28 NUESTOS CERROS, NUESTROS PLANES, TERRITORIOS POSTCLÁSICOS Marie France Fauvet-Berthelot y Marie Charlotte Arnauld – Simposio 04, Año 1990

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Fauvet-Berthelot, Marie France, y Marie Charlotte Arnauld

1992     Nuestros cerros, nuestros planes, territorios Postclásicos. En IV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1990 (editado por J.P. Laporte, H. Escobedo y S. Brady), pp.262-268. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala.

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 NUESTROS CERROS, NUESTROS PLANES, TERRITORIOS POSTCLÁSICOS

Marie France Fauvet-Berthelot

Marie Charlotte Arnauld

Desde hace años ya, la arqueología Postclásica del Altiplano guatemalteco se desarrolla esencialmente en el amplio campo socio-político. Formación de supuestas estructuras estatales, relaciones entre Estados locales y Estados de Yucatán y de México Central son unos de los temas más tocados (Carmack 1981; Fox 1987). En la investigación que CEMCA está llevado a cabo en Guatemala desde 1988, la problemática arqueológica pero también histórica, etnológica y sociológica, se da en torno a las interacciones entre el Estado Central (K´iche´, luego colonial, luego nacional) y las sociedades locales de Baja Verapaz y Quiché. La contribución arqueológica a esta cuestión interdisciplinaria se sitúa en el período Postclásico (aproximadamente 1100-1550 DC), aunque nos referimos constantemente al contexto de los períodos anteriores.

Ruinas de asentamientos, material cultural y modificaciones del ambiente son los datos Postclásicos que estudiamos desde 1988 en la periferia oriental del Estado K´iche´ de Gumarcaaj o sea en las cuencas de Sajcabaja, Cubulco, Rabinal y Salamá, y que presentamos aquí en forma de síntesis preliminar, después de haber completado tres cortas temporadas de campo estos últimos años.

Un primer postulado básico de la investigación es que la morfología de los centros Postclásicos – pueblos a veces fortificados – era una expresión de por lo menos ciertos aspectos de la estructura socio-política K´iche´, Pokom y de las demás etnias que estudiamos en Baja Verapaz (Fox 1978; Wallace 1977). Buscamos la restitución fiel y la comprensión más detallada de esta morfología de los centros, puestos en su contexto espacial antiguo.

El segundo postulado básico consiste en documentar tanto la continuidad como el cambio, en buscar el peso de todas las herencias, en otras palabras, seguir hilos a través de los períodos marcados por la cronología cultural. El año pasado, en el III Simposio, tratamos de presentar un argumento muy particular (basado en datos acerca del lugar de Carcha en Alta Verapaz) a favor de cierta herencia transmitida por los Mayas de las Tierras Bajas del final del Clásico y conservada por Mayas Postclásicos del Altiplano. Es decir que habíamos tratado de manejar la «ruptura» entre estas dos culturas, que siempre queremos separar para los fines de nuestros catálogos … mientras que en realidad, estas dos culturas colindaron durante milenios y fueron lingüística y culturalmente hermanas; no dejaron de intercambiar múltiples elementos, tema que también habíamos tratado en este mismo lugar en 1988.

Este segundo postulado nos permite evitar las trampas de la tradicional dicotomía entre continuidad y ruptura, tan discutida en el campo etnohistórico. De Gumarcaaj a Cahyup, los terribles años 1524-1545 no marcaron ni la ruptura total, tampoco la continuidad con el mundo anterior. Luego, la crisis socio-política de los 1550, el desastre demográfico de final del siglo, la expansión irresistible de la ganadería colonial que atacó sin cesar a las comunidades indígenas durante el Siglo 17 … y tantos trastornos más hasta los días de hoy, no cegaron todas las herencias del pasado, tampoco las conservaron intactas. Tanto el pasado colonial como el presente, objeto etnológico, pueden dar sentido al corpus arqueológico Postclásico en algunos de sus aspectos.

Nuestra investigación es un vaivén entre pasado, presente y pasado a través del último milenio, sin dejar de interrogar también al milenio anterior.

Las tres cuencas a las que dedicamos la mayor parte de nuestros esfuerzos, Cubulco, Rabinal y Salamá, colindan con regiones estudiadas anteriormente:

—          la cuenca de Sajcabaja (Ichon y Viel 1984; Ichon y Arnauld 1985; Lehmann 1983),

—          el valle medio del Río Negro-Chixoy (Ichon et al. 1988),

—          y el suroeste de Alta Verapaz (Arnauld 1986).

