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23 Federalismo y poder prehispánico en la provincia Ah Canul, Campeche, México – Lorraine A. Williams-Beck – Simposio 9, Año 1995

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Williams-Beck, Lorraine A.

1996        Federalismo y poder prehispánico en la provincia Ah Canul, Campeche, México. En IX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1995 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.319-340. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

23

FEDERALISMO Y PODER PREHISPÁNICO EN LA PROVINCIA AH CANUL, CAMPECHE, MÉXICO

Lorraine A. Williams-Beck

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS CONCEPTOS FEDERALISMO Y PODER

Hablar del federalismo y poder, así como de los cambios que resultan por la evolución y particularidad de estos conceptos en el tiempo y espacio, no es una novedad hoy en día y mucho menos si revisamos el amplio panorama que nos brinda la literatura antropológica y filosófica. Sin embargo, debido a esta vasta reserva de información es preciso centrarnos en la diversidad de respuestas que tales conceptos plantean.

Por un lado, el concepto federalismo, muy de moda hoy en día, viene del debate histórico y filosófico sobre el desarrollo económico nacional a través del poder centralizado y/o la descentralización del Estado occidental a partir de las revoluciones sociales en el siglo XVIII, particularmente de los casos de Europa (Francia, España, Inglaterra, entre otros) y el recién nacido Estados Unidos de América. Aunque difícilmente podemos aplicar un modelo social o de mercado histórico o moderno de esta manera a la sociedad prehispánica, debemos recordar lo que recalca Juan María Alponte:

El federalismo no es una doctrina: es una manera de vivir con los demás y con sus respectivas esferas del poder y decisión. Esa es la política y la política, finalmente, es una cultura. En el sentido antes señalado: respuestas concretas ante realidades concretas (Alponte 1993:5).

En este sentido, entonces, el federalismo como concepto de convivencia con las respectivas esferas del poder y decisión que nos rodean, conlleva también una diversidad en su expresión particular a cada sociedad, ya que estas diferencias podemos analizar en función de «…la evolución histórico peculiar de sus métodos de gobierno» (Merino Huerta 1993:760). Visto de esta manera, el federalismo en conjunto con los esquemas de poder pueden constituir elementos para interpretar la cultura humana a través del tiempo y espacio.

Por otra parte, según Eric Wolf el poder también es tan diverso que puede entenderse por varios contextos: como un atributo individual, en el ámbito de acción social, a través de los círculos de control de un grupo sobre otro, o por su semblante estructural e institucional (1991:589-596).

Por lo que nos dice Foucault, el poder no sólo es un elemento en las relaciones de dominio o de un individuo que puede ejercerlo solo o de manera global sobre otros, sino también «…es una máquina en la que todos estamos envueltos, tantos los que lo ejercen como los sobre que se ejerce» (1977:156). En este panorama, pues, «…las relaciones de poder son aquellas llevadas a cabo entre partes autónoma y dependiente, de tal manera que el agente aún más autónomo es también hasta cierto grado dependiente del otro, mientras el actor dependiente en esta relación siempre conserva algo de su propia autonomía» (Roscoe 1993:115; traducción del inglés por la autora).

Tal y como nos lo plantean los estudiosos anteriormente mencionados, para que sea efectivo el poder tendrá que existir un frágil balance en este columpio entre lo cedido y lo ganado, lo autónomo y lo dependiente. En esta arena, entonces, el poder requiere de «…agallas para crearlo, mantenerlo [, hacerlo crecer] y defenderlo; el ejercer esas agallas se convierte en un blanco para la competencia o la formación de alianzas, de resistencia o de acomodo [a la fuerza]» (Wolf 1991:587; palabras entre corchetes y traducción son de la autora).

