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45 – CEREMONIAS, CONDUCTA Y SENTIDO: UNA EXPLORACIÓN DE LOS RITUALES DE TERMINACIÓN Y DEDICACIÓN EN LAS ESTRUCTURAS M13-1 Y N14-2 DE EL PERÚ-WAKA´ – Olivia Farr, Keith Eppich y Ana Lucía Arroyave – Simposio 21, Año 2007

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Farr, Olivia, Keith Eppich y Ana Lucía Arroyave

2008        Ceremonias, conducta y sentido: Una exploración de los rituales de terminación y dedicación en las Estructuras M13-1 y N14-2 de El Perú-Waka´. En XXI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2007 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.730-746. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

45

CEREMONIAS, CONDUCTA Y SENTIDO: UNA EXPLORACIÓN DE LOS RITUALES DE TERMINACIÓN Y DEDICACIÓN EN LAS ESTRUCTURAS M13-1 Y N14-2 DE EL PERÚ-WAKA´

Olivia Farr

Keith Eppich

Ana Lucía Arroyave

Proyecto Arqueológico El Perú-Waka’

Palabras clave

Arqueología Maya, Guatemala,  Petén, El Perú-Waka´, entierros, rituales de terminación, rituales de dedicación, sacrificio, Clásico Tardío, Clásico Terminal

Abstract

CEREMONIES, BEHAVIOR, AND MEANING: AN EXPLORATION OF TERMINATION AND DEDICATION RITUALS IN STRUCTURES M13-1 AND N14-2 AT EL PERÚ-WAKA’

The contexts of ritual deposits provide the opportunity to explore the phenomenon of ceremonial activities and their significance for the ancient inhabitants of the Maya area. Excavations at M13-1, a ceremonial structure, and N14-2, an elite residence at El Perú-Waka’ present evidence of a multitude of ritual deposits dated to the transition between the Late and Terminal Classic periods, the final phases of occupation at these structures. These deposits exhibit patterns of reverential dedication, feasting events, and reverential and profane terminations. Here, we explore some pertinent theoretical principles, together with a careful consideration of the evidence, including the artifacts and their archaeological contexts, to evaluate the possible significance of why such rituals occurred in that era.

La presente investigación trata acerca de la reconstrucción de la narración ritual, con particular atención a la presencia, uso y al significado de restos humanos para la creación de este acto. Se explorarán las relaciones existentes entre la narración ritual y la creación de espacios ceremoniales y su complejidad a través de algunos depósitos rituales hallados en las Estructuras M13-1 de la Plaza 2 y la Estructura N14-2 del Grupo Tolok (Figura 1).

La “narración ritual” se refiere a la reconstrucción de la secuencia que dio origen a los depósitos y a la determinación del posible sentido que éstos tuvieron. Ambos depósitos presentan narraciones rituales posibles de reconstruir especialmente en cuanto a cómo se relacionaron a la arquitectura y a la incorporación de restos humanos como parte del ritual y de los depósitos mismos.

El depósito de restos humanos entre los antiguos Mayas aún es discutible en cuanto a su terminología entendiéndolos como: escondites, entierros, y/o ofrendas (Becker 1992; Kunen et al. 2002; Gillespie 2002). La interpretación y reconstrucción de cada tipo de depósito depende mucho del contexto de depósito, así como de su relación con la arquitectura. También existe una tendencia fuerte en arqueología de clasificar cualquier tipo de depósito con restos humanos (especialmente aquellos que incluyen esqueletos completos) como entierros.

Llamar a todos estos contextos como entierros lleva dos consecuencias imprevistas: 1) oscurece el grado de variedad presente en el registro arqueológico y, 2) asigna una función determinada a los mismos restos los que seguramente no tenían esa intención particular al momento de ser depositados. Mientras que estos depósitos incluyen restos humanos, este material parece funcionar como parte de rituales más extensos y complicados. Es decir, que estos rituales no sirven simplemente para enterrar a un ser humano, sino para incorporar a esos restos humanos adentro de las narraciones rituales particulares de cada estructura.

Desde el punto de vista de la Antropología de la Religión se entiende el proceso de ritual en las palabras del antropólogo Gerd Barman (1992:98) como: “la representación simbólica que une a miembros de una categoría de personas en la búsqueda compartida entre ellos, que habla de sus valores o que crea o confirma un mundo de sentidos compartidos entre todos”. Catherine Bell (1997:83) describe el ritual como: “parte del proceso histórico en el cual se reproducen patrones también re-interpretados”.

