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29 Eliminando a los reyes sagrados y restableciendo a los dioses: Algunas consideraciones generales de la segunda temporada de campo en El Perú-Waka’, Petén – David Freidel y Héctor L. Escobedo – Simposio 18, Año 2004

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Freidel, David y Héctor L. Escobedo

2005        Eliminando a los reyes sagrados y restableciendo a los dioses: Algunas consideraciones generales de la segunda temporada de campo en El Perú-Waka’, Petén. En XVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2004 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía), pp.333-338. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

29

ELIMINANDO A LOS REYES SAGRADOS Y

RESTABLECIENDO A LOS DIOSES: ALGUNAS CONSIDERACIONES GENERALES DE LA SEGUNDA TEMPORADA DE CAMPO EN EL PERÚ-WAKA’, PETÉN

David Freidel

Héctor L. Escobedo

Palabras clave:

Arqueología Maya, Guatemala, Petén, El Perú-Waka´, excavaciones, monumentos, gobernantes, lecturas epigráficas, Clásico Temprano, Clásico Tardío, Clásico Terminal

El Perú, llamado Waka’ en la antigüedad, fue dado a conocer como un importante centro Maya Clásico gracias al registro de sus monumentos tallados, llevado a cabo por Ian Graham y sus colegas (Graham 1971:61; 1988). Durante las primeras visitas al sitio en preparación del actual Proyecto Arqueológico El Perú-Waka’, impresionó la evidente condición perturbada y fragmentada de dichos monumentos (Freidel y Escobedo 2002:10-11). Parte de esta destrucción era claramente reciente, ocasionada por saqueadores que cortaron las superficies talladas para transportarlas y realizar su venta ilegal. Pero después de dos temporadas de esfuerzos por armar los fragmentos de los monumentos en las plazas, así como excavar en la vecindad de algunas estelas, es ahora claro que los saqueadores modernos encontraron los monumentos quebrados y en muchos casos tan dispersos, que faltaban grandes piezas que pesaban toneladas.

Nuestras investigaciones en proceso muestran que parte de esta destrucción ocurrió en el Clásico Tardío o en el Clásico Terminal. Por tanto, las imágenes históricas de reyes y reinas no solo fueron víctimas de las causas naturales de fragmentación y deterioro, sino también fueron “matadas” simbólicamente. Nuestras investigaciones indican, además, que algunos de los fragmentos de los monumentos fueron re-colocados con altares o plataformas bajas construidas alrededor de ellos. Dichos altares, utilizados para rituales alrededor de esculturas quebradas y erosionadas, recuerdan el culto posterior a la Conquista de esta clase de monumentos como asientos de las deidades, y parecen haber sido construidos por personas que no dejaron huellas históricas de su identidad. Sus escasos y fragmentarios trabajos artísticos sugieren que ellos vivieron durante el Clásico Terminal, después de la desaparición de la corte real en Waka’.

El final del periodo Clásico en las Tierras Bajas Centrales está marcado generalmente por el fin de la realeza divina. Pese a la insistencia de que la civilización Maya no colapsó al final del periodo Clásico, Demarest, Rice y Rice (2004:572), concluyeron recientemente en que “lo que desapareció fue el sistema político de la época del Preclásico Tardío al Clásico Tardío, basado en la realeza divina y el extravagante sistema simbólico que ésta generaba». El rompimiento y dispersión de las estelas de Waka’ atestigua el violento y decisivo esfuerzo de algunas personas por enfatizar el fin de ese sistema político. Las operaciones llevadas a cabo en el 2004 refuerzan nuestras observaciones preliminares de la primera temporada en el 2003, que los últimos siglos de ocupación dejaron un registro rico y complejo de tales eventos. Pero antes de continuar explorando el final de Waka’, se desea presentar un resumen de otro tipo de información que se ha recolectado.

De acuerdo con la evidencia de las dos temporadas de campo realizadas en el sitio, se puede afirmar que Waka’ se estableció al final del Preclásico Tardío como un centro ceremonial grande y que la zona del asentamiento continuó siendo ocupada hasta el Clásico Terminal. Michelle Rich descubrió una ofrenda dedicatoria de vasijas del Preclásico Terminal, sellada dentro del relleno constructivo en una cima de la plaza de la Acrópolis del Templo (véase Rich, este volumen). Esta ofrenda determina con certeza que la transformación de este cerro natural en una pirámide aconteció durante esta época. La Acrópolis del Templo transformó la parte más alta de Waka’ en una serie de tres pirámides masivas, con claridad el foco ritual de la comunidad.