Por las dudas que nos plantean las interrogantes sobre esquemas de federalismo y grupos de poder prehispánico en el área Maya, el presente ensayo, derivado de un proyecto de investigación en proceso (Williams-Beck y López de la Rosa 1993), pretende continuar una inquietud académica nuestra sobre cómo son los grupos de poder y las diversas formas de organización social que tenían los pueblos prehispánicos asentados en el área Camino Real Alto, ubicada en la zona noroeste del estado de Campeche (Figura 1).

EL ÁREA DE ESTUDIO

El partido del Camino Real Alto, como se llamó al área de estudio durante la época Colonial y en donde al momento del contacto español las comunidades del linaje Canul tenían asentados sus reales desde la caída de Mayapan en el siglo XV, asemeja un área geográfica de forma rectangular con una extensión de aproximadamente 5000 km² (Figura 2). Al poniente de esta área hay pantanos, manglares y petenes que separan el mar de la tierra firme; al centro, nace una larga pero angosta planicie y al oriente brota la sierrita que comienza en Champoton, corre hacia el noreste hasta Dzibalche y de allí continúa hacia el oriente para desaparecer 10 km al occidente de Tzucacab. Esta sierrita, única prominencia notable, apenas rebasa los 150 m de altitud en sus puntos más elevados (Figura 3).

Sin embargo, las condiciones del medio natural que se caracterizan por tener una topografía relativamente plana y cubierta de selva baja y seca, un clima que fluctúa entre lo seco estepario y tropical lluvioso, cálido y húmedo con temperaturas en promedio por arriba de 23°C y un substrato calcáreo que no sólo impide la formación de corrientes superficiales y suelos profundos, no fueron duros obstáculos para que ahí los Canules interactuaran, vivieran y se desarrollaran ciudades que encontrarían los españoles al llegar a sus tierras en el siglo XVI.

Creemos que el desarrollo de la provincia Ah Canul en gran medida parece tener algo que ver con las variantes de organización política y estructuras de poder que había en ella desde el periodo Clásico hasta la llegada de las primeras generaciones españolas. Esta comarca seguramente contaba con «…una eficiente red de estructuras de poder y parentesco, de cooperación intercomunal y trabajo eventualmente bajo la forma de tributo, los mismos mecanismos de integración y solidaridad que proveían los lazos de sangre reales y ficticios» (Rivera Dorado 1982:94). Para poder analizar estas estructuras de poder, que involucran un proceso sumamente complejo, a continuación presentamos algunos niveles de integración, propuestos por Richard N. Adams (1975:217-278), que sirven como herramientas para que en el manejo de los conceptos se comprenda mejor la secuencia de crecimiento y una centralización del poder.

El primer nivel en este esquema es la unidad doméstica de carácter multifamiliar o extenso (Figura 4), que en la arqueología reconocemos también como el elemento básico del cual se construye cualquier sociedad. En este primer nivel la secuencia de crecimiento sigue un ciclo de concentración del poder interno que aumenta con el número de miembros del mismo; ya que la dinámica expansiva del poder en este grupo más elemental, suele repetirse en los siguientes niveles de agregación. Estas «unidades domésticas [podrían ser] coordinadas a través de una exclusividad territorial, consanguínea, parentil [relativa] y de semejanzas o diferencias lingüísticas, entre otras formas culturales que las relacionan de mayor a menor grado entre sí» (Adams 1975:221; traducción del inglés por la autora).

En dos trabajos recientes que emprende la tarea de revisar las obras clásicas de Roys (1933, 1939, 1940, 1943, 1957, entre otros), sobre la geografía política de los Mayas, Sergio Quezada (1993) y Tsubasa Okoshi Harada (1992, 1995) señalan una analogía para el segundo nivel del calpulli (barrio) del Altiplano Central con el término Maya cuchteel (Quezada 1993:40) o como un término que se refiere a los funcionarios subordinados a un batab que pertenecían a estos barrios (Okoshi 1992:207-210). Además, las fuentes históricas mencionan que los cuchteelob fueron integrados por representantes de familias, llamados ah kulob, a quienes les correspondía impartir la justicia local (Quezada 1993:43).