Sin duda alguna, nuestro programa en curso no es más que la continuación y la ampliación de estas investigaciones recientes, que también fueron pluridisciplinarias, especialmente en la cuenca de San Andrés Sajcabaja, donde iniciaron sus trabajos en 1973 varios de los mismos miembros del programa actual.

Ocupación Clásica de las Cuencas

La coyuntura del Postclásico fue antes que todo el resultado de la evolución Clásica. De ninguna manera podemos aceptar a priori el que la población haya entrado al Altiplano al final del Clásico o Postclásico temprano, viniendo de un oriente tan mítico como mexicano o tolteca. Veamos los datos preliminares acerca del asentamiento Clásico en Rabinal y Cubulco.

En Baja Verapaz, la cuenca de Cubulco tenía en La Laguna su mayor centro Postclásico, aparentemente abandonado durante el Clásico y quizá reemplazado por Las Vegas, localizado en la salida del río de Cubulco hacia la cuenca de Rabinal. Este centro consta de un Juego de Pelota y de grandes zonas residenciales. Más hacia el este, en Rabinal, datos muy preliminares sugieren que los mismos centros Preclásicos y Clásicos Tempranos de Pakakja y Tukurabaj seguían dominando la cuenca y que se dio una fuerte concentración de población entre estos dos centros y un tercero localizado cerca de Tukurabaj, Kach -Cotzij, ocupando así todo un sector central del llano de Rabinal.

Aparte de la presencia en cada uno de un juego de pelota y de zonas residenciales, se sabe muy poco de la organización y de la arquitectura monumental de estos centros. Cabe señalar también otro asentamiento similar, Toloxcoc – La Laguna, a 1500 m de altura en la vertiente sureste de Rabinal, centro Postclásico por su posición alta, pero más bien Clásico por su juego de pelota (canchas Postclásicas no existen al oriente de Rabinal).

Hacia el este, la cuenca de Salamá-San Jerónimo experimentó un fuerte crecimiento demográfico y/o una reorganización socio-política, ya que la cantidad de sitios aumenta de 5 a 17 durante el Clásico Medio-Tardío (Sharer y Sedat 1987). Los tres centros secundarios de la subcuenca de San Jerónimo eran dominados por el centro mayor de Salto, mientras había un centro secundario en la subcuenca de Salamá, dominada por el centro mayor de Chuacimarrón. Todos estos sitios ponen en evidencia la tendencia, ya observada en las demás cuencas, a la concentración de población en grandes zonas residenciales que rodean las plazas públicas, con centenares de viviendas. Pero, al igual que Toloxcoc – La Laguna en Rabinal (Clásico?), Salto y Chuacimarrón revelan además una tendencia nueva que consiste en localizar los centros en lomas semi-altas que dominan los llanos de Salamá-San Jerónimo y dan acceso a las sierras y altos valles de Alta Verapaz, localización óptima tanto para controlar los caminos entre sierras y cuencas como para asegurar la defensa contra ataques militares.

Muy poco se sabe de la cronología y de la arquitectura de estos dos centros (Arnauld 1986; Arnauld et al 1989). La cerámica de superficie sugiere una ocupación desde el Clásico Temprano hasta el Epiclásico-Postclásico; ciertos rasgos, tales como las estructuras largas y los juegos de pelota cerrados en I y deprimidos, indican que las plazas actualmente visibles datan del Epiclásico, anunciando claramente el desarrollo de los grandes centros defensivos del Postclásico

Por otra parte, Chuacimarrón y Salto expresan la organización dual tan frecuente en la época Clásica Tardía (y posteriormente), pero según patrones diferentes. En Chuacimarrón dos mitades norte y sur conforman una sola plaza compacta con un único juego de pelota; en Salto, el río Las Flautas separa dos plazas, cada una con su cancha.

Señalemos brevemente que, también en el valle del río Chixoy se observa un fuerte crecimiento demográfico en el Clásico Tardío: de 40 sitios conocidos, 30 datan de este período (Ichon et al 1988:83). El patrón de asentamiento es claramente agrupado, confirmando la tendencia a la concentración en los centros. El centro mayor es Los Encuentros, localizado en la confluencia de los ríos Chixoy y Salamá (Ichon y Hatch 1982). Con las zonas residenciales del sitio vecino (Pueblo Viejo-Chixoy), este asentamiento agrupaba aproximadamente a 2000 habitantes, en un punto estratégico entre las cuencas del sur los valles altos del noreste.

