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13 – LOS PRIMEROS PASOS DE LA ARQUEOLOGÍA MAYA: EXPLORADORES Y VIAJEROS EN EL SIGLO XIX – Roxanne Dávila – Simposio 20, Año 2006

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Dávila, Roxanne

2007        Los primeros pasos de la arqueología Maya: Exploradores y viajeros en el siglo XIX. En XX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2006 (editado por J. P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp. 179-186. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

13

LOS PRIMEROS PASOS DE LA ARQUEOLOGÍA MAYA:

EXPLORADORES Y VIAJEROS EN EL SIGLO XIX

Roxanne Dávila

Palabras clave

Historia de la arqueología, Guatemala, siglo XIX

Abstract

THE FIRST STEPS OF MAYA ARCHAEOLOGY:

EXPLORERS AND TRAVELERS IN THE 19TH CENTURY

The first explorers investigated the Maya ruins in Chiapas, Yucatan and Guatemala in the 18th and 19th centuries. These travelers described, painted and drew monuments and ancient cities, exposing the histories of an ancient indigenous culture. Traditionally, the performance of foreign explorers in the Maya area has been emphasized, like John Lloyd Stephens. To make a difference, this presentation is about the contribution of Guatemalan investigators in the 19th century, and their importance for an independent Central America is underlined.

Desde la época colonial, la historia de las ruinas Mayas ha captado la imaginación de los viajeros y exploradores, tanto extranjeros como nacionales. Atraídos por la arquitectura elaborada, la escultura refinada (que representaba un vocabulario visual completamente desconocido y nuevo), y la existencia de un sistema de escritura definida por jeroglíficos enigmáticos, los viajeros y exploradores se quedaron fascinados con la región desde la época colonial. Tradicionalmente, la historiografía de la arqueología Maya toma como punto de partida la obra del escritor estadounidense John Lloyd Stephens y el artista inglés Frederick Catherwood, quienes realizaron dos viajes a la zona Maya en 1839 y 1841. Estas dos exploraciones tuvieron como resultado dos libros de viaje, cuyo éxito con el público lector estadounidense fue sin precedente, “Incidents in Travel in Central America, Chiapas, and Yucatán” (1841) e “Incidents in Travel in Yucatan” (1843). El éxito tremendo de la obra se debe en gran parte a las 78 ilustraciones de Catherwood que aparecen en la obra, tanto como la narrativa entretenida y aventurera de Stephens que presenta la zona Maya dentro del marco de la literatura de viajes. Se vendieron 12,000 copias de la obra “Incidents in Travel in Central America” en menos de cuatro meses en 1841. Como resultado, Stephens y Catherwood generalmente se catalogan como los primeros en explorar y “descubrir” las ruinas Mayas, los primeros en producir dibujos y mapas fieles de los edificios y de la escultura que los adornaba, los primeros en definir una cultura unida “Maya” que se extiende desde la península Yucatán hasta el sur de Guatemala, y los primeros en diseminar la historia e identidad de los Mayas antiguos al público euroamericano. En este trabajo se propone dejar momentáneamente a un lado a la obra de Stephens y Catherwood como punto de partida para la arqueología Maya. Como propuesta alternativa, se examinarán las contribuciones fundamentales de los exploradores que visitaron las ruinas en las décadas anteriores, principalmente entre los años 1831-1839. Se hará un enfoque a la obra de Francisco Corroy, Jean Frédéric de Waldeck, y sobre todo la de Juan Galindo. Específicamente, se hará hincapié en la contribución guatemalteca a los primeros pasos de la arqueología Maya, y su rol en la construcción de la identidad formativa de la Federación Centroamericana.

Antes de examinar las obras de los exploradores de la década de 1830, hay que reconocer que las primeras expediciones oficiales a las ruinas Mayas fueron realizadas bajo órdenes de los reyes de España, Carlos III y Carlos IV (Castañeda Paganini 1946; Alcina Franch 1995:83-110). En 1784, Carlos III decide que quiere saber algo de las antigüedades de su imperio y envía Antonio Calderón al sitio de Palenque. Como resultado se hace un informe y unos dibujos muy rudimentarios. En 1785 hay otra expedición, esta vez bajo la dirección del arquitecto Antonio Bernasconi, un italiano que radicaba en la Ciudad de Guatemala. Junto con su informe sobre las ruinas de Palenque, Bernasconi produce los primeros mapas del sitio y los primeros mapas generales de la región. En 1787 se envía una tercera expedición a Palenque, ahora encabezada por Antonio del Río. El artista mexicano Ricardo Armendáriz acompaña a Del Río y realiza los dibujos más logrados del siglo XVIII del sitio de Palenque. La última expedición llevada a cabo durante la época colonial es bajo órdenes de Carlos IV. Esta vez son Guillermo Dupaix –un dragón en el ejército español– y Luciano Castañeda –un artista mexicano–, los que dirigen la expedición (Dupaix 1968).

