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19 Características propias de las piezas de cerámica provenientes de los diferentes depósitos subacuáticos del lago de Amatitlán – Guillermo Mata Amado – Simposio 17, Año 2003

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Mata Amado, Guillermo

2004        Características propias de las piezas de cerámica provenientes de los diferentes depósitos subacuáticos del lago de Amatitlán. En XVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2003 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.173-187. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

19

CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE LAS PIEZAS DE CERÁMICA PROVENIENTES DE LOS DIFERENTES DEPÓSITOS SUBACUÁTICOS DEL LAGO DE AMATITLÁN

Guillermo Mata Amado

Todas las piezas de cerámica recobradas del fondo del lago de Amatitlán comparten la característica de haber adquirido una coloración café oscuro, llegando casi a negro. Cuando tuvieron pinturas es aún posible distinguirlas en algunos casos. Las tonalidades del color oscuro dependen del lugar de recuperación. Además la cerámica está muy endurecida. Las más obscuras y de mayor dureza fueron las recuperadas donde existen salidas de agua muy caliente, así como en el lodo en que se encontraban enterradas, también bajo altas temperaturas. Esto hace suponer que la cerámica se endureció más por una cocción secundaria prolongada durante los siglos en que se mantuvieron dichas condiciones. Además, las sales minerales que se encuentran en el lago les dieron el tono más oscuro. Esto ocurre con mayor frecuencia en las piezas recobradas de los sitios de Contreras y Mexicanos.

Las que presentan menor coloración obscura y que en ocasiones se distinguen por el color café no quemado de la cerámica, son las provenientes de Zarzal I y II. En este lugar, cuando el lago se ha encontrado en sus niveles más bajos, las piezas se encontraban entre la arena o piedras que estaban expuestas por el bajo nivel del lago. Para poder dejar claros algunos conceptos se utilizarán muchas referencias para que así el interesado pueda sacar sus conclusiones.

En el mapa del Lago de Amatitlán se señalan los depósitos subacuáticos y sitios arqueológicos cercanos al mismo, cuyas exploraciones ya han sido publicadas varias veces por el autor (Mata 1963, 1964, 1974, 1975, 1997, 2002). En este trabajo definiremos las características propias de Contreras, Mexicanos, Zarzal, San Juan y Mata.

CONTRERAS

El nombre de Contreras se encuentra en el Atlas Geográfico de Guatemala y se define como una estación de bandera del ferrocarril, a 21 millas de la capital, a una altura de 3918 pies sobre nivel del mar, en el municipio de Amatitlán. El primero en reportar un sitio arqueológico en ese lugar fue el arqueólogo Edwin Shook (1952), quien indicó que existían tres montículos. El más grande de ellos estaba parcialmente saqueado. Se pudo recobrar parte de algunos esqueletos, unas pequeñas cuentas de jadeíta y restos de cerámica que fueron fechados para el Preclásico Medio. Se levantó un mapa que existe en los archivos de la Institución Carnegie de Washington. Posteriormente, el arqueólogo Stephan de Borhegyi visitó el sitio y confirmó la cronología (1960), así como realizó un nuevo plano (Figura 1).

Al explorar el fondo del lago frente a lo que se conociera como Yatch Club, hoy en día las instalaciones del Instituto de Recreación de los Trabajadores del IRTRA de Amatitlán, se localizó una extensa área en la cual se encontraban esparcidos especimenes arqueológicos. Este depósito se encuentra frente al sitio arqueológico Contreras, como a 300 m de distancia (Figura 2).

Figura 1

Figura 2

El área en la cual se recuperaron objetos arqueológicos se extiende unos 200 m hacia ambos lados de este punto de referencia, principiando frente a la playa llamada El Salitre, lugar de lavadero de ropa de los pobladores del área, y de la aldea Llano de Ánimas. Se expande hacia el este terminando en el lugar que la línea férrea se acerca más al lago. Este es el depósito subacuático más extenso de todos los investigados, haciéndose la salvedad de que no se encontró alguna concentración de objetos como en los otros lugares. Las piezas se encontraron entre 5 a 20 m de profundidad (Figura 2). La mayoría se encontraron entre un lodo caliente cerca de fumarolas que constantemente vierten agua a altas temperaturas, otras completamente aprisionadas por formaciones de compuestos de sílice. En esta región fue donde se recobró una mayor cantidad de objetos pertenecientes al periodo Preclásico Tardío y Clásico Temprano (Mata 1997). Sólo en esta área se recobraron piezas con las características siguientes:

1.        Figurillas y vasijas con caras, en las cuales la elaboración de los ojos fue de estilo grano de café o “punch hole eye“.

