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017 – LA NARRATIVA HISTÓRICA DE LOS SITIOS MAYAS RESTAURADOS: IMPLICACIONES SOCIALES DE LA ARQUEOLOGÍA Y LA CONSERVACIÓN ARQUITECTÓNICA – Anabella Coronado-Ruiz – Simposio 22, Año 2008

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Coronado-Ruiz, Anabella

2009        La narrativa histórica de los sitios Mayas restaurados: Implicaciones sociales de la arqueología y la conservación arquitectónica. En XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2008 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.227-234. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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LA NARRATIVA HISTÓRICA DE LOS SITIOS MAYAS RESTAURADOS: IMPLICACIONES SOCIALES DE LA ARQUEOLOGÍA Y LA CONSERVACIÓN ARQUITECTÓNICA

Anabella Coronado-Ruiz

Universidad de Texas en Austin

ABSTRACT

THE HISTORICAL NARRATIVE OF RESTORED MAYA SITES:

THE SOCIAL IMPLICATIONS OF ARCHAEOLOGY AND ARCHITECTURAL PRESERVATION

This work explores social aspects immersed in archaeological theory and practice, in combination with preservation and restoration methodologies for Maya architecture. The management of the archaeological heritage and its professionals use the architectural legacy as an access to ancient history for the public within the framework of tourism. I argue that the nexus between the generation and appropriation of identities, and the evolution of excavated architecture toward a scenic state after its restoration lacks appropriate archaeological and architectural investigation. The archaeological material is converted into a fundamental resource for the reading and historical presentation of Maya culture by means of the restored monuments and their interaction with society and the State in the contemporary scene.

La Arqueología y la Arquitectura son dos campos que se combinan con frecuencia, especialmente en temas de conservación y restauración de patrimonio cultural. Dentro de este contexto, la Arqueología ha sido altamente responsable por la forma en que se expone la cultura material de los sitios Mayas, que posteriormente pasa a ser dominio del Estado y es manejada bajo los intereses políticos del gobierno y las metas comerciales de los empresarios del turismo. Por ello, con el paso del tiempo, la arquitectura Maya se ha convertido en objeto turístico, icono cultural y hasta estandarte nacional en los distintos países que actualmente conforman el área Maya. Cuando se expone un conjunto arquitectónico hay que reconocer que ésta es una forma de expresión cultural, un entorno artificial que fue construido en base a un significado social específico. Sin embargo, también es importante definir que al reconstruir un contexto arquitectónico ya desaparecido, éste puede adquirir un nuevo significado para la sociedad actual.

La magnífica herencia arquitectónica que constituyen los sitios Mayas prehispánicos se investiga en el contexto arqueológico, donde los profesionales se esfuerzan por interpretar su probable función original, especialmente como espacio para actuaciones públicas (Demarest 2004; Hendon 2000; Inomata y Coben 2006). Sin embargo, la realidad es que tales interpretaciones arqueológicas llegan a convertirse en narrativas históricas distintas, principalmente, por la manera en que se suelen restaurar los edificios y los textos antiguos. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿en dónde termina la responsabilidad del arqueólogo investigador en cuanto a la forma en que se presenta la cultura material? Este trabajo intenta explorar algunos de los aspectos sociales de la Arqueología y la conservación arquitectónica en el marco de lo contemporáneo.

Motivados sobre todo por mecanismos económicos y turísticos orientados hacia la generación de utilidades en México y Centroamérica, algunas formas arquitectónicas características de los antiguos Mayas se han modificado para servir una función diferente a la original que alguna vez tuvieron. Mientras que la Arqueología ha prestado gran atención al estudio de la cultura material para reconstruir la identidad social de poblaciones antiguas, poco se ha hecho para entender la interacción entre los grupos contemporáneos y los ambientes arquitectónicos de sociedades pasadas (Benavides 2008; Magnoni et al. 2008).

El turismo cultural ha promovido la reutilización de conjuntos arquitectónicos como atracciones turísticas redefiniendo las interpretaciones arqueológicas sobre los antiguos Mayas, que incluyen la recreación y revitalización de algunas de sus funciones más populares. La introducción del turismo cultural en México y Centroamérica proporcionó una nueva agenda para generar representaciones de los acontecimientos históricos de tiempos prehispánicos, combinando estrategias de marketing con el registro arqueológico. Hasta cierto punto, los datos científicos se restringen típicamente a la academia y a los profesionales del campo de la Arqueología y de la historia Maya, y solamente parte de esas interpretaciones se deja accesible al público en general.

