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04 Arqueología y Derechos Indígenas: El caso de Aguateca, Petén – Takeshi Inomata – Simposio 16, Año 2002

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Inomata, Takeshi

  1. Arqueología y Derechos Indígenas: El caso de Aguateca, Petén. En XVI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 2002 (editado por J.P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía), pp.27-29. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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ARQUEOLOGÍA Y DERECHOS INDÍGENAS:

EL CASO DE AGUATECA, PETÉN

Takeshi Inomata

El tema de este artículo es la cuestión de arqueología y el problemática social actual. Particularmente, voy a discutir el problema de derechos indígenas a través de mi experiencia en Aguateca. Antes de todo, quiero poner muy clara mi posición básica:

1.        Los sitios arqueológicos de Guatemala representan la herencia de grupos indígenas, así que la participación e iniciativa de los pueblos indígenas en la preservación, investigación, y manejo de los sitios son críticas.

2.        La arqueología y los arqueólogos deben servir para la protección y promoción de derechos indígenas a través de su apoyo al activismo cultural.

Tengo que admitir que, como los casos de cualquier problema social, es fácil decir estas ideas básicas. Lo difícil es confrontar la compleja realidad social y trabajar en esa situación. Así que vamos a ver la situación social y política en el caso del sitio arqueológico Aguateca.

AGUATECA

Aguateca está ubicada en la región de Petexbatun en la parte suroeste del departamento de Petén. Desde los años 80 varias comunidades del grupo Q’eqchi’ empezaron a crecer en esta área. La selva alrededor del sitio es un área protegida y da refugio a muchas especies de vida silvestre que están en serio peligro de extinción.

Empecé a trabajar en Aguateca desde 1990 como un sub-proyecto del Proyecto Arqueológico Regional Petexbatun. En 1996 organicé el Proyecto Arqueológico Aguateca con Daniela Triadan y Erick Ponciano. Desde el principio, los trabajos arqueológicos en Aguateca contaron con la participación de la gente Q’eqchi’ que vive en el área.

Desde 1997 grupos de invasores entraron a los parques de Aguateca, Dos Pilas y Ceibal. Estos grupos consistieron de familias Q’eqchi’. En febrero de 1998, cuando comenzamos la temporada de campo de ese año, un grupo grande de invasores llegó a nuestro campamento en una manera muy agresiva con machetes en la mano. Declararon que el sitio arqueológico les pertenece como herederos de los antiguos Mayas y nos acusaron por trabajar sin pedirle”vendido”. Así que la situación volvió a ser otra vez muy agresiva. Pero después de que se fueron los líderes, pudimos continuar con un diálogo más tranquilamente.

Estos incidentes – y nuestras visitas al asentamiento de los invasores – nos dieron la impresión de que ellos estaban bien organizados, con comunicación estrecha con sus líderes espirituales e intelectuales. Ellos nos contaron que regularmente tenían reuniones, en las cuales un tema importante fue la promoción de su cultura tradicional, incluyendo la veneración de sus ancestros y las deidades antiguas. También insistieron que ellos están protegiendo el lugar sagrado.

Sin embargo, desde el principio fue muy claro que el factor económico, particularmente la necesidad de tierra para cultivar, fue el motivo principal de este asentamiento, igual que en las invasiones de fincas y otros terrenos. Durante este diálogo, excepto los días de su primera visita y aquella con los líderes, la investigación arqueológica que estábamos realizando no fue realmente el tema de discusión. Solamente exigieron dinero, una planta eléctrica y una bomba de agua, y nos amenazaron, iban a parar nuestro trabajo si no les dábamos estas cosas. Además, los invasores habían cortado la vegetación de un área grande del bosque dentro del Parque, alrededor de su asentamiento y a lo largo del límite sur de la zona protegida, con el fin de hacer milpas. También confirmamos que los invasores estaban cortando árboles de caoba dentro del área protegida para sacar madera.

Las autoridades han sacado a los invasores una vez por la fuerza y otra vez dándoles tierras en otros lados, pero nuevos grupos de invasores regresaron al sitio y la invasión sigue hasta esta fecha.

HETEROGENEIDAD EN LA COMUNIDAD MAYA

La presencia de los invasores nos presenta un problema sumamente difícil. En principio, queremos ayudar al movimiento de grupos indígenas para reforzar el vínculo entre el sitio arqueológico y estos herederos de su tradición. En la realidad, los invasores están acabando con lo poco que queda de la selva y la vida silvestre. Además, la presencia de los invasores dentro del parque ha sido una influencia negativa para la gente local, tanto indígenas como ladinos, y ahora hay menos respeto a la autoridad y la ley que protegen el Parque. Tengo la impresión de que la depredación de restos arqueológicos y del bosque ha aumentado significativamente en estos años.