El grupo monumental de Los Encuentros presenta una organización dual, como Los Cerritos-Chijoj y Chuacimarrón, en plaza ortogonal compacta con una sola cancha. Gracias a los trabajos exhaustivos de rescate realizado en el valle por los equipos de A. Ichon, Los Encuentros y los centros secundarios que se suceden río arriba han revelado una diversidad marcada de elementos culturales, negando que el valle haya formado alguna entidad socio-política unida. Más bien, cada sector del valle dependía directamente de la cuenca meridional más cercana, desde Sajcabaja al oeste hasta San Jerónimo al este. En caso de penetración extranjera en el valle como parece que sucedió al final del Clásico (provocando saqueos de tumbas en los centros Clásicos del Chixoy; Ichon et al 1988), el impacto de tales trastornos seguramente alcanzó las cuencas de Cubulco, Rabinal y Salamá.

En resumen, la ocupación Clásica se caracteriza por:

—          Un crecimiento demográfico y una organización socio-política que dan lugar a grandes asentamientos agrupados.

—          Para estos pueblos, una localización en los fondos llanos, aunque al sureste de Rabinal y al norte de Salamá, aparece una tendencia a la localización alta.

—          Una organización frecuentemente dual de los centros cívico-ceremoniales.

Los diferentes «pisos» de la ocupación Postclásica

Las tres características parecen reforzarse durante el Postclásico, período de los típicos pueblos altos, defensivos, a veces fortificados, con organización dualista (o aun más compleja) de sus partes monumentales. Aun el rasgo Postclásico de las estructuras largas, «casas largas», aparece en centros del final del Clásico en el valle del Chixoy y en Salamá.

Sin embargo, después del final del Clásico la relocalización completa del asentamiento en las faldas de las cuencas, arriba de los fondos llanos, correspondió sin duda a un cambio territorial y agrícola marcado. Tenemos que entender los «pisos» de este nuevo asentamiento regional.

Abajo, en el fondo llano de la cuenca, a 1000 m de altura pero arriba de los profundos barrancos en los cuales corren ríos, estaban los campos cultivados, y quizá las milpas de riego (por captación desde las cumbres o las faldas). A la fecha no hemos hallado ningún habitat Postclásico. Pero no hemos realizado ninguna búsqueda sistemática en los llanos.

Más arriba, entre 1000 y 1400 m de altura, en las faldas y primeras lomas de las vertientes se localizan los centros primarios y secundarios y sus grandes zonas residenciales: Cahyup y Chuitinamit, en las lomas del lado norte de Rabinal son los sitios más conocidos y más grandes. Hemos descubierto el tercer pueblo Postclásico de Rabinal: Saq’ijel. Asentamiento apenas más pequeño que Cahyup, del cual levantamos el plano este año.

En Salamá, los grandes centros son Pachalum (San Jerónimo; Salto fue abandonado, y Chuacimarrón, cuya loma, San Antonio parece llevar el centro Postclásico.

A la misma altura (1200-1400 m) en los cerros que forman los límites entre cuencas, hemos podido observar cadenas de pequeños centros rituales, algunos con zonas residenciales (por ejemplo Kakmeloj y Chui’anacal, dos centros que son parte de la cadena de Quesetun hasta Chilú, «frontera» oeste de Rabinal). Es de suponer que esta ocupación casi sistemática de todas las cumbres bajas entre dos cuencas tiene que ver con alguna concentración territorial.

Más arriba, el último piso de ocupación, entre 1800 y 2300 m, en lo que se llama «la montaña», existen los bien conocidos centros rituales de cumbre, pero también hemos localizado centros secundarios con juegos de pelota, o zonas residenciales. Uno de estos últimos es Tres Cruces, un centro relativamente importante localizado en la cumbre entre Cubulco y Joyabaj, pequeño «pueblo de montaña» parecido a otro que fue excavado y descrito por Ichon en la sierre entre Joyabaj y Sajcabaja, Pueblo Viejo Chichaj (Ichon 1975).