Entre los rituales más practicados por los Mayas se encuentran los de “dedicación” y de “terminación” en edificaciones de función pública, privada, comunitaria, o doméstica con una variedad de medios y en una variedad de formas. Las manifestaciones materiales de estos rituales tienen la tendencia de ocurrir como episodios múltiples y como intrusiones en los espacios construidos, o bien en la anticipación de construcciones importantes.

Los depósitos dedicatorios se encuentran generalmente en los ejes de construcciones, los cuales Rosemary Joyce (1992) argumenta que representan senderos atravesando el edificio. Estos senderos unen a las ofrendas sagradas con la construcción y el cosmos, llenándose de un poder que Freidel et al. (1993), Schele y Mathews (1998) han identificado como “la fuerza del alma.” Rosemary Joyce dice que tales senderos sagrados pueden ser terminados ritualmente “a través de la destrucción de materiales metafóricamente asociados con la arquitectura y que se encuentran en los escondites de fundación” (1992:497).

Es decir que los mismos materiales sagrados típicamente incorporados en los escondites dedicatorios de la fundación de una construcción o un linaje, como la obsidiana, conchas marinas, los huesos de ancestros en bulto, también pueden ser utilizados para destruir un edificio y su memoria sagrada. Sin embargo, es importante aclarar que los rituales de terminación también pueden ser actos de reverencia en donde representan el reforzamiento del ciclo de la vida de un edificio que se sumerge con la vida o la fuerza del alma en su dedicación inicial, terminándolo con un acto de terminación reverencial.

Se ha incluido al final del trabajo una serie de fotografías que ilustran los hallazgos y algunos de los materiales que están asociados con ellos (Figuras 2 a 12).

ESTRUCTURA M13-1

La Estructura M13-1 ocupa un lugar central y público en El Perú y es la más grande edificación de la Plaza 2. Incluye una ancha escalinata central con dos alas adosadas llegando hasta el nivel de la plaza. Las excavaciones en M13-1 revelaron evidencia de múltiples episodios de rituales de terminación realizados en asociación con una serie de modificaciones arquitectónicas. Estas modificaciones aparte de ser complicadas, parecían ser improvisadas y con una última ocupación para el Clásico Terminal (Farr y Arroyave 2006, 2007).

Los antiguos Mayas consideraban que los aspectos centrales de su paisaje construido como la Estructura M13-1, eran como vasijas sagradas de la espiritualidad y la fuerza del alma o del Ch’ulel. Estas estructuras fueron impregnadas con esa esencia sagrada como parte de los rituales de dedicación que involucraba la colocación de escondites o de bultos de ofrendas sagradas. En el caso de la dedicación y terminación de estructuras públicas como en M13-1, es muy probable que tales rituales fueran el enfoque de ceremonias públicas y recordadas en la memoria social como eventos de gran reverencia e importancia.

Siendo así, se asume que el significado público y la memoria colectiva asociada a la Estructura M13-1 fue de tal importancia como para merecer una ceremonia con el mismo peso y significado que lograría extinguir la fuerza espiritual de ella, antes de su abandono. De hecho, se argumenta que la evidencia existe para apoyar no sólo un acto de terminación, sino múltiples episodios alternos de terminación profana, terminación reverencial y la dedicación reverencial en las fases finales de la vida de esta construcción.

La evidencia aquí discutida trata de la reconstrucción de eventos y procesos rituales que ocurrieron en una secuencia, es decir, es la reconstrucción de la evidencia contextual en la manera de Ian Hodder (el exponente principal de la Arqueología Contextual) quien avoca el proceso de “leer el registro arqueológico como un texto” (Hodder 1987). Al final, lo que queda es una acumulación de la evidencia de todos esos distintos procesos.

La pregunta que surge es ¿Por qué dejar toda la evidencia de los procesos rituales anteriores? ¿Por qué no limpiar el área cada vez que se iniciaba o bien terminaba un ritual? La única respuesta es que los practicantes querían dejar toda la acumulación posible de evidencia ritual. Fue intencional dejar la acumulación como un recuerdo público de toda la narración ritual que había transcurrido a través de la historia final, en este caso de M13-1.