2.        Vasijas con asa vertedera sin puente.

3.        Vasijas tipo Usulután

4.        Hongos de piedra con base rectangular.

5.        Varios cuellos de tinajas con dos asas y decoraciones muy simples.

A continuación describiremos algunos ejemplares.

1.        Vasija pequeña de cerámica bien pulida con una altura de 0.10 m, diámetro de 0.7 m en la base y 0.10 m en el medio, que es la parte más ancha. La parte superior representa un rostro humano negroide cuya boca abierta es la boca de la vasija. Tiene decoración de orejeras y una línea resaltada que va de una oreja a la otra en semi-círculo delineando la frente y siendo la parte más ancha de la vasija. La parte anterior de las orejas tiene insinuado un agujero. Las dos cejas y una línea que contornea la boca están resaltadas. La nariz está bien definida con fosas y alas nasales grandes. En medio de las dos cejas, en la punta de la nariz y a los lados de los carrillos, tiene unas eminencias circulares como aplicaciones. Los ojos tienen pupilas hechas por medio de depresiones del tipo “punch hole eye” o de grano de café.

2.        Figura humana de cerámica bien pulida que mide 0.10 m de altura, 0.08 m en su parte más ancha, que corresponde a la región de los hombros, y 0.04 m de grosor. Aparentemente representa una figura de mujer desnuda, pues tiene pechos descubiertos y pequeños, aunque su sexo no está bien definido. No tiene cuello y la cabeza descansa sobre el cuerpo directamente. La cara tiene rasgos negroides, con orejeras y la parte inferior perforada. La nariz es ancha con fosas nasales amplias. La boca aparece ligeramente abierta y los ojos tienen forma de grano de café. Hay una ligera línea de cabello crespo, o lo que puede ser un tocado. Los brazos a los lados, separados del cuerpo, y manos en la cintura, a la altura de un ombligo bien definido. Por la parte de atrás se aprecia un peinado especial de pelo crespo o tocado. A la altura de la unión de la cabeza con el tronco hay un agujero en el centro que tiene 0.02 m de diámetro, que demuestran que la pieza es hueca. La espalda es ligeramente cóncava y le faltan las piernas.

MEXICANOS

Fue descrito inicialmente por Shook (1952) como un asentamiento pequeño, posteriormente al ampliarse su reconocimiento se determinó que era un sitio mucho más extenso (Mata y Rubio 1987). En este depósito subacuático que se encuentra frente a las playas del sitio arqueológico del mismo nombre, las piezas que se encontraron estaban muy concentradas en un área de recuperación como de 300 m, a diferentes profundidades.

Por alguna razón y haciendo honor a su nombre, es el único en donde se recuperaron piezas con rasgos o estilos de culturas mexicanas, especialmente de Teotihuacan (Mata 1997). La identificación de las piezas recobradas de este sitio es la siguiente:

1.        Incensarios bicónicos también conocidos como en forma de reloj de arena. Todas las vasijas recobradas de esta forma provienen únicamente de Mexicanos. Tienen diámetros, alturas y decoraciones de diferentes formas. Todas tienen reborde en la parte superior (iguales a las teotihuacanas que pueden verse en las páginas 217 y 218, Figuras  68, 69 y 70, de Berrin y Pasztory 1993). Pueden tener dos aletas verticales una por lado, y en la parte inferior de la aleta un adorno como de orejera consistente en un círculo con otro más pequeño lleno en el centro (véase la portada de Berrin y Pasztory 1993; Munera y Sugiyama 1985, Figura 151 b, c, d, l). Pueden presentar aplicaciones sencillas en forma de un elemento no identificado en su parte exterior. En la parte frontal y más angosta pueden presentar un adorno en forma de corbata de mariposa con un nudo en el centro, o con un adorno conocido como mariposa estilizada que se encuentra frecuentemente en las caras teotihuacanas (véase la portada de Berrin y Pasztory 1993; Munera y Sugiyama 1985: fig.151 b, c, d, l; fig.32a, b, c). De estos tipos se encontraron varias decenas. Otra variedad consiste en las vasijas que son de poca altura, las cuales además del reborde superior tienen un reborde inferior. Casi siempre tienen decoración con diseño de mariposa estilizada en la parte angosta de la vasija, en su parte anterior, que en algunas ocasiones están rodeadas de una decoración con aplicaciones de pequeñas esferas.