Conversamos con nuestros trabajadores sobre este problema en muchas ocasiones. La mayoría de nuestros trabajadores son Q’eqchi’, al igual que los invasores. Sin embargo, ellos tienen puntos de vista muy diferentes. Muchos de los trabajadores expresaron poca simpatía para los invasores. Algunos nos contaron de las agresiones que recibieron de los invasores y que los llamaron enemigos. Esta relación tensa entre los grupos Q’eqchi’ evidentemente proviene del tiempo de la guerra civil, cuando las poblaciones indígenas fueron divididas entre los lados de militares y guerrillas. Algunos de los invasores parecen estar afiliados con grupos de ex-guerrillas, y así los caracterizan nuestros trabajadores. La mayoría de nuestros trabajadores fueron gente que sufrió en medio de los dos grupos armados. Muchos de los trabajadores todavía no poseen tierra para cultivar, y tienen desconfianza profunda tanto al gobierno como a las ex-guerrillas.

Nuestros trabajadores expresaron un sentimiento de afiliación con el sitio arqueológico en una manera mucho más sutil que los invasores. Cuando empezamos a trabajar en Aguateca, ellos mismos habían venido de Alta Verapaz hace poco y tenían poca idea de que éste era un sitio arqueológico y de lo que este lugar significaba para ellos. Durante los años que vivieron en el área y trabajaron en el sitio, parecen haber cultivado gradualmente un sentimiento de afiliación cultural e histórica con el sitio arqueológico.

Después de los Acuerdos de Paz, los grupos indígenas están obteniendo más poder y voz. La invasión de los parques arqueológicos está relacionada a este cambio político y social en mayor escala. En principio, nosotros como arqueólogos tenemos que apoyar este cambio para el mejoramiento de la posición de los indígenas. Sin embargo, también tenemos que entender la gran heterogeneidad dentro la comunidad indígena. Hay muchos Mayas que todavía no tienen voz política, y ellos no siempre están de acuerdo con los Mayas que hablan en voz alta.

En este sentido, el libro de David Stoll, Rigoberta Menchu and the Story of All Poor Guatemalans (1999), es indicativo. El punto principal de este libro controversial no es criticar a Rigoberta Menchu, sino poner más atención al sufrimiento de la gente más pobre quién se quedó en medio del ejército y la guerrilla. El libro de Menchu (1984) y otros reclamos de activistas de la izquierda captó la atención de la comunidad internacional, pero las voces de la gente más pobre casi no fueron escuchadas. La situación es algo similar después de los Acuerdos de Paz. La dificultad real que tenemos es comprender la heterogeneidad y fluidez de la comunidad indígena, y escuchar la voz de la gente que tiene menos poder.

EL FUTURO DE AGUATECA

Aguateca es ahora un sitio del Programa de Desarrollo Sostenible financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con la participación de Oscar Santos, Erick Ponciano, Otto Román, Oswaldo Chinchilla, Véronique Breuil, y mi persona. Nuestro trabajo de arqueología y restauración es una parte del programa que incluye componentes de eco-turismo y ayuda a comunidades locales. El objetivo principal es asistir el desarrollo social y económico del área protegiendo sitios arqueológicos y la naturaleza, y utilizándolos como recursos económicos en forma sostenible, como eco-turismo. La idea básica es promover la iniciativa y participación de la población local para el desarrollo y asegurar que la misma gente local, no empresas grandes que vienen de afuera, se beneficie de las ganancias económicas.

Al hacer este tipo de proyecto, es fácil decir lo excelente que es el programa. Sin embargo, para que este tipo de proyecto funcione hay que evaluar el potencial, la limitación y los problemas del proyecto en una forma crítica. En este sentido, yo diría que la idea general antes mencionada es muy buena. También, es excelente que una institución internacional como el BID esté interesado en este asunto e invierta un fondo económico grande. Tenemos que aprovechar esta oportunidad. Sin embargo, esto no garantiza un éxito. Proyectos con fondos grandes planificados por instituciones internacionales a veces tienen más dificultad para efectuar un programa que se adapte a la compleja situación de la política cultural y económica de la población local.

Los arqueólogos tenemos que estar concientes del carácter político de la arqueología. Esto no quiere decir que tenemos que ser políticos. Si los arqueólogos van a ser más antropólogos que políticos, tenemos que ser sensibles a la heterogeneidad del sentimiento de la población local.

Un problema relacionado es la política de la reconstrucción del pasado. Proclamar una imagen glorificada de los antiguos Mayas es efectivo y necesario en algunos contextos de la política cultural. Sin embargo, este tipo de caracterización de la sociedad antigua siempre tiene el peligro de ser totalitario y no admitir diferentes puntos de vista del pasado. El estudio del pasado es un proceso reflexivo de sí mismo tanto para los descendientes directos de esa cultura como para los extranjeros. Este proceso incluye diferentes imágenes, pensamientos y sentimientos, a veces contradictorios. La investigación, restauración y protección de sitios arqueológicos son partes de este proceso general. Los arqueólogos, como ejecutores principales de estos trabajos, no tenemos poder ni derecho de determinar el curso de este proceso de la política cultural. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de escuchar las voces de múltiples grupos que participan en este proceso, incluyendo a las comunidades locales.

REFERENCIAS

Menchu, Rigoberta

1984        I, Rigoberta Menchu: An Indian Woman in Guatemala. Verso, London.

Stoll, David

1999        Rigoberta Menchu and the Story of All Poor Guatemalans. Westview Press, Boulder.

 

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