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32 – LA BLANCA, PETÉN: NUEVAS APORTACIONES A LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA DE LA ACRÓPOLIS Y LA PLAZA NORTE – Cristina Vidal Lorenzo, Gaspar Muñoz Cosme, Juan Antonio Valdés, María Luisa Vázquez de Ágredos y Ricardo Torres Manzo – Simposio 21, Año 2007

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Vidal Lorenzo, Cristina, Gaspar Muñoz Cosme, Juan Antonio Valdés, María Luisa Vásquez de Ágredos y Ricardo Torres Manzo

2008        La Blanca, Petén: Nuevas aportaciones a la investigación arqueológica de la Acrópolis y la Plaza Norte. En XXI Simposio de Arqueología en Guatemala, 2007 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.501-524. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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LA BLANCA, PETÉN: NUEVAS APORTACIONES A LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA DE LA ACRÓPOLIS Y LA PLAZA NORTE

Cristina Vidal Lorenzo

Gaspar Muñoz Cosme

Juan Antonio Valdés

María Luisa Vázquez de Ágredos

Ricardo Torres Manzo

Universidad de Valencia, Universidad Politécnica de Valencia,

Universidad San Carlos de Guatemala, y Academia de España en Roma

Palabras clave

Arqueología Maya, Petén, La Blanca, río Salsipuedes, río Mopan,  entierros, pintura mural, cerámica

Abstract

LA BLANCA, PETEN: NEW CONTRIBUTIONS TO THE ARCHAEOLOGICAL INVESTIGATION OF THE ACROPOLIS AND NORTH PLAZA

Archaeological investigations carried out during the 2006 field season at the site of La Blanca, Peten, have contributed interesting data on the evolution of the construction of the Acropolis, as well as the moment of the abandonment of its palaces and its minimal Early Postclassic occupation. The discovery of five burials related to the abandonment of this monumental complex, as well as other material vestiges pertaining to this moment have corroborated our hypothesis that La Blanca played an important role in the transition from the Terminal Classic to Postclassic periods. In addition, excavations in the North Plaza have allowed a better understanding of the East mound and the substructure located within its interior. The interpretation of these results, together with the analysis of materials and samples extracted from it, as well as its relation to other sites in the surrounding area of La Blanca, are the subject of this work.

LA ACRÓPOLIS

En vista de los sugerentes resultados obtenidos durante la temporada de campo 2005 en el sitio La Blanca, Petén (Muñoz y Vidal 2006; Vidal, Valdés y Muñoz 2007; Muñoz y Vidal 2007), durante la campaña 2006 se decidió continuar investigando el ala sur de la Acrópolis, en el interior de cuyos edificios se hallaron vestigios muy explícitos del momento de abandono del lugar (Figuras 1 y 2).

En la presente versión digital se ha incluido una serie de fotografías y esquemas que ilustran y apoyan las ideas planteadas en este trabajo (Figuras 10 a 25).

De hecho, el cuarto central de este ala del palacio (Estructura 6J2, Cuarto 3) –-una estancia que según nuestra hipótesis de partida es la que servía de comunicación con el patio interior del Cuadrángulo— no se pudo terminar de excavar durante la temporada 2005 debido al hallazgo de un entierro (PLB/ Enterramiento 1) en el nivel de derrumbe y a pocos centímetros del arranque de la bóveda (Valdés y Vidal 2006:116-117). Aunque todos los indicios parecían apuntar a que se trataba de un individuo de época prehispánica, la ausencia de materiales asociados y la altura a la que se encontró nos hicieron barajar también el argumento de que podría tratarse de un personaje de época colonial, hipótesis que se vio totalmente desechada en la última temporada de campo, al descubrirse una vasija completa del tipo Chilo Sin Engobe del Postclásico Temprano (Subop.52/D/Lote 2), inmediatamente debajo del entierro. Una vez retirado todo el nivel de derrumbe, se pudo comprobar que efectivamente se trataba de una estancia abovedada con vano central en las fachadas norte y sur, y banquetas laterales de escasa altura a los lados (0.25 m la banqueta del lado este y 0.35 m la del lado oeste). En un momento del Clásico Terminal, este paso fue tapiado y clausurado para siempre (Muñoz 2005:31), protegiendo con ello a las personas que vivían en los edificios del interior del Cuadrángulo.