2.        Para cubrir estas vasijas se recuperaron varias decenas de tapaderas cónicas truncadas como campanas con decoraciones que van desde muy simples a muy elaboradas. Al igual que las vasijas descritas anteriormente, sólo se han recobrado en este sitio. Varían en su diámetro y altura, con innumerables estilos y formas de decoración, no habiéndose encontrado dos iguales.

Trataremos de agrupar como ejemplos algunos tipos frecuentes:

A.        Las más sencillas consisten en que en la parte cónica truncada no tienen ninguna decoración o son muy simples como pequeñas hojas adheridas en su exterior. Sobre la parte superior hay un agujero donde principia la chimenea o tiro cilíndrico que termina en su parte superior con un orificio amplio, del mismo diámetro con el cual principia en la tapadera. En la terminación superior de la chimenea tienen un reborde hacia afuera rodeado con decoraciones de pequeñas aplicaciones redondas en todo su contorno.

B.        La campana puede estar decorada con aplicaciones muy diversas, como objetos fitomorfos por ejemplo (parecidos a los descritos por Munera y Sugiyama 1985, Figuras 5, 20, 152, 153, 154, etc). La número 5 tiene un elemento parecido a fruto de cacao que cubre totalmente la tapadera.

C.        La campana está poco decorada en su parte exterior, pero la chimenea o tiro puede presentar un sin número de tipos y formas. Mencionaremos algunas formas:

1.        Más ancha en su base y termina en punta con un agujero o varios para la salida hacia los lados.

2.        Algunas tienen dos aletas una a cada lado, en el centro un adorno de nudo, el agujero de salida cerca de la punta redondo o alargado. En la parte posterior tiene aplicaciones imitando un cactus.

3.        Puede ser que antes de terminar, la punta se divida en dos terminaciones o bien principiar desde la parte de la base con dos chimeneas.

D.        La tapadera cónica es parte de una efigie. Entre ellas podemos mencionar las que presentan a un individuo con cara de anciano, pues en su boca abierta se nota que le faltan algunas piezas dentarias. En el cuello llevan un adorno como banda o listón que termina en el centro con una figura que recuerda una corbata de mariposa, otros tienen una especie de babero. Los brazos hacia los lados, terminando con las manos apoyadas a los lados de la base de la tapadera cilíndrica. En el antebrazo tienen un adorno consistente en una banda como liga. Los he denominado “bocones” y se recobraron ocho entre casi completos y fragmentados.

E.        He llamado a este grupo jaguares y se parece al descrito anteriormente, pues termina en una cabeza de jaguar con la boca abierta donde se distinguen los dientes. En el cuello pueden llevar una banda con corbata igual a la descrita en los “bocones” o una banda que termina en el centro con un adorno del cual cuelgan cinco o seis cordones. Los brazos hacia los lados terminan con las manos descansando sobre los lados de la base, con las palmas hacia fuera y las garras extendidas, en posición rampante (Borhegyi 1966: Figura 7). En este mismo grupo se pueden mencionar figuras antropomorfas y algunas de torsos y cabezas humanas que llevan intrincados tocados, collares y las manos hacia delante, sosteniendo algo similar a una vasija o algo para comer. Otras en la parte anterior de la chimenea tienen una cara de figurilla humana joven sonriente con los brazos hacia los lados y las manos descansando hacia los lados, portando muñequeras. Se podrían mencionar otra gran variedad de estos tipos de decoraciones de tapaderas.

F.        Estas están representadas por tapaderas cónicas decoradas casi completamente con elementos iconográficos parecidos a los teotihuacanos como algunos iguales a los descritos por Munera y Sugiyama (1985, Figuras  143, 150, 152, 153, 154).