Las excavaciones en la última etapa de M13-1revelaron varios depósitos de terminación. Uno de ellos se localizó en el interior del cuarto sur de una serie de éstos en la terraza norte. Este depósito incluía una composición complicada o bien una narración ritual de actos de terminación y de dedicación que merece un análisis más amplio del contexto y de la evidencia en sí.

Esta área, la cual se llamará de aquí en adelante Cuarto B, contaba con tres hallazgos mortuorios distribuidos afuera y adentro del mismo. Estos hallazgos incluían un cráneo con al menos tres vértebras cervicales en articulación, un cuerpo extendido sin evidencia en una cista o enterramiento formal y un entierro aparentemente reverencial adentro del cuarto.

ENTIERRO 31

El cráneo designado como Entierro 31 fue hallado afuera del Cuarto B, entre un nivel grueso de colapso que también estaba mezclado con materiales encontrados en los otros depósitos de terminación como fragmentos de huesos humanos, cerámica, lítica, obsidiana, concha trabajada y fragmentos de estuco pintado y moldeado. Considerando la manera de colocación de este cráneo con sus vértebras articuladas in situ y su enterramiento aparentemente intencional por el colapso cuidadosamente mezclado con materiales del depósito de terminación, se sugiere que representa un acto de sacrificio y de profanación.

ENTIERRO 27

El siguiente hallazgo mortuorio fue designado como Entierro 27 tratándose de un individuo extendido en posición supina y sin evidencia de cista. Este individuo también se encontraba afuera del Cuarto B y debajo de la misma capa de colapso donde se encontraba el cráneo. De hecho, ambos hallazgos estaban en la misma línea con no más de 1.50 m de distancia entre ellos. Este individuo carecía de la mayoría de sus huesos torácicos, pies, manos, muñecas y tobillos.

Además, se encontró debajo de una capa de tiestos quemados lo cual representa evidencia in situ de otro ritual de terminación realizado encima del cuerpo del difunto. La evidencia propone preguntas acerca del sentido de cómo destruir la memoria de una persona. También apoya la interpretación de que estos restos humanos dejados abajo del colapso, representan actos de violencia interpersonal y de profanación, no solamente hacia los mismos individuos, sino también hacia la Estructura M13-1 y su memoria sagrada.

El haber realizado estos rituales en un lugar tan público, impactó de forma permanente la memoria colectiva de los que fueron testigo de esa violencia. También, surge la necesidad de reflexionar más en la idea de terminar la memoria sagrada y de linaje, el culto de personalidad y qué importancia tuvo para los antiguos Mayas y en particular para los habitantes de este sitio durante el Clásico Terminal.

ENTIERRO 36

El Entierro 36 fue un acto de reverencia y respeto, no solamente para el individuo enterrado sino también fue una forma de respetar a la estructura con un enterramiento dedicatorio depositado en ella y así, reforzar y sanar la permanencia de su memoria sagrada. El individuo era un hombre de edad media hallado en una matriz llena de piedras pequeñas que también se mezcló con tiestos grandes de cerámica y estuco pintado.

Se cree que este entierro fue reverencial y dedicatorio para la Estructura M13-1. Primero, porque se hallaron numerosos fragmentos de una vasija tapando la cara del individuo como sustituto para una vasija completa, lo cual representa el patrón típico asociado con los entierros reverenciales. Observaciones preliminares de campo también indican que el individuo tuvo una salud relativamente buena. Además, se encontraron algunos artefactos de prestigio dejados con el individuo. Entre ellos un anillo de hueso y una cuenta de jade.

Se especula que los eventos rituales relacionados con el Cuarto B se pueden reconstruir de la siguiente manera: el enterramiento dedicatorio de este individuo parecía ocurrir como parte de un ritual de terminación debido a su asociación con materiales típicos de estos eventos como la abundante cerámica y fragmentos de estuco pintado.

El área adentro del cuarto fue tapada con una capa rústica de estuco. Debido a la inclusión intencional de huesos fragmentados colocados entre las capas de las lajas, se puede reconstruir que éstas fueron colapsadas intencionalmente. Se sabe también que ese mismo nivel de colapso continuaba en el exterior del cuarto, siempre entre abundantes materiales representativos del ritual de terminación.

