35 ALGUNAS EXCAVACIONES EN EDIFICIOS RELIGIOSOS DE ANTIGUA GUATEMALA Elizabeth Lemus Toledo

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Lemus Toledo, Elizabeth

1992     Algunas exvacaciones en edificios religiosos de Antigua Guatemala. En V Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1991 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Brady), pp.329-332. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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ALGUNAS EXCAVACIONES EN EDIFICIOS RELIGIOSOS

DE ANTIGUA GUATEMALA

Elizabeth Lemus Toledo

 

 

A consecuencia de los trabajos realizados con anterioridad en la Capilla del Socorro de la Catedral de Santiago, me interesé en continuar mis investigaciones comparativas en criptas de otros edificios religiosos de Antigua Guatemala y es por ello que planifiqué excavaciones en la Compañía de Jesús, con la intención de localizar una de las criptas de este complejo arquitectónico situada en la nave norte o del evangelio, extremo oeste.

 

Esta iglesia y convento fueron construidos por los Jesuitas entre 1626 y 1700, llegando a ser uno de los más importantes de la capital del reino de Guatemala. Por cierto, aquí estudió el poeta Rafael Landívar, quien posteriormente fue rector del colegio de San Borja.

 

Al emprender nuestros primeros trabajos, nos dimos cuenta que estábamos en un lugar al que concurría mucha gente, que depositaba flores y candelas como ofrendas, lo que llamó poderosamente nuestra atención, debido a que la iglesia está completamente en ruinas y por tanto fuera de culto desde hace más de 200 años.

 

Por esa muestra de rito contemporáneo, fue necesario hacer las consultas del caso, percatándonos de que se trataba de la veneración aun vigente hacia un personaje de la historia de ésta iglesia durante el Siglo 18, una señora de elevada posición social que se entregó, por completo al servicio de esta orden religiosa, llegando a vestir, inclusive hábito de la misma, para lo cual le había sido concedido permiso especial por sus méritos y caridades. Tal persona fue doña Ana Guerra de Jesús, a quien se le han atribuido milagros diversos y en cuya memoria fue colocada una placa conmemorativa en la parte exterior sobre la calle, del muro posterior del presbiterio de la iglesia.

 

En vista de ese hecho, se comprobó efectivamente que ella fue sepultada en esta iglesia, aunque no fue posible determinar la ubicación exacta de su enterramiento, razón que en gran medida también motivó la investigación arqueológica, cuyo resultado permitiría apoyar la información documental.

 

Por ello se inició la excavación en el área que consideramos era la capilla principal de esta naves en la que encontraríamos la cripta de enterramiento que se buscaba.

 

Realizando la excavación, de inmediato se encontró ripio bastante grueso, aparentemente era parte de los escombros que fueron recogidos durante la limpieza que del edificio se hiciera al ampliarse el espacio en que funcionaría el mercado moderno de la ciudad, del que se hablará infra.

 

Al seguir excavando se localizó un piso de piedras que posteriormente resultó ser una grada que se ubicaba al pie de lo que fue el altar de ésta capilla. Luego se decidió efectuar un pozo de sondeo en la parte exterior de la capilla, ya sobre la nave propiamente dicha, con el objeto de encontrar el acceso a la cripta que supusimos estaría fuera de aquélla, por ser de dimensiones reducidas y por los antecedentes de distribución arquitectónica que anteriormente habíamos visto en tal sentido.

 

Al realizar ese pozo encontramos el piso original de la iglesia, el cual era de baldosas de barro en forma de trébol, que encajaba perfectamente con otra pieza de barro, a la que se ensamblaban las hojas de las anteriores.

 

En este proceso nos encontramos con un boquete en ese piso, que posiblemente fue causado al caerle un peso encima, o por el propio proceso de destrucción que ha sufrido el edificio en el transcurso del tiempo. Sin embargo, las características de la abertura mostraron que tenía una especie de dintel de piedra, que no se encontró completo, pero que dio la pista de que se trataba del acceso a una cripta, situada en la propia nave norte de la iglesia y fuera de la capilla en que se comenzaron las excavaciones.

 

Ello fue confirmado posteriormente, cuando se terminó de descubrir el boquete, apareciendo que el acceso a esa cripta en efecto, estuvo delimitado por un marco de piedra tallada, el que, como se dijera, no fue encontrado completo.

 

Para poder ingresar a esta cripta, en la que creemos pudo haber sido sepultada doña Ana Guerra de Jesús, se encuentra una escalera construida de barro cocido y encalado, la cual presenta una severa destrucción quedando únicamente parte de ella con los escalones bien definidos, el resto convertido en una deteriorada pendiente que desaparece en la parte inferior. Su posición es en escuadra orientada de sur a norte en el primer tramo y luego desvía hacia el oeste, era bastante inclinada y su base fue encontrada a 20 cm. bajo el piso original de la cripta, asentada en un bloque de arena natural y sin ninguna clase de cimiento.