En México y Centroamérica se han hecho esfuerzos turísticos para promover sitios arqueológicos que han dado lugar a un movimiento que no sólo altera las tradiciones antiguas, pero también produce falsas representaciones de una sociedad que incluye comunidades indígenas contemporáneas. Este manejo de los sitios arqueológicos como destinaciones puramente turísticas puede tener un impacto considerable a niveles de construcción de identidad, como también en aspectos socioeconómicos. En un intento por explorar un acercamiento antropológico al turismo cultural, este ensayo intenta demostrar cómo los proyectos arqueológicos incluyen con poca frecuencia la conservación arquitectónica y esfuerzos restauradores como parte de sus objetivos de investigación. Hoy en día es bien sabido que el desafío y la responsabilidad de preservar y presentar el pasado arqueológico de la cultura Maya a las sociedades contemporáneas merece mayor atención y una participación multidisciplinaria de profesionales y de instituciones gubernamentales. Las nociones de identidad cultural en las sociedades del pasado y del presente, son modificadas continuamente por el análisis de datos arqueológicos y la interpretación de elementos del paisaje en asentamientos antiguos. Este ensayo pretende entonces, explicar las interrelaciones de la conservación arquitectónica y el aspecto escenográfico del turismo cultural.

ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO CULTURAL

Por todo lo anterior, es importante explorar el aspecto social de la teoría y de la práctica arqueológica dentro del contexto del patrimonio cultural, y algunas de las implicaciones de presentar el pasado a un público general. El principio del siglo XXI en el área Maya representa un gran reto para el conservador de arquitectura en sitios arqueológicos. La restauración arquitectónica es una disciplina que comenzó en Europa como preocupación exclusiva de edificios históricos en un contexto urbano y que se introduce formalmente en el área Maya a principios del siglo XX. Fue un esfuerzo centrado principalmente en monumentos de mayor escala y que luego ha resultado en una gran inversión económica de las instituciones gubernamentales de Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y México.

Hoy, la restauración de arquitectura ceremonial es extensa y todavía representa el contacto directo con la historia de los antiguos Mayas en la forma abstracta de una pirámide. Dentro de contextos originales modificados, los edificios se exhiben para la diversión y la educación de una audiencia nacional e internacional, bajo la forma de una representación casi institucionalizada de la cultura Maya, que a veces reinterpreta los datos arqueológicos creando objetos culturales comerciales. De las manos de arqueólogos, la cultura material se convierte en información que es manejada de acuerdo a los intereses del turismo cultural. En específico, el legado arquitectónico se convierte en un objeto inerte y modificado para ser exhibido en un sitio dentro de una ruta turística establecida.

Para hablar específicamente de México, el trabajo de la reconstrucción de asentamientos antiguos a gran escala comenzó en Teotihuacan de 1885 a 1910 con el trabajo arqueológico de Leopoldo Batres, con la idea de conmemorar cien años de la independencia mexicana (Bernal 1980:149, Trigger 2006:276). No fue hasta 1937 que la Escuela Nacional de Antropología fue fundada para comenzar a entrenar arqueólogos mexicanos. La Arqueología post-revolucionaria fue orientada fuertemente al historicismo (Trigger 2006:277), proporcionando secuencias cronológicas para generar un conocimiento arqueológico que ayudara a entender mejor el periodo prehispánico y a promover el nacionalismo característico del país y de su Arqueología.

En una crítica más fuerte del acercamiento cultural-histórico en México, Trigger (2006:277) se refiere a los usos políticos de la Arqueología mexicana puesto que desde esos días se ha convertido en “un monopolio absoluto” del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Ha habido una gran iniciativa para ofrecer un pasado prehispánico restaurado y rescatado de la destrucción colonial por medio de investigaciones arqueológicas, aunque centrándose en sitios mayores muy específicos.