En la reconstrucción ideal del edificio (Muñoz 2006:30; Muñoz y Vidal 2007) se incluyeron otros dos cuartos más en el extremo suroeste. Uno de ellos (Cuarto 5) era perfectamente visible al inicio de nuestros trabajos, de hecho es en el que mejor se conserva la bóveda, sin embargo el sector ocupado por el hipotético Cuarto 6 estaba totalmente colmado de derrumbe y por árboles de elevada altura. A ello hay que añadir que, en una época más tardía, se construyó en este sector un edificio (6J3) cuya fachada norte se encuentra a apenas 1.20 m de 6J2. Éste se edificó en tiempos del Clásico Terminal, encima de un basamento aterrazado que cubrió al basamento del Clásico Tardío.

Esta estructura planteó serios problemas de excavación pues se trata de un edificio que tuvo dos crujías longitudinales abovedadas, pero que fue parcialmente desmantelado por los Mayas antiguos, seguramente con ocasión de esa tímida ocupación en tiempos del Postclásico Temprano. Al parecer, fue también entonces cuando se readecuó este espacio mediante la colocación de alineamientos de piedras muy burdas que llegaron a enterrar parte de la escalinata de acceso al mismo.

La gran abundancia de materiales cerámicos y líticos localizados en este sector, fechados en el Clásico Terminal y el Postclásico Temprano, así como la presencia del Enterramiento 2, prácticamente a nivel de superficie y a escasos metros de su fachada principal, son claros indicadores de la intensa actividad llevada a cabo en torno a este edificio a raíz del abandono del gran palacio del Cuadrángulo. El individuo perteneciente a este entierro (Figura 3) se halló muy deteriorado y atravesado por una gran cantidad de raíces, aún así se pudo identificar perfectamente la postura en que fue enterrado: de cuclillas pero con las piernas abiertas, la cabeza inclinada hacia los pies, el brazo izquierdo junto a la pierna izquierda y el derecho doblado bajo el cuerpo y sobre los pies.

Por otra parte, al excavar la parte sur del gran basamento que sostiene la acrópolis y sus palacios, se abrió un pozo en el que se documentaron dos niveles. El primero estaba integrado por un relleno de tierra y piedras, destacando en él la presencia, en el extremo noreste de un enterramiento humano (PLB/Enterramiento 4), correspondiente a un individuo adulto joven, colocado boca abajo y en posición fetal. De este nivel se recogieron abundantes fragmentos cerámicos adscritos al Clásico Terminal, así como objetos líticos.

Debajo del entierro aparecieron restos de cal, aparentemente pertenecientes a una ligera lechada de ese material, de ahí que se decidiera cambiar de nivel (Nivel II). Inmediatamente debajo se descubrió otro entierro (PLB/Enterramiento 5), que a diferencia del anterior se encontraba extendido, con los pies pegados al muro del basamento. También estaba boca abajo y en un delicado estado de conservación, de ahí que para su correcto estudio se decidiera consolidarlo in situ para luego trasladarlo al laboratorio. Junto a él se encontraron fragmentos cerámicos adscritos al Clásico Terminal.

En definitiva, la excavación del ala sur de la Acrópolis ha continuado proporcionando datos muy explícitos del momento del abandono del sitio, en el que además de los rituales llevados a cabo en el interior de los cuartos que documentamos el año anterior, también se produjeron muertes humanas, cuyos cuerpos fueron abandonados prácticamente a nivel de superficie.

Hechos similares debieron ocurrir en el palacio principal de esta Acrópolis (Estructura 6J1), el único cuya fachada está orientada hacia el patio central. Su excavación fue bastante complicada ya que parte del edifico se encuentra en un avanzado estado de ruina y con peligro de desplome, de ahí que se hayan tenido que realizarse tareas de consolidación, tanto de arquitectura como de los estucos que cubrían sus muros, a medida que se retiraba el derrumbe. El cuarto central fue vaciado por completo y se despejó parte de su fachada, de cuyo derrumbe se obtuvieron numerosos fragmentos cerámicos adscritos al Clásico Terminal.