Excavaciones a cargo de Fabiola Quiroa y Griselda Pérez en el asentamiento satélite de Chakah, también confirmaron la fundación de otros sitios en el área durante el Preclásico Tardío (véase Quiroa y Pérez, este volumen). La localización de Chakah hacia el sur de Waka’, sobre una elevada ruta lógica hacia el río San Pedro Mártir, sugiere que este sitio sirvió como una estación entre Waka’ y otras importantes capitales en Petén desde tiempos muy tempranos. El descubrimiento en Chakah de una vasija del Clásico Tardío con inscripciones que, de acuerdo con Stanley Guenter (comunicación personal, 2004), registran el nombre de un rey de El Zotz, refuerza esta posibilidad. El Zotz está situado al este de Waka’, sobre una posible ruta que vinculaba al río San Pedro Mártir con Tikal.

Las investigaciones más recientes sobre la epigrafía e iconografía de las estelas, hechas por Guenter y Freidel durante la temporada del 2004, enfatizan los lazos importantes entre los gobernantes de Waka’ y los centros distantes de poder, incluyendo a Teotihuacan y Tikal durante el periodo Clásico Temprano, así como Calakmul en el Clásico Tardío. David Stuart (2000), observó que la Estela 15, un monumento totalmente jeroglífico, celebra la llegada a Waka’ del guerrero teotihuacano llamado Siyaj K’ahk’, en enero del 378 DC, apenas algunos días antes de que conquistase Tikal, derrocando al rey local. Un estudio posterior de la Estela 15 confirma que ese monumento registra eventos que envuelven al rey local, K’inich B’ahlam, con alguna ceremonia en el lugar llamado Wi-Te’, tal vez un Wi-Te’-Na. De acuerdo con Karl Taube y David Stuart (comunicación personal, 2004), esta clase de edificio, asociado con los reyes Mayas afiliados a Teotihuacan, puede haber sido un adoratorio del fuego. La Estela 15 tiene una serie de textos laterales breves que mencionan a los reyes anteriores a K’inich B’ahlam, así como a su sucesor, el patrono del monumento. Estos textos enmarcan el evento clave del arribo de Siyaj K’ahk’ y enfatizan su importancia histórica con respecto a los gobernantes subsecuentes.

La Estela 16, un monumento localizado en la misma plaza de la Estela 15, representa a un hombre con atuendo Teotihuacano. Freidel observó que este individuo porta un bulto en su brazo izquierdo, similar al bulto de fuego Teotihuacano. En su mano derecha sostiene un cetro con la cabeza de un búho, tal vez un símbolo de Búho Lanza dardos, el soberano de Siyaj K’ahk’. Guenter (comunicación personal, 2004), planteó posteriormente que la Estela 16 es quizá un retrato póstumo de Siyaj K’ahk’, dedicado por un sucesor de K’inich B’ahlam más de 70 años después del arribo del Teotihuacano a Waka’. Los últimos gobernantes de Waka’ estaban muy conscientes de la posición que ocupaban en la historia Maya, un lugar logrado gracias a K’inich B’ahlam, quien desempeñó un papel similar al de Yax K’uk’ Mo’ en Copan.

La exposición arqueológica de la ocupación del Clásico Temprano en Waka’ es aún limitada, pese al trabajo de Juan Carlos Meléndez, quien ha revelado una estructura alargada de mampostería de esa época, enterrada debajo de uno de los edificios del Juego de Pelota del Clásico Tardío (véase Lee, Piehl y Meléndez, este volumen).