G.        Tapaderas cónicas truncadas que en la parte superior tienen un reborde que corona toda parte superior decorada en todo su contorno con esferas circulares pequeñas. Sobre la parte plana pueden presentar variados motivos, los más comunes son figuras de animales no identificados plenamente, sentados con las piernas hacia el frente dobladas y con las manos sosteniendo un fruto dando la apariencia de que están comiendo. Lo importante de todas estas tapaderas como de otras piezas recobradas del fondo del lago de Amatitlán es que no han sido encontrados ni moldes ni fragmentos en los descubrimientos reportados en los sitios arqueológicos. Esto hace suponer que fueron elaboradas especialmente para ser ofrecidas y lanzadas al lago. ¿Pero dónde?

3.        Llaman la atención por lo poco frecuente que son, y los muy escasos reportados en la literatura al respecto. Incensarios cuadrados. Los he llamado incensarios talud-tablero (Mata y Rubio 1993), de los cuales se han podido reconstruir completamente dos y se tienen fragmentos de otros. Están compuestos por dos piezas. La primera es la base cuya forma es trapezoidal y tiene cuatro soportes. La parte superior de esta base trapezoidal es del mismo tamaño de la tapadera que la cubre. Por lo que sus lados quedan en forma de taludes. Enmarcados por un marco en las partes laterales y superior. La parte anterior está completamente decorados con representaciones de conchas y caracoles (similares a las de Munera y Sugiyama 1985: fig.42, 43, 46), y unas líneas ondulantes horizontal que corta el frente en dos campos. La segunda parte correspondiente a la tapadera es la que cubre la base y es donde se encuentran las chimeneas. Su forma es la de una caja cuadrada rectangular que se ajusta a la base. Abierta en la parte inferior y con una superficie completamente plana en la parte superior. La caja se puede describir indicando que sus cuatro lados son del mismo tamaño, que tienen un marco en la parte superior y lateral. En los tres ejemplares recuperados la parte anterior es la más importante, pues el primero tiene dos decoraciones similares al motivo llamado Ojo de Reptil, la segunda muestra decoración de Tlaloc y la tercera el símbolo Tres Montañas.

Todos esos símbolos son de origen teotihuacano. Sobre la parte plana superior está colocada una figura humana muy decorada, adherida a la parte anterior de la chimenea. Descripción de la figura humana y su rico atuendo: la figura está parada todo su atavío es característico del estilo teotihuacano, principiando por las sandalias muy bien elaboradas. El vestuario consiste en una túnica larga con elementos geométricos en el cuello, la faz es característica del estilo teotihuacano y tiene orejeras consistentes en aros dobles. El tocado es grande y extenso, incluyendo elementos de mariposa. A los lados de la cabeza, desde la parte trasera, se inicia una gran ala que se extiende hacia abajo hasta terminar sobre la parte plana de la tapadera. Todo el borde externo tiene depresiones simétricas y en la parte central del ala hay decoraciones con elementos que representan estrellas. A la vista son piezas excepcionales que no se han reportado en otros lugares (véase Borhegyi 1966, Figuras 3a a-d; 4a-f; 5a-g; 6a-c).

También se recuperaron algunos ejemplares de incensarios formados por dos partes. El primer ejemplo lo constituye lo que se conoce como el Hombre de Amatitlán, que consiste en el cuerpo de una persona parada con los brazos hacia los lados y los antebrazos y manos hacia adelante, con adornos en el cuello. Esta parte termina ligeramente debajo de los hombros. La segunda parte lo constituye la cabeza con un tocado que cuelga hacia atrás y la parte superior de los hombros. Junto con este ejemplar se encontraron sólo las piernas y la base de otro. También se recuperó otro más pequeño con las mismas características, pero con un personaje sedente, así como varios ejemplos de cabezas de jaguar y un fragmento de cuerpo. Estos pocos ejemplares nos dan una idea de la gran variedad y abundantes objetos de alta importancia recobrados en el depósito subacuático de Mexicanos.