Debajo de ese derrumbe yacía una elegante escalera compuesta por tres gradas que según los indicios deben recorrer toda esta fachada oeste, sobre la que se alzan cuatro escalones que conducen al interior del cuarto principal, el cual se encuentra flanqueado por dos cuartos laterales, cuyo interior aún no ha sido investigado (Figura 4).

Junto a los vanos que conducen a esos cuartos, sobre el nivel de piso, se hallaron acumulaciones de ceniza y tierra oscura, que aunque no presentaron restos cerámicos ni óseos asociados pueden interpretarse como depósitos rituales destinados a bloquear el acceso a dichos cuartos laterales. No obstante, el hallazgo más relevante de este sector fue el del Enterramiento 5, rodeado por cuatro piedras dispuestas más o menos en círculo en el umbral del vano principal, y que fue exhumado una vez consolidado in situ, siguiendo la misma técnica aplicada al Enterramiento 3 (Carrascosa y Lastras 2007). Al igual que los entierros anteriores, tenía el rostro apoyado en el piso y el cuerpo totalmente flexionado, tratándose aparentemente de un individuo masculino, con una edad comprendida entre los 15 y 20 años.

En ese mismo eje central, pero junto a la pared este del cuarto, concretamente debajo de unos sillares con restos de quemado, se encontró otro enterramiento (PLB/Enterramiento 6), correspondiente a un hombre adulto, que fue enterrado junto a los restos de otro individuo del que sólo aparecieron sus manos y pies. Por último, es de destacar en este palacio la presencia de hermosos grafitos, algunos de ellos ejecutados con gran destreza, dentro de un estilo marcadamente Clásico.

LA PLAZA NORTE

Esta plaza fue investigada arqueológicamente durante la temporada de campo 2004 mediante pozos de sondeo habiéndose documentados dos periodos claramente diferenciados: el Clásico Tardío y el Clásico Terminal (Vidal 2005:38-39). Con el fin de profundizar en el conocimiento de los edificios que delimitan esta espaciosa y solemne plaza, se comenzó la excavación del montículo Este (Estructura 4J1), mediante la apertura de una trinchera de aproximación de 2 m de ancho, planteada en el centro del montículo, coincidiendo con el Eje 2 del sitio (Suboperaciones 75 y 78).

Esta trinchera, de la que se extrajo material cerámico del Clásico Terminal, permitió documentar parte de la escalinata de acceso, casi totalmente destruida, y en su interior otro muro correspondiente a una subestructura. Ésta (4J1 sub) fue localizada mediante la apertura de un pozo en la cima de 2 por 3 m (Suboperación 79) y consiste en un basamento formado por hiladas de sillares de gran tamaño y muy buena factura. El muro consta de un primer cuerpo vertical de 0.50 m de alto que se apoya sobre otro con forma ligeramente ataludada y que sobresale otros 0.50 m respecto al anterior. Los sillares de las hiladas inferiores conservan restos del enlucido de estuco de color rojo que debió exhibir en un origen. El material cerámico que se recogió de este sector, aunque escaso, nos ha permitido confirmar su adscripción al Clásico Tardío.

LOS MATERIALES

LA CERÁMICA

La muestra cerámica analizada incluye más de 13,000 fragmentos, que en su mayoría provienen de la liberación del derrumbe de las cámaras de los edificios de la Acrópolis (estructuras 6J1, 6J2 y 6J3), así como de las excavaciones practicadas en la terraza sur y en la Plaza Norte, de ahí que se trate de un material bastante erosionado (Salas y Orozco 2007).

Figura 1 Plano de La Blanca con indicación de sus principales edificios

Figura 2 Planta del ala sur de la Acrópolis con indicación de las suboperaciones llevadas a cabo en la temporada de campo 2006

Figura 3 Planta del ala sur de la Acrópolis con indicación de Lotes y Enterramientos. Detalle

Figura 4 Crujía central de la Estructura 6J1 con indicación de Lotes y Enterramientos

Como novedad de la temporada de campo 2006 destaca la presencia de materiales del Clásico Temprano en el nivel más profundo del pozo maestro practicado en el Grupo Sur del sitio (Suboperación 85), y que constituye un 5.86% de la muestra recuperada hasta el momento, mientras que el resto de los porcentajes se distribuyen de la siguiente manera: Clásico Tardío (10.43%), Clásico Terminal (82.12%) y Postclásico Temprano (1.59%; Figuras 5 y 6).