El reconocimiento de otro sitio satélite al norte de Waka’, por Marco Tulio Alvarado y Edwin Romero, reveló cerámica Chinautla Policromo que muestra que el área general seguía siendo ocupada cerca del arribo de los españoles. La presencia de sitios satélites sobre los límites norte y sur de Waka’, concuerda con el resultado del reconocimiento informal de Roan Balas McNab alrededor de La Corona, a aproximadamente 20 km hacia el norte. Balas McNab (comunicación personal, 2004), reportó varios sitios con arquitectura monumental situados sobre los bordes adyacentes a lagunas en esa área y a aproximadamente 8 km al sur de Waka’. Puede ser que las íntimas conexiones políticas entre Calakmul, Sak Nikte’ y Waka’, implícitas en la información epigráfica de los siglos VII y VIII, reflejen la existencia de una importante ruta terrestre que ligaba a Calakmul con la parte oeste del centro de Petén. En el siglo VII, un tocayo del rey K’inich B’ahlam agarró el cetro del K’awiil de Waka’ estando en Calakmul, bajo los auspicios de Yuknoom Ch’een “el Grande”. Este segundo K’inich B’ahlam y su esposa la señora K’ab’il, una kaloomte’ y princesa de Calakmul, dedicaron al menos cuatro estelas juntos, más que cualquier otra pareja real en Waka’, y evidentemente gobernaron durante la segunda época dorada en el sitio. Su sucesor, el rey B’ahlam Tzam, cayó ante Yik’in Chan K’awiil de Tikal en el 743 DC. Una de las dos estelas conocidas de este rey estaba tan fragmentada y dispersa en la antigüedad que Ian Graham clasificó sus fragmentos como dos monumentos distintos, las Estelas 29 y 31.

Publicaciones recientes resumidas en el nuevo libro editado por Demarest, Rice y Rice (2004), atestiguan la naturaleza variada y compleja de la época del “colapso” en las Tierras Bajas Centrales. En el final del siglo VIII, Waka’ atestiguó de manera evidente la continuación de la corte y la dinastía real, al menos medio siglo después de la derrota de B’ahlam Tzam ante Tikal.

El registro epigráfico de este periodo es esporádico y problemático. Al menos hay un rey cuyo nombre aún se desconoce, que gobernó luego de la derrota en el 743 DC, después de un periodo de posible dominio de Tikal sobre Waka’, él intentó restablecer las relaciones diplomáticas con Calakmul casándose con una mujer llamada Pakal, quien usaba el glifo emblema de «murciélago» que identificaba a los últimos gobernantes de Calakmul. Esta información está registrada en la Estela 32, que se erguía de manera prominente al lado de las Estelas 33 y 34, monumentos del reinado de K’inich B’ahlam, quien en el siglo VII fue aliado y vasallo del rey Yuknoom Ch’een “el Grande” de Calakmul. Un fragmento de texto en uno de los lados de la Estela 32 menciona a K’inich B’ahlam. De esta forma, el último rey retratado en la Estela 32 intenta reparar la historia de Waka’ después de la derrota de Tikal, al referirse de manera retrospectiva a los reyes que dieron más prestigio a la dinastía local.

Guenter (comunicación personal, 2004), cree que la mejor interpretación del difícil contenido de los textos sugiere que un último gobernante histórico, Aj Yax Chow Pat, fue entronizado en Waka’ en el 801 DC, como lo muestra la Estela 38, su altar, y la Estela 39, monumentos localizados en la Plaza Noroeste adyacente al palacio principal del sitio. Aunque el altar de la Estela 38 fue ciertamente dedicado por Aj Yax Chow Pat, porque él reinaba en el 801 DC, el monumento no lo menciona a él sino a K’inich B’ahlam, quien está en el «corazón de la tortuga.» Freidel, Schele y Parker (1999), sugieren que esta es una referencia al caparazón de la tortuga, de donde emerge el dios del maíz en el mito Maya de la resurrección. Si este es el caso, entonces, el altar está vinculando al nombre real más famoso de la dinastía de Waka’, con el concepto de la resurrección.

De nuevo, rejuvenecer el prestigio de la casa real parece haber sido un objetivo importante para los últimos miembros de la dinastía de Waka’, y la reconstrucción del área de la plaza frente al palacio principal puede haber sido un medio importante para ese fin. Las excavaciones de Juan Carlos Meléndez en el Juego de Pelota adyacente a la plaza, Estructuras L13-30 y L13-32, han determinado que este complejo fue construido en el Clásico Tardío y que siguió en uso en el Clásico Terminal, al menos a juzgar por la cerámica superficial que data de dicha época.