EL DESEMPEÑO CONTEMPORÁNEO DE LA ARQUITECTURA MAYA

Dentro de la idea de las obras originales y los nuevos ambientes y objetos simulados, cuyo objetivo principal es la educación y el descubrimiento de los visitantes, los sitios arqueológicos se han convertido en un museo donde los visitantes tienen contacto directo con la arquitectura que se ha restaurado y consolidado. Aunque algunos de estos edificios no se muestren exactamente en su forma original, las posiciones éticas que son comunes en la administración de museos no aplican para los sitios arqueológicos. Una institución que desempeña un papel educativo tan importante nunca estará de acuerdo en exhibir objetos saqueados o falsos, ya que su autenticidad y contexto son vitales para su presentación en un museo (Renfrew 2000:68). Incluso si ambos bienes culturales, muebles e inmuebles, son protegidos por leyes nacionales e internacionales, se crea una gran disparidad ética cuando la práctica de la restauración arquitectónica va más allá de los resultados arqueológicos para reconstruir un patrimonio imaginado (Caldararo 1997; Matero 1993). En una búsqueda de nuevos usos para los sitios arqueológicos, el pasado cultural es transformado para responder a las necesidades del turismo, en lo que ya no se considera una Arqueología de arquitectura (Kamp 1993), sino una Arqueología del turismo.

LA ARQUEOLOGÍA EN EL CONTEXTO DEL TURISMO CULTURAL

Smith (2004:3) discute los usos culturales y sociales del patrimonio como el significado actual del pasado. Tales interpretaciones no siempre corresponden a las que resultan de la investigación arqueológica. Las aplicaciones del patrimonio incluyen la construcción de una identidad social, cultural e histórica en el individuo, la comunidad y a nivel nacional. No es raro encontrar aplicaciones de la Arqueología en contextos contemporáneos para establecer justicia, demandar territorio y establecer conexiones con el pasado. Chambers (1997:3) discute la investigación y el turismo antropológicos en base a las comunidades locales en vez de aquellas motivaciones que atraen al turista. Este acercamiento ofrece una perspectiva cultural de las interacciones creadas entre la población local y los visitantes.

El turismo, como actividad que básicamente implica una variedad de interacciones humanas, puede ayudar a explicar la reconciliación de significados y su trascendencia para diversos grupos. Esta idea del turismo como una actividad arbitrada, discutida por Chambers (1997:3), es una oportunidad para que los antropólogos y arqueólogos consigan involucrarse en la relación entre el país “anfitrión” y los “huéspedes” o visitantes, y analizar los impactos del turismo buscando maneras de alcanzar la igualdad para las dos partes. Adicionalmente, Chambers (1997:7) explora el aspecto internacional del turismo como expresión de la relación anfitrión-huésped, donde los huéspedes son los países occidentales que visitan países en vías de desarrollo, quizás como un antiguo impulso imperialista.

EL PATRIMONIO CULTURAL Y LA TEORÍA ARQUEOLÓGICA

La noción pública del patrimonio es un principio básico de la modernidad (Carman 2005:46), donde la división de lo público y lo privado es una acción social regulada por un marco jurídico mantenido por el Estado. Es durante la primera mitad del siglo XX que los datos arqueológicos se convierten en un recurso a ser manejado por la política del Estado usando la práctica arqueológica como el acceso y control de tal producto (Smith 2004:83). La idea del recurso viene de la perspectiva marxista de un objeto que tiene un valor de intercambio; en este caso, además, la pieza arqueológica tiene también un uso (Leone 1999:18). Las preocupaciones europeas por interpretar y presentar el pasado dieron lugar a una “industria del patrimonio” que fabricó objetos de importancia cultural para el consumo turístico. Muy pronto, el nuevo interés en explicar el cambio social y el comportamiento estaba por sustituir las tendencias histórico-culturales. Éste no era el caso para la Arqueología mesoamericana, que todavía utilizaba las teorías marxistas y evolucionistas para explicar la formación del Estado y las clases sociales (Trigger 2006:391). La teoría procesual de la década de 1960 buscó maneras de distinguir culturas internamente y determinar el papel de los artefactos dentro de los sistemas culturales.

Dentro de un acercamiento positivista y de una verificación empírica como fuente del conocimiento verdadero, la Arqueología procesual empleó metodologías de las ciencias naturales en su intento por enfatizar modelos ecológicos y adaptaciones ambientales (Smith 2004:37). Tal discurso científico que caracterizó esta práctica dio a la Arqueología una posición autoritaria en la gestión patrimonial, dada su capacidad de interpretar el pasado y predecir los procesos actuales del comportamiento (Smith 2004:36). El manejo de recursos culturales (CRM), como se conoce la industria del patrimonio en los EE.UU, “se define a menudo como la práctica arqueológica dirigida por las pautas legislativas y políticas de gobierno” (Smith 2004:51, traducción de la autora). Comenzó con una fundación metodológica procesual que hizo al objeto arqueológico más relevante, aunque fuera considerado solamente como una práctica técnica de la Arqueología (Smith 2004:41; Trigger 2006:444).