Asimismo, y al igual que en temporadas anteriores, se recuperaron figurillas cerámicas con representaciones de seres antropomorfos y zoomorfos, algunas de ellas con función de silbato, especialmente en los niveles de derrumbe del ala sur de la Acrópolis (Estructuras 6J2 y 6J3).

OBJETOS DE LAS INDUSTRIAS LÍTICA, ÓSEA Y MALACOLÓGICA

Los objetos de la cultura material se han dividido en diferentes industrias según la materia prima en que se encuentran realizadas (ósea, malacológica y lítica). Cada una de estas industrias ha sido subdividida en clases: utilitaria y ornamental para los objetos correspondientes a las industrias ósea y malacológica, y en clase tallada y pulida para la industria lítica. La industria más abundante ha sido la lítica, de la que proceden más de mil cien fragmentos de implementos y 165 objetos de piedra tallada (Figura 7 y 8).

La industria ósea incluye a los objetos realizados en hueso, diente o asta y es la menos representada entre el material de La Blanca, a excepción de dos dientes tallados pertenecientes al PLB/Enterramiento 6.

Los restos malacológicos han sido abundantes, sobre todo gasterópodos de pequeño tamaño conocidos como jutes, así como otros gasterópodos de agua dulce y caracoles de tierra. Estos moluscos no muestran huellas de intervención humana y por lo tanto no han sido considerados como objetos. Sin embargo debieron haber sido una importante fuente de proteínas para los antiguos pobladores de La Blanca.

Los catalogados como misceláneos incluyen sobre todo colgantes, siendo de destacar la presencia en las proximidades del PLB/Enterramiento 2 de un fragmento de Strombus que fue tallado con la intención darle la forma de un caimán. Las patas y fauces se han dibujando mediante incisión, mientras que el rugoso cuerpo del animal está representado por los pliegues de la columela de la concha (Figura 9).

Dentro de la industria lítica se han documentado abundantes ejemplares tanto de la clase tallada como de la pulida. Se han considerado diferentes categorías para facilitar el estudio del material lítico: piedras de moler, manos, hachas pulidas, percutores, hachas talladas, cuchillos, puntas de proyectil, cinceles, navajas y miscelánea, a las que habría que sumar otras que se encuentran en proceso de estudio, como núcleos y lascas, con y sin retoque.

Las piedras de moler y manos de moler hallados en La Blanca están realizadas en cuarcita y granito. Lamentablemente la gran mayoría se encontraban fragmentados, si bien se hallaron dos piedras de moler casi completas, una de cuarcita y otra de granito rosado, del que se encontró también su correspondiente mano de moler realizada en el mismo material, aunque fragmentada. Ambos ejemplares son de contorno ovalado, cóncavos en su corte transversal y ápodos.

Las hachas pulidas realizadas en piedra verde y caliza suman un total de cinco. Dos de ellas realizadas en piedra caliza son de gran tamaño, una se encontró entre los huesos del PLB/Enterramiento 4. Las realizadas en piedra verde son mucho más pequeñas, dos de ellas tiene unos 10 cm de longitud y la otra apenas 3.4 cm, por lo que más que como hacha debió funcionar como un cincel para el trabajo de la madera o la piedra caliza, aunque se ha incluido dentro de esta categoría por sus similitudes morfológicas.

La categoría de percutores piedra pulida y tallada suman un total de nueve. Tres de ellos son esféricos de piedra pulida muy bien terminados, los otros seis son poliédricos y ovoides, y están realizados mediante talla en pedernal y cuarcita. Todos fueron utilizados para la talla por percusión directa de otros artefactos, como demuestra el piqueteado en gran parte de su superficie.

El número de hachas talladas asciende a diecisiete, dos de ellas realizadas en cuarcita y las otras en pedernal, como es habitual en las Tierras Bajas. Siete de los ejemplares se encuentran completos y su tamaño varía de 16 a 10 cm, y muchas conservan parte de la corteza. Están realizadas mediante percusión directa un tanto burda, a partir de núcleos y macro-lascas y posiblemente fueron empleadas para cortar madera y piedra caliza para la construcción.