 

La cripta, por su parte, llega al rostro del muro en el que se encuentra un altar colocado sobre la nave norte en orientación este-oeste al que consideraban y aun se piensa por los fieles, es la tumba de doña Ana Guerra de Jesús.

 

Esta bóveda de enterramiento no fue encontrada totalmente rellena, sino solo lo estaba en forma parcial con ripio grueso y deshechos modernos, que pensamos son parte de lo que se acumuló durante el período del presidente General Jorge Ubico, como fuera también el caso de la capilla del Socorro de Catedral.

 

Por otra parte, había gruesos fragmentos de muros de mampostería o de bóvedas, los que presentan estuco y decoración pintada en color rojo, con las mismas condiciones de la decoración general del templo.

 

Parte de este material pudo haber caído aquí desde los terremotos de Santa Marta, pues es la parte oeste de la bóveda de la cripta hay un segundo boquete, que podría asegurarse fue causado al caerle encima aquellos bloques de mampostería.

 

Entre los materiales encontrados en el relleno tenemos una pieza de lozas tallada en piedra, la que consideramos pertenecía a la grada que tuvo que estar adosada al altar hecho referencia, el cual, como es obvio, debió haber tenido, en la parte superior, uno de los magníficos retablos que tanto caracterizaron las iglesias de la época hispánica, en especial al tener en cuenta la esplendidez de la decoración tan particular y relevante de las edificaciones de la Compañía de Jesús.

 

Además de los materiales indicados, no se localizó mayor cantidad de restos arqueológicos, a excepción de dos monedas, una de principios de siglo y la otra de finales del segundo cuarto de éste, así como una pieza de cerámica vidriada. Sin embargo, había mucho material óseo humano que estaba revuelto con el relleno, por lo que se piensa que se trata de entierros que fueron removidos, quizá durante la limpieza de los monumentos después de los terremotos de fines de 1917 y principios de 1918, o durante la década de los cuarenta en este siglo.

 

Esos entierros en apariencia estuvieron colocados muy superficialmente, debajo del piso original de la cripta, tratándose de entierros secundarios.

 

Otra posibilidad es que proviniesen de algún osario fuera de la misma bóveda de enterramiento, tal vez de uso general en la iglesia por la información histórica obtenida, en el cual depositaron los restos de antiguos entierros, reinhumándolos; aunque infortunadamente, no pudimos localizarlo ni documentarlo.

 

Entre los aspectos arquitectónicos de la cripta, puede mencionarse que tiene una bóveda de cañón corrido con un alto de 1.81 m. hasta la base de la escalinata, en el nivel del piso original; muros repellados y piso rústico de tierra apisonada y encalada. Por otra parte, el acceso a la cripta consiste en una entrada abierta en el piso de la nave, con un marco de piedras talladas y unidas con argamasa, dando a la escalera o escalinata ya mencionada.

 

También tiene otro acceso similar aunque sin escalera, en la parte oeste de la bóveda, la que servía para descender los ataúdes o cuerpos que deberían ser sepultados en su interior; ésta otra entrada también presenta un marco igual al indicado.

 

Conforme avanzaron las excavaciones en la capilla y en la nave a la altura de la cripta, fue posible darnos cuenta que las características del área no coincidían con la capilla, sino que el ambiente que se tomaba como tal era en realidad la parte sur de la sacristía, lo que fue confirmado por los hallazgos, especialmente al encontrase una banqueta de mampostería alrededor del cuarto, cuya función sí corresponde a las necesidades de una sacristía.

 

Por otra parte, también pudimos darnos cuenta que el arco que en apariencia estaba comunicando la supuesta originalmente como capilla no era tal, sino se trataba de una puerta abierta con mucha posterioridad, inclusive cuando ya funcionaba en esta área el mercado municipal, desde últimos años del siglo pasado hasta poco después de terremoto de 1976.

 

Este punto dio la confirmación de que el espacio en cuestión era específica e indudablemente parte de la sacristía de la iglesia y que el altar hecho referencia efectivamente correspondía, muro de por medio con la sacristía, al lugar donde se ubicaba el retablo del extremo oeste de la nave norte, dando el frente hacia la misma; sitio en el que concluye la distribución espacial interior del templo como lugar de culto al público, con mayor precisión el crucero del mismo y por tanto independiente por completo funcional y arquitectónicamente de la sacristía o pretendida capilla.

 

Cabe señalar que en la que en principio considerábamos como capilla funcionó durante mucho tiempo, mientras estuvo en este monumento el mercado antigüeño, la carbonería principal. Es por ello que la superficie del relleno y una parte bastante grande del lugar mismo, tenía grandes cantidades de ceniza y carbón mezclado con tierra café muy suelta. Todo este relleno estaba colocado inmediatamente sobre el piso original de lo que, ahora sí con propiedad, fuera parte de la sacristía del templo de la Compañía de Jesús.