CILINDROS AMATITLANECOS

De los miles de fragmentos y piezas arqueológicas que se recobraron del fondo del lago de Amatitlán entre los años de 1956 a 1970, llaman especialmente la atención, por ser casi únicos en su género, grandes cilíndricos de cerámica decorados con características propias que en su parte superior termina en tres picos. Este tipo de piezas se han encontrado únicamente en los depósitos subacuáticos llamados Lavaderos (Borhegyi 1958b, 1958c, 1960), y Mexicanos (Mata 1964, 1996).

Los cilindros en referencia pueden llegar a medir hasta 1.40 m, con un diámetro promedio de 0.20 a 0.40 m. Sus paredes son muy gruesas llegando a tener 0.03 m de espesor, de cerámica color negro o café oscuro, característico de todas las piezas rescatadas del fondo de este lago y con una consistencia muy dura, debido posiblemente a los siglos que han estado sumergidos entre el agua y el lodo caliente. ¿Serán incensarios, como Borhegyi (1950:63) definió a unas piezas con características parecidas? Dicho arqueólogo ha sido el único que ha investigado este tipo de elementos, creando una hipótesis en los numerosos estudios que ha escrito al respecto.

Como resultado de sus investigaciones, Borhegyi propone que los tres picos de dichos cilindros servían como soportes para vasijas que funcionaban como incensarios y que en Kaminaljuyu hay altares monumentales de piedra que también terminan en tres picos (Borhegyi 1950a:78 Figura a). Ya en 1950, él los llamó incensarios soporte de vasijas, publicando además lo que describe como incensarios con picos y un reborde superior del Preclásico provenientes de Kaminaljuyu, sin aportar mayor información (Borhegyi 1950:63 y 67). Sin embargo, anteriormente se publicaron ejemplares parecidos encontrados en Kaminaljuyu (Kidder, Jennings y Shook 1946:201, Figura h). Posteriormente, Borhegyi sostiene su tesis brindando más ejemplos (Borhegyi 1951a:119; figs.a,b,c,d y e; pp.120, figs.a, b, c, d y e; pp.121, figs.a, b, a’, a» b’ y b» y 1951b:122, figs. a, a’ b y b’).

Sharer (1978, Vol. III:195, Figuras 34 y 197; 35a), ilustra dos vasijas que representan ejemplares de lo que él llama vasija de escondite (“cache vessel”). La primera de la variedad Topozoco y la segunda, Zunzal, que representan un cilindro con aletas que terminan en tres picos parecido a los de Amatitlán, que en sus picos sostiene una vasija. Por el contexto asociado con las piezas que se encontraron, se cree que todos estos cilindros corresponden al período clásico, los primeros al clásico temprano y los últimos al Clásico Terminal.

En los ejemplares estudiados no se ha encontrado evidencia o rastros de materiales quemados como carbón o incienso en la parte superior – entre los picos y la aleta horizontal. Tampoco se ha encontrado desgaste en la punta de los picos, lo cual hace suponer que no fueron utilizados como soportes de vasijas-incensarios como se ha pretendido. Por tanto, de momento no es adecuado denominarlos como incensarios.

Como se indicó anteriormente, los cilindros tienen diferentes alturas. Asimismo, tienen la parte inferior abierta mientras que la superior está cerrada. El elemento que tapa el cilindro es parte integral de la pieza. Tiene un reborde que sobresale varios centímetros de diámetro, teniendo un grosor que varía de más grueso en la parte cercana al cilindro y más delgado en la parte externa. Al centro se encuentra un pequeño agujero de aproximadamente 0.03 m de diámetro.

Sobre la parte superior hay tres conos que terminan en punta, a los que llamaremos picos. Los tres picos están siempre colocados en la misma posición con respecto a la cara anterior del cilindro. Se encuentran dos laterales y uno en la parte posterior, tienen la misma altura y grosor, además de estar colocados a distancias iguales. Entre los dos picos anteriores y de menor altura se observa una aleta larga que en su parte superior central tiene una escotadura, en forma de «U». Esta aleta está siempre paralela a la cara anterior del cilindro. Borhegyi (1950) la llamó «en forma de cola de pez». El material y el color de estos elementos son iguales al del cilindro (Figura 3).

En la parte lateral de los cilindros se observan aletas cuadrangulares (de una a tres por lado), las cuales en algunos casos se encuentran decoradas con orejeras o estrellas. Entre las aletas en la cara lateral del cilindro o debajo de ellas cuando hay sólo una, existe un agujero por lado, posiblemente para ayudar a su transporte. La parte posterior es completamente lisa y hasta la fecha no ha encontrado un ejemplar con motivos en esa área.