En numerosas ocasiones resulta difícil diferenciar entre cuchillos y puntas de proyectil, especialmente cuando estos artefactos no se conservan completos. En este sentido se ha decidido englobar dentro de la categoría cuchillos a los ejemplares que presentan punta roma, los que exhiben una sección transversal asimétrica y aquéllos cuyo grosor, longitud o peso es demasiado grande para que pudiesen funcionar como arma arrojadiza. El hecho de diferenciar entre estas dos tipologías no implica que unos y otros no pudiesen ser utilizados para diversas actividades según la necesidad. El número de cuchillos documentados es de 19, todos excepto uno se encuentran fragmentados y presentan talla bifacial de calidad media.

Las 17 puntas de proyectil halladas son las piezas que presentan una talla de mayor calidad entre el material lítico de La Blanca. Siete de las puntas se encuentran completas, mientras que diez son fragmentos. Tres de las puntas que se han conservado completas tienen pedúnculo para facilitar su enmangue. Por otro lado, los cinceles, alargados y de márgenes paralelos, están representados por tres ejemplares, todos ellos realizados en cuarcita.

Se han hallado 29 navajas, dos de ellas están realizadas en pedernal y presentan retoque bifacial en sus filos. Las otras 27 son fragmentos de navajas prismáticas de obsidiana extraídas por presión de núcleos poliédricos, de los que también se han hallado ejemplares agotados. La mayoría de las navajas son de color negro a gris oscuro y su estudio macroscópico revela que probablemente provengan de la fuente de El Chayal. Únicamente dos provienen de una fuente distinta, probablemente de alguno de los yacimientos de Pachuca en México.

La categoría nominada miscelánea abarca la presencia de un machacador de cuarcita que debió ser empleado para la elaboración de papel, una pesa de pesca, malacates de arenisca pulida y un pequeño esférico de cuarcita de apenas 2 cm de diámetro, además de otros artefactos de difícil identificación.

Figura 5 Gráfico con indicación de la distribución general de análisis cerámico. Temporada 2006. (Fuente: Salas y Orozco 2007)

Figura 6 Gráfico con indicación general de la forma genérica de la cerámica. Temporada 2006 (Fuente: Salas y Orozco 2007)

Figura 7 Gráfico con indicación de las industrias a las que pertenecen los objetos de la cultural material de la temporada 2006

Figura 8 Gráfico con indicación de las categorías líticas documentadas en la temporada 2006

Figura 9 Fragmento de Strombus trabajado con forma de lagarto (Dibujo Paulino Morales)

LOS ANÁLISIS QUÍMICOS

La importancia que tuvo el uso del color en la arquitectura Maya desde tiempos del Preclásico y los abundantes restos de color que conservan las residencias palaciegas que conforman la Acrópolis del sitio, explican que el estudio químico-analítico de los materiales y de las técnicas pictóricas constituya uno de los objetivos del Proyecto La Blanca desde sus planteamientos iniciales. La recolección y el estudio de estos materiales, tanto los pictóricos como los de naturaleza orgánica y mineral que proceden del entorno natural, a través de diversas técnicas de análisis químico, es lo que favorece su identificación posterior en las micromuestras de color y lo que ha permitido reproducir en el Laboratorio físico-químico y medioambiental de análisis de obras de arte de la Universidad Politécnica de Valencia y en el Departamento de Química-Analítica de la Universidad de Valencia, el procedimiento que siguieron estos artistas para preparar algunos de los pigmentos con los que decoraron los edificios de La Blanca, entre el Clásico Terminal y el Posclásico Temprano.