Es la divulgación del informe de Antonio del Río, junto con las imágenes de Ricardo Armendáriz, las que abren paso a los estudios Mayas en el siglo XIX. Publicado en Londres en 1822 por Henry Berthoud, esta obra de Del Río empieza a circular en las sociedades científicas y letradas en Londres y Estados Unidos. Jean Frédéric de Waldeck, un artista que llegará a ser uno de los exploradores más importantes de la década de 1830, es el que rehace los dibujos, como litografías para esta publicación de Del Río, basándose en las imágenes originales de Armendáriz. Rápidamente se traduce el texto al francés (1825) y al alemán (1823), y se publica el informe en serie en los Estados Unidos (1824). Con estas traducciones, la circulación de esta obra se amplía aún más hacia el público general. Como resultado, para la década de 1830 existe un interés intenso de parte de los anticuarios, no solamente por Palenque sino también de la región Maya en general. Como tal, se inicia la época de los estudios Mayas profesionales y emergen tres exploradores sobresalientes en dicha década: Francisco Corroy, Jean Frédéric de Waldeck y Juan Galindo. En gran parte, estos tres hombres dedican su vida a la exploración y la investigación de las ruinas y la cultura Mayas.

Antes de entrar en el análisis de la obra de Corroy, Waldeck y Galindo, hay que destacar la importancia de las sociedades científicas para los estudios Mayas en la década de 1830. Estas instituciones letradas dieron ímpetus a las investigaciones tempranas y fomentaron la comunicación, diseminación y publicación de los estudios Mayas en esa época. Hay cuatro sociedades que sobresalen dentro de este marco de investigación decimonónica:

  • American Antiquarian Society, ubicada en Worcester, Massachusetts y fundada en 1812
  • Lyceum of Natural History of New York, situada en Nueva York y establecida en 1817
  • Royal Geographic Society, localizada en Londres y creada en 1830
  • Société de Géographie de Paris, ubicada en Paris y establecida en 1821

Estos cuatro organismos juegan un papel significativo en la creación de un ambiente fértil de investigación y colaboración para Corroy, Waldeck y Galindo en su tiempo.

El primer explorador que se examinará es Francisco Corroy. Francés de origen, Corroy llega a las Américas como parte de la expedición del General LeClerc, probablemente en 1802 (Romero Sandoval 1997:21). Después del fracaso de esta campaña napoleónica, Corroy viaja a Tabasco, México, donde reside desde 1807 hasta su muerte en 1836. Se naturaliza como ciudadano mexicano, casándose con una mujer de Santo Domingo de Palenque. Siendo médico, se instala como director del hospital militar de Villahermosa, Tabasco. También abre una botica en Villahermosa donde vende medicinas. A pesar de que su profesión era la medicina, Corroy se queda fascinado con las ruinas de Palenque y hace tres expediciones al sitio entre 1819 y 1835. Los resultados de estas expediciones son reportados en cartas que envía Corroy a la Lyceum de Natural History of New York y a la Société de Géographie de Paris. Según el contenido de estas cartas, Corroy tenía preparada una obra de dos volúmenes sobre las ruinas de Palenque que quería publicar en Europa o en los Estados Unidos.

Desafortunadamente, no encuentra un patrocinador para pagar la publicación de su obra, y gran parte de su trabajo sobre Palenque se queda sin divulgar. Sin embargo, las cartas que Corroy envía a la Lyceum of Natural History of New York y a la Société de Géographie de Paris sí describen sus tres expediciones a Palenque, tanto como su colaboración temprana y pleitos tardíos con Jean Frédéric de Waldeck. Las cartas también presentan sus ideas sobre el fechamiento de las ruinas y orígenes de los habitantes de Palenque. Corroy representa el puente intelectual entre los exploradores coloniales de las ruinas Mayas, antes mencionados y los de la época post-independencia, ya que su primera expedición a Palenque se realiza en 1819, dos años antes de la independencia de México y de Guatemala, de España.