Se depositaron tiestos quemados encima del cuerpo del Entierro 27. Fue entonces, cuando finalmente depositaron sin orden aparente las lajas y otras piedras cortadas, y otros materiales rituales incluidos allí. Al reflexionar en la narración, es importante volver a recordar que la Estructura M13-1 y ese espacio del Cuarto B ubicada en la terraza norte fue un lugar público y ciertamente de representaciones del mismo orden.

El ritual y la narración que lo acompañaba no era solamente un proceso público realizado con la intención de que viviera en el recuerdo social y colectivo, también se realizaron narraciones privadas exclusivamente para los participantes. Sin embargo, la formulación de una narración ritual para grupos más restringidos no los hacía menos complicados en su estructura y sentido.

ESTRUCTURA N14-2

Es posible que se pueda llegar a entender mejor el sentido y la intencionalidad de los actores que participaron en tales rituales con la reconstrucción de las narraciones rituales. Otro ejemplo que representa esta perspectiva ocurre en la Estructura N14-2. Con esto se puede comprender el significado de este depósito no simplemente como el lugar de reposo para dos individuos, sino como los restos materiales de un ritual que incluía el probable sacrificio de estos.

N14-2 forma parte de un grupo residencial llamado Tolok. El Grupo Tolok consiste de una serie de edificios construidos encima de un cerro modificado y ubicado en la parte sureste del centro del sitio. Las fechas del depósito indican que el ritual se llevó a cabo en la parte más temprana de la secuencia ocupacional del grupo, es decir, finalizando el siglo VIII (Eppich 2006).

La evidencia de los basureros localizados hacia el norte y al este de N14-2 indica que esta fue la residencia principal del grupo. Las excavaciones revelaron pequeños escalones en la fachada norte bordeados con alfardas de mampostería bien construidas. Se sabe que alfardas como estas han servido en otros sitios como un lugar de colocación de textos dedicatorios (Stuart 2005:12-17). Antes del ritual se realizó un festín, el cual se evidencia por el desecho de restos de platos quebrados, huesos de fauna, instrumentos musicales, figurillas, y excéntricos de pedernal. Después de ese festín, se colocó a dos individuos probablemente sacrificados encima de los desechos.

Todo el material del banquete se colocó por debajo del eje central de un pequeño escalón —el lugar preciso en donde se esperaría encontrar evidencia de una dedicación ritual a la construcción. Por lo tanto, se propone que el significado del ritual desde luego fue dedicatorio. Los dos individuos se colocaron encima de una densa concentración de tiestos, pedernal, concha, y carbón. Según las observaciones hechas en campo al menos parecían haber diez vasijas completas. El material indica el desecho de un evento de festejo (Pendergast 1979:127; Reents-Budet 2000:1029; LeCount 2001:944-946).

Considerando la colocación de estos dos individuos directamente encima de los desechos del festín y la ausencia por completo de artefactos encima de ellos, evidencia que su deposición fue el acto final de esta narración ritual. El Entierro 19, corresponde a una mujer completamente articulada entre 24-45 años de edad. Se encontró en una posición extendida y supina con el cráneo deformado por modificaciones tabulares, lo cual es un rasgo típicamente asociado con la élite (Chase y Chase 1992:8; Saul y Saul 1997:44-45; Tiesler 1999:3-4). El Entierro 18 es un infante también extendido y supino, ambos estaban directamente asociados con los materiales del depósito inmediatamente abajo de ellos.

Este patrón de enterramiento de una mujer adulta y un infante no es desconocido en la región Maya, Welsh (1988:169-170) ha determinado que tal patrón indica el sacrificio humano. Las mujeres adultas de tales entierros a veces muestran el trauma al cráneo y otras indicaciones de violencia. Cabe mencionar que el Entierro 19 no ha sido investigado lo suficiente para determinar con certeza si exhibe tales señales de trauma. Sin embargo, la semejanza del depósito al patrón identificado por Welsh sugiere en este caso el sacrificio humano.

La colocación del mismo material indica un depósito dedicatorio (Coe 1959:77-79; Chase y Chase 1996:303). La evidencia epigráfica sugiere que tales rituales se encuentran típicamente en frente del primer escalón de la nueva etapa arquitectónica construida (Schele 1990:156; Freidel et al. 1993:244-245; Stuart 2005:18-19). Estos rituales poseen su propio verbo, OCH-OTOT, “entra la casa” y que típicamente aparecen en las alfardas flanqueadas. El depósito de la Estructura N14-2 se encuentra directamente en el eje central de la escalinata, lo cual lo ubica en el lugar preciso en donde se esperaría un ritual.