 

En lo que respecta a las características arquitectónicas de esta parte de la original sacristía, ostentaba cuatro basamentos de pilastras en las cuatro esquinas del ambiente, el que mide 6 x 6 m, con un piso original de baldosas de barro iguales al que se encuentra en las naves de la iglesia, en formas de hojas de trébol, el techo es de bóveda elipsoidal. La puerta de acceso a la sacristía, en el lado sur del muro oeste, es bastante pequeña, sin mayor relevancia ni en su construcción ni en su decoración y prácticamente queda inadvertida.

 

En cuanto a las características arquitectónicas de la cripta, tema principal de nuestra investigación, la misma es de forma rectangular (de un largo de 9.80 m y un ancho de 3.80 m) con bóveda de cañón corrido, con dos accesos, uno de los cuales tiene escalinata y el otro no, aspectos ya indicados con anterioridad. Los muros son estucados y no hay en ninguno de los mismos algún nicho, como ocurre en otras criptas de enterramiento, lo cual la diferencia de la generalidad de este tipo. Por este detalle se considera que quizá esta cripta fue de inferior categoría con respecto a su uso como sepultura de personas con menor estatus.

 

La cripta está orientada de este a oeste como la iglesia misma. Cabe mencionar aquí que éste es un templo de tres naves, siendo las dos laterales para uso procesional (el sur y el norte, encontrándose la cripta en la segunda), y la central o principal para el servicio de la misma.

 

Ahora bien, no fue encontrado mucho material arqueológico claramente asociado con los entierros, en especial poca cerámica, dos campanitas de plata y tres cuentas de collar o rosario, de concha; aunque sí aparecieron, además de lo mencionado, algunos clavos de ataúd, residuos de carbón, unas cuantas conchas y un pequeño bloque de material gelatinoso blanco que según William R. Swesey podría ser bicarbonato.

 

A partir de una profundidad de 0.60 m bajo el piso comenzaron a encontrarse entierros primarios, generalmente de adultos masculinos, así como restos aislados de cadáveres de niños y otros huesos sin relación con el conjunto, apareciendo la mayoría de los adultos envueltos cada uno en una capa de cal, así como ciertos de ellos con vestigios de ataúd de madera y restos de tela color verde, alguno de cuyos fragmentos tenían nudos, estando los huesos de regular a mal estado de conservación.

 

Por lo general, los entierros encontrados en esta cripta presentan el mismo patrón que los que aparecieron en las excavaciones de la Capilla del Socorro de Catedral, inicialmente porque estaban colocados de acuerdo con el eje de la cripta, la cual a su vez lo estaba conforme al de la iglesia, como ya se ha visto. En este caso, lo eran principalmente de oeste a este.

 

El tipo de enterramientos es típico de la época, definido por situarse los cuerpos en decúbito dorsal extendido, en algunos casos con las extremidades superiores flexionadas, orientándose la cabeza hacia el norte o el sur, según el caso.

 

Otra de las características que hemos logrado definir, es la utilización de cal en los entierros de los difuntos para los cuales no podía adquirirse ataúd; así como la utilización de ataúdes de madera forrados, aparentemente, con seda sujeta ésta con remaches de metal, de los que es común encontrar; no así de la tela, como es lógico, que por lo general desaparece con el transcurso del tiempo.

 

Es de hacer notar, como en el caso de la Capilla del Socorro, que los entierros encontrados con ataúd pertenecen a individuos con posición jerárquica superior a los que no lo tienen, lo que concuerda con los vestigios de la vestimenta que conservan, que generalmente coincide con los rasgos de sacerdotes o prelados.

 

Con base a esos datos, hemos podido definir que en las iglesias, los sacerdotes eran enterrados en sitios privilegiados, dejándose los de menor categoría a otros religiosos y al común de los fieles. Con respecto a estos mismos seglares, igualmente según su posición social así eran sepultados, en el lugar que pretendieran o pudiera haberse costeado, como era usual entonces.

 

En resumen, este trabajo ha facilitado datos sobre la tipología de entierros, que hemos logrado identificar según estas excavaciones y por las que se han hecho en otros edificios religiosos, lo que proporciona una muestra confiable en alguna medida, de las prácticas coloniales en este tema, en su contexto socio-económico, pudiéndose conocer de tal forma, inferencialmente, algunos de los aspectos más relevantes de las prácticas mortuorias de la Guatemala colonial, lo que se relaciona, más ampliamente, con las costumbres sociales y religiosas de ese período.

 

Al concluirse las excavaciones, por otra parte, se reinhumaron en el mismo lugar, los restos humanos encontrados, compactándose de nuevo el piso apisonado de la cripta, que de tal suerte quedó lista para su restauración, como parte del proyecto de conservación y puesta en valor que del edificio emprendiera el Consejo Nacional para la Protección de Antigua Guatemala.

 

Por nuestra parte, finalmente, proseguimos con otras excavaciones en diversos puntos de este monumento, en especial en el atrio; así como continuamos el estudio de las bóvedas de enterramiento, con la excavación de varias criptas más en San Francisco y la Recolección, formando entonces parte de un trabajo más amplio que espero dar pronto a conocer, ya concluido.