Las técnicas de examen científico que están siendo utilizadas para estudiar la paleta de color que empleó el pintor de La Blanca han ido incrementándose desde el año 2004 en que comenzaron los trabajos en el sitio, conforme los resultados iniciales fueron planteando la necesidad de optimizar nuevos procedimientos que permitiesen avanzar en la investigación. En un primer momento, y hasta esta última temporada, las técnicas de análisis químico que se consideraron fueron la Microscopía Óptica (LM), la Microscopía Electrónica de Barrido combinada con microanálisis de Rayos X por dispersión de energías (SEM/EDX), la Difracción de Rayos X (XRD), la Cromatografía de Gases/Espectrometría de Masas (GC/MS), la Cromatografía de Líquidos de Alta Resolución (HLPC) y la Voltamperometría de Micropartículas (VMP) (Dómenech y Vázquez de Ágredos 2005: 128-137 y 2006: 129-147). Éstas fueron suficientes para profundizar en la naturaleza de las bases de preparación (XRD), de los pigmentos (LM; SEM/EDX), de los pigmentos-laca (VMP) y de los aglutinantes (GC/MS; HLPC) de los que se sirvieron los pintores del sitio para decorar su arquitectura principal, pero insuficientes para entender los procesos de manufactura con los que estos artistas prepararon cada color en particular, lo que ha obligado en el último año a poner en práctica nuevas técnicas analíticas que puedan ofrecer algunas respuestas en este sentido. Éstas han sido principalmente la Microscopía de Transmisión Electrónica (TEM) y la Microscopía de Fuerza Atómica (AFM), con las que han podido identificarse las transformaciones que sufrieron las arcillas con las que se preparó la gran mayoría de los colores que se utilizaron en la arquitectura del sitio y establecer la relación que existe entre esos cambios y el tiempo y/o la temperatura a la que aquellos fueron horneados, ya fuese para lograr su estabilización (pigmentos-laca), para obtener diversas gradaciones tonales (pigmentos), o para ambos fines (pigmentos-laca). Por último, aunque en menor medida, también la Espectroscopía Infrarroja por Transformada de Fourier (FTIR) y la Espectrofotometría-visible (UV-vis), han sido incorporadas al conjunto de técnicas analíticas que están favoreciendo esta línea de investigación.

La relevancia de los datos que ha ofrecido la combinación de todas estas técnicas, y la importancia que tiene poder relacionar esta información con la procedente de otros asentamientos cercanos, explica que desde la pasada temporada de campo el Proyecto La Blanca se haya planteado ampliar estas investigaciones a esos otros sitios, siendo Nakum, Yaxha, El Chilonche, San Clemente y Salsipuedes I y II, los primeros que han sido considerados. El principal objetivo de esta iniciativa es investigar las relaciones que hubo entre los materiales, las técnicas y los pintores que trabajaron en esta región de las Tierras Bajas Mayas en la época prehispánica, lo que acabará por confirmar o desestimar la existencia de una única tradición técnica en la pintura mural del área y analizar sus puntos en común con la que se ejecutó en otras zonas de las Tierras Bajas, especialmente en sus vecinas del norte (Vázquez de Ágredos 2006). Los datos que vayan reuniéndose a medida que avance el reconocimiento y el análisis químico de los restos de color que puedan identificarse en la arquitectura monumental de esos otros asentamientos serán informatizados en fichas que quedarán incorporadas a la “Base de Datos sobre los materiales y las técnicas pictóricas del Departamento de Petén (Guatemala)”, en la que el Proyecto La Blanca ha empezado recientemente a trabajar partiendo del modelo que se estableció en el año 2000 en el Centro de Conservación de Quebec, en Canadá, para la elaboración de un “Banco de Datos sobre Pigmentos” (Paradis 2000:28-30). Las primeras fichas que serán cumplimentadas e incorporadas a la citada “Base de Datos” serán las referentes a los materiales y a las técnicas pictóricas que han podido documentarse en La Blanca desde el año 2004, sobre lo cual presentamos un breve resumen a continuación.

LOS MATERIALES

Las bases de preparación: en las residencias palaciegas de la Acrópolis de La Blanca el color se extendió sobre un delgado enlucido pictórico que asentaba en un mortero de revestimiento de mayor grosor, siendo el carbonato de calcio el principal componente constitutivo en ambos sustratos. La abundancia de este material no sólo se debe a su uso en la matriz microcristalina, sino también como carga, al ser la tradicional arena de cal conocida como sascab el componente que se empleó con esa finalidad. La naturaleza silícea que comparten todos estos materiales de origen calcáreo, al igual que las arcillas que se identificaron en el enlucido pictórico formando parte de la matriz microcristalina de cal carbonatada, se debe a que los suelos del área son muy ricos en este material.