En la montaña el maíz se siembra 2 a 3 meses más temprano que abajo, y se cosecha muy tarde, de noviembre a diciembre. En las altas selvas, ahora casi totalmente desmontadas, se esconden los manantiales que alimentan las vertientes y quebradas, fuentes de riego para los fondos llanos de las cuencas. Quien controla los manantiales arriba controla el riego abajo.

Las esquinas del mundo en Rabinal

La primera reducción dominica en la cuenca de Rabinal se llevó a cabo alrededor de 1538 bajo el impulso de Bartolomé de las Casas. Después de cinco siglos de ocupación en las partes altas, los K´iche´-Achi de nuevo bajaron hacia los fondos de las cuencas, donde todavía se miraban las ruinas de sus pueblos Preclásicos y Clásicos.

La primera reducción estaba en la parte occidental de la cuenca, probablemente frente a Chuitinamit (Bertrand 1978:71). Después de pocos años, se cambió el pueblo a su lugar actual debajo de Cahyup y de Saq’ijel, al lado del gran sitio Preclásico de Chiwiloy. Se desconoce la razón por la cual se cambió el lugar de la reducción. Sin embargo, es interesante observar que, a estas dos reducciones iniciales correspondía quizá una división de la cuenca entre un territorio occidental dominado por Chuitinamit y un territorio oriental dominado por Cahyup.

El Rabinal Achi, baile-drama Postclásico de los K´iche´-Achi, contiene la lista de los lugares que recorrió el enemigo K´iche´-Achi, alrededor de Cahyup: Xecamba, Saq’ijel-Chisalyiá, Ixtincurun-Ximbalha y Quisentun, cuatro lugares que representan las cuatro esquinas del mundo Rabinaleb (Breton, comunicación personal). Los cuatro puntos reciben todavía la visita de especialistas rituales de Rabinal cada año y tres de ellos corresponden a sitios Postclásicos: en Saq’ijel, un centro casi tan importante como Cahyup, en Ximbalha y en Quisintun, un altar prehispánico.

Lógicamente, estas cuatro «esquinas» son las del territorio dominado por Cahyup, de alguna manera «separado» del territorio de Chuitinamit. De todos modos, vale observar que la división de la cuenca de Rabinal en dos partes, suroriental y noroccidental, es un rasgo geomorfológico natural: a nivel del llano, el límite se localiza claramente en los cerros centrales de Sacachó y Pantulul (precisamente a poca distancia de los asentamientos Clásicos más grandes de la cuenca).

Fronteras

Además de la serie de pisos ecológicos de altura, del espacio etnohistórico marcado por las reducciones dominicas y los topónimos del Rabinal Achi, hay otros marcos espaciales de referencia en los cuales se colocan las redes de asentamientos Postclásicos.

Nuestros datos preliminares dejar entrever una serie de coincidencias entre fronteras administrativas actuales, cadenas de sitios Postclásicos y redes de mercados de montaña, o plazas semanales, que funcionan actualmente (desde hace 20 o 30 años) en las cumbres meridionales y occidentales, lejos de los pueblos modernos de Rabinal, Granados, Joyabaj y Cubulco, cuyas poblaciones se juntan e intercambian productos de esta manera en lugares altos y apartados.

Tres Cruces es un buen ejemplo de concentración en un punto alto (2200 m), de:

—          una cumbre parte-aguas, el Balamguac, arriba de Cubulco y de Joyabaj,

—          con una aldea moderna muy poblada,

—          un centro Postclásico, que consta de tres grupos alineados en la misma línea departamental entre Baja Verapaz y Quiché,

—          y una plaza semanal muy concurrida cada viernes (Ichon 1982:72)

En búsqueda de otras situaciones similares, hemos iniciado la exploración de la sierra que culmina a 2500 m entre las cuencas de Cubulco, Sajcabaja y el valle del Motagua: pudimos localizar verdaderos centros secundarios – aunque de tamaño pequeño – en las cumbres hasta con juegos de pelota, es decir asentamientos más complejos que simples altares de cumbre.

Estos primeros datos dejan sospechar situaciones quizá más complejas de lo que se esperaba encontrar en estas partes muy altas. Tres Cruces y los demás centros mencionados se localizan cerca del centro K´iche´ de Pueblo Viejo-Chichaj, tradicionalmente considerado como el antiguo Joyabaj, pueblo de frontera entre los K´iche´ de Gumarcaaj y los Achi de Cubulco-Rabinal. No cabe duda que esta sierra fue una región de enfrentamiento entre varias entidades socio-políticas. Sin embargo, no podemos afirmar que nuestro concepto territorial de frontera se aplique correctamente al caso.