A la par del Juego de Pelota está la Estructura L11-33. La cerámica de este edificio sugiere que fue construido durante la transición entre el Clásico Tardío y el Terminal, o a principios del Clásico Terminal. Las excavaciones en L11-33, supervisadas por Jennifer Piehl y Stanley Guenter, revelaron una escalinata amplia muy deteriorada, que alguna vez incorporó una serie de bloques de gradas talladas en bajo-relieve (véase Lee, Piehl y Meléndez, este volumen). Algunos de estos bloques tienen jeroglíficos y otros más muestran imágenes o partes de ellas. Desafortunadamente, varios de dichos bloques fueron robados del sitio después de ser registrados por Ian Graham en la década de 1970. Sin embargo, el corpus completo sugiere que se trata de piezas reutilizadas de una escalinata jeroglífica anterior, que quizá fueron incorporadas dentro de la Estructura L11-33 por el prestigio asociado con el nombre real de K’inich B’ahlam, encontrado en alguna de ellas. Esto parece concordar con la presencia del nombre de K’inich B’ahlam en el cercano altar de la Estela 38. En la antigüedad, casi todos estos bloques fueron esparcidos en la plaza adyacente al edificio y la escalinata fue bastante destruida. Luego, el edificio fue dañado aún más por saqueadores modernos. Sin embargo, un bloque tallado aún in situ, muestra que los bloques esculpidos reutilizados alternaron con bloques lisos, por lo que evidentemente sirvieron como decoración, en vez de constituir un texto jeroglífico coherente, o una composición iconográfica de tipo mosaico.

La dinastía de Waka’ evidentemente gobernó en esta capital hasta una época posterior al 801 DC, por lo que hasta el final, los gobernantes relataban la historia local haciendo referencia a sus antecesores más poderosos y a las relaciones políticas con los soberanos supremos del mundo Maya. Es en este contexto cuando se hace necesario retornar al perplejo registro arqueológico del fin de esa historia. Es casi seguro que algunos monumentos, como las Estelas 24, 32, 33, 34, 38 y 39, fueron sistemáticamente destruidos por los saqueadores modernos. Cuando menos algunas de dichas estelas, como las 32, 33 y 34, estaban relativamente intactas en el momento que los saqueadores las encontraron en la década de 1960, aunque caídas en grandes pedazos.

En este año, Olivia Farr supervisó la excavación de la Estela 6 (véase Farr y Martínez, este volumen), que también data del Clásico Tardío, y aunque este monumento ha sufrido erosión severa, cayó al suelo hacia el frente y la izquierda en grandes piezas. Pero varias otras estelas fueron quebradas y dispersas en la antigüedad. Como evidencia de esto, directamente debajo de la Estela 6, Farr descubrió grandes fragmentos de otros monumentos. Fue claro que alguien había colocado esos fragmentos allí y no se ha encontrado evidencia de que hayan estado enterrados dentro del piso de la plaza. Si bien de manera circunstancial, esto indica que dichos fragmentos fueron colocados allí y que más tarde la Estela 6 fue tirada sobre ellos.

La Estela 6 retrata a una persona que viste un huipil y sostiene una serpiente como barra ceremonial. Un nombre femenino muy erosionado aparece en el texto jeroglífico en uno de los lados de la estela, lo cual apoya la identificación del individuo como una mujer. La única reina documentada que tiene sus propios monumentos es la Señora K’ab’il, princesa de Calakmul y esposa del rey K’inich B’ahlam en el siglo VII. El estilo de la Estela 6 es propio de esa época. La mujer de la Estela 6 mira hacia el norte, en dirección a la Estela 7, que podría haber estado erguida sobre la línea central de la gran escalinata de la Acrópolis Sureste. Por tanto, es posible que las Estelas 6 y 7 constituyan un tercer par de monumentos dedicados por esta pareja real. Se intentará examinar esta hipótesis en la temporada del 2005 por medio de la excavación de la Estela 7, que está caída y parcialmente enterrada. Si se encuentra un texto que mencione a un señor, entonces se podrá comprobar que la Estela 7 retrataba a un rey. Como sea, se buscará evidencia de otros fragmentos de monumento quebrados abajo de la Estela 7, para determinar si el depósito de la Estela 6 fue parte de una pauta mayor de destrucción ritual.

Bastante cerca, Farr ha documentado que la Estela 10, un monumento muy erosionado del Clásico Temprano, fue recolocado junto al muro de la Acrópolis Sureste y luego se construyó una burda plataforma de bloques y tierra a su alrededor (véase Farr y Martínez, este volumen). Es difícil determinar exactamente cuándo se construyó esta plataforma, pero pudo ocurrir en el siglo IX después de la caída de la dinastía, ya que en el siglo VIII, la Acrópolis Sureste aún era un edificio mayor público recubierto de mampostería fina. La Estela 10 retrata a un individuo portando un casco de tipo mosaico y un escudo cuadrado, elementos típicos de la regalía Teotihuacana. Por carecer de textos, solamente se puede decir que la colocación de este monumento parece ser una expresión burda del mismo esfuerzo por referirse a los tiempos gloriosos, como se observa en las anteriores referencias repetidas a K’inich B’ahlam. Esta hipótesis está fortalecida por el descubrimiento de Guenter y Rich (2004:107-108), de que la base de la Estela 15 quebrada había sido recolocada en tiempos del Clásico Terminal con una plataforma alrededor de ella. Como se ha mencionado, este monumento relata la historia de K’inich B’ahlam y Siyaj K’ahk’.