El tercer nivel en este esquema pertenece a uno con mayores elementos de integración, que suele reflejar un proceso coordinado de expansión del poder a través de crear réplicas en sus elementos básicos de identificación (Adams 1975:287). Este tercer nivel de integración en el ámbito regional corresponde al del batab en su entorno (Figura 5; Okoshi 1992:217-218). Según Quezada, el término batabil «…aparece utilizado en dos contextos íntimamente asociados…[e indica] que este dominio tenía una extensión, o sea que el poder del batab poseía una jurisdicción[; mientras que el otro significaba el poder que ejercía el batab en un señorío o territorio], que dominaba política y administrativamente a un grupo de cuchteelob, por lo general de tres a cinco. El [batab] residía en uno de [aquellas unidades domésticas]» (Quezada 1993:42). Las relaciones complejas de poder en este nivel regional entre el batab y sus cuchteelob dependientes, van de acuerdo también con lo postulado por el modelo de Adams sobre una secuencia repetitiva de crecimiento entre unidades operativas nuevas y cada vez más alejadas de la relación parentil, pero retomadas de otras estructuras ya conocidas por la sociedad.

Desde la década de los treinta del presente siglo, Roys (1933, 1939, 1940, 1943, 1957, entre otros), Chase (1986:347-377) y Marcus (1993:111-184), propondrían al cuchcabal como la respuesta indígena al cuarto nivel de integración política en la Península de Yucatán (Figura 6). En ella el cuchcabal se refiere asimismo a una organización política territorial, en donde residía el poder gobernante en una ciudad capital (Quezada 1993:51; Okoshi 1995:89-90). Por el análisis lingüístico y semántico del término a través del Códice de Calkini, en la Provincia Ah Canul «…la institución polític[o] religiosa [de la ciudad capital Calkini] fue de un carácter no forzoso; es decir se basaba en la alianza matrimonial, sujeción voluntaria…[entre otras, aunque no se descarta la posibilidad de que algunos lugares fueron sometidos o conquistados en contra de su voluntad]» (Okoshi 1992:265-266).

EL PANORAMA ORGANIZATIVO DE LA ZONA ALREDEDOR DE HECELCHAKAN DESDE LA EPIGRAFÍA, ARQUEOLOGÍA Y ARQUITECTURA

Ya que hemos mencionado algunos conceptos teóricos y datos etnohistóricos sobre las relaciones organizativas inherentes en las estructuras del poder, veamos ahora algunas vías concretas por las que podríamos inferir aquellas instituciones y grupos claves a través del registro epigráfico, arqueológico y arquitectónico, para ofrecer opciones sobre posibles patrones de organización sociopolítica entre los Mayas prehispánicos de la Provincia Ah Canul (Figura 7).

Dentro del contexto de las Tierras Bajas Mayas del Norte, el área de estudio sobre los grupos prehispánicos asentados alrededor de Hecelchakan es particularmente privilegiada en cuanto a cantidad y contenido de monumentos esculpidos que pertenecen al periodo Clásico. Por ejemplo, en los sitios de Halal, San Joaquín, Tzocch’en, Xcombec, Cap’eldzibtunichna y Xcalumkin, entre otros, contamos con información y estudios de más de 150 monumentos.

Pese a que gran parte de éstos se encuentra en mal estado de preservación, su contenido epigráfico es breve y carece de algunos glifos de título y eventos conocidos, Grube (1994) y López de la Rosa (s.f.) han logrado descifrar una lectura preliminar de glifos en ellos. Ahora bien, este hecho nos permite integrarlos en una mesa de discusión, para buscar analogías entre ellos, las fuentes históricas para los siglos XV y XVI anteriormente descritas, la evidencia epigráfica, arqueológica y los datos arquitectónicos. Cabe mencionar, sin embargo, que a menudo los términos que utilizamos hoy en día para conceptos como la guerra, la unidad habitacional o casa, entre otros, sólo tienen una analogía metafórica en las lenguas mayenses prehispánicas desde la punta de vista de la epigrafía (Juan Antonio Valdés, comunicación personal 1995). A continuación veamos algunos ejemplos.