Conviene profundizar las investigaciones arqueológicas, asociadas con encuestas etnográficas y etnohistóricas, para aclarar las situaciones y la función de estas partes altas, en relación con la organización global de las cuencas a nivel político y militar. Poco conocemos todavía de la región de Tres Cruces y Cruz Chich entre Sajcabaja, Joyabaj y Cubulco, donde tradicionalmente se ubica el legendario centro de Tzamaneb, de acuerdo con Ximénez. Tzamaneb, capital de los Rabinaleb-Achi, podría ser el equivalente histórico, político y ritual de Jakawitz para los K´iche´ de Gumarcaaj.

Tzamaneb y Jakawitz eran lugares de montaña, fortalezas epónimas de los linajes señoriales, puntos de partida para la conquista de las cuencas, lugares míticos o centros cívico-ceremoniales, cuyas ruinas debemos identificar. De cualquier manera, conviene estudiar detenidamente y comparar estos altos sectores de Chujuyub (donde Carmack ubica Jakawitz, 1981:65) y de Tres Cruces-Cruz Chic (donde Ichon ubica Tzamaneb, 1982). Los dos pertenecen a la misma sierra de Chuacús que domina las cuencas de Quiché y de Baja Verapaz.

No cabe en esta breve presentación la referencia a todos los elementos y rasgos que pertenecen de estas supuestas fronteras altas: toponimia específica, tradiciones orales acerca del dios, rey o héroe que vuela de una cumbre a otra dejando las huellas de su pie en cada cerro, frecuencia de los petroglifos, múltiples referencias en las crónicas, etc. Muy posiblemente el conjunto responde a una tradición antigua, ligada a una concepción del espacio sagrado, «nuestros cerros, nuestros planes», que podría remontar hasta el Preclásico ya que algunos sitios de cumbre han sido fechados de este período (Chabalam-Piedra del Tigre, Rabinal, Preclásico; Sharer y Sedat 1987:247; Chu-Chikche o Chi-K´iche´-Achiote, Sajcabaja, Protoclásico; Ichon y Arnauld 1985:97).

Estos fechamientos muy anteriores al Postclásico plantean de hecho el problema de la datación de algunos de los asentamientos altos de Rabinal y Cubulco. No es seguro que todo el fenómeno de frontera alta sea estrictamente Postclásico. Sin embargo, su pertinencia como espacio de confrontación entre Estados vecinos (K´iche´ y Rabinaleb) corresponde básicamente al Postclásico.

Conclusión

Esta presentación deja entrever una estructura espacial en nuestros datos preliminares: se esbozan territorios, especialmente de la cuenca de Rabinal y en la sierra de Chuacús que domina Cubulco.

Territorios que probablemente cobran sentido en un tiempo muy largo, ya que algunos de sus hipotéticos mojones rituales remontan al Preclásico.

Territorios que heredaron una población Clásica relativamente numerosa, aunque para el Postclásico, no se observa una alta densidad de arreglos para intensificación de cultivos, como lo son las terrazas en las faldas.

La próxima etapa de la investigación debería enfocar precisamente estas dos cuestiones básicas: grado de presión demográfica durante el Postclásico y grado de antropización, es decir de modificación de los paisajes en las cuencas del Quiché oriental y de Baja Verapaz.

Además, quedará dar a la investigación toda su dimensión diacrónica: el periodo Postclásico no fue tan estático como los datos preliminares lo dejan ver. Al contrario, ha sido marcado por la dinámica de las relaciones socio-políticas y militares entre los Estados Postclásicos del Altiplano, dinámica que ha dejado fuertes huellas aun en la historia colonial.

Nota

La investigación aquí reportada es parte de los programas de CEMCA-Extensión Guatemala y como tal recibe su financiamiento del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia y está debidamente autorizado por el Instituto de Antropología e Historia de Guatemala. Los miembros del proyecto son las arqueólogas C. Arnauld y M.F. Fauvet-Berthelot, los etnólogos A. Breton y F. Lartigue y el sociólogo Y. LeBot…

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