Junto a la Estela 10, Farr ha documentado una situación muy diferente (véase Farr y Martínez, este volumen). Los fragmentos de la base de la Estela 9, otro monumento del Clásico Temprano, pero con una talla muy bien preservada, descansan caídos junto a un masivo depósito ritual de terminación. Los niveles superiores de este depósito fueron perturbados por los saqueadores, quienes limpiaron alrededor de la Estela 9 para examinar si valía la pena cortarla. Por fortuna, los niveles inferiores del depósito fueron protegidos por el tronco y raíces de un árbol grande, y pudieron ser excavados sistemáticamente. La conducta del ritual de terminación tomará mucho análisis, pero está claro que la colocación de los fragmentos cortados formó parte de la actividad. Dada la violenta destrucción de las numerosas vasijas y el aplastamiento de huesos humanos que forman parte de esta conducta, se ha planteado la hipótesis de que la Estela 9 fue quebrada y dispersa como parte del ritual de terminación. En nuestras investigaciones no hay indicios de que la gente regresó a reparar o reutilizar la Acrópolis del Sureste después del evento de terminación.

Para resumir la evidencia recuperada hasta el momento, algunas estelas de Waka’ fueron tiradas y quebradas en pedazos, poco después de la desaparición de la corte real en el siglo IX. Es impresionante el esfuerzo invertido en el rompimiento y dispersión de las estelas, algunas de las cuales alcanzaron más de 4 m de alto. De manera subsiguiente, algunas de estas estelas fueron recolocadas y veneradas por gente que construyó modestas plataformas-altar alrededor de ellas. Luego ocurrió otra ola de violencia enfocada esta vez en algunos importantes edificios públicos, especialmente en la Acrópolis del Sureste, y otras estelas más fueron quebradas y dispersas. Ahora apenas se ha empezado a vislumbrar el panorama de esta serie de eventos.

Un pequeño depósito ritual de terminación descubierto por Piehl y Guenter junto al edificio con los bloques de la escalinata jeroglífica (véase Lee, Piehl y Meléndez, este volumen), sugiere que este monumento dedicado a K’inich B’ahlam en el Clásico Terminal fue destruido en uno de estos episodios. Desde la temporada de 2003, Héctor Escobedo y Mary Jane Acuña han supervisado sucesivamente las excavaciones en la Estructura N12-35, un templo aparentemente dedicado para conmemorar los eventos más importantes en la vida de K’inich B’ahlam II y su esposa la señora K’ab’il de Calakmul (Escobedo y Acuña 2004). En la temporada de 2004, Acuña encontró evidencia de depósitos menores de terminación sobre el eje de la deteriorada escalinata principal de N12-35. Dichos depósitos se localizaron en el lado norte del edificio, cerca de las famosas Estelas 33 y 34, que los saqueadores evidentemente encontraron quebradas pero intactas.

En otros lugares del centro, como en el caso del conjunto residencial en la Plaza 3, que ha sido excavado por Ana Lucía Arroyave, Horacio Martínez y Varinia Matute desde el 2003, los pobladores siguieron viviendo durante el Clásico Terminal en extensas unidades residenciales, como las Estructuras L13-17 y L13-19 (Arroyave y Martínez 2004). Cuando los habitantes abandonaron dichas unidades residenciales para trasladarse a otro conjunto cercano, aparentemente esparcieron su basura en el grupo abandonado. Hay poca evidencia de más actividades rituales de terminación en otros edificios públicos. Además, las investigaciones de Rich en la Acrópolis del Templo y en la Estructura N14-12 muestran el remozamiento y uso de este templo en el Clásico Terminal, así como poca evidencia de destrucción ocasionada por algún ritual de terminación al final del Clásico Tardío (véase Rich, este volumen). Finalmente, en el 2003, las investigaciones de David Lee en la Estructura L11-38, llamada «El Palacio», revelaron una modesta remodelación que data del Clásico Terminal, no así evidencia de destrucción violenta al final del periodo Clásico (véase Lee, Piehl y Meléndez, este volumen).