La paleta de color: el pintor de La Blanca utilizó principalmente colores de origen mineral, es decir, pigmentos, siendo el azul y el verde las únicas excepciones a este respecto, los cuales se prepararon precipitando y horneando el colorante del índigo en sustratos arcillosos de naturaleza fibrosa, preferentemente atapulgitas y sepiolitas. Estas matrices inertes también se utilizaron para la manufactura del resto de los colores de la paleta, debido a la rica gama de tonalidades que el pintor podía obtener al mezclarlas con los óxidos de hierro y las tierras rojas y ocres que fundamentalmente empleó en la manufactura de los rojos, rosas, naranjas, amarillos y ocres que han sido identificados en las estructuras palaciegas de la Acrópolis del sitio. Blancos de carbonato de calcio y negros carbón completan la paleta de color que ha sido descrita.

LAS TÉCNICAS

Según manifestó el análisis de las muestras por Cromatografía de Gases/Espectrometría de Masas la arquitectura palaciega de La Blanca se pintó fundamentalmente al seco, y más concretamente a base de temples vegetales en los que se utilizaron de dos a tres aditivos orgánicos diversos, lo que explica que la cantidad de monosacáridos que se detecta por muestra pictórica supere los tres que suelen contener como máximo cada una de estas sustancias. En cuanto a la caracterización precisa de estos aditivos, aunque por el momento no es posible precisarla, es muy probable que el mucílago de orquídea, el mucílago de la yuca y la goma de piñón (Jatropha Curcas L.) fuesen utilizados por el pintor del sitio, lo que, en el caso de confirmarse, permitiría ampliar los pocos aglutinantes que hasta la fecha han podido detectarse en la pintura mural Maya (Magaloni 1998:105).

POSIBLES FUENTES DE ABASTECIMIENTO

Las canteras del Cerro del Camalote, situadas a escasa distancia del asentamiento de La Blanca, debieron de ser uno de los principales yacimientos que suministraron materiales al pintor del sitio, tal y como manifestó el análisis químico que se hizo de las materias primas que se localizaron y muestrearon en esta cantera. Éstas incluyeron: el carbonato de calcio, la arena de sílice conocida como hí entre los Mayas, cuyo principal uso artístico fue el de actuar como desgrasante de las pastas cerámicas, una amplia variedad de tierras ocres y rojas de composición diversa y hematita de composición muy pura.

EPÍLOGO

Sin lugar a dudas, uno de los resultados más relevantes de la investigación arqueológica en el sitio La Blanca ha sido el hallazgo de depósitos, tanto en el ala sur de la Acrópolis como en el palacio principal del Cuadrángulo (Estructura 6J1), que indican el momento del abandono de estos palacios en el Clásico Terminal. En el caso de La Blanca estos depósitos de clausura incluyen también la presencia de entierros sin ningún tipo de ofrenda asociada, cuyo estudio bioantropológico y paleopatológico, estamos convencidos, nos aportará datos muy interesantes acerca de estos acontecimientos, testimonios de un acto, aparentemente, de terminación violenta en el corazón de la Acrópolis.

Por otro lado, la construcción de una edificación más tardía en la terraza sur de la Acrópolis (Estructura 6J3) y de remodelaciones en los edificios principales, dificultando el acceso al patio del Cuadrángulo, constituye otra evidencia de los sucesos ocurridos en la transición del Clásico Terminal al Postclásico Temprano, delatores de una época de angustia e inestabilidad que, como ya hemos indicado en anteriores trabajos, también quedó plasmada en la iconografía del sitio mediante grafitos que representan a seres con mandíbulas descarnadas y otras escenas violentas.

Todo ello explicaría el hecho de que la mayor parte de los objetos líticos hasta ahora recuperados (puntas de proyectil, hachas, navajas y cuchillos) proceda de estos sectores donde la actividad ritual ha sido más intensa y entorno a los cuales se produjo una ocupación más tardía.

REFERENCIAS

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Figura 10 Entierro 5

Figura 11 Vista de un recinto

Figura 12 Vista de las excavaciones

Figura 13 Condición de los edificios

Figura 14 Vista de las excavaciones

Figura 15 Vista de las excavaciones

Figura 16 Entierro 2

Figura 17 Entierro 4

Figura 18 Entierro 5

Figura 19 Proceso de trabajo

Figura 20 Entierro 3

Figura 21 Entierro 6

Figura 22 Entierro 6

Figura 23 Grafitos

Figura 24 Entierro 4

Figura 25 Fragmento de grafito 

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