La posición de los entierros y la manera de su alineamiento con la arquitectura sugiere un grado fuerte de premeditación. El ritual que culminaba en la construcción de la Estructura N14-2 fue un acontecimiento cuidadosamente planeado (véase Inomata 2006:196-197), entonces ¿Cuál es la narración del ritual ocurrido en N14-2? Un evento como ese debía de haber sido concebido y planeado de acuerdo con el protocolo de los rituales de dedicación.

Evidentemente el área del Grupo Tolok fue preparada de la siguiente manera: primero se retiró el relleno hasta el nivel de la pendiente de la roca madre para crear una cista semi-abierta. Al haber preparado el espacio se llevó a cabo el ritual que incluyó un banquete. Tambores de cerámica también estaban incluidos en el depósito de N14-2 indicando que el banquete probablemente fue acompañado con música. Al concluir la fiesta se llevó a los dos individuos que probablemente fueron sacrificados en conmemoración del evento y en dedicación a la construcción prevista.

Sus cuerpos, entonces, fueron colocados encima de los restos del evento de festejo dejados allí intencionalmente. Después de su colocación, todo ese material acumulado fue enterrado por las capas constructivas que venían encima, incluyendo los niveles de relleno de construcción y pisos de estuco. La escalinata se construyó entonces para cruzar este depósito dedicatorio.

Aunque son importantes los seres humanos enterrados abajo de N14-2 no son el enfoque del evento en sí. El enfoque del evento parece ser la dedicación a la nueva construcción previamente planeada. Welsh (1998) habla de esa dinámica del nexo entre la arquitectura y la deposición de huesos indicando que algunos restos humanos se asocian con lo que él define como, “escondites de entierros dedicatorios”. Normalmente tales depósitos incluyen los restos de un infante solitario o partes del cuerpo desarticulado.

CONCLUSIONES

En los rituales de veneración y dedicación se considera a los materiales como “lo material del alma” con que se alimenta a los espíritus del otro mundo (Freidel et al. 1993:241-242). El ritual que se practica entre los Lacandones consiste del consumo de tamales ceremoniales que representan la “carne humana”. También incluye el rompimiento de figurillas que representan seres humanos. Los seres humanos, como el jade precioso, las vasijas policromas, o un cuchillo de obsidiana pueden ser quebrados de la misma manera para ser entregados al otro mundo.

El estudio de la práctica de la veneración ritual de los ancestros enterrados ha sido hábilmente explorado en cuanto a su sentido y significado para los antiguos Mayas. McAnany (1995,1998) ha propuesto que los ancestros venerados cuidaban y vigilaban a sus descendientes, siendo capaces de trascender en el tiempo y en el espacio para ayudarlos con sus necesidades o castigarlos por sus transgresiones (Freidel et al. 1993). Fue a través del proceso ritual que los antiguos Mayas tenían la forma y oportunidad de llamar a los ancestros con su gran potencia espiritual.

Patricia McAnany (1998) en particular, ha hablado del patente aspecto político de tales actos rituales que permitía que los grupos incorporados establecieran conexiones legítimas a propiedades físicas y sociales alrededor de ellos. Aún después de la muerte, los difuntos honrados todavía mantenían una presencia en el paisaje (Fitzsimmons 1998). Es lógico entonces, que la misma arquitectura sagrada pudiera ser el enfoque del ataque y profanación por quienes intentaban socavar este mensaje político (Webster 2000).

Se está en el comienzo del entendimiento del significado más largo de la variedad de actividades rituales y de las complicaciones que se llevan en sus narraciones. Sin embargo, se cree que estos datos que se elaboraron aquí servirán como una posición de donde expandir los modelos existentes para llegar a una comprensión más profunda y basada en los principios de la Arqueología contextual de la conducta y la intencionalidad entre los antiguos Mayas.

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Figura 1 Corte de la Estructura N14-2

Figura 2 Plano de El Perú-Waka´

Figura 3

Figura 4 Estructura M13-1 y áreas de depósito

Figura 5

Figura 6 Hallazgos especiales en M13-1

Figura 7

Figura 8

Figura 9

Figura 10

Figura 11

Figura 12

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