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44 La arqueología en apoyo a las microhistorias ocupacionales – Alfredo Feria Cuevas, Marisol Sala Díaz y Jesús Torres Peralta – Simposio 9, Año 1995

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Feria Cuevas, Alfredo, Marisol Sala Díaz y Jesús Torres Peralta

1996        La arqueología en apoyo a las microhistorias ocupacionales. En IX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1995 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.607-611. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

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LA ARQUEOLOGÍA EN APOYO A LAS MICROHISTORIAS OCUPACIONALES

Alfredo Feria Cuevas

Marisol Sala Díaz

Jesús Torres Peralta

Este trabajo muestra una de las vertientes de investigación, actualmente desarrolladas dentro del Proyecto de Arqueología Histórica, en el Ex Convento Hospitalario de Betlemitas de la Ciudad de México.

Como ya se mencionó, la orden religiosa de los Betlemitas, fundada en la Antigua Ciudad de Guatemala hacia el año de 1658, por Fray Pedro de Betancur, se expandió por Sudamérica, las Antillas y la República Mexicana. Es en 1675 cuando se funda el Hospital de Convalecientes de Nuestra Señora de Betlem y San Francisco Javier de la Ciudad de México, ubicado dentro del perímetro A del Centro Histórico, hoy declarado zona patrimonial y cultural de la humanidad.

El título de nuestra ponencia, nos obliga a aclarar brevemente dos premisas.

1.        ¿Qué consideramos como las microhistorias ocupacionales?

2.        ¿Cómo apoya la arqueología a las microhistorias ocupacionales?

Sin que pretendamos construir un modelo teórico al respecto, intentaremos en esta oportunidad explicar lo que para nosotros es Arqueología Histórica, tan solo con el fin de entender lo que llamamos las microhistorias ocupacionales y cómo la arqueología se interrelaciona con éstas, para lo que tendremos que establecer ciertos pasos metodológicos que nos permitan comprender las microhistorias, como una serie de fenómenos que modifican el entorno material y que son claros reflejos de los cambios socio-económicos que se suceden cronológicamente en un tiempo y espacio determinados.

La arqueología, en su más amplio entendimiento, nos permite llegar a una mejor comprensión de dichos fenómenos ocupacionales a través del estudio de los elementos materiales, los cuales al ser hallados estratigráficamente, conducen a establecer situaciones particulares en una continua acumulación de datos, que interpretados adecuadamente, proporcionan el conocimiento buscado.

En el caso particular de nuestra práctica arqueológica en el Ex Convento de Betlemitas, estamos circunscritos dentro de un periodo de la historia más reciente (siglo XVIII al siglo XX) con características particulares en el registro e interpretación de la evidencia arqueológica, que nos obligan necesariamente a aplicar herramientas de trabajo; considerando un amplio espectro de materiales como: cuero, hueso, vidrio, metal, cerámica y materiales constructivos entre otros, con las variantes metodológicas que ello implica, siempre estrechamente vinculado al documento histórico, gráfico, literario y otras herramientas habituales en la práctica histórica y etnohistórica que caracterizan el ámbito del quehacer, de lo que se ha dado en llamar Arqueología Histórica, sin que ello constituya una limitación para ampliar nuestro trabajo al ámbito prehispánico. Visto de esta manera, la Arqueología Histórica nos permite contrastar la evidencia obtenida en excavación con alguna fuente escrita. Cabe entonces preguntarse ¿qué papel juega dentro de la Arqueología Histórica las microhistorias?

Las microhistorias, son historias particulares de fenómenos sectoriales u ocupacionales que surgen en un espacio mínimo dentro de otro más amplio. Es decir una historia o varias historias menores dentro de otra mayor y que ocurren paralelamente entre sí. Podemos pensar entonces, que las historias particulares de las ocupaciones y funciones de cada una de las áreas del inmueble de Betlemitas constituyen nuestras microhistorias, las cuales se suceden en el transcurso de los años desde la Colonia hasta principios de los noventa de este siglo y van desde, aulas de niños, talleres de artesanos, hasta tendejones, zapaterías, hoteles, vinaterías, camiserías, vecindades, entre otras. Por definición, las accesorías comerciales de Betlemitas se presentan como una oportunidad ejemplar para el desarrollo del estudio de nuestras microhistorias, o para la interpretación de una historia particular o menor dentro de otra mayor; a su vez, como espacios idóneos para estudiar eventos sociales generales desde una óptica particular. Ahora bien, en las excavaciones arqueológicas de Betlemitas, hemos podido identificar grupos de evidencia materiales que como rasgos o indicadores arqueológicos, han podido ayudarnos a definir eventos y patrones ocupacionales que dan noticia de un periodo concreto de una práctica cultural determinada.