En la parte anterior presentan diferentes diseños en relieve. El estudio iconográfico de los mismos puede sugerir una agrupación cronológica según su decoración. De acuerdo con nuestros análisis se puede sugerir que los más antiguos son los de decoración simple, casi siempre con un par de cejas en forma de «U» alargada (Figura 4). Éstas recuerdan al elemento iconográfico de los monumentos de Izapa relacionados con la deidad serpiente-lagarto (Norman 1973, 1976). Además presentan una boca prominente, como trompa, sobre la cual se origina una voluta como bigote que desciende a diferentes longitudes, según sea el caso. También pueden presentar algunos dientes anteriores en el maxilar superior. Iconografía relacionada o parecida a la de estos ejemplares se puede encontrar en algunos incensarios reportados en Kaminaljuyu (Kidder, Jennings y Shook 1946). Las aletas laterales de este tipo de cilindros son más grandes, más anchas y bien definidas. En algunos casos las orejeras de la representación de la cara anterior pueden estar en estas aletas.

Los cilindros de épocas posteriores (Figura 5), presentan decoraciones mucho más complejas y variadas. Algunos incluyen una figura zoomorfa grande que puede ser ave, jaguar u otro de animal, de cuyas fauces sale una cara humana con atuendos decorativos de collares de orejeras, así como adornos de nariz muy elaborados. Se observa la presencia de algunos rasgos iconográficos de estilo teotihuacano, como representaciones de Tlaloc y otros tocados característicos de ese estilo, además de decoraciones fitomorfas que representan cacao y otras plantas. También hay otro tipo de decoración como de insectos. En éstos las aletas son más angostas y largas. Esta gama de decoraciones contrasta con el simple estilo de lo que consideramos caracteriza a los periodos más tempranos. La parte inferior presenta el cuerpo con las extremidades de un estilo muy sencillo. Los brazos abiertos a los lados y se observan adornos en las muñecas y brazos, con manos sin definición de dedos. Las piernas están en posición abierta muy similar a los brazos, con adornos en los tobillos y los pies colocados hacia adentro.

En lo que corresponde a la cintura todos tienen un asa en posición vertical que posiblemente pudo servir para facilitar su transporte. Además, algunos tienen diferentes decoraciones a los lados de la figura principal, pero siempre por delante de las aletas laterales que limitan la parte anterior del cilindro. En algunos casos pueden tener decoraciones diferentes en el centro y un poco más abajo de donde terminan los pies.

Figura 3

Figura 4

Un ejemplo de este tipo de cilindros aparece ilustrado en la Figura 5, que constituye uno de los ejemplares recuperados con mayor decoración y más grandes, pues mide 1.35 m de altura y tiene 0.30 m de diámetro. En la parte anterior se representa a un personaje con cara elaborada, boca entre-abierta y ojos abiertos. En la parte inferior de las fosas nasales muestra un bezote consistente en dos esferas, porta además orejeras circulares. El tocado está representado por un nudo doble longitudinal y sobre él tres triángulos, el del centro hacia arriba y los laterales ligeramente hacia los lados. Del cuello sobresale un reborde hacia abajo y adelante, que termina en pequeñas esferas que representan un collar de cuentas. Al centro y debajo del collar se inicia un asa vertical que llega hasta la separación de las piernas, terminando en un diseño más ancho con líneas. Los brazos son muy sencillos hacia los lados y presentan adornos de pequeñas esferas alrededor de las muñecas y arriba del codo. Las manos apenas representadas con insinuación de dedos. Las piernas están colocadas hacia los lados, en la misma posición que los brazos. También tienen decoraciones en los tobillos y en la parte inferior del muslo. Entre la parte inferior de las piernas y el centro se observa una cara con cejas que terminan en volutas. De los pómulos salen otras volutas que descienden hasta más abajo de la boca.

En la nariz se observa un bezote que es igual al del personaje principal. Se insinúa una boca abierta que termina en la parte inferior en forma de “U” abierta, terminando en la parte superior en un triángulo que se origina sobre las cejas. A cada lado del cilindro se repite tres veces la misma representación, pero de manera más sencilla.