Uno de los colegas más cercanos de Corroy fue Jean Frédéric de Waldeck. Conocido en su época como un charlatán arrogante y difícil, hoy en día es recordado por los historiadores de la arqueología Maya como un explorador que postulaba teorías fantásticas sobre los Mayas y veía elefantes en la iconografía de las ruinas. A pesar de la verosimilitud de estas afirmaciones – Waldeck sí tiene dibujos y ensayos que ubican elefantes dentro de la iconografía Maya –, hay que reconocer los grandes logros de este explorador que trabajó en Palenque, Copan y Yucatán entre 1832-1836.

Los numerosos diarios de Waldeck demuestran no solamente análisis detallados de sus expediciones y trabajo en las ruinas, sino también afirman un interés profundo en los diferentes idiomas Mayas, junto con un conocimiento de los textos de los cronistas e historiadores coloniales de la región. Más que un aficionado –como lo era en gran parte Corroy–, Waldeck tenía un interés científico y sofisticado en la antigua cultura Maya, lo que lo califica como un intelectual serio. Envía su correspondencia a la Société de Géographie de Paris, al Institut de France, y a la L’Académie des Inscriptions et Belles Lettres en Paris. Waldeck también remite cartas e informes a varios periódicos en Londres, los que se publican para informar al público general de sus investigaciones.

El talento artístico de Waldeck como dibujante y pintor es indudable. Como demuestran sus numerosas pinturas, grabados y dibujos de las estructuras Mayas en Palenque, Copan y Yucatán, su atención al detalle y su entendimiento sutil de la iconografía Maya es verdaderamente logrado para su época. Se evidencia el talento de Waldeck como dibujante, sobre todo en los borradores que hizo para sus cuadros sobre los bajo relieves del Palacio de Palenque y los paneles del Grupo de la Cruz. Queda claro que gran parte de los elementos fantásticos que se representan en los cuadros de Waldeck, son toques que él agrega a sus versiones finales para atraer un público europeo, que tenía como marco de conocimiento las antigüedades de Egipto y del Extremo Oriente. Sus dibujos borradores, sin embargo, demuestran una exactitud de escala y apreciación por los detalles de la compleja iconografía y epigrafía Maya, sin comparación en la década de 1830.

En 1836, Waldeck es exiliado de la península de Yucatán como resultado de problemas que tiene con el estado yucateco y los intelectuales. Confiscan gran parte de sus dibujos, cuadros y diarios, enviando a Waldeck de regreso a Europa. Ya estando de regreso en Paris, Waldeck publica su obra “Voyage Pittoresque et Archéologique de Yucatan” en 1838 y sigue como gran defensor de las ruinas de Palenque, como demuestran sus cartas tardías que seguía enviando al gobernador de Chiapas desde Paris. Dicha obra está compuesta de textos y dibujos que describen el periodo que Waldeck pasó en la península en Yucatán. Y, aunque este es el único trabajo que logra publicar Waldeck, cabe mencionar que tenía planes de sacar una trilogía sobre la cultura Maya.

La segunda obra que quería publicar se iba dedicar a los idiomas Mayas y la tercera se enfocaría en las ruinas de Palenque, que obsesionaron a Waldeck a lo largo de su vida. Al regresar a Francia, Waldeck también colaboró con Brasseur de Bourbourg en el libro “Monuments Anciens du Méxique, Palenque, Ocosingo et autres ruines de l’ancienne civilisation du Méxique”. Este se publicó en Paris en 1866.

El tercer explorador central de la década de 1830, y el más importante para Guatemala y Centroamérica, es Juan Galindo. Irlandés de descendencia, Juan Galindo llega al país en 1827 y su ascendencia al poder es rápida y lineal. Se naturaliza como guatemalteco en 1829 y se une al ejército de de la Federación Centroamericana, bajo Francisco Morazán en 1830 como general militar. En 1831, Galindo es nombrado Gobernador de Petén (Griffin 1960; Graham 1963; Medrano et al. 1995:3-4).