Smith (2004) explica cómo la nueva Arqueología y el manejo de recursos culturales tienen que considerar las políticas de identidad cultural, después de que el registro arqueológico experimenta una transformación de ser “datos” hasta convertirse en “patrimonio”. Dicha transformación se traduce en la creación de narrativas alrededor de los datos arqueológicos. Bajo esta nueva clasificación, el conocimiento científico tiene que seguir políticas públicas y legislaciones. El concepto de patrimonio como recurso cultural merece cierta atención al discutir términos, tales como: sentido de pertenencia y gestión, específicamente en los contextos sociales del área Maya.

EL ARQUEÓLOGO Y EL PATRIMONIO CULTURAL

La gestión patrimonial incluye a una variedad de profesionales del campo de la Economía, Administración, Arqueología, Antropología, Arquitectura y de otras disciplinas especializadas que conforman la planeación turística, según las características particulares y la ubicación del patrimonio cultural. Cameron (1997:175) discute el “empalme” entre hacer investigación arqueológica y el contar con capacidades más típicas del antropólogo para el desarrollo turístico. No sólo como investigadores, sino también en el papel del consultor y del responsable de la toma de decisiones, los arqueólogos pueden superar las limitaciones de simplemente explicar y entender los sistemas sociales; además, pueden participar en la elaboración de políticas. También, se señala el hecho de que la preparación académica está centrada más que nada en la interpretación y presentación de resultados, y no tanto en servir como agente social.

Gosden (1999:11) explora la relación de la Antropología y la Arqueología concluyendo que los “arqueólogos tienen que ser sensibles a las construcciones culturales del mundo y del pasado, áreas tradicionalmente del dominio de los antropólogos” (traducción de la autora). A lo que también necesitamos agregar el aspecto político. Esta relación solamente puede ser beneficiosa puesto que ambos campos pueden ayudarnos a entender nuestra cultura y nuestras interacciones con otras.

CONCLUSIONES

La complejidad del patrimonio es un fenómeno moderno donde el pasado se ha vuelto público y a disposición de todos, principalmente por medio de investigaciones arqueológicas. Su protección es también la responsabilidad de la población en general, pero sobre todo del Estado. En algunos casos la restauración arquitectónica se ha combinado con prácticas arqueológicas que han producido un acercamiento integrado para preservar e interpretar los sitios Mayas. Los primeros proyectos mayores de la restauración ocurrieron en los inicios del siglo XX en varios sitios arqueológicos del área Maya, algunos de ellos, motivados específicamente por el turismo como en el caso de Chichen Itza en Yucatán, México. Para hacerle frente a aspectos de gestión patrimonial se requiere de un proceso multidisciplinario donde los arqueólogos deben involucrarse tanto en la investigaciones, como en relacionarse con otros profesionales en el campo del manejo de patrimonio.

Las instituciones, arqueólogos, arquitectos, antropólogos y las comunidades locales y gubernamentales, han comenzado el trabajo en equipo para cumplir con los estándares requeridos por el nuevo desarrollo turístico del área Maya. Más que una gran preocupación para establecer la restauración de arquitectura prehispánica como una disciplina ligada a la investigación arqueológica, se han buscado maneras más convenientes de proporcionar una experiencia satisfactoria a los visitantes. En una observación interesante, Álvarez (2000:106) compara el reducido número de visitantes en los museos contra el gran flujo en sitios arqueológicos en México. Es por esto que no es ninguna sorpresa que los esfuerzos gubernamentales estén enfocados a la restauración de asentamientos antiguos que sirven como escenarios del pasado mediante reconstrucciones estéticas.