  1. PRIMER NIVEL DE INTEGRACIÓN: LA UNIDAD DOMÉSTICA

En este nivel hay varios glifos de relación propuestos por estudiosos en la materia, que comúnmente asociamos con el contexto del hogar o familia y de los cuales quizá podríamos inferir la unidad doméstica. Sin embargo, ninguno de ellos menciona un espacio o conjunto arquitectónico específico, sino aparecen como «glifos de etiqueta» (Grube, op.cit.) en estelas, jambas y dinteles que posiblemente se refieren al dueño o constructor de la estructura. Dado el contexto y espacio arquitectónico del grupo de patio en el cual aparecen estas estructuras en Xcalumkin, podrían haber cumplido funciones como sede de la administración de asuntos familiares no domésticos. Así que todavía nos falta identificar concretamente este primer nivel de integración en el discurso epigráfico.

B.        SEGUNDO NIVEL DE INTEGRACIÓN: EL CUCHTEEL

Como se señaló anteriormente, es posible que el cuchteel no sólo se refiera a una unidad geográfica como barrio (Quezada 1993) o como un título de cargo político inferior al batab dentro de esta unidad residencial (Okoshi 1992), sino que también parece haber funcionado de manera colectiva (Quezada 1993:41-42). Sin embargo, a través de la epigrafía todavía estamos por identificar el significado de cuchteel como barrio, ya que títulos como ah kulob, o los judiciales locales dentro de los cuchteelob, o los sahalob, como un cargo político inferior a lo del batab están ampliamente documentado en la literatura para el área maya por Culbert (1988), García Campillo (1992a), Grube (1994), Houston (1993) y Schele y Freidel (1990) y Stuart (1993), entre otros.

Paradójicamente en nuestra área de estudio, el único sitio que contiene el título sahal en su registro epigráfico es Xcalumkin. Merece mencionar que muchos de aquellos monumentos no están in situ sino ubicados en los museos arqueológicos de Hecelchakan y Campeche. De acuerdo con varios informantes de la región, es posible que algunos de aquellos monumentos no sean de Xcalumkin sino pertenecen a Xcombec y a otros sitios menores ubicados alrededor de este gran lugar prehispánico en el valle del mismo nombre, como barrios tributarios o personajes asentados en ellos con el cargo de cuchteel.

C. TERCER NIVEL DE INTEGRACIÓN: EL BATABIL

A pesar de haber localizado en nuestra área de estudio un glifo que se lee como batab en el sitio de San Joaquín (López de la Rosa, s.f.), el monumento en cuestión está fragmentado y no se sabe a ciencia cierta si su lectura se refiere a este sitio (que lo estimamos poco probable dado el tamaño del mismo) o a la veneración de los ancestros que habitaban otro sitio en el valle de Xcombec (una interpretación más probable dado el contexto arqueológico y arquitectónico en que se encuentra). Fuera de este único ejemplo (Figura 8), hasta la fecha no hemos localizado monumento o sitio alguno que menciona la presencia o nombre de un batab.