Antes de  continuar con el análisis de las contribuciones de Galindo a la arqueología Maya, es importante subrayar la relevancia de una de las sociedades científicas que tuvo gran importancia en Guatemala en el siglo XIX, y que jugó un papel central en la vida intelectual de Juan Galindo, La Sociedad Económica de Amigos del País de Guatemala. Esta sociedad fue establecida en 1794 y reorganizada en 1829. Durante su segunda época, que se inicia en 1829, el director de la Sociedad Económica es José Cecilio del Valle y entre sus miembros cuentan con Miguel Riva Maestre, Julián Falla, Manuel Jonoma y Francisco Cabrera. Juan Galindo es elegido miembro asistente en 1830 (Reyes 1964:123).

A través del contacto con los miembros de la Sociedad Económica de Amigos, Galindo seguramente se interesa en la historia de Guatemala y empieza a entender la importancia del discurso histórico para el proyecto nacionalista del país y para la identidad de la Federación Centroamericana. Proyectos de construcción nacional como el “Atlas guatemalteco en ocho cartas formadas y grabadas en Guatemala de orden del Jefe del Estado C. Doctor Mariano Gálvez, Guatemala” (1832), surgen en las discusiones entre los miembros de la Sociedad Económica de Amigos. Es muy probable, que la idea de hacer tres expediciones científicas a los sitios de Utatlán, Mixco Viejo y Copan, nació en las reuniones de la Sociedad Económica también.

Galindo realiza su primera expedición arqueológica en 1831 cuando viaja al sitio de Palenque. Pasa dos semanas entre las ruinas estudiándolas, dibujándolas, haciendo mapas y escribiendo descripciones de Palenque y de la región circundante. Envía cartas detalladamente descriptivas a la American Antiquarian Society, a la Société de Géographie y a la Royal Geographic Society de Londres. También escribe a la London Society of Antiquaries, a quienes envía piezas jeroglíficas esculpidas como prueba de lo que describe en sus informes y como afirmación de que verdaderamente estuvo en Palenque.

En febrero de 1834 Galindo reemplaza a Manuel Jonoma como director de la expedición oficial del gobierno centroamericano a las ruinas de Copan. Llega a las ruinas a principios de mayo y se queda hasta el 19 de julio de 1834. En Copan, Galindo efectúa excavaciones de un entierro en el patio este de la Acrópolis, dibuja las estelas esculpidas y hace mapas del sitio. Uno de los dibujos más importantes que hace Galindo es la representación de la estructura que él llamaba el Templo de las Ventanas. Hoy en día identificado como la Acrópolis, la estructura ha sufrido los efectos de erosión como resultado de la proximidad del río Copan. Sin embargo, en 1834 se veía el templo en su totalidad y el dibujo de Galindo queda como record permanente de la estructura en su estado completo. Sus descripciones y dibujos del sitio ejemplifican la fascinación que tenía Galindo con las estructuras, la escultura y los jeroglíficos de este lugar. También se afirma el entendimiento precoz de la importancia de la cultura Chorti para los glifos Mayas.

Siendo que Galindo fue Gobernador de Petén, no sorprende que su correspondencia con las sociedades científicas también incluya referencias a la isla de Topoxte y al sitio de Yaxha. Sus cartas de 1831 y 1836 a la American Antiquarian Society y su correspondencia con la Antiquaries Society of London, hacen referencia a Yaxha y al lago que lleva el mismo nombre. No es extraño que Yaxha sea el sitio de Petén que aparece en las descripciones de Galindo, ya que está ubicada en la ruta de comercio de la zona. Por lo general, las cartas que hacen referencia a la región de Yaxha detallan el ambiente general de la zona y lo comparan con Palenque.

Uno de los documentos más importantes dentro del corpus escrito de Galindo, es la descripción que realiza al final de su vida de un sitio al borde del río Motagua. La carta va dirigida a la American Antiquarian Society en 1839. Galindo escribe desde Motagua, Guatemala, el día 9 de marzo de1839, y describe un sitio con obeliscos muy parecidos a los de Copan, pero más extraordinarios en tamaño y elaboración. Nota que las dos ciudades antiguas probablemente formaban parte de un imperio Chorti, y denomina a “Motagua” como su capital ya que las estelas son las más grandes. También relata sobre piedras esculpidas en forma de tortuga y observa semejanzas entre la arquitectura de “Motagua” y Copan. En esta carta, Galindo también propone que la escritura que se encuentra en los monumentos de Palenque, Copan y “Motagua”, se compone de jeroglíficos fonéticos, y que las inscripciones probablemente eran en un solo idioma que él denomina “pre-Chorti”. Al final de la carta, Galindo se autonombra como descubridor de estas ruinas y las nombra “Motagua”.