La historia cultural de Chichen Itza, Zaculeu o Yaxha, es un gran ejemplo de cómo los arqueólogos han facilitado la construcción de copias originales para los turistas, conceptualizando la arquitectura como obras valiosas para mostrar a la Arqueología como “una ciencia moderna de la reproducción arqueológica” (Castañeda 2001:456). Existen algunos esfuerzos en el área Maya como los de Cancuen o Takalik Abaj, que han intentado combinar los campos de la Arqueología, la Antropología y la conservación arquitectónica en un acercamiento multidisciplinario al desarrollo turístico (Demarest y García 2003). Aunque debemos admitir que es muy difícil escapar a las presiones turísticas del mercado de los sitios reconstruidos.

Para el caso de México, según Trigger (2006:277): La “Arqueología mexicana parece cada vez más Arqueología turística, y una manera simbólica de honrar a la gente indígena, ignorando las necesidades diarias de un gran número de ellos” (citando a Vázquez León 2003, traducción de la autora). Saragoza (2001:100) discute la producción cultural de lo “mexicano” durante la primera mitad del siglo XX, donde “una pirámide se convirtió en el icono de la herencia indígena del país”. Tal Arqueología turística implica un gran costo para la herencia arquitectónica que ahora está condicionada a los intereses políticos y económicos que casi convierten al indígena en una reliquia histórica. El discurso arqueológico Maya tiende a excluir estas implicaciones que se deben considerar como parte de la práctica de los arqueólogos.

Habiendo discutido la necesidad del trabajo multidisciplinario en la sociedad contemporánea, los arqueólogos no deben quedar fuera del manejo del patrimonio arqueológico. La naturaleza política de la Arqueología es innegable. La teoría arqueológica y las políticas del patrimonio cultural se entrelazan como una consecuencia social de la teoría y de la práctica. El conocimiento arqueológico fuera de la academia está siendo controlado y accesado a través del manejo del patrimonio (Smith 2004).

Además, el funcionamiento y la fabricación del patrimonio están ligados a los debates sobre autenticidad e identidad (Harrison 2005:3). Específicamente, en los países del área Maya han surgido procesos y transformaciones basados en la diversidad étnica. En el caso de México, el nacionalismo no es nada más que un artefacto ideológico del Estado que se convierte en estandardizaciones mezcladas de la manifestación y de las adaptaciones culturales (Brading 1980). Más recientemente, dentro del multiculturalismo globalizado, el discurso de la identidad y simbología Maya en Guatemala es utilizado por distintos actores tales como el Estado, instancias de cooperación internacional y medios de comunicación (Bastos et al. 2008:9). De esta manera, la Mayanización es un medio para la exaltación de discursos multiculturales de la sociedad guatemalteca.

En Honduras, la identidad nacional se forja bajo el impulso del Estado a fines del siglo XIX enfatizando el pasado indígena donde la Mayanización es básicamente el rescate de ruinas arqueológicas (Euraque 2004:44). Así, desde sus inicios, la Arqueología en el área Maya estuvo ligada a los discursos del mestizaje oficial, indigenismo, turismo y construcción de la identidad nacional. La Arqueología es de alguna manera responsable de regular y gobernar la expresión de la identidad social y cultural.

Según Harrison (2005:3), la representación del patrimonio no se hace para “nosotros” sino para “otros”. Desafortunadamente, esta caracterización de lo que él considera una “autenticidad teatral” se está convirtiendo en una realidad aceptada en el área Maya. El desafío de la investigación arqueológica son los nuevos significados proyectados en la arquitectura Maya con estas nuevas funciones que se le han asignado a los sitios arqueológicos como parte de una experiencia turística. Para el campo de la conservación arquitectónica el verdadero reto es el de superar las limitaciones de los trabajos anteriores de reconstrucción en el área Maya, mediante una interpretación fiel de los edificios y de los artefactos asociados a ellos.

Como se mencionó anteriormente, por supuesto que existen grandes diferencias entre los países del área Maya, donde la historia ancestral se vuelve accesible por medio de un patrimonio arquitectónico unificado. El turismo cultural debe beneficiarse con la discusión y la contribución activa de distintos profesionales que pueden generar un cambio de dirección para el turismo y la cultura. La herencia cultural merece reconsiderar sus prioridades y los riesgos sociales y físicos de promover productos culturales. Dentro de la política del turismo cultural, los investigadores también deben aprovechar las posibilidades de establecer mejores maneras de promulgar el conocimiento científico más allá de la interpretación exclusiva de la cultura material, pero también conjuntamente con métodos antropológicos que complementen el aspecto social de la Arqueología.

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