Entonces, todavía es muy obscura la transición de la época de la corte real a cualquier otro sistema que pudo reemplazarla en la autoridad de Waka’ durante el Clásico Terminal. Sin embargo, hay algunas pautas y tendencias interesantes que emergen a medida de que la investigación progresa. El enfoque central en los héroes históricos de la dinastía, particularmente en los reyes llamados K’inich B’ahlam, continua hasta el amargo final de la historia del sitio. En el epílogo, ocurren algunos esfuerzos violentos y substanciales por destruir los monumentos claves de esa historia, seguidos de intentos por reparar su execración al recolocar los fragmentos de las estelas, y al final por una renovada violencia contra los monumentos y adoratorios principales. ¿Quiénes fueron los responsables de dichos esfuerzos? Aunque alguna vez se ha planteado que guerreros de Tikal pudieron llegar al sitio para destruir los monumentos luego del 743 DC, este no parece haber sido el caso (Freidel y Escobedo 2003). Ahora se considera casi imposible que alguien de afuera del antiguo reino de Waka’ se hubiese tomado la molestia de destruir tales monumentos dinásticos, pues incluso en otras capitales Clásicas en el occidente de Petén, que fueron atacadas por enemigos externos al final de su historia, las estelas no parecen haber sufrido tal destrucción colectiva. Quizá apenas se está empezando a vislumbrar las luchas internas entre facciones locales de quienes atestiguaron la caída del poder real. Algunos de ellos intentaban obliterar la memoria de los reyes divinos para siempre, mientras que otros querían seguir reverenciándola, pese a que varias generaciones habían abandonado la devoción a la realeza, así como a sus lugares sagrados. En cualquier caso, los habitantes de Waka’ dejaron un registro del periodo Post-Histórico y pese a que aún hay muchos asuntos por definir, parece claro que abandonar su historia fue para ellos un proceso tanto doloroso como controversial.

REFERENCIAS

Arroyave, Ana Lucía y Horacio Martínez

2004        WK-05: Excavaciones en las Estructuras L13-17 y L13-19. En Proyecto Arqueológico El Perú- Waka’: Informe No.1, Temporada 2003 (editado por H.L. Escobedo y D. Freidel), pp.119-144. Universidad Metodista del Sur, Dallas.

Demarest, Arthur A., Prudence M. Rice y Don S. Rice (ed)

2004        The Terminal Classic in the Maya Lowlands: Collapse, Transition, and Transformation. University Press of Colorado, Boulder.

Escobedo, Héctor L. y Mary Jane Acuña

2004        WK-02: Excavaciones en la Estructura M12-35. En Proyecto Arqueológico El Perú- Waka’: Informe No.1, Temporada 2003 (editado por H.L. Escobedo y D. Freidel), pp.43-80. Universidad Metodista del Sur, Dallas.

Freidel, David y Héctor L. Escobedo

2002        Propuesta de Investigación: Proyecto Arqueológico El Perú (Waka’), Petén, Guatemala. Documento entregado a la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural, Guatemala. Universidad Metodista del Sur, Dallas.

2003        Un diseño de investigación para El Perú-Waka’: Una capital Maya Clásica en el occidente de Petén. En XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H.L. Escobedo y H. Mejía), pp 389-407. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

Freidel, David, Linda Schele y Joy Parker

1999        El cosmos Maya, tres mil años por la senda de los chamanes. Fondo de Cultura Económica, México.

Graham, Ian

1971        The Art of Maya Hieroglyphic Writing. The Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University, Cambridge.

1988        Homeless Hieroglyphs. Antiquity  62 (234):122-126.

Guenter, Stanley Paul y Michelle Rich

2004        WK-04: Excavaciones en la Estructura L13-22. En Proyecto Arqueológico El Perú- Waka’: Informe No.1, Temporada 2003 (editado por H.L. Escobedo y D. Freidel), pp.93-118. Universidad Metodista del Sur, Dallas.

Stuart, David

2000        The Arrival of Strangers. En Mesoamerica’s Classic Heritage: From Teotihuacan to the Aztecs (editado por D. Carrasco, L. Jones y J.S. Sessions), pp.465-513. University of Colorado Press, Boulder.

 

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