D.        CUARTO NIVEL DE INTEGRACIÓN: EL CUCHCABAL

En este nivel todavía está por identificar un glifo que pudiera ser descifrado literalmente como cuchcabal, si no contamos una posible interpretación del glifo emblema (cf. Berlin 1958; Culbert 1988) como tal. Sin embargo, hay otro que define a un personaje con un rango o un nivel de poder centralizado dentro de esta comarca geográfica: el ahau y el k’ul o ch’ul ahau (Stuart 1993; Arellano H., comunicación personal 1993). Sólo son tres lugares en donde hemos localizado monumentos con inscripciones o pintura mural que mencionan a un ahau o ch’ul ahau: Xcombec, sitio cabecera del valle con el mismo nombre a 6 km de Hecelchakan e Ichmac, ubicado a unos 9 km al noreste de Tzocch’en y probablemente en la esfera de influencia del tercer sitio, Sisila, en terrenos de la Junta Municipal de Dzibalche. A pesar de que Roys (1972:59-61) señala una equivalencia entre ambos conceptos, o sea entre cuchcabal y ahau o ch’ul ahau, sería conveniente efectuar estudios más detallados para establecer si finalmente corresponden a un concepto político o social parecido.

Con respecto a los grupos de poder y su expresión a través de los contextos arquitectónicos y la forma en que ellos se distribuyen en el tiempo y el espacio (Kurjack 1994), ofrecemos otros ejemplos a continuación. Uno de aquellos contextos arquitectónicos que se presta para inferir posibles estructuras sociopolíticas y de gobierno a nivel de barrio, es el conjunto de acceso restringido (Figura 9), definido por la que esto escribe (Williams-Beck 1993, 1994 y s.f.) para reconstruir la historia cultural de la región Chenes (Figura 10).

Además de aquellos conjuntos de acceso restringido que aparecen en el área de estudio, hay otro elemento de dimensiones monumentales a nivel de cuchteel o en su conjunto como de batabil, que aparece en sitios como Halal y Sisila durante los periodos Clásico Tardío, Clásico Terminal y la transición al Postclásico Temprano. En un trabajo reciente (Williams-Beck 1995a), hago un análisis holístico a través de los contextos arqueológicos, espacios arquitectónicos y el material iconográfico y/o epigráfico asociados a lo que hemos denominado en la arquitectura Maya como la acrópolis. En ello propongo tres variaciones formales de la acrópolis como un conjunto doméstico, administrativo y/o religioso con múltiples funciones correspondientes a cada uno, para derivarse de ellas un solo concepto arquitectónico nuevo: el conjunto lineal (horizontal, vertical o una combinación de estos dos).

En el análisis preliminar de estos conjuntos lineales, aquellos grupos de patio formal con infraestructuras para captar y almacenar agua, estructuras de mayor envergadura y galerones de aposentos encadenados uno tras otro en la arquitectura monumental de estos conjuntos, cumplían varias funciones. Para la planta baja y primer piso en el caso de Halal, por ejemplo (Figura 11), su aspecto doméstico parece haber sido importante a través del tiempo. A pesar de que los niveles superiores carecen de chultunes en los espacios de patio, sí contienen aposentos abovedados múltiples, jambas y dinteles esculpidos, posibles fachadas con portada zoomorfa u otros elementos escultóricos, así como pintura mural en la interior de algunos cuartos. Por ello, aquellos pisos superiores en el conjunto lineal (vertical) de Halal, así como los otros grupos de patio en los conjuntos lineales de Sisila parecen sugerir actividades relacionadas con aspectos mundanos y/o la administración de asuntos familiares o de linaje.

COMENTARIOS FINALES

A partir de los distintos niveles de integración social que serían la base para la cooperación política, la distribución de la autoridad y la transmisión del poder, los tipos de residencia pueden determinarse en conjuntos arquitectónicos no sólo por la calidad y cantidad de construcciones, sino también la presencia o ausencia de esculturas, estelas, jambas, altares, columnas de fuste cilíndrico o dinteles labrados con personajes y escritura jeroglífica, por citar algunos ejemplos. Por ello, es indispensable efectuar un estudio detallado de la composición, significado y repercusión que tuvieron la epigrafía y los espacios arquitectónicos al interior de cada asentamiento prehispánico. Como hemos visto en los monumentos con escritura jeroglífica del área de estudio, todavía nos faltan muchos elementos de juicio para identificar los diversos niveles de integración.