En primer lugar, destaca el potencial inherente de los materiales arqueológicos, tomando en cuenta que para la época moderna, con las innovaciones científicas y el continuo desarrollo tecnológico, los patrones de consumo y la dinámica socio-económica, quedan reflejadas en una evolución de los productos e insumos de los materiales culturales, de tal manera que éstos se convierten en una fuente inagotable de información y en indicadores y fechadores confiables para delimitar eventos y ocupaciones desde los siglos XVIII al XX.

Otro apoyo que utilizamos, es la piel del edificio, los estilos arquitectónicos y artísticos que decoraron y recubrieron interiores y fechas, dato que más allá de fechar una ocupación, nos refiere a movimientos intelectuales y su materialización plástica. Por ejemplo: el Barroco, para los siglos XVII─XVIII; el Neoclásico, para los siglos XVIII─XIX; estilos afrancesados, para finales del siglo XIX y principios del XX; el Art Decó, para la primera mitad del siglo XX, entre otros.

Otro grupo más complejo de rasgos que nos han permitido abundar en el ámbito de las microhistorias y en la precisión de momentos o intervenciones particulares, resulta ser el de los materiales constructivos, tomando en cuenta el desarrollo tecnológico y la rápida evolución de la práctica arquitectónica plasmados en modificaciones espaciales, funcionales y estructurales, derivados a su vez de los que imponían los estilos e innovaciones tecnológicas. La observación de los sistemas y materiales constructivos, nos ha permitido a los arqueólogos detectar los problemas estructurales y a fechar intervenciones arquitectónicas, retroalimentando continuamente al propio proyecto ejecutivo y obra arquitectónica que simultáneamente se realizan en el edificio para reintegrarle al mismo sus características y magnificencia original del siglo XVIII, finalmente en la consecuente memoria histórica y arquitectónica, en cada una de las ocupaciones que hubo hasta ya encontrado el siglo XX y sus respectivas dimensiones y acondicionamientos.

Con el análisis posterior de materiales, datos arqueológicos y documentales, intentaremos definir la función de algunas accesorías en donde los contextos así lo permitan.

ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO E INTERPRETACIÓN DE LAS MICROHISTORIAS

Las accesorias comerciales de este Convento Hospitalario tuvieron una larga ocupación, desde su construcción en 1770, hasta su desalojo en 1992, sufriendo todas ellas una serie de modificaciones de acuerdo al uso que se les destinaba, lo que trajo consigo depósitos particulares de los materiales arqueológicos y cambios estructurales, arquitectónicos decorativos reconocibles.

Igualmente el estudio del establecimiento de los gremios en la Ciudad de México, nos puede ayudar a establecer algunas actividades desarrolladas dentro de las accesorias y en general de la traza de la Ciudad, debido a que a varios talleres organizados en gremios, se les asignaron ciertas calles. Tal es el caso de los plateros en la actual calle de Madero, conocida anteriormente como de plateros, habiendo también la de los zapateros, herreros, distintos artesanos como tejedores, pintores, torneros, barberos, sastres, en fin, de distintos oficios y artes pero cada cual en su lugar previamente asignado con el fin de ayudar a las autoridades a mantener un mejor control sobre la sociedad.

SIGLO XVIII (1750─1775)

El inmueble contaba originalmente con 16 accesorios, 4 sobre la calle de San Andrés (actual calle de Tacuba) y 12 sobre la calle de Vergara (actual calle de Bolívar) éstas eran de las llamadas accesorias de taza y plato definidas como «las que además de la pieza baja tiene una encima, a la cual se sube por una escalera de madera, comúnmente muy empinada,…» (Vocabulario Arquitectónico Ilustrado, Secretaría del Patrimonio Nacional, México, 1976).

La fachada tiene un rodapié de recinto careado y el acceso presenta derrame y marco de cantera, en cuya piedra clave tendría el número de la accesoria, flaqueada por una ventana también con marco de cantera. El interior o tienda, usualmente presenta un piso de cantera o madera, soportado por muretes maestras de mampostería, que además de su función niveladora y de soporte del piso, sirve para aislarlo de la humedad del subsuelo y de las usuales inundaciones que sufría la ciudad.

Al fondo de este espacio y junto al muro que dividía el área de la trastienda, se localiza una escalera, con pasamanos de mampostería o de hierro con escalones de cantera, la cual conduce a la pieza superior o entrepiso. La trastienda era un lugar más pequeño, con el mismo tipo de pisos que la tienda y probablemente se utilizó para los servicios.

En los espacios de entrepiso a veces se tiene restos de pintura mural, ligada ésta a la orden Betlemita en su trazo, carga simbólica y distribución, aunque indicando un carácter civil reconocible dentro del estilo Barroco.

SIGLO XVIII TARDÍO – PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX (1775─1821)

Unos años después de terminado el Convento, el Ayuntamiento de la Ciudad dispone que todos los niveles de piso de los edificios y de las calles se subieran 1/2 vara correspondiente a 40 cm. Tenemos evidencias de estas modificaciones en las huellas de renivelación y reutilización de los pisos de laja de las accesorias y al interior del claustro, donde aparecen asociados basureros en contexto de relleno para nivelación, cuyo análisis nos posibilita ahondar en algunas actividades particulares de la vida conventual y hospitalaria.