A cada lado del cilindro se encuentran dos aletas verticales de forma cuadrangular, dividiendo la parte anterior de la posterior. Frente al borde superior de la aleta inferior se encuentra un agujero a cada lado. La parte superior termina de la misma forma que todos los cilindros amatitlanecos, con sus tres picos y aleta con escotadura en forma de «U» abierta.

Los escasos informes arqueológicos de sitios adyacentes a esta región no han reportado hallazgos similares, como tampoco en algún otro sitio. Esto hace suponer que los mismos fueron elaborados especialmente para ser depositados como ofrendas en el lago. Berlo (1980, 1984) realizó una investigación con base en los datos recopilados por Borhegyi y el autor, confirmando la hipótesis de que no existen dos cilindros iguales, lo que confirma su elaboración individual.

Se tiene conocimiento que del fondo del lago se recuperó alrededor de 25 cilindros casi completos y un número indeterminado de partes centrales importantes de otros. Para la elaboración de este trabajo preliminar se estudiaron básicamente 12 cilindros.

De todo lo anterior se concluye que la función probable de estos cilindros fue de tipo ritual, estando asociados a ceremonias especiales. Sólo con investigaciones completas y detalladas será posible resolver el verdadero uso de este tipo de cilindros. Como la información bibliográfica sobre este tipo de objetos es muy limitada, a continuación se presentará un extracto de casi todo lo que se ha publicado sobre el tema:

Por primera vez aparecen mencionados en el diario The Illustrated London News, donde Borhegyi hace mención a estos cilindros llamándolos incensarios y da a conocer este tipo de cilindros recobrados del fondo del lago, por buzos amateur guatemaltecos (Borhegyi 1958a, fotografías 5, 8, 9 y 10).

Posteriormente, Borhegyi (1959) publica en Scientific American un nuevo artículo y lo ilustra con uno de los más bellos ejemplares, consistente en un fragmento de más de la mitad superior de un cilindro bellamente trabajado, que ya en varias ocasiones ha estado expuesto en exhibiciones internacionales itinerantes, como la de 1966 que se inicio en Colonia, Alemania, y recorrió varios países europeos. Otra fue la de 1992 que se inició en Hildesheim, Alemania, y también fue exhibida en otras ciudades europeas.

En la revista Antropología e Historia de Guatemala, el autor (Mata 1964) presenta un artículo sobre objetos arqueológicos rescatados del fondo del lago de Amatitlán y allí se mencionan estos cilindros.

En enero de 1972, con ocasión de celebrarse el Primer Congreso Centro Americano de Geografía e Historia, el autor presentó una ponencia sobre «Arqueología Subacuática del Lago de Amatitlán», en la cual se mencionaron e ilustraron estos cilindros. Posteriormente, este estudio fue publicado sin ilustraciones en Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala (Mata 1974). Actualmente se continúa con la investigación y búsqueda de datos que puedan ayudar a entender, determinar y comprobar científicamente el uso de estos cilindros.

También se encontraron varios ejemplares de los llamados candeleros, que consisten en piezas rectangulares de varios tamaños. Los más abundantes tienen 5.5 cm de largo, 2.5 cm de ancho y 4.5 cm de altura. En su parte superior tienen dos agujeros de 2 mm de diámetro. En esta área sólo hay información del descubrimiento de dos piezas de piedra verde bellamente trabajadas, dos fragmentos de yugos esculpidos, un hueso de venado que representa un cocodrilo y que posiblemente fue la empuñadura de un cuchillo (Mata 1996). Un espejo entero de pirita y pizarra, de 8 mm de grosor y 18 cm de diámetro, varios fragmentos de mosaicos de pirita y pizarra, seis respaldos circulares únicamente de pizarra, y dos vasijas con mercurio (Mata 2002). Como podemos deducir por los espléndidos objetos encontrados, este lugar debe haber sido un sitio muy importante para las ofrendas elitistas.

ZARZAL I y II

Los lugares de recuperación llamados Zarzal I y II se encuentran muy cerca de donde originalmente desembocaba el río Villalobos y cerca de los sitios arqueológicos del lado de Villanueva, pudiendo mencionarse los citados por Shook (1952): Zarzal, Taltic (centro grande que aún cuenta con algunos montículos), más hacia la parte septentrional San Antonio El Frutal, San Antonio Sánchez, Villanueva, y los más lejanos de Solano y Kaminaljuyu.