Con respecto a la arquitectura monumental en los sitios Halal y Sisila del área de estudio, hemos identificado un nuevo concepto arquitectónico como el conjunto lineal, que representa una compactación de varias actividades y funciones socio-cultuales en lo que podría ser una especie de «condominio vertical». Estos conjuntos, algunos con áreas domésticas en sus plantas inferiores, parecen estar relacionados con una concentración a propósito de familias extensas o linajes en un solo lugar y, en el caso de Halal, están conectadas a otros grupos arquitectónicos por sacbeob, como un cordón umbilical en paisaje cultural arquitectónico. Para nosotros, entonces, estos conjuntos podrían representar los niveles de unidad habitacional, barrio o cuchteel y batabil o grupos de ellos ubicados en sitios mayores en la región.

Investigación etnohistórica reciente en la provincia Ah Canul (Okoshi 1992, 1995), propone una alianza entre batabob del linaje Canul en la ciudad capital del cuchcabal, Calkini (Figura 6). Okoshi Harada ha trazado los orígenes y la legitimación del derecho de gobernar esta comarca hasta hace dos siglos previos en el multepal de Mayapan (Schele y Freidel 1990), quizá continuando otra obligación sociopolítica contratada por los Canules en Chichen Itza (Lincoln 1994) durante los siglos XI y XII de nuestra era, o lo que sospechamos pudiera haber ocurrido en sus tierras de atañe mucho antes de este marco temporal.

Sobre la base de lo anteriormente expuesto, nuestra meta es reconstruir la estructura del poder prehispánico Maya de la Provincia Ah Canul, reportado como una de carácter multepal en las crónicas indígenas para el momento del contacto español. Hemos tratado de relacionar la distribución, el contenido y las características formales de los conjuntos arquitectónicos estudiados con los diferentes niveles de integración social y, especialmente, con el federalismo y los grupos de poder.

En el área Maya peninsular noroccidental, información epigráfica del siglo VIII de nuestra era documenta la presencia de sahalob o nobles menores en sitios como Xcalumkin (Grube 1994; Stuart 1993) y Oxkintok (García Campillo 1992a). En los sitios de la zona de Hecelchakan, como son San Joaquín, Sisila, Xcombec, Ichmak y Halal, así como en Oxkintok, los monumentos y las pinturas murales cuentan acontecimientos en la vida de batabob, ahauob o ch’ul ahauob. De acuerdo con estudios en la zona Petexbatun de Guatemala (Valdés et al. 1993), Houston (1993:141) atribuye una elaboración de diversos títulos para cargos políticos superiores y subordinados no sólo a una creciente demanda social por auto gobierno, autonomía política y/o mayores cauces para la representación política bajo circunstancias de una población en vías de crecimiento (Culbert 1988), sino que estos títulos pueden variarse en su sentido político y social a través del tiempo y espacio, debido a una volubilidad social característica de los horizontes Clásico Tardío y Terminal en las Tierras Bajas Mayas Centrales. Así que en esta zona los grupos parecen haber implementado su propia expresión del federalismo, como una manera de convivir con los demás y con sus respectivas esferas del poder y decisión a raíz de una ruptura entre los grupos de poder en Tikal (Demarest y Valdés, este volumen; Houston 1993; Valdés 1994; Valdés et al. 1993) y su emigración a la región Petexbatun de aquel cuchcabal en Petén.

Para la Provincia Ah Canul pudiera haber habido una época de efervescencia social parecida, pero no tan violenta como aquella de sus colegas contemporáneos del sur, como nuestra interpretación preliminar de la arquitectura, epigrafía e iconografía nos indica para el valle de Xcombec y sus alrededores durante los siglos VIII, IX y X. Esto no sólo podría notarse por una población muy densa y compactada en algunos sitios, sino también a través de una diversidad de títulos e indumentaria militar presentes en los sitios con monumentos fechados a los periodos Clásico Tardío y Clásico Terminal, tal y como lo presentan semejantes motivos iconográficos y epigráficos contemporáneos en Kabah y Chichen Itza (Greene Robertson 1994; Taube 1994) en Yucatán. Para controlar esta posible efervescencia social se requeriría un esquema de gobierno compartido y descentralizado, parecido a un modelo de poder y federalismo que parece haber funcionado en la zona Petexbatun durante la misma época. Ello toma en consideración una organización política y obligaciones distribuidas de manera más o menos equitativa entre sitios, cuyos líderes podrían haber gozado o no un status similar pero, al fin y al cabo, todos querían poseer un «pedacito del pastel».