SIGLO XIX MEDIADOS (1822─1877)

En este periodo del siglo XIX, las accesorias aún no presentan cambios relevantes; sus accesos siguen siendo los mismos, en tanto los pisos de laja de cantera se combinan con los de ladrillo, soportados por muretes-maestras de mampostería más delgadas y burdas y algunas escaleras son desplazadas hacia el frente de la tienda. Una ocupación notable para este momento fue su uso como Convento de la Nueva Enseñanza de Indias, con modificaciones y contextos particulares que indican áreas de actividad en el claustro principal y noviciado.

SIGLO XIX-XX PORFIRIATO (1877─1911)

Es en esta etapa cuando las accesorias sufren una profunda transformación a nivel estructural; se modifican los techos de viguería, dando mayor altura a los locales o corrigiendo desniveles; se demuelen las fachadas colocando vigas de hierro como soporte estructural, liberando el claro del acceso soportado por columnas de hierro colado y remachado. El cierre de la entrada principal es por medio de una reja metálica.

Espacio de la tienda, presenta piso de duela, sobre polines de madera, soportados por madrinas de ladrillo muy características de este periodo. La mayoría de los niveles de entresuelo se pierden para varios locales comerciales. En algunos casos, desaparece o se modifica el muro y acceso entre tienda y trastienda.

Para este momento también se evidencia la ampliación de las trastiendas hacia el deambulatorio del claustro conventual ya seccionado.

Es típico para esta época, la decoración generalizada de estilo afrancesado: enmarcamientos y molduraciones en yesería con motivos florales, en muros y plafones o cielo raso; papel tapiz y otras soluciones de diversos estilos que en México se reconoce como estilo porfiriano.

Hemos podido identificar algunos contextos claros de actividad como cantina, mercería, áreas de talleres comerciales, viviendas e incluso un hotel al interior del claustro y noviciado.

SIGLO XX (1911─1930)

En este periodo, el cemento se utiliza de manera más generalizada, en fábrica y pisos, recubrimientos de muros o en bases de vitrinas para la exhibición de productos; también se introducen baldosas de pasta de cemento con variantes decorativas, específicas del Art Deco y el funcionalismo.

La distribución espacial de las áreas comerciales y de vivienda se mantiene. Destaca para este momento ocupaciones comerciales como joyerías, almacenes de novedades y otros giros y la existencia del afamado hotel Ambos Mundos en el Ex Noviciado.

SIGLO XX (1940─1950)

El acceso de los locales comerciales se amplía aún más con columnas de concreto armado revestidas de cantera y amarradas con trabes del mismo material. Los pisos, probablemente imitación de granito o mármol sobre entortado de cal y arena o concreto. Por lo tardío de la ocupación y la mayor riqueza del material documental y gráfico, podemos definir con precisión las actividades en cada uno de los espacios del inmueble.

En suma, podemos decir que como producto de la primera temporada de excavación, avocada completamente hacia las accesorias comerciales del inmueble, hemos podido profundizar en las distintas ocupaciones de tales espacios con el consecuente beneficio para el desarrollo y comprensión de nuestras microhistorias. Queda para una segunda temporada la investigación arqueológica al interior del área conventual propiamente dicha.

Aún queda como un reto, intentar desarrollar las microhistorias de la función Betlemita de la Ciudad de México y con base en el análisis e interpretación de los resultados, entender su interrelación dentro de la orden Betlemita a nivel guatemalteco y continental.

En el mismo sentido, nuestra participación busca abrir y conocer otros ámbitos posibles, de la relación entre los hospitales Betlemíticos de Guatemala y México, considerando la importancia y expansión que tuvo la orden por su labor pastoral y la contribución de su práctica médica en la sociedad hispanoamericana. Para tales propósitos, actualmente se desarrollan varias investigaciones, la mayoría encaminadas a cubrir el requisito académico de tesis de licenciatura de la carrera de Arqueología en la Escuela Nacional de Arqueología e Historia en la Ciudad de México. Como son:

Reconstrucción funcional de una accesoria comercial del siglo XVIII al siglo XX por Alfredo Feria Cuevas

Reconstrucción funcional de una cantina del siglo XIX por Enrique Nieto Estrada

Retrospectiva funcional de un predio por Ivonne Urban y Martha Muñoz

Investigación arqueológica de una accesoria del Ex Convento de Betlemitas por Jesús Torres Peralta

Vajillas hospitalarias por Claudia Ballesteros César

REFERENCIAS

Secretaría del Patrimonio Cultural

1976        Vocabulario Arquitectónico Ilustrado. S.P.C., México.

 

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