No cabe duda que las ruinas a las que se refiere Galindo en esta carta de 1839 son las de Quirigua. Canónicamente, Frederick Catherwood es el que ha recibido el crédito de ser el descubridor de Quirigua, y John Lloyd Stephens es el que supuestamente escribe la primera descripción. Sin embargo, la carta que Galindo escribe a la American Antiquarian Society en 1829 es fechada meses antes de la llegada de Catherwood a Quirigua. Por lo tanto, se puede afirmar que Galindo es el primer explorador en llegar al sitio. Y, se revela que el nombre original de las ruinas fue “Motagua” ya que Galindo lo designó así. Desafortunadamente, la carta que escribe Galindo a la American Antiquarian Society con la descripción de las ruinas de  “Motagua” nunca se publica y su descubrimiento queda sin reconocimiento en la historia de la arqueología hasta el momento.

En 1826, la Société de Géographie de Paris anuncia un premio de oro por la mejor descripción de varias ruinas antiguas en Guatemala, Chiapas y Yucatán. Solicitan también dibujos y mapas de los sitios, junto con análisis lingüístico de los diferentes idiomas Mayas. Como resultado de la convocación, este premio reúne la obra de todos los investigadores, exploradores y editores de la época de las décadas de 1820 y 1830. Corroy envía todas sus cartas sobre Palenque, y Waldeck remite sus dibujos sobre las diversas ruinas Mayas. Galindo también compite por el premio con las cartas enviadas a la Société de Géographie de Paris.

Corroy, Waldeck y Galindo, junto con varios otros anticuarios, son contendientes por el premio de oro. En 1836 la Société de Géographie de Paris otorga tres premios de plata. Uno va a Juan Galindo por sus cartas enviadas a la sociedad. Henri Baradere recibe otra medalla de plata por su edición de los reportes de 1805-1805 de Guillermo Dupaix y los dibujos de Luciano Castañeda. Edward King, también conocido como Lord Kingsborough, es otorgado con la tercera medalla de plata por su obra “Antiquities of Mexico” (de nueve volúmenes), con ilustraciones de Agustín Aglio. Francisco Corroy y Jean Frédéric de Waldeck reciben medallas de bronce: Corroy por sus cartas escritas a la sociedad sobre Palenque y Waldeck por sus dibujos.

El premio de oro no se da porque, según la Société de Géographie de Paris, ninguno de los concursantes cumple con todos los requisitos del premio. Se vuelve a anunciar la medalla de oro en 1836, y Juan Galindo es el único que envía más documentos para seguir compitiendo por el galardón. Esta vez, Galindo remite su corpus entero de investigación que incluye informes, cartas, mapas, análisis lingüísticos y etnográficos, y descripciones geográficas, topográficas y culturales de todos los estados de la Federación Centroamericana. También adjunta la trascripción de un reporte sobre las ruinas de Utatlán fechada en 1834, junto con dos vistas de las estructuras principales de las ruinas, realizadas por el artista guatemalteco Julián Falla. No cabe duda que este documento que envía a la Société de Géographie de Paris en 1836, es una copia del informe oficial de la expedición científica del Estado de Guatemala a las ruinas de Utatlán, hecha por Miguel Riva Maestre y Julián Falla en 1834. Esto confirma no solamente que el informe de 1834 sobre Utatlán no está perdido, sino también que Galindo tuvo contacto directo con Miguel Riva Maestre y Julián Falla, y que leyó y copió su informe.

Desafortunadamente hay un problema con el envío y transporte de las obras de Galindo a París y llegan después de la fecha límite de entrega para el segundo premio. Sin embargo, la Société de Géographie le otorga a Galindo un segundo premio de plata en 1839 por su segundo envío de documentos y dibujos sobre la región Maya y la Federación Centroamericana. Lastimosamente, el premio es anunciado póstumamente ya que Galindo muere en Honduras ese mismo año, poco antes de la entrega de su segunda medalla de plata. Por lo tanto, Galindo fallece sin saber que su corpus total de  investigación sobre la cultura e historia Maya y la Federación Centroamericana, fue premiado con una segunda medalla de plata.