En este lugar se recuperaron unos braseros, también llamados incensarios, característicos de esta área. Estos consisten en una figura humana o antropomorfa con la cabeza más grande proporcionalmente que el torso, los brazos descansan sobre los bordes laterales de una vasija circular que es el brasero que se apoya sobre las piernas cruzadas de la efigie. La primera fotografía de una pieza de este tipo fue publicada por Kelemen (1956:174 y Lámina 122, Figura c), quien informa reporta su procedencia del lago de Amatitlán, aunque sin indicar si se le extrajo del fondo del mismo.

SAN JUAN

Este depósito se encuentra en las playas frente al sitio de Amatitlán (Shook 1952), casi donde principia el río Michatoya, un desagüe natural del lago, y en la ladera meridional. La concentración es la más numerosa en este lugar, habiéndose encontrado más de mil ejemplares de los muy comunes apastes de dos agarraderas, con la peculiaridad de que en varias ocasiones se encontraron apiñadas una sobre otra, en hasta diez apastes. Esto hace suponer que fueron lanzadas al lago amarradas y que el material usado para ese propósito se deshizo. También aquí fue muy frecuente la recuperación de las comunes vasijas decoradas con una o varias hileras de picos a su alrededor, que son conocidas como incensarios tipo Amatitlán, y también vasijas tipo rodaja de ceiba. Este fue el lugar donde los pescadores principiaron a cambiar su oficio de la pesca por el de sacar piezas del fondo, por dos motivos: el primero que el lugar está muy cerca de la playa pública, por lo cual es muy fácil llegar, y el segundo es que sin necesidad de cilindros de aire se podía llegar hasta donde se encontraban los objetos, ya que allí la profundidad es menor a la de otros lugares.

MATA

Este es el único lugar encontrado a la fecha en el cual se recuperaron piezas del periodo Postclásico Terminal, como cerámica tipo Chinautla (Lehmann 1958:15; Navarrete 1962, Figuras 4, 5 y 6), y San Pedro Ayampuc.

Además, es el único depósito subacuático que se encuentra en cierta parte del lago. Las piezas allí recobradas fueron escasas. Las laderas de las montañas que se encuentran en la parte cercana a este sitio son actualmente utilizadas para el cultivo del café y anteriormente del maíz. Sin embargo, fue posible reconocer algunas plataformas y recobrar tiestos correspondientes a los encontrados en el lago.

Las piezas más representativas de este depósito son las ollas con dos asas que representan cabezas de jaguar y tienen sonajas. Su decoración tiene los diseños geométricos característicos de dicho periodo. Además, se recuperó dos quemadores de diferentes tamaños. El mango de uno de ellos termina en una cabeza de animal y la parte consistente al contenedor tiene agujeros. En el otro hay faltante en el extremo del mango, pero la parte inferior del contenedor en su parte externa cuenta con un diseño de estrella de seis picos bien elaborado y círculos decorados a su alrededor, junto con cuatro agujeros. También se recuperaron otras piezas cerámicas de este periodo. En una ladera que actualmente se utiliza exclusivamente para siembras, se reconocieron algunas terrazas y se recobraron tiestos del Postclásico (Mata 2001).

REFERENCIAS

Berlo, Catherine

1980        Teotihuacan Art Abroad: A Study of Metropolitan Style and Provincial Transformation in Incensario Workshops. Tesis Doctoral, Yale University, New Haven.

1984        Teotihuacan Art Abroad: A Study of Metropolitan Style and Provincial Transformation in Incensario Workshops. B.A.R., No.199, Vols. I-II. Oxford.

Berrin, Kathleen y Esther Pasztory (ed)

1993        Teotihuacan Art from the City of the Gods. Thames and Hudson, London and New York.

Borhegyi, Stephan F. de

1950        Rim-Head Vessels and Cone-Shaped Effigy Prongs of the Preclassic Period at Kaminaljuyu, Guatemala. Notes on Middle American Archaeology and Ethnology 4 (97):60-86. Carnegie Institution of Washington, Washington, D.C.

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