de dicho Museo por facilitarnos los medios para difundir la misma en distintos ámbitos; y especialmente a Maira Malán y a Luis Vignolo por sus comentarios.

REFERENCIAS

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Figura 1 Localización de la Cuenca del río Santa Lucía en el río de la Plata

Figura 2 Cuadro de presencia/ausencia en el uso de recursos para distintos sitios del

Holoceno medio-reciente

Figura 3 Gráfica de frecuencias (trazadas en un eje logarítmico) de distintos aspectos relacionados con la explotación y producción de recursos durante la ocupación humana de la cuenca inferior del río

Santa Lucía en el Holoceno medio-reciente vinculados con los cambios transgresivos

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