CONCLUSIONES

Hay cinco temas claves que emergen en la obra de Francisco Corroy, Jean Frédéric de Waldeck y Juan Galindo en la década de 1830. Existe una preocupación central con teorías del origen de los habitantes de las ruinas y el fechamiento de las mismas. También hay un interés profundo en el desciframiento del idioma de los jeroglíficos, que para 1834 ya se comprendían como sistema fonético. Sus escritos también contemplan la relación entre los antiguos habitantes y los indígenas contemporáneos. Y, finalmente, los exploradores de dicha década, discuten y analizan la correspondencia, y conexión entre las diferentes ruinas ubicadas desde Yucatán hasta Guatemala.

Estos investigadores también juzgaban el trabajo de sus colegas según criterios específicos. Por ejemplo, para Waldeck los elementos más importantes eran la duración de tiempo pasado en las ruinas, junto con la calidad y precisión de las ilustraciones y mapas de la región. Waldeck pasó dos años enteros en las ruinas de Palenque, viviendo en el sitio mismo, para realizar su investigación allí. También sentía gran orgullo por sus estudios detallados de las medidas y la escala de las esculturas y bajo relieves que adornaban las ruinas. Estos elementos se podrían traducir a la valoración dentro de la arqueología moderna del trabajo de campo y de la importancia de crear representaciones exactas, ya sean dibujadas o generadas por la tecnología. Galindo, por otra parte, valoraba el número de sitios visitados, ya que él exploro todo lo que pudo, tanto ruinas antiguas como zonas geográficas y rutas comerciales dentro de las fronteras de la Federación Centroamericana. Esto hoy en día se puede comparar con la importancia que los arqueólogos dan al marco geográfico e histórico de su investigación. Es decir, se mide el valor del trabajo arqueológico contemporáneo, en gran parte, por el conjunto de sitios en donde se ha trabajado. E, idealmente, se debe conocer toda la zona Maya, tal como quería hacerlo Galindo. Finalmente, Corroy afirmaba la autoridad de su propio trabajo a través de la cantidad de tiempo pasado en el país de las ruinas, ya que él fue residente de Tabasco por más de 20 años. Esto, según Corroy, le permitía una aproximación más íntima al análisis y un entendimiento histórico más profundo de las ruinas. Podría traducirse hoy en día como el elemento nacionalista que comúnmente acompaña los discursos arqueológicos.

En conclusión, se puede afirmar que John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood efectuaron una contribución extraordinaria a los estudios Mayas del siglo XIX. Sus obras representan una mezcla de entretenimiento, marcado por un libro de aventura y viaje, con una documentación científica y precisa. Esta narrativa literaria se compagina con ilustraciones exactas y detalladas. Sin embargo, este trabajo aquí se subraya en el hecho de que son las investigaciones hechas por los investigadores anteriores a Stephens y Catherwood –sobre todo Francisco Corroy, Jean Frédéric de Waldeck y Juan Galindo– las que verdaderamente abren paso a la investigación arqueológica profesional de la segunda mitad del siglo XIX. Con ellos se inicia la trayectoria que conduce a la obra fotográfica y textual de Désiré Charnay en la década de 1860, culminando con las obras majestuosas y sumamente científicas de Alfred Percival Maudslay en las décadas de 1870 y 1890. Pero queda claro que los primeros pasos fundamentales de la arqueología Maya empiezan en la década de 1830 con la obra de Francisco Corroy, Jean Frédéric de Waldeck y sobre todo de Juan Galindo, quien ejemplifica la contribución fundamental de Guatemala y la Federación Centroamericana a los tempranos estudios Mayas.

AGRADECIMIENTOS

Se agradece a Yann Desailly-Chanson y a Laura Caso Barrera, por su ayuda con la investigación en la Bibliothéque National de France en Paris.

REFERENCIAS

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1963        Incidents in Travel in Yucatan. 2 Vols. Dover, New York.

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MANUSCRITOS EN ARCHIVOS

American Antiquarian Society, Archivos en Worcester, Massachusetts

The Newberry Library, Archivos de la colección Ayer. Chicago

New York Academy of Science, Archivos privados de la sociedad, Nueva York

Société de Géographie de Paris, Archivos en la Bibliothéque National de France en Paris

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