AGRADECIMIENTOS

El presente ensayo cobra mayor claridad por pláticas amenas que sostuvimos entre los colegas José Alberto Abud Flores, Tsubasa Okoshi Harada y Susan Kepecs, sobre aspectos del federalismo y poder y su aplicación a los pueblos Mayas prehispánicos. No obstante, debo confesar que el producto de aquellos diálogos que aparece aquí va por cuenta de la que esto escribe. Los dibujos que ilustran el presente son obras del Arq. Carlos Montejo González y de Edmundo López de la Rosa.

Como mencioné al principio, este trabajo forma parte del proyecto de investigación «Territorio y Poder: Estudio y Análisis Regional de la Zona Camino Real Alto [Provincia Ah Canul] en Campeche», que ha sido patrocinado por la Universidad Autónoma de Campeche, así como por un generoso apoyo financiero de la Dirección General de Investigación Científica y Superación Académica de la Secretaría de Educación Pública (a través del convenio no.93-02-04-001-189) y el Convenio de Intercambio Académico, Tecnológico y Cultural signado entre nuestra Universidad y el USDA Forest Service, Southern Region. A estas instituciones les doy las más cumplidas gracias por su decidido respaldo a nuestros esfuerzos.

Figura 1 Plano del área Maya

Figura 2 Área de investigación

Figura 3 Características fisiográficas de la Provincia Ah Canul

Figura 4 Unidad Doméstica

Figura 5 El Batabil

Figura 6 El Cuchcabal

Figura 7 Provincia de Ah Canul

Figura 8 Fragmento de Estela de San Joaquín (dibujo: E. López de la Rosa)

Figura 9 Conjuntos formales de acceso restringido

Figura 10 Plano de la región Chenes

Figura 11 Halal, Grupo Chunmul

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1993        Tierra de Nadie: Cerámica, Arquitectura y Sociedad Prehispánica en la Región Chenes, Campeche, México. Tesis de Doctorado, Instituto de Investigaciones Antropológicas y Unidad de los Ciclos Profesional y de Posgrado del Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM, México.

1994        The Chenes Ceramic Sequence: Temporal, Typological and Cultural Relations within a Regional Framework. En Hidden Among the Hills: Maya Archaeology of the Northwest Yucatan Peninsula (editado por H.J. Prem):133-165. Verlag Von Flemming, Möckmühl.

1995a        The Linear Complex: An Interpretive Alternative for the Architectural Concept of Acropolis. Ponencia, First International Symposium of Belize Archeology, San Ignacio Cayo District, Belice.

1995b        Territorio y Poder en la Tierra de los Canules Prehispánicos. Ponencia, III Congreso Interacional de Mayistas, Chetumal, Quintana Roo.

s.f.        Espacios Rituales de Poder Prehispánico en la Península Yucateca durante el Periodo Clásico. Manuscrito aceptado en 1994 para su publicación en Latin American Antiquity.

Williams-Beck, Lorraine A. y Edmundo López de la Rosa

1993        Territorio y Poder en la Zona Camino Real Alto (Provincia Ah Canul) en Campeche. Proyecto de Investigación aprobado por el Consejo de Arqueología del INAH, para llevar a cabo el trabajo de campo, México.

Wolf, Eric R.

1991        Distinguished Lecture: Facing Power — Old Insights, New Questions. American Anthropologist (92):586-596.

 

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